Partida Rol por web

Sanitarium

La prisión de la locura

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03/09/2010, 22:05
Director

Escena para Tiffany Sanders donde se hara la parte de historia de la ficha.

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03/09/2010, 22:44
Director

Estás en un pequeño cubiculo tan anónimo e impersonal, como el que tienes en tu oficina, pero sabes que no es ese. En el tuyo tienes tus periodicos recopilados, con sus secciones ordenadas por fechas. Te sientes algo nerviosa y sales de él, para ver un pasillo enorme completamente repletos de cubiculos similares, hasta que te alcanza la vista. Y solo parece escucharse tu propia respiración. En cierto modo es relajante, sentir que no hay nadie a tu lado que estás sola sin tener que preocuparte de los demás, siempre queriendo pisarte y superarte. Por lo que vuelves a tu cubiculo y te sientas, en un momento dado te encuentras mirando hacia arriba, y ves que hay cubiculos parecidos al mismo que estás sentado, pero vistos desde el aire, exacto, no hay techo simplemente hay otro suelo. Es una idea extraña, pero te parece normal, porque no habría de haberlos...

De repente, alguien llama a la pared del cubiculo y al girarte ves a un hombre hispano de mediana edad, guapo de intensa sonrisa con una bata de medico se pone en frente tuyo y te dice:- Tiffany, cada vez estas cayendo más, pronto no diferenciaras la realidad de lo que no lo és, has intentado agarrarte a tu control sobre tu pequeño espacio, pero eso tampoco funciona. Más yo podría ayudarte- De repente te notas incomoda, pero la sensación de que eso esta bien, de que habías perdido algo hace tiempo y que las simples palabras de ese hombre te acerca a la orilla después de la tormenta.

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06/09/2010, 22:49
Tiffany Sanders

¿Dónde estoy? ¿qué hago aquí? Es el primer pensamiento consciente que recuerdo.

Miro a mi alrededor. todo pulcro, todo blanco, todo limpio... es como si estuviera en mi lugar, pero a la vez me incomoda. Una cierta incongruencia que no logro definir. ¡Los periódicos! este no es mi puesto de trabajo... ¿entonces qué lugar es este?

Me levanto de mi silla y me asomo a la salida. Una hilera de cubículos iguales a éste, que se me antoja interminable me franquea a izquierda y derecha. Miro a mi alrededor más nadie aparece. Estoy sola, o eso creo. Nadie que me presione. Nadie que me tienda trampas. Nadie que sabotee lo que tan bien hago.

Mucha quietud, mucho silencio. Paz

Vuelvo a entrar. ¿Por qué...? la pregunta no termina de formularse en mi cabeza. Algo más atrae mi atención.

Otra vez. No recuerdo haberme vuelto a sentar. ¿Dónde estoy? ¿que hago aquí?  La situación me resulta ligeramente familiar, pero mi vista, clavada en el techo no me deja pensar en nada más que el blanco de la sala y los cubículos... Ya no están sólo a mi alrededor. Ahora están encima de mi cabeza también... después de todo... ¿por qué no habrían de estarlo? Contemplo la estancia. Contemplo la nada. Una voz... Esa voz.

Miro a mi interlocutor. Guapo... inquietantemente guapo... Algo se revuelve en mí. De pronto ya no me siento tan segura. Un poco nerviosa, estiro mis ropas mientras oigo a este hombre vestido como un médico, que habla como un médico y que parece gritar por todos sus poros ¡soy médico!. ¿Será médico? Apenas oigo lo que me dice. ¿Qué me ocurre? ¿Estoy enferma?

Lo miro fijamente a los ojos. No he captado todo el significado de lo que me dijo, pero sus palabras me hacen sentir mejor.

-¿Doctor...? Supongo que usted es doctor... ¿qué ocurre conmigo? No recuerdo como llegué, pero sé que no tenía nada esta mañana cuando salí de casa al trabajo... - ¿Fue esta mañana?. De pronto, mi orientación temporal colapsa. ¿Por qué no recuerdo qué hice esta mañana? Mi mano vuela a mi sien, a masajearla. Hay algo que no no cierra, algo no cuadra bien aquí.

-En fin, creo que se equivoca, doctor... yo estoy perfectamente bien. Sólo indíqueme cómo salir de este lugar y no lo importunaré más- Siento que debería quedarme, una parte de mí grita que aquí estaré bien, a salvo. Pero mi trabajo espera. No sé cuanto hace que me ausenté de la oficina, pero como no vuelva, esos chupasangre oportunistas estarán sentados en mi silla con sus mugrosos pies sobre mi escritorio. Debo salir de allí. Me paro, dispuesta a esquivar al médico, pero aguardando sus instrucciones para salir del laberinto de cubículos. Si no estuviera tan ocupada, le preguntaría de quién fue esa maravillosa idea de poner unos cuantos también en la parte de arriba.

 

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07/09/2010, 19:43
Director

El hombre mueve su cabeza preocupado y termina diciendo:- Aqui es donde acabas todos los dias querida, entre filas y columnas de habitaculos vacios, igual al tuyo, sin que puedas liberar la presión que tienes, pues cada vez esta más cerca de este sitio, y cuando llegues no podrás escapar de él- El hombre saca una silla de algún lugar, aunque en un momento no estaba alli, o si, siempre ha estado y no lo has sabido, este sitio cada vez se hace más extraño y te sientes agobiada, quizás el hombre tenga razón y debas hacerle caso. Finalmente el hombre de bata sonrie sentado y te dice:- Pero no estamos en el punto de no retorno, solo tienes que permitirme ayudarte, y responder a mis preguntas, con toda sinceridad, en este lugar no hay mentiras ¿Recuerdas porque empezastes a guardar tus periodicos hace 5 años?- Y comprendes que es así cada palabra que dice es verdad... a tu pesar.

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07/09/2010, 23:09
Tiffany Sanders

 

Al principio no quiero creer lo que este hombre me está diciendo. ¿Cómo que todos los días acabo aquí? Preocupada, muevo la cabeza, negándolo todo. Él se sienta mientras el peso de las paredes del lugar me oprimen. ¿Qué ocurre aquí? ¿De donde salió esa silla? Miro al doctor, entre asombrada y consternada. Este sitio es muy extraño, casi irreal. Quiero protestar, intento protestar…-Doctor…- pero mi hilo de voz se pierde entre las palabras de quien me atiende, aplastándolo con el peso de la verdad. Al igual que todo lo que pronuncie a partir de ese momento.

Por fin creo comprender. Sólo la verdad me hará libre, sólo quitarme ese peso que ni yo misma se que arrastro me ayudará a volver a mi verdadero lugar, a mi reino de papeles y cuentas bancarias, compras y ventas, ascensos en la compañía, mis queridos periódicos.

Un poco incómoda intento responder al doctor, aunque debo retrotraerme en el tiempo, explorarme un poco más antes de abrir la boca.

Respiro hondo, cierro los ojos…

Era una mañana de invierno como cualquier otra. La cafetera bullía y el aroma a café recién hecho invadía la casa. La joven mujer, adulta, segura de si misma, arrolladora, se miró por última vez en el espejo para terminar de retocar su maquillaje, antes de tomar su desayuno (una taza de café extra fuerte y dos tostadas) y partir rumbo a la oficina. Pero ese día lago cambió en la vida de Tiffany Sanders.

Llegó a la mesa de la cocina y como cada mañana, se puso a hojear el periódico mientras bebía su taza de café. Fue derecho a la sección de economía y no le gustó nada lo que vio allí. Las acciones no estaban como debían. Los mercados no parecían los mismos del día anterior.

¡Malditos! Petersen y sus compinches… seguramente ellos han cambiado la sección de mi periódico para alterarme.

Rápidamente corrió al tarro de basura para buscar el del día anterior, pero la señora que limpiaba su casa, había sacado la basura, como cada tarde y el ejemplar ya no se encontraba allí.

-No puedo permitir que intenten manipularme así… ¡No dejaré que ese bastardo se quede con mi puesto!- airada, arrojó el diario contra la pared, pero luego se lo pensó dos veces. No permitiría que nadie la engañara. Celosa de la información, tomo el cuerpo semidespedazado y lo alisó con cuidado. Luego lo llevó al estudio y colocó sobre él un cartel que decía “NO TOCAR” en letras remarcadas y recién ahí se permitió acabar su café y correr para el trabajo, que debido a su arrebato, llevaba diez minutos de retraso.

...Abro los ojos al tiempo que largo suavemente el aire.

-Yo… supongo que fue porque me obsesioné con mi trabajo… temía que Petersen pudiera quitármelo… y como él es capaz de casi todo por alcanzar su objetivo… empecé a sospechar que alteraba la información del ejemplar que dejaban cada mañana frente a mi puerta-  mis manos se retuercen mientras hablo. ¿Podré confiar en él? ¿O será tal vez otro agente de Petersen?

 

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10/09/2010, 19:59
Director

El hombre no saca nínguna libreta simplemente te mira fijamente con esa ligera sonrisa y confirma lo que ya has dicho-Entonces tu mania de guardar los periodicos viene de que tenias la sensación de que un compañero intentaba usurparte el trabajo, y de que cambiase los valores del periodico para hacerlo- El doctor te mira seriamente y prosigue- A tenido algún miedo en su infancia, cuenteme de ella, puede que las raices de esto sean más profundas de lo que aparentan...-

A lo lejos puedes oir como algo se rompe y cae, intentas no hacerle caso pero oyes un golpe en una sala contigua a la que estas, pero el hombre solamente te hace un asentimiento:- Esto se desmorona, es lo que terminara pasando con tu mente sino hacemos algo, sigue con mis preguntas por favor.-

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16/09/2010, 19:44
Tiffany Sanders

Después de confesarle al doctor el por qué de mi deseo de conservar los periódicos un cierto alivio me invade. Ha sido difícil expresarlo en voz alta ¿Lo he expresado en voz alta? y que mi receptor no me haya juzgado ni acusado es alentador. Más cierta inquietud comienza a rondar mi mente. ¿Porqué no puedo recordar cómo llegué aquí? ¿Acaso es cierto que vengo constantemente? Se que sí, la verdad en las palabras del doctor ¡no se su nombre! es aplastante pero a la vez se siente irreal, como si fuera parte de otro plano, de otro tiempo, que no fuera realmente yo quien está aquí. Además, yo no tengo problemas. Vuelvo mi atención a lo que me ha preguntado para volver a hacer memoria.

Siempre he sido una persona segura de mi misma. No dudo de mis capacidades ni de mi integridad. Es cierto que mi forma de ser despierta la envidia de quienes me rodean y más de una vez han tratado de hacerme daño... pero eso no me asusta. Ni siquiera Petersen, ese engreído estadista de Boston que llegó el año pasado con su aire petulante... pero me estoy desviando... Miedo en mi infancia...

El sol es abrazador. El aire caliente escose la piel. Una chiquilla de no más de seis años corretea a la orilla de un mar tranquilo y arrullador. A escasos metros de ella, una pareja en la flor de la edad caminan tranquilamente, paseando, disfrutando del momento de relax y sonríen ante los juegos de la pequeña. La gente va y viene. Otros niños corren hacia las olas, un perro ladra persiguiendo un frisbee.

La niña comienza a alejarse. Sus padres le piden que no lo haga, que podría perderse, pero ella no hace caso. Cada tanto, vuelve la cabeza y una sonrisa burlona enmarca su rostro. Sus padres siguen advirtiéndola, más que nada por precaución, no por temor de que algo ocurra realmente. La pequeña sigue sin obedecer.

Más gente, una pelota rueda cerca de la chiquilla y ella le da una patada para acercársela al dueño, pero sale desviada. Mientras ríe por ello, su padre susurra algo al oído de su madre, y ambos, con una sonrisa cómplice, se desvían hasta un grupo de sombrillas próximas, quedando fuera de la línea de visión de la niña.

La pequeña vuelve a corretear. Nuevamente mira atrás, desafiante. Allí no hay nadie. Sus progenitores no están.

Se paraliza. Su garganta lanza un desesperado ¡mamaaaaaá! Pero allí no hay nadie. La angustia la invade. Vuelve a llamar. ¡Mamaaaaaá! y rompe en llanto.

Su madre, presurosa, corre a tomarla en sus brazos, seguida muy de cerca por su padre.

-Era una broma amor, estábamos escondidos- dice con mucha pena y culpa en la voz. -No pasa nada Tif, acá estamos... ¿cómo te vamos a dejar?

La niña, entre llantos cargados de miedo e hipidos les dice que esa no es una buena broma. Que eso no se hace.

Sus padres le prometen que no volverá a ocurrir. Ha sido una broma estúpida y nunca, pero nunca más la volverán a repetir. Y le juran y le perjuran que nunca la abandonarán.

Más, por un minuto, el corazón de Tiffany se ha detenido a causa del terror. Su mundo se ha venido abajo y por ese escaso lapso de tiempo, los más terribles monstruos que acechan en la oscuridad de la casa del vecino han intentado llevársela. La sensación dura muy poco, pero, sin que ella lo sepa, ha dejado una huella muy profunda en su psique.

La angustia que sentí esa tarde de verano vuelve a mí. No he recordado ese episodio de mi vida hasta hoy y la sensación de abandono aún persiste, como un mal sueño luego de despertar.

-Cuando era niña...- digo con voz algo angustiada por la impresión; por un momento he vuelto a estar ahí. -... una tarde de verano me alejé demasiado de mis padres a pesar de sus advertencias- siento que estoy relatando la historia por segunda vez... pero sé que no lo he hecho. -Y ellos se escondieron para hacerme una broma... pero no fue tal. Por unos instantes realmente creí que me habían abandonado... esa fue la única vez que recuerdo haber tenido miedo.- Mi relato es escueto. No quiero mostrarle mis debilidades a un desconocido. Además, revivir aquello no ha sido placentero.

 

 

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06/02/2011, 12:24
Director

El hombre se queda quieto, y no parece querer dar rodeos al tema, con su mirada dice que sabe que escondes algo, pero que ya lo sabe a pesar de que no se lo has dicho, en ningún momento parece amenazador, más todo lo contrario, y es la primera vez en mucho tiempo que podrias decir que te sientes autenticamente bien. El extraño te hace otra pregunta con ese tono, mientrás que a lo lejos ves como una planta entera cae con un gran estruendo hacia ¿El suelo?, o estás tu en el techo, no lo puedes saber, pues encima de tu cabeza se ve otro sitio lleno de oficinas:- ¿Por que elegistes este trabajo, Tiffany? ¿Hubo algún motivo en especial?-

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08/02/2011, 03:29
Tiffany Sanders

La escena es surreal. No sé si estoy arriba o abajo. Las leyes de la física parecen no tener sentido en aquel lugar pero no es algo que me preocupe.

Tampoco entiendo muy bien por qué mis reservas hacia ese desconocido comienzan a caer, naturalmente me voy sintiendo má cómoda con la entrevista y ya no me parece tan traumático tener que revelarle mis miedos o sospechas.

-¿Por que elegí este trabajo?- repito la pregunta que me ha formulado mientras mi vista se pierde entre las oficinas que orbitan encima de mí. -Esa es fácil doc. Quería llegar a ser como mi padre, una triunfadora. Creo que ya debe saber que él era- me detengo. ¿Por qué hablo en pasado? Mi padre aún vive. ¿O no? Me siento confundida unos instantes antes de proseguir. -Como le decía, mi padre es un genio financiero. Sus empresas siempre han dado grandes beneficios y yo... yo sentía que no podía quedar atrás, que tenía que demostrarle que era tan buena como él, que no lo desilusionaría- otra vez las dudas me invaden. ¿Realmente él podría haberse desilucionado de mí? Es (o era) mi padre... se supone que los padres no se desilusionan de sus hijos... Con un regusto amargo en la boca aparto la mirada de las oficinas para encarar al doctor.

-¿Sabe usted? Creo que todo este tiempo he estado persiguiendo algo por la razón equivocada. Lástima que no haya vuelta atrás.

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08/02/2011, 18:46
Director

El hombre asiente a tu explicación, en tanto una poderosa sirena suena en este extraño mundo, la sirena del colegio donde estudiastes, puedes recordarla, no sabes si lo has creado con tu subsconciente como a este extraño hombre, pero sientes que la nostalgia te embarga. El médico parece darse cuenta y la siguiente pregunta tiene que ver sobre eso:-Aunque ya estoy conociendo parte de tu pasado, me gustaria preguntarte como fue tu infancia, y a que recuerdo le tienes más apego, para bien o para mal.-

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10/02/2011, 19:47
Tiffany Sanders

La siguiente pregunta del doctor me toma por sorpresa. ¿Mi infancia? ¿Qué puedo decir de ella? Era una niña normal, como tantas otras, hija de una familia con recursos, siempre yendo a colegios de élite, vistiendo ropa de marca, viajando por el mundo. Sin embargo no me siento cómoda evocando aquellos recuerdos... ¿qué me sucede?

Hacía frío. Había nevado la noche anterior y la pequeña jugaba en el jardín delantero de su casa, montando un pequeño muñeco congelado. Estaba sola, la niñera había entrado unos momentos para buscar otro par de guantes que los que la niña estaba usando ya casi se encontraban empapados.

De pronto, algo llamó su atención. En la calle, del otro lado de la cerca de madera, Tiffany vio a otra niña. Una niña pobremente vestida, toda sucia y descuidada. La niña la miraba fijamente, con algo que sólo podía definirse como odio. A pesar de la hostilidad que sentía hacia ella, no dudó en levantarse y caminar hacia la cerca, enfrentando cara a cara a la indigente.

-Hola. Soy Tiffany. ¿Juegas conmigo?- la niña se acercó aún más a su par de la calle. En un abrir y cerrar de ojos la callejera la tomó de los cabellos y comenzó a golpear su cabeza contra la cerca.

-Eres una puta, ¡¡¡una puta rica y mal follada!!! Debes morir, tú y todos los de tu clase ¡¡¡puta!!!- la niña gritaba con rabia, con odio, descargando toda su frustración sobre Tiffany sin ningún tipo de piedad. Ella intentaba deshacerse de aquella niña, de su tirón de cabellera, de los golpes pero la otra no cejaba, estaba poseída por la furia. Poco a poco, la niña rica comenzó a sentir que su realidad se escapaba, que todo daba vueltas y más vueltas y poco a poco su mirada se iba nublando y algo caliente comenzaba a bajar por su frente.

Cuando volvió en sí estaba en su cama. Junto a ella se encontraba la niñera, llorando a mares, un médico que al ver que reaccionaba se puso a inspeccionar sus pupilas y sus padres, serios, preocupados.

Aquel no sólo fue el último día de su niñera, si no que también marcó el final de la inocencia de Tiffany.

-No hay mucho que contar doc- respondo incómoda, sin recordar nada del episodio de la cerca. -Fui una niña normal, con padres de buena posición. Usted entiende. Buenos colegios, buena ropa, muchos viajes, acceso a la alta sociedad. Nada destacable por cierto.

Cargando editor
10/02/2011, 22:39
Director
Sólo para el director

mañana postea

Cargando editor
13/02/2011, 16:15
Director

- Ocultas más que cuentas, pero en este lugar no hay nadie que te pueda hacer daño excepto tú misma:- Sentencia el médico, aunque su cara ni su voz delata ningún enojo por la situación, eso si sus ojos te miran fijamente como si supieran más, como si sondearan tu alma en busca de retazos de verdad a traves de las palabras de doble sentido y de las formulas que utiliza la sociedad para pasar el trago de una verdad desnuda. Los habitaculos empiezan a destruirse uno detrás de otro, el médico tranquilamente saca algo de su bata, una tarjeta que te da amablemente en ella pone las señas c/ Cypress Hill n/7 Pleasentville, mientrás tanto ves como el médico va desapareciendo como el mundo irreal poco a poco, aunque unas palabras llenan el ambiente:- Buscame, pronto la situación se hara insostenible y ni siquiera tú podras salir sin ayuda... El mundo puede ser demasiado extraño para una persona que solo piensa en terminos de rectas y ficheros- En tanto todo desaparece, quedandote en la oscuridad...