Partida Rol por web

El sheriff Waxter os recibió en su despacho. Era un hombre mayor, elegantemente vestido con el uniforme oficial que os evaluó en cuanto entrasteis y no quedó muy impresionado por el variopinto grupo que formabais, entre los que había un par de tullidos una de los cuales era una mujer.

- Deben tener amigos muy influyentes.- dice cuando deja de miraros.- El fiscal general del estado de California me llamó personalmente ayer para que les deje interrogar al detenido. - Por su tono de voz, no parece muy contento con la injerencia del fiscal.- Morris les acompañará y les pondrá al día.- Termina mientras señala la puerta de su despacho.

Fuera del despacho un joven ayudante del sheriff os está esperando. Bajito y de aspecto enfermizo no tiene la planta característica de los agentes de la ley. O bien tiene un sexto sentido para las pistas y deducciones o lo que tiene es un conocido en algún alto cargo.

El sospechoso está en los calabozos. Permítanme acompañarles.- Caminando delante de vosotros se dirige hacia una escaleras que dan al sótano.- Lo detuvimos el pasado jueves 4, gracias a un chivatazo. Había alquilado una casa donde guardaba más de 1000 litros de whisky. Suponemos que el destino de ese alcohol era sin lugar a dudas el mercado negro.

Por lo que nos ha contado, lo único que hacía era custodiar el alcohol para Oswald Smith y realizar pequeños trabajos, a cambio de que le perdonara una deuda contraída en las apuestas.

Cuando comprobamos sus huellas dactilares nos encontramos con que coincidían con varias que habíamos encontrado en la peluquería de Aaron Wislow. Uno de los negros asesinados la semana pasada.

Le preguntamos por su visita a la peluquería, y nos dijo que lo único que hizo fue entregarle un sobre de Smith, ni lo abrió ni sabe su contenido. Wislow apareció muerto el día siguiente a la visita de Tarvington. Hemos hecho averiguaciones en el barrio y la peluquería de Wislow cerró sus puertas más o menos a la misma hora en la que el sospechoso afirma que fue a verle. Por lo que pensamos que en lugar de lo que cuenta, lo que hizo en realidad fue secuestrarlo.

Después de la primera coincidencia, enviamos sus huellas a las oficinas de las ciudades donde habían habido más asesinatos y encontramos otro positivo. En una lavandería en San Francisco en mitad de ChinaTown, cuyo propietario también fue asesinado el mismo día de su visita. Tampoco sabe nada, afirma que fue a recoger un sobre por orden de Oswald. Un sobre lleno de dinero, que supone era un pago de extorsión.

En el sótano, dentro de una celda hay un hombre bien vestido en un estado lamentable. Lleva la última semana allí dentro y por lo que ha intuido por los interrogatorios recibidos parece que van a acusarle de asesinato en lugar por posición de bebidas alcohólicas.

¿Qué es lo que quieren?- os pregunta sorprendido al veros.

Daphne que sabía mejor que nadie que en profesiones como la de aquel hombre no importaba mucho el aspecto mientras fueses un hombre blanco y preferiblemente americano, saludó con un gesto de cabeza y se dirigió hasta el sospechoso. Un montón de preguntas bullían en su cabeza, pero ninguna demasiado relacionada con el caso. Las preguntas eran más "sencillas".

Quería hacer unas preguntas a Trohman sobre la desaparición de su pequeño,preguntar porque demonios era sospechoso si solo habían encontrado sus huellas en comercios donde más probablemente formase parte de alguna red para coaccionar a todo aquel que no fuese un WASP.* Por ello la mujer permaneció en silencio esperando a que los hombres preguntasen algo mientras se abanicaba con el periódico mirando por encima las noticias en el proceso. 

Steffan parecía más interesado en hablar con el Sherfiff Waxter y con su ayudante Morris que con el propio sospechoso. Desde que supo que aún con el sospechosos en la cárcel los asesinatos se había seguido produciendo había perdido parte del interés. 

Antes de entrar al calabozo, realmente eran una buena tropa como para entrar todos juntos, aprovechó para interrogar a los que habían hecho la investigación. Si algo estaba claro es que para cometer aquellos asesinatos hacía falta tener muchos recursos y ese mequetrefe no  tenía pinta de ser nada más que un matón a sueldo.

- Sheriff, ¿qué sabemos de Oswald Smith? Los asesinatos se han cometido cada tres días en distintas ciudades: Ciudad Vallejo, en San Francisco, en Oakland, en San José; en Stockton y en San Mateo. ¿Son las zonas habituales de influencia de ese mafioso?- Se quedó pensativo mientras esperaba la respuesta.-¿Encontraron en la peluquería de Aaron Wislow el sobre que se suponía había entregado el sospechoso?- Cada vez el sospechoso le parecía más un mandado que otra cosa.-¿De quién fue el chivatazo que les puso sobre aviso del sospechoso?

Highway se puso al otro lado de la reja y miró al encarcelado seria y fríamente. Si tenía algo que ver con los asesinatos seguro que no se lo contaría. Ni siquiera le sonsacaría nada de nada.

Que pena que a estos cerdos no se les pueda tratar como lo que son para que canten, pensó el sargento mientras se acercaba.

- Así que eres el típico cabeza de turco ¿no?... el eslabón prescindible... el que mueve la mierda. Vamos que solo cumples órdenes pues no tienes cabeza para nada más que hacer lo que te dice otro ¿no?- dijo nada más llegar sin presentarse siquiera.

- Lo que me extraña es que escogieras a esos tipos. ¿Que tienen? y sobre todo ¿qué les dabas? ¿un sobre?- preguntó con su grave voz-. Seguro que ni siquiera sabías lo que tenían dentro ¿me equivoco?- volvió a preguntar.

- La verdad es que alabo al bastardo de tu jefe pues ha elegido un mindundi de calidad, alguien que no pregunta y que no le importa nada, alguien a la altura de la mierda que es su jefe ¿me vuelvo a equivocar?- siguió preguntando para ver si reaccionaba.

Roderick acompañó al grupo para ver al sospechoso en silencio, tras echarle un vistazo y tras ordenar cronológicamente los asesinatos cometidos con la encarcelación del único sospechoso terminó de verificar que aquel pobre diablo no podía ser el asesino que buscaban, podría ser culpable de los anteriores asesinatos pero de los último... salvo que tuviera algún tipo de poder milagroso... no podía haberlos cometido.

Cuando estuvo a punto de formular algunas preguntas, el señor Highway ya había hablado por él, de manera que permaneció a una distancia prudencial para escuchar la respuesta, mientras el mono de fumarse otro cigarrillo le hizo rebuscar entre su chaqueta y sacar su pitillera, lo encendió y dio una honda calada.

Sólo ayudante, de momento - Responde el joven Roger.- Oswald Smith es un conocido jefe mafioso local. Tiene su base en San Francisco, pero su organización se extiende por todo el área de la bahía y alrededores. Así que podemos decir que los asesinatos fueron cometidos dentro de su zona de influencia.

Encontramos un sobre vacío en una papelera, y en un cenicero lo que parecían ser los restos de una nota quemada, pero los restos eran totalmente ilegibles.

Escucha atentamente la pregunta sobre el autor del chivatazo para contestar. - Fue uno de nuestros confidentes habituales. No puedo darles más datos como comprenderán.

El prisionero le devuelve la mirada al sargento. Es una mirada llena de angustia.

Ya se lo conté a la policía.- suspira.- Le debía dinero a Smith. Mucho dinero. Me dio una paliza tremenda.- Cuando dice esto os dais cuenta de que alrededor de su ojo derecho tiene una zona con un ligero tono amarillento. Podía ser los restos de una moradura o cualquier otra cosa.

Pensaba que acabaría mis días nadando en la bahía con unos zapatos de cemento, pero me ofreció un trato. Sólo tenía que hacerle un par de favores y me perdonaría los intereses de la deuda y alargaría el plazo para poderle pagar. 

No sé si es verdad lo que me contó, pero habló de que estaba falto de personal.

En un susurro para no interrumpir la declaración el ayudante del sheriff os apunta.

Esa parte podría ser cierta. Recientemente Smith perdió a varios de sus hombres en un tiroteo con una banda rival, eso unido a varias detenciones exitosas nos habían llevado a pensar que la capacidad operativa de Smith estaba muy maltrecha en la zona de Stockton.

Acepté sin pensarlo. Total, cualquier cosa era mejor que lo que tenía en esos momentos.- Continúa el detenido.- 

Lo primero que me encargo fue acercarme a la lavandería año nuevo en San Francisco, en el mismo centro de China Town, y decir que iba de su parte. No parecía un trabajo muy complicado.- Vuelve a suspirar y niega con la cabeza pensando lo tonto que había sido.

En cuanto mencioné su nombre, el dueño sacó un sobre lleno de billetes y me lo entregó. Supuse que se trataría de un pago y que mi misión era hacer de mula, pero mejor mula que alimento para peces. ¿No?

Cuando le llevé el sobre me dio nuevas instrucciones. Con el dinero que había en el sobré tenía que alquilar una casa con garaje aquí en Stockton. Cuando estuviese instalado, tendría que dejar una nota en la peluquería de Wislow y esperar. 

Como comprenderán no abrí el sobré que contenía la nota, uno no hace eso si quiere conservar la vida. Uno se limita a obedecer y eso es lo que hice. Entregue la nota y esperé.

Esa misma noche un camión aparcó en la puerta de la casa alquilada y varios hombres comenzaron a descargar las cajas de whisky. Me dijeron que volverían a recogerlo en menos de una semana.

Al día siguiente, la policía estaba registrando la casa y yo terminé con mis huesos en esta comisaría. Eso es todo lo que sé, se lo juro.

Con un rápido vistazo al periódico del día concluyes que no habla de ningún tema interesante o mínimamente relacionado con el caso. 

Como si fuese a regañar a un perro, la mujer enrolló el periódico y se acercó con paso firme hacia el sospechoso. Por un momento dio la impresión de que iba a golpearle con el rollo de papel para sacar información. Y teniendo en cuenta que llevaba cinco días alejada de su pequeño no sería de extrañar aquella reacción. Sin embargo, su cerebro trabajaba lo suficiente para darse cuenta de que aquello no conducía a nada. La mujer se fijó en las manos del hombre antes de mirarlo a los ojos.

No. Esas no son manos de asesino. Sus uñas no tienen restos de sangre y, da igual lo mucho que se laven. Siempre queda algo.  

No es a quien buscamos— dijo a sus compañeros. La mujer tenía claro cual iba a ser el siguiente paso,el paso lógico. Y seguir en aquella habitación era perder el tiempo. Había que moverse.De pronto el tono de voz desveló la seguridad de sus palabras y continuó —Será mejor que nos vayamos. No podemos perder el tiempo.

Sin despedirse del preso y haciéndolo con un simple gesto de los guardias salió a la calle.

- ¿Ya nos vamos?- Dijo mirando a la mujer con cierto reproche en la mirada. Él no había acabado aún y no había recorrido todo ese camino para irse sin aclarar todas las dudas que tenía. Ignorando al prisionero siguió hablando con el ayudante del Sheriff.- Dice que Oswald Smith ha tenido enfrentamientos con otras bandas rivales. ¿De quién se trata?- No le hacía mucha gracia que no quisieran contarle, a pesar de tener, como había dicho el Sheriff, contactos importantes, que no le dijeran quien era el confidente.-¿Algunos de los asesinados pertenecen a esas bandas? No sé ni siquiera si todos están identificados. Habla también de que andaba necesitado de personal enre otras cosas pro exitosas detenciones. ¿Tienen a algún detenido más perteneciente a esa banda?

A pesar de hablar con el ayudante del Sheriff Steffan seguía atento a las reacciones del preso por si le pillaba en algún renuncio. En cuanto tuvo un momento en el que pudiera pillar a solas al ayudante de Sheriff trató de convencerle de la necesidad de saber todos los detalles de la operación, principalmente la identidad de quien había realizado el chivatazo.

Por una vez Roderick estuvo de acuerdo con la mujer, poco más podrían sacar de aquel tipo. Había sido escogido como chivo expiatorio y aunque eso era algo que ya supuso incluso antes de llegar allí, interrogarlo era parte del protocolo que debían seguir... de manera que terminó de dar la última calada al cigarrillo, expulsó el aire y avanzó unos pasos hacia la puerta, sin decir nada, a la espera de que los demás se pusieran en marcha para salir de allí.

Mientras esperaba a que sus compañeros saliesen, Daphne se acercó a uno de los policías que estaban en la entrada y le preguntó si podía usar el teléfono de la comisaria. Después de buscar unos segundos en el listín telefónico encontró lo que buscaba y se puso en contacto con la oficina de turismo para informarse de los horarios y posibilidades de viajes hasta San Mateo.

Highway miró a Daphne y entrecerró sus ojos. Estaba con ella. De ese tipo no sacarían nada que les valiera.

Volvió a mirar al prisionero y tras negar con la cabeza le preguntó-. ¿Te suena este tatuaje?- preguntó remangándose la camisa hasta dejar ver el tatuaje que le hicieron en la gran guerra, cuando sufrieron los sucesos extraños.

No sabía muy bien por qué lo había hecho. Esperaba que no reaccionara ni que le sonara de nada, pero algo dentro de él le impulsó a enseñárselo.

Lewis seguía bastante deprimido con el secuestro de su hijo y no estaba prestando mucha atención. No lograba entender que relación podía tener la desaparición del niño por aquella pared, las visiones y aquel desgraciado que estaba allí encarcelado.
Se disponía a seguir a Roderick cuando vió como Highway le enseñaba el tatuaje.

Después de un momento de espera, te pasaron con la estación ferroviaria de San Mateo. Allí un vendedor te informó de las rutas de los trenes de cercanías que unían Stockton y San Mateo.

Hay dos trenes diarios que conectan directamente esas dos ciudades haciendo el trayecto en poco más de dos horas. Por otro lado, hay trenes de cercanías con periodicidad horaria que unen San Francisco con las ciudades circundantes. Así que, aunque no cojáis el tren directo, el trayecto Stockton - San Francisco -San Mateo no supondrá más de cuatro horas de viaje.

Cuando cuelgas, te das cuenta que ninguno de tus compañeros ha salido aún de la oficina del Sheriff.