Partida Rol por web

...

¿Tú estás bien? ¿Con quién estás?

¿Dónde estáis? 

Kurt:

Tenemos que reunirnos todos, el santa atacó a Troy en la calle. Debemos hacer algo, no se puede andar solo. 

Lindsey.

Jim asintió ante las palabras de su novia. No les quedaba otra opción, más que esperar por Troy para ir en búsqueda de Mercy. Hasta allí todo marchaba más o menos bien pero meter a Kurt en medio de todo esto le pareció excesivo. - ¿A Kurt? ¿Por qué? Ni que fuera la caballería… - Jim que había ido a por un par de copas miro los vasos, eligió uno de ellos y bebió su contenido hasta el fondo. La situación simplemente lo superaba.

Troy caminó todo lo rápido que le dejaron sus heridas hasta el instituto. Allí pudo ver cómo todo el mundo seguía la fiesta, ajena al peligro que corrían realmente al permanecer allí con un asesino maníaco suelto por el pueblo y con especial fijación por los alumnos de aquel instituto.

El pabellón del gimnasio reconvertido en salón de baile, había quedado dividido en varias zonas por la propia naturaleza de los jóvenes del instituto. A un lado se encontraban quienes bailaban acompañados y al otro los frikis que se encontraban sin pareja. Un cañón de luces iluminaba la pista de baile con diferentes tipos de colores que se iban alternando mientras la música romanticona sonaba por los altavoces del pabellón con gran potencia. Todo había sido decorado con cuidado y detalle, convirtiendo el lugar en un rincón romántico para dos enamorados.

Estoy bien y con Jim, en el mismo lugar donde nos vimos. Entra al salón. 

Lindsey.-

Aquella cantinela famosa entonada por la tierna y dulce imagen del clásico Santa Claus, se había convertido en una pesadilla desquiciante para Mercy, quien no pudo evitar que el terror le atenazara tras escuchar a aquel sádico perverso retorcer el significado de esa inocente risa navideña bienintencionada. Mercy gritó asustada, gritó con toda la rabia que sentía, pero aquello no iba a detener las intenciones sádicas de su asaltante, ni siquiera hizo temblar su mano un ápice,

Pero el hombre al que se enfrentaba alzó el hacha para descargar con fuerza un ataque devastador contra Mercy, como ya hubiera hecho con Troy minutos atrás. Y esta vez a Mercy le pareció que la saña con la que se empleaba era peor, que el hacha viajaba hacía ella más rápida, con más furia y rabia.

Miró al horrible hombre a los ojos. Su chillido pudo alertar a alguien, algún vecino, pero nadie apareció al rescate. Estaba como siempre se había sentido desde que perdió mi amistad con Malcolm: sola. Tan sólo los ratos que pasaba con Troy la hacían sentirse bien, ser ella misma. Y el destino quiso que las tornas se girasen y, esta vez ganase la batalla un Evans.

Paralizada, viendo como el hacha se elevaba y movía con fuerza y furia, sólo se la ocurrió una cosa que hacer. Correr hacia el mismo hombre. Cerca de su cuerpo el hacha no podría impactar en ella, quizás esa absurda idea, si al menos fuese lo suficientemente rápida, la daría opción a huir. Sentirme muerta por dentro no quiere decir que quiera morir ahora.
 

Tras leer de nuevo el mensaje suspiró y desvió la mirada de Cameron tras volver a pensarse si ignorar la advertencia de Lindsey y decidiendo finalmente que no. Entre tanta gente era complicado encontrar a alguien, pero la animadora destacaba y sería sencilla de ver, así que se dio una vuelta rápida buscándola.

Quería saber que había pasado exactamente, incluso si Mercy estaba bien, pero sobre todo necesitaba atar cabos y no acusar en falso al director. Troy en cambio le importaba una mierda, le daba igual si le habían dejado en el hospital o si estaba bien, pero por desgracia temía que iba a tener que ser él quien le contara lo ocurrido.

Resopló, de repente más molesto que hacía unos minutos, y siguió mirando a su alrededor. Cuando le pareció ver a la pareja, se acercó a ellos para solucionar aquello...

Reconociendo el milagro que había resultado llegar hasta allí sin desfallecer, Troy se apoyó en el marco de la puerta, sin llegar a entrar. Y no precisamente por la prohibición de Cmaeron, la cuál le importaba bastante poco. Se paró porqué no se veía con fuerzas de entrar en el gimansio y encontrar a Jim entre la muchedumbre. Tomó aire e intentó localizarle desde donde se encontraba. Con un poco de suerte podría verle desde la puerta e ir directamente hacia él, pués lo último que le apetecía era dar vueltas con aquella música infernal de fondo. En otra situación lo habría buscado en el bando de los "solitarios". Que demonios, si no fuese porqué estaba con Lindsey, Jim y él mismo serían más fáciles de ver fuera fumando que ahí dentro, pero las sorpresas habían sido la tónica de aquellos días. Revisó el último mensaje de Mercy, suspiró pesadamente y le contestó.

Oteó la zona de parejas bailando, esperando poder verlos. En caso contrario, entraría a buscarle, intentando no dejar mucha sangre por el camino.

Troy escribió:

Supongo que los dos nos hemos salvado la vida mutuamente. Creeme, no olvido nada de lo que ha sucedido. Estoy en el baile, esperando encontrar a Jim. ¿Dónde estás?

El hacha del Santa Claus fue demasiado rápida para Mercy, quien esperaba situarse cerca del criminal para así entorpecer los movimientos de éste. Justo cuando corría hacía él, el hacha se clavó en su hombro un par de pulgadas. Mercy sintió el frío acero atravesando su carne y como el dolor la frenaba en seco.

El Santa Claus retiró el hacha con un fuerte movimiento y Mercy sintió como la sangre brotaba por su espalda y su brazo con una punzada de dolor. Pero si aquello podía ser peor iba a ser, porque el Santa Claus se acercó nuevamente a ella y alzó su arma para terminar con la vida de la joven, con un golpe de gracia.

Jim y Lindsey esperaban tener noticias de Troy sin llegar a disfrutar de la noche del baile que habían previsto. A su alrededor todos bailaban y se divertían, pero las últimas noticias que les habían llegado los tenían demasiado preocupados como para pensar en la música que sonaba en los altavoces del gimnasio reconvertido en salón de baile. Todos disfrutaban ajenos a las noticias que les habían llegado a ellos, incluso el director Cameron parecía muy animado aquella noche, disfrutando de la compañía de la profesora de matemáticas con la que se arrancó a bailar un tema, y otros de sus colegas de profesión.

Kurt se acercó hasta ellos después del cruce de mensajes con Lindsey. Se encontraban en un rincón algo apartado de la pista de baile, donde el ruido romanticón de la música era más tenue y les permitía hablar. Instantes después apareció Troy, cruzó la puerta de entrada al gimnasio donde habían colocado una especie de pasillo con mesas y bancos de gimnasia y lo habían decorado con una especie de túnel de tela plateada que daba acceso al baile de Navidad. Troy tuvo que moverse, anadeando, por la pista de baile hasta que finalmente vio al pequeño grupo.
 

Con expresión de cansancio y dolor, Troy comenzó a avanzar por la sala. Llevaba una mano sujetándose el costado, mientras con la otra apartaba, no sin cierta dificultad, a la gente que pasaba descuidada por delante suyo. No paraba de mirar en todas direcciones, ajeno a las parejas y a la música. Finalmente, en un rincón apartado, vió a Jim. Se acercó y puso una mano en el hombro de su amigo.

- Me alegro de verte, tío. No sabes cuánto. -el tono de su voz acompañaba a su mal aspecto.- ¿Estais todos bién?

Se acercó a la pared y se dejó deslizar por ella hasta quedar sentado en el suelo, conteniendo una mueca de dolor. Suspiró sonoramente, contento de que sus huesos reposaran por un instante. Ni siquiera le molestó la presencia de Kurt, como tampoco le había importado que Cameron le viera entrar o no. Ahora nada de aquello le importaba. Alzó la cabeza y miró a Lindsey.

- ¿Has podido localizar a tu hermana? -hizo una pausa, tras la que frunció el ceño.- ¿Y de Kat sabeis algo?

No tardó mucho en encontrarlo, y aún menos en que apareciera Troy. Su aspecto era horrible, peor de lo habitual, y se sorprendió preocupándose por lo que le hubiera pasado. Parecía que le habían metido una buena paliza, mucho peor de la que podía haberle dado él mismo, y que había escapado de milagro. Lo cierto es que se le pasó por la cabeza rematarle de un puñetazo allí mismo, pero fue un pensamiento fugaz que se perdió en un instante, decidido a no liar mas el día. 

Pero aquello iba a ser complicado a juzgar por las noticias que tenían y las palabras del capullo aquél. ¿No había estado él con Mercy? Clavó una mirada iracunda en el chico que un segundo después se desvió hacia Cameron, asegurándose de que seguía allí. 

- Primero dejas tirada a Sidney y ahora a tu pareja, ¿no empieza a ser habitual? - Su voz destilaba odio, era como veneno, pero justo después de decirlo se arrepintió y resopló, bajando el tono en todos los sentidos -. Lo siento, no es el momento. ¿Cuándo y dónde te han atacado? 

Realmente la joven esperaba ser más rápida que el hacha. Ilusa. Sintió como su carne se desgarraba cuando el frío metal irrumpió en su cuerpo. Se quejó de dolor. Sus ojos se llenaron de lágrimas. No, no puede ser este mi fin... pensó mientras sentía como el hacha salía de su cuerpo y el calor húmedo de la sangre emanaba por su hombro. Se llevó la mano opuesta sobre la zona herida.

Apretó con fuerza el móvil en su otra mano, a la par que sonaba, alertando de un mensaje entrante. No era momento para leer, Santa estaba alzando su hacha. Necesitaba distraerle y huir... El móvil! Con un par de movimientos de sus dedos, sacó la cámara de fotos y rápidamente le hizo una en toda la cara a Santa, el flash se activó de inmediato. Mercy esperaba que eso le cegase al menos unos segundos y le diese cierta ventaja para poder alejarse de él. La niebla sería su mejor cobertura.

Y así hizo, tras el pequeño fogonazo de luz, Mercy salió corriendo como pudo. El dolor en el hombro era bastante agudo, más tuvo que aguantarlo si quería lograr salvarse. Buscó precisamente las zonas más oscuras y con niebla para poder escaparse con facilidad, sin pensar si quiera en las gotas de sangre que iba dejando por donde corría.

Se detuvo un instante a coger aire y mirar si aquel loco la seguía y aprovechó para mirar el mensaje. ¿No iba a casa de Sidney? pensó al leerlo. El instituto no debe estar lejos. Miró a su alrededor mientras continuaba caminando. Allí estarán todos... estaré asalvo si llego antes de que me cace.

Apretó el paso siguiendo la ruta que la llevaría precisamente a donde no quería ir: el instituto y el baile de invierno.

Troy miró con desprecio a Kurt ante aquel comentario. El día estaba siendo muy largo y poco agradable, así que no estaba dispuesto a soportar las tonterías de turno. Pero no pudo más que sorprenderse ante la disculpa del mismo, justo cuando Troy ya estaba cargando un comentario para disparárselo. Relajó la expresión y apoyó la cabeza contra la pared.

- Encontré a Mercy sola en el parque junto al ayuntamiento. Al salir, ese tío nos estaba esperando. Intenté retenerlo lo que pude para que ella pudiera largarse, -se levantó la camiseta, con claro gesto de dolor, mostrando un improvisado vendaje por el que se filtraban dos grandes manchas de sangre, una en el pecho y otra en el costado.- pero el cabrón me dió bién.

Volvió a taparse y se levantó con algo de esfuerzo. La música comenzaba a agobiarle, casi tanto como el hecho de que no podían hacer nada más que esperar.

- Viene a por nosotros, por el motivo que sea. Nos atacó en plena calle, así que no se va a andar con tonterías. Hay que estar muy atentos a cualquier cosa.

-Estamos bien de momento y si, localicé a mi hermana que estaba en la calle pronta a llegar a casa.  - respondió Lindsey esbozando una media sonrisa mientras observaba como Kurt se unía al grupo.

No era momento para las peleas o los recuerdos del pasado, por esa razón se mantuvo al lado de su novio y no dudó en fruncir ligeramente el ceño ante la misiva de su ex.

Finalmente escuchó lo que Troy tenía para contar un tanto pensativa, como si estuviera analizando la situación un poco más en profundidad. De su hermanastra nada sabía, igualmente nunca estaba al tanto de lo que hacía y al parecer la animadora no cambió su relación con ella. 

- Será mejor irnos juntos a mi casa, allí está Mercy. Falta Kat, no sé nada de ella. - sugirió mientras le dedica una mirada a su ex. - Menos mal que pudiste escapar, igualmente no podemos permanecer solos. En grupo tenemos que manejarnos de ahora en más. - afirmó esperando alguna respuesta o apoyo a su idea. 

-         ¡Oh mierda, mierda, mierda! – comenzó a vociferar Jim al ver a su amigo en semejante estado. Lo peor eran las heridas sangrantes que fueron contenidas con un burdo vendaje. Jim se puso muy nervioso y tomo de la mano a su novia por buscar sosiego, al menos un poco.

-         E…esperen. No saldremos así nomas a la calle a que nos de caza el Santa sanguinario. Vámonos por atrás… - agrego Jim para luego ayudar a su amigo a incorporarse. - ¿No hay nada que sirva de protección? – dijo tras examinar las mesas repartidas por el salón.

Al director podía haberle dado tiempo en cualquier momento a hacerlo y después ir hasta allí. Era posible incluso que hubiera calculado mal, lo que explicaría porque tenía allí el traje, escondido en el coche. Era una opción que en su mente tenía todo el sentido del mundo, y era complicado apartar esa idea cuando veía a Cameron actuar de una manera nada habitual; seguía convenido de que escondía algo, y deseaba sacárselo aunque tuviera que ser a golpes.

Por desgracia, o tal vez por suerte aunque él no se diera cuenta en ese momento, las palabras de su ex y el nerviosismo de Jim al ver las heridas de Troy le sacaron de sus pensamientos. El colgado del instituto se estaba empezando a poner demasiado dramático, pero en algo tenía razón, era mejor no llamar la atención saliendo todos de golpe por la puerta principal. Él, al menos, no lo iba a hacer, ya que su coche estaba por delante y además quería coger lo que había dejado entre los setos antes de que Lindsey evitara lo que tenía planeado. 

- Id vosotros por detrás, cogeré mi coche y os veo allí - Miró a los allí presentes uno a uno, hasta que al final dio un beso en la mejilla a la animadora -. Tened cuidado. 

Mercy caminó todo lo rápido que le dejaron sus heridas hasta el instituto. Notaba como la sangre manaba caliente por su maltrecho cuerpo corriéndole por el brazo. Afortunadamente para ella, había sido capaz de ponerse a salvo justo a tiempo, utilizando la argucia de cegar al Santa con la luz de su teléfono móvil. De no ser por eso, estaba segura, el hacha la habría partido en dos. 

Logró escapar a duras penas y continuó hasta el instituto, orientándose fácilmente a pesar de la niebla, dado lo bien que conocía aquellas calles, pues era la zona cercana a las tiendas donde solía comprar. Allí pudo ver cómo todo el mundo seguía la fiesta, ajena al peligro que corrían realmente al permanecer allí con un asesino maníaco suelto por el pueblo y con especial fijación por los alumnos de aquel instituto.

Entró en el instituto a toda prisa y busco a los demás. Se encontraban en un rincón algo apartado de la pista de baile, donde el ruido romanticón de la música era más tenue y les permitía hablar. Tuvo que cruzar la puerta de entrada al gimnasio donde habían colocado una especie de pasillo con mesas y bancos de gimnasia y lo habían decorado con una especie de túnel de tela plateada que daba acceso al baile de Navidad. 

El pabellón del gimnasio reconvertido en salón de baile, había quedado dividido en varias zonas por la propia naturaleza de los jóvenes del instituto. A un lado se encontraban quienes bailaban acompañados y al otro los frikis que se encontraban sin pareja. Un cañón de luces iluminaba la pista de baile con diferentes tipos de colores que se iban alternando mientras la música romanticona sonaba por los altavoces del pabellón con gran potencia. Todo había sido decorado con cuidado y detalle, convirtiendo el lugar en un rincón romántico para dos enamorados. 

Agradeció la ayuda de Jim para levantarse. Dió un par de pasos, intentando despejarse. Observó el gimnasio, las luces, las parejas bailando ajenas a lo que estaba sucediendo fuera. Ligeramente perdido en estos pensamientos, escuchó cómo los demás hablaban de irse. Tardó un instante en reaccionar; en parte por su estado, en parte porqué no acababa de entenderles.

- Pero... ¿Pero qué estais diciendo? -dijo con los brazos abiertos y expresión incrédula.- Precisamente ESTE es el sitio más seguro. En ninguna otra parte habrá más gente, esta noche. Si hay alguna posibilidad, es aquí. Ese tío será un psicópata, pero no es estúpido. Si pretendiera entrar aquí, sería visto por decenas de personas antes de que pudiera hacer nada. -hizo una pausa y tomó aire, apoyándose de nuevo en la pared.- En todo caso, sería mejor recogerlas y volver aquí. Por muy buena que sean las puertas de la casa Wells, prefiero la protección de cientos de ojos.