Partida Rol por web

NORTEAMÉRICA: TIERRAS SALVAJES:

NORTEAMÉRICA: TIERRAS SALVAJES BORDEANDO EL ESTADO DE LA ESTRELLA SOLITARIA:

Día: 01.

Mes: Enero.

Año: 105 PA.

POR LA MAÑANA.

- El grupo de cuatro aventureros ha viajado durante más de una semana, atravesando páramos y tierras hostiles llenas de monstruos y bandidos.

- En la distancia han visto infinidad de Skelebots y bestias mutantes de CS Lone Star, a las que han procurado dar esquinazo. Lo mismo que a infinidad de ínfimos grupos bandidos, que no se han atrevido a enfrentarse a un Power Armor tan grande y obviamente equipada con lanzamisiles.

- También, a intervalos, han huido de diversos monstruos de las Grietas, aunque por suerte hasta ahora las bestias se han cansado tras unos cuantos kilómetros de persecución.

- Raxus y Cuchillo Rojo sienten arder la sangre por el ansia de batalla, mientras que Xavier y Equilibrium instan a la calma, afirmando que si el grupo se enfrenta a toda criatura potencialmente hostil por el camino, sin duda no llegaréis a Nuevo Mexico.

- Habéis levantado el campamento en este día uno de un nuevo año. Anoche no hubo una gran celebración, aunque sí terminasteis vuestras reservas de alcohol y las raciones de carne procedente de la caza y el trueque.

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Día: 01.

Mes: Enero.

Año: 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Había aprovechado la ventaja de su armadura para quebrar las ramas secas de un árbol muerto en las inmediaciones, apilando la madera de manera que les sirviera para toda la noche. Era probable que incluso sobrara y quizá, algún otro peregrino como ellos, pudiera aprovecharlo en un futuro. Un peregrino tan loco como ellos, constantemente asaltados por amenazas que habían conseguido eludir. Afortunadamente.

-Ya está. Madera para un regimiento -dijo escuetamente, sin dirgirse a nadie en especial-. Agua para beber por cena, salvo que alguien se anime a salir de caza. Podría hacer un barrido de infrarrojos para detectar una potencial presa -comentó de forma casual.

Se sentía relativamente tranquilo con el grupo. La semana transcurrida le había permitido conocer mejor a sus compañeros. Raxus y Cuchillo Rojo eran de sangre caliente y demasiado predispuestos al enfrentamiento, incluso cuando las cosas no parecían estar a su favor. Aquel viaje lo había demostrado. Ante la visión de monstruos de las grietas, bandidos miserables, skelebots o bestias mutantes, sus pupilas se dilataban, sudaban profusamente y todo su cuerpo parecía listo para saltar derramando una lluvia de fuego y metal sobre lo que se moviera. Por suerte, Equilibrium hacía honor a su nombre y lo apoyaba en su decisión de mesura y de ahorrar esfuerzos y munición, de enfrentamientos innecesarios que podrían poner fin a algo más que a aquel viaje.

-Sería conveniente fijar también las guardias de esta noche. Dudo que estemos absolutamente solos en este páramo.

Objetivo: rastrear las inmediaciones con los sensores de la armadura potenciada para detectar cualquier amenaza y/o potenciales presas para la cena.

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POR LA MAÑANA.

Hartos días de viaje suceden, no sé exactamente cuantos pero más de uno y menos que muchos, así que casi varios, lo que es harto. Lo que he visto a nuestra alrededor son cosas simpáticas: Un par de grupos de vagabundos y peregrinos religiosos, por sus ropajes descuidados; unos esqueletos que deben haber tenido ideas coalicionistas muy fuertes para no descansar ni en muerte; la mascota de alguien sin correa, de seguro porque sería un collar muy grande y uno que otro loco dando vueltas por ahí, pero nada peligroso o maligno a lo que destruir. Es por eso que siempre que se me preguntó, dije que no valía la pena y debíamos seguir. Es importante reunirnos rápido con los Rifts Warriors para enfrentar oponentes de verdad.

Anoche celebramos el año nuevo y bebimos y comimos lo poco que nos quedaba. Fue bien disfrutado pero no demasiado. Me sentí como un niño de cumpleaños al que le trajeron amigos pero no un pastel. Sea como sea, lo pasé bien y hoy armamos otro campamento para pasar la noche.

Callahan ya dispuso de todo lo necesario para sobrevivir y hace una pregunta acerca de la caza:

 - "¿Caza? No gracias. Me gusta mi libertad y una esposa no entendería mi nueva vida de aventurero. Yo puedo hacer la primera guardia si quieren. No tengo problema en avisarles si es que aparece alguien cobrando impuestos, pues no quiero pagarlos."

Me siento cerca de la fogata, aunque fuera del radio de luz para poder ver mejor a mi alrededor y no ser visto tan fácilmente. Si me toca hacerlo, me ocultaré para que no me vean los intrusos y así poder volarles el trasero y avisar al resto. Todo esto mientras pienso que quizás las piñas no crecerían en esta tierra porque ya parece tener espinas y no quiere más.

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Enarcó una ceja, bien por el comentario de Equilibrium bien por algo que había percibido.

-¡Atención! Un Klick al Este. Hay un rastro de calor relevante. Tras un bosquecillo. No alcanzo a distinguir qué. Parece grande. No sé si nos acecha, descansa o qué. ¿Alguien puede captarlo?

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POR LA MAÑANA.

El grupo ya recogió el campamento y ha continuado viaje, pero Cuchillo Rojo trata de eludir a ciegas a la criatura, siguiendo las indicaciones de Equilibrium y de Xavier, mientras Raxus comprueba el filo de su hacha mágica.

El mercenario tolkeenita acelera las largas zancadas de su máquina andadora, pero se siente fatigado y llega un momento que se acaba el bosque y la criatura está muchísimo más cercana que antes. Parece dispuesta a embestiros, tal vez el conflicto sea ahora inevitable...

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POR LA MAÑANA.

Cada día dedico una silenciosa oración a los Ancestros, en agradecimiento por haber puesto a Cuchillo en nuestro camino. La verdad que hacer el viaje en el hombro de la armadura de asalto del Merc, me hubiera hecho un culo nuevo. En el hovercar puedo haraganear a gusto, dejando que las drogas que me envía la computadora me lleven a lugares lejanos. Lugares donde él aún está conmigo.

Hemos avistado algunos posibles problemas, e inexplicablemente la mitad del grupo ha conseguido convencernos a Cuchillo y a mí para evitarlos. Estaba tan desesperado que hasta talé un par de árboles para la leña. De un golpe, claro. Las provisiones escasean, y lo peor de todo ¡se ha acabado la bebida! Es una situación insostenible. Al emprender la marcha esa mañana miro seriamente a mis compañeros, mientras termino de roer un hueso de aspecto sanguinolento.

- Ey chicoggs, - ñam, gromft - cgreo que nos egtamogs quedando sin progvisionegg - noto sus miradas clavadas en mí, mientas acabo de tragar - Ejemmm... ¿esto? Era un bichejo miserable que pisé ayer antes de acostarme, no daba ni para medio bocado y me pareció vergonzoso ofrecéroslo, la verdad. Pero eso no es lo que me preocupa. Creo que se está acabando el alcohol... sí, no me miréis así, yo también estoy preocupado. Creo que habría que acercarse a alguna población, porque... - una interminable perorata sobre las virtudes del alcohol sigue a eso durante parte de la mañana, al menos hasta que el Merc avisa de ese contacto, entonces mis ojos se entornan con un brillo especial, y mi mano no deja de asir el hacha, parece que la comida llama a nuestras puertas.

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Cuando Cuchillo decide frenar el vehículo, ante la idea de que sea lo que sea nos seguirá  o puede que nos dé alcance, no quepo en mí de la emoción.

- ¡Al fin vamos a dar un par de mamporros! Este viaje con fuegos de campamento y sana camaradería empezaba a hacerse pesado. No podrías pedir mejor compañía, pero algo que destripar siempre viene bien para no perder la práctica -.

Salgo del vehículo emocionado, y tras apoyar el Eyector de Plasma en el techo, echo un vistazo por el aumento.

- ¡Joder, si le tenemos encima! - suelto en un exabrupto. Pero al apartar la mirada veo que aún está lejos. Así que sólo hay una explicación. Una cuenta rápida con los dedos, y una comprobación de tamaño con el horizonte por medio de pulgar y dedo gordo, hacen que la mano que vuelve a sujetar el arma parezca temblar ligeramente, aunque sin duda nadie lo podría atribuir a nada que no fuera la emoción de la lucha.

- Ya verdad que el bicho es enorme... ¿Alguien sabe qué es eso? - me concentro en seguirle con el arma tras lo cual suelto una baladronada en busca de valor y coraje.

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La preventiva lectura de sensores había permitido señalar un objetivo. Amigo o enemigo imposible de determinar, al menos hasta que la bestia se manifestó ante sus ojos. Claramente, no tenía intención de hacer amigos o de convertirse en su mascota. Xavier sintió que sus testículos se replegaban, buscando el cobijo y la protección que el escroto no ofrecía, y que el estómago se le encogía.

-Ni puta idea, pero acojona. A mí me acojona -manifestó sin avergonzarse. En tiempos remotos, su padre decía que verbalizar los miedos era la mejor manera de enfrentarse a ellos. Confiaba en que tuviera razón, aunque su padre, ¿cuándo tuvo razón alguna vez?

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Tras desechar el arma de energía en el asiento, Raxus sale del del vehículo con paso poco firme. La criatura es tan grande como el portón de la muralla de una ciudad y exuda un aura de peligro que aún no se ha quitado de encima. Es como algo como un zumbido molesto que no le deja concentrarse. Pero si el ser se acerca al vehículo, puede que lo destroce y no está dispuesto a andar semanas y semanas. Alguien debe entretenerlo mientras los demás descargan sus armas sobre él.

Un torrente de drogas comienza a ser bombeado por la computadora intentando compensar las reacciones químicas negativas producidas por la impresión de la criatura, y un rugido pone en marcha a trescientos kilogramos de Enano Titán Juicer en un salto de fuerza imposible mientras todo parece ir a cámara lenta. Pero el exceso de velocidad juega una mala pasada a Raxus, que no prevé un movimiento del cuarto trasero de la criatura que le hace salir rebotado, cayendo de pie sin duda gracias a un milagro de su velocidad Juicer.

Raxus aprieta la mandíbula mientras sacude la cabeza - "Segundo asalto bicharraco, esto no ha acabado" -.

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El impacto contra la criatura es muy fuerte, pero Raxus apenas lo nota. Inundado su torrente sanguíneo de las drogas que envía la computadora de su estómago, la fuerza con la que golpea con el hacha es capaz de abrir el blindaje de un carro de combate. La criatura chilla y sangra profusamente, mientras se debate entre aquellos que le estamos hostigando sin descanso.

Agarrado al hacha clavada en las carnes de la criatura y su denso pelaje, veo como los golpes certeros de Cuchillo y las poderosas ráfagas sostenidas de Callahan acaban con la resistencia de la criatura, que por fin acusa la pérdida de sangre y cae derribada con un sonoro golpetazo. Caigo de pie con un sordo retumbar, mientras alzo el hacha ensangrentada en un gesto de victoria.

- ¡Yipicayeeiiiiiii! Amigos, ya tenemos comida para unos cuantos días - miro a los demás sin poder reprimir la alegría. La verdad que no se si estará muy bueno, pero he comido cosas que harían vomitar a una cabra así que era algo que no me preocupaba demasiado.

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La adrenalina seguía fluyendo, pero como en el buen sexo, tras la pelea y viendo al animal tendido en el suelo, la serotonina empezó a ejercer su influjo. Sonrió ante el comentario de Raxus.

-Sí, amigo, carne. Si es que ese bicho llega a ser comestible. Esperemos que sepa bastante mejor que la mala leche que lo alimentaba. ¿Estáis todos bien? 

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POR LA MAÑANA.

El sonido húmedo y gomoso de carne y hueso golpeando el suelo saca a Raxus de su estado de furia. El tiempo parece detenerse, mientras sus sentidos aumentados por las drogas le hacen ser dolorosamente consciente de lo que le rodea.

- Click, click… - el goteo del hacha es lo primero que impacta en su córtex. Un vistazo le basta para constatar que está empapada en sangre. La sangre de Cuchillo Rojo. Ha compartido, fuego, comida, bebida y chanzas a lo largo de diversos días con el tipo que casi ha conseguido sacarle las tripas hace unos momentos.

– Pero qué le habrá pasado… estaba luchando contra esa bestia, y de repente parece como si se le hubieran fundido los implantes M.O.M. – No hay explicación para lo que ha hecho. Sacude la cabeza, mientras le da vueltas a lo que nos ha llevado a este terrible error…

(Cinco minutos antes...)

Una sacudida le saca del estado de felicidad al que le han llevado las drogas, mientras trata de aclarar su vista, quitándose las legañas.

- ¡Oye chico, vigila! No sé dónde aprendiste a conducir, pero… ¿eh? – se hace composición de a dónde se dirigen las miradas de el “Equilibrium” y Cuchillo, tan diferentes, una asombrada y la otra inyectada en sangre. - ¡Al fin algo de sangre que derramar! – Palmea sus manos, que tiemblan de emoción, no sabiendo si agarrar el Eyector o el Hacha.

Cuando Cuchillo detiene el coche con una maniobra, trata de salir fuera excitado, pero la imponente proximidad del enorme cuadrúpedo le hace sentirse pequeño de nuevo, y le hace dudar. Le abandonan las fuerzas por unos instantes, perdido en visiones de un gran demonio cornudo que le asía con una fuerza sobrehumana, mientras no podía hacer nada.

Tras sobreponerse, se lanza con una salto ciego contra la criatura, tan impetuoso que sólo le sirve para salir rebotado sin ningún efecto. Mientras tanto el Merc y el “Equilibrium”, rocían al mastodonte con descargas de sus armas y Cuchillo acaba saliendo por la puerta del coche empuñando su luminosa arma, la cual prueba la sangre del monstruo. Una segunda descarga de energía y acero, sea este empuñado por Cuchillo y raxus, o disparado por el Merc y el "Equilibrium", hacen que la bestia se rinda a la muerte, incapaz de seguir soportando tanto castigo. - ¡Yipicayeiiii! ¡Tenemos comida! – Grita Raxus. Eso bastaría para que todos estuviéramos contentos, pero algo le ocurre a Cuchillo…

Tras tratar de averiguar qué le pasa, Raxus es recibido por salvajes acometidas de ese cuchillo destellante, que en certeros tajos casi reduce a una ruina su armadura. Sólo su velocidad Juicer, y la oportuna intervención de Callahan, que hace besar el suelo a Cuchillo Rojo con una ráfaga de proyectiles acelerados electromagnéticamente, le salvan de ser reducido a lonchas. El “Equilibrium”, viendo que hacer puntería en una lucha tan cercana es complicado, decide sacar un juguete vibrocuchillo y unirse a la lucha con buena mano.

A pesar de su desventaja, el Crazy se las ingenia para levantarse, pagando el precio de su armadura, y acabar de reventar la de Raxus, haciéndole sangrar por varios cortes en el torso. Es suficiente, Raxus no aguantaría tanto a nadie, y el momento de pensar ha pasado, un golpe sesgado y brutal, basta para decapitar a Cuchillo, y mientras su cabeza rueda, muchas cosas pasan por la mente de Raxus…

La última de ellas, es que pese a sus baladronadas, es el primer ser inteligente cuya vida toma Raxus. No así el hacha que blande, que parece agitarse en su mano por la emoción de tomar una vida. Los brazos de Raxus caen laxos a sus costados, mientras mira de manera triste a Equilibrium y al Merc.

- ¡¡¿Por qué?!! – Es lo único que alcanza a exclamar.

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Lo que parecía una tonta persecución terminó siendo un combate. La enorme bestia cargó embistiendo al robot de Callahan, pero no consiguió derribarlo. Salí del auto y entonces comenzó la música. La banda tocaba con fuerza aquella canción de Rock progresivo, con esa excelente letra que hablaba de un superhéroe que cambiaría al mundo. Un tipo guapo y valiente, con habilidades sin igual. Un aventurero sin miedo a nada, ni siquiera a esa bestia cuya imagen paraliza a algunos de sus compañeros.

El héroe baja de un vehículo con casi tanto estilo como él y sus zapatos pisan un suelo que comienza a florecer en margaritas y hortensias que repiten el coro de la canción. Del cielo comienzan a llover rayos de luz con forma de estrellas que se acumulan en mi espalda, enmarcando mi retrato cuando saco mis pistolas.

Pero el héroe es cauto y se oculta para que la bestia terrible, ahora un dragón negro que escupe fuego, le vea. El momento se acerca y el poderoso héroe le dispara con su... ¡Espera! ¿Dispara? ¡NO! Le ataca con una espada. Una especial que golpea desde lejos con iones, pero espada heroica al fin y al cabo. Su golpe lo mata al instante.

Bueno, quizás hubo más disparos fallidos de parte del héroe, pero es que a veces se deja llevar por la emoción. También puede que los seguidores del héroe: El escudero que lleva la armadura del héroe puesta, esa con cañones; el bufón protegido del héroe, un enano con un poco de aumento y el fanático seguidor del héroe, que le admira tanto que le llama precioso, le hayan golpeado un poco y causado un poco de daño. Quizás hasta le haya matado ellos, pero eso no es importante.

El punto es que la bestia cayó muerta y una música de victoria sonó en el fondo. Soplé mis pistolas... ¡Perdón! El héroe limpió su espada heroica con un gesto.

Bueno, mucho de esa bonita historia, porque lo que sucedió después no fue bueno. La música terminó de golpe cuando Cuchillo Rojo se volvió loco. No sé qué pasó, pero de pronto comenzó a atacar a Raxus y en su mirada sólo se veía locura. La misma locura asesina con la que había luchado hasta entonces.

No supe qué hacer, pero después de que Cuchillo lanzase unos golpes letales contra el enano, supe que si no era detenido sería el final del Juicer. El análisis que hice no fue muy extenso:

"Cuchillo Rojo es inestable y peligroso, si su locura es así de violenta, cualquiera puede ser el siguiente y esta vez puede ser letal. Por otro lado debo salvar a Raxus. Es un Juicer e igual no durará mucho, pero me cae bien y es sincero. Creo que lo salvaré."

Saqué mi vibrocuchillo y apuñalé la armadura del M.O.M. para ver si con eso lo detenía, pero Cuchillo aún así fue capaz de acabar con la armadura de Raxus. Este, antes de recibir un golpe que sería letal, le mató con su hacha. La cabeza de Cuchillo Rojo voló por los aires y ese fue su fin.

El silencio se hace, ahora que vemos el cuerpo muerto del hombre y su cabeza a la distancia. Las palabras de Raxus denotan la pena que siente y yo también la siento. Guardo mi arma mientras una lágrima comienza a rodar por mi mejilla por la pena que me produce la muerte de Cuchillo Rojo y por el daño que el enano ha sufrido en el espíritu. Me acerco a él y le pongo una mano sobre el hombro mientras le respondo:

 - "El tipo estaba loco, no fue tu culpa. No fue de nadie. Probablemente tampoco de él."

Abrazo al enano mientras intento absorber con el contacto, algo apretado para un abrazo normal, parte de su dolor, pena y confusión. Intento ser el filtro de sus emociones molestas, el marisco del mal contaminado, la esponja sobre el agua, cualquier cosa que absorba aquellas malas emociones para que el enano esté más ligero, que con esos kilos de más lo necesita. Sólo me consuela saber que con todo este conflicto, el mundo completo es un poco más cuerdo que hacer unos minutos.

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POR LA MAÑANA.

Dejó caer la cabeza. Nada había sido como hubiera debido ser. La noche anterior habían reído, comido y bebido para celebrar el fin del año. Como camaradas, compañeros, amigos, hombres que compartían un sueño y un destino, un destino ahora marcado y regado con la sangre de la bestia que los había atacado y de Cuchillo Rojo que fluía roja y espesa sobre al tierra, empapándola, nutriéndola de forma impía. Un destino que Cuchillo Rojo no habría de ver cumplido.

¿Cómo habían acabado así? ¿Por qué? ¿Cuál era el objeto de todo aquello?

Apenas unos minutos antes se habían detenido. La necesidad de caza, de comida fresca lo había llevado a rastrear con sus sensores los alrededores. Y entonces, la bestia había hecho acto de presencia, como una de las cuatro aventuradas por Daniel en la Biblia, terrible, espantosa, extraordinariamente fuerte y llena de cuernos. A partir de ahí todo se había sucedido con la celeridad de una estrella fugaz surcando los cielos pero habían triunfado y la bestia había caído. Mas lo que debiera haber sido éxito y motivo de celebración, se había convertido en una bruma roja de la que emergió Cuchillo. Su furia inicial no se había aplacado y ante la necesidad de dar rienda suelta a sus ansias homicidas, de satisfacer su sed de sangre, había elegido a Raxus como el canal en el que encauzar su rabia, su dolor, su frustración y quién sabía qué más.

Y ahora yacía a sus pies, inerte, sin vida. Un río secándose en mitad del desierto en el que desembocaba.

Xavier avanzó hasta el cuerpo y se acuclilló ante él. Se santiguó y murmuró una pequeña plegaria.

Dale, Señor, el descanso eterno.
Y brille para él la luz perpetua.
Descanse en paz.

Se puso nuevamente en pie y miró a sus dos compañeros. Sus posibilidades de éxito se habían reducido en un veinticinco por ciento y la carta de presentación que Cuchillo Rojo suponía se había desvanecido.

- ¡Feliz año nuevo! - Dijo desganada y cáusticamente.- Si os parece bien, propongo que enterremos su cuerpo y prosigamos viaje. No sé a qué obedecía su locura, ni por qué te atacó. Dudo que fuera personal. Cualquiera de nosotros le hubiera servido para calmar su ansia de matar, Raxus. Y como dice Equlibrium, nadie es culpable. Ni siquiera él - dijo señalándolo. - Recojamos las cosas, las suyas incluidas. Dudo que vaya a necesitarlas en su viaje. Veremos qué hacer con ellas, si repartírnoslas o venderlas, pero nos serán de utilidad. ¿Estáis de acuerdo?

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POR LA MAÑANA.

Cuchillo Rojo sólo quería vivir aventuras. Le gustaba la gente amable que le trataba como a una persona normal y no como a un loco homicida. Los Rifts Warriors habían sido su familia durante un tiempo y habían conseguido que se sintiera en calma todo ese tiempo. Disfrutó de personas alegres y buenas, vivió junto a ellos, rió junto a ellos y aprendió de ellos. Desde que sus caminos se habían separado, la vida de Cuchillo Rojo no había sido más que una espiral de decadencia durante la cual sus dormidos instintos comenzaron a despertar de nuevo. Deseaba luchar, derramar sangre, destripar una bestia, matar algo. Todos aquellos sentimientos se encontraban a la vez en su mente, golpeándola cada vez con más fuerza y luchando por aflorar y salir al exterior. El combate con el Rhino-Buffalo había terminado por romper la barrera que lo separaba de la más absoluta locura.

Sabía perfectamente que su participación en la batalla era innecesaria, pues la impresionante armadura de Xabier era más que capaz de ocuparse de la bestia. Sin embargo, quería jugar, no podía estar más tiempo quieto. Si se hubiera quedado dentro del vehículo seguro que habría sufrido un arranque de ira más adelante, corriendo a toda velocidad y poniendo en peligro al resto. Decidió bajar y luchar, pensando que derramar un poco de sangre le calmaría, pero cometió un grave error...

El flujo de adrenalina lo reactivó por dentro y comenzó a luchar frenéticamente hasta que dejó de ser él. Fue como si de repente recibiera un empujón y al caer al suelo hubiera dejado salir a una horda de tipos sanguinarios con una sed de sangre insaciable. Aquella puerta se había cerrado y era imposible abrirla desde dentro. Se había quedado atrapado para siempre en las profundidades de la locura.

Cuchillo Rojo nunca supo lo que ocurrió en realidad, puede incluso que nunca llegara a ser consciente de su propia muerte, pues en cierto modo el que atacaba a sus compañeros ya no era él. Sin embargo, recibió una muerte que le habría parecido satisfactoria de haberla vivido, después de todo murió luchando con su arma favorita y, como de costumbre, con una sonrisa en la boca.