Partida Rol por web

-Una enfermedad que puede curarse con el remedio universal....- dijo un fiero Derek mientras comprobaba su pistola, y agregó al ver la cara del resto del grupo -... a su devido tiempo.-

Lewis tenía razón. Steffan también lo oía y sentía el frío que describía Daphne. En la Universidad donde trabajaba había cámaras refrigeradas para la conservación de algunos productos químicos, pero aquí, ¿qué sentido podría tener? Quizá la falsa enfermera tuviera razón y tuviera que ver con algún novedosos tratamiento.

- Echemos un vistazo en esa. Por alguna hay que empezar.

Un chorro del aire más frío que habéis notado nunca os golpea en el mismo momento en el que abrís la puerta, tan frío que helaría hasta al más robusto leñador canadiense. Ante vuestros ojos veis un laboratorio lleno de los más incompresibles aparatos y extraños aparatos, su utilidad está más allá de vuestro entendimiento, incluso para un puntero investigador de universidad como Wood.

Frascos de una sustancia semi-líquida pese al enorme frío existente pueblan la habitación y en el fondo veis el aparato que emite el zumbido que algunos escuchasteis, se trata de un enorme refrigerador que congela el aire que respiráis y que a la vista del conducto de refrigeración que sale de ella, también lo hace con la habitación de al lado.

Menos de treinta segundos después de abrir la puerta empezáis a notar que os falta el oxígeno y que cada vez os cuesta más respirar el aire que sale de la habitación.

Estás segura que estos equipos no sirven para tratar ninguna enfermedad,  no sabes su utilidad, pero seguro que no es una utilidad médica.

De lo que estás segura, es que sirvan para lo que sirvan, algunos equipos de este laboratorio están fuera del alcance de una silla de ruedas.

Con un rápido vistazo, detectas que algunos de los equipos de este laboratorio están fuera del alcance de alguien en una silla de ruedas.

Lo que vio Steffan le dejó helado. ¿Un laboratorio en condiciones controladas de temperatura en aquella casa? Pero lo peor de todo es que, siendo doctor en Química de la universidad de Nueva Orleans, no reconocía nada de lo que veía allí.

- ¡Putain!Esto...no... puede ser.- Lo que si percibió es que nadie en silla de ruedas podría trabajar allí cómodamente.-Algunos de los equipos de este laboratorio están fuera del alcance de alguien en una silla de ruedas.- ¿Qué nuevos descubrimientos harían en aquella casa de los horrores?- Sigamos.- Tenía ganas de investigar más a fondo aquel laboratorio pero, si se quedaban más tiempo allí sin desconectar el refrigerador, podrían morir. Ya le faltaba el aire, así que salió de nuevo al pasillo.

Que Roderick estuviera asustado no era ninguna novedad, pero a cada paso que daba más empezaba a flaquear su valentía... que a pesar de provenir de los propios tormentos que albergaba su mente, esta nueva faceta suya le había echo continuar adelante cuando en cualquier otra circunstancias hubiera salido corriendo en el menor indicio de peligro.

"Si sales corriendo ahora, los matones de ahí abajo te van a freir a tiros y después freiran al resto... estás atrapado Roderick... sigue andando, lo mismo hasta puede que tengas suerte..."

El asustado capellán se adentró tras Wood poniéndole la pistola en la espalda al guía forzoso.

- Vamos, entra tu también... venga delante para que te veamos bien- ordenó para infundirse animo y escucharse a sí mismo- ¿Qué... demonios es... esto?- añadió con trabajo respirando con la boca entreabierta y mirando hacia los lados sin perder de vista al matón.

El hombre entró en la habitación siguiendo las órdenes de Craven, pero por su cara, visteis que estaba tan desconcertado ante el descubrimiento del laboratorio como vosotros.
 

Deberíamos desconectar esto. Así conduciriamos a todos a una emboscada y no tendríamos más problemas para acceder a Deaths.La mujer miró a su alrededor buscando con la mirada algún lugar donde esconderse si decidían seguir aquella opción. Además, había algo que la daba mala espina en aquello... y si estaba conectado seguro que no era para ningún plan benevolo.

Tu mirada, acostumbrada a encontrar cualquier pequeño detalle fuera de lugar, no había perdido reflejos durante el embarazo. Buscabas un sitio para esconderte y lo encontraste. En el hueco entre dos de esas máquinas desconocidas, puede esconderse fácilmente una única persona, el problema es que nadie resistirá mucho tiempo respirando esta atmósfera tan fría y falta de oxígeno, tal vez apagando el refrigerador el aire cambie, pero no sabrías decir lo rápido que eso sucederá.

Miras el rellano, completamente diáfano y decides que esa no es una opción para esconderse, como tampoco lo son las ventanas que dan al balcón, pues os ponen al alcance de los hombres armados del exterior.

Tal vez haya más suerte en el resto de habitaciones, pero eso no puedes saberlo sin abrirlas.

-O también podemos sehuir copmo hasta ahora, que no hemos tenido problemas, y después de encontrar a Deaths pegarle fuego a todo esto.... que cada vez me hace menos gracia estar detrás del "Señor Muertes"- dijo Derek  aparentemente muy en serio.

De la habitación climatizada surge un susurro inhumano que hiela la sangre de todos los presentes. Una voz metálica y chirriante que no parece poder haber salido de ninguna garganta humana.

¿Luiiiigiiii?

El fuego tenía diversas virtudes entre ellas la de purificar el mal, de manera que el capellán no podía estar más deacuerdo con Claypole. Así que cuando propuso lo de procurar pasar desapercibidos y salir de allí pegándole fuego a todo a su paso, se le antojó la opción más sensata.

- Que arda todo este antro del mal es sin duda lo más apropiado...- iba a haber añadido algo más pero la voz metálica lo interrumpió, al señor Craven se le erizó la piel y sufrió un ligero temblor en la mano con la que sostenía el revolver- Cielo santo... - susurró- nos han escuchado...- Roderick se quedó petrificado sin saber si avanzar, esconderse o salir por patas.

Está llamando a Dicaprio... No sabe que somos nosotros...

Eso les daba ventaja a la hora de asaltar la habitación y apresar al hombre para que les soltase donde demonios estaba su hijo. Y como que había un Dios que se lo sacaría, fuese como fuese.

- ¿Y si nos dividimos? Puede que los niños estén sanos y salvos en las otras habitaciones.- A Steffan se le veía dubitativo. Esa voz escalofriante y el hecho de que la habitación estuviera refrigerada...algo le decía, después de las cosas horribles que habían visto, que iba a arrepentirse toda la vida de abrir esa puerta. Sin embargo, como él no tenía hijos, se ofreció para abrir la puerta desde la cual había llegado la voz metalizada.- Voy...voy a abrir.- Dijo con la escopeta en una mano y la mano en el picaporte.

-Con cuidado...- susurró Derek acompañando a Steffan colocándose del otro lado de la puerta -... recuerda que en la otra habotación apenas podíamos respirar.-

Rodrigo tragó saliva y movido más por la curiosidad que por su propio raciocinio que le gritaba cada vez más alto salir de allí, caminó hacia la puerta obligando al matón a ir delante, si las cosas se ponían aún más feas podría utilizarlo como escudo...si toda una mala acción llevada a cabo por cobardes... pero ¿Quién había dicho que él fuera valiente?

-Vamos...

Daphne se puso a la espalda, mirando por el rabillo del ojo la puerta a sus espaldas y con la mano agarrando firmemente la pistola. No estaban en una posición ventajosa. La voz era demasiado metálica y no sería descartable que fuese una grabación, acercándoles allí para tirotearlos por la espalda. No dijo nada al resto por no preocupar a sus compañeros, aunque su gesto delataba que algo no iba bien. Aún así intentaba convencerse de que la mayoría de la gente no era tan lista como para idear aquellas cosas. 

En el momento que abrís la puerta sentís el mismo frío inhumano y la misma falta de oxígeno.

En mitad de una habitación completamente carente de mobiliario hay un apergaminado viejo sentado en una silla de ruedas y tapado por una vieja y roída manta de cuadros, su cabeza se vence hacia delante, las pupilas de sus ojos son casí blancas debido las cataratas y sus manos muestran claros síntomas de atrofia.

Les dije que el señor Deaths no podía haber secuestrado a nadie.- murmura el hombre os acompaña al ver al probre viejo sentado en su silla.