Partida Rol por web

Una vez que tomo asiento, tomo la servilleta y me la extiendo sobre las rodillas, escuchando a nuestra anfitriona, y mirando a mi alrededor, dejando pasar el hecho del saludo solo dirigido a los "caballeros"

Agasta Smythee, soy Sandara Quinn y él es nuestro capitán digo señalando a Feijud descendiente directo del gran Gulijaster Dos Sables. El resto son, Malickud, nuestro intendente, y ese de ahí es Harper, nuestro oficial de artillería.

Una vez hechas las presentaciones, espero unos segundos para ver cómo reacciona, o si mira a alguno de alguna forma especial

Tras las introducciones, Feijud opta por ser bastante directo. Después de todo, lady Agasta no parece precisamente una mujer sanguinaria, a diferencia de Harrigan, sobre el cual ya ha expresado claramente sus sentimientos.

Seré directo, pues parecéis una persona muy razonable. El barco que veis anclado frente a vuestra fortaleza es una adquisición relativamente reciente. Antes tenía otro nombre. Y pertenecía a otro capitán. Alguien a quien habéis nombrado hace unas horas. Creo que me entendéis.

Tras una pausa para que la mujer asimile la información, Feijud continúa.

Somos "nuevos" en este negocio. Así que nos estamos labrando un nombre. Con tanto pirata por ahí, pues entenderéis que no es fácil. Especialmente porque en mi barco tenemos principios y no vamos por ahí acuchillando a todo el que se pone por delante ni quemando aldeas costeras. El Raquítico, a quien muy seguramente conoceréis o, al menos, habréis oído hablar de él, puede dar fe. Así que nos conformamos con "pequeñas" cosas. Hemos asaltado buques chelaxianos y en nuestro camino hacia aquí acabamos con el ballenero fantasma que surcaba estos mares sembrando el miedo por donde navegaba.

Tras una nueva pausa, finalmente el capitán expone el objetivo.

Ahora hemos venido aquí para romper la Roca, lo cual nos daría una posición estratégica de gran valor. Por no hablar de la reputación piratil. Pero, como dije, parecéis razonable. Así que nos gustaría establecer una alianza de conveniencia. Después de todo, parece que aquí estáis bastante aislados del mundo.

Malickud se lleva la mano abierta a la  cara y esconde una mueca similar a cuando se pilla uno un dedo con la cureña de la balista. La delicadeza y diplomacia de su capitán eran dignas de un mamporrero de dragones, había reconocido abiertamente que venían a romper La Roca cuando estaban en una posición muy vulnerable, con Raymond como rehén y el barco anclado sin posibilidad de maniobra. Por no hablar que ellos estaban ahora mismo rodeados de enemigos. El Gnomo decidió entrar al quite de su Capitán, a ver si podía suavizar las cosas.

Tras levantar la cabeza con una expresión bondadosa y la mejor de sus sonrisas, Malickud continúa donde lo había dejado Feijud.

Ejem, ejem. Nuestro buen Capitán no es de aplicar paños calientes y creo que su sinceridad es de agradecer, pero permitid que exponga algo más la situación para que ambas partes podamos llegar a una zona de entendimiento.

El Intendente busca en un saquete que siempre porta consigo y comienza a sacar cosas. Un ojo de cristal, un añillo de oro, la pluma de un sombrero dos colmillos de oro. Mr Plugg salta inmediatamente a la mesa desde el hombro del gnomo y roba el ojo de cristal, alejándose a una esquina para chuparlo mientras da gritos de triunfo. Malickud lo mira con extrañeza, pero decide ignorarlo y deja que su familiar se salga con la suya y vuelve a rebuscar en el saquete.

¿Dónde estarán? esto no es... esto tampoco... ¡aquí!- Dice mostrando un mechón de pelo y una bandana roja para la cabeza.- Estos son la perilla y el pañuelo para la cabeza de los oficiales de confianza de Harrigan. Sirva esto para añadir veracidad a nuestras palabras, pues podéis imaginar que no dejaron que se los quitásemos en vida.

Somos una tripulación joven, pero altamente cualificada. Hemos logrado grandes cosas, entre ellas terminar con la maldición del Sentencia de Muerte (relato que puedo contar tras la cena si es de vuestro interés). Nuestros nombres se conocerán y temerán en Los Grilletes pues no hay marinos más bravos ni más duchos  que los que pisan la cubierta del Grindylow.

Tras un trago de vino para refrescar la garganta, el gnomo sigue con su argumentación.

Pero la realidad es que nos estamos ganando unos cuantos enemigos, entre ellos la Armada Chelaxiana y el temido Harrigan. Necesitamos una base de operaciones, un puerto seguro donde descansar, reponer víveres y distribuir nuestras capturas, tanto fungibles como posibles navíos capturados.  Y no hay mejor lugar que La Roca.

Dijo mostrando las palmas abiertas hacia la mujer.

Vosotros, sin embrago, necesitáis víveres, ingresos y una embarcación que defienda vuestro puerto en caso de que asedien La Roca. Además, si lo que se cuenta  por ahí es cierto, tenéis poderosas razones para odiar a Harrigan tanto como nosotros, así que tenemos un enemigo común.

Os ofrecemos redactar un charte-partie por el que La Roca nos ofrecerá asilo como centro de operaciones y en compensación, la tripulación del Grindylow se compromete a defender la Roca desde mar y tierra. Además de establecer por escrito una alianza contra Harrigan y la obligación de auxilio por ambas partes. Por otro lado, podemos definir las relaciones comerciales en las que os beneficiaréis de las capturas del Ggrindy, ya sea obteniendo un descuento importante o bien distribuyendo las mercancías con un porcentaje de las ganancias.

Eran términos muy ventajosos para ambas partes, a juicio de Malickud. Pero no sabía como les saldría la jugada hasta que hablase la mujer, por lo que terminó su explicación y se acomodó en su silla a la espera de réplica.

La Señora de la Roca abre los ojos en claro gesto de sorpresa varias veces mientras escucha vuestro relatos, en concreto cuando se habla del amotinamiento contra los oficiales de Harrigan, de los combates contra buques chelaxianos y, sobre todo, cuando afirmáis haber acabado con la maldición del Sentencia de Muerte. No obstante, a pesar de la atrevida oferta directa, la experimentada dama demuestra tener muchas tablas en las negociaciones y os sigue la conversación sin llegar a comprometerse a corto plazo:

-Ya veo. Sin duda, sois un diamante en bruto. Lo digo en serio, sin ánimo de ofender. Pero convendréis conmigo que es demasiado pronto para sellar pactos de semejante calado.

-Romper la Roca es una leyenda. Aparte de mi difunto marido, que el Kraken lo acoja en su seno, no conozco a nadie que lo haya conseguido hasta ahora. Por eso, porque no os tengo miedo, pero sí respeto e incluso admiración, os propongo una futura alianza.

-Sabéis que bajo las leyes de Los Grilletes dos Capitanes Libres podemos acordar un matrimonio de conveniencia temporal pero, por favor, no pretendáis que me case con el primer marinero huido de un barco pirata con el que me encuentre. Dejemos que el tiempo vaya madurando el tema. Esto puede ser el comienzo de una fructífera amistad. De momento, conformémonos con saber que nuestros objetivos no son tan enfrentados como pudiera parecer en primera instancia y disfrutemos de la cena--conviene Lady Agasta elevando una copa para cerrar el brindis.

Raymond hace una ligera reverencia ante las "amables" palabras del sargento.

No se preocupe Sargento. Esto no está nada mal. Con un poco de comida picante, si puede ser con algo de guindilla, y una jarra de vino me es suficiente. Hubiera preferido una habitación con vistas, pero es comprensible.
Estoy convencido de que todo irá a las mil maravillas. Así no tendreis que tomaros la molestia de ejecutarme.

Después de eso se dispuso a esperar. No estaba preocupado, no mucho, aunque la verdad es que echaba de menos a Laynia.

Al cabo de unos minutos, un amable abuelete de avanzada edad entra en el almacén con una bandeja repleta de comida. El generoso festín consiste en jaiba cocida, esturión a la manteca, queso de cabra y pan duro regado con una jarra de buen vino. Siguiendo tus apetencias, en una esquina del tablero encuentras rábanos picantes y varias guindillas.

Harper levanta su copa también. Por la futura alianza y una fructífera amistad.

Levanto la copa ante el brindis de Harper, aunque pensando en la extraña oferta de la señora de la Roca.

Quizás no fuera un oferta tan mala, pues un matrimonio de conveniencia podría venirnos francamente bien. Dispondríamos de un puerto donde atracar, un lugar donde estar seguros y, por mucho que dijera la señora, para ayudarles a defenderla

Raymond saluda cortesmente al anciano cuando entra con la comida. La verdad es que tiene buena pinta, aunque a él le interesa más otra cosa.

Muchas gracias. La verdad es que no me esperaba tanto manjar. ¿Acaso es una última cena?

Al decir esto último sonrie, ya que simplemente trataba de caer bien a uno de sus carceleros.

La verdad es que es mucha comida para mi solo. Si quiere podemos compartirla, junto con la jarra de vino. La verdad es que no me importaría tener a alguien con quien hablar. Así se me haría más amena la estancia.

El viejo se mantiene extrañamente imperturbable. Por un momento, Raymond incluso llega a pensar si no estará embrujado de algún modo, hasta que también se le ocurre que igual se trata de una persona hipoacúsica o deficiente mentalmente. Como quiera que sea, el anciano cumple su cometido y sale del almacén sin mediar palabra o gesto alguno.

Feijud no esperaba sellar el pacto tan fácilmente. Dado que tenía claro que iban a labrarse un nombre importante por estos mares, la alianza estaba ya hecha.

Por supuesto que entendemos los términos, lady Agasta. Regresaremos pronto y nos precederán las nuevas hazañas que habremos logrado. ¡Por vos y la Roca!

Con el brindis, ya solo quedaba disfrutar de la cena y partir al día siguiente.

El resto de la cena transcurre con bastante normalidad. La gente de la Roca parece estar curtida en el mar, pero se les ve buen corazón. Una vez liberado Raymond, y bajo la promesa de volver con mejores referencias, regresáis al Grindylow Embrujado antes de la medianoche. 

En las semanas siguientes al preacuerdo con la Señora de la Roca, el Grindylow Embrujado recorre el Mar Febril aumentando su creciente fama en Los Grilletes. Un par de naves chelaxianas, piratas enemigos y hasta un extraño buque de Tian Xia constituyen los abordajes más sonados.

Cada cierto tiempo, vais regresando a Isla Barlovento para reponer víveres y vaciar la bodega. Sin embargo, al llegar esta mañana notáis algo raro. Hay demasiado movimiento en la orilla y los guardias de las almenas parecen ciertamente aliviados de veros.