Partida Rol por web

Mierda! Fue lo primero que pensó cuando escuchó su nombre en los labios de aquella petarda egocéntrica. Pensé que nadie sería capaz de reconocerme.... pero Tiffany no entra en ese grupo.

Mercy se quedó helada, mirando a todas aquellas ridículas animadoras, de mente estrecha. Esperaba que su hermana estuviese con ellas, pero no fue así, cosa que la hizo respirar aliviada, pues al menos tendría una oportunidad de salir airosa de aquella situación, si lograba jugar bien sus cartas.

Tras escuchar el intento de mofa de una de ellas, Mercy comenzó con su historía. Shhh! Osea,,, silencio, sii... no me delateis, osea... no? Vale. Hizo gestos con sus manos y las indicó que bajasen la voz. Osea.. ¿No os ha contado nada mi hermana? Osea.. es super mega fuerte, saeis, no? hizo una pausa y las miró a todas a los ojos, una a una, asegurándome de haber captado toda su atención.

Ays, osea... si no os ha dicho ella nada...¿no? Osea,  yo no debería contároslo tampoco, osea... saeis, no? se las quedó mirando alimentando así su instinto de cotilleo, de querer saber más... y encima de primera mano y antes que nadie. ¿No está con osotras? ¿no? Osea.. puede que ya esté haciendo como yo disfrazarse... osea.. me parece super fuerte que no os avise de lo que esta pasando, saeis? Y eso que es vuestra super amiga, osea...me parece super super super fuerte que lo sepais todas.... Mercy podía leer en sus ojos que querían saber que era lo que pasaba. La curiosidad se estaba convirtiendo en su mejor aliada. ¿Veis, no? Osea... Levantó el móvil y lo mostró girándolo con la muñeca, para que no viesen nada en la pantalla. Lo estaba super hablando con mis mega amigas, osea... saeis? Llevamos toda la mañana con lo mismo, no?... Osea.. enserio... Con esas super caras que estais poniendo intentais, osea... decirme que realemente NO SABEIS NADA DE NADA!? Exclamó finalmente Mercy para comenzar entonces a reir, inicialmente bajito, luego rompió a carcajadas y las señaló con el dedo, terminado de llamar así la atención de todos los que estuviesen a su alrededor.

Sabía perfectamente que tanto el grupo de su hermana como el suyo propio, era más bien odiado en el entorno estudiantil y sabía perfectamente que cualquier humillación pública abierta conta cualquiera de ellas, sería aceptada y apoyada por el entorno. Nunca nadie puede reirse de ellas y menos aún cuando van en grupo. Así pues continuó con su baza, asegurándose que tenía el rostro bien tapado nuevamente, se alejó de ellas riendo a carcajadas, señalándolas con el dedo. Además aquello correría como la pólvora, sabía que saldrían estudiantes de debajo de las piedras y que todo eso quedaría grabado y posteriormente colgado en internet.

Mientras reía, se iba acercando al resto de estudiantes y les animaba a reir y señalar mientras iba exclamaba. Tontas animadoras! Jajajajajajajaja ¡No saben nada! Jajajajajajajajaja ¡Las super guays no se enteran de nada! Jajajajajaaja. La voz de repelente pija había desaparecido y trataba de forzarla un poco para que no se notase que era la suya propia. Escudándose entre la pequeña multitud que empezaba a amontonarse y aprovechando la cara de bobas que se les había quedado a las animadoras, Mercy se escabuyó lo más deprisa que pudo dejando atrás a las petardas aquellas y sintiéndose realmente bien por darles una lección como esa.

Se encerró en su cuarto sin ni siquiera pararse a saludar a su madre, total seguramente ni la miraría. Aún sentía la angustia ahogándola, incapaz por el momento de ver más allá de las palabras de Derek. Para él, ella sólo era un pañuelo que recogiera sus lágrimas. Lágrimas de remordimiento por Malcolm, lágrimas de dolor por haber cortado con Sarah, lágrimas de vergüenza por haberse mostrado débil ante ella... Sólo la veía como el hombro donde buscar un consuelo, la amiga silenciosa que está siempre que se la necesitaba.

El llanto y la rabia se mezclaban a partes iguales y, una vez más, odió a su hermano por haber arruinado, con su suicidio, su vida. Poco a poco los minutos fueron pasando y, tras las lágrimas, vino la calma. Los nubarrones que amenazaban con fastidiar el que tenía que haber sido el mejor día de su vida, empezaron a alejarse débilmente y un tímido rayo de esperanza se abrió camino entre ellos.

Era un paso, un primer paso. Había quedado con Derek la mañana siguiente para desayunar y, lo mejor de todo, la había invitado al baile. ¿Cómo amiga? Sí, puede, pero por fin tenía la oportunidad de mostrarle que esa amiga podía llegar a ser mucho más, demostrarle que Sarah sólo era una bruja que lo único que hacía con él era humillarle, hacerle ver que ella valía mucho más y que podía hacerle feliz.

Sidney se aferró a esa leve ilusión y su rostro se iluminó con una tímida sonrisa, dándose cuenta que no tenía nada que ponerse para el baile. Y Kat... Tenía muchas cosas que contarle a Kat y, por supuesto, su amiga tenía que acompañarla para elegir un bonito vestido.

Un tanto más animada, Sidney tecleó a toda velocidad un mensaje en el móvil.

En pocas horas habían sido muchas emociones las que Sidney había vivido. Lo mejor de todo era el hecho de que iba a ir al baile y lo haría acompañada. Tenía que decírselo a Kat, quedar con ella para que la ayudara a elegir un vestido y para contarle todo lo que había dado de sí aquella mañana.

Tecleó a toda velocidad un mensaje en el móvil.

Kat, perdn x n esperart. Tngo muxo que contart y elegir vestido xra l baile. Ns vemos n 1 hora n centro comercial?

Troy estuvo un rato liado con los fogones. No era en absoluto un gran cocinero, pero si hubiese tenido que esperar a que su padre se dignara a cocinar, habría muerto de hambre hacía años. Apartó algo por si su padre decidía no beber hasta caer dormido y le daba por comer. Mientras comía, sonó el teléfono. "Mierda", pensó al leer el mensaje de Mercy y recordar que su ropa seguía en su habitación. Le escribió con una mano mientras con la otra terminaba su plato.

De vuelta en su habitación, encendió la música y se fijó un instante en la bolsa de Mercy. Se acercó y la abrió, observando aquella ropa durante un largo rato. El mayor bombazo de la historia del Instituto Highbrooke estaba allí, delante de sus ojos: La Mercy retorcida y repelente que todos conocían no era mas que un disfraz, uno muy cuidado y difícil de mantener. A Troy seguía resultándole raro ver a la persona debajo del disfraz, y se sorprendía de lo bién que podían llegar a llevarse. Recordó la mañana en el lago, y un par de detalles vinieron a su mente. Se quedó pensativo, como si un engranaje suelto dentro de su cabeza, de pronto, hubiese encajado en su sitio y la maquinaria se hubiese puesto en marcha. "¿Le gusto a Mercedes Wells?", dijo para sí mismo. Nunca había sido muy despierto para estas cosas, pero la actitud de la chica en un par de momentos así se lo hacía parecer.

Se dejó caer sobre la cama, resoplando. Esperaba no haberle dado una imagen equivocada a Mercy. Era una niña de papá que se abría paso a golpe de tarjeta de crédito, pero no se podía negar que era una chica muy guapa y, cuando se mostraba tal y como era, agradable. De todas formas, Troy no se veía saliendo con ella ni tenía verdaderas intenciones de hacerlo, aunque no le importaría ver la catástrofe social que supondría para muchos que el mas malo y la mas pija terminaran juntos. No pudo evitar reir. Nah, no podría salir con Mercy. No mientras hubiese otra persona rondándole el pensamiento. Mas de una vez, de hecho, se había visto a si mismo yendo de la mano de Sidney, o tocando música para ella, o apareciendo juntos en el baile. El Baile... Sacó el teléfono, pero se frenó. "¿Qué se supone que vas a hacer?", se decía mientras dejaba el móvil sobre la cama. Era incapaz de quitarse la idea de la mente, pero no sabía ni cómo hacerlo ni si tenía siquiera sentido. Varias veces cogió y volvió a dejar el teléfono, sin llegar ni siquiera a tocar ningún botón. Finalmente se hartó de su propia indecisión, y comenzó a escribir a Sidney. Vomitó un par de frases, apagó la pantalla y soltó el teléfono, como si fuese una prueba incriminatoria y no quisiera que se le relacionara con ello. Se quedó mirando al techo, ajeno a lo que acababa de hacer. Rápidamente volvió a joder el móvil y escribió a Jim, con la esperanza de que fuera a la fiesta y le pudiera servir de excusa.

Troy escribió:

Espero no haberte metido en otro problema por aparecer así por casa. Otro día te explico el porqué de la gran evasión. Yo también lo he pasado muy bién. Y lo de ponerme tu ropa, tienes suerte de que no es de mi talla, si no...
 

El teléfono de Sidney sonó, acababa de recibir un mensaje.

Mensaje de Troy:

Hey, no pude darte las gracias antes. Mis notas han subido, y el mérito es todo tuyo. Te debo una. ¿Irás mañana al baile?

El teléfono de Jim sonó, acababa de recibir un mensaje.

Mensaje de Troy:

Hey Shaggy, ¿irás mañana al baile? Ese ponche no se va a sabotear solo.

Los ánimos poco a poco se habían relajado y en esos momentos comenzaba a estar nerviosa por otros motivos, pensando en todo lo que quería hacer. En su cabeza empezaba a pensar en lo que sería más apropiado para el baile. De acuerdo que sólo iban a ir como amigos pero era una oportunidad que no podía dejar pasar, si aparecía deslumbrante quizás por fin se fijara en ella de otra forma, pero tampoco quería pecar de ser una frívola que sólo le interesaba lucirse. Dudas, demasiadas dudas y, si se hubiera parado a pensar un poco, se daría cuenta que la mayoría sólo eran tonterías pero que, para ella, en aquellos momentos eran un gran problema.

Se abalanzó sobre el móvil cuando escuchó el sonido característico de que había recibido un mensaje, pensando que por fin Kat había contestado. Su sorpresa se reflejó en su cara cuando en la pantalla apareció el nombre de Troy y, con una mezcla de decepción porque su amiga aún no se hubiera puesto en contacto con ella y curiosidad porque su "alumno" le hubiera mandado un mensaje, se puso a leer el contenido.

Una sonrisa orgullosa apareció en su cara, por lo menos había podido ayudar a alguien aunque este alguien fuera Troy. Tenía que reconocer que el concepto que tenía del chico había cambiado a medida que quedaban para las clases, dándose cuenta que era una persona inteligente, agradable y que con ella siempre se había portado bien... Y no como otros. Era una lástima que Troy se empeñara en pasar de todo, en hacerse el chico duro porque, y eso era algo que ya le había dicho en más de una ocasión, podía llegar lejos si se lo propusiera y, sobre todo, si creía de verdad en él mismo, pero para ello tendría que dejar muchos malos hábitos detrás y eso era algo que no parecía querer hacer.

Sus dedos volaban en el teclado mientras le contestaba.

Me alegro mucho por ti. Ya te dije que si te lo propusieras llegarías lejos. No tenía pensado ir al baile pero Derek me ha invitado :)

Estaba tan emocionada que ni siquiera se dio cuenta que no estaba hablando con su amiga y que, quizás, esa información no debería haberla dado. Pero el mensaje ya estaba enviado y era tarde para arrepentirse. Se encogió de hombros, llegando a la conclusión de que era una tontería preocuparse, al fin y al cabo al día siguiente todo el instituto los vería juntos. Se quedó mirando el móvil durante unos segundos, se le había ocurrido una idea pero no sabía si sería buena. A Kat le caía bien Troy, y a ella, desde que le había empezado a dar clases, no le molestaba su presencia... ¿le apetecerá venir al centro comercial con nosotras?

Desechó la idea tan pronto como vino. Seguro que a Troy no le haría ninguna gracia que le vieran paseando por el centro comercial con alguien como ella, además su intención era ir de compras y contar a Kat todo lo que había sucedido. Ni siquiera entendía cómo se le podía haber ocurrido esa idea, el chico duro de paseo con la rarita y la mojigata. Dejó de darle vueltas al tema, olvidándose por completo, ya que sus pensamientos volvieron, una vez más, a centrarse en Derek.

Kurt había preparado un plan en su mente para salirse con la suya y tener pareja en el baile: iría a casa de las Wells y se llevaría a una o a la otra, a fin de cuentas Mercy parecía mostrar interés por él y si fallaba, le quedaba su ex, Lindsey. Con esos pensamientos abandonó el edificio principal del instituto para ir al gimnasio y comenzar el entrenamiento. Estaba contento, había conseguido librarse del castigo, podría entrenar y no perderse el partido y conseguiría a una de las chicas más populares para el baile. Todo iba bien.

Pero el entrenador estaba algo cabreado por todo el asunto de Troy, después de darle una charla sobre el compromiso, la responsabilidad, la universidad y todas esas cosas le mandó al gimnasio a ejercitar los músculos y lo cito afuera, en el campo de juego para cuando terminara, no sin antes recordarle que acciones como la de aquel día no debían volver a ocurrir.

Una vez ya en el campo de juego el entrenador decidió preparar jugadas. Había una especialmente difícil que no les salía en ningún partido y que quería perfeccionar. Normalmente, necesitaba de la colaboración perfecta de la línea ofensiva para que abrieran el camino a los corredores y al mismo tiempo protegieran al quaterback. Las veces que habían ejecutado esta jugada, Kurt había terminado placado por algún gorila del equipo contrario, con contusiones en las costillas y sin poder respirar durante unos instantes. Pero el entrenador se empeñaba en que tenían que lograr hacerla.

Mercy fue sorprendida por el grupo de animadoras. No esperaba ser reconocida por nadie con aquellas pintas, pero Tiffany era demasiado observadora como para que se le pasara por alto. Como un grupo de hienas hambrientas, la observaban saboreando el momento y con la sonrisilla contenida en los labios. Llenas de asquerosa prepotencia, por encima del bien y del mal, con la capacidad de juzgar reservada para ellas, mirando por encima del hombro a todos y todas, pero bien calzadas con las primeras marcas y conjuntos a juego tanto en ropa como complementos. Las divinas.

Mercy decidió tirarse un farol para salir de aquella, y como no encontraba una buena explicación que resultara razonable y no dejara en mal lugar su reputación y su estatus, decidió jugar con su curiosidad y con ellas. Primero se hizo la sorprendida, como si no concibiera que ellas no se hubieran enterado de aquella supernoticia, y cuanto más enganchadas las tenía a sus palabras empezó a reírse de ellas, dejándolas completamente desconcertadas. Cabía la posibilidad de que creyeran que estaba completamente loca, pero Mercy buscó apoyos en la gente que pasaba por la calle, concretamente los más jóvenes, aquellos que pudieran ser estudiantes del centro. Y logró llamar la atención de todos y que se quedaran mirando a las animadoras como si realmente fueran ellas las estúpidas.

Así entre carcajadas logró escapar de ellas aprovechando la pequeña congregación de curiosos que se habían reunido. Algunos se reían de las animadoras como hacía ella, pero hubo un extraño hombre que echó a reír en carcajadas igual de estruendosas que las de ella. No parecía mirar a las animadoras, sino a ella. Y reía exageradamente con los ojos abiertos como platos, realmente su expresión daba mucho miedo. Pero Mercy no se detuvo a contemplarlo demasiado, tenía que aprovechar la distracción para huir de allí.

Jim se maravilló de lo fácil que era siempre todo con Lindsey. Hacía minutos que habían dado un vuelco completo a su relación, afianzándola como algo serio, y ya reinaba una estabilidad y fluidez que Jim imaginaba impropia de los primeros compases de un noviazgo. Con ella todo resultaba muy sencillo, y eso no hacía sino acrecentar el amor que le unía a ella.

- Si, sin duda será una noche maravillosa, como cualquier momento a tu lado.

Lindsey entró a cambiarse al baño y Jim se dio cuenta de que tendría que hacer un esfuerzo sobrehumano para poder alejar la enorme y embobada sonrisa que se había asentado en su cara con carácter permanente. La felicidad de un momento estelar en su vida tenía al chico en una nube; la idea de pasar el semestre siguiente junto Lindsey le llenaba de alegría. Este próximo semestre llegaré siempre pronto a clase. No puedo dejar que me quiten el sitio junto a Linnie. - Pensaba. Cuando ella salió del baño Jim la miró con la misma cara de embobamiento gozoso que le había ofrecido desde que sus sentimientos salieron a la luz.

- Realmente da igual lo que te pongas, ¿verdad? Estás siempre maravillosa.

En cuanto terminó la frase, ya antes de que ella pudiera contestar, plantó un beso en sus labios y se alejó de su cara sonriendo. Cogió su chaqueta y cogió dinero de su cuarto.

- Vámonos al centro comercial, querida novia. Ahora voy a tener que estar muy bien vestido para decepcionar a todos los que quieran juzgarnos.

Montaron en el coche de la chica y se dirigieron de vuelta al centro comercial. Había sido una vuelta muy tonta, pero Jim no había reparado hasta ese momento en que necesitaría ropa apropiada para acompañar a su novia. Siempre que había acudido a estos eventos lo había hecho solo, y como reivindicación de lo poco que le importaba, siempre había ido vestido “de calle”. Pero ahora, por primera vez en su vida, le importaba de verdad el baile. Era la primera vez que se preocupaba activamente por mejorar su indumentaria, y se alegraba de que Lindsey viniera con él, así la chica podría aconsejarle. Durante el viaje, para evitar distraerla, pues las heladas carreteras de Birchmont eran una trampa para los conductores distraídos, Jim contesta a algunos mensajes que le habían llegado al móvil, y que había ignorado hasta ahora para poder focalizar toda su atención en la causa directa de su ahora constante felicidad.

El centro comercial seguía tan lleno como cuando fueron a comer, pero es algo a lo que los jóvenes ya estaban acostumbrados. Birchmont era un pueblo pequeño sin muchas cosas que hacer, y la construcción del Bemidji´s island revolucinó la vida de todos sus habitantes. Gracias a este gigantesco complejo, desproporcionadamente grande para el pueblo, el ideal americano de una “tarde de ocio ideal” había llegado hasta ese alejado confín de Minnesota. Las familias de Birchmont disfrutaban cada pocas tardes de una visita en grupo al centro comercial, unos días para hacer la compra de la semana, otros para participar en la cadena de consumo de objetos innecesarios y otros para disfrutar de la pista de hielo que el Bemidji’s albergaba. El lugar había pasado rápidamente de ser una fuente de dudas respecto a su viabilidad para convertirse en uno de los principales orgullos del pueblo.

Imaginando que Lindsey querría ojear las diferentes tiendas del centro comercial, y temiendo que esa tarea se prolongase demasiado, Jim propuso ir primeramente a las tiendas de ropa masculina, pues necesitaba urgentemente algo que vestir el día siguiente. Después de comparar durante largo rato de tienda en tienda mientras intercambiaban comentarios cariñosos, Jim se decidió por un traje y se dirigió a los probadores.

- Me lo pruebo en un momento y ya me dirás como me queda.

Mientras entraba en el probador Jim paró, tentado de invitar a entrar a la animadora, pero pensó que la población de Birchmont no era suficiente como para que dos jóvenes pasaran desapercibidos entrando en un probador a “probar” cosas, así que sonrió pícaramente para sí mismo y entró en el probador. Unos cinco minutos después la cortina se corrió, y el chico salió, notablemente inseguro, con su nueva indumentaria y un peinado que había improvisado frente al espejo del probador.

- ¿Qué tal? Me veo rarísimo. Creo que nunca había llevado nada tan elegante en mi vida. ¿Tú qué opinas?

Una respuesta llega el teléfono de Troy, aunque con un retardo de al menos diez minutos.

Hey Troy! Al final iré al baile con Linnie. Me apunto al sabotaje. Estoy de camino al centro comercial, quieres que compre algo o ya tienes pensado tu algún “componente extra” para el ponche? Me alegro de que confirmes tu asistencia, pero ten cuidado con Cameron mañana.

Mercy escribió:

Todavía no llegué a casa. Dejé el coche en el taller y... tuve un incidente con las amigas de mi hermana. Ya te contaré, aunque puede que te llegue algún video en breve o lo veas en internet. Espero que mi hermana no este en casa. M.

Mercy continuó su camino hacia casa, despues de detenerese unos instantes a recuperar el aliento y a reirse de la suerte que tuvo al poder zafarse de aquella manera de las animadoras. Por fortuna no estaba mi hermana con ellas. Me hubiese salido realmente caro.......... Me pregunto donde andará.

Aprovechó esa pequeña parada para leer y responder el mensaje a Troy y prosiguió su paseo hasta casa, esta vez más pendiente de lo que pasaba a su alrededor, aunque siempre se la colaba algún pensamiento, como cuando volvería a ver a Troy, que versión dar sobre esa ropa... si podrían estar juntos.... como besaría... pero procurando que esos pensamientos no la nublasen del todo la vista y así poder evitar caer en otra igual que la situación tan comprometida con su grupo rival.

No tardó en llegar a su  calle, desde donde estaba podía ver la casa. Sabía que su padre y la petarda de su novia no estaban en casa, ambos estarían trabajando aún y normalmente no venían a comer. Con suerte Kat estaría por ahí al igual que Lindsey, quedando la casa sóla para ella. En breve volveré a ser "yo" pensó con tristeza mientras se miraba la indumentaria que llevaba puesta en ese momento. Con mi "super" vida. Mis "oseas" mis pijamigas... Kurt.. Oh rayos! Kurt!! Quedó castigado en el insti.... ni me acordé de él en toda la mañana!

Revisó su móvil, buscando sus últimos mensajes con él. Que raro, no me respondió al mensaje.... Guardé nuevamente el teléfono en mi bolsillo y retome la marcha hacia mi casa.

Lindsey recibió un mensaje en el móvil de Tiffany, una de sus amigas del grupo de animadoras.

No sabes a quien hemos visto con la ropa de Kat... Tu superhermana Mercy!!

Ya una vez en el auto, Lindsey aún ruborizada por los halagos de su novio encendió el motor y una profunda melodía comenzó a sonar dentro del mismo. Era extraño ver que una animadora como ella, tan popular y de fachada superficial tuviera esos gustos musicales. El caso es que la chica disfrutaba de un variado repertorio de melodías, siendo este estilo el que más le agradaba ya que apenas comenzó la primer estrofa, ella cantaba a la par de la banda musical, completamente concentrada en la carretera mientras Jim estaba con su móvil.

We're building it up
To break it back down
We're building it up
To burn it down
We can't wait to burn it to the ground.

Durante los minutos transcurridos de música a todo volumen, se le notaba a la chica cierto aire de felicidad reinante. Atrás había quedado esa exclusiva atención a su móvil y grupo de pertenencia, ahora tenía un motivo más que suficiente para centrarse en Jim, su adorado novio. Y por ello, cada tanto le regalaba una caricia luego de pasar los cambios para estar atenta a la carretera que era nieve pura. 

Tan solo veinte minutos tardaron en llegar al centro comercial, que como siempre, estaba abarrotado de gente. La idea de ir juntos a comprar el traje de Jim le hizo mucha ilusión a Lindsey, incluso al entrar le tomó la mano en clara señal de que ahora eran novios y no había motivo para ocultarlo. 

Como era de esperar fueron primero a la tienda de hombres, lugar en donde Jim comenzó a elegir un atuendo idóneo para la fiesta. Lindsey adoptando una postura neutral, se mantuvo a su lado permitiendo que el chico eligiera libremente ya que le encantaba como era y no quería imponer sus gustos sobre los suyos, era perfecto sin un traje, lo sería con él también. 

Y una vez que escogió uno, lo observa detenidamente compartiendo aquella mirada cargada de travesura, indefectiblemente a ella se le había cruzado la idea de ingresar ambos al probador pero no sería conveniente porque todo Birchmont se enteraría apenas salir del centro comercial, no deseaba aquello ahora que todo el mundo estaba allí pero lo tendría en cuenta para futuras visitas. Nunca faltará ocasión. 

Mientras Jim se probaba el traje su móvil que estaba vibrador comienza a captar su atención, al leer el mensaje enarca una ceja y niega con la cabeza. No podía creer que su hermana fuera tan idiota de hacer algo semejante, no comprendía Lindsey la falta de cerebro de Mercy pero allá ella, estaba en un mejor momento ahora. 

Guardando el móvil pensando que respondería en breve, no duda en quedarse maravillada por Jim. -Ohh Luces hermoso. En sí lo eres. Me encantas Jim -  dijo corriendo a sus brazos para perderse en aquellos labios que tanto la hacían suspirar. Un rato medianamente largo duró aquel besos para luego volver a la normalidad, era momento de pagar el traje y retirar el vestido de Lindsey que se lo había confeccionado a medida. 

- Bueno precioso mío, ahora retiramos mi vestido y compramos algo de comida para la noche. ¿Te parece bien? Ah... y debo pasar por mi casa o donde Mercy se encuentre, vamos juntos. Me escribieron recién que ella anda vestida como Kat, tengo que saber si no está drogada o algo semejante. Ahora le preguntaré a Tiffany ya que ella me lo dijo. -comenta con cierto aire al principio feliz pero luego su mirada fue ensombreciéndose al saber que Mercy como siempre quería dar la nota, llamando la atención de todo el mundo. 

-¿No podía ser feliz sin llamar la atención? Al parecer no... Una copia mala sin dudas...-piensa al tomar la mano de su novio y tras la compra del traje, como así también ir a la tienda de chicas para retirar su vestido, deciden ir por la comida al ser su segundo plan. 

Durante el camino responde al mensaje delante de Jim para que leyera con ella. 

<Tiffany> No sabes a quien hemos visto con la ropa de Kat... Tu superhermana Mercy!!

<Linnie> ¿En donde la viste? Deberé ir a buscarla... 

Tryo daba vueltas a su habitación, pensando en el baile. Por primera vez tenía cierto interés en ir. En cuanto el teléfono sonó, se abalanzó sobre él. Que el mensaje fuera de Sidney no ayudó a tranquilizarle, pero todo cambió rápidamente en cuanto lo hubo leído. La expresión de Troy quedó en blanco y su respiració se aceleró. ¿Qué era aquello que sentía? ¿Eran celos, acaso? ¿Celos de que Sidney fuese a ir al baile con Derek, o rabia por no haber sido él quien se lo pidiera? Quizás fuera una combinación de ambas cosas, ni él mismo lo sabía. Lo que sí que tenía claro es que había un ardor que iba creciendo en su interior, y ese ardor estaba apunto de hacerle estallar en llamas. Dejó caer el teléfono sobre la cama y apretó los dientes, respirando sonoramente. Imágenes de Derek y Sidney juntos comenzaron a cruzar su mente, por mucho que intentara no verlas.

Incapaz de controlarse, dejó escapar un grito ronco y pateó la nevera de las cervezas, desperdigándolas por el suelo. Se llevó las manos a la cara, intentando recobrar el sentido. Echó mano de toda su sangre fría y respiró hondo. Volvió a guardar las latas y escondió la nevera de nuevo en el exterior de la ventana. Se apoyó en el escritorio, intentando pensar. Intentando no pensar. Intentando no darle otra patada a algo. Miró hacia un lado, a una pila de papeles. Levantó algunos y cogió uno en concreto. Era la canción que había estado escribiendo sobre Sidney. Los sentimientos cambiaron, y un vacío extraño lo agarró por dentro. Sintió que los ojos se le humedecían mientras arrugaba el papel y lo dejaba caer. Se quedó allí, con los ojos cerrados, durante unos minutos que parecieron eternos.

Un pitido despertó a Troy de su extraña ensoñación. Al abrir los ojos, una lágrima cayó de ellos. Se secó la cara y fue a coger el teléfono. Leyó el mensaje de Jim e intentó concentrarse en pensar en las macarradas que podría hacer la noche siguiente, pero lo único que pudo pensar era que todo el mundo iba a ir al baile con quien quería, mientras él seguía con el mismo rollo de tipo duro de siempre. Jim iba a ir con Lindsey, Sidney con Derek y asumió que Mercy aceptaría la invitación de Kurt. Pero tras unos segundos, sacudió la cabeza. ¿Y qué más daba todo aquello? No era mas que un estúpido baile, y el único motivo por el que le podría haber interesado ir se había esfumado. El viejo plan de ser el mas malo del barrio y jugársela a algún despistado sonaba tan bién como siempre. Sobretodo si ese despistado era Derek y terminaba haciendo el ridículo frente a Sidney. "Uff, paso demasiado tiempo con Mercy", pensó para sí mismo, divertido. Escribió a Jim, ultimando en su mente un par de sorpresas para la ocasión.

Se dejó caer sobre la cama. Necesitaba hacer algo, o e pasaría la tarde comiéndose la cabeza con lo que acababa de ocurrir. Cogió la guitarra e intentó tocar, pero todo lo que le salía era triste, o los acordes parecían no querer salir. Resopló frustrado, al tiempo que el teléfono volvía a sonar. Esta vez era Mercy. "Joder, ¿cuántas veces piensas cagarla hoy, Troy?", se recriminó. Sabía que aquello iba a suponerle muchos problemas a ella, aunque no tenía ninguna culpa. No se merecía nada de lo que había ocurrido aquella mañana, ni lo de la cinta, ni tener que salir como una ladrona de su casa, ni que las arpíasde las amigas de su hermana se metieran con ella porqué él había olvidado la maldita ropa. Al fin y al cabo, Mercy solo había intentando tener una mañana relajada, sin necesidad de fingir. Troy no pudo evitar pensar de nuevo en lo agusto que estaba con ella. ¿Y si fuese Mercy la persona que necesitaba para dejar de lado sus propios demonios? ¿Y si se necesitaban mutuamente? Ambos estaban atrapados en su propio mundo, pero cuando estaban a solas, las máscaras caían. ¿Y si la respuesta era no estar a solas nunca más? Troy fue incapaz de dar respuesta a todas esas preguntas, estaba demasiado confuso. Titubeó y escribió a Mercy un par de lineas poco pensadas. Dejó el móvil y se quedó mirando al techo, incapaz de pensar ni un instante más.

Troy escribió:

Llevaré una petaca de vodka para animar el ambiente, pero necesitaría algo más. Si puedes, pilla una caja de laxantes, creo que Cameron está un poco estreñido. Eres el mejor, tío.

Troy escribió:

Hoy no he hecho más que cagarla, lo siento. Si te puedo ayudar con ese asunto, dímelo. ¿Crees que podremos vernos mañana en el baile?