Partida Rol por web

Entrando en esta taberna ve asume la impresion que tiene que haber estado aqui desde siglos y que desde por lo menos otro tanto tiempo nadie ha disposto que fuese limpiada. Las mesas son redondas y iluminadas para una flebil luz vierde debida a los rayos del sol que encuentran los vitros, vierdes, de la taberna.

A las paredes podeis ver armas y trofeos, probablemente ganados por alguien que trabaja aqui, quizas por el mismo dueño, a proposito... alguien parece acercaros...

Bienvenidos no es la parabla adapta a daros la benvenida porqué espero que vais a cambiar taberna en el menor tiempo posible.

No me gustan los aventureros y las aventuras.

Mi nombre es Giall Bullumball y tengo la mala suerte de ser vuestro anfitrion por esta noche asì que decirme rapidamente que quereis de beber y si quereis tambien compartir conmigo las cucarachas de mis habitaciones... 

El alto Aedoc, caminando ensimismado en sus pensamientos, llegó antes que los demás. Había pasado varios días investigando el prisma que habían encontrado en el complejo templario de las montañas norteñas. Todavía tenía una mano enrojecida y el rostro ligeramente irritado por el aliento de frío del dragón. Se habían puesto de acuerdo en quedar tras tomarse un tiempo de descanso y asuntos propios. Por otra parte, algo habitual. 

Pidió un té mientras repasaba sus notas mentales. Sin proponérselo, se acordó del clérigo maligno al que derrotaron. Estaban ensimismados en un ritual o ceremonia cuando llegó invisible. La bola de maná la interrumpió, pero no pudo escuchar nada. Poco sabía de la religión que procesaban. El caso era que los lugroki, incluso los trolls, veneraban al mismo dios o al mismo panteón. Tenía que ver con su extraña disciplina? Los actos de sacrificio multitudinarios tampoco eran nada corrientes. Y los signos triangulares desconcertaban todavía más al grupo de aventureros. 

Mientras saboreaba su infusión, encendió una pipa de hierba aromática verde. Se la había proporcionado Ganzoring de una de sus salidas por los montes y valles regionales. Le ayudaba a visualizar mejor las escenas que rememoraba... y era relajante. 

Entré a la sucia posada donde el ambiente es tan desagradable como su propietario. Los modales de la Orden deben ser siempre impecables pues cada uno de nosotros debe ser un ejemplo a seguir... más aún si el interlocutor es un pobre desgraciado como este hombre.

Saludos caballero. Su posada y sus cucarachas serán una compañía excelente durante mi estancia aquí. Por favor, sírvame una copa de buen vino en aquella mesa. -digo, señalando la mesa donde se sienta Aedoc.

Nos marcharemos tan pronto como nuestra presencia sea no deseada. No queremos importunarle señor. Prometo no causar problemas

Lanzo una moneda al posadero mientras camino hacia la mesa. Al llegar, hago un gesto con la cabeza a Aedoc y me siento frente a él.

Buenos días compañero. Dime... ¿han sido fructuosas tus investigaciones? Lamento no haber podido acompañarte.

Tras un largo y fructuoso día en las montañas regreso a la ciudad eterna al caer el sol.

A esta hora mis compañeros seguro están en la posada. Me encamino hacia el Dragón Vierde. Entro y respiro el ambiente, rancio y turbio, sin duda es el mejor sitio donde acabar el día. Busco a mis compañeros, una de las pocas mesas ocupadas y me dirijo hasta ellos.

- Que tal os ha ido? - Les pregunto sentándome.

Veo una cucaracha correr por el suelo y me agacho para cogerla y jugar un poco con ella en la mano mientras escucho a mis compañeros.

Saul entró a la taberna con sobrada parsimonia, durante días se había dedicado a hacer el vago moviéndose únicamente cuando se lo pedían o cuando necesitaba cubrir sus necesidades biológicas, la primera impresión del local no fue la mejor, pero era la más cercana a su refugio, no tardó en vislumbrar a Asenoc y Aedoc entre los habituales, nunca se nos dio bien pasar desapercibidos. Buen día amigos, parece que habláis de algo interesante, si no os importa me uniré a la conversación.

- En el tema de libros solo os sería una carga, es mejor que me mantenga al margen. Estaré por la zona por si necesitáis mi ayuda.

Si, es un buen momento para ocuparse de nuestros asuntos. Veo como Asenoc se despide de nosotros.
- Que el tiempo este contigo compañeros.

Tras pasar el resto del día eliminando a los no-muertos que quedaran en pie y ayudando a los ciudadanos a recoger y quemar los cuerpos, me retiro a nuestro refugio improvisado en el edificio medio destruido.

No tengo nada más que decir así que me retiro a descansar.

Al amanecer, salgo en silencio de la vivienda y me alejo volando, utilizo esos minutos para leer el diario de mi Alter Ego y para despedirme de Misha, a la que libero de su servicio.

Vuelvo al refugio esperando que mis compañeros estén despiertos. De no estarlo, me aseguro de hacer ruido suficiente al entrar como para despertarlos.

Buenos días camaradas. He sido informado de que habéis sufrido un ataque de una criatura con tentáculos y sus esbirros no-muertos. Me alegro de que os encontréis bien.

Debo ir a mi tierra natal antes de proseguir nuestro viaje. Tan solo serán unos días. Si alguien quiere venir está invitado.

Me despierto tras la ruidosa noche y rebusco entre la casa algo que pueda servir como desayuno. Fuera la ciudad aún esta alarmada por el inesperado ataque de los zombis.

Al ver que entra nuestro compañero me acerco y le ofrezco un trozo de pan.
- Informado? - Miro a Asenoc de arriba abajo extrañado. Hago un gesto desechando mis pensamientos. - Vuelves a tu tierra natal, que propósitos te llevan esta vez?

Umm. No hace falta leer tu mente para saber que sospechas o has descubierto algo. Bueno, me decepcionarías si no fuese así. Además, no podía pretender ocultaros esto después de varios años.

En efecto, somos dos personas conviviendo en un mismo cuerpo. No me extenderé más en mi explicación. Si deseas saber algo eres libre de preguntar.

Me marcho a mi tierra natal. Allí mora una especie de panteras aladas. Sasha y Misha no pueden protegerme más y necesito nuevos guardaespaldas.

Toda criatura alada encuentra agradable mi tierra natal. No tendrás dificultad en encontrar Dragones… aunque temo que a los Dragones Mayores podría no hacerles gracia que domines a uno de sus hijos.

En cualquier caso perdemos el tiempo conversando aquí.

Me doy la vuelta y, de un salto, inicio mi vuelo en dirección a mi patria.

Poco después de vuestro nuevo despertar, tras haber evitado el colapso del prisma, Asenoc se marcha a la Fortaleza de la Orden del Fénix.
Parece obsesionado con encontrar el modo de solucionar su asunto de la personalidad múltiple y encontrar su verdadero yo.

 A los 3 días de su marcha, mientras tomáis algo en la taberna a la espera de una nueva tarea, la sala queda en completo silencio. Todos parecen haber enmudecido y miran la entrada con asombro. Vuestros ojos miran en esa dirección, donde una preciosa dama elfa se quita la capa cubierta de la nieve del camino.

Se dirige al tabernero, el cual, tras unas breves palabras, le indica con un gesto la dirección de la mesa de vuestro equipo mercenario rival.

La joven se acerca y parece pedir permiso para tomar asiento. Uno de los mercenarios, con discutibles modales, hace una burla para que se siente sobre su regazo. Por supuesto, la joven se niega.

El mercenario, borracho como esta, intenta forzarla a aceptar la invitación mientras los demás se ríen burlones.

Aún no me había acostumbrado a la vuelta a la ciudad con su armonía y sus problemas normales tras regresar a los momentos previos a la “Gran Explosión”. Por suerte la sucia taberna y su cerveza barata ayudaba a acostumbrarse.

La noche pasaba tranquila hasta que una elfa entro y decidida se acerco al grupo de matones de la Mano de Hierro. Extrañado contemplo a la recién llegada y como el grupo se burla de ella.
- Que querrá de esos matones?
Al ver la expresión seria de mis compañeros me preparo para actuar. Asiento a mis compañeros al ver como aparece un tipo con mala cara delante del grupo de la Mano de Hierro. Tenso mis piernas apartando mi jarra... Un poco de ejercicio antes de dormir.

El conjuro surge efecto y, el tipo que acosa a la elfa, queda perdido en su propia mente, luchando contra un enemigo que solo él puede ver.
No obstante, el lanzamiento de conjuros por vuestra parte, no ha pasado desapercibida al grupo de mercenarios.
El que parece el líder se levanta de su silla y asesta una bofetada a la elfa, que cae al suelo. Todo su grupo se levanta con intenciones amenazadoras y parece que van a caminar hacia vuestra mesa para entablar una buena pelea.

Sin embargo… vosotros os levantáis también para recibir su invitación y ellos se detienen.
Pueden ver en vuestra mirada algo que no había la primera vez que os conocieron. Pueden ver toda vuestra experiencia. Tras vuestra mirada, se aprecia el alma de alguien que ha visto desaparecer el mundo que conocía, que ha luchado contra monstruos, dragones y demonios. Alguien que se ha sumergido en las profundidades del mar en busca de una ancestral prisión perdida y que ha luchado contra guardianes de razas desconocidas. Alguien que, sin dudarlo, decidió sacrificar su vida para salvar la de todos los demás inocentes de este mundo.

Todo eso puede verse tras vuestra mirada. Es la mirada de alguien que ya no tiene miedo, de alguien que no tiene nada que perder, y que luchara hasta el último aliento por aquello que cree justo. Ya no es la mirada de un mercenario, es la mirada de un héroe.

En ese instante, el grupo de mercenarios muestra un rostro temeroso, recogen a su compañero hechizado y salen de la taberna.

El resto de mercenarios y clientes de la taberna que también parecían apoyar a los famosos mercenarios, permanecen en silencio evitando vuestra mirada. Es posible que este lugar se os haya quedado pequeño.

La elfa, con un labio sangrante y con su orgullo herido, se levanta con la cabeza baja y se dirije a vosotros.

Gracias por vuestra ayuda. – os dice mientras se limpia la sangre de su labio.
Vine aquí buscando un grupo de mercenarios a quien contratar… y el tabernero me dijo que estos eran los mejores. Veo que se equivocaba y, me pregunto, si vosotros estaríais dispuestos a ayudarme. Aunque no sé si disponemos de dinero suficiente para pagaros.

Bueno, supongo que primero querréis saber de qué se trata. ¿Os importa que me siente con vosotros?

Me levanto rápidamente de la silla haciendo que esta caiga al suelo al ver como el grupo de la Mano de Hierro se dirige hacia nosotros con ganas de pelea. Veo a mis compañeros plantarse firmes ante aquel grupo que tanto nos había marcado en el pasado o fue el futuro?. Toda mi furia contenida contra aquellos desdichados se reflejaba en mis ojos apretando el puño con ganas. No se merecen ni ver mi arco.

Por desgracia los mercenarios deciden retroceder y se marchan de la taberna junto con su compañero. Mientras la elfa se nos acerca pidiéndonos ayuda.

Asiento con la cabeza al ver como Aedoc se presta para atender su herida. Recojo mi silla y alcanzo una para nuestra invitada ofreciendosela con un gesto apoyando las palabras de mi compañero.

Me siento y doy un largo trago de la amarga cerveza satisfecho por la reacción de los rufianes.

Me mantengo sentado, mientras acaricio la borde de la copa con los dedos indice y anular, mostrando levemente los dientes mientras sigo con la mirada a los mercenarios con prisa. Aunque aparento normalidad la situación me extraña. Una mujer viajando sola, buscando un grupo de mercenarios lejos de su ciudad... 

Tomo un trago del matarratas que acostumbro y carraspeo mientras espero a que la mujer tome asiento.
Mal parece empezar vuestra búsqueda, esperemos poder empezar a cambiar esto. Por favor, díganos que le lleva a requerir nuestra ayuda...  Arqueo una ceja y miro alrededor mostrando un semblante confuso: Y no tenéis a nadie que os acompañe?

La joven sonríe levemente ante las atenciones de Aedoc, y baja tímidamente la cabeza cuando este roza su rostro para sanar la herida. A continuación, se sienta en la silla que Gonzorig le ofrece, agradeciendo el gesto con una amable inclinación de cabeza.

Sois todos muy amables.

Se toma unos segundos para respirar y tranquilizarse tras lo ocurrido con los mercenarios. Tras ese lapso de tiempo, su rostro recobra nuevamente la armonía y serenidad con la que llegó.

Me llamo Selene y, en efecto, he venido sola. - contesta a Yuri.

Comprendo vuestra desconfianza ante tal hecho pero, por desgracia, mi pueblo no podía prescindir de nadie capaz de sostener una espada. He caminado a través de los bosques hasta llegar aquí. Las criaturas que viven en ellos no me desean daño alguno y, ante el resto de moradores, puedo pasar desapercibida con facilidad.

Siento no ser mas cortes con vosotros. Lo cierto es que necesitamos ayuda lo antes posible.
Somos una comunidad pequeña, que vive apartada del mundo, en un pequeño bosque a dos semanas de aquí.

Hasta hace poco… nadie nos había molestado. Recientemente empezamos a sufrir ataques por parte de algún tipo de criatura que desconocemos. Ataca de noche, aleatoriamente, y no deja rastro alguno salvo un cuerpo salvajemente mutilado.

Estamos desesperados y no tenemos mucho que ofrecer pero suplico vuestra ayuda. - una vez mas, baja la cabeza pero, en esta ocasión, unas lagrimas se deslizan por sus mejillas.

A eso, con la voz entrecortada y angustiada, añade...

Y si nuestro pago no fuese suficiente… yo estoy dispuesta a cualquier cosa para compensaros…

Ayudadnos por favor… 

Asiento con la cabeza mientras escucho las palabras de la elfa. Al escuchar sobre los sucedido en su poblado me inclino sobre la mesa prestando más atención interesado por aquella criatura.

- Las criaturas del bosque no os desean daño. - Miro a la elfa orgulloso de su sociedad. - Entonces pensáis que es un humano o otro tipo de criatura?

Miro a mis compañeros y como Aedoc se interesa y sigue preguntando por más detalles de lo sucedido. Me quedo unos segundos pensando antes de interrumpir.
- Si es tan importante quizá sea mejor salir cuanto antes y que nos explique todo en el camino. - Sonrío al resto de compañeros. - Os parece bien? Cuando terminemos ya nos preocuparemos de la recompensa si es necesario.

No. Corte a Ganzorig. No es buena idea aceptar un negocio sin tener en cuenta los terminos, hay demasiadas cosas que aún no sabemos, aparte de la naturaleza tampoco sabemos su numero. 
Me cruzo de brazos y suspiro mientras intercambio miradas con el grupo. Propongo que salgamos cuanto antes y miremos sobre el terreno. No me gusta dar la palabra a la ligera, y una vez allí esta claro que como mínimo podremos poner a salvo a la población.