Partida Rol por web

La fiesta de recepción duro hasta primeras horas de la noche, horario en el que todos acordaros descanzar ya que al dia siguiente daria inicio al torneo preparado por la casa Kelmstiern para festejar las nupcias.
 Durante las horas de la madrugada arribo al castillo la familia Tully y fueron alojados en una de las habitaciones del castillo. Edmure fue en representacion de su casa junto con algunos caballeros de la casa que competirian en los juegos.
 A la mañana siguiente todo estuvo listo para las festividades, en el campo de justas Lord Vignar estaba terminando de presenciar el torneo de escuderos junto a Lord Vance y otros interesados. En la ultima lisa se enfrentaban un escudero de la casa Whent y otro de la casa Banefort quien ganara el enfretamiento seria nombrado Señor.
 En otro lado del castillo los miembros de la casa Vance restantes se preparaban para el evento, Lady Dhalia estaba hablando con Lord Edmure mientra que Rhialta ayudaba a su hermana a prepararse para asumir su posición en el palco.

El día anterior, la pelirroja había pasado un buen momento con la hija menor de los Vance, al punto de haber desaparecido durante gran parte de la fiesta. Sin lugar a dudas, en la mente de la joven, no habría sido lo mismo si hubiera estado en la fiesta, no con lo mucho que había disfrutado la compañía de Rhialta. Aún así, muy a su pesar, en cierto momento había tenido que separarse, debiendo de regresar con los miembros de su Casa... aunque con una amplia sonrisa en su rostro, denotando su buen humor, el cual duró hasta el día siguiente. De cualquier manera, la bastarda deseaba volver a ver a la joven Vance en otra oportunidad, por lo que no dudaría en buscar su compañía, en cuanto resolviera sus propias responsabilidades, como lo era el caso de tener que presentar a su padre en el torneo, en compañía de su querida compañera animal, Nor. Todo parecía preparado para dar comienzo a las actividades, y su padre parecía realmente interesado en presenciar el enfrentamiento entre los escuderos, los cuales luchaban para ganarse el honor de ser llamado "Señor". Por su parte, la pelirroja no estaba realmente interesada en ver dicho enfrentamiento, principalmente porque le importaba ver más los enfrentamientos de su padre contra el resto de los participantes, así como los de Alyse, la cual era también su favorita. Tenía mucha esperanza de ver victoriosa a una mujer en el campo de justas, por lo que realmente estaba que ésta obtuviera la victoria. Sería muy decepcionante si sucedía lo contrario. Era tiempo de que una mujer demostrara su capacidad de combate, y confiaba en que Alyse sería capaz de lograrlo, luego de la práctica que había tenido con Eberhard.

No obstante, de momento, la pelirroja decidió que lo mejor sería permanecer junto a su padre. Por un lado, porque Rhialta parecía estar ocupada ayudando a su hermana, como si fuera una especie de sirvienta, algo que a Morgause no le agradó demasiado. Si no fuera porque era la prometida de su medio hermano... Daba igual, no podía mostrarse enojada por algo así, no cuando aún tenía que hablar con su padre del sueño que había tenido, de lo que había visto. Había algo malo en todo aquello, y estaba segura que tenía que ver con dos Casas en particular. Lamentablemente, no podría hablar con su padre sobre aquel asunto, hasta que no estuviera un poco lejos de Lord Vance, no cuando su sueño parecía estar relacionado con dicha Casa. Aún así, mientras veía a la hija menor de los Vance cumplir con sus responsabilidades, no dudó en dedicarle una sonrisa gentil a la misma, esperando que ésta pudiera verla, antes de concentrarse en su padre. Como había prometido, tenía con ella a Nor, así como su arpa, para tocar en el momento de la presentación... si bien la melodía pensaba dedicársela a Rhialta. Incluso si no lo dejaría en claro con sus palabras. lo demostraría con su mirada a la joven, de modo que ésta pudiera comprender para quién tocaba en realidad. - Lord Kelmstiern. - Buscó llamar la atención de su padre, de modo que éste dejara de ver durante un momento el enfrentamiento entre los escuderos. - Estoy preparada para presentaros en cuanto sea el momento de hacerlo. - Aseguró en un tono amable, declarando que había realizado las preparaciones apropiadas. En cuanto estuvieran lejos del resto, en el campo de justas, no dudaría en contarle lo que había visto, de modo que su padre reflexionara sobre la visión que ella había tenido, ya que era posible que él pudiera sacarle más sentido al mismo, a diferencia de las meras suposiciones por parte de Morgause.

Rantos había dormido mal pensando en lo que había visto en las estancia de lady Liane... ¿y si estaba enferma de verdad? Algo le pasaba, tal vez el maestre no supiera que era, al fin y al cabo, no sabían mucho de mujeres. Tenía que hablarlo con su madre, a ser posible antes de ir al palco a presidir el torneo.

Rantos se vistió con un jubón dorado y rojo oscuro con los colores de la casa, simple pero elegante...se encaminó hacia el palco por el castillo saludando a otros nobles y a los sirvientes-especialmente a las chicas lindas y a los de mayor rango- mientras buscaba a su madre. Si no la encontraba iría al palco resignado.

Era día de torneo. No iba a participar en el evento principal, la justa, por miedo a lo que otros opinaran de su montura, pero después de la liza con Lady Alyse había recobrado confianza en su "Capaz". En cualquier caso, el enfrentamiento con escudo y espada o espada larga siempre le habían resultado vigorizantes.

Se vistió con su armadura, preparando todos los amarres lo mejor y más elegantemente que pudo, había que dar buena imagen. Se puso por encima el tabardo de su casa. Esperaba ganar el torneo para honra de los Kelmstiern y Lord Vignar, pero estaba seguro de que no resultaría nada fácil. Había varios hombres muy capaces entre los atendientes al torneo así que debería andarse con cuidado.

Recordó también la petición que le hizo Tristan el día anterior y lo busco por castillo tras el desayuno.

- Buenos días joven señor -se presentó cordialmente con una sonrisa en la boca- ¿os parece que usemos parte de la mañana para encontrar ese escudo que andabais buscando?

La previa del torneo era algo muy pintoresco para ver, en los terrenos al rededor del campo de justas se levantaban carpas de muchísimos colores que servían como refugio para los competidores. Las de los grandes señores tenían colores muy vivos y eran realmente enormes, en las entradas de las carpas estaban clavados los estandartes de las casas y los competidores se ajustaban sus armaduras con ayuda de sus escuderos o ajustaban la barda de sus caballos.
 Los herreros trabajaban con gran velocidad y concentraciones, haciendo las ultimas reparaciones en las armaduras y escudos de aquellos que se arrojarían a la gloria.
 Los Kelmstiern tenían residencia en el castillo por lo que no necesitarían carpa, sin embargo Lord Vignar hizo levantar la carpa que trajo en el campo para disfrutar el torneo como a él le gustaba.
 En la carpa de Lord Vignar entraban cerca de 10 personas cómodamente de pie pero en la misma solo se encontraban el señor de la casa, su joven hija y heraldo, el gatosombra, y Lord Tytos Blackwood que tomaba una cerveza con su antiguo escudero y buen amigo.
 El humor de Lord Kelmstiern era inmejorable y todos los que pasaran cerca de su carpa podían escuchar las risas que salían de allí y la música ya que Morgause tocaba su arpa a pedido de su padre.
-Yo seré quien abra el torneo.- Decía con gran alegría.- En el sorteo me toco con un caballero de la casa Whent que porta una armadura de buena calidad. Si gano ya tendré un buen rescate para cobrar.- comentaba a su viejo amigo.
 Casi al terminar la frase el maestro de justas ,que había sido designado por Lord Vance, se acerco por la entrada de la carpa para hablar con los allí presentes.
-Mis señores, todo está listo para comenzar.- dijo con respetuosa seriedad. -Ya el heraldo puede presentarse en al arena de justas para presentarlo.- agregó y salió de la carpa.
 Lord Vignar casi saltando de la silla se dirigió a ultimar los últimos detalles antes de iniciar con el esperadísimo torneo.

Lady Katherin no tardo en encontrar a su hijo, quien la buscaba para tener unas palabras con ella antes del inicio del torneo.
-Hijo, ya ha anunciado el inicio del torneo. Tu padre será quien habrá la contienda y seguramente querrá que lo veas competir ¿por qué no estás en tu palco? pregunto con preocupación.- ¿Ha sucedido algo? agregó mientras lo llevaba del brazo hacia las gradas.
-Cuéntame mientras caminamos.-

Tristan se disponía a sentarse en su lugar del palco cuando fue abordado por el caballero de la casa.-
-Ser Heine, me había olvidado que usted no participaba en las justas.- dijo acercándose al hombre. -Creo que tenemos tiempo antes de los combates cuerpo a cuerpo, podemos buscar un poco antes de que comiencen.-
Agrego comenzando a caminar en dirección contraria al campo de justas.

Rantos estaba preocupado por la salud de su futura esposa y así se lo hizo saber a su madre:

-Madre, estoy preocupada por mi prometida....ayer mientras hablábamos fuera de la fiesta a solas-sonaba feo contarle eso de a solas a su madre pero no tenía otro remedio- Lady Liane se sintió indispuesta...me pidió que no la siguiera pero lo hice. Vomitó todo, pero todo-remarcó con asco- lo que había comido...tengo la sospecha que le pasa a menudo, porque me pidió que no la siguiera, es como si supiera que le iba a pasar... no sé, estoy preocupado, tal vez le pase algo grave.

Incluso si la pelirroja había quedado realmente embelesada por el cariño de la joven Vance, así como de su belleza, su mente le permitió concentrarse en otras cuestiones al estar al lado de su padre, observando, con cierto interés, los vivos colores de las carpas de los participantes del torneo. Era algo maravilloso de ver, algo que la bastarda no estaba muy acostumbrada a presenciar, al menos no con frecuencia. Si bien no encontraba mucho valor a tales enfrentamientos, no negaba que sería algo ciertamente emocionante de observar, por lo que estaba entusiasmada, aunque no tanto como volver a estar a solas con su querida Rhialta. Aún así, parecía que su padre se estaba divirtiendo en compañía de su buen amigo, a pesar de que la joven no consideraba que fuera una buena idea beber antes de que fuera su turno, ya que aquello podría afectar los reflejos de su padre. - No deberíais beber demasiado, milord. - Le aconsejó a su progenitor, en el momento en el que le dedicaba una mirada al mismo, esperando que no acompañara a Lord Tytos Blackwood en dicha actividad, no al menos hasta que finalizara el torneo. Después de todo, no deseaba que su padre perdiera, no cuando tenía mucho respeto por él, así como esperaba que su Casa saliera triunfante en las justas. Aquello garantizaría una cierta reputación entre el resto de las Casas, por lo que era algo que debía de desear en su caso. De cualquier manera, se abstuvo de hacer algún otro tipo de comentario al respecto, ya que sabía que no era su posición regañar demasiado a Lord Kelmstiern, incluso si la pelirroja era su hija y le quería bastante. Por otro lado, si no fuera por la presencia de Lord Blackwood, la bastarda no habría dudado en hablarle a su padre sobre la visión que había tenido. Sin embargo, al no estar realmente a solas, sería mejor que se guardara aquella información para luego. Tal vez... debería de hablar con Rantos, ya que si el dragón mayor era su prometida... aquello no sería nada bueno para su Casa. El problema sería cancelar la boda, si realmente era lo que ella pensaba.

Morgause continuó tocando para su padre durante un buen tiempo, mientras este conversaba con su amigo, expresando su felicidad por ser quien iniciaría el torneo, además de quien sería su oponente en el primer enfrentamiento. Ante aquel comentario, la joven sonrió complacida por ver a su progenitor tan feliz, para luego finalizar la melodía que estaba tocando en ese momento. - Estoy segura que le venceréis. - Aseguró en un tono lleno de confianza, antes de dedicarle una mirada de puro orgullo a su padre. No obstante, al ser interrumpidos por el maestro de justas, la pelirroja no dudó demasiado en dar un paso hacia adelante, en el momento en el que este le dejo en claro que ella podía presentarse en la arena, y así llevar a cabo la presentación de su padre como correspondía. - Está bien. Muchas gracias. - Dijo con su voz melodiosa, en el instante en el que comenzaba a caminar hacia la arena, con la intención de cumplir con su cometido. - Deseadme suerte, milord. - Le pidió a su progenitor, antes de continuar caminando, cargando su arpa mientras su gatosombra la seguía al lado. Al salir y observar a los espectadores a su alrededor, la pelirroja sonrió de manera encantadora, buscando por un instante con la vista a su querida musa inspiradora, antes de centrarse en lo que debía de hacer. - Ruge. - Le dijo en un tono bajo a su compañera animal, de modo que el resto no la oyera, en el momento en el que Nor procedía a rugir de manera imponente como le había indicado la bastarda. Tenía que causar una buena impresión de poder entre los presentes. Tras ellos, no dudó en acariciar la cabeza de su compañera de forma cariñosa, dedicándole una cálida sonrisa. - ¡Concentraos en mi Señor, Lord Kelmstiern! ¡Multiple campeón de la disciplina de justas! ¡Héroe de la batalla del Tridente, quien hirió de gravedad a Lewin Martell de modo que este cayera en su encuentro final contra Lyn Corbray! ¡Padre amado por sus hijos, así como hombre de bien! ¡Respetado por sus hombres, incluso por poderosas criaturas! - Exclamó con orgullo por su progenitor, en un tono determinante, a medida que iba expresando lo que el Señor de la Casa le había pedido que expresara, además de decorar la presentación con otras cuestiones, como el hecho de que era querido por sus hijos, o que los animales, como su gatosombra Nor, le respetaban. El hecho de que Nor estuviera allí a su lado, era demostración suficiente para algo así, a lo que la joven no tardó mucho en dedicarle otra delicada caricia a su compañera animal. Aquel nivel de adiestramiento no podía ser logrado por ningún adiestrador, tan sólo algo que podía lograrse con el poder que albergaba su ser. - ¡Lord Kelmstiern os ofrecerá un buen enfrentamiento! - Aseguró en el instante en el que se hacía a un lado, junto con su gatosombra, para buscar un lugar donde tocar su arpa, sin problema alguno, para el resto de los presentes, si bien, en el fondo, tocaría principalmente para su querida Rhialta, a la cual buscó con la mirada, antes de comenzar a tocar una melodía que había pensado al pensar en ella. Un melodía que transmitía cierta calidez, y vigorizaba el espíritu de aquellos que la oyeran... era cómo la joven Vance la hacía sentir, y estaba segura que ésta lo sabría al escucharla tocar.

Lady Katherin escucho la preocupación de su hijo mientras apuraba el paso hacia las gradas que estaban ahora a pocos metros. -Generalmente uno siente cuando está a punto de vomitar, tal vez el no querer hacerlo frente a ti fue lo que impulso que ella quisiera apartarse.- comento la mujer a su hijo. -De todos modos entiendo tu preocupación, si quieres podemos hablar con el maestre para que nos comente como esta su salud, tal vez podamos sonsacarle alguna información sobre su salud.- Sugirió mientras llegaban a sus lugares en las gradas.

En el palco principal aun no se encontraba Lady Liane ni tampoco ningún miembro de la casa Vance

En las gradas ya se veía un gran número de personas listas para ver los enfrentamiento, tanto señores como súbditos y pueblo llano degustaba los alimentos y bebía las copiosas jarras de cerveza que se vendían en el lugar. El público que se presentaba ante Morgause era una mezcla de nobles y plebeyos todos deseosos de oír a la chica tocar el harpa y luego ver a los grandes Lores astillar las lanzas contra los escudos de sus oponentes.
 En principio el gatosombra genero algo de miedo entre los presentes, pero al ver que era parte del espectáculo comenzaron a vitorear a la bestia, el espectáculo era altamente prometedor y todos los presentes tenían ahora la atención puesta en Morgause que estaba a punto de dar su primer concierto.
 La chica busco a Rhialta con los ojos pero no pudo dar con ella, en el palco principal ya se encontraban su Hermano aunque estaba solo.  También pudo identificar a la señora de la casa Katherin que se sentaba cerca de su hijo. Lady Alyse y Lord Vignar se encontraban preparándose para competir y Tristan no ocupaba su lugar de privilegio en las gradas.
 Por parte de la familia Vance no había nadie presente.

Tristan comenzó a dirigirse a donde estaban los escudos cuando recordó que no traía oro encima.-Maldita sea, deje el oro en la habitación.- Dijo lamentándose. Acompáñame por favor a buscarlo. Agregó y comenzó a caminar de vuelta al castillo, Las justas siempre eran varias así que tendrían tiempo de sobra para agarra el dinero, comprar el escudo y luego acudir a los combates. Incluso seguramente terminarían antes de que se diera la final del torneo de justas.
 Al llegar al castillo encontraron el rastrillo alto y los guardias de la casa les dedicaron un saludo formal, por el lugar era poca la gente que se encontraba ya que la mayoría estaba por presenciar el torneo y los que debían quedarse maldecían su suerte y a que no era común presenciar un torneo sin la necesidad de viajar tan lejos.
 Cuando Tristan y Ser Heine se encontraban a la mitad del patio de armas pudieron escuchar las voces de dos mujeres que discutían el parte superior.
-Espérame aquí Ser Heine, iré a buscar el oro y nos vamos. No tardare ni un minuto. Tu luego cuéntame que pasó.- Dijo el joven guiñando un ojo y sonriendo al caballero.
 La discusión entre las dos mujeres parecía ser muy fuerte y ponía incómodos a los que estaba allí que no se atrevían a intervenir. De repente Ser Heine escucho un grito agudo de desesperación y acto seguido escuchó un fuerte golpe contra el suelo. Casi como si alguien hubiera tirada una bolsa de papas desde el primer piso.
 Para sorpresa de todos los allí presentes lo que había caído desde lo alto era una joven chica, vestida con ropas de altísima calidad. Ser Heine no tardo en identificar a la joven que yacía inmóvil en el suelo, no se trataba de otra persona que Rhialta Vance, la hija menor de Lord Karyl Vance.
 Al darse cuenta los guardias de la casa de que la que se encontraba tirada en el partió de armas inconsciente o tal vez muerta, era la hija de su señor entraron en desesperación
-¡¡LLAMAD AL MAESTRE!! grito uno de ellos a su compañero. Las siervas y empleadas comenzaron a chillar y a llorar del miedo y la impresión que la escena mostraba.

-¿Que fue lo que sucedió?- preguntó Tristan a ser Heine algo sorprendido por lo que estaba sucediendo y con su bolsa de monedas en la mano.

La joven pelirroja sonrió complacida al notar la reacción del público, luego de que su gatosombra rugiera para ofrecer cierta imagen imponente, de modo que su padre tuviera una buena entrada durante su enfrentamiento, al ser él quien abriría el torneo. A pesar de que se habían asustado al principio, pronto los espectadores no tardaron en mostrarse entusiasmados ante semejante espectáculo por parte de la bastarda, la cual no se demoró demasiado en buscar un sitio donde sentarse y comenzar a tocar una hermosa melodía, antes de que su progenitor se enfrentara a su oponente. Sus dedos se deslizaron con delicadeza a lo largo de las cuerdas de su instrumento, creando una intensa melodía aunque cálida, principalmente demostrando su afecto por su querida Rhialta. No obstante, no tardó mucho en descubrir que ésta no se encontraba presente en las gradas, algo que ciertamente decepcionó un poco a la verdevidente, quien habría realmente deseado que la joven Vance escuchara aquella melodía, que había sido creada pensando en ella, más que en una melodía pensada para su padre. No pudo evitar sentir cierta pena, si bien suponía que ésta tenía algo que hacer, tal vez alguna responsabilidad la llamaba para atender a su hermana mayor antes de la boda, lo que hizo que recordara la visión que había tenido. Aquel dragón que se había mostrado sobreprotector por su cría bastarda... un pez de largos bigotes. Era una necesidad que hablara de aquello con alguien, con su padre o su medio hermano, Rantos, en especial si se trataba de lo que ella imaginaba. No podía dejarlo estar, si bien tampoco podía interrumpir a su padre durante sus enfrentamientos, ni mucho menos hablar de aquello en presencia de otras personas que no eran de confianza para la joven.

No obstante, lo que más sorprendió a la bastarda, fue el hecho de notar que ninguno de los Vance parecía presente durante la apertura del torneo, lo que ciertamente era cuestionable, en especial cuando se suponía que era algo que ambas Casas habían organizado para ese día. Sin dudarlo demasiado, no dudó en buscar a su padre antes de que éste entrara a luchar en la arena, tan sólo para que tuviera en cuenta la ausencia de los Vance. - Lord Vignar, ninguno de los Vance se encuentra presente. ¿No es algo raro? - Le preguntó en voz baja a su padre, antes de apartarse para que éste continuara con sus asuntos. No deseaba interrumpirle, tan sólo informarle de aquella anomalía. Bien era posible que estuvieran preparando a la novia, si bien era mejor mantenerse atentos a cualquier imprevisto. La pelirroja no deseaba llevarse ninguna sorpresa al respecto. Aún así, en cuanto hubo presentado a su progenitor, la verdevidente consideró que no sería una mala idea averiguar lo que había ocurrido con los Vance, el por qué estos no se encontraban presentes en ese momento. Estaba segura que Lord Kelmstiern no se molestaría con ella cuando era claro que ya no la necesitaba, al menos no hasta su próximo enfrentamiento. Había cumplido con su cometido. Por otro lado, no sería una mala idea recolectar algo más de información para poder comprender su visión con cierta claridad, y no sólo recurrir a meras suposiciones. Sin dudarlo demasiado, no se demoró en escabullirse con su compañera, Nor, para ver si encontraba a algunos de los Vance. Primero intentaría buscar a su querida Rhialta en su habitación, incluso si dudaba que la encontraría allí. Lo más probable era que su hermana mayor la tuviera a su lado como una especie de sirvienta.

A Eberhard le cogió tan por sorpresa como a todos los de más la inesperada escena. No le dio ni tiempo a sobreponerse e ir en auxilio de la muchacha cuando Tristan llego al lugar.

- La muchacha... -dijo el caballero aún tratando de entender que es lo que estaba ocurriendo- Lady Rhialta ha caído desde lo alto, no se exactamente desde donde -mirando ahora hacia las ventanas desde donde pudo haberse caído. Ese momento se dio cuenta de que tal vez no hubiera sido una caída fortuita. ¿Y si alguien estaba tratando de interferir entre la unión de las dos familias? Lord Vignar y los suyos podían estar en peligro. Con el semblante muy serio se dirigió de nuevo a Tristan, con cuidado de que no los escucharan- mi Señor, no sabemos lo que ha ocurrido, pero hemos de pensar que alguien puede culpar a la casa Klemstiern. Acercaros a la muchacha si deseáis, pero no os alejéis de mi lado. No os dejaré solos hasta que estemos en algún lugar más seguro -fijándose en los guardias en el patio y tratando de averiguar sus intenciones hacia ellos.

Rantos no estaba tranquilo y le sugirió a su madre una vía adicional:

-El maestre es posible que no diga nada por sus votos, pero quizá sí el servicio... cualquiera de sus damas es posible que sepa algo más. Tal vez deberíamos hacer que nuestro servicio pregunte al suyo discretamente, sé que la gente de baja cuna habla entre ellos de sus señores*..me preocupa que esté enferma y nos lo esté ocultando - dijo a su madre mientras llegaban al palco

Se sentó en el palco y reparó que no había ninguno de los Vance..ni de Tristan. ¿Dónde estaría su hermano? ¿Y los Vance? Puede que Rantos no fuera el más listo del lugar pero sabía que esto no estaba bien. Su prometida podría estar indispuesta por lo de ayer....¿pero y el resto de la casa?

El público aplaudió y vitoreo con fuerza la interpretación de la chica que al terminar pudo ver como el Heraldo del rival de Lord Vignar presentaba al otro caballero que se enfrentaría en la contienda pero dicha interpretación no fue oída por la joven Morgase que se encontraba en ese momento hablando con su padre.

-¿Aún no han llegado?.- pregunto algo confundido por la situación y a su vez también sorprendido. Pero no tuvo tiempo para intercambiar palabras con su hija natural ya que las trompetas llamaban a los competidores a las lisas. Morgause pudo oír a lo lejos como estallaban las lanzas al chocar contra los escudos y el vitoreo de la gente Eufórica por el enfrentamiento.
No era tanta la distancia que separaba el castillo del campo de justas, así que la pelirroja no tendría que caminar mucho hasta llegar al castillo de la casa Vance. En el camino se cruzo con poca gente que iba hacia el campo de justas apurados por llegar a ver las mismas, entre las personas que vio los que más destacaron fueron Lady Liane que iba ataviada con una estupenda vestimenta y estaba acompañada por su escudo juramentado Ser Shawney. Ninguno presto atención a la chica, ambos parecían muy serios y caminaba a gran velocidad en dirección al campo de justas.
 Ya próxima a las grandes murallas la chica noto que había cierto revuelo en la gente que estaba por la zona, noto a mujeres llorar por el camino. Una ya era raro verse pero no llamaría mucho la atención pero Morgause conto por lo menos 5 mujeres afligidas que iban en diferentes direcciones tanto yendo como volviendo al castillo. Además todo hombre que vio, mostraba una gran preocupación en su rostros, los guardias que debían custodiar la entrada no se encontraban en el rastrillo lo cual era muy extraño.
 Pero fue cuando llego al patio de armas que se aseguro que algo malo había sucedido. En el lugar un gran número de gente se agolpaba al rededor de alguien que estaba tendido en el piso. El suelo al rededor de aquella persona se encontraba manchado con sangre y el maestre de la casa parecía asistir al desvanecido con celeridad y desesperación. Morgause vio a Ser Heine y a su medio hermano Tristan que no estaban muy lejos del cuerpo desvanecido.
 De pronto una corridas se escucharon por el patio y los gritos desesperados de Lord Karyl Vance y su esposa Lady Dhalia llenaron se hicieron oir sobre los murmullos y los llantos.
-¡QUE HA SUCEDIDO! gritó Lord Karyl mientras empujaba a los que se agolpaban al rededor de aquella persona desvanecida. Lady Dhalia emitio un grito de angustia al ver la escena -¡MI PEQUEÑA! grito mientras se arrojaba de rodillas ante la joven Rhialta que se encontraba tendida en el piso. -¿QUE LE HA PASADO? pregunto a los cielos mientras gritaba de dolor.
 Lord Karyl tomo a la chica del suelo contra todas las indicaciones que le estaba dando el maestre y se la llevo dentro del castillo. Morgause pudo ver que la joven Rhialta tenía las piernas es direcciones completamente antinaturales, y sobre su frente se veía un fuerte golpe del cual emanaba grandes cantidades de sangre que cubrían aquel bello rostro.

Al completar su interpretación Morgause abandonó el campo e inmediatamente apareció en el mismo el heraldo del rival de su padre que representaba a la casa Whent. Al terminar este de presentar a su caballero las trompetas sonaron para dar inicio a la contienda. 3 Fueron las lanzas que rompieron ambos caballero hasta que la espalda del venido de Harrenhall chocara contra el piso proclamando ganador del cruce a Lord Vignar. Luego de ese enfrentamiento toco el turno de el mercenario con el que habían hablado en el camino, ese tal Bronn que enfrento a un jinete libre, dicho enfrentamiento termino en el primer entrecruce favoreciendo a Bronn. A este le siguió el enfrentamiento de Lothor Brune contra Ser Edmure Tully, el primer cruce termino con el caballero errante reventando la lanza contra el escudo del de Aguasdulces y este ultimo errándole a su rival por muy poco. Los competidores estaban a punto de enfrentarse nuevamente cuando por fin apareció Lady Liane Vance a ocupar su lugar en el palco. La joven estaba acompañada de el escudo juramentado de la casa Ser Etan Shawney que se excuso con los allí presentes diciendo que tenía que prepararse para competir.
 Lady Liane, se encontraba algo pálida y seria cuando tomo su lugar en el palco. Pero no tardó en hablar excusándose por su demora. -Lamento la tardanza Joven Rantos, no quise faltarle el respeto de tal forma es que tuve que ver al maestre antes de venir aquí y no me percate de lo tarde que se había hecho. El mismo maestre fue quien aconsejo que viniera acompañada hasta aquí, no es que me encuentre mal pero el insistió tanto que tuve que aceptar.- Dijo a modo de disculpas. -No quiero que piense que soy una persona que no respete los compromisos, estas cosas no suelen sucederme.- Agregó desviando la mirada al campo de justas justo en el momento en el que Ser Edmure Tully derrapaba sobre su trasero al caer de su caballo y perder el enfrentamiento.

El lugar de repente comenzó a llenarse de curiosos, los hombres estaban espantados ante la escena y no por el estado de la persona que estaba en el piso sino por quien era la persona herida. Las criadas comenzaron a gritar y a llorar, todo era un caos cuando llego tan rápido como pudo el Maestre apartando a aquellos que rodeaban a la chica. Lo primero que hizo fue examinarla sin tocarla, él sabía que si cometía algún error podría lesionar a la chica de por vida. Luego tomo la decisión de acercarse para ver si aún seguía con vida, se agacho y busco en el cuerpo de la joven que mostraran si aún seguía con vida o si había abandonado este mundo.
La cara del hombre se relajo un poco al encontrar signos vitales. -No está muerta.- dijo a los presentes, pero está muy herida. Voy a necesitar que traigan aquí al señor y la señora de la casa. Además que alguien vaya a mi habitación, allí tengo varios tipos de calmantes que van a ser necesarios para tratar a la chica en cuanto recobre la conciencia.

 Ser Heine pudo notar que no había peligro alguno en el lugar, nadie parecía estar interesado en otra persona que no fuera la joven Rhialta y en qué era lo que había sucedido.
 Tanto el caballero como Tristan pudieron ver a Morgause en el patio de armas mirando en dirección a la multitud sin saber que sucedía, De pronto una corridas se escucharon por el patio y los gritos desesperados de Lord Karyl Vance y su esposa Lady Dhalia llenaron se hicieron oír sobre los murmullos y los llantos.
-¡QUE HA SUCEDIDO! gritó Lord Karyl mientras empujaba a los que se agolpaban al rededor de aquella persona desvanecida. Lady Dhalia emitió un grito de angustia al ver la escena -¡MI PEQUEÑA! grito mientras se arrojaba de rodillas ante la joven Rhialta que se encontraba tendida en el piso. -¿QUE LE HA PASADO? pregunto a los cielos mientras gritaba de dolor.
 Lord Karyl tomo a la chica del suelo contra todas las indicaciones que le estaba dando el maestre y se la llevo dentro del castillo. Ser Heine, Morgause y Tristan  pudieron ver que la joven Rhialta tenía las piernas es direcciones completamente antinaturales y sobre su frente se veía un fuerte golpe del cual emanaba grandes cantidades de sangre que cubrían aquel bello rostro. 

Al menos había logrado comunicar su preocupación a su padre, si bien, éste no parecía haber tenido la oportunidad de preocuparse mucho por ello, no cuando se vio forzado a continuar con el torneo, ya que era su turno de enfrentarse a su oponente. La joven no pudo evitar suspirar, frustrada, aunque sabiendo que no había mucho que pudiera hacer al respecto. Aún le preocupaba lo que había visto en su sueño, por lo que debía de sacarse toda duda al respecto, si es que deseaba confirmar su teoría. No obstante, aún no sabía quién era el pequeño dragón que había visto en su visión, si bien no había duda de que tenía un mal presentimiento al respecto, en especial si pensaba en los integrantes de la casa Vance. La mera idea de que el pequeño dragón pudiera ser su querida Rhialta, era algo que ciertamente la preocupaba en demasía, y lo peor era que no había mucho que pudiera hacer al respecto, no cuando sus visiones sucederían sin importar lo que intentara hacer para evitarlo. Mientras caminaba, y aquel pensamiento continuaba en su mente, no pudo evitar sentir cómo el peso de su consciencia recaía sobre su ser, temiendo lo peor, sufriendo en su corazón ante la posibilidad de perder a quien había amado con todo su ser. ¿Qué haría al respecto? ¿Se vengaría de quien hiriera a su querida Rhialta o incluso si... la mataban? No podía imaginarse la posibilidad de perderla de esa manera, no cuando había disfrutado en demasía el cariño que ésta le había dedicado, no cuando se había enamorado de ella, y no podía concebir la idea de perderla, menos aún a manos de su propia familia. ¿Qué clase de persona podría hacerle algo así a un familiar? Despreciable, absolutamente despreciable. Por poco, mientras caminaba, casi ignora la presencia de Lady Liana y su escudo juramentado, si bien, por suerte, no lo hizo, ya que, al verles, la mente de la joven hizo "click", comprendiéndolo todo. El escudo juramentado Ser Shawney, la joven Liane acompañada por el mismo. Era bastante obvio, lo suficiente como para poder ver la claridad de su sueño.

Entonces, al continuar caminando, pudo notarlo. El movimiento inusual de tantas personas, como si algo malo hubiera ocurrido. No obstante, lo obvio se presentó en el instante en el que llegó al patio de armas, donde pudo ver algo que provocó una herida invisible en su corazón, algo que hizo que se lamentara el hecho de haber visto aquella horrible escena. Su querida Rhialta... sus piernas apuntaban en direcciones antinaturales, dejando en claro que había caído de una gran altura, como el pequeño dragón que había visto en su sueño. Era ella... la joven Vance era el pequeño dragón, y su hermana el dragón mayor que había preferido herir a su familia, con tal de salvar la vida de ese pequeño bastardo, todo porque posiblemente amaba a su maldito amante. En otra ocasión, no le habría preocupado algo así, no cuando sabía lo que era amar a alguien en una relación prohibida. Sin embargo, la heredera de los Vance había cometido un grave error. Había intentado asesinar o asesinado a su querida Rhialta, y aquello era algo que no le perdonaría por nada en el mundo. La mirada de la pelirroja adquirió un cierto fuego en sus ojos, producto de la ira que sentía en ese momento. Sin dudarlo demasiado, se giró en sus pasos, no dejando que la tristeza, que la desesperación, se apoderara de su ser en ese momento. Sería mejor que atacara mientras no se lo esperaban, en especial cuando Liane no esperaría que nadie la delatara con semejante recopilación de información sobre ella. No sabía que alguien lo había visto todo en un sueño, y tampoco podría rechazar la condición de su embarazo, algo bastante obvio. Por lo menos evitaría que Rantos se casara con ella, y luego ella tendría que explicar aquel embarazo repentino. Al llegar de regreso a la arena, esperó a que su padre no estuviera en medio de una contienda con su oponente, para irrumpir con su compañera, a la cual hizo rugir nuevamente para llamar la atención de los espectadores, así como de la maldita mujer que había traicionado de esa forma a su propia hermana. En ese momento, su mirada iracunda buscó a la heredera, antes de expresar la ira en su ser. - ¡Sé lo que hicisteis, Lady Liane! ¡Habéis empujado a vuestra hermana! - Exclamó con todo su ser, mientras mantenía su mano sobre su compañera, Nor, de modo de no mantenerse lo suficientemente calma como para no ordenarle a su gatosombra que se abalanzara sobre el amante de la heredera, para así quitarle lo mismo que ella le había intentado quitar. No sabía cómo estaba Rhialta, si bien no había sentido en que intentara descubrirlo, no cuando su padre no dejaría que ella se acercara. - ¡Todo porque lleváis el hijo de vuestro escudo juramentado en vuestro vientre! ¡Sólo por eso habéis decidido matar a vuestra propia hermana, la cual descubrió lo que llevabais en vos! ¡Confiesa lo que has hecho! - Continuó, reprimiendo la necesidad que sentía de matar a alguien en ese momento. No estaba segura que su querida Rhialta pudiera sobrevivir aquella caída, aunque, si lo hacía, se aseguraría de que no estuviera al lado de esa maldita serpiente. De momento, se aseguraría de que la joven reconociera lo que había hecho, o por lo menos que todos lo oyeran, junto con Rantos, para que éste reconsiderara su matrimonio con aquella que llevaba el hijo de otro. Además, al decir eso, no dudarían en investigar el embarazo de la joven, en especial cuando Rantos no le había puesto las manos encima.

Era momento de mantener a la familia unida. Aunque ahora las cosas parecieran tranquilas todo podía irse al traste en cualquier momento. Decidió abandonar el patio con Tristan y buscar al resto de los Klemstiern en el castillo.