Partida Rol por web

Llegaron al instituto tras un breve paseo en coche disfrutando de la tranquilidad nocturna que el pueblo había recuperado tras los agitados días anteriores. Dentro del edificio todo transcurría con la normalidad habitual de un baile de instituto, a excepción de las notorias ausencias de los alumnos más populares de Hihgbrooke. Mercy no se había ni dignado a pasar por allí después de la pelea que había ocurrido horas antes, y Troy tampoco, debido a su castigo. De ellos era de esperar después de lo sucedido, pero Kurt tampoco había decidido asistir finalmente.

El pabellón del gimnasio reconvertido en salón de baile, había quedado dividido en varias zonas por la propia naturaleza de los jóvenes del instituto. A un lado se encontraban quienes bailaban acompañados y al otro los frikis que se encontraban sin pareja. Un cañón de luces iluminaba la pista de baile con diferentes tipos de colores que se iban alternando mientras la música romanticona sonaba por los altavoces del pabellón con gran potencia. Todo había sido decorado con cuidado y detalle, convirtiendo el lugar en un rincón romántico para dos enamorados como ellos.

Sin que se dieran cuenta, una figura se arrastró tras ellos en la niebla y entró al edificio después de que la pareja lo hiciera. Se trataba de Kurt, quien los alcanzo de improvisto dandoles un pequeño susto.

Kurt echó un vistazo a todo lo que contenía el maletero, pero su atención quedó especialmente fijada en la bolsa de basura con el traje navideño. No conseguía distinguir si había manchas de sangre en el vestido, pero tanto daba. Para él resultaba igual de sospechoso. Dentro del botiquín no encontró nada destacable, la mayoría de los productos estaban intactos. Tanto las vendas, como los desinfectantes y cicatrizantes estaban sin estrenar.

Kurt cogió la la llave y dejó todo intentando que quedara como estaba. Después fue tras los pasos del director Cameron y empujó la misma puerta por la que Cameron había entrado pero para su sorpresa la encontró cerrada. Era una de esas puertas que se encontraban en los pabellones del instituto que se podían abrir desde dentro con facilidad deslizando hacía abajo una larga barra horizontal, pero que desde desde fuera sólo se podían abrir con una llave. Por más que tiró de ella no logró hacerla ceder y cuando miró de nuevo hacía la puerta por donde él había salido pudo ver una pareja moverse entre la niebla hacía el baile. Le pareció que eran Jim y Lindsey.

¡Joder! Golpeó la puerta cerrada dando una patada que la hizo vibrar y retumbó en el ambiente, y después se apartó mirando a su alrededor, consciente de que a lo mejor había hecho mucho ruido y había atraído la atención de alguien. Sin embargo lo que vio, o creyó hacerlo, fue a Jim Y Lindsey, que al fin habían aparecido. Se relajó de inmediato, notando de repente que estaba menos nervioso, y salió corriendo hacia la entrada para interceptarles y saber porque llegaban tan tarde y donde estaba la otra Wells. Antes de entrar y de que nadie le viera con ella, tiró la llave de tubo entre unos arbustos, recordando donde la había dejado por si acaso. 

Jim y Lindsey ya habían atravesado o puerta del gimnasio que en aquella noche ocupaba la función de salón de baile, por lo que no le quedó más remedio que entrar tras ellos propinándoles un pequeño susto sin querer al aparecer de súbito a sus espaldas.

Conteniendo ligeramente la respiración, Troy avanzó por el pasillo. Aquel silencio y la posibilidad de que algo hubiese pasado lo tenían tan en tensión, que subió los puños instintivamente, poniéndose en guardia, cuando el sonido de su teléfono resonó por la casa vacía. Resoplando sonoramente, miró los mensajes recibidos. Comenzó a bajar la escalera mientras contestaba. Ya en la puerta de salida, echó una última mirada al interior. De algún modo, Troy sentía que se estaba despidiendo otra vez, pero ahora de una forma distinta a como lo hizo aquella misma mañana. Dejó atrás la oscuridad de su casa y volvió al frío de la calle, en dirección a la residencia de los Evans.

Troy escribió:

No es mi mejor día, pero estoy vivo. No os movais, voy hacia allí.

Troy escribió:

No salgais de casa, voy de camino. ¿Teneis vendas? Tenlas a mano.

- No exageres... Es sólo un vestido. -  responde en un tono dulce, a pesar del rubor que decora sus mejillas. No estaba muy acostumbrada a recibir halagos, hacía un tiempo que alejada se encuentra de las populares y el mero hecho de llevar una vida normal junto a su novio era algo muy reciente. - Tú como siempre hermoso. - halaga a su novio tras acomodar el saco mientras besa sus labios desde el amor que le profesa. 

Luego de la despedida y los buenos deseos de la familia, como así también la clásica foto de la pareja en el jardín de la casa. Lindsey sube al coche junto a su novio, emocionada por el momento que estaban a punto de compartir y lo especial que sería aquella noche para los dos. Durante el trayecto que fueron tan sólo unos diez minutos, la sensación reinante era de complicidad, cariño y amor compartido, donde la animadora disfrutaba cada segundo compartido junto a Jim.

Al llegar sus ojos se abrieron de par en par, vislumbrada por la decoración y el ambiente en general. Ahora sujetando la mano de su novio, se adentraron en medio del salón con una sonrisa cargada de felicidad en su rostro. Hasta que un pequeño empujón casi logra que trastabille y caiga al suelo, lo bueno es que al girar descubre que se trataba de su ex novio, Kurt. 

- Justo contigo debo hablar. - pronuncia en un tono firme, dándole a entender de que sería algo importante. 

Mercy escribió:

¿Dónde estás? El señor Evans está llamando a la policía, le diremos que te envíe una patrulla.

Mercy miró a la joven. No podía reprocharla nada. Tenía toda la razón del mundo, durante todo este tiempo la pija de las Wells había usado a Sidney para más de una de sus bromas e insultos. El miedo me bloqueó yo.. dijo tibuteante cuando recibió otro mensaje. Mientras el padre de Sidney la daba un toque de atención a su hija, Mercy leyó el mensaje y respondió deprisa mientras el señor Evans iba a llamar a la policía a la sala de al lado.

... no debí hacer caso a Troy, no debí venir a avisarte como me pidió.. replicó la joven a Sidney, claramente dolida por sus palabras y por toda la situación tan tensa que había vivido. Notando como su corazón se agitaba de rabia y dolor continuó hablando. La joven se incorporó lentamente, para luego romper a hablar.

Cuando veas al chico que te... apretó los puños con fuerza. Ya daba igual. .. que te gusta, enfrentarse a un loco con un hacha.. sus ojos se empaparon de lágrimas, pero estas eran por la rabia y la impotencia que sentía en ese momento. ... que te diga que te marches.. y aún así seas capaz de bordear a ese, ese... monstruo y darle una patada en las pelotas por detrás... para que ambos podáis escapar... Ese día, podrás recriminarme todo lo que quieras sobre lo que pasé en la calle hace un rato. Los lagrimones caían por su rostro mientras miraba con ira a los ojos de Sidney. Sintió su corazón estremecerse al ver en ellos la viva mirada de Malcolm.

Todo era demasiado para Mercy, al fondo escuchaba al señor Evans tratando de que la policía le hiciese caso. No llegarán a tiempo... si es que van. No puedo estar aquí, fue un error venir. Con la mano temblorosa abrió la puerta. Si ves a Troy, dile que salí a buscarle.

Mercy salió al exterior cerrando tras de si. El frío le golpeó en el rostro y la humedad de la niebla comenzó a calar en su ropa. Se puso la capucha y se subió la braga, cubriéndose nuevamente el rostro y comenzó a caminar despacio, pensando por donde podría asomar Troy, mientras esperaba ese nuevo mensaje.
 

¿Vendas?

El mensaje de Troy la había dejado muy preocupada, pero conocía la cabezonería del chico y sabía que no conseguiría nada por mucho que se lo pidiera. Lo mejor que podía hacer era tenerlo todo preparado para cuando él llegara.

Sin embargo las cosas no iban a ser tan fáciles... Ahí estaba Mercy para echarle en cara lo que había sufrido, como si Sidney no supiera lo que era el sufrimiento. Pero no fueron sus reproches lo que le dolió o molestó, fue su confesión lo que partió el alma de la joven, saber que la pija de la Wells al final había conseguido lo que quería y descubrir que Troy la había traicionado por partida doble, no sólo por unirse a alguien que había estado mortificando a Sidney desde siempre sino también porque todas las palabras que se habían dicho hacía tan solo unas horas habían sido mentira, habían logrado que el mundo de la joven se derrumbara una vez más. Y en esta ocasión los pedazos habían sido tan pequeños que no habría forma de volver a unirlos.

Ofuscada, enfadada y sin ningún rastro de cordura en su interior, Sidney dejó marchar a Mercy sin hacer ningún movimiento por detenerla. En esos momentos poco le importaba lo que le pudiera suceder a ella y al mundo en general.

Con rabia cogió el teléfono y escribió un mensaje, antes de subir las escaleras a toda velocidad hacia la planta superior de su casa.

Tecleó el mensaje para Troy con rabia, intentando que las lágrimas no brotaran de sus ojos.

Tu novia acaba de irse en tu busca. No hace falta que aparezcas por aquí.

Nada más llegar a la planta superior fue directa a la habitación de sus padres. Sabía que su madre no se encontraría allí y su padre estaba en la planta baja intentando convencer a la policía. Abrió un cajón revolviendo en su interior, buscando algo que sabía que su madre guardaba allí. Hasta que dio con ello.

Con los frascos de las medicinas de su madre, las que solía tomar para su depresión entre otras cosas, se dirigió a su cuarto, encerrándose con llave en su interior. Se sentó en la cama, mirando los frascos con atención. Había tomado una decisión y no se volvería atrás.

Empezó a tragar pastillas, una detrás de otra, mientras por su cabeza comenzaron a pasar las imágenes de su vida cuando Malcolm aún vivía, recordando lo felices que eran en aquella época. Pero luego todo se complicó. Malcolm la había abandonado, dejándola sumida en una desesperación de la cual, por mucho que lo había intentado, no había conseguido salir. Su vida se centró en sus estudios, en sus pocos amigos, en sus fantasías con Derek... Hasta que Derek también se fue. Y, cuando por fin había creído encontrar un poco de felicidad al descubrir sus verdaderos sentimientos por Troy, éste la traicionaba con su peor enemiga.

No, no merecía seguir con vida, haciendo sufrir a todos los que la rodeaban y sufriendo ella también.

Se tumbó en la cama, abrazándose al viejo osito de peluche que la había acompañado desde su niñez, el mismo que tantas noches había conseguido tranquilizarla de sus pesadillas y que, en esos momentos, la ayudaría a esperar el momento en que todo terminaría.

Cerró los ojos mientras dejaba que su mente volviera a su infancia, los días más felices de su vida.

Troy escribió:

¿Cómo que "novia"? ¿De qué estás hablando? ¿Has dejado que Mercy saliera sola a la calle?

Troy escribió:

¿Qué ha pasado con Sidney? Voy en dirección a su casa, ¿por qué te has ido?

Troy caminó por las frías calles del pueblo dejando atrás el extraño sentimiento que le había azorado al abandonar su casa. Extrañamente su padre no se encontraba allí y no parecía haber vuelto desde la pelea. Durante los instantes que pasó en la casa familiar casi deseo verlo sano y salvo y sin un hacha atravesando su pecho y acechando en busca del propio Troy.

La niebla rodeaba todo cuanto podía ver cómo un fantasmagórico mal presagio, atenazando su corazón tras cada esquina que debía doblar, tras cada calle mal iluminada. Hasta la luz de las farolas de la calle era engullida por la neblina, su brillo apenas llegaba al asfalto que debería iluminar. Troy cruzó las calles que separaban su casa de la de Sídney lo más rápido que pudo sin encontrarse con el loco que había estado a punto de matarle. Aún le dolían las heridas en pecho y costado y de vez en cuando tenía que detenerse a recuperar el fuelle.

Finalmente llegó a la calle de Sídney justo cuando su móvil vibraba con varios mensajes. No sabía que podía haber pasado entre Mercy y Sid, pero habían acabado separadas.

Con una mano en el costado y con cara de necesitar más de una visita al hospital, Troy avanzó por la oscura calle hasta plantarse frente la casa de Sidney. Paró un momento para recobrar el aire y revisó su teléfono. No había respuestas nuevas. Cerró los ojos, esperando que nada malo hubiese ocurrido. Decir que se sentía mejor después de aquella pausa sería mentir mucho, pero tenía que continuar. Al menos se alegraba de haberse cambiado la chaqueta y la camiseta destrozadas, tener un agujero en la ropa solo hubiese un mal a añadir a la lista. Se giró hacia la puerta e hizo sonar el timbre.

- ¡Sidney! Abre, por favor.

Quiso prepararse mentalmente para las preguntas y el posible malhumor de la chica, pero no se vió con fuerzas.

No se había dado cuenta de lejos, pero al interceptar a Jim y a Lindsey, ya junto a ellos, se dio cuenta de que había olvidado lo preciosa que era la chica. Durante un instante se quedó quieto, sonriendo mientras la miraba, y luego como si se diera cuenta de lo que hacía, desvió la atención hacia Jim y se llevó la mano izquierda a la nuca mientras la otra la tendía hacía él. - Me alegro de veros, ya era hora de que llegaran los futuros reyes del baile -. Rió levemente, estrechó la mano del chico y después volvió a centrarse en su ex, a la que besó como si fuera una dama - Estás guapísima. 

Sin embargo, parecía que había asuntos más apremiantes. Él mismo tenía cosas que hacer, después de haber visto al director, y no quería perderle demasiado la pista.

- Cuéntame - Dijo mientras señalaba el exterior, invitándola a salir si necesitaba de intimidad para lo que tuviera que decir.

-  Unos minutos Jim, solo eso necesito para hablar con él a solas. ¿Me esperas cariño? - comenta al dejar un efímero beso en los labios del chico mientras sujeta el brazo de Kurt para salir junto a él al exterior. 

- Gracias por el halago, jamás pierdes el toque. ¿Eh? - afirma al dedicarle una mirada a su ex, para luego negar con la cabeza recordando quien era ya en su vida, como así también la relación entre los dos y sigue el camino hacia un lugar más apartado junto al chico. 

Finalmente llegó al sitio donde podían estar a solas y conversar en privado.  En una primera instancia la animadora recorre con la mirada a su ex un tanto pensativa, como si entendiera en parte la tontera de su hermana, al igual que ella había disfrutado de su compañía en su momento. 

- Primero, no me mires así que ya no soy tu novia. - aclara un tanto confundida, lo conocía demasiado como para obviar sus miradas y gestos, fueron varios años juntos, no podía evitarlo. 

De alguna manera y al margen de tener todo superado con su ex, hablar a solas resultaba ser algo incómodo porque los recuerdos a veces le jugaban malas pasadas.  Era difícil mantener a raya todo lo que sintió por él y hablar como si nada hubiera pasado entre ellos. Lo conocía demasiado, había sido el padre de su hijo y realmente fue su primer amor. 

- ¿Por qué quieres estar en mi familia Kurt?  Salias con mi hermana, acaso no eres consciente de como me puedo sentir yo. Encima ahora la destrozas al compararla conmigo, no es justo...  No tenías que usarla, es tonta si, pero la quiero. - afirma al mirarte a los ojos,  intentando no perderse en tu mirada. La seriedad inundaba cada vestigio de sus facciones, quería ponerle un freno a todo aquello para que su hermana deje de sufrir.