Partida Rol por web

Lord Vignar salió al campo de entrenamiento que tenia montado para su deporte amado. El lugar contaba con un pequeño campo de justas, unas gradas en el latera oeste sin terminar y una caballeriza para 3 equinos. Todo esto era parte del proyecto del señor de la casa de tener su propio campo de justas y hacer algunos torneos al año que ayudaran a mejorar la economía de la casa y que además le proporcionaran la diversión que tanto amaba a pocos metros de su hogar.

Tras cambiarse y vestirse como el Guerrero mandaba a un caballero, Ser Heine se presentó en el campo de entrenamiento. Las justas no eran algo que precisamente disfrutara mucho. Pese a ser buen conocedor del uso de la lanza de caballería en combate, en situaciones reales jamás se encontrarían dos caballeros lanza en ristre lanzándose ordenadamente el uno contra el otro. Si esto ocurría, o el general era un verdadero zoquete que decidía malgastar las lanzas de su caballería contra la rival o se daba una situación verdaderamente inusual donde dos jinetes, aun con las lanzas intactas se lanzaban el uno contra el otro a sabiendas de que esto acabaría por matarlos probablemente a los dos. Mucho más útil era entrenar con las lanzas contra blancos estáticos y a la altura de soldados, que era donde mejor apuntadas iban las lanzas.

Como iba diciendo, no era su pasatiempo favorito...

Lady Alyse prefería el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con espada de hoja larga antes que las justas a caballo. El apoyo y ánimos de Morgause eran bien recibidos por ella y daban un plus de motivación a la inminente práctica, pocos solían apostar por una dama en estas competiciones. - Gracias Morgause. Disfruta del combate. - le sonrió, dejando pendiente el intercambio de perfumes para otro momento.

La luz del atardecer caía sobre el campo de entrenamiento, que a Alyse siempre le parecía a medio construir, aunque disponía de los mínimos cómo para poder desarrollar técnicas y entrenar en múltiples disciplinas marciales.

Lord Vignar decidió hacer de la práctica un evento familiar, haciendo partícipes también a sus hijos. Alyse Kelmstiern desde la mañana vestía ya su oscura armadura de escamas ,con el puño familiar bordado sobre el pedazo de cuero sobre el pecho. Pese a la incomodidad de movimientos, solía llevarla todo el día por ser miembro especial de la guardia. Eso le hacía pensar que era bueno para estar siempre preparada y de paso mantener una musculatura tonificada.- ¿Qué tipo de combate mandáis mi Lord?- Preguntó ante la presencia de Lord Vignar.

Rantos apareció -contra toda pronóstico- en el campo de entrenamiento. Se paseó entre las armas romas con su coraza puesta pensando en que debería usar. No estaba especialmente motivado pero también esperaba divertirse un rato con su familia.. de pequeño se cortaba con las espadas entrenando; simplemente estaba muy débil para mantenerse en pie con ellas. Incluso las de madera lo fatigaban. 

No se decidía por el arma, pero para empezar, si no lo hacían a caballo escogió un par... un mandoble y una lanza. Y también una lanza de caballería. ¿Por qué no? Mejor que sobren armas a que falten.

-Padre, ¿por donde quieres empezar?-preguntó confiado.

Ante el agradecimiento demostrado por Alyse, la pelirroja sonrió encantadora, complacida de que hubiera llegado a un acuerdo respecto a los perfumes, o eso esperaba, si bien algo le decía que le era probable que la aguerrida mujer preferiría obsequiarle el perfume sin nada a cambio, algo que Morgause no aceptaría. Le agradaba demasiado la guerrera, en especial cuando ésta parecía preocuparse bastante por ella, incluso si ya gozaba de la protección de su gatosombra. Por esa razón, se podía decir que era una de sus pocas amistades en aquel sitio, teniendo en cuenta que los sirvientes solían tratarla más con respeto, al ser ciertamente querida por el Señor de la Casa, por lo que era difícil establecer una amistad con dichas personas. En cambio, con sus medio hermanos... eran su familia, incluso si había una parte de la sangre que no le correspondía, si bien cada uno parecía tener sus propias preocupaciones, por lo que no siempre podía contar con ellos para cualquier cosa. Sin duda, dejando de lado la magnífica amistad que mantenía con Nor, y posiblemente también una especie de hermandad, Alyse era lo más cercano que tenía a una mejor amiga, y una cuya habilidad en combate realmente respetaba, y la había motivado a aprender algo de esgrima braavosi, incluso no era excepcional en ello, claro. - Lo haré, Alyse. Espero aprender algunas cosas de ti. - Dijo en un tono gentil, a pesar de que la mujer no practicara el mismo estilo de combate que ella. Además, en el caso de Morgause, había aprendido algo de esgrima, simplemente por una medida de seguridad, en caso de ser necesario, si bien era obvio que Nor sería la mejor carta a su favor, si realmente necesitaba protegerse de algo o alguien.

Mientras el resto se dirigía al campo de entrenamiento, la bastarda se desvió del camino para visitar su habitación y buscar su arpa con la cual pensaba tocar algo mientras el resto entrenaba. No fue muy difícil para ella cargar aquel instrumento, ya que no era tan pesado ni incómodo de llevar si sujetaba el arpa desde la columna. Con una amplia sonrisa, acompañada de su compañera animal, no tardó mucho en aparecer en el campo de entrenamiento, luego de que el resto ya hubiera llegado hacía cierto tiempo. - Perdón la demora, Lord Vignar. Debía buscar mi arpa. - Se explicó de buen humor, a medida que caminaba hacia las gradas para luego tomar asiento y posicionar su instrumento, dispuesta a tocar una hermosa melodía mientras los presentes se probaban entre sí. - Tocaré algo hermoso para ésta ocasión en la que estamos todos reunidos. - Aseguró en aquel tono de voz suave, aquella forma de hablar que podía capturar el corazón de muchos hombres, e incluso algunas mujeres. Sus manos delicadas acariciaron la fina madera de su arpa, transmitiéndole a su instrumento el amor que sentía por el mismo, teniendo en cuenta las bonitas melodías que solía crear con dicho arpa, incluso si tal vez no poseía la creatividad de otros grandes artistas que las cortes podían juntar con una buena cantidad de oro. - Recordad decirme lo que desearíais que dijera cuando os presente en el torneo, milord. - Le recordó a su padre, esperando que tuviera una idea especifica de lo que deseaba oír de ella como su heraldo, ya que Morgause tenía muchas ideas, si bien sería difícil poner todas esas ideas en algo lo suficientemente resumido para no hartar a los invitados. Una vez dicho eso, no se demoró en acariciar las cuerdas de su arpa, antes de que sus dedos comenzaran a deslizarse por las mismas con cierta destreza, dando vida a una cálida melodía que buscaba embelesar a los presentes.

 El dominio que la chica tenia con el arpa era magnifico, la melodía que se desprendían de sus cuerdas hicieron que los que allí escuchaban entrelazaran los sonidos con hermosos recuerdos o deseos. La música lograba adentrarse en los corazones de aquellos que la escuchaban haciendo que el publico sintiera un cariño incondicional, casi posesivo, hacia la muchacha que lo interpretaba.

El Lord desde su imponente equino y casi listo para comenzar el entrecruce de lanzas se frenó a oír la melodía de su hija y se perdió en los recuerdos de su amada Eyra. Las notas musicales producían en el señor una mezcla de angustia por tener que despedirse de su amada norteña y un creciente deseo de emprender su búsqueda. Mientras veía a su hija tocar el arpa le pedía perdón en silencio por arrebatarle a su madre y le aseguraba desde los más profundo de su corazón que jamás le habría faltar nada.
 Aquellos pensamientos se detuvieron en su cabeza, más no en su corazón. Cuando la chica pregunto qué era lo que él quería que se dijera en la presentación.
-Sin lugar a duda debemos mencionar que soy múltiple campeón en la disciplina de justas.- Comenzó diciendo el señor. -Tampoco hay que olvidar decir que en la batalla del tridente me trence en un combate maravilloso con Lewyn Martell y fui yo quien propino las mortales heridas que hicieron que perdiera su pelea final contra Lyn Corbray.- Agregó. Ese era uno de los hechos más grandes que le habían sucedido en su vida, Sin Lugar a Duda. -Luego puedes decorar la presentación con lo que tú quieras.- Dijo finalmente

 Tras hablar con su hija se volteo a mirar a aquellos que pretendían entrenar. -Yo quisiera practicar justas, luego el resto pueda hacer alguna practica de combate cuerpo a cuerpo si así lo desea.- Sugirió el señor.

Me presento en el campo de entrenamiento ataviado con mi armadura y con mi espada. Hasta ahora no ha visto sangre, y probablemente no la vea. Pero me parecía adecuado traerla.

La dejo junto a la panoplia de armas y tomo una espada larga y roma de entre las espadas de práctica. Miro la punta antes de usarla, como solía hacer a veces. No tiene filo, pero esta manchada por golpear armaduras. Tomo también uno de los raídos escudos de prácticas, y busco a mi hermano con la mirada.

-Rantos. ¿Que arma vas a utilizar? -le increpo, listo para el combate y la espada roma apuntando al suelo.

Al acercarme a mi hermano, con las armas preparadas, me invade una sensación desagradable que no tenia desde las primeras veces que practicaba. Es miedo, amargo, formando un nudo en mi estomago. Por un momento pienso en que me gustaría estar en mi habitación, solo, practicando caligrafía o leyendo sobre las casas que vienen a la boda. Esta es tu oportunidad de tener una pequeña victoria frente a Rantos. Y delante de padre. Vamos, tu puedes. Esto no es nada, ya has luchado contra Sir Eberhard, me digo a mi mismo.

Con una mirada resuelta, me encaro a Rantos, listo para cuando quiera comenzar el combate.

Si el Lord quería cabalgar por el campo de liza no sería Ser Heine quien se negara a ponerle un blanco al que hincar la lanza. Fue a las caballerizas a por su montura, la cual cada vez que veía le traía por la calle de la amargura. El pobre caballo no tenía ninguna culpa, era un rocín estupendo, pero indigno de un caballero que se suponía debía poder permitirse un destrero o al menos un corcel.

En cualquier caso, tras dar una moneda a un muchacho por ensillar su caballo, Eberhard tomo la lanza de caballería preparada para la justa, se encastró el escudo en el brazo izquierdo y se presentó en el campo de justas.

A Alyse se le erizó el bello durante la pulcra interpretación de Morgause, pudo fijarse en que la hiptónica melodía dibujaba más de una expresión de introspeccción en los rostros de los presentes. Ella, inmersa en la melodía, dejó la mente en blanco dejando atrás sus duras preocupaciones, con cada nota se concentraba en cada parte de su propio cuerpo hasta las extremidades, cosa que le hizo sentir más viva en ese momento.

Una vez concluida la primera canción y aceptar sin quejas una justa como aperitivo, dejó a sus espaldas las gradas y el sonido agradable del arpa, acompañando a Ser Heine hacia la pequeña caballeriza. - Ser Heine, sepa de antemano que las justas no son mi fuerte. - le comentó en el camino.

Al llegar comprobó cómo los mozos habían hecho su trabajo. Le esperaba su corcel, Noche, una esbelta yegua de color negro puro azabache. No era precisamente un caballo de guerra, pero su velocidad había salvado al Lady Alyse de más de una estocada. Se le acercó y acarició su crin oscura, impoluta y brillante, que caía peinada por el flanco izquierdo del animal. - Hola Noche, ¿Lista para la acción? - le dijo a su yegua sin esperar respuesta alguna. A su lado, Ser Heine ya estaba encima de su montura, un rocín de estampa básica, nada apropiado para un caballero. Parecía más un caballo destinado al trabajo. - Ser Heine, podría usted ir arando el campo con semejante montura.- le soltó irónicamente y riendo a Ser Heine. La sinceridad de Alyse solía hacerle empezar las justas ya en el establo y antes de tiempo.

Una vez colocada sobre su montura, revisados los estribos, correas y hebillas; uno de los mozos le acercó su escudo con el puño de la casa Kelmsteirn representado. Se acercó en su corcel hasta el expositor que había en la salida de la caballeriza y ahí eligió entre varias, una lanza equilibrada a su peso y altura. Lady Alyse apareció elegante sobre Noche en el campo de justas. Alyse "the Widow" y su yegua, ambas de un negro profundo e imponente.

Tras haber finalizado la primer melodía que deseaba presentar ante su público, la pelirroja pudo notar que había causado cierta impresión en los presentes, en especial en su padre, el cual parecía ciertamente complacido de haber podido escucharla. Ante aquella muestra de aprecio de su habilidad tocando su instrumento, no pudo evitar sonreír alegre, sin duda obteniendo más confianza en su futuro desempeño durante el torneo. Era bueno saber que no sería un completo fracaso, y que ciertamente no dejaría a su Casa en vergüenza cuando le tocara presentar a su padre como su heraldo, como su representante. Junto con su arpa, su voz, y su gatosombra, no había duda de que causaría cierta impresión en los invitados, e incluso, tal vez, podría atraer la atención de alguien especial, alguien que ella pudiera amar, a pesar de ser una bastarda. De cualquier manera, sus pensamientos no tardaron en ser interrumpidos con la explicación de su padre, respecto a qué deseaba que ella expresara durante su presentación. - Lo comprendo, Lord Vignar. Expresaré cada uno de esos detalles como es debido. Estoy segura que los invitados se mostraran impresionados con semejantes hazañas. - Aseguró de manera gentil, en un tono suave, melodiosa, mientras grababa aquella información en su mente para cuando tuviera que presentar a su padre frente a los invitados a la boda. Ahora que sabía por dónde comenzar con la presentación, no sería muy complicado para ella pensar en la totalidad de la misma, esperando que Lord Vignar se sintiera orgullosa de ella. No había nada que deseara más que su cariño, a pesar de que Lady Katherin deseara negarle aquello en muchas ocasiones.

En cuanto a lo que agregaría para decorar la presentación... había pensado en varias cosas, aunque no había duda de que mencionaría el hecho de que era un excelente padre con sus hijos, el cual se ganaba el respeto de los mismos, incluso si aquello era más su opinión de su padre, que algo que realmente hubiera consultado con sus medio hermanos. Aún así, sabía que aquellas palabras serían del agrado de su padre, por lo que no importaba mucho si sólo era algo que ella pensara. Por otro lado, también mencionaría el buen gobernante que era para sus súbditos, para aquellos a quienes gobernaba, y cómo incluso su gatosombra respetaba la fiereza del Señor de la Casa... por más que fuera algo que Morgause había impuesto en su compañera, más que algo que Nor realmente pudiera sentir. Para la pelirroja, su padre era perfecto, en especial cuando la había aceptado en su hogar, a pesar de lo que ella representaba, de lo que era. - Os gustará mucho lo que prepararé para vos, Lord Vignar. - Prometió con calidez en su voz, a medida que se preparaba para tocar otra dulce melodía, mientras su compañera animal permanecía acostada a su lado, ciertamente aburrida por lo que ocurría frente a ella, aunque a gusto con las melodías que la joven creaba con las cuerdas de su instrumento. Sin embargo, parecía que su padre no había tardado mucho en desviar su atención a quienes practicarían en el campo de entrenamiento, incluidos los medio hermanos de la pelirroja. Ésta no estaba muy segura si Lord Vignar había hablado en serio cuando había dicho que definiría al sucesor, dependiendo de quién ganaba el enfrentamiento, aunque suponía que aquello debía de ser más una broma que otra cosa, teniendo en cuenta que era bastante claro que Rantos sería el legítimo heredero. Aún así, aquello no era algo que realmente le importara a ella, en especial cuando siempre se había mostrado conforme con su posición, aún más cuando su padre se mostraba muy amoroso con ella. Si sus medio hermanos deseaban competir por la posición de heredero, era algo que los dos debían de resolver entre sí. Por su parte, no perdió mucho tiempo en volver a tocar su arpa, deseosa por complacer a su padre.

Rantos tomó el mandoble y se puso frente a su hermano confiado... el no padecía de cobardía, al revés, se le veía muy sereno pero sonriente. Señaló con la punta de su mandoble a la espada de su hermano y le dijo burlón:

-Mi espada es más grande...-dijo mientras sostenía con alguna dificultad el mandoble y con torpeza. Rantos era zurdo y nunca había sido especialmente hábil con las espadas, y menos con los arcos.

No obstante, se le veía relajado y sin necesidad de competir. Venía a jugar, a divertirse. Sin nada más.

Lord Vignar fue el primero en exhibir su técnica. Entreno con un objetivo de madera y paja demostrando una puntería y una potencia casi increíble. En cada pasada el Lord hacia estallar la lanza logrando que las astillas salieran disparadas en todas direcciones logrando mostrar un espectáculo muy entretenido. Con cada objetivo nuevo el mismo se imponía una nueva dificultad y la sorteaba sin problemas alguno. Viendo esta exhibición a nadie le pareció raro que Lord Viganar haya competido con los mejore, incluso llegando a romper varias lanzas contra Rhaegar en el torneo de la falsa primavera.
 Tras su práctica dejo el espacio para que Lady Alysse y Ser Heine, menos experimentado en esta categoría, practicaran mientras él veía la pelea de sus hijos no sin antes regalarle una sonrisa y unas palabras a su hija.
 ¿Te molestaría tocar el harpa para tu padre en los días en que necesite relajar la cabeza de los problemas que traen los molestos campesinos?

Mientras los presentes se preparaban para enfrentarse entre sí, como era el caso de Rantos y Tristan, o Alyse y Ser Heine, la joven pelirroja continuó tocando su instrumento, con los ojos cerrados a medida que sus dedos corrían por las cuerdas con suma destreza. En su rostro se había dibujado una sonrisa encantadora, disfrutando de la melodía que sus delicadas manos creaban con cada movimiento. Sin embargo, no tardó mucho en abrir los ojos, deseosa por observar a Alyse enfrentarse a Eberhard, sabiendo muy bien que sería un enfrentamiento interesante, no así como era el caso de sus medio hermanos, los cuales sabía que no eran muy diestros en esa clase de cosas. Su gatosombra habría sido una mejor candidata para participar del torneo que ellos, sin duda. Lamentablemente, los aterradores animales como Nor no era un oponente demasiado... "justo" para los participantes humanos, por lo que no habría oportunidad de ello, más cuando la bastarda no deseaba que nada malo le sucediese. - Ofrécele una buena pelea, Alyse. - Le dijo divertida a la aguerrida mujer, tras haber dejado de tocar, concentrada en el enfrentamiento. Estaba realmente emocionada por verla combatir, ya que sabía que sería realmente entretenido de observar, sin lugar a duda. No obstante, su padre no tardó mucho en expresarse, haciéndole una pregunta que hizo que la joven sonriera con suma alegría, teniendo en cuenta que se trataba de una oportunidad de pasar más tiempo con su padre. - Me honráis con vuestra petición, milord. Me encantaría tocar para vos, siempre que lo necesitéis. - Aseguró en un tono dulce, que denotaba el amor que sentía por su padre, incluso si no podía ser reconocida como su hija legítima, no cuando compartía la sangre de su amante, algo que representaba una clara vergüenza para la Casa. - Me aseguraré de tocar las melodías más apropiadas para calmar vuestra mente, luego de un día realmente duro para vos. - Prometió con aquella voz melodiosa, dispuesta a hacer lo mejor que podía para ayudar a su padre a relajarse. Después de todo, comprendía muy bien la carga que representaba ser el Señor de tan amplias extensiones de tierra, y tener que gobernar a semejante número de habitantes.

Lady Alyse inspiró profundamente, el silencio era total y podía escuchar sus propios latidos, los asistentes estaban expectantes ante el inminente cruce de lanzas. Saludó a la grada mostrando sus respetos a Lord Vignar, que acababa de demostrar su destreza y sonrió a Morgause, agradeciendo su arenga.

Se colocó un yelmo genérico que le venía un poco grande y que olía al acumulado sudor de anteriores portadores. Ahora, percibía a través del visor y focalizó su atención únicamente en su rival. Frunció el ceño, un gesto muy habitual en ella antes de iniciar cualquier combate. Aunque se trataba de un entrenamiento, Alyse era consciente de que su dominio sobre la montura era básico, y las justas cabalgando no eran su mejor baza. Aún así sujetó su lanza en ristre y colocó su escudo en posición.

A la señal, Alyse se lanzó espoleando a su yegua, optó por mantener una clara postura agresiva, descuidando un poco su estabilidad sobre Noche, para potenciar así el efecto de su embestida.

El comentario de Lady Alyse no sentó nada bien al caballero. Subió a su montura y salió de las caballerizas con cara de enfado y desaire, mascullando por lo bajo como un viejo gruñón. Sabía que Alyse no hacía más que tomarle el pelo, pero le molestaba sobremanera que aquel caballo fuera su única opción monetaria.

En cuaquier caso, cuando se colocaron en liza, dió un par de palmadas suaves en el cuello del animal, bajando cerca de su oido y susurrando "derribemos a esa presumida... no tendrás raza pero tienes brío y sangre guerrera. demostrémoselo" 

Rantos abrió su guardia y trazó un arco agresivo contra Tristan..era todo nada.

Sabía que tenía que asestarle un golpe con la espada de entrenamiento que quebrara a su hermano antes que el se lo devolviera...Rantos de desequilibró y parecía que iba a hacer el ridículo pero al reequilibrar su pierna derecha el golpe se volvió envenenado y la hoja sin filo descendió violentamente hacia su hermano.

No respondo a la provocación de mi hermano, y me limito a mirarle desafiante.

Su temerario movimiento y su traspiés me sorprenden. ¿Es una táctica sureña?
Me preparo para el golpe con mi escudo, que si bien detiene el torpe golpe de mi hermano, hace sacudirse toda mi cota de anillas. Tan solo el peso del arma pega con fuerza.

Tras evaluar como torpe el temerario ataque de mi hermano, y tras verle con su pesada coraza, decido que no podrá resistirse a un ataque potente y le respondo con su propia medicina.

Empujo con el escudo su espada, buscando crear una apertura y desequilibrarle aún más, y lanzo mi golpe. Me yergo brevemente sobre los dedos de los pies para dejar caer todo mi peso en un solo golpe contra su hombro izquierdo, dejando de lado mi guardia y cualquier seguridad.

El fuerte golpe pilla a mi hermano desprevenido. No solo rebota en su hombro y le da un golpe en la cabeza que nos hace temer por él, sino que se cae al suelo, magullado y un poco aturdido.

Con la lucha decidida, el combate termina muy rápido.

No puedo creerlo. Le he derrotado delante de todos. Delante de padre. Estoy tan orgulloso que casi olvido la deferencia hacia mi hermano y tardo unos segundos en reaccionar y preocuparme por su estado.

-Hermano, ¿Estas bien? -llego a pronunciar intentando sonar preocupado, pero sin poder disimular la excitación y el orgullo que me comen la voz por las ganas de reir y celebrar.

Tras atenderle, me sereno un poco e intento controlar la emoción de la victoria. Me dirijo a mi padre delante de todos, con una sonrisa triunfal. -He crecido más fuerte que mi hermano. Yo sería mejor Lord de la Casa cuando llegue el momento. ¡Caeran por la fuerza! -termino con el puño en alto.