Partida Rol por web

Las aguas del mar Mediterráneo permanecen tranquilas con el sol en pleno lo alto de la mañana. El viento empuja vuestra embarcación hacia un destino marcado: Esparta, el peor centro de entrenamiento.

El calor hace sudar a los esclavos que reman al son del tambor mientras vosotros estais sentados en el centro. Desde la punta el capataz grita con fervor para que los animos no decaigan y el ritmo sea constante.

Vamos panda de inutiles. Estos jovenes harian mejor vuestro trabajo!!! Dadle brío a esos brazos!! Alzaba la voz así como sus brazos agitandolos para que lo vieran bien.

Los esclavos, hombres de diferentes edades, le iban mirando mientras refumaban por el esfuerzo que realizaban. Sus caras sudadas, dejaban chorros de agua, fustigados de vez en cuando por otro hombre con el látigo para que no se relajaran.

Como vuestros acompañantes iban 4 chicos mas y una chica bajita, bastante timida que se intentaba esconder algunas veces tras el mastil principal, con cierto miedo. Esto marcaba el inicio de una nueva etapa del Imperio Romano, donde por la necesidad de continuar defendiendose de los enemigos, ahora se veian obligados a reclutar jovenes de cualquier edad. La decadencia se pronosticaba sin un emperador que impusiera su orden, asi como una estructura politica que mantuviera la comunicacion por todas las regiones de forma estable. La incertidumbre sobre la enfermedad de Agusto Celsius II, y las continuas batallas que se perdían en las fronteras denotaban un debilitameinto que aprovechaban los invasores.

A lo largo del imperio se crearon centros de entrenamiento especificos para los jovenes que han sido reclutados. Muchos obligados a la fuerza, y pocos que se ofrecieron a formar parte del ejército. El futuro que deparaba era un misterio. Las nuevas generaciones estaban destinadas a forjar el declive del imperio.

        Lerna Brianne llevaba un rato admirando las aguas del mar Mediterráneo, aunque permanecían tranquilas con el sol en pleno de lo alto por la mañana, ya que en la región alpina donde vivía no era muy común poder admirar la magnitud del mar, así que dijo con voz forzada para parecer hombre en latín, con un evidente acento galo:

        " No me cabe que es bello el mar Mediterraneo, casi me hace olvidar porque vamos a prepararnos para combatir dentro del ejercito del imperio romano "  

       La joven noble llevaba puesta una ligera capa de viaje para no ser tan fácilmente reconocida, pero ocasionalmente el viento empuja las orillas para evidenciar su cabellera rubia, facciones un tanto delicadas que desentonan un poco para ser un hombre con su altura de aproximadamente mas de 2 metros y su envergadura tan poco vista entre los latinos, ni en Roma ni en Esparta, entonces los gritos del capataz la sacan de su ensoñación momentánea, que era influenciada por el ritmo contante y repetitivo de los tambores para que los esclavos remen al son del tambor mientras esta sentada en el centro de ellos con los otros chicos, a quienes mira de reojo por un momento

El viento sonaba a través de las cuerdas que sostenían la vela mayor de la galera.

Su zumbido era, en cierto modo, reconfortante. Me recordaba a cuando salia con mi hermano mayor a pescar, solo que estas aguas eran mas cálidas.

Suspiré hondo y sonreí a una gaviota que se mecía con el viento hasta que desapareció en el cielo. Si bien estaba alegre, sabia que estará allí no era motivo de alegría. Íbamos a una guerra. Las guerras nunca son buenas. Pero alguien tiene que librarlas.

Eche una ojeada alrededor y comprobé que había mas chavales de mi edad. Todos eramos soldados. O lo seríamos en breve. Los romanos pasaron por muchos sitios pidiendo voluntarios. Pedir, es una forma muy delicada para decir "o vienes o mueres". Afortunadamente en mi pueblo no se llego a ese extremo. Yo me ofrecí voluntaria.

Pero se me hacía extraño diferenciar entre nosotros, los llevados a la guerra a la fuerza y los esclavos que remaban.

Una chica muy alta y grande hablo la primera. Parecía una gigante de montaña y su acento estaba marcado. Desde luego sería Norteña. Cuando lo hizo la sonreí amablemente.

-Si... es un mar muy grande. Es fácil olvidar a lo que venimos. Todos deberíamos olvidar lo que es una guerra.... Disculpa. Mi nombre es Alisse.- Dije sonriéndola nuevamente

Su vida había dado un vuelco los últimos meses. Pese a las quejas de su padre el prefecto Flavius Eutolmius Tatianus lo había elegido a instancias del centro de reclutamiento.

De poco sirvieron las enérgicas protestas de su padre o los lamentos de su madre. Assuan sabía que algún día se iria para formar parte del ejército de Roma aunque sin duda no esperaba que fuera tan pronto y sin completar su instrucción.

Pese a que lo consideraba un honor y un deber a cumplir, no podía evitar sentir vértigo ante la aventura que se le venía encima.

Desde el primer momento todo era diferente, idiomas, costumbres, temperaturas, el viaje hasta el centro donde partió hacia Roma y ahora otro viaje hacia una tierra desconocida. Le habían dicho que era el lugar de origen de grandes guerreros hacía cientos de años antes de la gloria de Roma. La tradición oral dice que Grecia y Egipto eran grandes aliados entonces, por lo que seguramente también habría grandes guerreros en Egipto en aquella época.

Sus pensamientos se centraron en el barco que surcaba el Udja Jur, el Gran Verde, como era llamado en su tierra. Intentaba mantener su espíritu en calma orando ya que el vaivén le producía mareo, además también le venía bien el no moverse mucho.

Su mirada se dirigió al grupo de jóvenes en el que se incluía. Primero se detuvo un segundo en la muchacha cuya presencia le incomodaba bastante, a continuación se giró hacia el hombretón con capa. Assuan se había preocupado mucho de entrenar pero sin duda aquel hombre le superaba, también había un joven bastante alto con un aspecto serio e intimidante. Por encima de ellos destacaba un joven de piel morena que parecía disfrutar del viaje, su cabello se mecía al viento y sonreía.

El hombretón comenta algo sobre Udja Jur o mar mediterráneo como se llama en Roma, se ve interrumpido por el machacante tamborileo. Se acerca sonriente la joven y por un momento pienso que se va a dirigir a mi pero por suerte lo hace con el hombretón, quizá quiera yacer con él, no sé muy bien como van estas cosas. Pero no, viene a charlar y comenta extrañamente que debemos olvidar la guerra, no tiene sentido, la guerra es para lo que estamos preparados .

Su cuerpo le pide que se quede callado pero no olvida las órdenes del prefecto ¡destaca! así que interviene, me llamo Assuan y ardo en deseos de llegar a Esparta y comenzar la instrucción, perdonadme no me encuentro muy bien, no estoy acostumbrado a navegar, dicho lo cual se sienta con las piernas cruzadas para relajarse y guarda silencio.

          Cuando Lerna iba a responder le sorprendida a una menuda muchacha que con cierta jovialidad se había acercado a ella para responder sus propios pensamientos que expresó en voz alta sin pensar, apareció otro chico llamado Assuan para expresar una opinión sino contraria si muy diferente a la de Alisse, ambos con una edad cercana a la de ella, así que aún sin descubrir se del todo por no sentirse confiada ante tantos desconocidos les dijo con voz un poco mas grave y áspera que la suya propia:

          " Hola chicos, me llamo Brian y si no me fascina la idea de participar en alguna guerra por el momento, pero si la de que seamos ... entrenados para saber que hacer dentro de una, entiendo tu malestar amigo porque yo tampoco me acostumbro al mareo ... debes tener cuidado como abordas a desconocidos Alisse, algún tipo podría tomarse a mal tu atrevimiento, aunque en lo personal a mi me agrada "        

Me encontraba en MI lugar, como pez en el agua, iba de lado a lado de cubierta hablando con la tripulacion, no estaba acostumbrado a ser un pasajero en lugar de hacer el trabajo sucio de limpiar cubierta o remar como los esclavos. Me acerque al grupo que estaba embarcado conmigo, era evidente que todos marchabamos al mismo lugar para ser entrenados como soldados del imperio.
Les escuche hablar y acostumbrado a la mezcla de dialectos, lenguas y acentos aquello me hacia sentir doblemente en casa. Estaba con  el mejor de los humores, a tal punto que tenia ganas de echarme un clavado en el mar para refrescarme.
- quieran o no la guerra ya esta sobre nosotros, para el imperio o para otro da lo mismo, los soldados somos los que morimos para que los que estan sentados en tronos de oro se mantengan en lo más alto.
Dije sin intentar sonar apesadumbrado, sino más bien resignado al lugar que cada uno ocupaba en este mundo. Luego palmie al joven de lacios cabellos largos y negros como la noche cerrada.
- Hay que concentrarse en el horizonte para evitar los mareos, no es el barco el que se mueve sino el resto del mundo...
Por cierto, mi nombre es Aestus, hijo del mar y las velas al viento. 
 

El viaje estaba siendo largo, pero el joven solo pensaba en honor y gloria ademas de reencontrarse con su viejo mentor. Mientras pasaba una moneda entre sus dedos usando un viejo truco de manos algo llamo su atención. Otros jóvenes andaban hablando y presentándose.

Lanzó de repente la moneda al cielo y la recogiò en un rapido movimiento.Seguiria esperando a que llegaran.

¿Aestus? Encantado, soy Assuan. ¿El horizonte? Gracias, intentaré hacerlo.

Assuan intenta respirar profundamente y trata de seguir el consejo.

A unos cuantos metros atisba al joven de aspecto serio que parece no querer acercarse mientras juguetea con una moneda.

Assuan se concentra en el horizonte.

No tardais mucho en divisar la costa griega. Una costa algo abrupta que se va intercalando con calas de arena de guijarros. EL capataz manda al timonel seguirla de cerca a no mucha distancia (500m). Se va bordeando hasta llegar a una punta ancha que sobresale en la zona mas sur. En la cala extensa de arena fina el navío atraca en la playa. El capataz ordena desembarcar y subir a unos carros que esperaban mas adelante. Alli habia ya preparados 3 de ellos junto a 5 centuriones como proteccion: los carros tenian una capacidad de 5 personas, el mas atrasado de ellos llevaba bajo una manta oculta armas para la autodefensa.

Montad en los carros y seguid las ordenes de Euclideo. Hablo desde el navio a la vez que ibais bajando. Euclideo era un joven fornido de pelo marron armado con una gladius en su cintura. Se encontraba en el ultimo carro, el cual levanta la mano.

Iros cogiendo un arma, el camino es peligroso por los rebeldes. No oseis escaparos pues se os considererá desertores, ni tampoco pidais proteccion. Debeis demostrar que soys capacedes de defenderos por vosotros mismos. Nos dirijimos a Esparta.

 Señaló con la mano las armas de la carreta. Habian Gladius, Pugios, Pilums y el escudo Parma en un lado, mientras en el otro habian arcos con flechas y lanzas. Las caras de compañeros vuestros comentaban que sino les habian formado, como era que les pedian defenderse a si mismos.

Una vez cogida el arma mas afin cada uno, os montais y empezais adentraros por el bosque a traves de un sedero bastante cuidado. Se notaba que era paso de carretas por las marcas de las ruedas. Euclideus monto en la primera junto al plebeyo que la manejaba. Los centuriones a pie, se repartieron dos por delante, uno en mitad y los otros dos por detrás. Solo iban con sus protecciones y la gladius oficial.

Tras algo mas de 1 hora de camino, una flecha suena atraves de los arboles para matar al plebeyo que llevaba vuestro carro mientras otra mata al centurion que iba a la mitad. Un total de diez rebeldes armados con espadas aparecieron de entre los arboles buscando acabar con todos vosotros. Tres de ellos se mantenian cubiertos en los arboles armados con arcos. 

Los carros se pararon y se empezó la defensa. Los cuatro centuriones frenaron a 4 de ellos. Uno de ellos asalto vuestro carro mientras dos de los otros se lanzaron contra el de vuestros compañeros. Algunas flechas iban saliendo del bosque sin acertar.

Bajamos a la playa.

La sensación de sentir nuevamente la arena bajo mis pies me hizo sentir mejor. Me gustaba el mar y pescaba con mis hermanos  en mi tierra. Pero me sentía mas segura en tierra. Incluso entre las montañas estaba mas segura.

Pero esa seguridad duro poco. Pronto nos armaron para el camino hasta Esparta. Yo no sabia que coger. Nunca había luchado. Nunca había tenido necesidad de blandir un arma. ¿Cual sería la mejor? Mi misión allí era la de curar a los heridos, no luchar.. pero al parecer tenia una idea equivocada de esta guerra. Hasta los médicos luchan. Medico de Batalla. Bah! Quizá lo entendí mal cuando me lo propusieron en en el pueblo.

Sin embargo vi a los demás chicos dudar y cuchichear entre ellos. Pues bien. Que no se diga que Alisse  se echaba para atrás! Me adelante al resto a recoger un arma. Una lanza. Usaba arpones desde que era  muy pequeña para pescar en las Rias. No creo que fuera muy distinto. Tan solo cambiaba el objetivo. Añadí el escudo. Si era la protectora debería llevar algo con lo que hacerlo, con lo pequeña que soy...

Mas tarde nos asaltaron. Era de esperar. Así que me dispuse presta para salvar la vida de los que me necesitasen. Espere al primero que se acercase. Era una insensatez entrar en la espesura a por ellos.

-Atras!!! Refugiaros con los escudos... las flechas...- Poco mas podía decir. Apenas soportaba el peso del escudo y la lanza cuando arremetieron contra nosotros. Así que mientras alguno fijaba objetivos, yo defendía a los mas rezagados que se paralizaron presa del pánico.

El viaje en barco lamentablemente llegaba a su fin, las costas griegas se divisaron en el horizonte y en un par de horas más estábamos en tierra, siguiendo las ordenes de Euclideo, fornidos y serios centuriones nos escoltaban. Por las propias palabras de Euclideo aquella guardia estaba allí más para evitar que huyamos que por el hecho de que intentaran protegernos de un peligro.
​LLegado el momento de escoger armas observe las presentes, conocía las armas romanas pues había batallado en sus coliseos, tome una Gladius para el combate cuerpo a cuerpo, y un Pilum para defenderme a distancia e incluso arrojarlo para eliminar algún enemigo huidizo. El escudo lo deje de lado, solo me pondría más torpe y necesitaba ambas manos para manejar mejor el pilum.
​Nos adentramos en un bosquecillo, la senda estaba bien delimitada así que era muy transitado de seguro. Me preguntaba que tipo de adiestramiento nos esperaba. Conocía algo de los Espartanos y se les decía ser guerreros temibles, incluso muchas historias hablaban de como podían enfrentarse en pequeños números contra ejércitos.
​Al momento en que la flecha  surco los aires, todos mis musculos se tensaron al tiempo que mi corazón se desbocaba bombeando acelerado para tener los reflejos a tiro. Sin dudarlo me lance con el pilum en mano hacia el primero de los atacantes que se hizo presente de entre la maleza, dejando atrás la cobertura del carro y a mis compañeros. Busque su carne con la punta de mi lanza, manteniéndome alerta de cualquier posible represalia y por sobre todo de no verme rodeado de enemigos.

Finalmente diviso la costa, me descentro momentáneamente por ello y el trozo de queso y pan que he desayunado pelea por salir de mi cuerpo así que me asomo por la borda y vomito. Con el dorso de la mano, me limpio los restos y automáticamente me siento mejor.

Llegamos a la costa y bajamos a la playa, agradezco bastante tocar tierra firme, y arena que me recuerda a casa aunque esta es distinta… más húmeda, más oscura. Mientras me entretengo se adelanta la muchacha que parece darse ánimos a sí misma y coge un pilum y un escudo, detrás va el joven de tez tostada que escoge un gladius y otro pilum.

Me fijo en los centuriones, parece como si estuvieran aquí para obligarnos a montar, no comprendo muy bien ya que estamos aquí para cumplir un cometido, veo unas armas en el suelo que me son familiares, agarro una gladius la desenfundo y sopeso, moviéndola en la mano mientras hago unos movimientos como para ensartar a alguien, parece que está bien contrapesada, distingo también una daga pugios que me quedo también y la amarro al cinto, por último tomo un escudo parma de protección.

Me subo al carro con el resto y vamos de camino, no hay muchas charlas parece como si el desconocer un poco qué vamos a hacer exactamente atenaza las lenguas. El paisaje es muy frondoso y no estoy acostumbrado a ello, me gustan las explanadas inmensas y el sol apretando arriba, pienso como si detrás de tanto árbol pudieran haber cientos de enemigos…

Y al poco se confirma, unas flechas acaban con un centurión y aparecen diez asaltadores armados. Automáticamente la emoción me recorre el cuerpo, ¡Sokar!, desenfundo el gladius y me dirijo hacia el asaltante más cercano mientras lanzo unos golpes tentadores hacia las partes descubiertas, intentando a la vez no dejar ningún flanco desprotegido con el escudo, además de pretender esquivar los golpes del adversario.

El asalto de los rebeldes se empezó a cobrar las primeras victimas. En el primer carro Euclideo tomo la iniciativa protegiendo al plebeyo que tiraba de las riendas y acabando con un rebelde con un estoque a su garganta. El rebelde 7 que asalto la parte trasera acabo con la chiquilla menuda que se escondía, pero un compañero cogio por la espalda, y con temor y valentia le clavo la espada por la espalda acertando en el corazón. Uno de los rebeldes cayo gracias a un centurion, pero el otro que situado a la derecha del carro cayo ante otro rebelde. Los chicos se encontraban intimidados en el centro con el cadaver de su compañera.

A vuestro carro asaltaron 3 rebeldes mas. Aestus salto y se marcho en direccion al bosque acabando con uno de los que se escondían entre los árboles. Su pylum se clavo en el corazón. Alisse con su lanza sin salir del carro blandio su lanza contra el corazon de otro que los asaltaba. Assuan que salto del carro, fallo en su ataque quedando vendido ante el rebelde 7. El rebeldo 8 se preparo para asaltar por un lateral a la posicion de Lerna.

El carro que contenía las armas estaba siendo robado por los numeros 9 y 10, los cuales acabaron con el plebeyo que lo llevaba. Se montaron delante para dar media vuelta.

Mire las armas que nos trajeron y los enemigos que nos aguardaban. Era el momento de mostrarse valiente y tambien de hacerse de valer. Deje las armas y decidi que serian mis puños entrenados en la lucha los que harian el trabajo y asi me enfrente a mi primer enemigo.

Me lance como un relampágo directo a uno de ellos y le golpee con al fuerza de mis puños

Aioras se lanza sobre el que iba a atacar a Lerna, y de un puñetazo sobre la mejilla lo lanza contra el suelo, bajandolo del carro y noqueandolo al darse contra una piedra.

          No se da la oportunidad para agradecer como quisiera al heróico Aioras haberla cubierto porque el instinto de combate no le permite darse tregua, de manera que enarbola el pillum para clavarlo contra el tipo que ataca a Assuan para cubrirle y un momento después saca la gladius y la choca contra su escudo para intimidar a ese asaltante cuando se lance contra én el siguiente turno

          " Mueran infelices y cobardes bandidos! "  

Lerna fallo en su intento de acabar con el rebelde 7 y este se tornó en contra ella al notar su ataque. Se giro dandole la espalda a Assuan y alzando su gladius le despacho un corte certero que iba a impactar contra su brazo derecho.

En el primer carro la unica victima fue el centurión. Los chicos se encontraban juntos arrimados unos a otros atemorizados sin saber usar las armas que cogieron. Euclideo acabo con el ultimo rebelde que les asaltó. Desde su posicion vio como se iban a llevar el carro con las armas: No permitais que se lleven las armas. Ya nos han asaltado muchas veces.!!!

Se podía ver como el carro ya estaba dando la media vuelta para marcharse. Con el objetivo cumplido, los otros dos rebeldes que se escondian entre los arboles se marcharon.

Escucho las ordenes de Euclideo y veo como dos rebeldes se llevan el carro, sin dudarlo cojo el arco del rebelde que abati y una flecha para lanzarle al conductor del carro que se están robando de manera de retrasarles. Los otros dos arqueros huyen así que no serán problema de momento