Partida Rol por web

SANTA FE:

- Santa Fe es un idílico pueblecito de la Región de DarkGate, dentro del territorio que en su día fue el Estado de Nuevo México del Viejo Imperio Americano.

Sin duda el lugar ha sido bendecido por los dioses, pues cuenta con un clima ideal todo el año, y el ganado y los cultivos crecen y se reproducen con gran facilidad.

Sus gentes, amables y hospitalarias, no son ricas, pero el pueblo es mayormente autosuficiente, y el que no es ganadero o cultiva los campos, es artesano. La población funciona mediante el trueque y gracias sobretodo a la solidaridad y generosidad de los vecinos.

El pueblo cuenta con poca tecnología, dejando aparte el viejo Taller del difunto Operador Donald Zimmer.

Santa Fe no cuenta con milicia, ni defensas activas de ninguna clase, aunque en el pasado a tenido diversos campeones, que ocupaban el puesto de Alguacil. Tal vez como parte de su protección divina, a aquellos con malas intenciones les cuesta encontrar el lugar.

Aunque ciertamente ello no impidió en el pasado que bandas tan terribles como la del Cuchillo Sangriento secuestrara a chicas de la localidad.

La Alcaldesa es feliz en este lugar, y nadie por el momento le ha disputado su puesto, por lo que no se han hecho necesarias nuevas elecciones desde que fue aclamada por aclamación popular para ocupar el cargo.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

¿Cuánto tiempo llevaba sin saber de Geoffrey? Algo más de un mes, ¿verdad? Era curioso ver como la vida era capaz de cambiarte la perspectiva continuamente, para al viejo ratling le había dejado de sorprender. Adoptado y criado por humanos, propietario de un local, padre adoptivo de un mutante que hubiera muerto sino lo hubiera recogido él o ver como ese hijo partía para hacerse un nombre. El dolor de ver como tus vecinos te daban la espalda, el esconderse en las alcantarillas a la espera de un futuro incierto y la dicha de ver como tu hijo viene a por ti para sacarte de ese infierno. Contemplar con gozo verle feliz, casándose a pesar de los poderes oscuros que trataron de impedirlo, y estar orgulloso como no podría estar ningún padre de su hijo.

Quizá por eso Jack decidió dedicarse a la juventud, volcarse en esos chicos sin padres que no tenían a nadie y a la enseñanza. Es posible que en otros lugares esa iniciativa, salida de un ratling cualquiera, hubiera sido vista con ojos recelosos, pero él no era un cualquiera. Era el padre de sir Geoffrey Mournfolk, héroe de los Rifts Warrios, y no pocos habían visto la bondad y generosidad del profesor Jack hacia las gentes del pueblo. La gente decía que Jack era mucho más humano que algunos humanos, una aseveración que pudiera resultar ofensiva para un D-Bees, pero el anciano ratling entendía que significado profundo de esas palabras y sonreía al escucharlas.

Amigo de todos los que quisieran conversar con él, Jack nunca se metía en trifulcas y abogaba por el diálogo, la comprensión mutua. Se convertiría en una figura querida y respetada, para Jack aquello era el Paraíso que tanto tiempo pudo estar buscando y nunca encontró del todo en Angstville. Pero la partida de su hijo marcó el principio de un período gris para el anciano, como la rémora de una negra incertidumbre que se fue haciendo cada vez más densa en su alma. Jack rezaba todos los días por su hijo y su nuera María, y aunque intentaba hacer su vida normal la ausencia de su familia lo solía poner nervioso cada vez con mayor asiduidad.

La Nochebuena de 104, mientras la celebraba con la pequeña comunidad cristiana local, Jack sufrió un desmayo de un par de minutos. Aunque se recuperó la conciencia pronto, rodeado de gente preocupada por él, una sensación de que algo terrible había sucedido. La Navidad fue agria para Jack, incapaz de saber nada de su hijo las sospechas crecían sin que pudiera contener hilo alguno de esperanza. Mas el espíritu del ratling no quiso quebrarse, se aferró a Dios al que rezaba con mayor vehemencia por el sano regreso de su hijo y su esposa. Pero hasta ese momento tales súplicas no habían sido escuchadas.

Con el nuevo año y la ausencia de noticias, el ánimo de Jack no mejoró. Aunque hacia afuera mostraba su afabilidad habitual, su cariño y su generosidad sin mácula, por dentro se consumía por la incertidumbre. Tenía miedo, mucho miedo, por su familia y al amanecer el octavo día del año despertó con el habitual peso oprimiendo su corazón. Salió como siempre en dirección a la escuela, saludando escrupulosamente a todo el mundo con el que se cruzaba, compró un par de bollos con los que desayunar y enfiló sendero para un nuevo día de enseñanza. Al menos con los niños podía sentirse abstraído y no pensar.

Pero ni siquiera de ese modo podía sacarse de la cabeza los malos sueños que lo habían estado visitando últimamente.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

- "¡Cuidado! ¡Alguien se acerca, hay una estela de polvo que viene a gran velocidad por el Este! Avisad a la Alcaldesa, al mecánico y al maestro de escuela." -

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

Un alboroto inusual en el pueblo se propagó entre sus habitantes, algunos de ellos le interceptaron requiriendo la presencia de Jack junto a don Alberto. Aquella sensación de malestar aumentó un poco más, pero antes de dirigirse junto al antiguo alcalde, el anciano hombre-rata se arrodilló junto a uno de los muchachos de la escuela.

Winston. Avisa al resto de muchachos. dijo con su habitual voz grave, pero amable, una que apenas recordaba a la de un ratling. Volved a vuestras casas con vuestros padres, ¿de acuerdo? la alarma que generaba esa estela de polvo escamaba a Jack, y tras pedir aquello al chico se dirigió con rapidez al encuentro con don Alberto.

¿Don Alberto? saludó mientras contemplaba encorvado la columna de polvo que se acercaba. ¿Qué sucede? ¿Esperábamos a alguien? se preguntó mientras miraba de reojo las reacciones del humano, ver si había preocupación en su rostro. Por un instante un halo de esperanza, quizá eran Geoffrey y Maria que regresaban, quizá.. eran buenas noticias.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

- "Esa estela es la que produce una hovermoto, y no vienen muchas por aquí. De hecho es inusual recibir visitantes de ninguna clase." -

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

- "Sí que parece una hovermoto." – Comentó con el ceño fruncido mientras miraba en dirección a la estela.

- "Preparaos por si hay problemas." – Dijo a sus compañeros mientras desenfundaba lentamente su arma. Su fiel pistola de iones que siempre le acompañaba y que le había sacado de muchos apuros.

Además, si no había problemas no pasaba nada, sólo tenía que volver a enfundarla. Pero solían tener un imán para los problemas y era mejor estar preparado.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

El rátido arrugó la nariz ante la sugerencia de Halberd de la posibilidad de problemas, a Jack no le gustaba vivir con la permanente sensación de que los habría. Tampoco era estúpido como para vivir con los ojos cerrados, pero desde luego que no se paseaba armado por Santa Fe, en aquella comunidad se sentía a salvo.

¿Una hovermoto? se preguntó Jack afinando los ojillos para ver con mayor claridad. Eso parecía desde luego, por lo que el viejo hombre-rata trató de discernir algo más de su ocupante. Miró de soslayo al mecánico enano que ya empezaba a sacar el arma. Solo viene una persona, si quisieran atacarnos vendrían más, ¿verdad? No hace falta recurrir a la violencia. dijo con convicción mientras arrugaba el hocico.

Rezo a Dios que traigan noticias de Geoffrey y de Maria. miró ahora a don Alberto, luego añadió con gravedad y voz más susurrante. Buenas noticias. 

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

- "¡Sí, Profesor!" - El niño sale zumbando a dar la voz de alarma.

La voz de alarma dada por el pasado alcalde llegó a la presente que, tan solícita como pudo, acudió ante quienes la llamaban, y quienes la llamaban no eran sino aquellos ante los que tenía intención de haber acudido igualmente; bueno, si se quitaba a Halberd. Estando él allí quizá no fuera lo más apropiado hablar de lo que tenía que hablar con Don Alberto y Jack. En cualquier caso muy atrás quedaba ya su época de aventurera y carreras como aquella, así que antes de nada debía recuperar el aliento.

- Halberd, por favor, guarda el arma- pidió tras conseguirlo. Lo solicitó en un tono afable, nada autoritario, pero que no admitía réplica alguna. Era un tono fruto de la experiencia como alcaldesa, el resultado de cultivar noes que no eran noes en un campo de síes que eran un quizás. Política lo llamaban, con mayúsculas lo escribían en la gran ciudad. Allí, aunque sin letra capital, también era necesaria para mantener entre los vecinos cierto grado de cordialidad.- Por favor. No nos apresuremos.

A pesar de las palabras la imaginación volaba libre y con mayor velocidad que el vehículo cuya estela no paraban de mirar. Aun así Muxu no estaba preocupada por lo que viniera en esa hovermoto, temía más lo que podía llegar detrás. Y es que no sabía muy bien por qué, intuición quizá, tenía la impresión de que quien se aproximaba en realidad huía de algo más… Ojalá fuera imaginación y no intuición. Ojalá se equivocara.

Entonces llegaron los ruegos de Jack. Cayeron sobre su ánimo como una pesada losa que aplastaba sueños y esperanzas. Unas esperanzas que hicieron a la alcaldesa mirar sería al suelo antes de tragar saliva para hablar.

 - Me temo que si las noticias son de María, probablemente no sean buenas.

Su mano buscó el hombro del antiguo alcalde y sobre él la apoyó, buscando con su agarre reconfortar.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

La hovermoto marca Northern Gun llega a la entrada del pueblo, que no está dotada de defensa alguna, mientras los aldeanos corren a refugiarse en sus frágiles casas de madera. El vehículo aminora sensiblemente la marcha y pierde altura hasta deslizarse apenas a treinta centímetros sobre el suelo, levantando gran cantidad de polvo con su colchón de aire. Se detiene por completo y apaga motores al llegar a la plaza frente al Ayuntamiento, donde aguardan el mecánico Halberd (guardando su pistola), el Maestro Jack Mournfolk, y ahora la Alcaldesa Muxu Meidall, que acaba de llegar.

La hovermoto queda finalmente inmóvil sobre unas fuertes patas de cabra metálicas y de ella se baja un enorme Ogro con armadura pesada.

Al ver a la mole que frente a ella se erguía dudó por un instante si había hecho lo correcto al pedirle a Halberd que guardara su arma. Pero fue tan solo eso, un instante. Después de todo la actitud del visitante, de momento neutral -aunque por su aspecto amenazador a saber cómo terminaba aquello- , podía haber sido muy diferente si ante él se hubiera encontrado a alguien esperándole con su arma desenfundada.

Miró a quienes la acompañaban, a los que se habían reunido al descubierto en lugar de buscar refugio en sus casas. Todos ellos guardaban silencio. Suponía que a falta de cobijo tras paredes, puertas y contraventanas quizá pensaban que la mejor defensa era no decir nada, refugiarse en la soledad de sus pensamientos mientras barajaban consecuencias en función de cómo actuaran.

Con decisión Muxu dio un paso al frente dispuesta a romper el silencio.

- Bienvenido a Santa Fe- saludó cordial.- ¿Hay algo en lo que podamos ayudarle? Como puede ver es un pueblo pequeño, pero disponemos de lo básico que cualquier viajero puede necesitar en el camino.

La maga no se presentó, no dio su nombre, y no tenía intención de hacerlo hasta conocer las intenciones del forastero.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

- "Buenos días, si no me equivoco usted debe de ser la Alcaldesa Muxu Meidall. Parece que le acompañan el enano Halberd Hammerstaff y el ratling Jack Mournfolk. Perfecto, justo los tres que he venido a buscar." -

El Ogro no pretende ser amenazador, o eso parece, pero no puede evitar ser lo que es y lo cierto es que amedrenta bastante.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

El juego de perspectivas podía resultar engañoso, pues Jack fue abriendo los ojos cada vez con mayor asombro al ver que su conductor crecía y crecía. Cuando finalmente quedó revelado la raza de este y su aspecto, el rátido sintió una oleada de incertidumbre edulcorada con un poco de inquietud. Sus ojillos nerviosos iban de un lado a otro, tratando de analizar el recién llegado y sus intenciones.

Jack dejó hablar a la alcaldesa, expectante a la respuesta del ogro, pero cuando los llamó a los tres por el nombre sintió un respingo que casi olvida su encorvamiento para ponerse erguido. El ratling arrugó la frente, preguntándose qué querría aquel tipo de ellos, movió el hocico en un gesto de curiosidad innato, pero no se movió de su posición.

Bienvenido a este pueblo, viajero. sonrió a la forma en cómo sonreían los ratlings. Ruego preguntarle, ¿cual es vuestro nombre? ¿Por qué nos buscaba, caballero? de modales exquisitos, los manierismos propios de los de su especie eran ausentes en la forma de expresarse de Jack.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

- "Mi nombre es Battun, Battun el Cazarrecompensas. En cierta ocasión me enfrenté a los famosos Rifts Warriors a propósito de una fugitiva de la justicia, aunque no estaba en ese grupo ninguno de ustedes." -

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

Conque Battun el Cazarrecompensas, y un cazarrecompensas que como todo ellos conocía bien el nombre y aspecto de aquellos relacionados con el trabajo que debían llevar a cabo. Además confirmaba haber tenido un encontronazo con el grupo del que Muxu había formado parte en el pasado, un pasado producto de su ingenuidad, del ansia inconsciente de aventuras propia de la inexperiencia y la estupidez de la juventud. La Alcaldesa había creído que allí, en Santa Fe, un pueblo pequeño, minúsculo, que a nadie le importaba y que nadie conocía lo podía dejar atrás, pero era imposible escapar del pasado. Ella misma tenía una cicatriz que se lo recordaba cada vez que se miraba al espejo.

Se llevó la mano al cuello en busca de la marca que sus aventuras le habían regalado y carraspeó para que ese obsequio no hiciera que su voz la traicionara.

- Un placer, Battun- tomó el relevo Muxu, y no sin cierta impaciencia, oculta tras una leve pátina de fría cortesía, volvió a formular la pregunta que ya había realizado el rátido:- ¿Y por qué nos busca, Battun, si se puede preguntar?

Suponía que aquella lentitud, esa necesidad de ir paso a paso, de obtener respuestas con un cuentagotas que parecía seco, se debía a la lentitud propia de de los ogros, o al menos de ese ogro en particular. Fuera como fuera, no ayudaba en nada a mantener la tranquilidad y a aliviar la tensión. Es más, si conseguía algo era aumentarla.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

Al menos obtuvo un nombre, pero no la razón por la que estaba allí. Que evitara responder despertó las suspicacias del viejo hombre-rata, pero se mantuvo pendiente. No quería mostrar eterna desconfianza con todo el mundo, pero el mundo insistía que enseñar que un desconfiado vivía más tiempo.

Dejó que hablara la alcaldesa, quería dar nota de normalidad y ella era la máxima autoridad en Santa Fe. Observó al cazarrecompensas llamado Battun, y esperó que en esta ocasión solo viniera como mensajero.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

- "Me han ordenado que les escolte hasta DarkGate. El Consejo Regente les ha convocado. Por favor, preparen su equipaje y su vehículo o caballos." -

Y si para ello enviaban a un mercenario en lugar de a un escuálido y menos amenazante mensajero, es que la opción de negarse "a ser escoltados" no era una opción que los miembros del Consejo Regente de DarkGate querían que Muxu y los demás se planteasen. Así que pocas
opciones tenían más allá de perder algo tiempo haciendo ese equipaje que en su bondad les permitían realizar antes de marcharse.

La alcaldesa buscó las miradas de Jack y Halberd esperando encontrar rechazo, frustración y resignación ante lo inevitable, las mismas fases por las que había pasado ella misma. DarkGate era la ciudad en la que había nacido, donde estaba su familia, allí donde había recibido su educación como maga, allí donde con ilusión e ingenuidad había emprendido la vida de aventurera. Aun así, a pesar de todo ello, su hogar, su casa y su vida estaba en Santa Fe. A pesar de los tropezones, y no habían sido pequeños, podía decirse que allí, con esa vida anodina y tranquila, era feliz. Pero nada duraba para siempre... Se podía decir que ya se había hecho a la idea. Estaba demasiado cansada como para nadar a contracorriente frente a un torrente contra el que no había posible oposición.

- Y Battun, ¿le han informado o sabe a qué se debe que hayamos sido convocados por el Consejo Regente de DarkGate?

Habló con la misma tranquilidad con la que lo había hecho en todo momento, sabiendo ahora que de nada servirían las pataletas. Pero qué menos que saciar su curiosidad, conocer un porqué, aunque ya esperaba también que la respuesta fuera un "no lo sé".

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

El anciano ratling escuchó las intenciones del cazarrecompensas con cierta perplejidad, movió la cola algo nervioso mientras dejaba que la alcaldesa llevara la conversación. Arrugó la nariz extrañado, y tras las palabras de Muxu intervino cuando un chispazo pasó por su mente.

Battun... ¿se sabe algo de Geoffrey Mournfolk o María García...? preguntó, tenía pocos números de que supiera algo o puede que todos. Pero necesitaba saber algo, demasiado tiempo sin saber de su hijo y su nuera. 

Las razones por las que era reclamado junto a los demás se le escapaba, él no era nadie. Solo un viejo hombre-rata que ahora era un maestro de escuela, nadie importante.. y así, rogó a Dios, quería seguir siéndolo.