Partida Rol por web

Una manana, mientras paseabas por el jardin de la villa, uno de tus sirvientes se acerca a ti.

 - Maestra Valeria, un mensaje para vos

"Salve joven Valeria.

Mi nombre es Tuco Liberto. Formo parte del senado, y represento a un grupo republicano. Ruego mantenga este mensaje en secreto.

Tenemos sospechas de, la tergiversación y malinterpretación de la ley romana por parte del senador Lucio Cornelio, para enriquecerse a costa del pueblo.

Hay rumores de que, se ha estado reuniendo con un individuo, que, tiene informacion vital para acabar con los enemigos de Roma.

No tenemos pruebas suficientes, pero nuestros informantes hablan de una reciente visita a vuestra villa.

Cualquier informacion, sera agradecida

Pax"

Corrupción del senador Cornelio. Tal misiva supuso un vuelco a mi corazón más por mi prima que por el descubrimiento de sospechas contra Lucio Cornelio, pues recordaba el pulso de flirteo que mi buena Helena había llevado a cabo al conocer al que podía estar atacando la sagrada ley romana para su beneficio. También pensé en proceder a advertir a quien ahora era mi hermana, mas tampoco podría aportar prueba alguna que no fuera otra que la carta, la cual sostenía que se partía de creerlo no de saberlo con plena certeza.

Tuco Liberio. Ese nombre iba a quedar grabado en mi memoria. Debía ir con suma cautela y conocer mejor al senador que jugaba con nuestro pueblo para medrar sus arcas o su poder político.

Debería concertar un encuentro con Tuco Liberio, uno para poder ponerle cara y recibir mayor información para poder ayudar a Roma contra una posible sanguijuela de ella.

Tras redactar un mensaje para el que encabezaba la sospecha, simplemente pidiendo una reunión cara a cara en el lugar que dispusiera él sin mención alguna del motivo o lo que había leído, procedí a quemar la que manifestaba los temores sobre el Cornelio. Era preferible que Tuco escogiera el punto de reunión y el momento, pues mi libertad para citarme con él era mayor que la suya y, además, sabría escoger mejor un lugar privado donde no tener que tener miradas u oídos indebidos.

Ahora, debía confiar en que el mismo sirviente que me había entregado su nota fuera capaz de hacerle llegar la mía con la petición de una reunión. Sin mayores explicaciones, llevé mi mensaje al mismo criado.

-​​​​​​-Haz que llegue este mensaje a Tuco Liberto, en el Senado. 

Sonreí al sirviente con cara alegre y jovial. No convenía mostrar mi fuero interno lleno de dudas por este asunto.

A los dias, eres recibida en la villa de Liberto. Es un lugar exhuberante, de piedra y marmol. Esta custodiado en todo momento por legios, como si fuera una figura importante del senado. Su villa esta construida en una colina, brillante y blanca en el horizonte.

Dos siervos te esperan a lo alto de las escaleras, dispuestos a aliviar el peso de tu viaje.

Intrigada cada vez más sobre el tema de Lucio Cornelio con sus manipulaciones, un grave asunto que no había podido sacar de mi cabeza, había viajado para tratar de averiguar más, poder despejar dudas e indagar acerca de la realidad sobre el senador.

Debía ser comedida en juicio, escuchar más que hablar y no caer en realizar acusaciones antes de tener verdaderas pruebas. Con esa mentalidad deseaba conocer al que resultaba ser el que sospechaba del representante de los Cornelio que mi prima y yo habíamos conocido.

Al llegar a la villa, como de costumbre, sonreí a los sirvientes para establecer un pequeño grado de acercamiento.

-​​​​​​Soy Valeria Diberna, vuestro señor me ha citado para hablar con él.

No había vuelta atrás, tampoco la deseaba. Si ese Cornelio era veneno para Roma, también lo era para mi prima y yo misma. 

Los sirvientes asienten, abriendo la puerta para que entres.

 - El amo os espera.

Dice, revelandote el gran patio interior de la villa. En el centro descansa un estanque, florecido con plantas flotantes, peces que saltan alegres, mientras un hombre anciano, vestido con una toga azul, les da de comer migas de pan.

El hombre se gira levemente sobre el banco de piedra para lanzarte una mirada neutra.

 - Bienvenida.

Dice esperando a que te acerques.

 - ¿Deseas algo de beber?

Avancé al abrirse la puerta de forma lenta aunque decidida y pensativa pero alerta. En mi mente había generado una serie​​ de preguntas y las posibles respuestas a ellas, algunas que esperaba fueran de lo más distantes a la realidad.

Al reunirme al fin cara a cara con Tuco Liberto, sonreí a la par que realizaba una reverencia que se debían tanto a su posición política como a su edad. Mis pasos avanzaron al senador hasta quedar frente a él.

-Gracias, no os molestéis por mí. Agradezco vuestra buena disposición por reuniros conmigo con tal premura.

A pesar de llevar un guión pensado de dudas, tragué saliva por no saber cómo comenzar de forma apropiada. Aparté un momento la mirada a los peces, logrando tener un instante para organizar bien el comienzo de mi diálogo.

-​​​​​​-Mi buen señor Liberto, vuestro mensaje me ha provocado desazón e inquietud. Si puedo ayudaros en ese asunto, sea para anular sospechas en caso de inocencia o para encontrar pruebas que lo castiguen de ser culpable, solo habéis de decirlo. No podemos aceptar que alguien use su poder para dañar Roma. No conozco en demasía al sujeto de las sospechas, mas es cierto que podría llegar a ser capaz de investigarle mejor.

Al acabar de hablar, miré al hombre y le sonreí. Crucé mis manos delante a la altura de mi estomago al mismo tiempo.

-​​​​​Es mi deber como romana.

 - Esperaba que ya supieras algo al respecto... sientate joven, siento no levantarme, mis huesos ya no son tan fuerte como antes...

El hombre te observa sonriente, como un padre sabio. Su manera de hablar es lenta y pausada.

 - Lucio es un hombre inteligente, pero, quizás demasiado para su propio bien. Si  te acercas a el para saber mas, joven Valeria, Roma estará agradecida con tu gens.

Dice mientras te ofrece unas migas de pan, para que des de comer a los peces. Parecen carpas doradas.

-​​​​Por favor, no hace falta ni debeis disculparos por ello- en referencia a lo de ponerse en pie.

Pensé lentamente sobre todo lo hablado con el senador Cornelio del que sospechaba mi interlocutor, mas aparte de la breve conversación que había tenido con él junto a mi prima no conocía aporte alguno para darle sustento a la acusación sobre corrupción.

Me situé al lado de Liberto, tomando el pan que me regalaba para alimentar a sus peces. Le sonreí gustosa mientras empezaba a lanzar algunas migas a esas carpas como él hacía.

-​​​​Descuide por ello, me acercaré lo que haga falta para averiguar lo necesario sobre él. He de confesar que sí he apreciado su ingenio y su necesidad para así hacerlo patente con su dialéctica. Puede que vea en mí una aliada o una confidente para comentar sus planes. Lo tendremos como invitado para una reunión entre amigos que ha organizado mi prima. Ahí, trataré de sonsacarle algo.

El hombre asiente un par de veces mas, entendiendo tus ideas. No parece interesado en buscar formas de fiarse de ti.

Tose un poco para después decir

 - Puedes visitarme cuando desees. Paso aquí la mayor parte del tiempo.

Acepté las palabras del hombre de avanzada edad como un claro referente a nuevos encuentros para poder compartir informaciones sobre Lucio Cornelio, sobre todo las que lograra yo. 

Mientras terminaba de lanzar los restos de pan que me quedaban a los peces, asentí como él había hecho por mi intervención previa. La imitación también era una forma de halago al fin y al cabo.

-​​​​​​-Cuando tenga datos acerca del tema que hoy nos ha reunido, algo que espero se logre con prontitud, volveré para informaros. Descuidad, no os molestaré ni os restaré más tiempo de ocio, buen Tuco Liberto.

Antes de marchar, le sonreí con complicidad. 

 - Cuídate joven, tus hijos traerán riqueza a Roma algún día

Dice despidiéndose.