Partida Rol por web

El Gran Godofredo llevaba años llorando la muerte de su querida niña-esposa, tras el luto oficial intentó por todas las maneras encamar a sus concubinas a fin de ser padre y poder tener digno heredero o incluso heredera, lo había probado con una docena de humanas, varias semielfas, incluso con una mediana y una elfa y ninguna quedó en cinta tras las muchas noches que pasó con ellas.

Se podía decir que era un hombre afortunado que había labrado su destino, pero la felicidad eterna con un heredero no llegaba y no tenía ya esperanza alguna.

Al llegar el ocaso del decimo dia de la Pascua Otoñal en Miramonte, Godofredo optó a la desesperada por acudir a su Dios, Èl Gran Sant Cuthberg , del que emanaba toda la fortuna que había tenido en su vida, por lo que se dirigió al Templo, donde el Obispo guerrero Heahmund le aguardaba.

En el interior del esplendoroso Templo aguardaba el Obispo Heahmund, era un tipo importante, conocido por ir a numerosas guerras para luchar contra paganos e infieles que se enfrentaban al dominio de Sant Cuthberg, por ello era conocido como el Obispo Guerrero Heahmund, del cual Godofredo había aprendido la mayoría de sus artes, siendo él mismo un guerrero-clérigo de su Dios.

El escalafón en Miramonte-Papaencurt era claro tras la cesión de Luis el Gordo, El Conde Godofredo de Miramonte era el máximo mandatario, a él le servía como consejero y segundo de a bordo el Obispo Heahmund, persona de confianza del Rey a fin de evitar que los lacayos a los que les cedía tierras no las arruinaran. Por último, un gran amigo de la infancia del Conde, su fiel DelCojón, antiguo Bufón y actual encargado de las cuadras, cerraban el trío dirigente de Miramonte.

-Buenos Dias mi Señor, como le trata hoy el único y verdadero Dios importante del Reino? He oído que tiene problemas para engendrar digno sucesor y he de decirle que no tema, pues nuestro Señor San Cuthberg vela por todos nosotros, y sobre todo por usted, pues es quien nos dirige. Dijo mientras le guiaba por el monasterio en dirección al relicario, lugar de especial importancia al encontrarse el Orbe de Sant Cuthberg, que se dice fue lanzada al lugar donde se construyó la iglesia por el mismo Dios a fin de indicarle a sus fieles donde rezarle.

-Le recomiendo que si quiere conocer su destino puede probar a tocar nuestro sagrado orbe, puede que sea el primero en recibir las visiones de nuestro Señor Todopoderoso, por algo es usted quien es.

Llegáis a la instancia, cerrada con una puerta con barrotes cerrada con un candado de gran calidad cuya única llave se encontraba colgada al cuello del Obispo. En su interior encontráis un altar con la imagen del Dios de todos los dioses.

En el centro se encuentra el orbe de Sant Cuthberg, una pequeña piedra de origen volcánico con una cruz grabada dentro de dos círculos que hacen referencia al pequeño plano material rodeado de otro mayor donde moran los Dioses.

-Puede ahora tocarla mi Señor, pero antes una reverencia al altísimo en señal de sumisión.

Obedeces a tu mentor y procedes a tocar tan bendito objeto, pensando que los dioses te habían abandonado no esperas lo que sucede a continuación, tus ojos tornan blancos y empiezas a temblar pues visiones horrendas de demonios, cultos malignos y del mismisimo fin del mundo llegan a tu mente.

Y unas palabras se repiten en tu mente, como intentando que no las olvides: -DEJA EL CONDADO! DIRIGETE AL OESTE, CAMINO A HOMMLET Y EVITA QUE EL MAL VUELVA A INTENTAR DESTRUIR VUESTRA TIERRA! Busca a los elegidos: una Enana, un humano y un elfo, ellos te ayudarán en la misión. PARTE SÓLO MI HERALDO y llévate mi reliquia.

Al finalizar la visión tu mente y tus ojos vuelven a la normalidad, te encuentras tendido en el suelo y el obispo se halla de pié sobre ti realizándote la extrema unción al darte por muerto.

-Mi Señor! está vivo! lleva media hora tendido en el suelo sin respirar! ESTO ES UN MILAGRO!! MILAAAAAGROOOOO!!! Que ha visto oh elegido por el único Dios Importante?? Te dice mientras te ayuda a levantarte.

Abrió los ojos de par en par y se incorporó con la ayuda del obispo.

Todavía aturdido, se sujetó la cabeza con la palma de la mano tratando de poner en orden sus pensamientos.

-U...Una visión... ¡Una visión! ¡Osanna! ¡El todopoderoso me ha bendecido con una visión!-Se giró hacia eel representante terrenal de Sant Cuthberg en sus dominios, agarrándole de la pechera.

-¡He... He visto desde sus ojos, su santidad! ¡Él me lo ha mostrado!  ¡Una santa cruzada me ha sido encomendada!- gritó santiguándose repetidamente.

-Dios me ha hablado en la lengua de los hombres.... me ha encomendado partir al Oeste...hacia Hommlet, ¡sea lo que sea eso! Un mal amenaza el condado... ¡No! ¡El mundo entero! me ha designado Heraldo y me ha mandado partir hacia allí!-Poco a poco se le iba despejando la mente. Mucho que hacer, demasiado que preparar y poco tiempo para ello.

-¡Tocad arrebatos, su santidad! ¡Que suenen las campanas y acudan mis abanderados de inmediato!  Debemos prepararlo todo ¡Yo debo prepararme! Se que puedo confiaros el condado a vos... lo dejo todo en vuestras manos, más debo prepararme para la partida... Me encerraré tres días en el Santa Sanctorum para ayunar y preparar mi cuerpo y mente para tal menester.

Empezó a despojarse de los ropajes, quedando únicamente en calzas.

-Que una doncella que no haya conocido varón me traiga una túnica de lino crudo y una jarra con agua bendecida por usted. Y que Delcojón prepare los arreos de Castigador para dentro de tres días. Y que se prepare por si es requerido para seguir mis pasos.-Puso ambas manos sobre los hombros del obispo- ¡Regocijáos, viejo amigo! San Cuthberg ha depositado su maza justiciera en manos de vuestro humilde discípulo. ¡Le haré saber a quien debo mis enseñanzas en su glória! ¡Osanna!

Dicho lo cual y sin dar apenas tiempo a replicar, se dirigió con paso decidido hacia la estancia sagrada del templo

Godofredo el Audaz fue raudo en dirigirse a la estancia para prepararse para su misión. Pronto llegó Mirabeth, una joven humana de  poco mas de 16 años vestida únicamente con una túnica blanca semitranslucida  quien portaba una gran jarra de barro llena de agua bendita para realizar el ritual.

-Mi Señor, traigo el agua bendecida por Monseñor Obispo y el orbe de Sant Cuthberg, dice el obispo que si el Señor habla con usted a través de él no puede separarse de su vinculo sagrado, se encuentra en el interior de esta caja de madera, pues no soy digna de tocarlo con mis manos de mortal. Dijo mientras dejaba una caja de madera con símbolos divinos a tu lado.

-Si me hace el favor de colocarse en la tina yo le ungiré con el liquido sagrado, retirese los hábitos y procederé mi Señor.

Obedeces a la muchacha, te desnudas dejando a la vista lo que el Señor te ha dado, ella se ruboriza y en el interior de la Tina comienzas a rezar mientras ella te vierte el agua bendita mientras reza a vuestro dios.

-Pater Noster, qui es in caelis, sanctificétur nomen Tuum, adveniat Regnum Tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra, sicut et nos dimittímus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in tentationem, sed libera nos a malo. rezáis los dos a coro mientras el frío liquido recorre tu desnudo cuerpo.

Notas como el agua fría purifica tu cuerpo y mente, te sientes preparado para iniciar tu ayuno cuando la joven se retira sus ropajes y ruborizada te dice: -Estoy preparada Señor, como dicta la tradición de los Cruzados a que me purifique antes de iniciar su mandato divino.

-Oh, dulce niña, recoge las telas y cubre tu cuerpo, puesto que ahora mismo ya he iniciado el sagrado ayuno y no se me permite otra cosa que rezar durante tres jornadas completas. Abandona el lugar y dile al obispo que cierre con llave la estancia, puesto que no debo ser molestado.

Y sin prestar más atención a aquella bella muchacha, tras vestirse únicamente con aquella túnica de lino sin tintar extrajo el orbe de su caja, situándolo frente a él , se arrodilló en el marmóreo suelo del Sancta Sanctorum y, apoyando la frente en el frío y pulido pavimento y empezó a recitar en voz alta los salmos de Sant Cutberg.

 -Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Sant Cuthberg está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche... 

La primera jornada la pasó complétamente en vela, recitando sin parar, henchido de espiritualidad y fe. Pasadas las primeras veinticuatro horas y sin darse cuenta, cayó dormido en medio de uno de los salmos. Despertó pasadas unas pocas horas y prosiguió recitando sin descanso.

-Respóndeme cuando clamo, oh Dios de la justicia.
Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar;
Ten misericordia de mí, y oye mi oración.
Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,
Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? 
Sabed, pues, que Sant Cuthberg ha escogido al vengador para sí;
Y así oirá cuando yo a él clamare.
Temblad, y no pequéis; 
Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad.
Ofreced sacrificios de justicia,
Y confiad en Sant Cuthberg.

Con el paso de las horas, su voz había perdido volumen pero nada de intensidad. Si bien llegó un punto en el que apenas movía los labios para sí mismo, sin duda lo hacía con convicción absoluta.

Oye, oh Sant Cuthberg, una causa justa; está atento a mi clamor.
Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.
De tu presencia proceda mi vindicación;
Vean tus ojos la rectitud.
Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche;
Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste;
He resuelto que mi maza traiga la justicia.
En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios
Yo me he guardado de las sendas de los injustos.
Sustenta mis pasos en tus caminos,
Para que mis pies no resbalen.
Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios del justo castigo
Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.
Muestra tus maravillosas misericordias a a quellos que las merecen

Tú que salvas a los que se refugian a tu diestra,

De los que se levantan contra ellos.

Tan imbuido de la gracia de su deidad estaba, que las tres jornadas pasaron a ojos de Godofredo como si tres suspiros se tratasen. Por eso, cuando escuchó el cerrojo de la puerta abriéndose a su espalda, el Conde de Miramonte  prefirió acabar el salmo que se encontraba recitando antes de atender a quien le volvía a abrir la puerta al mundo exterior.

Mas tú, Sant Cuthberg, ten misericordia de mí, y hazme levantar,
Y les daré su justo castigo.
En esto conoceré que te he agradado,
Que mi enemigo haya sido vencido.
 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,
Y me has hecho estar delante de ti para siempre.
Bendito sea Sant Cuthberg, el Dios del Justo Castigo,
Por los siglos de los siglos.
Amén.

La niña empezó a llorar desconsoladamente mientras cubría su precioso cuerpo con los ropajes que se había puesto para satisfacer los deseos de su Señor y los designios de Sant Cuthberg; se sentía profundamente desgraciada por no haber sido del agrado de su Señor, a quien creía que el Dios Todopoderoso la había entregado en un sueño la noche anterior.

-Como deseéis mi Señor, siento no haber sido de su agrado. Dijo mientras se giraba y comenzaba a correr, huyendo de la vergüenza sufrida.

A pesar de que sólo existía una entrada al Santa Sanctorum, la niña no corrió hacía ella, sino hacía la pared que había junto al altar, la cual atravesó como si fuera un espejismo.

Godofredo exclamó sorprendido Alabado sea el Señor! al ver a la niña desaparecer ante sus ojos, fue corriendo a la pared, pero ya era tarde, era un muro de piedra, no había paso ninguno, Gloria al Señor.

Tras tal accidentado suceso Godofredo comenzó a recitar todos los salmos que recordaba, intentando endurecer su mente ante lo que se avecinaba.

Quien abrió la puerta no fue otro que el fiel Del Cojón, capitán de las caballerizas y hombre de confianza del Conde.

-Señooooooor!!! Señooooooor!!! El obispo no me dejaba entrar a traerle la comida! debe estar hambriento! Le traigo su plato preferido! Cruuuunx! Dijo el plebeyo mientras te colocaba un plato de faisán relleno de nueves y una copa de buen vinazo delante tuya.

-Es cierto que partís lejos de aquí a divina misión? Yo puedo ir? puedo llevar el carro con las concubinas! incluso prepararle las comidas! Lléveme a mi mi Señor! Te dice de rodillas besándote los pies.

-¡Silencio, borrico!-espetó severamente a su más fiel sirviente.

-Questa misión divina me ha sido encomendada cual peregrinaje, por lo que deberé iniciarla yo solo, más tu deber es el de estar preparado, puesto que en cuanto alcance mi destino, serás llamado para que acudas en mi ayuda, pues necesitaré de un escudero.

-AMOOOOOOO! gritó llorando. -Yo quería portar a las jamelgas!

Vista tu cara de pocos amigos, tu fiel Del Cojón decide que le conviene estar callado o se juega otra noche durmiendo con los puercos, y 4 noches en un mes era algo que no estaba dispuesto a aguantar.

-Sígame amo, los mandantes le aguardan en el Gran Salón. 

Sigues a tu inepto subordinado al interior del Castillo, donde aguarda El obispo Heahmund y los principales aristócratas de tu Condado, que han sido llamados para conocer tu destino.

-Mi Señor Godofredo, espero que la meditación le haya sido reparadora, he mandado llamar a quienes deben velar por el bienestar de sus tierra en su ausencia y he mandado una misiva al Rey para informarle de su misión divina, le implora que cumpla los designios del Señor tal y como hicisteis al salvar su importante vida.

-En su ausencia yo dirigiré el castillo, Gregori Lacroix se ocupará de las tierras de cultivo y Abelard Achie se ocupará del comercio, todo ello si le parece bien mi Señor. Nos mantendremos a la espera por si necesitase el Ejercito Real, el cual yo mismo comandaría si fuera necesario como tantas veces he hecho en el pasado, en cuyo caso mandarían de la capital al Consejero a dirigir el castillo.

-Le hemos preparado a su fiel caballo Rocinante, está descansado y con suficientes provisiones para ambos para las próximas semanas, Le he preparado un mapa para que pueda llegar a su destino sin perderse, está lejos de aquí, a unas 250 leguas de viaje al este. 

- Y yo que hago mi Señor? cuido que nadie moleste a las hembras?

-¡Silencio, bellaco!- gritó alzando la mano hacia Delcojón, lo que bastó para que reculase disculpándose.

-¡Sea pues, su santidad! partiré de inmediato para cumplir así la voluntad del altísimo. En cuanto haya podido localizar el lugar llamado Hommlet os haré llegar una paloma para que conozcáis de mi parader por si es menester.

Se santiguó varias veces arrodillándose

-In nómine pater, et filli et espíritu santum, AMEN.

-Mi Señor, aqui le hago entrega del único mapa lo suficientemente amplio para que pueda iniciar el viaje, como le he indicado Hommlet debe encontrarse a unas 300 leguas al Sur-Este, no disponemos de un mapa que abarque tanto territorio, pero he encontrado referencias a que en el lejano Reino de Verbobonc, en un pueblo llamado Hommled hace unos años hubo una guerra con fuerzas demoníacas hace unos 5 lustros; conozco la historia pues cuando era novicio a las ordenes del Padre del Rey Luis, Juan el Flaco, recibió emisarios de los Reinos de Furiunda y su vecina Verbobonc para una cruzada, pero fue desoída ya que nos costaba mantener las fronteras marítimas libres de ataques de barbaros del Norte que llegaban en sus rápidos barcos y no podíamos perder tropas en guerras lejanas. 

-En este mapa no observaréis el Reino de Verbobonc, pero es vecina de Furiunda y si mis cálculos no me fallan, que no me fallan ya se lo digo yo, si llegáis a este pueblecito minúsculo llamado "Rastor", allí encontrará manera de llegar a su destino.

-Usando mis artes divinas he hechizado este saquito introduciendo en su interior 50 palomas mensajeras nacidas en nuestras almenas; cuando quiera contactar con nosotros, únicamente debe escribir en un pergamino sus ordenes y atárselo en una de sus patas, la paloma volará hasta aquí sin dilación y nos avisará, no podrá sacar otra paloma mensajera hasta que la anterior llegue a su destino y cuando llegue al límite el saquito explotará, vaya con cuidado.

-Puede partir mi Señor, El Señor Sea Con Usted! Alabado sea el Señor!!!!

Comienzas tu camino santiguandote, estás apenado por abandonar tu castillo, tu condado, tus amigos, tus meretrices, tu vida al fin y al cabo. Pero la esperanza que Sant Cuthberto te recompense con digno heredero hace que esos pensamientos tristes pasen a segundo plano.

El primer día de camino solo pisas tu propio condado, pasas la noche en la Granja de los Ferlous, vasallos tuyos, haces uso de tu derecho nobiliario y les obligas a dormir en la cuadra dando calor a tu montura mientras rezas y descansas en sus aposentos.

Al día después, tras un merecido desayuno, partes al este, al medio día llegas al inicio del condado vecino, vasallo como tu del Rey Jorge, sabes que es su territorio pues al ser mas rico el camino está mejor cuidado y no tiene baches, piensas que quizás, para mejorar el transporte y el comercio, deberías mejorar las infraestructuras de tus tierras.

Durante varios días descansas en casetas de pastores desocupadas, bien a cobijo te sientes seguro, no pasas por ningún pueblo, pues están un poco mas al Norte y te niegas a desviarte para disfrutar de la hospitalidad de un Conde amigo.

A la semana siguiente, a duras penas te has cruzado con media docena de carretas de comerciantes, sin duda debéis mejorar ese aspecto de vuestra economía, pero no has sufrido ataque alguno, piensas quizás que el Condado de Beauce se encuentre a años de distancia del tuyo en cuanto a importancia y seguridad, ya que en tus dominios raro es el mes que no sufres ataques de bárbaros o sarracenos, de momento sin mayores desgracias que algún campesino muerto y alguna hija violada o esclavizada.

Cuando ya te encuentras buscándo un cobijo donde pasar la noche, te encuentras una carreta que según parece ha tenido un percance, con un varón estirando del burro que no se mueve.

-Buenas tardes noble señor! he tenido un percance, me ayuda a mover al borrico? Te dice el curioso personaje. Creo que ha pisado algo y no quiere caminar.

Cuando estás a punto de descabalgar, por el rabillo del ojo ves que a un lado del camino hay alguien escondido tras unos arbustos, a poca distancia del carromato.

-Desmonte Señor, Seguro que alguien de su porte en un momento me ayuda a mover a este borrico. LE recompensaré por ello, no lo dude. Te dice mientras tu piensas que el tipo parece un poco forzado o raro.

-¡¿Que clase de engaño es este, villano?!-Dice el conde de Miramonte desenfundando su imponente maza de armas.

-Aviesas intenciones leo en vuestros ojos, más soy hombre de honor. Desistid en cualesquiera que sean vuestras intenciones y pasaré este percance por alto. De no ser así, preparaos para ser juzgados pues ante vos tenéis a Godofredo el Audaz, señor de Miramonte y Papaencourt, vasallo de Luis I nuestro rey y brazo armado de nuestro señor del justo castigo-Gritó imperiosamente poniéndose en guardia.

Escuchas risas entre los matorrales, sin duda tu advertencia ha hecho reir a los enemigos que se ocultan entre la maleza.

-Mira lo que dice ezte Martín! que noz va a juzgar dice! JA JA JA JA! dice una voz.

-JAJAJAJA ahora le enceñamos a quien juzga a quien Manué! JAJAJA contesta otra voz.

De pronto el curioso personaje  que te había requerido en un primer momento cambia la expresión de la cara y replica a sus lacayos. Cayáos inútiles! le acabáis de delatar la posición y la cantidad de atacantes! Madre mía no se porqué os elegí a vosotros!! Se gira hacia ti y te señala con el dedo portando una espada corta en la mano. La bolsa o la vida mi Señor! dice en tono burlón.

Con semblante serio y sin dignarse en responder al malhechor, Godofredo desmontó de Castigador y, moviendo las manos en una extraña coreografía  gritó -¡Por el poder del castigo! ¡técnica de convocación!

Al llevar su palma al suelo, una nube de humo estalló. De entre el humo surgió un temible lobo enrabietado que se lanzó furiósamente contra aquel que comandaba a los bandidos, tratando de derribarlo.

Tu lobo pilla desprevenido al malhechor, quien recibe un poderoso golpe que lo derriba en el suelo, tras lo cual se levanta, y se toma una poción que cura sus heridas.

-Maldito seas! Te mataremos!!! Como te atreves!!! a por él!!!!

 De entre las ramas dos flechas vuelan en dirección a ti que fallan por poco,  y de los mismos arbustos ves salir a dos palurdos de pueblo que al acercarse a ti tiran los arcos al suelo y van sacando sendas espadas largas hasta flanquearte por cada lado.

-A por él Martín! dice uno.

-Si Manué! debemos responder el golpe que le ha dado al Chati! contesta el otro.

Viéndose rodeado por aquellos malhechores, Godofredo el Audaz, henchido del espíritu del justo castigo ignoró a aquellos que trataban de flanquearlo. Aquellos pobres diablos eran las herramientas, más el noble conde tenía claro quien manejaba los hilos.

El lobo, como si le hubiese leído la mente, rodeó al que había llevado la voz cantante, lanzándose nuevamente contra él

-¡Mont Jouar! ¡Saint Denise! ¡Por Dios, que me muera si flaqueo!- gritó con toda su alma, soltando a su vez esputos blanquecinos. Sin preocuparse por el daño que pudiesen inflingirle aquellos dos hideputas, el valeroso caballero se lanzó a la carrera, agitando la maza pesada por encima de su cabeza