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Santiago, Dios y el Rey

IV - A la oscurecida...

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01/05/2014, 14:17
Director

Hacíase la oscuridad en la celda del caballero, pues caía la noche. Leía aqueste con ayuda de un candil que una criada le había traído a orden de un guardia, pues non era menester que alguien de su rango hubiese de soportar la oscuridad, al menos en tanto non se celebrara juicio, et non hubiese condena. Pues bien sabía Jofre que aquesto de lo que se le acusaba era cosa grave, et bien le podía costar su lugar en la orden, et quién sabe si el ser desheredado en su vuelta a casa, perdiendo incluso el rango. La vida era menos probable perderla, pues la Iglesia* raramente atrevíase con los nobles.

Así pues, leía et rezaba a partes iguales el caballero, buscando en las sagradas escrituras el consuelo que non lograba hallar en sus amigos, de los que nada sabía. ¿Habrían sido capturados como él? ¿Habrían huido? ¿Volverían en su busca?

Non había forma de saberlo, et todo aquesto, junto con la injusticia cometida para con él, llenábale de rabia. Mas sólo podía esperar a que todo se arreglare, et se hiciere justicia con él.

En tales pensamientos hallábase, cuando oyó voces fuera de la celda. Había de ser tarde, pues rato fazía que tocaran a Completas, aunque aún no habían llamado a Maitines.  Las voces siguieron un poco, et entonces oyose el sonido de la cerradura al abrirse, et entró la luz del exterior, et con ella dibujose la figura de Onofre de Castelar, el pío caballero que había asistido a don Jofre esa misma tarde.

Notas de juego

* - La Inquisición aún tardaría un siglo y medio en instaurarse en Castilla, y en Aragón era aún muy moderada.

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01/05/2014, 14:24
Don Onofre de Castelar

- Dejadnos solos. - ordenó al guardia, et aqueste se marchó.

Don Onofre cerró la puerta tras de sí, et adentrose en la celda mirando a don Jofre con lástima.

- Hermano. - dijo a modo de saludo - ¿Cómo vos encontráis? - miró en derredor viendo la celda, et suspiró de alivio, pues parescía que non había innecesarios males en el trato a don Jofre.

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01/05/2014, 14:28
Director

Larga había sido la caminata desde Cáceres, pues larga era la distancia que separaba Trujillo de la primera, sobre todo teniendo que ir al paso del penco que tiraba del carro con las numerosas pertenencias del obispo. Otro gallo habría cantado si hubieren podido cabalgar, pues el paso de un jinete podía cubrir el camino entre ambas villas en media jornada. Empero, al trote cansino del mulo, habíaseles ido más bien una entera, et ya oscurecía cuando vislumbraron las murallas de aquesta ciudad, otrora frontera con los moros, que non era sino feudo santiaguista.

Al encuentro de los caballeros dirigíase el obispo, pues había recibido noticia de que un caballero había sido asesinado en la villa, por manos aún desconocidas, et de que andaban revueltos los ánimos en la fortaleza. Quién le había escrito era don Íñigo de Castelar, fráter de la orden de Santiago, amigo de Pedro de Alarcón desde hacía ya unos años. Don Íñigo había aceptado con resignación su retiro a un lugar tranquilo como Trujillo después de años guerreando en los caminos, pues era hombre de acción, aunque también sabía desenvolverse entre las alimañas de la corte, como había tenido ocasión de demostrar años atrás, cuando él y don Pedro se conocieran en la corte del rey Alfonso XI. Ahora, Íñigo le reclamaba su apoyo en un asunto que non sería del agrado del Rey, pues aqueste trataba de deponer a don Vasco López, Gran Maestre de la Orden de Santiago, de su cargo, para cedérselo a Alonso Meléndez de Guzmán, tío de Leonor Núñez de Guzmán, la bien conocida amante del rey. Era sabido en toda la región que el Maestre de Trujillo, don Diego de Castro, era amigo personal de don Vasco, et reacio a que aqueste fuere depuesto, algo que desafiaría la autoridad de los grandes de la orden, encargados de elegir a su Gran Maestre, et también la del Papa, autoridad a la que correspondía confirmar tal elección.

Así pues, en tales tribulaciones hallábanse en Trujillo en el momento de ir a morir uno de sus fráteres, don Martin Salcedo, al que don Pedro non conocía, ni conocería ya jamás.

Alcanzaron su eminencia et el criado las puertas de Trujillo, et abrioles paso la guardia, para que encamináranse ambos al castillo. Sorprendiose Pedro de que nadie viniere a recibirles a las puertas, como habría sido menester dado su rango et la deferencia que fazía al allí acudir, mas non tuvo tiempo de sentir rabia u ofensa, pues parescía que la villa hallárase desierta. Miraba en derredor mientras el sonido de los cascos de su corcel arrancaba ecos del empedrado, et apenas veían gentes en las calles, pese a ser Trujillo villa próspera et bien poblada. Sólo algún que otro guardia patrullaba las calles, et poco más...
 

Notas de juego

Post introductorio para que vayáis entrando en escena. Ha anochecido casi por completo, y nadie ha venido a recibiros a las puertas. El camino hacia el castillo es fácil, asumo que vuestros PJs lo conocen o lo intuyen.

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01/05/2014, 14:45
Director

Transcurrían con lentitud las horas, al tiempo que la oscuridad cerníase sobre la villa ya por completo. La mujer del tabernero preparoles un estofado caliente que al menos sirvioles para non morir de frío, pues la casa, grande como era para acoger a tanto parroquiano, era de por si fría, siendo de normal calentada por la tibieza de los cuerpos que la ocupaban. Arrimábanse pues a la chimenea, esperando que algo ocurriere, o que las campanas doblasen a Maitines de una santa vez.

Lo único que ocurrió en el tiempo de su espera es que oyeronse los cascos de un corcel pasando por la plaza, por delante de la taberna. Asomáronse ambos por el hueco que dejaba la contraventana cerrada, et vieron lo que parescía ser un obispo, por las ropas, acompañado de un criado. Dirigíanse ambos al castillo, o eso convendría creer...

Fuera como fuese, nada fizieron, pues la prudencia dictaba que mejor sería non dejarse ver en tanto non llegase el momento adecuado, es dezir, en tanto non diesen Maitines, et pasare un tiempo hasta el encuentro convenido con don Íñigo.

Notas de juego

Estáis en la taberna, ocultos. Os dejo para que habléis si queréis, entre vosotros o con la tabernera. Si quisierais salir de la taberna o lo que sea, tendríais tiempo antes de la hora señalada para el encuentro.

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01/05/2014, 15:34
Jofre de Castellvell

Me encontraba en la celda, enfrascado en las escrituras, non por hallar consuelo, sino para mantener mi mente fija en los acontecimientos, y las apariencias bien guardadas. Queste asunto habíase tornado mas y mas escabroso cuanto mas tiempo pasaba tras la pista de la bruja. Agora era yo mesmo el que me hallaba preso en la celda en la que quería encerrar a la criminal impía.

-Señor dame fuerzas...

La visita de Don Onofre, supuso una interrogante envuelta en duda.

-Hermano.- Dije saludando de la mesma forma. Me levanté y le pedí que se sentara con un gesto.- Non tengo motivo de queja.- Dije alzando el misal.- Mis captores han tenido a bien darme algo con lo que hallar consuelo durante mi cautiverio, lo cual no es mala cosa. ¿A ocurrido algo? ¿Por que doblan las campanas? ¿Sabéis algo de mis compañeros?

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01/05/2014, 15:54
Jorge, el Flaco

Estaba bastante cansado tras el viaje. Pero la idea de salir de Cáceres me agradaba. La verdad que salvo de chiquitito no había estado en otro lugar que no fuera Cáceres. Esto para mi era una grande aventura.

 El recibimiento que nos dieron me extrañó. No era normal que diesen tan poca importancia a la llegada de Su Excelencia, aunque se me hacía raro ver tan poca gente por las calles. Encogíme de hombros y enfilé el carro hacia el castillo Ea mulo,iiiiieh,iiiiiiiiiieh. Digo mientras le azoto un poco las riendas y dirijo a la criatura.

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01/05/2014, 17:36
Pedro de Alarcón

-Non aminores el paso, Jorge. Aquesto non dame buena espina -con voz tranquila frotábase las enguantadas manos el obipo de Cáceres para facerlas entrar en calor-. ¿Por qué habría la orden de Santiago, et para más inri, mi buen Íñigo de Castelar, faltarme al respeto de aquesta forma?

Era, evidentemente, una pregunta retórica que non esperaba que el joven Jorge contestara.

-O bien Íñigo ha perdido más influencia de la que jamás pude imaginar dentro de la orden, o realmente las cosas non van nada bien allá en el castillo...

Volvió a frotarse las manos mientras observaba, a través del vaho que su aliento formaba en el fresco de la noche, las desiertas calles.

-...Et tampoco parecen ir del todo bien por aquí. Aprieta el paso, chico. Quisiere llegar al castillo cuanto antes.

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01/05/2014, 20:57
Fernando de Rojas

Las malas nuevas habíanme dejado sin apetito, ganas de fablar, et seguro que tampoco dejaríanme conciliar el sueño fácilmente. Empero fize esfuerzo por probar el guiso que la posadera nos brindaba; había de reponer fuerzas para lo que nos esperaba, pues seguro non sería tarea sencilla.

Me mantuve cabizbajo et pensativo mientras esperábamos a que las campanas picaran a Maitines...

A Mauricio también veíasele turbado, cosa normal, pues non era poca cosa que el su señor hubiera sido apresado como si de un traidor se tratara. Si para mi el golpe había sido duro, para Mauricio quedarse sin señor et amigo era una fatalidad.

Sabiendo que de poco servirían mis palabras de consuelo, o formular suposiciones sobre de quién era la mano que movía los engranajes del turbio asunto en el que nos habíamos visto envueltos, seguí esperando en silencio...

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02/05/2014, 11:04
Mauricio de Alconétar

Pareciera que Fernando, de siempre y en tanto que lo veía de acá para allá con el castillo, fuera hombre callado; et más ahora que después de los encuentros y la nueva de no poder ni pisar el castillo ¡ni tan siquiera mirarlo! Y en mientras, que a la par que comía del guiso como él (el cual no andábase lejos de los mejores que había probado en mi vida) acordábame yo de mi santo amigo y señor Jofre de Castellvell. Podría referires cuanto bien hizo aquel hombre a mi persona, et cuanta ayuda brindome tiempo atrás. Paresciera que, pese a tener yo hermano, hubiérame salido otro de mi misma sangre, que así lo consideraba al de Santiago.

Et contéle, muy por encima al alguacil Fernando, cómo él y yo nos adentramos en castillo de Floripes y cómo recuperamos la que se decía parte de la tela del Santo Mantel en la Última Cena de Jesucristo; y aquesto lo recordaba con alegría, pues había dádole beneficio de posición en esta encomienda santiaguista, y a mi me habia catapultado al comercio en la villa de Trujillo, reportándome mayor estabilidad... Mas ahora estaba preso.

¿Acaso tendrá que ver la revuelta de la Maestría con los turbios asuntos... del fallecido Salcedo o la locura del...? -y recordé que estaba en casa de la posadera, et no quise nombrar a su marido-. Habremos de salir pronto, Fernando, que dijo el mensajero que fueramos a la puerta de la villa a la oscurecida, et ya paréceme mí que ya es bien de noche.

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02/05/2014, 13:00
Director

Notas de juego

Os dejo a vuestra bola mientras voy avanzando al resto. Cuidado con los destinatarios ;)

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02/05/2014, 13:01
Don Onofre de Castelar

Fizo un gesto con las manos don Onofre, dándole a entender que mejor sería que non alzare en exceso la voz.

- Nuestro hermano Íñigo me ha informado hace apenas un momento que ha logrado comunicarse con dos de vuestros compañeros, el alguacil et vuestro servidor Mauricio. - díxole - Mas nada se sabe del otro mozo, el curandero, del cual otros dizen que es el brujo del que vos servíades.

El gesto de Onofre se tornaba grave con sus palabras, dejando atrás la expresión de alivio que habíase dibujado en él al ver la celda.

- Témome que las artimañas de nuestros enemigos non han acabado aquí, et la desaparición de vuestro siervo acrecenta este temor. Me sorprende sobremanera que el hermano Llorenç haya sido capaz de idear tal artimaña, empero non le hallo otro sentido a todo aqueste asunto.

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02/05/2014, 13:18
Director

Continuó la breve comitiva ascendiendo por la calle principal de Trujillo, sin detenerse a mirar en derredor más de lo necesario. Nadie salió a recibirles tampoco a lo largo del camino, salvo un puñado de mocosos que correteaban entretenidos en sus juegos, et aquestos detuvieron al ver pasar al obispo montado en su orgulloso corcel, luciendo ostentosas ropas. Siguiéronles un tramo los mozos, observándoles con asombro et veneración, hasta que sus pasos lleváronles a las puertas del castillo, lugar al que ningún zagal acercose menos de cien pasos. A todo esto, el obispo compartía su perorata con el único compañero de viaje del que gozaba, el joven Jorge, poco pródigo en palabras, que azuzaba al mulo al mandato de su señor.

Así alcanzaron ambos la puerta del castillo, que alzábase imponente, aristados sus muros et sólida su piedra. Visto de lejos resultaba sobrecogedor, mas de cerca demostraba el poderío de aquesta comendación santiaguista. Izábanse los pendones con la cruz de santiago por doquier, et veíase aquesta también en el uniforme de los guardias que protegían la entrada. Sin duda resultó prolífica la expresión en el rostro de aquestos al ver llegar al obispo, pues de par en par abriéronse sus ojos al fazerlo, et uno de ellos apresurose a disculpar la falta de recibimiento, en tanto el otro corría al interior del castillo a dar noticia de su llegada.

- Eminencia, - dijo el que se quedó - nadie nos advirtió de que llegaríais tan pronto. Disculpad el recibimiento, el Maestre don Diego será advertido en seguida.

Et así fue, pues poco tardó en aparecer por la puerta una comitiva más noble, adecuada al rango de quién era recibido. Acercábanse varios caballeros de alcurnia, entre los cuales reconoció Pedro a don Íñigo Robledo, al que los años habían tratado bien, et también a otros personajes de alcurnia. Lideraba la comitiva un hombre al que había visto más de una vez en Cáceres, que non era otro que el Maestre de aquesta comendación, don Diego de Castro. Dio aqueste orden de abrir las puertas.

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02/05/2014, 13:28
Don Diego de Castro

Abrió los brazos en gesto de amistad don Diego, cuando las puertas se hubieron abierto, et pudo el obispo acceder al patio del castillo.

- ¡Excelencia! - exclamó - Disculpad que no hayamos salido a recibiros a las puertas de la ciudad. Terribles asuntos nos ocupan, et han distraido mi mente. Un error imperdonable, aunque espero que mi hospitalidad pueda subsanarlo.

Miró entonces a uno de los criados que acompañaban a la comitiva.

- Damián, encargarvos de indicar al mozo de su Excelencia dónde ha de dejar los fardos.

Volviose entonces al obispo.

- Por favor, acompañadme. Prepárase ya la cena, et a buen seguro querréis acompañarnos, descansar las piernas et llenar la barriga tras tan largo viaje.
 

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02/05/2014, 13:32
don Íñigo Robledo

Sonrió don Íñigo al obispo al verle, aunque non intervino por el momento, pues correspondía a su señor dar la bienvenida a tan alto cargo a sus dominios.

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02/05/2014, 14:53
Pedro de Alarcón

-Sí, por supuesto -el obispo bajó del suyo corcel tras este más digno recibimiento, confiando en que realmente la cena fuera deliciosa para facerle olvidar tal ofensa, et tras soltar un profundo suspiro, continuó-. Largo ha sido el viaje, desde luego.

Acercóse al tal Diego et ofrecióle extendiendo su mano derecha el sello de Obispo de Cáceres para que lo besara, tal como mandaba el protocolo, para instantes después facer lo propio con su viejo conocido Íñigo, a quien devolvió la sonrisa.

-Un placer volver a veros, Íñigo. Alégrame ver que seguís tan en forma como siempre -tras el saludo obligatorio, cuando retiró sus labios el de Robledo, volvióse su tono menos formal, casi jocoso, señalando su panza-. Lamento non poder decir lo mismo.

Tras una nueva sonrisa et una mirada en la que pudo leerse "Luego fablaremos en privado", la atención de don Pedro volvió a centrarse en el maestre don Diego.

-Estoy deseando hincar el diente a lo que sea que sirváis esta noche como cena, don Diego, et poder fablar tranquilamente. Por cierto, procurad un buen aposento et no escatiméis en comodidades para con mi buen Jorge. Es mi criado de confianza, et gustaría de tenerle cerca en la medida de lo posible en todo momento.

Mientras Jorge llevaba a cabo su labor, el Obispo encaminóse tras el maestre.

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02/05/2014, 15:37
Jorge, el Flaco

Me quedé sobrecogido al ver el castillo de cerca, realmente era impresionante. No pude evitar abrir la boca en señal de asombro.En el momento que aparece la comitiva salgo de mi asombro y me quedo mirándolos fijamente

 Parecía que ya habíamos llegado y que todo era un malentendido y parecía que Su Excelencia se daba por satisfecho con la explicación. Mejor, no me agradaba ver a Su Excelencia enfadado.

Mientras los señores se entretienen en las formalidades que el protocolo requiere yo bajo del carro presto a descargarlo. Escucho a Don Diego llamar a Damian para que me eche una mano y entre los dos nos ponemos a llevar las pertenencias de Su Excelencia Pedro de Alarcón a sus aposentos. Pero, antes de marcharme escucho las palabras de Mi Señor refiriendose a mi, trago un poco de saliva y sigo con mi trabajo pues tamaña deferencia hacia alguien de mi clase no puede evitar emocionarme, más aún cuando le pide a otro Caballero que me trate bien.

Sigo pues a Damian, atento por si me explica cómo funciona el castillo o dónde están las cosas, pero no le pregunto para no molestarle. Si me lo dice bien, y si no ya iré yo poco a poco descubriéndolo.

Tengo ganas de acabar para asegurarme que tratan como es debido al hermoso corcel de Mi Señor y para darle los cuidados que precise. Y muy en el fondo, aunque se que eso es lo menos importante, pero realmente lo deseo,descargar al mulo del carro, cepillarlo, darle de comer y poder acariciarle las crines mientras sonrio y le digo lo bien que se ha portado durante el viaje . Pero esto tendrá que esperar, sigo pues a Damian haciendo mi trabajo y atento por si me requiere su Excelencia para algo más, ya abrá tiempo para lo otro.

 

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02/05/2014, 17:44
Jofre de Castellvell

Negué con la cabeza.

-A mi también me parece demasiado extraño que uno de nuestros hermanos tómese esta molestia para mantenerme cautivo, dado lo poco que hemos podido hallar.- Digo mirándole.- A fe mía que mas le habría valido acabar conmigo. He andado solo por el lugar muy a menudo, empero no he sido atacado ni malherido.

Sobre la desaparición del hombre no hizo mas que acrecentar mis sospechas.

-Non le adjuntéis cargos, pues el no estaba a mi servicio. Apenas le conozco, quizás su temple halla dado mas de lo que ya podía.

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04/05/2014, 18:40
Fernando de Rojas

Gran hazaña me contáis Mauricio, et de seguro será recordada durante muchos años. -Felicité al mediero. Los nombres de quienes habíanla fecho posible pasarían de generación en generación, eso seguro, empero probablemente serían los nombres de nobles et influyentes los que perdurarían, que bien sabía yo que el nombre de un mediero sería pronto olvidado. Asi funcionaban las cosas; la historia escribianla los vencedores et los poderosos.

Si, et incluso será mejor ser prevenidos et acercarnos al lugar un poco antes de la hora acordada. Non quiero sorpresas. -Non quedabanos más remedio que fiarnos del mensajero de la cara marcada, pues pocas opciones y menos amigos teniamos, ansí que era lo propio actuar al menos con cautela et conoscer de antemano el lugar del encuentro; posibles rutas de escape, lugares de emboscada, cuantos ojos habían por allí presentes...

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04/05/2014, 23:15
Don Onofre de Castelar

Asintió don Onofre a las palabras de su hermano.

- Ojalá sea eso, hermano mío, ojalá sea eso. - dijo, et carraspeó - He de informaros de otro hecho: ha llegado, no ha mucho, un obispo al castillo. Don Pedro de Alarcón, obispo de Cáceres, que según tengo entendido guarda amistad con el hermano Íñigo. Rezo para que su presencia ayude a esclarecer los hechos, et, con la ayuda de Dios, guíe a nuestro Maestre por la senda de la lucidez.

Caminó por la celda, observando el exterior para ver si hallábase allí el guardia.

- Por si necesitareis cualquier cosa, haré mandar a una criada cada cierto tiempo. - dijo - Es una muchacha llamada Clara, que hállase en el castillo por ser ahijada mía. Procuraré que atienda vuestras necesidades, et non paseis premura alguna.

Dicho lo cual, dispúsose a marchar don Onofre, aunque esperó por si don Jofre tenía algo más que añadir.

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04/05/2014, 23:24
don Íñigo Robledo

Devolviole la sonrisa don Íñigo, cautamente.

- Mío es el placer de volver a veros, Excelencia.

Su mirada parescía decir lo mismo que la que había intentado transmitir el obispo.