Partida Rol por web

NORTEAMÉRICA: PÁRAMOS ÁRIDOS:

Martes, 9 de enero de 105 PA.

MEDIODÍA.

- La hovermoto y el viejo Jeep Willys avanzan hacia el Este, rodeados por una nube de polvo y arena. La visibilidad es cuanto menos precaria.

- Perfecto para una emboscada.

Martes, 9 de enero de 105 PA.

Halberd llevaba un pañuelo cubriéndole la nariz y la boca para no tragar polvo y unas gafas de aviador para protegerle los ojos del mismo. No estaba acostumbrado a la armadura y se tuvo que quitar las piezas de los brazos porque le producían rozaduras.

La suspensión del viejo jeep dejaba que desear tanto como sus propias habilidades como conductor convirtiendo el viaje en un traqueteo nada placentero.

Halberd se concentraba en la conducción preocupado por no meter el vehículo en un hoyo, o forzarlo demasiado. Estaba tan atento al camino como al quejumbroso ruido del viejo motor. Battum no tenía problemas con los baches y los hoyos puesto que iba en hovermoto, así que seguirle era un tanto traicionero.

-Es el escenario perfecto para una emboscada. -Refunfuñó malhumorado echando una mirada a la pistola que junto a los pies por si pasaba algo- Lo único que tenemos a nuestro favor es que si alguien quiere emboscarnos, quizá no nos vea con esta visibilidad de mierda. -Hizo una pausa- ¿Cómo van vuestros estómagos? ¿Retienen el desayuno? Sé que no soy buen conductor, os pido perdón por la brusquedad con que conduzco.

No sabía si lo había pensado antes, después o al mismo tiempo que Halberd, pero prefiriendo no verbalizarlo en base a esa irracional creencia en la que caen aun los hombres más racionales de que si algo se dice es más probable que ocurra, no había mencionado nada relativo a una emboscada. Ahora, tras lo dicho por el enano no podía obviar más ese posible escenario. Ya no solo era ella la que se lo planteaba, también Halberd, y a saber si Jack en su mutismo pensaba lo mismo.

- "No, el tiene mayores preocupaciones..."- pensó mordiéndose el labio con impotencia, no sabiendo qué poder hacer para aliviar el peso de su pena, de esa congoja que parecía haberlo encerrado en sí mismo. Era prisionero de los recuerdos de una persona con la que ya no podría crear ninguno nuevo.

Con su pelo recogido bajo un pañuelo y los visores tintados protegiendo sus ojos, Muxu se giró en el asiento para coger su mochila.

- De momento bien. Por suerte no he desayunado demasiado- bromeó levantando la voz para hacerse escuchar por encima del runrún del motor.- Y nada que perdonar. Créeme cuando te digo que si la que condujera fuera yo hace un buen rato que hubierais echado algo más que el desayuno de hoy.

Mientras hablaba, Muxu buscaba los macrobinoculares que no había olvidado meter esa misma mañana en la mochila. Un recuerdo más de esa vida de aventurera que hacía tiempo le habían vendido tan bien y que ella en su ignorancia había comprado sin dudar. Ahora, una vez probada había comprobado que esa vida le quedaba grande, que no era de su talla, y la había intentado devolver, pero viendo de donde se alejaban y hacia donde se dirigían cada vez resultaba más patente que nunca había existido posibilidad de devolución.

Martes, 9 de enero de 105 PA.

Desde la noticia de la muerte de su hijo y su nuera, Jack había desaparecido de la vista de todos. El rátido se dirigió a la pequeña capilla que visitaba con asiduidad, el dolor era intenso y sintió la seductora canción de la desesperación en su mente. Jack enmudeció mirando la figura de madera del Cristo crucificado, rezó, lloró, suplicó, se quejó, se lamentó, se indignó.. y luego el silencio abyecto de la pérdida. Dudó si acudir a la llamada de quien fuera que los reclamara en DarkGate, había dejado de escuchar y no sentía ningún disposición a hacer nada por nadie.

Al final había acudido por inercia, pero también a regañadientes. No se le había perdido nada en DarkGate, pero las razones que le habían dado sobre la muerte de su hijo eran, cuanto menos, dolorosas. Jack conocía a su hijo, conocía a su nuera, jamás atacarían una población civil y él sabía lo que había en Angstville, quienes habían, ¿por qué no le hizo caso? ¿por qué tuvo que marchar?

Al amanecer se unió a Halberd y a Muxu, así como al ogro Battun. Jack no había abierto la boca en todo el viaje, sumergido en una profunda pena que lo consumía desde dentro. Aunque no ignoraba a sus compañeros de viaje, su comunicación se limitaba a asentimientos y negativas, eran muchos años ya a sus espaldas, era viejo y sentía el peso de ese dolor demasiado fuerte sobre sus espaldas. Escuchó al enano decir algo sobre su forma de conducir, Jack no respondió limitándose a mirar como el polvo se arremolinaba a su alrededor.

Martes, 9 de enero de 105 PA.

POR LA NOCHE.

El grupo avanza todo el resto del día hasta que, ya cercano el atardecer, arriba a una zona arbolada en la que Battun encuentra una charca lodosa. No parece gran cosa, pero al percer el Ogro sabe potabilizar el agua mediante unas pastillas especiales que porta en su kit de supervivencia.

Parece el mejor lugar posible para acampar. Al menos los árboles permiten un resguardo del agudo frío que suele hacer en las noches en el desierto.

El mercenario Ogro prepara una fogata con la ayuda de Halberd, y el grupo da cuenta de un estofado y algunas tartas que les dieron amablemente las gentes del pueblo.

Battun mira pensativamente las llamas mientras termina de masticar los restos de una empanada de conejo. Dice:

- "Yo montaré la primera guardia. Descansad esta noche. Señora, la despertaré para el segundo turno." -

Halberd cuidaba del viejo jeep como si de un enfermo se tratara. Aprovechó las últimas luces del día para echar un ojo al motor y comprobar el estado de los manguitos comprobando que no se perdiese agua. También revisó el circuito del aceite y el estado de las ruedas.

Bien- dijo hablando para sí mismo- El paciente aguanta.

El cansancio del viaje había podido con sus inquietudes y con el estrés que le producía pensar en lo que el consejo pudiera querer de ellos. Así que se sentó con los músculos molidos, se relajó y disfrutó del estofado con la mente en blanco.

"Yo montaré la primera guardia. Descansad esta noche.

-Jack, deberías dormir en el jeep. La tapicería de sus asientos son lo más parecido que tenemos a un colchón. -Luego se dirigió a Muxu-Yo extenderé mi manta junto a los árboles y dormiré hasta que me despiertes para hacer la tercera guardia.

Deshabituado como estaba a la armadura, sabía que le resultaría imposible conciliar el sueño llevándola puesta, de modo que se la quitó, pero la colocó justo a su lado, junto a la pistola, para ponérsela nada más levantarse.

Cuando lo tuvo todo preparado se sentó apoyando la espalda en un árbol, encendió una tosca pipa de madera y metal fabricada por él mismo y ofreció tabaco al resto del grupo. Mirando las estrellas y sintiendo el viento cálido y arenoso del desierto, consumió la pipa y acto seguido se fue a dormir.

Miércoles, 10 de enero de 105 PA.

DE MADRUGADA.

Un extraño sonido, como el que pudiera hacer una serpiente de cascabel o el legendario Chotacabras, pero más alto, más reverberante, con ecos y extrañas repeticiones, resuena en la noche. Pronto parece tener al menos dos respuestas.

La poderosa manaza del Ogro Battun despierta a Muxu bruscamente al agitarla.

- "Chist. Depredadores... ¡Rápido, recoged todo y huid hacia el Este! Yo trataré de atraerlos hacia el Oeste. Si queréis vivir dáos mucha prisa..." -

El Ogro se levanta, recogiendo sus armas y se dirige a su hovermoto. Poco después resuena en la noche el sonido del encendido de su poderoso motor.

Si queréis vivir dáos mucha prisa...

Mierda, mierda, mierda- Halberd recogió las cosas como pudo y las metió en el jeep apresuradamente. Mientra esperaba que Muxu y Jack estuviesen preparados, con el motor arrancado, comprobó su pistola, se puso las gafas de aviador y el casco de la armadura.

-¿Alguno de vosotros ha conducido en alguna persecución? Dijo aunque estaba resignado a tener que ser el que se pusiese al volante. Sabía que no era buen conductor y lo último que quería era perder el control del vehículo en la carrera y ser el causante de la muerte de sus compañeros.

No había sido poco el tiempo que Muxu había necesitado para conciliar el sueño desacostumbrada a las incomodidades de dormir a la intemperie, en mitad de la nada y sobre el duro suelo. Aun así, a pesar de las vueltas que había dado, al final había conseguido algo más que cerrar los ojos pensando en que debía dormirse lo antes posible, en que debía estar descansada para cuando la despertaran para la primera guardia.

Y la despertaron, pero no para hacer guardia.

Gruñó un poco como la cría que hacía no tantos años había sido, dándose la vuelta y rezongando en su colchón de tierra porque no le apetecía levantarse tan pronto. Pero las palabras susurradas a su oído por el ogro no tardaron en permear el delgado velo de la inconsciencia y, tan pronto lo hicieron, la adrenalina hizo el resto. Abrió los ojos de par en par encontrándose a los del ogro observándola, brillantes y negros por efecto de la luna y la noche, y con tacto trémulo tanteó el suelo en busca de su arma. ¡Y la armadura! Y tantas otras cosas...

- Sí, sí, sí, sí...- le respondió nerviosa.- Ahora mismo.

Arrastrándose por el suelo cogió todo lo que recordaba. No era demasiado, creía. La mayoría estaba en la mochila, o eso esperaba. Cuando terminó se dirigió al jeep medio agachada, prácticamente aguantando la respiración.

- Jack, despierta. Rápido- le susurró. Para despertarle intentó empujar con gentileza del hombro del hombre rata, pero al final lo que prácticamente hizo fue zarandearle.- Rápido, debemos irnos. Date prisa- insistió una vez más antes de dirigirse a Halberd para responderle mientras intentaba ponerse la armadura a toda prisa.- Yo no, me temo. Aunque si te ves incapaz podría intentarlo.

Por eso detestaba la vida de aventurera. Era feliz en Santa Fe, o al menos tan feliz como podía llegarlo a ser. Por qué diablos la habían tenido que llamar a ella para ir a DarkGate...

Miércoles, 10 de enero de 105 PA.

DE MADRUGADA.

Jack no se había mostrado especialmente remilgado por el lugar donde dormir, lo había hecho en lugares peores. Pudo acuñar una sonrisa leve a Halberd cuando le ofreció dormir en el jeep, pero cedió gustoso ese lugar a la alcaldesa alegando que sería lo mejor para ella.

Tras rezar trató de dormir, aunque la verdad es que no pudo conciliar apenas el sueño. Cuando lo hizo siempre estuvo en tensión hasta que los movimientos de Muxu lo despertaron, el rátido miró a la alcaldesa extrañado.

¿Qué ocurre...? preguntó tensando los músculos en alerta, no tuvo que esperar demasiado ya que la maga enseguida lo puso al corriente de lo que sucedía. Arrugó el hocico mientras asentía confuso, recogió lo que pudo desganado, rememorando la tensión de las alcantarillas de Angstville. Miró al enano mientras decía aquello.

No... no sé conducir... torció el hocico en tensión, afilando sus sentidos rátidos para averiguar dónde podría estar el peligro. Aun con el peligro inminente, Jack se resistió a tomar las armas y simplemente estuvo listo con el equipaje en el jeep.

Miércoles, 10 de enero de 105 PA.

DE MADRUGADA.

No parecía que sus compañeros fuesen mejores pilotos que él y Halberd tenía la ventaja de que sus ojos de enano le permitían desenvolverse bien en condiciones de baja iluminación.

Echó una mirada al ogro que ganaba distancia. Su hovermoto era rápida y con alta maniobrabilidad. Era factible que atrajese a los depredadores tras de sí y jugase con ellos un rato para perderlos después. Sintió un fuerte deseo de volver a ver en Darkgate a ese desconocido que arriesgaba su vida por ellos.- Suerte mercenario - dijo más para sí que para los demás.

Si el ogro pretendía atraer la atención de los depredadores, quizá su mejor baza era alejarse sin llamar la atención. Así que optó por dejar las luces apagadas y procuró hacer el menor ruido posible.

-Vas a ser un Willys bueno, vas a ser silencioso como un gato que se borra en la noche- dijo dirigiéndose al jeep. Y condujo a la máxima velocidad compatible con evitar revolucionar el motor y otros ruidos innecesarios mientras se dirigía hacia el Este como les había dicho Battun.

Miércoles, 10 de enero de 105 PA.

DE MADRUGADA.

Terriblemente nerviosos, los tres ex-aventureros recogen como pueden el campamento todo lo rápido que son capaces y se ayudan unos a otros a ponerse las armaduras. Es un riesgo calculado, ponerse las armaduras supone un considerable retraso, pero las posibilidades de morir si no se lleva una puesta son abrumadoramente elevadas.

Jack se pone una armadura modelo Bushman modificada especialmente para su morfología. Pese a su fragilidad física, el rátido parece perfectamente competente en el uso de esta armadura de clase intermedia.

Halberd se pone una armadura Crusader (de aspecto medieval) especialmente modificada con circuitería de oro y piedras preciosas.

Muxu se pone una armadura NG-Buffalo parcial que sólo le cubre el torso (dejando cabeza y extremidades vulnerables ante ataques Apuntados).

Los tres se suben al viejo Willys y, sin discutirlo un instante, Halberd se pone a los mandos. Los tres son igual de incompetentes conduciendo coches, pero la afinidad del enano hacia la maquinaria hace que sea el conductor más lógico.

Halberd arranca justo en el momento en que comienzan a escucharse terroríficamente cerca sonidos inquietantes en las ramas de los árboles más cercanos. ¡Algo está a punto de saltar sobre ellos! Los tres sienten como si su columna vertebral estuviese hecha de puro hielo.

JACK:

- Demasiado tarde te das cuenta de que has perdido dos cosas. Una es tu cuerda de nylon, que alguna vez usaste en tu periplo en las alcantarillas bajo Angstville, y la otra es un cinturón con una hebilla grande que muestra un grabado de un vaquero al galope. Fue un regalo de cumpleaños de tu nuera, María García.

Nervioso como estaba, la cercanía de los sonidos le llevaron a precipitarse.

Miércoles, 10 de enero de 105 PA.

DE MADRUGADA.

No sabía cómo, no sabía por qué, pero las hojas en los árboles no se movían como se debían mover. Aquel ruido que escuchaban no era el ruido del aire empujando bien con violencia o bien gentil las ramas. No. Era el ruido de algo que moviéndose entre ellas fingía no ser nada, fingía ser lo que no era mientras lento y silencioso acortaba las distancias.

- "Arranca, arranca, arranca, arranca... Joder, arranca, por favor. Arranca..."

Muxu aguardaba en el coche desesperada con aquel único pensamiento en mente a medida que las hojas que se movían se oían más cercanas. Con sus manos cubría boca y nariz intentando mitigar el sonido de una respiración entrecortada, a veces violenta, a veces queda, y en la mayoría forzosamente calmada. Hasta sus pies estaban agarrotados como si se hubieran cansado de empujar el pedal de un acelerador que no funcionaba.

- "Tenemos que irnos de aquí. ¡TENEMOS QUE IRNOS DE AQUÍ YA!"

Hubiera zarandeado a Halberd. Le hubiera chillado. Le hubiera pegado, estrangulado e insultado; todo a la vez y por separado. Porque aunque solo fue un instante, aunque no se hubiera podido hacer más rápido, el tiempo que tardó en arrancar el coche y sacarlos de allí se le hizo eterno. Ahora solo quedaba cruzar los dedos, aunque sabía por experiencia que de nada servía hacerlo.