Partida Rol por web

Caminas por la calzada de Sundabar, territorio nuevo, a pesar de haberla recorrido innumerables veces nunca habías superado la calzada mas allá de Everlund, donde has percnoctado en una última y nostálgica visita a tu prima Elistrana para despedirte de ella. Las palabras fueron pocas, pues a pesar de los caminos diferentes que habíais tomado la comunicación entre vosotros no las necesitaba. Cuando te marchaste de su casa, construida en la copa de un gran árbol, sabías que ella cantaría por los dos en el bosque como tantas veces habíais hecho.

El camino prosigue bordeando el bosque alto, aunque en a veces el bosque supera la calzada rodeándola totalmente. Una niebla densa oculta todo a partir de una cierta distancia y te da la sensación de estar caminando en un camino que no llega a ninguna parte. Que se crea y destruye a unos pocos metros de distancia. Así mismo los sonidos están amortiguados e incluso tus propios pasos a mala penas resuenan al pisar las hojas aún húmedas.

Es algo muy apropiado para tu estado de animo y caminas así durante horas casi sin darte cuenta, te das cuenta de la forma en que algunos animales te miran, sin temor, solo con curiosidad, como si te aceptasen entre ellos, un ciervo blanco incluso sale en medio de la calzada y se para, mirándote unos segundos, antes de pegar un brinco y salir de la calzada.

Solo cuando han pasado unas horas y te detienes para comer un sonido cristalino rompe totalmente la atmósfera que había hasta ese instante, un jilguero cantando. Cuando miras en su dirección lo ves a pocos metros de ti, en una rama baja. Este sigue cantando incluso a pesar de tus movimientos, como si no te temiese y su canto atraviesa la niebla como un cuchillo caliente la mantequilla, devolviéndote a la realidad una vez más.

Observas la manzana que te ibas a comer y es como si la vieses por primera vez, incluso el camino parece diferente, mientras te das cuenta de todos aquellos pequeños detalles que no habías visto antes y todo debido al canto del jilguero.

Algo en ti, la parte de tu infancia que el dolor está ocultando canta junto al jilguero, intentando abrirse paso entre el estupor y el dolor que la encierran.

Abandone la ciudad, solo recordaba los ojos de mi nuevo sobrino, muy parecidos a los de mi hermana. El resto había sido como un trance, besos, felicitaciones, puestas al día, noticias, rumores,… un afecto al que yo no podía responder. Para mí todo había ocurrido hacia unas horas cuando desperté.

Pase dos meses caminando por el pasillo como un tigre enjaulado, necesitaba recuperar la musculatura perdida en estos años para huir. Mi cabeza asentía y mis oídos escuchaban pero mi mente no atendía, ausente y escondida tras una niebla más espesa que la de este bosque.

Mi prima me acompaño hasta el bosque y me enseño su nueva casa. La vegetación se había recuperado de la lucha de los dioses, había pasado mucho tiempo.  Ella me animo un poco, me conocía demasiado. Si hubiese querido quedarme en mi vieja vida ella habría sido sin duda mi mayor apoyo para mantener la cordura y cierta paz, pero no era suficiente, y los dos lo sabíamos. Estuve unos días en su casa, mientras lo que me perseguía me buscaba, así que partí y trate de caminar sin pausa, pero era imposible, y al final me alcanzo.

No es que me alcanzara, más bien era como una bestia encerrada dentro de una caja que había llevado conmigo todo el tiempo. No podía presionar la tapa por más tiempo. Aquello tenía que salir. Fue el canto de un jilguero, demasiado feliz, lo que dio la señal, y abrió la tapa.

Y salió, desde lo más profundo de mis recuerdos, como un tsunami, atravesándome, inundándome desde dentro y rebasándome hasta que empezó a supurar por mis lacrimales hacia fuera.  Grite, me golpee en el pecho, apretando los nudillos hasta clavarme mis propias uñas. Me arrastre hasta un riachuelo a beber, solo para tener más lágrimas que derramar. Mientras, aquel condenado pájaro seguía con su cancioncilla feliz.

Solo cuando el sol se puso, y las estrellas se abrieron paso en el cielo nocturno me calme. Me había perdonado los dos pecados que cargaba: sobrevivir y querer seguir haciéndolo por más tiempo. Nunca olvidaría a los que se habían quedado atrás, ni a mi hermana ni a mi amada Nindë, ni siquiera a Timmy, incluso llevaría en mi memoria a ese semiorco carnicero. Algún día yo también moriría y me encontraría con los muertos, al menos con los elfos. Pero no sería inmediatamente ni por mi propia mano. Aquello clarifico mi ensueño, que fue largo y reparador.

Me levante agotado, magullado y entumecido, me había dormido en pleno suelo. Y mientras desayunada, el jilguero volvió con su melodía y esta vez yo también silbe, haciendo coros. Le di su parte del desayuno, un poco de pan y un buen trozo de otra manzana, como recompensa por velar mi sueño y cantar para mí.

Juntos emprendimos de nuevo el camino. Ya había liberado lo que tenia reprimido y ahora el recuerdo era menos doloroso, cada vez que accedía a mi memoria lo bueno era más fuerte y lo triste más lejano, dos días después volví a cantar con mi voz y una semana después volví a reír. Estaba vivo de nuevo. El dolor me acompañaria mucho tiempo, pero ya no me ahogaba y cada vez pesaba menos.

Aquel jilguero ahora se llamaba Ecthelion, renacer.

La niebla se disipa ante el reconfortante sol de la cercana primavera, el Equinoccio de la Primavera pasó para ti sumido en las garras de tu propia mente, pero ahora es cuando te das cuenta de lo que hay a tu alrededor.

Los rayos del sol brillan entre las ramas y aunque su calor aún está amortiguado por el gélido invierno en estas tierras sientes como este reconforta tu alma, como si algo tan simple como el sol hubiese estado vedado a tus ojos.

Tus oídos, antes sordos al sonido de la vida empiezan a escuchar el ruido del bosque, animales que salen del letargo, las hojas que se mecen con una suave brisa y el reconfortante sonido que emite la naturaleza cuando escapa de las garras del invierno y florece en la primavera.

Es entonces cuando te sorprende la presencia del jilguero tan cercana, sin ningún tipo de miedo, como si siempre hubiese sido tu mascota.

Pero aún mas grande es tu sorpresa cuando ves otros animales que normalmente rehuyen el contacto de la gente, como los ciervos y un feroz jabalí con sus cachorros observarte con curiosidad en vez de rehuirte a un lado de la calzada entre la maleza.

Te das cuenta que de un cierto modo el sonido que escuchas de la naturaleza es algo que antes no oías tan claramente, pero que los animales y ahora tu escucháis casi a la perfección. Un murmullo continúo y reconfortante.

Así mismo te das cuenta de que la naturaleza es consciente de tu propio despertar y te da la bienvenida, por eso los animales no te temen.

Caminas los días siguientes cruzándote con numerosas caravanas en dirección a Everlund y Argluna, deseosas de aprovechar el buen tiempo y la ausencia (absolutamente temporal) de lluvias, por lo que las conversaciones son cortas, solo para decirte que la ciudad de Sundabar se encuentra justo tras el paso de Argluna, que cruza las montañas de Nether.

Algunos te recomiendan que no cruces el paso solo, debido a la cercanía de varias tribus orcas que intentan atacar a aquellos viajeros o caravanas que no parecen capaces de defenderse.

Aún así pasan dos días y con tu nuevo estado de ánimo pronto empiezas a cantar junto a Ecthelion, disfrutando de la sensación simple y tranquila de caminar sin un objetivo claro, solamente por el hecho de hacerlo.

Pronto el terreno boscoso deja paso a una llanura, aunque puedes observar como cada vez el camino se hace mas sinuoso a lo lejos metiéndose entre las colinas que preceden a la cordillera de Nether, que resalta en el horizonte con sus altos picos nevados.

(si quieres postear algo avisa y si no, prosigo yo, si quieres vincular como familiar a tu Ecthelion avisa y te posteo lo que ocurre)

Caminó en dirección a la ciudad. Se uniría a alguna caravana o grupo de viajeros y cruzaría los pasos, no se detendría. Estaba al comienzo de su nueva vida, tenia que ver mundo como nunca antes lo vio.

En algun momento del viaje, Ecthelion pasó a ser su nuevo familiar

El vínculo:

A lo largo de tu camino observas a Ecthelion varias veces con curiosidad, el atípico jilguero que ha logrado sacarte de tu estupor con su involuntario canto.

Aunque varias veces a lo largo del día sale volando y da vueltas en el cielo o se sube a las ramas para cantar, saltando-volando de una a otra te sigue de una forma que resulta sorprendente por lo rara que es en un animal. Incluso llegando a activar tu visión de la Urdimbre para ver si es alguien camuflado que te esté gastando una cruel broma, pero no, no ves nada de magia en el.

Así que lo meditas profundamente durante tu camino y al final llegas a la decisión de convertirlo en tu familiar, ya que en muchos aspectos casi parece que lo sea ya. Has visto los familiares de muchos de tus compañeros en la universidad de magia de Argluna, animales mágicos cuya alma ha sido entrelazada con la del usuario del Arte y nunca habías tenido uno debido a no haber sentido una empatía con ningún animal con el que te habías encontrado.

Lo meditas durante los largos días del viaje y al final te convences para hacerlo. Uno de los días recoges una pequeña pluma roja de Ecthelion, de las que pierde de vez en cuando.

Te sientas a un lado de la calzada, en el tronco de un árbol caído y ves como Ecthelion se posa cerca de ti, cantando. Entonces comienzas el ritual.

A diferencia de los magos tu lo único que necesitas son unas gotas de tu sangre, por lo que desenvainas tu espada que produce un sonido metálico al rozar con la vaina y te haces un pequeño corte en el pulgar.

Entonces sacas la pluma y dejas caer las gotas de sangre, carmesí contra carmesí.

Entonces comienzas el ritual, no un verdadero conjuro sino una manipulación directa de la Urdimbre. Cierras los ojos y accedes a esa energia que permea el mundo entero, gracias a ella y a la pluma ensangrentada, logras sentir tanto tu presencia como la de Ecthelion que permanece aún posado en el tronco del árbol.

Es entonces cuando empiezas a entonar el cántico, no realmente necesario, pero si es una antigua tradición élfica para mantener la concentración. Las palabras no son importantes, pero si tu voluntad.

Sientes ambas esencias, la tuya y la de Ecthelion, la suya llena de vitalidad, de la libertad del vuelo y del ciclo de las estaciones y entonces unes tu esencia con la suya, creas una conexión gracias a la Urdimbre, no es un canal visible, ni siquiera es algo que se pueda deshacer, ya que es algo que se inscribe en tu alma y la del jilguero, uniéndoos inexorablemente.

Es entonces cuando abres los ojos, tu cuerpo está empapado de sudor y ves como las sombras de los árboles se han movido bastante, pero a pesar de ello te sientes lleno de vitalidad, la misma que sentías cuando percibías la esencia de Ecthelion.

Entonces notas algo en tu mente, como una conciencia despertar en un pequeño rincón, reservado para ella y te das cuenta de que es Ecthelion. No necesitas palabras para ello, pero sientes sus emociones, claramente divididas de las tuyas en tu propia cabeza y así mismo sientes su conciencia expandirse a medida que su alma y su mente se adaptan al cambio.

Pocos segundos mas tarde la transformación ha finalizado y Ecthelion te mira con sus ojitos, demostrando una inteligencia que antes no existía y sientes un fondo de gratitud unido a sus emociones. Su esencia animal sigue ahí, pero mas libre, mas consciente aún.

Ahora estáis unidos.

El camino se hace mas arduo, con la inevitable cuesta arriba continua que supone acercarte al paso, además de convertirse en una serpenteante calzada que evita los picos de las colinas que te rodean. Los pinos y abetos te rodean y el sonido de los pájaros cantando recibe la respuesta de Ecthelion cuyo canto ha adoptado el de una tonadilla de marcha. Algo que te resultaría sorprendete si no supieses que los familiares comparten los conocimientos de su dueño, siendo capaces de proezas que un animal encontraría imposibles.

Primero llega el silencio, los pájaros dejan de cantar, el bosque se vuelve silencioso, pero un centenar de metros mas adelante escuchas el rumor inconfundible de espadas entrechocando y el grito que da paso a la muerte de alguien.

Corres con rapidez, pues está claro que algo ocurre mas adelante y efectivamente, cuando giras un último recodo ves una batalla ante tus ojos, aunque se encuentra en su agónico final. Media docena de grandes trasgos yacen en el camino muertos a diferentes distancias, muchos de ellos con flechas emplumadas clavadas.

Así mismo ves el cadáver de tres elfos solares, todos ellos con terribles heridas causadas por las bisarmas que usaban los grandes trasgos.

Aún así eso apenas llama tu atención unos instantes, pues en pie ves a una elfa solar rodeada por tres trasgos supervivientes. Danza entre ellos de una forma que nunca has visto, fluyendo como el agua y golpeando como el aire, pero está claro que se encuentra en desventaja pues ves como una herida en su costado ha sangrado hasta empapar toda su pierna de sangre y los trasgos se dedican a hostigarla esperando que las fuerzas le fallen.

Tu llegada por lo tanto se demuestra providencial, pues cuando los grandes trasgos te ven deciden poner pies por polvorosa, temerosos de enfrentarse a dos elfos sin una superioridad numérica abrumadora.

Kahlianty... huyen... ¿has visto?

Mira aturdida como los trasgos que la hostigaban salen corriendo y vuelve a decir -¿Kahlianty?

Se da la vuelta y al ver el cuerpo de los tres elfos suelta un gemido ahogado que buscaba ser un grito, las pocas fuerzas que le quedaban le fallan y cae arrodillada, sintiendo ahora el agijonazo del corte en un brazo y el terrible ardor de la herida en el costado, aunque peor es el dolor que siente el pecho cuando pronuncia -Kahlianty, Servinala, Marialae, que vuestras almas descansen en Arvandor... pronto me reuniré con vosotros...

Escucha un ruido y levanta la cabeza, ve una visión de un elfo borrosa por las lágrimas y la pérdida de sangre.

¿Halani? Acudo a ti...

Con esas últimas palabras cae desvanecida en el suelo.

Camthalion corre a su lado. ¡Si hubiera asistido a clases de sanar, si hubiese escuchado a mi prima cuando me enseñaba!. Tiene claro que hay que cortar la hemorragia, y no le importa emplear su capa o todas sus mudas para ello.

Más tarde, cuando la elfo se despierte se encontrara con Camthalion sentado a su lado, silbando una cancioncilla suave a su lado. Mientras, el jilguero patrulla el perímetro atento a posibles enemigos. -Tomate esto, despacio, es fuerte. Le ofrece un cuenco con una mezcla de agua y plantas machacadas. Las habría hervido, pero eso podría haber llamado la curiosidad de más criaturas malignas.

Tras detener la hemorragia y dejarla descansar, ha podido mover los cuerpos y sus posesiones bosque adentro poniéndolos en paralelo sobre una zona con musgo, y les ha lavado la sangre de la piel lo mejor que ha podido con la tela húmeda, por suerte había un pequeño manantial cerca. Ha buscado flores silvestres que dejar caer cerca, sobretodo donde la ropa estaba teñida de rojo.

¿Quién de los tres será Kahlianty? En cualquier caso procede con su homenaje. Ha visto realizar este tipo de trabajos cientos de veces,  durante los asaltos orcos. Al principio no le veía ninguna utilidad, pero luego lo comprendió.

Si solo valía para que la pobre chica que descansaba a unos metros se llevara un trauma un poco menor al verlos, su trabajo no habría sido en vano. Además había algo tranquilizador en hablarles, lamentar su suerte, desearles un buen viaje hasta la isla de los dioses. En prometerles que los quedábamos atrás no les olvidaríamos. Después se sentó y esperó, usando una piedra como matraz y su cuenco de viajero como mortero para extraer los principios de las hojas: analgésicos para el dolor, tranquilizantes para la mente.

¿Qué pasaría cuando despertara?  ¿Tendria que abrazarla? ¿Dejarla sola para que sufriera algún tipo de catarsis como él? Al fin se despierta, le acerca el cuenco - Tomate esto, despacio, es fuerte.

Te acercas a ella y le quitas primero el peto de cuero y luego la túnica, dejándola a torso desnudo. Ves que tiene un tajo en el brazo, pero sin duda eso es menos grave, lo mas grave es un profundo desgarro que recorre desde su omóplato derecho hasta su cadera recorriendo todo el flanco, es un corte irregular y profundo.

Así mismo ves su pecho subir y bajar débilmente, sin duda lo que la está matando es la pérdida de sangre. Aunque nunca has sido tu mismo el que las ha aplicado conoces unas cuantas hierbas astringentes, capaces de disminuir el riego sanguíneo de una herida, funcionando como cicatricantes naturales. Y estás a punto de moverte cuando ves como Ecthelion sale volando y una firme resolución proviene de su vínculo. Parece ser que es él quien va a ir a por las hierbas y efectivamente, mientras de tu propia capa preparas unos vendajes cortándola con la espada ves como Ecthelion te va trayendo en varios viajes y de la misma forma que si buscase hacer un nido varios tallos y flores de margaritas sujetas con un pico, hojas de ortigas y hojas de menta.

Mientras Ecthelion busca y trae hierbas usas parte de tu preciosa agua y una de las vendas improvisadas para limpiar la sangre de la herida y los restos de arena que se han quedado pegados al caer la elfa al suelo, escuchas como gime débilmente al sentir como tus delicados dedos pasan por la herida.

Cuando Ecthelion  ha reunido suficientes hierbas ambos lo dictamináis al mismo instante y él empieza a volar en círculos sobre vosotros vigilando el área.

Es entonces cuando tu trituras con la parte plana de tu espada las hierbas sobre la funda.

Y finalmente, coges las vendas hechas con tu propia capa y colocando el emplasto sobre la herida lo envuelves con las vendas improvisadas, rodeando el cuerpo de la elfa en un torpe vendaje.

Observas preocupado como la herida sigue sangrando levemente y mancha las vendas con rapidez, el color carmesí extendiéndose a medida que impregna las vendas. Pero los dioses son benévolos o el emplasto ha dado sus frutos (seguramente ambas cosas) pues la mancha se detiene y pocos minutos mas tarde ves como respira mejor, de forma mas pausada.

Ya con mas tranquilidad Ecthelion te indica mentalmente algo, una emoción de vida que tardas varios minutos en identificar como que ha encontrado un curso de agua. Así pues, mientras él cuida de la elfa tu vas a limpiar su túnica. sus pantalones y tus manos de sangre, además de rellenar tu odre.

Cuando vuelves controlas que todo está bien y ella está cubierta por la manta de tu petate, Ecthelion entonando un dulce cántico elfo traducido al idioma de los jilgueros.

Cuidas de las tumbas y tras pasar varias horas mas ella despierta.

Gime mientras las pesadillas de la muerte de sus compañeros la sacuden, reviviendo una y otra vez la visión de sus cuerpos sin vida, aunque en sus pesadillas estos le miran sonrientes, incluso en la muerte y le piden que se una a ellos, que los alcance. Siente un terror intenso y gime de nuevo hasta despertar con un grito que en seguida se tiñe de dolor- ¡NO!

Intenta levantarse pero una punzada en el costado le hace soltar un gemido, aunque lo ignora y mira a su alrededor sintiendo aún el terror de la pesadilla.

No te muevas, estás muy herida y no soy el más experto entre los curanderos. Me llamo Camthalión, llegue unos segundos antes de que te desmayaras.  Estás a salvo, esos trasgos ya no están en las cercanías. Estamos a salvo y tú no deberías hacer movimientos bruscos. Le trata de transmitir ánimo, no va a sonreírle porque sería una falta de respeto a lo dramático de su situación, pero le pone la mano en el hombro. ¿Cómo os llamáis?  

Durante unos segundos te mira como si no te viese, perdida en sus pensamientos, sus ojos desenfocados.

Kahlianty... era todo verdad... no era una pesadilla.

Después con una lentitud pasmosa mira a su alrededor y acurruca rodeando sus rodillas con los brazos, la manta cae a sus pies quedándose desnuda pero ni siquiera parece darse cuenta. Las lágrimas empiezan a brotar de sus ojos mientras mira el vacío enfrente, pero no parece ser capaz de contestarte, o quizá ni siquiera es consciente de ti, no llegas a estar seguro de ello.

Aunque su desnudez era un regalo para la vista, habría que ser ruin y carroñero para fijarse en eso, además ambos estaban solos desde hacía poco. Así que el elfo la cubrió con la manta y se retiro, la dejó sola, a distancia suficiente para que ella oyere sus silbidos de lejos. Que sintiese que no estaba sola, pero a la vez que no está siendo observada.

La canción elegida: “el valle se deshiela y la nieve da paso a las flores” una canción infantil e inocente, optimista pero sobria, con hadas que salen de sus escondites y desperdigan calor y semillas. Una pieza que requiere dos instrumentos pero cuyo ritmo es tan conocido que su pobre imitación pueda evocar un piano y un violin de la memoria de su oyente.

Se emociona un poco a sí mismo en su fragmento favorito, la parte que una abeja le habla a sus hermanas de la jefa de las hadas, de nombre “Doña Primavera” (Es una cancioncilla infantil)

Doña Primavera

viste que es primor,

de blanco,

tal como limonero en flor.

Lleva por sandalias

una anchas hojas

y por caravanas

unas fucsias rojas.

¡Salid a encontrarla

por esos caminos!

¡Va loca de soles

y loca de trinos!

Doña Primavera,

de aliento fecundo,

se ríe de todas

las penas del mundo...

No cree al que le hable

de las vidas ruines.

¿Cómo va a entenderlas

entre los jazmines?

¿Cómo va a entenderlas

junto a las fuentes

de espejos dorados

y cantos ardientes?

De la tierra enferma

en las hondas grietas,

enciende rosales

de rojas piruetas.

Pone sus encajes,

prende sus verduras,

en la piedra triste

de las sepulturas...

Doña Primavera

de manos gloriosas,

haz que por la vida

derramemos rosas:

Rosas de alegría,

rosas de perdón,

rosas de cariño

y de abnegación.

Cantas la canción y es entonces cuando escuchas los leves pasos de la elfa que se acerca, sujetándose la manta de tu petate alrededor. Tiene los ojos enrojecidos y el color dorado de sus mejillas está oscurecido por un ligero tono bermellón, además de los churretones de las lágrimas que ha derramado.

Habla con un tono delicado en élfico, que sin duda incluso ahora que está teñido de tristeza y levemente afónico por los gritos de antes notas como está entrenado para el canto, poseyendo una musicalidad que solo se alcanza tras años de práctica.

Kahlianty... ¿Donde está? Necesito llegar hasta él...

Aunque evidentemente está destrozada, ves que tu canción, o quizá otra cosa, ha logrado que ella preste mas atención a lo que hay a su alrededor. Sin duda está aún ofuscada, pero por lo menos ahora te está hablando a ti directamente de forma racional.

Es por aquí, ¿estás preparada?. Le acompaña en silencio hasta donde ha dejado los cuerpos con un poco de dignidad elfica, lo mejor que ha podido hacer dadas las circunstancias. -Si quieres quedarte sola dímelo, yo vigilare que nadie se nos acerque.

Es difícil hacer de asistente para alguien que está pasando por un dolor tan parecido al suyo, intenta mantenerse firme, ser una roca sólida a la que agarrarse, aunque hace falta poco para que termine llorando junto a ella. Además había que tomar una decisión sobre los cadáveres, pronto entrarían en rigor mortis, y después... bueno mejor que estén enterrados o incinerados.

Te sigue, soltando algún que otro hipido mientras se esfuerza en no volver a llorar.

El kiira, la armadura, como miembro de la casa Alastrarra no puedo dejarlos aquí.

Cuando llegáis al sitio donde has colocado los cuerpos sin vida de los tres elfos ella cae de rodillas junto al cuerpo del que parece un mago con una holgada túnica cubriendo su cuerpo, tiene un tajo enorme en el cuello, el que le ha matado sin duda y su rostro está recubierto de sangre que ya se ha quedado reseca.

Eres un tel-quessir, como yo... por favor... ayúdame a coger su armadura, es una reliquia de la familia.

Camthalion le ayuda a soltar las correas y con delicadeza la separa del muerto. -Me... me quedan unos paños limpios, puedo limpiarla.

Debajo de la túnica, totalmente oculta a la vista ves como un intricadísimo camisote de mallas reluce ante la luz. Tiene el emblema de un azor en la pechera compuesto por minúsculas anillas de un color dorado.

Cuando se la quitáis te sorprende su ligereza, no pesa mas que una camisa gruesa y tiene casi la misma movilidad, aunque al tenerla en tus manos notas la magia que la recorre hormiguear.

Ella te deja que la sujetes tu y entonces dice -por favor, se que es mucho pedir, pero necesitaré cuidados.

Entonces ves como acerca su frente a la del cadáver hasta casi estar en contacto y pronuncia unas palabras mágicas. Cuando finaliza una gema de color negro aparece en la frente del cuerpo y con un chisporroteo mágico se desprende de esta para introducirse en la frente de la elfa.

Ves como ella se levanta y te mira con ojos ausentes, entonces se desvanece de nuevo mientras murmura frases incoherentes continuamente. La gema reluce incrustada en su frente.

pero necesitaré cuidados.

Menuda tipa. ¿Que clase de cuidados? ¿Que no se ahogue? ¿que le de beber si se pasa varios días en trance? ¿Que apunte lo que dice? aunque eso seria imposible, no entiende nada. Podría haber sido un poco más concreta, la verdad.

En primer lugar va a intentar entender que está pasando. Cierra los ojos y se centra en su interior. Recuerda todas las cosas propias de la vida que le acercan a la urdimbre: el humo de tabaco, el licor, la miel, los pasteles de pétalos de rosa, el frenesí de un baile, las carcajadas. "Lleva" esas emociones a sus ojos y los abre.

Abres tus ojos a la Urdimbre que existe en todos los seres y todo el mundo, incluso en el aire.

Lo primero que notas es la intensa fuerza mágica y los hilos de la Urdimbre arremolinados alrededor la gema que hacen que resplandezca con un tono azulado, estos hilos se están introduciendo con rapidez en la cabeza de la elfa, que continúa murmurando incoherencias.

Así mismo poco después notas la magia en la armadura que tienes en los brazos, mucho mas débil que la de la gema estaba casi oculta tras la poderosa magia en acto.

No solo eso, ves tu propia conexión a la Urdimbre y la de la elfa, que la identifica como una usuaria del Arte, igual que tu, aunque sientes su poder mágico inferior que el tuyo.

Solo entonces logras concentrar tus ojos para individuar la escuela de la magia que está teniendo acto, eso siempre da una pista de lo que podría estar ocurriendo. Ante ti el patrón azul de la Urdimbre empieza a dividirse en los varios colores de la escuela, es una labor ardua ya que están en continúo movimiento, arremolinándose y juntándose, pero finalmente logras desenmarañarlo y ver con claridad los hilos que permean la gema.

Es entonces cuando reconoces el patrón mágico de varias escuelas, adivinación, ilusión y transmutación, que recuerdas aquello que tu madre te contó una vez sobre como las más antiguas familias elfas poseían gemas de increible poder. Los tel'kiiira o piedras del alma, estas maravillosas gemas se introducían de por vida en el cuerpo del primogénito de la familia y hasta el momento de su muerte registraban todos los acontecimientos vividos por el elfo. No solo eso sino que otorgaban poderosos conjuros a los que la llevaban y les permitían acceder a toda esa sabiduría acumulada lo largo de milenios. Los tel'kiira eran por derecho propio el mayor tesoro y el testamento y recuerdo de las casas nobles élficas.

Así mismo logras vislumbrar también como la cota que tienes en las manos está encantada débilmente con la escuela de abjuración y la de transmutación. Seguramente para hacer la armadura mas resistente y al mismo tiempo para mejorar las ya increibles capacidades del mithril haciéndola mas ligera y flexible.