Partida Rol por web

Hacen llamar a 5 de los mejores detectives del mundo, ¿el caso? tratar de averiguar un asesinato realizado en el manicomio que hay en la isla,salvo por el manicomio,vive poquita gente en casitas pequeñas perdidas por el campo,pero cerca de la carretera,la isla de Rohad,se resumen en frios dias,lloviznas y bosques verdes.Sabemos que antiguamente,era una isla de paz y llena de gente y alegria.Pero tras las guerras,la gente abondono,y solo quedaron algunas antiguas familias.

Es por eso que se construyo aqui el manicomio,ya que era una isla tranquila y es lo que los pacientes necesitan.

Del asesinato poco sabeis,por ahora,se ha realizado en la isla,y debeis averiguar quien lo hizo,aun que hay vigilancia en el manicomio,no es muy excesiva,por lo que el director de este,afirma que es muy posible que uno de sus pacientes cometiese el asesinato,pero,que tendria que haber vuelto al centro,ya que no falta ninguna persona.

Llegais a la isla en un pequeño barco,donde os empezais a conocer y a discutir sobre el asunto.

Volvió a mirar por enésima vez la carta que tenía en la mano dirigida a la Agencia Carter & Gilbert, sin hacer mención a ningún nombre en concreto, ¿sabría el autor de esa misiva que Sean estaba muerto y que ahora era una mujer quien estaba a cargo de la agencia? Sammy tenía sus dudas pero, por otro lado, aquella era una excelente oportunidad para reflotar el negocio.

Aquel era un viaje largo y tenía miedo que una vez llegara al muelle le dieran la vuelta por ser  mujer pero... la oportunidad de trabajar junto a alguno de los investigadores más reconocidos en un caso que, aunque a simple vista parecía bastante sencillo de resolver, tenía visos de resultar interesante, y si a esos incentivos se le sumaban la posibilidad de ganar dinero y fama para sus intereses, la aventura podría resultar de lo más atrayente.

Al día siguiente la decisión estaba tomada. Habló con su familia y con la secretaria que tenía contratada, compró los billetes, preparó su maleta y de esta forma emprendió aquel, para ella, insólito viaje.

Siguiendo las instrucciones recogidas en la carta, se subió al barco que la llevaría a la isla junto al resto de sus futuros compañeros, pero parecía que aún no habían llegado. Ella era la primera.

El barco rugía mientras intentaba pensar en los aportes que aquella parte de la investigación podría depararme. Una carta lacrada un mes antes me fue entregada con reporte de "URGENTE" en mi despacho de la universidad. No había remitente alguno, pero sin duda, fuera quien fuera aquel que se interesó en mi, conocía muy bien mi carrera y había seguido mis pasos, pues incluso me llamaban por mi antiguo nombre búlgaro.

Ciertamente, me asusté y recordé esa sensación no gratificante mientras ese ruido de motor me conducía hacia mi destino. Tampoco sabía que tipo de personas se encontraban en aquel centro psiquiátrico (referido a qué discapacidades). Sin duda de todas las clases, e incluso la propia reclusión en una isla y medidas de seguridad hacían comprender desde ese mismo momento la estructura formal más alejada de las verdaderas razones de esa microsociedad y su función social en cuanto a su política del propio lugar.

En tales divagaciones hallábame yo mientras el barco y aquel viejo capitán llegaban a muelle y me decía (respectivamente) que "habíamos llegado al destino". Aún pensaba en el "no remitente". Para colmo, y como hilo conductor al que se refería la carta, habían cometido un asesinato. Sin duda para mi era un problema secundario, pues a mi me interesaba de sobremanera entrevistarme con aquellas personas, y por supuesto con los informantes secundarios, aquellos guardias de seguridad que esperaba pronto conocer. Sin duda alguna y a pesar del gran desconcierto, sería un trabajo de campo excepcional.

Bueno días, señorita -dije tendiendo la mano al ver a una mujer que allí estaba. Mi nombre es Morgan Firston. ¿Usted también ha sido convocada en esta isla para investigar?

Sentado en mi despacho, baje los pies de la mesa de golpe y me incline sobre la carta que acababa de leer. Busque con la mirada hasta llegar de nuevo a la frase que me habia hecho reaccionar: "Queremos contar con los cinco mejores detectives..." ¿cinco mejores? Alguien habia cometido un error, o quiza la carta no era para mi. Volvi a comprobar mi nombre en el sobre, Jeff Markham, San Francisco.

Bueno, eso no dejaba muchas dudas, alguien habia cometido un error. Deje la carta sobre la mesa donde apoye tambien mis pies mientras me recostaba en mi silla. Saque el Bourbon del cajon y lo cerre de un puntapie. Esto bien merecia un trago. Hacia mucho que no tenia un caso de verdad, y ya me estaba cansando de perseguir a borrachos por callejones oscuros. Esto... esto apestaba a glamour.

No me costo demasiado decidirme. Cobre mis ultimos trabajos y con el dinero pude comprar un pasaje y una comida caliente.

La vida me sonríe.

Una vez en el barco trate de fijarme en los demas pasajeros. Cuatro de ellos eran los mejores detectives, claro que quiza todo esto era algun tipo de broma, o la ultima locura de algun anciano, pero al menos era un cambio. Un hombre elegante se dirigió a una chica que habia llegado la primera al barco. Las palabras del hombre lo revelaban como uno de los cuatro.

¿Asi que ese es el aspecto que tiene un buen detective? Limpio, arreglado.

Lo mío me habia costado encontrar una camisa limpia que ponerme, demasiado barro, demasiada mierda, y mas de un puñetazo habían marcado mi escaso vestuario. Saque un cigarro y lo prendí. Mientras le daba una larga calada jugué con el mechero levantando la mirada de vez en cuando para ver la reaccion de la chica.

Mientras andaba en el barco disfrutando del hermoso cielo que había ese día recordaba aquella carta diciendo que necesitaban a los 5 mejores para resolver el casó de un asesinato en un manicomio encontrado en una isla, Ese día me quede pensando "Quedarme en casa sin hacer nada o ir y dar lo mejor que me queda para resolver este casó". Fué lo que pensé por supuesto decidí ir en un último casó antes de retirararme ya que la pasión que todavía quedaba en mi interior seguía vigente en mi interior. Con lo que gané de mi ultimo trabajo compré el boletó hacía aquella isla donde me iba a deparar la misión final de mi vida y a decir verdad era mejor disfrutar un ultimo casó que quedarse en casa aburrido viendo la vida pasar ante mis ojos sin poder resolver acertijos más que nada en el periódico. En el barco veo 3 personas que al parecer eran jovenes detectives pero en el rostro se les notaba esa llama que tenía yo de joven por los casos y enigmas que a muy poca gente le agradaríaebKitFormBoundaryTIvU4VPwu5LFwSO7-- oven de sombrero y me presentó.

-Hola, Soy Javier Molina uno de los mejores Detectives un gustó en conocerle joven- Le digo con una cara sería pero con ganas de conocer al joven.

Y qui tenemos al cuarto. Pense mientras me volvía para ver al hombre que acababa de hablarme.

Me sorprendieron sus palabras. Debia sentirse muy seguro de sus habilidades para presentarse directamente como uno de los mejores del mundo, pero quiza fuese cierto. Si este caso era la mitad de lo que la carta daba a entender tendríamos ocasión de comprobarlo. Le ofrecci mi mano.

- Yo soy Jeff Markham, de San Francisco.

Tras estrechar la mano del hombre saque mi paquete de cigarrillos, Lucky Strike, y se lo ofrecí.

- ¿De donde es usted?

Se estaba mucho mejor en la borda que dentro del barco, el aire era más fresco. Se arrebujó en su chaqueta mientras observaba la estela que iban dejando en el agua. Salió de su ensimismamiento al oír una agradable voz varonil.

- Señora Gilbert, Samantha Gilbert, encantada de conocerle -le sonrió mientras le estrechaba la mano. Lo observó con atención, parecía un hombre agradable y educado y no el típico detective al que estaba acostumbrada a tratar.- Aunque Gilbert es mi apellido de soltera -explicó mientras se apoyaba en la barandilla de espaldas al mar- pero puede llamarme Sammy como todo el mundo. Por sus palabras Sr. Firston deduzco que usted también es uno de los destinatarios de estas misteriosas cartas ¿verdad? -El hombre asintió levemente con la cabeza.- Un asunto muy interesante me parece a mí. Resulta intrigante desde su inicio con el envío de estas cartas y el hecho de querer reclutar a tantos investigadores para un crimen que a simple vista no parece muy complejo, no deja de ser... extraño.

Vio por el rabillo del ojo a otros dos hombres conversando y supuso que formarían parte del "equipo".

- ¿Los conoce? -preguntó señalándolos con la cabeza.

Suena el teléfono de la mesa de al lado. Dos veces. Tres. Nadie parece poder coger el teléfono. Pero no es el único que suena. Al fondo de la redacción suenan otros dos más. Desde que publicamos el último artículo sobre el caso Rogers la gente estaba como loca. Creía ver al fugitivo millonario en cada esquina de Nueva York. Suena el teléfono de mi mesa y respondo al segundo:

- New York Times, dígame -respondí con voz de autómata. Estaba terminando de pasar a máquina mi última historia que, sorprendentemente, no estaba relacionada con el caso Rogers. Estaba de ése caso hasta la coronilla. Sólo se trataba de un ricachón que había tomado lo que no es suyo y ya lo llamaban el "Galante Ladrón de Guante Blanco del Año". Basura...

- Geraldine, el señor Raymond quiere recordarte que la fecha límite de entrega de tu artículo es hoy antes de que se vaya a su casa. Y hoy tiene prisa, su hija toca en un recital. Estará de mal humor -era la voz de la recepcionista del periódico, Amanda Halls- Y tienes correspondencia. Como siempre.

- Gracias, en seguida voy -y colgué sin esperar respuesta. Tenía mucha prisa.

Me levanté de la mesa a recoger la correspondencia porque ya podía sentir como la mirada de mi jefe me traspasaba la nuca. Su despacho estaba al fondo de la redacción, pero de espaldas a mí. Escalofriante. Al llegar a la recepción Amanda, con una sonrisa grabada a piedra en su rostro, me hizo entrega de mi correspondencia. Carta de Josh, Steffani, Sra. Wilson, vendedores de alfombras... y una carta sin remitente. Fue la primera que abrí y menos mal; me salvó el día.

Subí rápidamente al despacho de mi jefe y abrí la puerta de golpe, entrando a toda prisa y dejando la carta sobre la mesa de mi sorprendido y siempre malhumorado jefe Raymond:

- ¿Qué narices se supone que es esto, Shepard? -contestó con voz gruñona y dignándose a tomar la carta, la cual empezó a leer.

- Pues se supone, jefe, que es el artículo del año. ¿Se imagina la historia? -ahora mismo desbordaba entusiasmo.

- Hmmmm... ¿Los 5 mejores detectives? Está claro que se trata de una broma. No eres detective, Shepard. Sólo una periodista entrometida

- La mejor periodista entrometida de toda la historia del New York Times hasta la fecha, jefe -le corregí. Creía que estaba en mi mano hacerlo.

- Diantre de... -era un gruñón.

- Además, podría ir con Chuk -mentira.

- ¿Y quién terminará tu artículo actual?

- Ehm... Johnson mismo.

Largo silencio. Al fin, saca un sobre de su escritorio con llave y mira su interior. Luego lo lanza sobre la mesa.

- Suficiente para todos los gastos que puedan surgirte. Y ahora, lárgate. ¡Ah! Y ve con Chuck. Podría ser una broma estúpida o algo mucho peor.

- ¿Peor?

- Sí. Podría ser verdad.

- . . .  Gracias jefe, nos vemos.

Me fui antes de que Chuck me viese. Chuck era un buen reportero. Pero yo era la mejor reportera. No quería que me volviese a pisar una buena historia. Además, ¡la carta iba a mi nombre! Inexplicablemente, pero así era.

Tras meter mi máquina de escribir en su maletón, llevarme unas cuantas prendas y encontrar un taxista idiota que hizo el camino más largo hasta llegar al puerto indicado en la carta, llegué. Allí habían cuatro personas más esperando en un barco. ¡Que se van!

- ¡Más deprisa! ¡Más deprisa, que se van! -le grité al taxista con histerismo

- ¡Señorita! ¡No empecemos, señorita! Me pone muy nervioso

- Ahora habrá sido mi culpa que no sepa diferenciar entre una autopista y una carretera con vacas y sin asfalto... -murmuré de mal humor.

Si el taxista me escuchó, no hizo caso omiso. Nos detenemos con un fuerte frenazo delante del barco, donde habían más personas esperando. Bajé con una sonrisa amplia y confiada, como si acaso no hubiese tenido pensamientos de arrearle una fuerte colleja al taxista.

- ¡Buen día a todos! -digo nada más bajar del taxi. Saco del asiento de atrás mi pesado maletón con la máquina de escribir dentro. El taxista deja junto a mí las otras dos maletas que llevo conmigo. Y se marchó a toda prisa. Menudo tipo...

- Soy Geraldine Shepard, mucho gusto. ¿A ustedes también les ha llegado una carta sin remitente? Inquietante. Y muy emocionante - digo mientras cargo con las tres maletas hasta el barco.

¡Oh! Lo siento Señora Gil... Sammy -respondí. Si, yo también recibí tal carta, y la verdad es que jamás he investigado un asesinato... aunque haya presenciado algún ritual de sangre en ciertas selvas de Sudamérica por parte de indígenas. En fin... si le digo la verdad -dije acercándome un paso con voz bajita- no tengo ni idea quienes son.

Dos tipos hablaban unos pasos más allá. Uno presumía en palabras de ser el mejor investigador (o de los mejores) mientras que otro rezumaba algo de impaciencia con su cigarro. Contemplando a ambos, un claro ejemplo de estratificación weberiana, sin duda... Claro que el colofón fue lo de la muchacha que llegó.. ¿emocionante? Sin duda, a no se que fuera una estúpida broma que hubiera hecho perder nuestro tiempo, no estábamos allí para contar flores o andar "de parranda", sino que había habido un crímen. Con ciertas actitudes hay que mantener la cabeza fria y ser cautelosos...

- Y si no es detective, ¿a qué se dedica exactamente Sr. Firston? -la pregunta quedó en el aire al ser interrumpida por la locuacidad de una joven recién llegada.- Vaya, vaya... menudo grupo formamos, el que nos haya elegido debe tener mucho sentido del humor... -observó atentamente la reacción de los dos hombres al ver llegar a la nueva pasajera.- Decididamente formamos un grupo de lo más peculiar.

Se retorció las manos distraídamente en un gesto que repetía cada vez que intentaba dejar de fumar, pero nunca conseguía aguantar más de unos pocos días.

- Me muero por un cigarrillo. Por casualidad no tendrá usted uno ¿verdad?

•¿Dónde está la isla?  al oeste de san francisco.
•¿se sabe quién nos contrató? se sabe que cada uno de vuestros superiores se enteraron del caso y os enviaron a vosotros,pero tambien porque el director del manicomio solitico ayuda a detectives expertos.
•¿de qué guerras hablas cuando te refieres abandono de las gentes? primera y segunda guerra mundial
•¿Cómo se gestiona el manicomio? ¿Los habitantes que aún quedan en la isla de qué/cómo subsisten? ¿trabajan en el centro?

los habitantes de la isla viven de agricultura y ganaderia,no trabajan en el centro,las personas que trabajan en el manicomio viven alli. El manicomio se gestiona diviendo entre pacientes hombres y mujeres,hay muchos psicologos trabajando,enfermeras,medicos,y demas gente especializada en estos casos

Mientras charlais y os conoceis entre todos,veis en el horizonte la figura de una pequeña isla,apreciais que es muy verde y rocosa,con nubes grises encima de ella,que se expanden hacia vustra posicion.Parece que va a llover.Os limitais a miraros unos a otros y a hablar sobre el caso del manicomio,mientras os aproximais.

Lo siento, Sammy, no fumo -respondí palpándome la chaqueta como si en realidad tuviera algún paquete en mis bolsillos. ¿Alguno de ustedes ha estado ya allí? Ciertamente convendría saber un poco más de esta isla... Supongo que antes de venir habrán echado un vistazo a las informaciones sobre dicho lugar... personalmente no he encontrado indicios como punto fuerte de criminalidad en la actualidad y tampoco en las crónicas negras... ¡Ah! Por cierto, mi nombre es Morgan Firston.

Mientras se acercaba el destino y veíamos el punto rocoso como un horizonte lejano pero dinámico, razoné que lo lógico era presentarse. Una investigación siempre es mejor en grupo que en solitario, asi que debíamos llevarnos bien, al menos cortésmente, entre nosotros. No obstante, parecían personas reputadas en sus verdaderas especialidades, fueran las que fueran.

- Vaya, una lástima... -intentó no pensar más en el tabaco. El Sr. Fiston, con sus comentarios en voz alta, incitó al resto a unirse a la conversación.- No, nunca he estado allí -contesté mientras miraba como se acercaban poco a poco a la isla.- Sinceramente, me queda bastante lejos de mi hogar en Boston, y tengo que reconocer que es muy poca la información que he podido conseguir del lugar. -Sonrió al darse cuenta que tampoco se había presentado.- Soy Sammy Gilbert, de la agencia Carter & Gilbert de Boston, y antes de que nadie me lo pregunte les diré que el nombre de Carter viene por mi marido Sean Carter.

Por unos instantes pensó en Sean y en cómo hubiera disfrutado de aquella aventura, pero aquello ya no podría ser. Apartó esos pensamientos con un ligero movimiento de cabeza.

- Tengo que reconocer que me intriga bastante este asunto y la verdad, también me gustaría saber quién ha tenido la osadía de considerarnos los mejores investigadores, por lo menos en mi caso.

Mientrás hablaba con Jeff el me ofrece unos cigarrilos y le contestó

-Claró gracías necesito desestresarme un poco fumandó, Soy de Philadelphia- 

Le contesté amablemente mientras agarraba uno y lo encendía, Al pasar un rato se pida ver una isla a la lejanía, no se veía nada mal pero era el lugar de un homicidio así que mejor estar listo y preparado en vez de estar pensando en disfrutar de ella.

Un hombre trajeado se presenta, y pregunta si hemos investigado. Me avergüenza reconocer que viviendo en San Francisco no conozco el lugar, pero por suerte interviene la mujer que estaba a su lado dandome la opción de cambiar de tema. Le ofrezco el paquete de cigarrillos mientras me dirijo a ella.

- Me pareció que pedía un cigarrillo señorita. y mientras esperaba a que se sirviese continue yo conocí a un Sean Carter de Boston, fue mi sargento en la tercera división de Marines, durante la guerra. Aunque supongo que será un nombre muy habitual. Disculpen, soy un maleducado. Mi nombre es Jeff, Jeff Markham.

Le ofrezco la mano al señor Firston, y luego saludo debidamente a las dos señoras.

- Supongo que son tambien detectives, "los mejores del mundo" ¿eh? cito la carta con cierta ironía Bueno, yo no competiré con ustedes por una reputación, pero si hay que interrogar a alguien, soy su hombre.

Si íbamos a trabajar juntos, parecia acertado ponernos de acuerdo sobre en que podia ser útil cada uno.

Acepté el cigarro agradecida, pero mis manos temblaron ligeramente al encenderlo cuano oí las palabras del Sr. Markham.

- Oh, vaya... menuda casualidad. Mi marido era sargento de los Marines, le hirieron en la isla de Iwo Jima lo que permitió que regresara a casa antes de acabar la guerra. -Inhalé profundamente el humo del cigarro mientras mi mente volaba lejos durante unos instantes.- Ah, sí, me llamo Samantha Gilbert, pero todo el mundo me conoce por Sammy, y desde luego soy la primera sorprendida al ver que alguien me pueda considerar una de las mejores en cualquier cosa. -Extendí mi mano para saludar al resto de los que serían mis compañeros.

- El Sr. Firston y yo estábamos comentando la poca información que tenemos del caso. ¿Alguno de ustedes puede aportar algo nuevo o interesante? Aunque me imagino que nos habrán dicho más o menos lo mismo a los cinco. -Miro las negras nubes que amenazan con una tormenta.- Espero que lleguemos a tiempo antes de que empiece a llover...

El sargento Sean Carter, de Boston, herido en Iwo Jima. Sin duda se trata de la misma persona. Es una increíble coincidencia, ¿no cree?

Recordaba a Sean, igual que ha muchos otros compañeros del ejercito. Sean, como yo fue de los afortunados. Heridos y de vuelta a casa. Muchos otros no lo lograron.

¿Y que ha sido del sargento? ¿No viene con usted? Me encantaría saludarle, y hablar de los viejos...

Algo en la mirada de la mujer me adelanta la respuesta antes de que ella lo haga con palabras, y entonces caigo. Mi marido era sargento.. ¿Como no me he dado cuenta antes?

Escuche como el tipo trajeado y amable hablaba con Sammy, y, a la vez, metía la pata (o al menos eso me pareció). Sin embargo, estuve al tanto y rápidamente le hablé.

...P...Pues no. La verdad es que no he podido averiguar gran cosa de esta isla. Espero llegar pronto y comenzar a investigar una vez conocidas las instalaciones.

- No se preocupe... -Sonreí intentando tranquilizar al Sr. Markham.- Es un placer conocer a un antiguo compañero y espero que amigo de mi marido. Si siguiera vivo sería él el que ahora mismo estuviera aquí en el barco charlando con ustedes.

Me volví agradecida por el gesto de intentar desviar la conversación hacia el Sr. Firston.

- La isla ya se ve cada vez más cercana, así que pronto llegaremos y nos enteraremos exactamente de lo que ha pasado. No creo que nos resulte demasiado difícil encontrar a un asesino que, en principio, parece que no se puede escapar, ¿no creen? Pero claro, sin tener todos los datos sobre el tema ahora mismo sólo podemos elucubrar. Por nuestro bien espero que lleguemos nosotros antes que la tormenta.