Partida Rol por web

Salvadores Salvados

Diario de alguien importante.

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15/12/2012, 07:17
Administrador
Sólo para el director

Ejemplos para que los jugadores potenciales juzguen la dicción del Director antes de apuntarse.


"Nacer es comenzar a morir." Teófilo Gautier.

Era asfixiante en el sentido más literal de la palabra. Aquello era el peso de la ley y lo demás exageraciones por parte de los frusleros. Si alguna vez has tenido unos dedos cerrados sobre el cuello sabrás a lo que me refiero, siempre y cuando la presión fuese suficiente para que, mientras el rostro enrojece, el cerebro piense algo con una certeza premonitoria. Hablo de morir.

Pero si escribo esto es porque no estoy muerto, ya que yo no creo en la resurrección. Han pasado treinta y seis horas y aún no me han encontrado. Hace esa cantidad de tiempo, ni sesenta minutos más ni menos, había un Schutzstaffel con la diestra en el cuello y la siniestra en el gatillo, cañón directo en la sien.

Y tengo la cabeza entera, gracias a Dios. El sonido del disparo restalló, y diría que me ha trastocado algo en el tímpano, o por ahí dentro, pero la bala no me alcanzó. Se estampó contra la pared, a mi espalda, haciendo saltar gravilla sobre el hombro alzado bajo una gabardina gris dos tallas más grande que la mía.

El alemán, por su parte, salió despedido por los aires, volando un par de metros mientras asimilaba los hechos. Dos segundos después estaba en el suelo, tendido entre los escombros. Y yo, lógicamente, corriendo, escuchando dos disparos más por las espaldas. Girarme en esa situación era sinónimo de reunirme con mi padre, y mi padre lleva muerto veintisiete años, tantos más uno como yo tengo.

Así que aquí estoy, refugiado entre tres muros y medio techo, con una lata vacía al lado y contaminación hasta en el hígado. Por beber agua de río, principalmente, no por las artes de la guerra, que también. Quizá pienses que esto no es vivir, y bien cierto es. Esto es sobrevivir, y pese al nombre, es mucho peor que la vida en sí como debiera ser, pero es mejor que nada.

Prefiero vivir arrastrándome por los escombros que morir de pie, porque si él me busca no debe ser el único. El nazi dijo textualmente "la escoria como tú", y eso significa que hay más en mi condición. Y yo pensando que eso de empujar cosas con wireless era sólo cosa mía. Pues mira tú por dónde, ahora me tocará buscar a más. ¿Cuántos? No lo sé, pero me importa.

Tengo un humor ácido y retorcido, sí, pero vivimos en guerra, y cada uno se vuelve loco como quiere. Cuando tengas una pistola en la cabeza y una esvástica encañonándote escribes un diario y me lo cuentas. Hasta entonces deja de juzgar algo que te queda lejos, y ni si te ocurra sugerir que estoy discutiendo conmigo mismo. No he perdido la cabeza. No más que cualquier soldado francés en mis circunstancias, si es que hay más, cosa que dudo para mi desgracia.

Mi pregunta es la siguiente. ¿Cuánto tarda un SS en encontrarte? Treinta y seis horas. Ni sesenta minutos más, ni menos. Debería correr, pero aquí no se escucha vida ni algo quemando combustible. Si miras por donde debiera haber una pared o medio techo, no verás más que ceniza. El fuego hizo pasto la ciudad, y a una generosa cantidad de sus habitantes. Si quisiera podría recrear aquí una obra de teatrillo, y salta a las palabras quienes harían el papel de títeres.

Es cruel y divagante todo esto, me consta, pero párate a pensarlo. Nadie va a leerlo. Se quemará, como tantas otras cosas. Yo moriré, y toda esta locura verá el desenlace que se merece. Salta a la vista. A la mía, obviamente.

Mira, paro de escribir. Tengo un hombre al que matar y muchas ganas de hacerlo. No he matado a un hombre en mi vida, pero todo alrededor es ella, así que uno acaba descubriendo cierta belleza ultraterrena en algo así. Es como la presentadora de telediario que veía hace meses durante los descansos a mediodía, pero mucho más fría. Más Mortecina, por ponerle nombre.

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29/12/2012, 06:51
Administrador
Sólo para el director

2345 D.C. (Después de Cristo) - 400 D.V. (Después de Vitalismo)

Voy a contarte una historia. Pese a lo que pudiere parecer, no es una historia con un final feliz. Tú estás aquí, con tu carnet que te clasifica como un ciudadano de Primer Orden, sentada en el salón de nuestra casa domótica. Me gustaría explicarte todos los problemas que hay aún tras las pisadas de la humanidad, pero prefiero contarte las historias que no te quitarán el sueño. No puedo contártelo todo. Eres muy inteligente, así que supondrás el correcto por qué, pero puedo contarte lo suficiente.

Empezó hace poco más de cuatrocientos años. Estaba naciendo lo que más adelante sería Internet, y el mundo seguía dando vueltas en círculo frente a un mismo eje intelectual y moral. Pero tú ya sabes lo que es la Segunda Guerra Mundial. Lo que no sabes, hija mía, es que antes de esa tragedia no había Vitalistas, y que hasta la Tercera Guerra Mundial no salieron a la luz.

¿Recuerdas a tu chófer, Martha? Esa águila plateada del gorro... sabes lo que significa, ¿verdad? Ganaron los Nazis, aunque tú ya sabes que no ganaron la Segunda Guerra Mundial. Has leído en nuestra biblioteca que eso es información adulterada. No les interesa parecer vulnerables, pero tú sabes a lo que se dedica papá. Papá es un científico, y pese a lo que pasó a tu tío, algún día conseguirá lo que la humanidad necesita. Aquello fue un mal necesario, ¿entiendes?

Te he visto rebuscar entre mis archivos, no creas que no me doy cuenta. He visto cómo comparabas los diseños. Los inyectables, las máquinas, las cámaras, todo. No deberías ver esas cosas, querida. Son peligrosas, a pesar de que ahí estuvieron nuestros mayores. Ya has visto lo que le sucede a muchos. Las malformaciones, la locura, y... lo del vacío. No, no me refiero a Adam S.S., sino a los archivos sobre consunción anímica.

El caso es que nos hemos acostumbrado a jugar a ser dioses, ¿entiendes? Empezamos por algo sencillo e inocente, pero acabamos como no podía ser de otra forma. Y todos somos iguales. Mírate tú, querida. De pequeña hacías bailar a tu osito de peluche, te encantaba. Te poníamos música y te sentabas en este sofá. Apuntabas a la mesa de la cocina y le hacías fingir que te preparaba el desayuno. Pero el otro día le leíste la mente a mamá, y eso estuvo mal. No se puede hacer eso sin permiso, ¿recuerdas? Papá te lo enseñó. No está permitido, y papá no quiere que acabes donde los que hacen cosas malas. Tú no quieres acabar ahí, ¿verdad?

Tú hazle caso a tu padre. Potencia lo que ellos no van a ver. Ese 147 de Coeficiente Intelectual podría ser dentro de unos meses un 174 si te esfuerzas. Es tu mejor capacidad, ya lo sabes. Para cuando llegues a los estudios superiores, imagina. Podrías ser mejor que papá, y nada me haría más orgulloso. ¿A ti no? Cada día le pides las llaves a mamá para entrar en el despacho, y ahí sólo hay cosas de mi trabajo, aunque no puedo enseñártelas todas todavía, claro. Dentro de unos años te enseñaré algo más. Cuando mamá hable contigo sobre cosas de mujeres, ¿vale?

Tienes que entender una cosa, Martha. Tú ya sabes que muchos adultos quieren engañarte, y que algunos niños son más adultos que los propios adultos, ¿no? Pues bien, ahora piensa en los señores de la esvástica como a extremistas. ¿Recuerdas cuando fuimos a Marte? ¿Cuando fuimos a ver al tío al hospital? ¿El hombre de color oscuro? Era el primero que veías, y hay más. Las marcas del rostro eran para clasificarlo. Ciudadanos de Tercer Orden, por debajo de la gente corriente. Parias sociales, hija, ¿y sabes por qué? Por lo que viste. La piel.

Sí, sí, sé que es difícil de creer, pero es así. Ya viste dónde acabó tu tío, y eso que tan solo estaba enfermo. Las Águilas no quieren a débiles. Son exigentes, y tú sabes que eso está bien, pero hasta cierto punto. Y ellos se pasan del punto por mucha distancia. Si no fueses inteligente, ese hombre no te llevaría a clase, y no te llamaría Doña Martha ni te abriría las puertas para que entrases. Muchos compañeros tuyos no tienen de eso, y yo no lo pedí. Me obligaron, como siempre. Porque trabajo para ellos, y ellos reclaman para sí lo mejor. Siempre. Siempre ha sido así.

Ahora todos estos lujos te parecen bonitos, pero aún así tú te sueles conformar con poco. Si a día de hoy ya te da igual el chófer cuando tengas mi edad comprenderás que lo mejor vivir como papá. Benefíciate de lo que ellos te dan, pero engáñales. Tú nunca traicionarías a tu padre por ellos. Está en tu ADN. Y papá es genetista, así que sabe de lo que habla.

Nosotros no podemos cambiar el pasado. No podemos cambiar lo que las Águilas hicieron. Lo que Alemania y Estados Unidos hicieron. Pero pudimos cambiar lo de las DSM, Dimensiones Simultáneas Múltiples, más o menos, y pudimos controlar el Vitalismo hasta cierto punto. De ahí que tu tío esté donde esté. Aún tienes la marca en el brazo, ¿verdad? Tú tío nunca había sido fuerte, pero ya lo viste. Tú viste lo que le pasó. Y fueron los planos que tú miraste, Martha. Concretamente, un inyectable y un poco de fototerapia. Lo sigues viendo en televisión, ¿no? Los sábados por la noche. En cuanto se levanta del trono en el almacén puede levantar un vehículo blindado a pulso. Me gustaba más cuando veías el canal Ciencia, la verdad. Ya sabes lo que pasa con el Historia y el Carcelario.

Lo dicho, Martha. La historia es sencilla. Ellos jugaron a ser Dioses porque querían lo mejor. Lo están consiguiendo, pero esa guerra aún no la han ganado. No pueden controlarlos a todos, es imposible. Es como intentar sujetar un polo negativo con otro, o disolver una hebra de almas en un nodo. Sólo conseguirás desatar una reacción opuesta. Y tú me tienes que ayudar. Al grupo de papá no les queda gente que pueda mirar en las mentes, cariño, y no nos sobra gente inteligente. ¿Qué te parece si vamos a ver a tu hermano dentro de dos semanas? Tiene a un hombre malo, y necesitamos que averigües un par de cosas. Las manos en la espalda esta vez, lo prometo, cariño. Haremos las cosas a tu manera. Es sólo que a papá a veces se le olvida que hay cosas que no siempre son necesarias. Papá no es perfecto, ya lo has visto.

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29/01/2013, 21:12
Gretchen

Gretchen - La habitación en el Boulevard

La habitación es minúscula, y que el techo esté inclinado sólo consigue acentuar más la sensación de pequeñez. Como un poeta en los barrios de París, el reproductor de vinilos -perdieron importancia en el S XXI, pero los puristas los recuperaron en el XXII por la calidad del sonido- imita a una gramola vieja.

 ...cause your hands may be strong / but the feelings are wrong...

La chica cose, con no excesiva maña, un par de botones en el pijama de ositos que sacó de su hogar. A Dieter le gustaba verla con él, pero eso le da igual ahora. Es abrigado, y esa ropa escasa que tiene que llevar todo el día le deja el cuerpo helado.

La luz de la luna se filtra por el ventanuco redondo, y casi podrías creerte que la guerra no existe y que este desván en lo alto de un burdel es la torre de una princesa. No lo es, por supuesto; en este edificio todas son princesas y no lo es ninguna, y lo más parecido a un caballero andante es Janssen, que tiene de caballero lo mismo o menos que un nazi. Los nazis al menos tienen uniforme.

Nazis. Todas las guerras mundiales las organizan ellos. ¿Cómo es que nadie se ha planteado pasar la puta Alemania por napalm y nos dejamos de tonterías? Al menos no soy judía, piensa Gretchen. Al menos tengo los ojos azules y el pelo claro. 

Gretchen, sentada en el viejo sillón cuyo estampado es ahora mismo una broma de mal gusto, examina su trabajo. No es estéticamente perfecto, pero servirá para lo que tiene que servir. Pulcramente -ha aprendido a ser pulcra y perfecta a golpe de desdén- lo dobla y coloca en la vieja cajonera de madera. Apaga la pequeña lamparita, cuya tulipa de cristal está rajada, y se queda quieta en la oscuridad. Por entre las rendijas del suelo se cuela, en la noche artificial de la habitación, los sonidos del burdel. Pasos y gemidos amortiguados, los sonidos del amor mercenario, que parece que en estos días es el más genuino. Más cercanas, las voces del despacho de Janssen, bajo sus pies. En las noches más silenciosas casi podría entenderlas, si es que le interesasen para algo. Pero Gretchen vive en su cabeza la mayor parte del tiempo.

Se pone en pie. En la pared, junto a una reproducción vieja y ajada de Los Girasoles, hay un trozo de espejo carcomido. Mira a la chica que la observa desde el otro lado: flaca, tan flaca que un ciego podría aprender anatomía en su esqueleto. Ni guapa ni fea, con un rostro de niña perdida en el bosque. Irónico, puesto que lo único que Gretchen no quiere hacer es volver a casa.  Pequeña. Cabría en un maletero sin problemas. Los ojos desteñidos de tanto llorar, el pelo lacio recogido en una coleta que en nada se parece a los ornamentados moños que emplean las patinadoras en las competiciones. 

Atraviesa la habitación, sin pisar la trampilla del suelo, abre la ventana y mira la ciudad. Risas viriles suben con el aire: los clientes medio borrachos y satisfechos que abandonan el edificio. La luna, arropada por su corte de estrellas, no sabe lo que es la soledad. Esa enorme moneda blanca brillando en el cielo, como una metáfora de todo: poetas y enamorados se sientan a sus pies y la adoran, pero en realidad no es más que una roca pulverulenta y helada. Y así es siempre, cosas que parecen lo que no son y que ni siquiera en una segunda vuelta de tuercas Gretchen es capaz de comprenderlas.

Deja el ventanuco abierto, para que entre el aire de la ciudad, los sonidos de un universo que está al otro lado de un muro construído en su cabeza. Mira las estanterías, fabricadas con tablones sin barnizar y clavadas a la pared con no excesiva maña. Aguantan, no obstante. En ellas, perfectamente alineados unos juntos a otros, un modesto ejército de libros de segunda mano. Son más de los que ha podido poseer nunca, aunque su número no llenaría más de dos o tres meses de tardes de lectura.

Escoge uno de ellos, el más perjudicado. El Principito. O si hacemos caso de la deteriorada portada,  *l Pr**pit*. Lo abre.

Lo esencial es invisible a los ojos.

Gretchen cierra los ojos y se concentra... se concentra en ser esencial.

 

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30/01/2013, 18:11
Gretchen

Gretchen - Stille

Toc, toc.

Gretchen abre la trampilla para encontrase con el humo del cigarro omnipresente de Stille. Sonríe cuando, incluso antes de abrir, percibe el olor a tabaco. Afortunadamente, hay otros olores que él lleva pegados al cuerpo -sangre, químicos, disparos y muerte- que la nariz de Gretchen no está preparada para detectar. Tanto mejor: su Mesías es perfecto en el mundo de dentro de su cabeza, y Stille no está por la labor de hacerla despertar de esa ilusión con tanta brusquedad. O quizá, de hacerla despertar en absoluto... hasta el más turbio de los hombres puede anhelar ser un contorno brillante para alguien. Stille no es el más turbio de los hombres, siendo justos. Siendo justos, se le acerca bastante. Necesita tener ese Stille purificado que vive en la mente de Gretchen; necesita tener a ese hombre -que sólo se parece a él en el nombre y un par de intenciones- para no perderse.

Hace menos de dos horas, Stille estaba comprobando si es cierto aquello de que rajarle la carótida a un hombre hace que la sangre salga despedida a más de dos metros. Todavía ahora hay minúsculas gotículas ferrosas salpicando su ropa de cuero negro, aunque habría que tener muy buena vista para distinguirlas. Dice mucho -o muy poco- del ser humano el ver como ese mismo hombre que con una carcajada ha rasgado cuellos, entra en el desván de Gretchen y se deja abrazar con visible deleite por la cría. Siente una punzada de orgullo y calidez cuando piensa que él es la única persona en el mundo a la que abraza con tanta facilidad; la coge en brazos y la deja sobre el sillón viejo. Ella le mira y sonríe, esa sonrisa esquiva e infantil que casi nunca aparece y que para él, ilumina el mundo.

- Stille -saluda. El anarquista sabe que no hablará más. Ha aprendido a leer sus expresiones y su tono de voz, y de una sola palabra es capaz de comprender un "Hola, me alegro de verte, te he echado de menos. ¿Cómo ha sido tu semana?".
Stille le da la vuelta a la pequeña silla que hay en el escritorio -cruje- y se sienta frente a Gretchen.

- ¿Qué tal andas, princesa? - pregunta con su voz cazallera. ¿Qué tal andas, princesa? ¿Fue anteayer cuando le preguntó eso mismo a un nazi atado a una silla cuyos dientes estaban desperdigados por el suelo? ¿Qué tal andas, princesa, aún tienes huevos para aguantar otra ronda o prefieres cantar ya, hijo de la grandísima puta?

Ser Stille no es fácil. Es ser una dicotomía andante, un tipo peligroso y buscalíos que se derrite como la mantequilla frente a esos ojos desvahídos que cuando le miran ven a alguien mejor que él. Le escuecen los nudillos; se pregunta cómo tendrá Janssen la mano. Desde luego, mejor que la cara del nazi aquel, que probablemente a estas alturas esté viendo crecer la hierba desde abajo. Durante un breve instante, piensa que Gretchen, vestida aún con lo que él llama "Traje de faena", debería resultar como mínimo erótica si fuera una chica normal. No es el caso. Al menos, no es el caso para alguien que no sea un puto pervertido de la peor calaña. A él, por lo menos, la mera idea de tocarla con esas intenciones hace que se le retraigan los testículos y un escalofrío le muerda la espina dorsal.

Se pregunta de quién habrá huído Gretchen, quién era antes. Una cría al borde de la anorexia, empapada en las calles de Amsterdam, con lo puesto y un fajo de billetes grandes cuyo valor real desconocía. Casi nunca habla, casi nunca toca, y por lo que él sabe, es él, el propio Stille, la única persona que se alegra de ver, la única persona a la que abraza por propia voluntad. Joder, Gretch. Si supieras de verdad quién soy, si te quitaras la venda de los ojos... Descubrirías que estás sola en un mundo de cabrones. Así que mejor que no lo sepas, que ya caminas bastante por la cuerda floja.

Busca en su bolsillo. Por el tacto, hay una tarjeta, una navaja, un detonador -sin conectar- y un sobre pequeñito de papel manila. Saca el sobre y se lo entrega. Ella lo abre con deleite, saca la cinta del pelo verde que contiene y rápidamente se hace un lazo con ella en la trenza, sonriéndole extasiada. Si Gretchen fuera una chica de dieciséis años normal, estaría para arrancarle las bragas y empotrarla ahora mismo contra la maldita pared. La lolita. Siendo como es, con ese aire trágico de muñeca rota, lo que Stille desea es echarle una manta encima y preguntarle si ha comido bien. La idea de que haya alguien en su pasado -en sus conversaciones susurradas, siempre es Él- capaz de abrirle las piernas le da asco. Cuando lo piensa fríamente se sorprende... ¿cómo puede darle asco, él, que juega con Janssen a la versión orgánica de Vídeos de Primera? Pero hay crímenes y crímenes, o eso quiere pensar. Hay límites que Stille nunca cruzaría, y pensar en eso es lo que le mantiene cuerdo. A la que te descuides, la guerra acaba tarando a cualquiera.

- Eh, Gretch -dice-, estoy cansado -del mundo, de esta puta guerra, de que por muchos nazis que rajes siempre queden más-. Léeme algo -déjame oír tu voz. Pedirle conversación a la chica es inútil.

Ella asiente, obediente. Escoge el libro que, semana a semana, va leyéndole a Stille y abre por la página donde lo dejó la última vez.

- No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran -comienza Gretchen, leyendo con su voz a medio camino entre la adultez y la infancia-, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo...

Piensa en pedirle que se calle, que ese libro es agotadoramente realista, que este tiempo que pasa con ella debe ser solaz y calma, no más miserias. No obstante, la deja continuar un rato, evadiéndose de las palabras y quedándose sólo con el soniquete pueril de su voz. Aquí debería estar protegida, esa es la idea, pero le pone nervioso la idea de dejar a alguien como ella en un burdel. Jenssen se portará, siempre se ha portado, lo sabe. Aún así, no le agrada la idea.

Pasa el resto de la tarde, hasta que es bien entrada la noche, con ella. A veces le pide que le lea, a veces le habla, a veces sencillamente se queda mirándola y preguntándose de qué ha huído esa críptica criatura de silencios, susurros y miradas aterrorizadas. 

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30/01/2013, 20:59
Gretchen

Gretchen - Un día en el Boulevard

Gretchen se levanta con la primera luz del alba, cuando el sol sanguinolento comienza a filtrarse por el ventanuco. Buenos días, Rapuntzel de ojos acuosos presa en ese cuerpo sin curvas del que ya no sabe librarse.

Se ducha, se viste -vestir, o como sea que se llame cubrir el cuerpo de encajes y transparencias- y desayuna dos huevos crudos batidos con azúcar. Esa es su comida fuerte del día. No ha conseguido quitarse esa costumbre asquerosa. Incluso a veces tiene la necesidad de hacer estiramientos contra una de las vigas de madera vista. 

Después, abandona el desván y recorre las habitaciones vacías del burdel, recogiendo sábanas usadas -campos de batalla salpicados de restos tangibles de los últimos encuentros- y cambiándolas por otras nuevas. Baja a donde ya no hay rojo y dorado y pone una lavadora; prepara una cafetera y una tetera y las deja listas para las chicas en una esquina del bar. Cuando Janssen se despierte, le subirá una taza de café al despacho; y a lo largo del día tendrá que reponer entre dos y cuatro veces las pequeñas factorías de cafeína. Visto así uno pensaría que esa droga legal, en este local, corre casi tan abundante como el semen. Ser puta es agotador.

Buena parte de la clientela del Boulevard son nazis, razón por la cual Janssen tiene fama de no ser todo lo patriótico que quizá debiera. El burdel tiene caché, así que no es raro ver oficiales y suboficiales sentados en las mesas del bar, fanfarroneando de sus proezas en la cama o en el combate. Que es lo mismo, a fin de cuentas. Hace más de 40.000 años que Europa fue colonizada por el género Homo, y los varones de la especie siguen midiéndose a sí mismos por lo que matan o lo que se tiran. Gretchen va y viene entre las mesas, sirviendo alcohol y recogiendo vasos vacíos. No la suelen dedicar más de un vistazo; con la más que volputuosa caterva de putas de verdad que hay en el local, la flacucha Gretchen no atrae ninguna mirada. 

Salvo un par de veces.

Levantar la cabeza y encontrarse con esa mirada en otros ojos. Esa mirada de la cual has intentado huir, pero parece que te persigue, Gretchen, porque estás a kilómetros de casa y ese oficial tiene la sonrisa de papá, el gesto de papá y bajo la mesa, la erección de papá.  El estallido de pánico en las bragas es una contracción muscular que te aprieta todo el cuerpo, desde el sexo hasta los pulmones, y te arrebata el aliento y te llena los ojos de lágrimas. Sabes lo que viene después de esa mirada, Gretchen. Mañana tendrás sangre en la ropa interior y te costará sentarte, y cuando no puedas estirar las piernas todo lo que debes el entrenador te gritará hasta que rompas a llorar.

Basta. No estás en casa. No hay entrenador, no está papá. No va a pasarte nada. Recuerdas lo que te dijo Stille. Si alguien intenta tocarte, le dices que eres la chica de Janssen. Ese es tu pasaporte a la salvación. La chica de Janssen. ¿Lo recordarás, Gretch? Claro que sí, princesita.

La chica lo repite en su cabeza como un mantra protector, pero las palabras no pueden protegernos de casi nada, y aunque el oficial sentado a la mesa con esa media sonrisa corrosiva permanece en silencio, su mirada es una miríada de arañazos en la piel de Gretchen, un ejército de dentelladas, una marabunta de puñales.

Deja la bandeja en la barra y echa a andar hacia el baño con calma, porque sabe que papá se enfadará si alguien se entera de su secreto. Cierra la puerta y vomita todo lo que tiene en el estómago, se muerde los nudillos y llora, se golpea la cabeza contra la pared. 

La chica de Jenssen.

Notas de juego

Susceptible de modificación para adaptarse a los conceptos de PetitMort.

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03/02/2013, 22:27
Gretchen

Seis grados de Separación.

La teoría del Mundo Pequeño, o de los Seis Grados de Separación, es una hipótesis social que estipula que cualquier persona de la tierra puede relacionarse con cualquier otra a través de una cadena que no tiene más de cinco intermediarios.

***

Stille.

Abre el paquete de tabaco y observa los 20 cilindros, perfectamente alineados, como soldados de impecable uniforme... un lujo en tiempos de guerra, el tabaco. Afortunadamente para Stille, el es un Conseguidor. Haz esto. Organiza aquello. Averigua tal. Él tira de hilos, o estrangula con ellos, y las cosas suceden como el Presidente quiere.  La Mano Izquierda, o como a él le gusta referirse a sí mismo, la Mano Negra.
Camina con parsimonia por las calles de Amsterdam, bajo un cielo que se desangra en gotas plomizas y heladas como el alma de un dios muerto. Que en cierto modo es lo que ocurre: el Cuarto Reich, esa criatura monstruosa y lovecraftiana que aspira a ser omnisciente, omnisapiente y omnipresente, expande sus dedos férreos por la ciudad y el continente. El Cuarto Reich: un fantasma resucitado, un imperio construído sobre el recuerdo de campos de gas, sobre el eco del Aktion T4, sobre los murmullos de las masacres... Putos alemanes, joder. Debe ser algo que tienen en la cabeza.

El peso de la pistola bajo la ropa es tranquilizador. No le dan miedo los nazis, joder -no le da miedo ningún hombre, pese a que deberían-, pero en lo que se está convirtiendo la ciudad es aterrador. Las calles, siempre grises y húmedas, ahora carecen de la belleza serena que poseían. La muerte y el temor silencioso han dejado su impronta en cada acera, y no hay esquina en la ciudad que no haya conocido las salpicaduras de la sangre. Ámsterdam está agonizando, lo nota. Siente en el aire cada estertor del lugar, el trémulo movimiento de su respiración ralentizándose... putos nazis, joder. Putos nazis.

En el bolsillo izquierdo, como un tesoro, lleva guardado un hermoso crisantemo de origami. Gretchen ha debido dar mil vueltas para encontrar ese pliego marmoleado en marfil y azul celeste, lánguido y evocador incluso cuando era sólo un papel. Ahora que es una pequeña obra de arte, con cada doblez cuidadosamente marcado por unos dedos huesudos que le dedicaron más tiempo que un cirujano a su paciente. Ahora es hermoso, incluso para unos ojos como los de Stille, que han quemado su gusto por la belleza en el altar de la violencia salvaje.

Se detiene. Las gotas de lluvia velan el horizonte como una cortina de lágrimas; uno casi podría creer -desearía creer- que es el llanto de una diosa enamorada y no una mierda climática de corrientes que van en direcciones opuestas. Extrae el crisantemo y lo mira como si nunca lo hubiera visto. Parece brillar como una joya blanca en contraste con el fondo gris y moribundo de los edificios. La escena es extraña: un hombre de aspecto peligroso, con un número de víctimas que tiene dos cifras, observando  con perplejidad extasiada una figura de papel en la palma abierta de su mano. Para él, que no es muy dado a la instrospección, tiene un sentido particular. Piensa en la perfumada oscuridad del Boulevard, con sus reflejos rojos y dorados y sus risas femeninas, con su lujo y su apariencia de lujo, con sus clientes que van a buscar el placer más mundano posible... piensa en Gretchen como una veta extraña de un metal precioso rodeada de barro y polvo y miserias. Piensa en su mirada, que lo dice todo, y en su voz, que no dice nada. Piensa en su soledad, en cómo rehúye el contacto humano... y aún así ha dedicado horas y horas a crear para él una pieza perfecta.

El crisantemo recibe dos o tres gotas y se humedece. Rápidamente, Stille las limpia con el pulgar -lo atraviesa una cicatriz- y lo guarda de nuevo. Continúa su camino, pensativo. Antes de que llegue a su destino, habrá tenido un encontronazo con un gilipollas y lo dejará desangrándose en el suelo de un callejón porque le parece divertido; le abrirá la cartera y sin conmoverse ante la foto de él y una mujer, se llevará el el dinero.

La pregunta que le fascina, que fascina a todos los que le conocen,  es cómo es posible que Gretchen sólo sea capaz de ver al hombre que mira el crisantemo bajo la lluvia.

Miranda.

Los celos son irracionales. Miranda no tenía razón ninguna para sentirlos, pero no porque el objeto de sus atenciones la correspondiera, sino porque el susodicho tenía el alma obcecada en la muerte y no en jugar a las parejas felices. Aspirar a ocupar su corazón era tan inútil como desear contener el mar en las manos.

No obstante, Miranda no lo veía así. Desde sus ojos -azules, grandes, enmarcados por largas pestañas rubias-, la principal razón por la que Stille no la correspondía era esa zorrilla andrajosa, Gretchen. Y eso la ponía furiosa.

Miranda era una belleza. Ahora que la guerra estaba en todo su apogeo, era una belleza ideal, además. Rubísima, espigada, distinguida y colgada habitualmente del brazo de su marido, Heinz. Era inevitable que, como perfecto jarrón felizmente casado con el comandante Heinz Goering de las Waffen SS del Cuarto Reich, perdiese la cabeza por aquel anarquista malhablado y vulgar.

Le conoció por casualidad. ¿De qué otra manera podrían cruzarse la encantadora y perfecta esposa de un militar y un delincuente desharrapado y antisistema como Stille? Aquella noche, a la salida del cine, Miranda discutió con Heinz y salió corriendo por las peligrosas calles de la Amsterdam trasnochada. Como -en su mente- en una historia ideal calcada de cualquier predecible novela rosa, su marido no salió tras ella pero Stille evitó que un cualquiera le metiera una navaja entre las costillas. Stille no es un caballero, y Miranda se negó a entender lo que él le dijo cristalinamente y que no era otra cosa que la pura verdad: que no había ido a salvarla de nadie, sencillamente le apetecía meterle un par de ostias a alguien y el tipo ese se lo puso a huevo. Que le importaba medio cojón una rubia nazi pija y rica. Que se la sudaba completamente que le metieran la chirla o la polla, o las dos a la vez y entre varios amigos, quien coño quisiera hacerlo.

Después hubo semanas de darle vueltas, una y otra vez, al recuerdo de aquel encuentro; hasta que finalmente en su mente aburrida y esquizoide la escena se cubrió de glaseado y chocolate. Stille dejó de ser un cabronazo agresivo y amante de la violencia para convertirse en un bribón pícaro y travieso, y Heinz pasó de el marido indiferente y hastiado de ella que era en realidad, a transformarse en un hombre mezquino, egocéntrico y despótico. Así, Miranda modeló en su cabeza lo que la realidad se negaba a darle, y de tanto repetirlo se lo terminó creyendo. Heinz no era un mal marido, si no te importa que te ignore y te tenga expuesta como un trofeo. Miranda podría haber sido feliz; Heinz, en su posición, tenía acceso a un nivel de vida nada desdeñable y a todos los favores que pudiera necesitar. Si ella hubiera tenido uno y mil amantes él no hubiera enarcado una ceja mientras fuera discreta. No le importaba ni lo más mínimo: mientras Miranda estuviera radiante e ideal en las recepciones, mientras fuera un adorno magnífico, como si se metía de coca.

Pero eso a Miranda no le bastaba, y construyó su tragedia griega de amores prohibidos de la mejor manera que se le ocurrió: deseando a un hombre cuya mera existencia era una ofensa para Heinz.

Como casi siempre en la vida, con dinero pudo comprar lo que necesitaba. Información. Miranda estaba loca y vivía en las ilusiones de su cabeza, pero no era estúpida. Sin prisa, a lo largo de meses, consiguió contactar con gente que conocía a gente que conocía a gente... hasta que localizó a Stille. No era fácil dar con él, pero la vaga noción de que tenía algo que ver con los anarquistas de la ciudad fue suficiente para ella. En su posición de mujer de un oficial de las Waffen SS, estaba colocada idealmente para conseguir información interesante, y tras dar con uno de los miembros de menos importancia de la organización, se ganó la confianza -confianza- del grupo lo suficiente como para poder volver a encontrarse con Stille... el cual ni siquiera la reconoció.

Cualquier otra mujer sensata se habría dado cuenta en ese punto de que sus ilusiones eran vanas, pero Miranda no era sensata. Era paciente. Y pacientemente, como la oruga que se toma su tiempo para crear un capullo del que salir regenerada, hizo todo lo posible por convertirse en un miembro útil del grupo, por llamar la atención del objeto de sus atenciones. Escuchando, haciendo las preguntas apropiadas y siendo generosa con el alcohol y los favores, descubrió más cosas sobre Stille, descubrió quién era Gretchen.

Heinz.

Hasta qué punto Heinz ignoraba a su mujer y la consideraba una imbécil sin luces, es evidente cuando decimos que ni siquiera se percató de lo que estaba haciendo Miranda. En opinión de él, esa estúpida mujer no tenía nada de interés para él, exceptuando el ser un perfecto ejemplar de belleza aria. Útil como sus galones: un adorno que sirve si lo sabes usar, pero que por sí mismo no es nada.

Ser descendiente de Goering es complicado. Se te ofrecen grandes posibilidades, pero también se espera mucho de ti. Es normal, pues, que en esa situación de tensión emocional, Heinz tendiera a buscar la amistad de otro hombre que cargaba con el mismo lastre dorado. Viktor Eichmann, que por casualidades de la vida había terminado vistiendo los mismos galones que él.  Tataranietos en el Cuarto Reich de aquellos gloriosos héroes del Tercero. Destinados a brillar. 

No obstante, nadie es perfecto, pese a lo que Viktor quiera pensar. Heinz se reclina en su silla, acosado por el exceso de papeleo. Demasiados informes, demasiadas autorizaciones que firmar. Meditabundo, el militar gira el asiento y mira por la ventana, a la Amsterdam de brillante mediodía. El sonido de una salva de disparos le informa de que la última tanda de ejecuciones ha tenido lugar. Frunce el ceño, molesto. Qué desperdicio de material perfectamente válido...  Se imagina que consigue colocar a la mema de su mujer en una de esas furgonetas donde todo el mundo va encapuchado y nadie sabe quién es quién... mmm. Quizá debería planteárselo. 

Heinz Goering se encarga de muchas, muchas cosas. Es un hombre importante que maneja asuntos privados del régimen. Es un hombre inteligente, pragmático, que conoce la diferencia entre valor y precio. No hay muchos hombres así en Amsterdam. Se pone en pie y levanta levemente una de las láminas de la persiana. Están recogiendo los cadáveres. ¡Qué desperdicio!, se repite. Él podría haber conseguido tanto con esos hombres... lo cual le lleva a.... suspira. 

Stauchter se ha echado atrás. El código hipocrático, dijo. Heinz lamentaba sinceramente lo que tenía que hacer, pero una vez se entraba en el Proyecto la única manera de salir era con los pies por delante. Pensó en Menguele. Seguro que no había tenido que soportar tantas tonterías, tantas falsas moralinas.  El código hipocrático está muy bien, pero esa gentuza no son personas. Sería como... no sé, como esos hijos de puta de los Ecoterroristas, tarados de la cabeza todos. Los seres inferiores deben ser empleados en beneficio de las razas superiores, maldita sea. Y si tenían que morir esas alimañas, que al menos fuera causando algo de provecho. 

Pensó en la recuperada colección de ojos de Menguele, actualmente  expuesta en el hall del edificio donde tenía lugar el Proyecto. Los ojos de Stauchter pronto se añadirían a la colección. Con suerte, los preciosos iris de Miranda también. Encendió un puro y aspiró el humo, pensativo, sintiéndose vagamente culpable.

A fin de cuentas, ella era aria. No debería morir como la basura.

Viktor.

Viktor Eichmann. Cada sílaba es plomo fundido, contundente, sonora.  Cada uno de sus gestos es una declaración de intenciones, cada pensamiento, una perla de filosofía. Es una de esas personas extraordinarias, estrellas brillantes refulgiendo como novas entre la vulgar mediocridad de la masa. Viktor Eichmann.

Cuando sabes que has nacido para la grandeza, poco importa lo que digan los demás. Cuando mirándote al espejo hay un adonis cuyo retrato está en el centro del cuadro de honor de tu universidad, tanto da lo que el común de los mortales piense. Cuando nunca tropiezas y nunca caes, cuando sólo avanzas hacia arriba y adelante, la opinión ajena es desechable con un gesto. Cuando eres el ideal militar hasta el punto que es tu imagen la que sale en los psosters de reclutamiento, no te sorprende llegar tan arriba en la cadena de mando. Eres perfecto.

Viktor no estaba preparado para no ser perfecto. Toda la vida lo había sido, toda la vida él era el modelo a seguro. Encontrarse de pronto que en un aspecto de su existencia no sólo no encajaba, sino que sus inclinaciones naturales eran vistas con repugna y desdén, fue una auténtica patada en la boca. No hay mejor manera de definirlo: la sorpresa, la humillación, la perfecta sonrisa explotando en todas direcciones para dejar en su lugar un daño irreparable.

No sabía no ser perfecto. No sabía no tener razón. Acostumbrado a que el mundo girara en torno a él, a ser el canon de lo ideal, se revolvió contra la idea de ser erróneo en algún aspecto de su vida.  Afortunadamente para él, la compañía del -para los cánones comunes y estrechos de miras- inquietante Heinz Goering- era perfecta. Otro iluminado. Otro ser extraordinario, cuya mente prodigiosa, cuya magnífica voluntad no debía encorsetarse en la moral de aquellos humanos que a duras penas han levantado la cabeza del barro. No se trata de ser inmoral: igualmente estúpido es el beato que el que busca el mal para el mal. Se trata de ser amoral, de obviar las cadenas que restringen las acciones de aquellos patéticos que se lo permiten. Se trata de reconocerse tal y como uno es, y tal y como uno es levantarse sobre quienes le rodean.

Heinz le comprendía. No juzgaba. Entendía que un hombre extraordinario tiene... necesidades extraordinarias. Sencillamente, una tarde le sugirió que fueran a... distenderse un poco. Un hombre no puede estar siempre trabajando. Necesita del placer tanto como del deber. 

Y así Viktor conoció el Boulevard. 

Un hombre extraordinario tiene capacidades extraordinarias. Y necesidades extraordinarias. O eso piensa Viktor. Está convencido de que sus apetitos no son un defecto, sino un producto de la magnificencia de su persona. Se ve obligado, por culpa de la sociedad, a contener esas tendencias... pero la culpa no es suya, sino de la estrechez de miras de quienes le rodean. Encontró cómodo ir al Boulevard: un campo libre donde cualquier hombre con dinero puede dar suelta a sus necesidades sin que le miren con desprecio. Le gustaba el local. Le gustaba el ambiente, la calidad de la bebida, las vistas y la posibilidad de pasar un rato agradable y distendido con Heinz.  Le gustaba pasar un par de horas charlando del régimen, de las ejecuciones, de armas... y después, cuando Heinz se levantaba para buscar una compañía que podía darle lo que Miranda no, el flamante oficial  rubio se quedaba en el bar. Saboreando un vaso de licor, observando como un depredador...

Por fin dio con lo que buscaba sin saberlo, con lo que realmente le apetecía. Una muñequita tímida y huidiza que recorre las mesas en silencio, recogiendo vasos y limpiando. Un precioso juguetito adorable, tan delicioso que Viktor apenas pudo contener el deseo de apartarle las bragas y dejar que [Censurado]. Sentado alrededor de una de las mesitas redondas, en un sillón cómodo y vulgar, recorrió con ávidos ojos las curvas inexistentes del objeto de su deseo. Así que era eso. Lo que realmente conseguía inflamar su deseo, era eso. El movimiento temeroso, la actitud servil, el cuerpo que intenta pero no consigue salir de la adolescencia. Esa debilidad que incita a proteger y a dominar a un tiempo. El vaso de whiskey tintineó en su mano... el hielo ya no estaba frío, sólo fresco: un súbito calor le ardía en la entrepierna, la cara y las manos. 

Su mirada lujuriosa se encontró con la de ella, el temor y el miedo grabado en  esos ojos acuosos exaltó su ánimo. Pensó, recreándose en los detalles, en la sensación de ponerla de rodillas, de obligarle a abrir la boca, asustada y lloriqueante, de sentir la suavidad de esa lengua adolescente [Censurado], de mirarla fijamente mientras lo hacía. Un escalofrío de anticipación le recorrió el cuerpo, descargando cantidades ingentes de serotonina en los nódulos de su sistema límbico. Primitivamente, le excita ese aspecto aterrorizado, aunque no piensa en ningún momento que pueda hacerle daño. No desea hacerle daño, en nombre del cielo, no es un monstruo. Está seguro -completamente- de que puede y merece conseguir que  esa lánguida muñequita grite de placer, que gimotee de éxtasis, que le adore como una deidad magnífica, omnipotente y voluble, como un Jehová que exige justos sacrificios. Quiere, anhela, esa debilidad. Proteger y dominar a una criatura que, a sus ojos, desea ser protegida y dominada.  Ser un dios para una temerosa fiel.

Viktor, en su suficiencia, está convencido de que merece ese miedo que hay en los ojos de Gretchen, que es capaz de convertirlo en un justo temor reverencial cuando la tenga atada boca abajo y amordazada, cuando la obligue a sentir lo que sabe que desea, cuando [Censurado] aunque ella finja -y debe fingirlo- que no quiere. Anhela verla retorcerse, intentando escapar, cuando [Censurado]... Viktor parpadeó, despertando de sus ensoñaciones eróticas, a tiempo para ver como ella se escapa del gancho de sus ojos, casi corriendo. El miedo que ella deja en el aire es más delicioso que el más delicioso de los perfumes.

El oficial rubio bajó la mirada hacia el vaso. Bajo la mesa, la erección aprisionada le hacía daño contra la ropa, pero no le importó. Era un dolor agradable. Pensó en solicitar los servicios de la muñequita. Después cambió de opinión: disfrutaría del placer anticipado unas cuantas veces más. Cuando se cansara... el Boulevard era un sitio caro, pero en calidad de Comandante de las Waffen SS tenía tantos contactos como dinero. Se sentía satisfecho: había descubierto por fin qué era lo que su cuerpo anhelaba. Magnífico.

Heinz bajó las escaleras, recolocándose la ropa.

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11/02/2013, 22:50
Gretchen

Gretchen - Natasha

Gretchen enciende la radio. Una emisora británica en la cual una mujer parlotea un poco, y después el piano. En silencio, aparta el pelo de la rubia rusa... aprieta levemente con la yema del dedo el moratón en la nuca.

- Ay - se queja  -más por informar que por verdadero dolor-Natasha.

Gretchen suspira. Sí, los moratones duelen, y el cuello es una zona mala. Ha cosido torpemente una bolsa de huesos de cereza -un pequeño frankenstein de corte y confección-, y ahora que la tiene caliente la coloca con cuidado sobre el cuello de la rusa.

- A mí me aliviaba - dice con esa voz que tiene, a la que siempre parece que le falta la mitad. La frase es muy larga para pertenecer a Gretchen. Dice poco y expresa mucho. Cuando Diéter se pasaba a dar las buenas noches, el calor sobre los músculos conseguía que al menos pudiera dormir.

Natasha se sujeta la bolsa de titos. Casi escucha las palabras no pronunciadas por la cría, al menos, su eco. Su intención. Se huele en el aire. El miedo es un olor familiar para algunas personas.

- Frankenbolsa -responde la rusa, y Gretchen ríe. Al menos, un poco. La risa se quiebra a la mitad, pero el amago está ahí.

Gretchen no entiende a la rubia. No comprende cómo puede dedicarse a aceptar que venga papá y haga eso la compañía de ese hombre malencarado y agresivo. Natasha no da explicaciones y Gretchen no las pide.

Es una cortesía mutua, porque también funciona a la inversa. El único que conoce el nombre de él es Stille. Pero la rusa no es tonta, escucha y sabe exactamente qué preguntas hay que hacer y cuándo. Su voz melosa es un bálsamo que tranquiliza a la cría, una melodía monótona que consigue distraerla lo suficiente como para que no vomite la comida inmediatamente después de haberla comido.

- ¿A qué te dedicabas antes, Gretch? -pregunta. 

Su interlocutora inclina la cabeza, como un gato. Un ídem entra por el ventanuco abierto -es una hembra a manchas negras y blancas, y Gretchen la llama para sí "Vaquita"- y busca el calor del regazo de la adolescente. Paladea los pensamientos antes de pronunciarlos, pensando concienzudamente cada palabra. Hay palabras que no es capaz de hilar, que se le escurren de entre los dedos de su mente. Finalmente, se encoje de hombros.

Sube el volumen en la radio.

Se inclina hacia Natasha. Coge un pliego de papel de periódico. Mueve los dedos ágiles, una y otra y otra vez, tan delicadamente como un tallista de diamantes. Cuando extiende la mano, sobre ella hay una figura humanoide, una especie de bailarina o algo así, o quizá meramente una mujer andando. Sea lo que sea, Natasha no lo comprende. 

 Gretchen se gira, da la espalda a Natasha y se queda mirando por la ventana. No hablará más.

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11/02/2013, 23:40
Ambroos Janssen

No estaba durmiendo. No podía. Sus manos jugueteaban nerviosas con un pin metálico que devolvía el escaso brillo de la luna que se colaba por la ventana. Ahogada por la madera sonaba la música de Gretchen, pero Janssen no podía enfadarse con ella. No esa noche, no con una música tan bien escogida y con Stille y un cuento sobre sangre y dolor.

Rió con amargura, una risa casi inexistente, un pequeño intento ahogado en su garganta ronca. Que ironías tiene la vida, tan llena de falsas casualidades.

Lo hacía bien, la niña. Paseaba un culo casi inexistente y Ambroos no había encontrado ningún motivo para pateárselo por mucho que lo hubiese buscado. Era discreta, rápida y eficiente. Cumplía las órdenes casi como un sirviente, como una pequeña niña robot callada y fría, de mirada apagada. Muerta. Una muñeca a cuerda, rota y vuelta a montar.

Ha sufrido mucho, decían. Podía ver la mirada de perro apaleado de Stille, la de un moloso de guerra gimoteando ante un gatito mojado en la lluvia. Ha sufrido mucho para ser tan niña.

Una risa torva y casi muda se formó en su garganta, pero se descubrió sin ganas siquiera de soltarla. Dolor. A otro perro con ese hueso. Ambroos no podía sentirse otra cosa que experto: al principio sufridor, luego causante. Inconscientemente, solo para demostrarse que estaba vivo, deslizó la punta de la aguja del parco adorno clavándola en la yema de sus dedos. 

El escalofrío que recorrió sus nervios fue un dulce himno a la existencia, la pequeña gota de sangre mucho más sagrada que aquellas recogidas en el calvario.

¡Los judíos matasteis a nuestro Señor Jesucristo!

Quién iba a decir que en medio de una Iglesia estaba él. Ni siquiera se atrevía a nombrarlo, como el niño que no quiere mirar bajo la cama por si los monstruos. Pero este monstruo era muy real. Janssen lo había visto. Janssen lo había sentido. Ese que movía el lápiz animosamente cuando los resultados vibraban destrozando sus músculos en una agónica orgia de calor  y tensiones insoportables. Ese que movía la lengua despreciativo y desanimado cuando de tu pobre cuerpo maltrecho no podía salir otra cosa que jadeos y taquicardias. Tenía esos ruidos grabados a fuego, pero a diferencia de su tatuaje aquellos no podía arrancárselos y esperar que cicatrizaran encima, borrando los datos como un disco formateado.

9734.

Quizás si le dijese ese número despertase la memoria de aquel sádico disfrazado de sacerdote. Él no lo había olvidado. Lo usaba como código en sus teléfonos. Lo usaba como código en su cuenta bancaria. Natasha le había dicho alguna vez, fingiendo no saber de dónde salían aquellas cifras, que no era seguro tener la misma contraseña para todo.

Ah, pero ¿Qué es seguro en la tercera de las grandes guerras? ¿Qué es seguro cuando eres el enemigo de todo el mundo? Lo único seguro es fingir que eres otro, sin olvidarte que eres tu mismo.

Eso mismo estaba haciendo su alemán: escondido a simple vista en un nuevo régimen con un lavado de cara. Su dedo rozó la herida, encontrándose con nada más que un tenue y tibio hilo de sangre. Un bonito regalo de los alemanes.

- Jurgen. Se atrevió a pronunciar en apenas un susurro, que se convirtió en una letanía determinada, cada vez más acelerada. Jurgen. Jurgen, Jurgen, Jurgen.

Como un flash acompañado de las palabras apareció un estallido azul. Un estallido cruel,  frío como el agua helada de un lago serbio. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, absolutamente desagradable, y Janssen arreó un puñetazo a la mesa que hizo temblar el suelo.

Esos ojos. Recordaba esos ojos.

El brutal desagrado y rechazo que sentía le estaba revolviendo el estómago, ese estómago acostumbrado a las vísceras, a los cuerpos maltrechos y a la sangre propia y ajena. Se sintió tentado a lanzar el pin, aquel pin, muy lejos. Pero se contuvo y cerró la mano con fuerza, antes de abrirla. La luna, reveladora de las más siniestras verdades, hizo que cada una de sus cuatros puntas brillase, retorcida y sádica. Una esvástica. Una auténtica, de la Segunda Guerra Mundial.

El mismo la había vestido cuando nadie pensaba que los nazis fueran a volver, a juego con el uniforme, mientras daba de azotes a alguna cuarentona en busca de emociones fuertes. Pero ahora le esperaba un destino más noble.

Con una rapidez que rozaba el ansia se levantó y, de par en par, abrió las puertas del armario que nunca se abría. Allí, asquerosamente perfecto, el uniforme de las SS de antaño. La fina chapa de metacrilato que lo protegía le devolvió su reflejo, turbio, que se solapaba con aquel traje como si lo llevase puesto de nuevo. Como en los viejos tiempos.

Su carcajada, por primera vez en mucho tiempo real como la de un niño pequeño con juguetes nuevos, inundó el burdel de arriba abajo: de la silenciosa Gretchen al las descaradas y ruidosas gemelas.

Con manos rápidas y la última oleada de risa se colocó el pin en el tirante de la camiseta interior y, complacido como estaba, fingió colocarse unos cuellos inexistentes con teatralidad. Si, un destino mucho más noble: matar con él puesto al más hijo de puta de todos los nazis.

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13/02/2013, 23:41
Eugenius Novák

Objetivos por orden de prioridad:

1º: Esclarecer la muerte de Vanderveer. Muerte natural o no, según la carta suya que recibí post mortem.

2º: Averiguar la identidad de c0mrade... y si es posible ganarle en la revancha de una partida de ajedrez.

3º: Ganar el premio nobel.

Inactivos:

- Aclarar mi relación con Anne.

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14/02/2013, 02:57
Padre Jürguen

Objetivos:

  • Encontrar otros Vitalistas (corto). Convencerles para unirse a su causa (medio).
  • Montar una consulta médica clandestina (corto). Crear un laboratorio de investigación científica clandestona del Vitalismo (medio).
  • Contactar con Marleen (corto). Poder tratar con Marleen a menudo (medio). Tener una relación familiar con Marleen (largo).
  • Sacar a Erika de las drogas (medio). Sacar a Erika del mundo de la prostitución (largo).
  • Crear la vacuna que cure el Vitalismo (largo).

 

Lugares:

El Boulevard: Club de alterne que regenta Ambroos Janssen en el Barrio Rojo.

Panama: Discoteca clausurada, abandonada, y situada frente a un descampado vacío bastante grande. Posible sede de los mercenarios.

Piso franco (clínica ilegal): Apratamento con equipamiento médico mínimo del que, por lo que sabe Jürguen hasta ahora, sólo saben de su existencia el propio Jürguen, Rembrandt, Caelum y la Dra. Margaret (a parte de los posibles).

 

Personas:

  • Ambroos Janssen: Proxeneta con capacidades Vitalistas. Dueño del prostíbulo El Boulevard.
  • Caelum: Amigo de la doctora margaret. Padece cáncer de páncreas. Tiene una funeraria con crematorio.
  • Dieter: Hombre de negocios alemán. Padre de Gretchen.
  • Doctora Margaret (Maggie) Wassus: Dra. preocupada por als ituación de los desfavorecidos en Amsterdam.
  • Erika Taglioni: Prostituta adicta. Vecina y amiga en el barrio rojo.
  • Gretchen: Hija de Dieter. Muchachita andrógina en el local de Ambroos.
  • Heinz Goering: Gobernador de la ocupación alemana en Amsterdam.
  • Madea: Jóven prostituta e hija de Renbrandt.
  • Marleen Von Vergenband: Bisnieta (si no más) de Jürguen. Al parecer, por alguna razón viviendo con el Gobernador.
  • Martín D´Courvisier: Prior Calvinista a cargo de la Ode Kerk del Barrio Rojo. Reóricamente, jefe de Jürguen.
  • Meike: Camarera peliroja que trabaja para Ambroos en El Boulevard.
  • Natasha (Irina): Jóven prostituda de europa del este con graves problemas médicos. Victima de violaciones. Embarazo no deseado. SIDA. Amante de Ambroos Janssen.
  • Nikolaás Linger: Falsificador holandés. Trabaja por dinero.
  • Rembrandt: Conductor de ambulancia. Posiblemente, vive con la Dra. Margaret. Metido en el asunto de la clínica junto a Caelum y Margaret.
  • Tinna y Helghe Suxx: Gemalas prostitutas. Rubia y morena respectivamente, que trabajan en el local de Ambroos.
  • ?????: Viejo ex-militar alemán, posiblemente retirado. Creyente. Tiene la cruz de hierro.
  • ?????: Usual adeversario online de ajedrez de Jürguen.
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13/03/2013, 23:07
Ruth Karsten

Asuntos pendientes:

-El dibujo de Axel y quien parece ser la conocida "Tostadora humana":

Era bastante inquietante, Axel estaba recibiendo una paliza de un hombre... de fondo se podían ver unos rayos. Al principio pensé que tal vez fuese alguna ida de olla mía pero... teniendo en cuenta que puedo dibujar el futuro y que después escuché la descripción de ese mismo hombre... Por no mencionar que ahora Axel va de revolucionario y a saber dónde se habrá metido. Creo que me tocará ir a buscarle tarde o temprano. Sí, quiero sacarle de mi vida pero... no quiero verlo muerto.

-¿Dónde está Ágatha?:

La llamé cuando se fue la luz y me pareció ver el fuego. Antes de eso tuve una visión en la que ella estaba en una especie de ¿fábrica? Esquivando lo que parecían jeringuillas... Y cuando la llamo me dice que está en casa de Gerard... ¿Qué demonios estará pasando?

-Asesinato de un capataz a manos de Axel: La caja negra y la cámara.

En un acto de pronunciamiento, Axel cosió a tiros a un capataz justo delante de mi casa y salió corriendo. Al intentar ver qué estaba pasando, subí a la azotea, donde escuché a unos soldados hablando sobre la Tostadora humana... acabamos en una persecución que acabó en la calle, donde allí me hice invisible ante la mirada de uno de los cinco soldados que había abajo... por suerte, nadie le creyó cuando dijo que me había hecho invisible (como es comprensible). Sin embargo, una cámara lo grabó todo... Tengo que romperla de algún modo.

Respecto a la caja negra del capataz asesinado... Siempre he sentido curiosidad por saber qué tiene dentro, aunque no estoy segura de querer saberlo.

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16/04/2013, 12:17
Arjen Wolfzahn

DÍA 01

Hoy por la tarde Mary Sanne, una de las chiquillas que viven en la calle, me ha traido una flecha con un mensaje. La flecha seguro que pertenecía al Arquero. El mensaje era una grabación. La reproduzco aquí:

- Dyrk Wolfzahn, ¿eh?- dijo la voz ególatra y viril, seguida del sonido de unos labios aspirando una pipa-. Ya veo, sí. Es el palillo ese que me recomendó comprarle algo bonito a mi mujer, ¿no?- el sonido de un teléfono moviéndose de sitio. Papeles moviéndose. Nuevamente, la pipa-. Comprendo. Sí, sí, lo entiendo, te ha caído bien el chaval, no pasa nada. No es tu trabajo, pero no pasa nada. Está bien, traémelo esta noche para que toque el piano. A ver si es verdad eso de que resuelve mis problemas de pareja- prolongado silencio-. Lo sé, Dana, lo sé, pero Miranda me está volviendo loco, y ahora mismo no podría divorciarme, mi vida privada ha de parecer estable ante la acrópolis de Berlín. Necesito ver si el chaval es uno de ellos, y si con eso puedo matar dos pájaros de un tiro, mejor- más silencio, ligeramente más corto que el anterior-. Me alegro. El Dyrk este... ¿tiene más familia?

Dyrk está vivo, maldita sea. No sé si alegrarme o enfurecerme. Hijos de puta. Esto me recuerda las historias sobre el Holocausto del pasado siglo, cuando los nazis cogían a los judíos, a los gitanos, a los homosexuales, y les metían a todos en los campos de concentración, hacinados como sardinas. Y los que caían en gracia servían a los oficiales a la espera de su ejecución. Mierda. He de encontrarle. Está vivo, he de encontrarle y rescatarle. No voy a dejar que le pongan una mano encima... y cada mano que le toque la arrancaré y la clavaré en la fachada de la Schreierstoren. Y me reiré con cada lágrima. Tengo que dejar todo de lado, no pararé hasta tenerle en casa. Hace años hubiera dado cualquier cosa por verle poner cara de superioridad, de encontrarse incomprendido entre primitivos. ¡Me sacaba de quicio, y resulta que lo echo de menos! Pero ahora puedo rescatarle. Ayer pensaba que estaba muerto, y hoy sé que está vivo.

¿Ves, Vanessa? Así es como se protege a la familia. Menos pancartas y más acción.

Iré al Boulevard. Seguro que las putas de Ambroos pueden decirme algo con lo que empezar.

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21/04/2013, 18:28
Gretchen

Notas de juego

Diéter va, o está, contratando a gente del grupo de los Mercenarios, y a militares retirados. Quizá haya en el Boulevard alguien que pertenezca a alguno de esos dos grupos. Es una manera de encontrarle antes de que él encuentre a Gretchen. Para eso, hay que convencer a Janssen y quizá a Arjen.

Las tormentas eléctricas son producidas artificialmente, y su estudio está en el punto de mira de los nazis. El control de estas tormentas podría servir para romper la torre de comunicaciones que bloquea la ciudad.

Gretchen oyó una especie de grabación sobre trata de blancas en el despacho de Jannsen. Quienes saben meter gente en la ciudad quizá sepan sacarla.

 

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28/04/2013, 16:45
Gretchen

Notas de juego

- Temo que Viktor es incontrolable- se atrevió responder con un tono cargado de respeto-. Se gobierna a si mismo, aunque en realidad, dudo de si en realidad es esclavo de si mismo. Le gusta tener razón. Le gusta tu cuerpo y tu inocencia. Le gusta tener el control. Y le gusta su trabajo.

Sonsacar a Viktor cual es exactamente su trabajo. Si va de tan sobrao, quizá se le suelte la lengua con Gretch y de ahí se pueda sacar algo de información útil. Va a ser jodido.

Otra opción: asumiendo que el futuro es modificable, si llega el momento en que Gretch tiene cojones suficientes, podría jugar la carta de "Protégeme de Diéter y sé mi héroe", puesto que Viktor tiene un ego del tamaño de Cuenca.

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28/04/2013, 16:52
Gretchen

Notas de juego

El País de las Maravillas:

  • Es real: ¿se puede meter a alguien más, de la mano de Gretchen?
  • Es una metáfora: Alice es una expresión de algo en el subcosnciente de Gretch.
  • Es completamente ficticio: Alice no existe.
  • Es un plano/dimensión alternativo, intermedio entre el Presente y el Futuro.

 

 

Datos: Alice no deja de hablar de que está encerrada ahí y no puede escapar. No obstante, maneja la "realidad" del País de las Maravillas a su antojo. WTF? Eso apoya la hipótesis de que no es algo real-real.

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03/05/2013, 18:41
Gretchen

Notas de juego

En sus ratos libres -si es que los tiene-, Gretchen va a comenzar a hacer una maqueta en origami del País de las Maravillas donde la ha llevado Alice.  La va a ir colocando bocaabajo, al techo inclinado de la buhardilla.

Los apestaditos irán en papel de periódico con noticias de nazis montándola parda. 

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05/06/2013, 21:22
Arjen Wolfzahn

DÍA 01 - Anochecer

Fui al Boulevard... y efectivamente encontré lo que buscaba. Bueno, casi. No me esperaba una puta con complejo de superioridad y tampoco un übercapullo tocando los cojones. Aunque lo primero me ha reportado, aparte de un buen polvo, parte de la información que necesitaba. Y lo segundo me demostró que Janssen sabe lo que se hace.

Lo importante... lo importante es que quien tiene a Dyrk es el puto Gobernador, esa figura que saluda en los desfiles y que firma condenas de muerte a diario. Joder, un capitoste venido de Berlín tiene a mi hijo. Va a ser muy jodido rescatarle, pero no puedo hacer otra cosa. Es mi sangre y le quiero.

Aún hubo otra revelación: la chiquita que siempre anda tras la barra del pub, Gretchen. Y Janssen. Y alguien llamado Jürgen y un tal Viktor. Esos cuatro son especiales. Especiales a la manera de Mark y la mía. Sabía que tenía que haber más. Y seguro que hay muchos más, joder. Gaia no puede hacer otra cosa que responder a las oscilaciones intentando minimizar las desviaciones, tanto desde uno como desde el toro lado. Hijos de Gaia.

No sé qué hace Janssen, que no lo ha querido admitir. Ya hablaremos sobre eso junto con Mark. Las cosas claras y el chocolate espeso, que le dicen, joder. Las putas cartas sobre la mesa. Jürgen parece que es inmortal y que tuvo que ver con los experimentos nazis de los 40. Qué bien, otro de mi época. ¿Inmortal? Ya veremos una vez le destripe, por hijoputa. Viktor, un SS de altos vuelos, por lo que parece, un tío que se cree el übermensch de Nietzsche. El Ario. Un hombre que, por lo que parece, es capaz de doblegar la voluntad y el corazón de la gente. Estoy teniendo un déjà vu. ¿Recuerdas a Alan Smith, Vanessa? Otro pirao cabrón. Seguro que si se conocen hasta se caen bien, ja.

Pero Gretchen... ahí donde la ves es una puta campeona de patinaje sobre hielo, una jodida atleta en el cuerpo de un tísico ratoncillo asustadizo. Salta de tejado en tejado como una gata. Un día tenemos que echar una carrera, joder. Cuando no haya nazis. Hay algo más: su yo del futuro la habla. Sí, suena estúpido y digno de una mala novela sci-fi, pero, oye, lo que decía tenía sentido. Habló de muerte de gente, de muerte del planeta. Por la esvástica. Joder.

Joder.

Joder, fracasamos. Fracasamos. ¿Cómo puedo decirles eso a mis chicos? Pero se puede luchar contra ese destino. Se puede, según la Alicia-del-Espejo, el alter ego de Gretchen. Hay que evitar que Stille, la sombra anarca de la niña, su protector, la espiche. Sí, eso mismo. Bien, pues lo evitaremos. Y nos cargaremos al Ario, y al inmortal ése.

Y salvaremos a Dyrk, Vanessa. Ya lo verás.

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06/06/2013, 16:23
Gretchen

Notas de juego

Rescatar a Dyrk:

El hijo de Arjen, probablemente Vitalista. Alice dijo que estaba con los nazis, lo cual se puede leer como "está donde ellos" o "está de su parte". Arjen parece muy convencido de que está retenido en contra de su voluntad; no tengo ni idea de si Viktor tendrá acceso a la keli del Goberneitor, pero él o un torturador pueden hacer que Dyrk cambie de bando, si es que no le ha dado por ahí desde el principio. No darlo por sentado. Evitar hacer cualquier comentario al respecto a Arjen, que se le cruzan los cables.

Por ahora, en la base de los Ecoterroristas, conociendo al personal. Gretchen apuntó dos cosas: hace falta un plano para entrar en la Keli del Goberneitor, y una distracción para que las tropas que pueda haber allí estén un poco en la parra.

Idea: No será suficiente, habría que conseguir desmantelar el sistema de seguridad interno, que probablemente tenga sistemas reiterativos. Lo ideal sería cargarse la fuente de energía, claro que tendrán generadores de emergencia. Habría que incapacitar primero los generadores -si los responsables no soy muy paranóicos podrán achacar su fallo al descuido del mantenimiento- y después cepillarse el sistema principal. Si hacemos esto, más nos vale ir bien armados porque la seguridad que haya dentro estará histérica y de gatillo flojo.

Idea: atacar por dos flancos. Enviar a gente a montar una distracción en un sitio lógico, caja fuerte, habitación del Goberneitor, algo así... y colarnos sutilmente por otra parte. IMPRESCINDIBLE MAPA.

Idea: hackeo del sistema de seguridad. Sustituir los vídeos de las cámaras de seguridad por otros en plan cíclico. Averiguar los códigos de seguridad y entrar en el lugar con trajes de gente de mantenimiento. Ambroos y Janssen podrían tener planta de oficiales o soldados, pero si la soldadesca del lugar se conocen entre ellos es un poco dejarlo a la suerte usar ese truco.

Idea: conseguir información sobre la cantidad de seguratas que hay, turnos de cambios...

Idea: incapacitar al personal de la casa mediante a) somníferos en el agua, b) CO en la ventilación. Riesgo de dejar frito a Dyrk. 

Idea a madurar: ¿se podría usar la electricidancia de Gretch para joder el sistema de seguridad? MUY RISKY, pero lo más limpio del todo. Y bueno, a parte del riesgo,  Gretch no va a proponerse para un plan así en la puta vida. Defecto pusilánime. 

Cargarse la torre de comunicaciones:

Eliminarla es la opción menos difícil, pero lo ideal sería hacerse con su control. Para eso nos haría falta alguien que maneje mucho de hackeo y tal. Lo veo jodido. Es más fácil eliminarla, y una vez que eso pase Stille podrá sacar  a Gretchen de la ciudad. 

Diéter:

El DJ ha descrito como Ambroos le soltaba a Stille las mentiras sobre Alice que Gretchen había preparado: si Stille hace caso a Ambroos debería empezar a buscar información sobre Diéter entre Mercenarios y militares retirados. Hasta que no se reciba información por esta parte, no tengo de dónde tirar. Ni Janssen ni Arjen  -ni por supuesto Gretchen- son buenos recabando info.

Descripción del DJ: 

Y debía de encargarse de Diéter, claro, aún desoyendo cualquier consejo al respecto. Era un depredador solitario, y como tal se encargaría de cazar al padre, y al hijo y al espíritu santo si hacía falta.

Si Stille va al turrón, evitar eso ha de ser la acción prioritaria de Gretch, por encima de salvar a Dyrk.

SS sospecha:

Sargento Razonable vio jugar al Cirque du Soleil en los edificios a Janssen y a Gretch. Se ha chivado a SS-Capullen. Ahora ambos dos sospechan, pese a que SS-Capullen se ha creído la excusa de Gretchen.  Por comentarios del DJ, es plausible que dentro de poco SS-Capullen vuelva a chinarse con Janssen por una ETS, y si está muy rebotado quizá aproveche la endeble escusa sobre Gretchen para empapelar a Janssen y de paso a Gretch. Cuidado con eso. Lo ideal sería que "algo" le pasara a ese tío, y que parezca un accidente.

Ideas sobre otros jugadores:

Empiezo a intuír que realmente es plausible que vayamos a terminar jugando unos contra otros.  Por ahora, asumo que hay un bando no-nazi ( no necesariamente tienen que trabajar juntos) formado por Janssen, Arjen, Gretch, y Ruth. En el banzo nazi están el Padre y quizá Eugenius. Niki y Sawako, ni puta idea. Esto es importante: vigilar los cruces intra-pj y la información que se da.

Tormentosidades varias:

Eso es algo gordo, no hay que dejarlo pasar, y si lo descubrimos y manejamos podría sernos extraordinariamente útil para hacer todas las demás tareas. Pero cada vez que nos enmarronemos con eso, van a terminar apareciendo soldados a cazarnos. Cuidao'.

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08/06/2013, 13:48
Niki Neill

Bloc de Notas de Niki*

Primera entrada.

Escribo esto desde la casa de Maggie, ha resultado ser maja pero quizá por los nervios me cuesta mucho no oír sus pensamientos y eso me agobia. Acabamos de comer, y creo que hoy no podré hacer mucho más que quedarme aquí con ella, pero necesitaba escribir, al menos unas líneas para aclarar mis ideas... El tiempo corre y necesito respuestas.

Me es difícil trazar un plan o ver cómo llegar a mi destino, esperaba que fuera más fácil... Apenas conozco a los anarquistas, pero necesitaré algo de tiempo para llegar a ellos más a fondo. Tengo centrarme en el AAK2.

Es difícil saber por dónde empezar sin saber si es un recuerdo o una visión del futuro... ¿Y si esa chica ni si quiera soy yo? Esto es la guerra y hay cadáveres por doquier, pero quizá los cadáveres que había en ese lugar sean la clave para todo.

Lo primero... En mi visión o lo que sea, se oía un tren, necesito hacerme con algún mapa de todos los trenes que pasan por Amsterdam. Seguramente sean demasiados, pero no es un mal comienzo... quizá Maggie pueda ayudarme en eso. Debo recordar cuando venga Drike preguntarle por el tren de mercancías, quizá él pueda completar la información que consiga de Maggie.

Lo demás es lo difícil... ¿Cómo preguntas por una masacre en plena guerra? Esa debe ser la parte complicada, sobretodo porque no sé si la masacre que veo ha pasado ya o no, pero puedo preguntar... quizá pueda inventarme algo que cuadre y conseguir que alguien me cuente algo.

Y queda la última parte, para la que solo puedo valerme de mi propia habilidad... La cara de aquel hombre... Alguien de aquí debe conocerle... Estoy segura. Debo tratar de buscar su imagen en la mente de los demás... Pero es horrible hacer eso, y las mentes de los demás resultaban siempre agotadoras. De un modo o de otro... no tengo otra opción.

Por último... me queda Izan... ¿Qué voy a hacer con él? ¡Va a conseguir que le maten! No me atrevería a usarlo para que me ayudara a encontrar ese sitio... así que mi única esperanza es conseguir arreglar mis asuntos aquí cuanto antes.

Me llama, Maggie... ya seguiré escribiendo mañana, con suerte con novedades en mi búsqueda.

N. N.

Segunda entrada.

Hospital Boven IJ Ziekenhuis -> Recordar que Maggie trabaja ahí. Quizá sea útil saberlo en caso de que izan pueda salir herido.

Notas de juego

*A partir de ahora escribiré solo en dos post (porque sino esto se llena de post y como no puedo editar los anteriores es un caos). Este sería el Bloc de Notas de Niki, y tendré el otro que será Objetivos y Tareas, ahí te pondré también con quién quiero hablar.

Si puedes borra todas los post anteriores a este. Gracias :)

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08/06/2013, 13:57
Niki Neill

Objetivos trascendentales:

1.  Descubrir quién soy, o al menos algo más de mi misma. 

2. Descubrir de dónde vienen mis recuerdos (visiones), y encontrar los lugares y personas que aparecen. 

3. Descubrir por qué me siento tan culpable

4. Descubrir cómo llegué hasta el bosque y por qué no recuerdo nada.

 

Objetivos a corto plazo o tareas:

1. Conseguir dinero suficiente para subsistir. 

2. Ganarme el favor de los anarquistas.

2.1 Asaltar con éxito el tren. Si a esto se le puede llamar éxito...

2.1.1 Descubrir lo posible sobre el asalto. No es un objetivo como tal, pero en parte me resulta obsesivo. (ver nota del diario más adelante)

2.2 Descubrir más cosas de la muerte de la mujer de Drike y por qué nos parecemos o si realmente lo hacemos.

2.3 Quizá izan pueda ayudar a Rayen, el líder de los Anarquistas infiltrado entre los Alemanes, si le digo que es amigo mío seguramente pueda intentar que le eche un cable, aunque es mejor que no sepa que es anarquista, Izan no es ningún espía y no sé si podrá interpretar bien el papel.

2.4 Si Gabriel es famoso por su atractivo... quizá no sea mal plan acostarse con él, el sexo siempre mejora las relaciones. Recordar preguntarle a Maggie sobre los chicos anarquistas... ¿Alguno que valga la pena? - Sí, bueno... algo más duro de lo que creía... y no me lo imaginaba de esa forma...

2.4.1 Descubrir más cosas sobre la mujer misteriosa de Gabriel, la que aparece en las fotos y parece estar relacionada con un Hospital. No parece tener relación con mi historia, pero por si acaso, es bueno estar listo.

2.5 Descubrir quien va lanzando rayos por ahí... y si tiene que ver con el tipo que robó los papeles sobre el AAK2.

2.6 Descubrir quién robó los papeles del AAK2, y hacer que hable COMO SEA.

3. Descubrir qué es el AAK2 o recuperar parte de esos recuerdos, si es que lo son.

3.1 Buscar en las mentes de quien conozca la imagen del hombre de mi visión. -> Replantearse las prioridades... resulta agotador ir de mente en mente...

3.2 Nos encontrábamos cerca de un tren, revisar las líneas de trenes y metros por Amsterdam y ver donde paran. No es mucho, pero un comienzo. Encontrada la estación (?): Siguiente prioridad conseguir tanta información como sea posible sobre ella.

3.2.1 Analizar algún tejido o parte de aquellos humanos dentro de los trajes.

3.2.2 Tratar de buscar información sobre enfermedades que produzcan esos síntomas. (Izan y Maggie pueden ser útiles a este respecto, aunque un correcto interrogatorio suele ofrecer mejores resultados)

3.2.3 Hablar con lugareños por si han visto algo raro, siempre está el típico niño que ha curioseado o el vecino que ve humo saliendo de donde no debería salir nada... En fin... por preguntar no se pierde nada.

3.2.4 Buscar información práctica (Izan puede ayudarme a esto). Este punto engloba facturas de luz o de gas, envíos realizados a esa dirección, recortes de periódico que informen sobre sucesos en la zona, etc.

3.2.5 Investigar las letras chinas de los bidones. (si es que eran chinas) -> Izan podría ayudar en esto.

3.3 Tratar de descubrir masacres cercanas. Podría ser fácil inventarse alguna historia sobre un hermano perdido en masacre o algo parecido para derretir corazones y conseguir aliados que puedan contarme cosas sobre masacres que hayan ocurrido cerca. (drike?? parece tener debilidad por mí en cierto modo...)

           3.4 Debo conseguir un retrato robot del hombre de mi visión, así Izan podría ayudarme a buscarlo. Si se va a relacionar con los alemanes, quizá le encuentre. -> Joder! Esto es urgente!!

           3.5 Comprobar qué idiomas se hablar.

           3.6 Conseguir algún teléfono de tarjeta, busca o similar diferente de mi móvil habitual, para que Izan pueda contactarme en caso de emergencia sin que sea rastreable. Hablar con Izan sobre si esto es posible. Sería una buena forma más segura de estar comunicados, que usar mi teléfono normal que además, es americano. -> Esto SÏ que es urgente!!

           3.7 Hablar con Drike o con izan sobre las armas, por un lado cómo conseguir alguna para llevar a diario, y por otro lado tratar de hacer pruebas a ver qué tal sé disparar. Podría tratar de pedírselo a Drike con la excusa de "llevo un tiempo sin disparar" y querría probar... La idea es comprobar qué armas conozco y si sé dispararlas. -> Aunque útil, no es prioritario, por el momento los anarquistas me han proporcionado algún arma, y por h o por b, parece que con ellos podré probar un par de tiros... si nos reagrupamos, claro...

 

Sería MUY útil descubrir debilidades en los anarquistas, hoy son mis aliados, pero mañana... no se sabe. Cuanta mas confianza tengan en mí... Mejor.

Otra vía de investigación es más simple o quizá a la vez más compleja. En ocasiones identifico algunos conocimientos, por ejemplo, descubro que sé utilizar armas con facilidad o que sé hablar algún idioma. Quizá si busco información sobre los pueblos de Amsterdam pueda descubrir si alguno me suena -> Hablar con Maggie, hacerme con un mapa y con una guía completa de Amsterdam.

Hablar con:

- Izan sobre Rayen y sobre el rostro alemán de mis "recuerdos" (retrato robot?). Hablarle también del "peligro" de los hospitales, y tratar de mediar algún modo de contacto en caso de que se vea en apuros (un busca, móvil de tarjeta o similar). Intentar pedirle ayuda para lo de las letras chinas (?) de los bidones.

- Hablar con Maggie. (tema del tren y masacres, intentar ganarmela como aliada, preguntar sobre Gabriel, conseguir información sobre el Caelum y sobre el el Padre Jürguen, si va a ser "novato" en los anarquistas tendremos algo en común y siempre trabajan mejor dos que uno). -> Esto no va a ser tan fácil ahora...