Partida Rol por web

Tras un largo viaje en tren y un corto trayecto en bus llegáis al hospital militar donde está ingresado Richard Harper.

Aunque el tren era cómodo, moderno y confortable no habías disfrutado del viaje en ningún momento, vuestras cabezas estaban ocupadas en vuestros hijos y en lo que les había sucedido. Y evidentemente las pocas conversaciones que mantuvísteis no consiguieron animarte. Deseabas que tu mujer estuviera teniendo algo más de suerte, eso era lo único que te animaba un poco. Aunque ya llevaban un día secuestrados y no estabais más cerca de recuperarlos que ayer.

A decir verdad, el aspecto de aquel sitio no era nada alentador, frio con barrotes en las ventanas aquello parecía más una cárcel que un hospital. Y en cierto modo así era. Richard estaba internado en un hospital psiquiatrico del ejercito. Había pasado los primeros años en un hospital normal, pero cuando los médicos que le cuidaban decidieron que poco más podían hacer por él fue trasladado esta institución, junto con otros muchos veteranos de la gran guerra que se habían dejado su cordura en Europa.

Una vez identificados como militares y ex-combatientes que venían a visitar a un antiguo compañero, el celador llamó a una enfermera.

Hubo un momento en el que pensaste que no os dejarían verlo y que vuestro viaje hasta aquí había sido en vano, pero que un teniente en activo como era Speirs os acompañase habría muchas puertas dentro de un edificio del ejército.

La enfermera os guió a lo largo de pasillos con multitud de puerta cerradas^*, se veía claramente que el mantenimiento del edificio no era una de las principales preocupaciones del gerente, pues tuberías oxidadas vertían algo del liquido que contenían sobre los sucios suelos sin que a ningún trabajador le importase demasiado.

Llegado un momento la enfermera se para, saca un enorme manojo de llaves sujetas por una argolla metálica y abre una de las puertas.

-Aquí está su compañero.- Dice señalando a la única cama de la habitación. En ella Richard duerme plácidamente, exactamente igual que lo hacía en el hospital de París e igual que como lo ha hecho estos últimos cuatro años. Aunque tú sabes que, por lo menos ayer, no fue así.

¿Es esta la forma de tratar a un heroe de guerra? preguntó enfadado Matthew al ver la húmeda y chabacana sala donde estaba encerrado su compañero. ¿Ha habido algún cambio en él en los últimos días?

La mujer levanta levemente los hombros y os mira con cara de esto es lo que hay.- Créanme cuando les digo que también a mí me gustaría que nuestro gobierno dedicase más dinero al bienestar de los héroes de guerra, pero hacemos todo lo que podemos con los recursos de los que disponemos.

Después camina por la habitación hasta colocarse al lado de Richard.- El señor Harper llegó aquí hará poco más de dos años en coma profundo. Desde entonces no ha experimentado ninguna mejoría, absolutamente nada, no ha movido ni un solo dedo ni ha tenido ningún movimiento reflejo como hacen otros pacientes en su misma situación. Nada hasta ayer.

La enfermera os mira y en sus ojos veis que lo que paso ayer es algo que no le termina de gustar.- Ayer, poco después de que tocaran las cuatro escuche un grito que venía de esta habitación. Un grito desgarrador, un grito....un grito como solo he oído durante la gran guerra, mientras estuve destinada en un pabellón de quemados, cuando llegaban nuevos pacientes a los que aún no les habían inyectado morfina. Un grito que hiela la sangre del que lo escucha porque sabes como está sufriendo quien chilla.

Cuando entré, el señor Harper estaba recostado, no se había movido durante cuatro años y ayer, no solo chillaba sino que se había incorporado el solo, algo impensable para alguien tanto tiempo en coma. Tenía los ojos abiertos, inyectados en sangre y sudaba enormemente sin dejar de gritar.- cierra los ojos al recordarlo.- Uno o dos minutos de intensa agonía después, volvió a caer inconsciente. Pensamos que a lo largo de la tarde o de la noche notaríamos mejoría en su estado o que incluso llegaría a despertar, pero nada.

Aunque eso no es lo más extraño.- Agacha la cabeza y baja el tono de su voz para contaros una confidencia.- El color del tatuaje que tiene en el hombro a pasado del negro al rojo, como por arte de magia y en menos de un día.

Matthew se llevó instintivamente la mano al hombro donde tenía el tatuaje cuando oyó a la enfermera decir eso. Había palidecido pero no había hecho más que confirmar sus sospechas. Mirando a su compañero se aclaró la garganta antes de preguntar, visiblemente nervioso.

¿Ha habido algún cambio  más? No se...la presión, pulso...

La enfermera niega con la cabeza.- Durante los minutos que duró el ataque no lo sé. Intentamos calmarle, le secamos el sudor, le pusimos paños con vinagre.....

Desde que volvió al coma hasta ahora sus constantes son iguales a las que ha tenido todo este tiempo. Pulso alrededor de 55 por minuto y una tensión completamente estable de 8 12.

Las palabras de la enfermera confirmaban las visiones que el teniente había tenido en aquellos fatídicos cinco minutos, pero era tan extraño que el tatuaje hubiese cambiado de color. El suyo le había escocido y quemado, provocándole un dolor horrible, pero no había cambiado de color, ni el de ningún otro. No tenía explicación, pero había tantas cosas que no la tenían que prefirió centrarse en lo que si que podía tener.

¿No habrá recibido ninguna visita de ningún compañero? ¿Verdad? Alguien moreno, con la raya al lado, bien vestido y elegante. - Pregunta el teniente quien aún sospecha de que Keeper está de algún modo relacionado con lo que les ha pasado.

El joven piloto se pasó la mano por el cabello. Nunca había sentido unas ganas tan terribles de fumar como en aquel momento. Por otra parte el no entendía demasiado de enfermería ¿Qué narices? No entendía una mierda. La que sabía de esos temas era Daphne, no él. El sabía de pegar puñetazos, de pilotar y de cuidar a los suyos...los suyos... 

—Harry.—susurró para que la enfermera no le oyese— Tenemos que ir a casa de mi hermana. Quizás haya algo en la habitación.

Sí. - susurra también el argelino.- Piodriamos ir dispues a mi casa tambien. Igual sicuestradores dijar pistas.

No. Harper no suele recibir visitas ni de familiares ni de amigos. Según tenemos entendido era hijo único y sus padres murieron en un incendio hace años. - responde la enfermera sin hacer caso a vuestros susurros.- Que yo recuerde solo ha tenido una visita, un mando militar vino a comprobar su estado una vez al poco de trasladarlo. No guardamos registro de visitas y la verdad, no recuerdo su nombre, pero puedo decirles que era guapo. Alto, ojos azules, rostro anguloso, pelo castaño claro tirando a rubio, piel morena, buena planta.- Tal vez fuera cierto que no recordaba su nombre pero se acordaba perfectamente del hombretón que había venido a ver al soldado Richard Harper.

¿spagg...italoamericano?

Matthew comenzaba a sentirse furioso. DiCaprio estaba en todas partes. Maldito bastardo...MIentras esperaba aque respondiese, se fue acercando a la puerta, tratando de no mostrar su ira.

Por el acento yo diría que sí.- responde la enfermera.- Pero no era el típico italoamericano de Little Italy. Este era muy guapo, y rubio, no sé si me entiende.- Era fácil de entender. El spaguetti había cautivado a la enfermera Cristine Palmer con solo una única visita.

Muchas gracias señorita. A sido usted de mucha ayuda. Un auténtico placer.- Dijo el teniente despidiéndose. Su cara reflejaba lo mismo que la vuestra, ¿Qué diablos pintaba el maldito DiCaprio metido en todo esto? ¿Qué le ha llevado ha visitar a Harper?