Partida Rol por web

ÁREA DE RECUPERACIÓN:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

BRIAEROS:

TIENES BOCA Y QUIERES GRITAR...

... Pero no puedes.

Despiertas intubado con una avanzada mascarilla respiratoria y sumergido en un burbujeante líquido nutritivo en el interior de un tanque de clonación.

Intentas mover brazos y piernas, pero notas que careces de ellos, eres tan sólo un torso y una cabeza unidos a un mecanismo de soporte vital y a multitud de cables.

Pese a todo, sientes un intenso dolor en las extremidades que no tienes, como si te las hubieran cortado, pero notas que no es así, no puede ser así... Los muñones son demasiado redondeados, propios de un cuerpo que directamente ha sido cultivado en el interior del tanque sin contar con extremidades.

El tanque se vacía del líquido de nutrientes y la compuerta transparente se abre. Una horrible máquina te extrae del sistema de soporte vital y por primera vez respiras, con dificultad, en una atmósfera fría y estanca, con un cierto olor a rancio y a productos químicos. El lugar es oscuro y lóbrego, pero vislumbras al menos una docena de otros tanques de clonación, todos ellos con ocupantes. Los dos del final están llenos de un turbio líquido verdoso, que parece más de conservación que nutritivo, y los cuerpos en su interior están completamente inertes, sin duda no son más que cadáveres preservados.

La máquina te lleva a un quirófano frío y demasiado iluminado, donde eres tendido en una mesa de operaciones.

Gritas, pero es un balbuceo ininteligible, a duras penas humano.

Intentas de nuevo mover los brazos y piernas que no tienes, nunca habías sentido tanta claustrofobia... Excepto tal vez la ocasión en que tu cuerpo metálico fue destruido casi por completo y sólo quedó de ti un cerebro en el interior de un soporte vital blindado. Mas ese recuerdo parece ahora tan lejano, que se te antoja casi falso, como si no fuera realmente un recuerdo tuyo.

Las agujas se clavan en tu cuepo, inoculándote anestésicos y antibióticos en el torrente sanguineo, de modo que pierdes el conocimiento.

Mas una y otra vez el dolor es tan intenso que despiertas de nuevo, sintiendo máquinas encima de ti, realizando operaciones que no comprendes. Nuevas drogas son inyectadas en tus venas y otra vez se hace la oscuridad.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

BRIAEROS:

Aquello era una pesadilla. Eso tenía que ser, no había otra explicación. Él había quedado reducido a un cerebro en un frasco, y a la vez aumentado por gloriosa tecnología alemana, un cuerpo enorme, potente y fiable. Que ahora fuera un torso, que hubiera recuperado buena parte de su cuerpo, no tenía sentido. 

El dolor era real... Pero solo eran sus conexiones sinápticas, trabajando para traerle algo que ya no debería poder sentir. Sí, tenía que ser eso. Y, sin embargo, su cerebro no cejaba en su empeño de hacerle pensar que aquello era real. Que, de algún modo, estaba más entero de lo que había estado nunca. Y que estaba siendo recompensado a cambio con una agonía insufrible. 

TRANSCURRE UN PERIODO DE TIEMPO INDETERMINADO.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

BRIAEROS:

Despiertas de nuevo en el quirófano. Las luces ahora son menos cegadoramente intensas. Las máquinas se han retirado y apagado. El silencio resulta prácticamente ensordecedor. El suelo y las paredes parecen hechos de alguna clase de metal gris oscuro granulado.

Estás tumbado y te incorporas, notas con asombro que puedes hacerlo sin restricciones y que tienes sensaciones de tacto, aunque algo atenuadas y artificiales, en brazos y piernas.

Observas tus manos ante ti: Tienes brazos y piernas artificiales. Su aspecto es en cierto modo más natural en cuanto a forma y tamaño que los que tuviste anteriormente, en otra vida, en una vida que quizás sólo sea un falso recuerdo de otra persona. La diferencia fundamental en cuanto a su aspecto es que están completamente cromados y brillan como espejos.

De alguna manera intuyes que tus brazos son más diestros y fuertes que los de una persona normal de tu misma complexión, estatura y peso. Tus piernas también parecen más fuertes. En diversos puntos del cuerpo tienes implantado lo que parecen ser unos anclajes para acoplar algo, tal vez una armadura.

Te incorporas y ante ti en una mesita metálica limpia y pulcra ves ropa interior blanca de algún tejido sintético. Parece completamente nueva. Te la pones y te levantas con una cierta torpeza inicial.

Ante ti contra la pared hay una máquina que parece un soporte automatizado para armaduras biónicas, contiene lo que parece ser una armadura extrapesada de algún modo bastante similar a la que llevaste en el pasado, en otra vida, tal vez en una falsa vida...

TRANSCURRE UN PERIODO DE TIEMPO INDETERMINADO.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

BRIAEROS:

Brazos y piernas. Extraños brazos y piernas. Era casi como si a una persona la hubieran recubierto de cromo, aunque de algún modo, aquello en vez de calcinarla la había hecho mejor, a falta de una palabra mejor. Tras vestirse, se acercó con paso torpe a aquel traje... Un traje que era ¿su cuerpo? O al menos lo había sido. Se acercó a aquella armadura, empezando a investigarla. ¿Podría vestirla?

TRANSCURRE UN PERIODO DE TIEMPO INDETERMINADO.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

BRIAEROS:

Te acercas al soporte cibernético de armaduras y éste parece reconocerte al instante. Al situarte en el centro, los brazos robóticos te van colocando y atornillando las diferentes partes de una pesada armadura cibernética del más duro acero.

No tienes armas, pero de algún modo sientes que ya tienes la máxima protección posible.

Sales con paso algo más pesado, pero más firme, de la sala de cirugía, regresando a la sala de recuperación en la que están unos catorce o así tanques de clonación. Todos tienen al lado un soporte con un gran botón. En la mayoría ese botón está iluminado con una luz verde, pero en dos de ellos está en rojo y el contenido apenas se vislumbra, excepto que crees que son cadáveres.

Examinas los otros y te asaltan recuerdos, o falsas memorias, sobre DarkGate y los Rifts Warriors. Crees que estos son Alexa, Daeron, Emil, Equilibrium, Halberd, Shidi, Muxu, Raxus, Thomas, Vicky y Preacher.

¿Qué haces ahora?

TRANSCURRE UN PERIODO DE TIEMPO INDETERMINADO.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

BRIAEROS:

Que el soporte le reconociera le resultó terriblemente extraño, aunque al menos le había ayudado a colocarse aquella armadura. Casi le encajaba como un guante, y su peso era, en cierto modo, reconfortante. Sin embargo, su paseo le acabó llevando ante otros tanques, con botones con luces verdes parpadeando. Verde era bueno, ¿no? Con precaución, suponiendo que aquello sería bueno, pulsó el primer botón que encontró en verde.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

XAVIER CALLAHAN:

En un momento estás durmiendo el plácido sueño de los todavía no nacidos y al momento siguiente te estás asfixiando, o al menos esa sensación tienes cuando unas máquinas te desintubas, el cálido líquido nutritivo similar al del interior de la placenta que rodea a un bebé en el vientre materno se escurre por unos sumideros en el suelo de la cápsula de clonación en la que te encuentras.

Momentos después la cápsula se abre, exponiéndote al frío y rancio aire de la Sala de Recuperación, y caes de rodillas sobre rodillas y manos en el suelo frío de metal gris oscuro granulado. Expulsas lo que parece un litro de mucosidades transparentes de tus pulmones y estornudas unas cuantas veces antes de poder respirar con cierta normalidad y que tu alterado pulso cardíaco se vaya normalizando.

Estás desnudo y lo primero que te llama la atención son tus dos brazos y manos: parecen hechos de carne y sangre naturales.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

XAVIER CALLAHAN:

No ser o ser.

El invisible velo entre la nada y la existencia se rompió de forma brusca, y Xavier Callahan fue escupido a la vida desde un útero artificial. No hubo primeras impresiones, algo normal en un neonato, salvo cuando este presenta su tamaño adulto y una sinapsis completa. En dicho estado, que los primeros instantes de la vida consistieran en un vómito mucilaginoso mezclado con el ansia por respirar de unos pulmones maduros, generaron la suficiente angustia y temor como para que sus primeras impresiones sensoriales no fueran correctamente interpretadas. O simplemente interpretadas. 

Hubieron de transcurrir algunos minutos antes de que llegara la consciencia de su propia posición. Estaba a cuatro patas en medio de un lugar desconocido, luminoso y en el cual flotaba un tufo extraño.

Estoy a cuatro patas. 

La revelación, algo aparentemente inane, le bloqueó. Miró sus brazos, las manos, los dedos, viejos conocidos hacía tiempo perdidos. Se sentó en el suelo y extendió sus extremidades superiores, maravillándose ante su visión, moviendo los dedos en un baile hacía mucho olvidado. 

-¿Qué cojones ha pasado? ¿Cómo es posible? -la voz emergió con la ronquedad propia de alguien intubado y sorprendió al propio Xavier. 

UNOS MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

XAVIER CALLAHAN:

Te incorporas con cierta dificultad, notando el ambiente frío y el aire salobre reciclado incontables veces.

Estás en una cámara alargada con dos salidas a ambos extremos. Contra una de las paredes más largas hay dispuestos catorce tanques. Tú acabas de salir del número doce.

Los tanques trece y catorce contienen un líquido verdoso muy turbio y dentro se adivinan las siluetas de sendos cadáveres que deben de llevar largo tiempo muertos. Los tanques uno y doce están vacíos.

Los tanques dos a once están ocupados por diversos hombres y mujeres cuyas fisonomías te son familiares, aunque no deberían de serlo. Te asaltan una especie de extraños "recuerdos" que son extraños porque te parecen ajenos, como los recuerdos de otra persona, algo implantado artificialmente en tu memoria.

Cerca de ti hay una figura imponente que porta una armadura extra-pesada de apariencia avanzada.

En la pared opuesta a aquella contra la que se apoyan los tanques de regeneración, de clonación, o de lo que sean, hay unas mesitas metálicas y lo que parecen una suerte de armarios o alacenas semicilíndricas hechas de un material similar a aluminio mate. En la mesita que está delante de tu tanque hay una ropa interior blanca hecha de algún material sintético. Parece nueva y por algún motivo intuyes que es justo de tu talla.

El suelo, las paredes y el techo parecen hechos de alguna clase de metal gris oscuro granuloso. La sala está iluminado por luminarias en el techo que arrojan luz eléctrica suficiente para iluminar el lugar, aunque dejando sombras en los huecos, rincones y recovecos por todo el lugar.

Ves que ante cada uno de los tanques ocupados por sujetos vivos hay un soporte vertical con una pequeña plataforma y un gran votón iluminado en verde. El botón de los dos tanques vacíos está apagado, y el de los dos que contienen cadáveres luce una luz roja.

TRANSCURRE UN PERIODO DE TIEMPO INDETERMINADO.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

Había funcionado. No sabía si para bien o para mal, pero aquel sujeto estaba recuperándose, e incluso hablando. Le venían recuerdos al respecto, como si le conociera, aunque tampoco le llegaban del todo con claridad. Lo importante de momento es que respiraba... Y que, desarmado, seguramente sería poco rival si se ponía idiota. Con ese tranquilizador pensamiento, siguió con el siguiente tanque, pulsando los botones verdes, buscando liberar a todos los que debían ser "viables", a falta de una descripción mejor. Alguno debía tener respuestas. 

TRANSCURREN UNOS MINUTOS.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

BRIAEROS HEKATONKIROS:

Recorres todos los tanques de regeneración, o tal vez de clonación, difícil es saberlo, pulsando cada uno de los botones iluminados de color verde. En todos los casos suena un sonido electrónico de error y no se produce ninguna otra reacción o resultado.

UNOS MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

XAVIER CALLAHAN:

Aspiró el frío aire y sintió cómo se erizaba hasta el último poro de su piel. Caminó desnudo, acariciando las suaves superficies de los tanques, mirando las luces, los cadáveres convertidos en algún tipo de sopa... hasta que llegó a la ropa, preparada para la ocasión, un nuevo elemento de antinaturalidad. Se puso la muda allí dispuesta, atento a una línea de pensamiento que parecía un eco, el resonar hueco de un original perdido. Y entonces le vio. 

-¿Quién eres?

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

XAVIER CALLAHAN:

Te pones la ropa interior blanca y entonces la alacena semicilíndrica que hay detrás se abre, revelando alguna clase de armadura tecnológica que parece estar hecha de millares de cuentas o micropantallas LED. Sabes intuitivamente que es algo nuevo, y no algo mal recordado de una vida pasada que puede que nunca existiera. Pese a todo, estás convencido de que la armadura es perfectamente de tu talla y que te encajaría como un guante, al igual que la ropa interior.

Ves a la montaña de blindaje con forma humanoide - Briaeros Hekatonkiros si tus falsos recuerdos no te engañan por partida doble - recorrer los tanques ocupados por los Rifts Warriors y pulsando los botones verdes uno por uno. En todos suena un curioso sonido de error. Te preguntas qué pasaría si lo intentaras tú.

Por un momento, inopinadamente, golpean tu mente una sucesión de imágenes inconexas:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

XAVIER CALLAHAN:

No era necesario ser muy listo para apreciar el camino de migas dispuesto perfectamente para ser seguido y con su itinerario, las necesarias paradas en apeaderos y estaciones destinados a despertar recuerdos y sensaciones. Alguien estaba jugando a ser dios y él era su criatura. 
Se volvió, tal y como aconsejaba el ruido escuchado y vio aquel particular traje, sin duda, reservado para él. No dudó. Si debía interpretar un papel, lo haría, así que descolgó la prenda y dejó que vistiera su piel. 
-Briareos -respondió inesperadamente su mente en respuesta a la pregunta formulada minutos antes y que no había tenido contestación alguna. Le miró, un acorazado viviente, maniobrando entre aquellos botones que parecían negarse a responder a su tacto. Sonrió para sí, y caminó hasta él. Pero al llegar a su lado hubo de detenerse y apoyarse en una cercana pared, asaltado por náuseas y extrañas imágenes-. ¡Mierda! -alcanzó a exclamar antes de escupir una flema de moco estomacal. Tomó aire, profundamente, y consiguió recuperar el control necesario-. Déjame. Siempre has sido bastante torpe -dijo antes de empezar a tocar en rápida sucesión todos los botones. 

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

XAVIER CALLAHAN:

Te pones la ligera armadura tecnológica que, como cabía esperar, te encaja como un guante, o como una segunda piel.

Con un gesto intuitivo despliegas en tu muñeca derecha una pantalla digital informativa. Utiliza un idioma que no deberías de conocer, pero cuyo conocimiento te ha sido implantado en el cerebro artificialmente.

La armadura es una maravilla tecnológica, una Armadura Camaleónica hecha de fibras ligeras recubiertas de millones de diminutas lentes con forma de escamas y pantallas LED. No cubre pies ni manos, pero sí incluye una cofia en forma de capucha.

Por defecto parece un traje verde ajustado, aunque supones que esto es configurable. Supones que la protección física que provee no es muy fuerte, aunque esa no es su principal funcionalidad. El indicador digital marca que la batería está al máximo de su capacidad: cincuenta cargas. Podrías gastar una para activarla y probar el campo de camuflaje adaptativo, pero una intuición o conocimiento implantado te indica que la energía de los dispositivos tecnológicos es un bien preciado y escaso que no debe desperdiciarse inútilmente.

Si en un caso de vida o muerte activases esta armadura en mitad de un combate, el equipo analizaría el entorno, creando al momento un convincente camuflaje digital. Esto te daría la opción de tratar de ocultarte para sorprender a un enemigo incluso estando a plena vista. Un enemigo sorprendido siempre es más fácil de golpear, y puede ser vulnerable a ataques en sus puntos vitales.

Con un gesto, desactivas la pantalla digital informativa de muñeca, dejando por ahora la armadura en modo durmiente: Proporciona su protección básica y prácticamente no obstaculiza ninguno de tus movimientos. Una maravilla tecnológica creada por una raza desconocida hace muchísimo tiempo.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

XAVIER CALLAHAN:

Te acercas el séptimo tanque y pulsas el botón verde. - Al instante se activa todo el sistema que lleva a cabo la reactivación del sujeto.

Le observas fíjamente y los falsos recuerdos te indican que se trata de James Theodore Shidi, un hombre fuerte, un militar de élite originario de la Coalición de Estados, en Norteamérica, en la Tierra de las Grietas.

Su especialidad, el pilotaje de armaduras potenciadas, en particular la SAMAS; aunque también es especialmente ducho en el combate cuerpo a cuerpo, con o sin armas.

Miembro veterano de los Rifts Warriors, aunque pasó mucho tiempo congelado en un sótano del Gremio de Magos de DarkGate, bajo una errónea acusación de ser un espía de la Coalición, hasta que Daeron Drognan le liberó usando su gran potencial místico. En alguna ocasión ha ejercido como líder de los Rifts Warriors.

Lo más extraño de Shidi, es que según cómo se le mire, su piel brilla con un extraño fulgor de color fucsia fosforito.

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

JAMES T. SHIDI:

La suerte es caprichosa. Es una cabrona que juega con las cartas marcadas, y siempre hace trampas. No le vas a dejar salirse con la tuya.

La máquina burbujea y emite un repetitivo sonido mientras el tanque se vacía del líquido de nutrientes y vives otra vez. Mentira, vives por primera vez, aunque tu mente fantasea con recuerdos lejanos, tan irreales y distantes que deben ser de otra persona. Falsos recuerdos, más mentiras.

Afuera hay dos individuos. Les evalúas instintivamente mientras el proceso de reanimación se va completando. Uno es grande y fuerte, equipado con una armadura pesada, sin duda el más peligroso de los dos. El otro es más enjuto, seguramente más ágil, equipado con alguna especie de traje elástico verde con capucha que debe ser sin duda alguna clase de sofisticada armadura tecnológica, un simple juguete al fin y a la postre.

Las máquinas terminan de desintubarte y desconectarte del tanque. Deberías estar exangüe, pero preparas tus fuerzas.

El tanque se abre. Ahora deberías caer al suelo, indefenso ante esos dos mientras tus pulmones tratan de librarse de una enorme cantidad de mucosidades. No piensas consentirlo.

Saltas, ágil como un gato, veloz como una pantera. Agarras el cuello del gigante acorazado aprovechando la inercia de tu salto y el agarrón para girar hasta situarte sobre su espalda y agarrar su cuello con una llave mortal.

Crunch. Uno menos.

Debería de estar muerto, pero no, has subestimado el poder de su armadura súper-pesada, la fuerza imparable de sus brazos biónicos, que supera incluso a la tuya, pese a que eres tremendamente fuerte.

El hombre acorazado hace un rápido movimiento y te arroja al suelo, donde debieras caer indefenso, pero ruedas alejándote unos metros, listo para seguir luchando. Pero la suerte es una cabrona caprichosa, y ahora dice basta.

Tus pulmones no pueden más tras el esfuerzo que acabas de realizar y te atragantas entre un mar horrible de mocos líquidos y transparentes que no puedes evitar expulsar. Finalmente has caído en manos de esos dos extraños...

Salvo que los falsos recuerdos te dicen que no son extraños, que el del traje verde ajustado hecho de incontables escamas que son realmente micropantallas LED es un mercenario tolkeenita apodado Preacher, de nombre Xavier o algo así; y que el acorazado es Briaeros Hekatonkiros, antaño miembro de las fuerzas especiales policiales de la Nueva República Alemana, en la lejana Europa, al otro lado del indomable Atlántico.

Crunch.

Tus huesos y articulaciones crujen, cuando todo se recoloca en su sitio y sientes, lentamente sientes, cómo van retornando tus fuerzas.

La suerte es una cabrona implacable. Pero tú también.

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

-¿Sí?-preguntó, al oír su nombre, con una voz mucho menos mecánica de lo habitual-¿o no? No sé... ¿Quizás? Supongo que sí soy Briaeros, pero todo es muy confuso... Y no creo ser especialmente torpe-replicó, mientras pulsaba botones en verde, solo para ser recibido por aquel sonido de error.

-Qué extraño... Contigo funcionó-explicó. Aunque, una vez el recién despertado y ahora enfundado en aquel traje verde extraño empezó a pulsar botones, no hubo espacio para mucho más. El que salió del tanque resultó ser mucho menos amigable, lanzándose de cabeza a por él. Y, antes de que pudiera hacer nada, ya había intentado romperle el cuello. 

"Suerte que la armadura aguanta" pensó, con los dientes apretados, luchando contra la fuerza de aquel idiota mientras se debatía para quitárselo de encima, lográndolo rápidamente y mandándole a volar, aunque aterrizó mejor de lo esperado. O quizás no, dado el salto de ataque.

-No vuelvas a hacer eso o tendré que reducirte-avisó, señalando al extraño. 

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

-Si tú lo dices -dijo el Predicador con un encogimiento de hombros. Una sonrisa burlona bailaba en sus labios-. Para ser alguien que no sabe seguro si es quien digo que es, resulta molón que estés tan seguro de no ser un torpe. Aunque claro, los hechos hablan por sí mismos -dijo señalando al tercer revivido que vomitaba sus entrañas por la boca y la nariz-. Has estado... bastante fino. 

Miró a Shidi y no pudo evitar una risita.

-Chaval, deberías andar con más cuidado. Esto no es DarkGate, ni este el puto sótano en el que te metieron para que te pudrieras. Ni nosotros pertenecemos al gremio de magos, todo sea dicho de paso -los recuerdos iban tomando forma-. Empieza a reconocer a los colegas o acabarás mal. Y Briareos, no seas tan melodramático. Reducirle. ¿Pero es que te oyes? Es normal que el chaval esté confuso. Y eso si es que no se está muriendo. Joder, pero si parece una puta piñata rosa. Shidi, háztelo mirar. Eres como una luciérnaga gigante pulsando en fucsia. Mal rollo, tío. En la oscuridad quizá parezcas la entrada a un puti.