Partida Rol por web

Scripta Barchinone

II. La persecución

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25/11/2015, 10:42
Rasiq "Shadid" ibn Al-Qarawi

A penas pude reunir el temple para responder a mis compañeros con un mínimo de seso. Negaba con la cabeza, mirando al suelo y, de vez en cuando, lanzando un vistazo fugaz a la entrada de la cueva.

- No... No hay puerta secreta. - Balbucí. - La hemos buscado. - Tragué saliva. - Es como si la roca hubiera brotado tras los pasos de Don Ricardo. O él mismo hubiera atravesado la sólida roca como si se tratase de aire. Quizá sea cosa de un Gin. - La última frase la musité, como hablando para mí mismo. Tampoco esperaba que los demás supieran a lo que me refería.

Apagué la antorcha que portaba aún encendida y la revisé, por si pudiera ser utilizable una segunda vez, antes de decidirme a guardarla o a arrojarla por ahí.

- Comenzad la búsqueda sin mí. - Les dije a los demás. - Primero debo orar por el buen destino de nuestro señor Don Ricardo.

Y así me dispuse a hacerlo, dejando los impedimentos en el caballo y sacando de las alforjas la alfombra de oración. Me quedaría cerca de las monturas hasta finalizar la oración.

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25/11/2015, 11:00
Jaume de Castell i Fabres

 - Entremos a ver, tal vez los que aguardamos fuera veamos algo que al resto se os pasó por algo... - Sugerí a mis compañeros, mientras andaba preocupado por el destino de nuestro señor. La situación era en verdad apremiante y todos eramos conscientes de ello, así que había que actuar muy deprisa, pero con diligencia.

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25/11/2015, 19:25
Nadir Bahar

Rasiq, espera no apagues la antorcha, déjamela. Voy a entrar con Jaume. Puede que una segunda revisión nos aclare las dudas. Dijo el judío. Su señor no podía haber desaparecido por arte de magia. 

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27/11/2015, 09:44
Rasiq "Shadid" ibn Al-Qarawi

Había tirado la antorcha al suelo y me disponía a arrojar tierra sobre ella para apagarla, cuando me detuve al escuchar las palabras de Nadir. 

Tomé la antorcha y se la tendí, aún encendida.

Asentí.

Continué los preparativos para la oración. Dadas las circunstancias, era la mejor manera que tenía de ayudar a nuestro señor Don Ricardo.

Notas de juego

Corrijo la acción, si al director le parece bien. Si no, borra este post sin misericordia.

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27/11/2015, 14:47
Director

Rasiq entregó la antorcha a Nadir, quien parecía ahora tomar la incitiva. A su lado Jaume parecía seguirle. Ambos dos se internaron en la cueva, y durante un buen rato siguieron el agujero que práctiamente tenía forma de "L". Ambos comprobaron que se trataba de una cueva sin salida, y por más que buscaron, nada encontraron, ni un pequeño rastro de su amo pelirrojo. Los dos salieron con el mismo rostro de sorpresa que sus predecesores.

* * *

Una vez fuera, decidísteis esperar el vuestro señor. Alli no había entrada secreta alguna (y si la había, no habíais dado con ella). ¿Qué hacer pues? El debate en vuestras mentes y fuera de ella no era sino quedarse allí esperando al susodicho MacCormak, volver a Amposta o incluso ir a ver al Papa Luna a Peñíscola... No obstante, cual si fuérais perros leales de cualquier hombre, permanecísteis allí... todo el día.

Justo cuando apenas ya se veía, dado que el sol comenzaba a ponerse ya, apareció don Richard, saliendo al umbral de la cueva. Su porte erguido ya no parecía el mismo: algo había en su aspecto que había cambiado, aunque no percibíais a simple vista qué.

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27/11/2015, 15:35
Richard McCormak

Don Richard os dirigió entonces una mirada huidiza.

¡Señores! -os dijo con fuerza en su voz, algo más ronca-, ¡montad de nuevo! ¡Ahora sí: iremos a Peñíscola!

Andó entonces hasta el su caballo atado, y con cierto esfuerzo subió entre sus cuartos. Esperó un poco que hiciérais lo mismo, sin apelar a explicación alguna (¿porqué diantres os la iba a dar?) y comenzó a cabalgar con trote suave (no excesivamente lento, pero tampoco a galope).

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27/11/2015, 19:52
Nadir Bahar

Miro de hito en hito a su señor, como si delante de judío hubiera aparecido el mismísimo Moisés portando las tablas de la Ley o abriendo el mismísimo mar muerto. ¿Qué ha pasado? Pregunto confundido Namir mientras subía mecánicamente al caballo y empezó a seguir al pelirrojo. ¿Qué ha sido, señor? Porque estaba bien seguir a tu señor hasta el fin del mundo, pero estaba mucho mejor cuando se sabía el porqué. 

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30/11/2015, 09:29
Rasiq "Shadid" ibn Al-Qarawi

Dí gracias a Alá por haber escuchado mis oraciones y habernos devuelto a nuestro señor sano y salvo. Se le veía fatigado, lo cual nos preocupó a todos, pues estábamos descansados físicamente, aunque nuestras mentes hubieran sido presa de una pesada carga de duda y temor todo este tiempo de espera.

- Bienvenido de regrezso, Don Ricardo. - Musité con alegría, aunque con preocupación por no saber ni dónde ni cómo había pasado casi un día tragado por las rocas de aquella montaña.

Miré a mis compañeros, todos teníamos en mente la misma pregunta, pero sólo Nadir tuvo el coraje, por no decir el descaro, de plantearla, aunque fuera someramente. Esperé a ver la reacción a la misma de nuestro señor, antes de saber si poder profundizar o no en el asunto.

Todos montamos en las monturas, frescas y bien pertrechadas, y partimos dirección Peñíscola.

Notas de juego

Me descuento una de las tres antorchas que portaba.

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30/11/2015, 10:16
Jaume de Castell i Fabres

 Miré preocupado a nuestro señor, ¿como sabía a donde teníamos que ir?. ¿Donde se había metido dentro de la cueva, que nuestros compañeros y nosotros no los habíamos encontrado. solo se me ocurría una explicación y no era nada buena. Finalmente reuní el valor para preguntarle:

 - ¿Como conocéis nuestro destino, mi señor?.

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01/12/2015, 22:27
Roderigo de Lorca

En menos tiempo del que se tarda en contarlo, la sonrisa de socarrona suficiencia que tan prontamente había surgido en las facciones de RODERIGO ante la aparición de su Señor, se disipó como escarcha de la mañana, al comprobar que aquello solo terminaría por posponer de manera indefinida su regreso a una cama mullida y una jarra rebosante.

En verdad, el rastrero personajillo no había podido evitar sentir un cierto orgullo ante lo acertada que había resultado su pasividad y su desidia a la hora de preocuparse por Don Ricardo, permaneciendo impertérrito en su indolencia cuando sus camaradas empezaban a desesperarse, y disfrutando en cierta medida de lo infructuosos que habían sido sus esfuerzos por hallarlo.

Y ello por cuanto, habiendo sido desde siempre un descreído por naturaleza (y un irreverente de puro gusto) RODERIGO no compartía las siniestras sospechas sobre aquel lugar que parecían abrumar al resto de la expedición. Aunque ciertamente los rostros pasmados de sus camaradas al volver con las manos vacías de sus infructuosas búsquedas le habían hecho erizar por algunos momentos los pelos de la nuca...

En cualquier caso, su mente desconfiada se hallaba lejos de darse por vencida e imaginaba que el viejo guerrero debería de tenerse todavía algún truco bajo la manga... del que ciertamente, era mejor no enterarse.

Por ello, reponiéndose con prontitud del serio golpe que le suponía para sus sibaríticos planes el continuar viaje en pos de la absurda reparación que con tanta enjundia perseguía su Señor, RODERIGO consiguió reunir la suficiente presencia de espíritu como para reconocer que sus camaradas empezaban a internarse por terreno cenagoso.

Era harto improbable que el muy pío y devoto Don Ricardo tuviera efectivamente tratos con el Maligno, como parecía querer dar a entender el chiflado de JAUME. Pero aún así... ¿para qué buscar respuestas que quizás otros más adelante podrían olfatear?

- Todo a su tiempo, compañeros... - intentó cambiar la marcha de la conversación RODERIGO - No deberíamos de atosigar a nuestro Señor con tales cuestiones. Mejor sería que nos preocupáramos por lo importante. Como, por ejemplo, ¿donde encontraremos cobijo, ahora que se acerca la noche?

- No se vosotros, pero  con las prisas, puede que me haya olvidado de alguna cosa para dormir al raso...

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02/12/2015, 10:11
Álvaro de Ulloa

Ignoré las palabras de aquel hombre malhadado, que pareciera pensar tan sólo en su descanso, en tanto observaba a mi señor tratando de comprender qué clase de prodigio gobernaba ahora su espíritu. Claro era que lo sucedido en aquella cueva nada tenía de mundano, y que de repente hubiere hallado la inspiración nuestro señor de aquel modo...

- Como guste meu senhor. - díjele, con un asentimiento.

Monté también yo, y en pos de él azucé a mi caballo, poniéndolo al trote a la altura de don Ricardo, ojo avizor por el posible peligro que pudiere entrañar el camino.

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02/12/2015, 12:51
Richard McCormak

Don Richard asintió a Rasiq, agradeciendo la bienvenida ya en la noche.

Otro día Jaume... -refirió como cansado vuestro señor-.

 

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02/12/2015, 12:52
Director

Ciertamente, Roderigo era el unico al que le importaba un pequeñísimo detalle... y era el de donde dormir. Aún recordábais la estrepitosa persecución al gigantón escocés en las monturas, habiendo acabado agotados... ¡y don Richard aún seguía empeñado en cabalgar!

Et que en siendo así y pensando en aquestas cosas, que don Ricardito avanzaba presto hacia Peñíscola, yendo cada vez más al sur de la cueva y también de Amposta. Con la prisa que pudísteis, montásteis en vuestras bestias y pusísteis rumbo tras su estela, ahora sin perderla tanto de vista.

* * *

Los músculos apenas os respondían. Habíais dejado a la voluntad de Dios (cada uno del suyo propio) vuestro destino, la decisión de si debíais seguir de pié o no... ¿¡Cómo diantres no acusaba cansancio don Richard!? Unas horas más tarde divisásteis los imponentes muros de la mítica fortaleza de Peñíscola de Pedro de Luna, que con el nombre de Benedicto XIII dirigía la obediencia de Avignon.

Tras acercaros ya delante de la fortaleza, un "¿quién vive?" de los guardias de las almenas se quedó muy corto cuando don Richard empleó su nombre y su título, et que así vos dejaron a todos pasar.

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02/12/2015, 12:57
Soldados del Peñíscola

Señor, vos debe dejar las armas, así como sus acompañantes -dijo uno de ellos con respeto-. En la casa de Su Ilustrísima nadie porta armas excepto los que guardamos sus muros. Se las guardaremos antes de proseguir.

Notas de juego

Podéis ocultar armas del tipo medio bajo vuestras ropas, con una tirada de Ocultar (HAB)

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02/12/2015, 13:35
Jaume de Castell i Fabres

 Suspirando, entregué todas mis armas, puesto que no era buena idea causar molestias. Me preguntaba, si nuestro objetivo se encontraba aquí, como pensaba cazarlo nuestro señor sin ellas...

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02/12/2015, 18:10
Rasiq "Shadid" ibn Al-Qarawi

Tuve buen cuidado de no entregar arma alguna hasta que así lo indicara Don Richard. Cuando finalmente nuestro señor mostrara gesto de entrega de las suyas armas, o nos hiciera señal a nuestras mercedes de que tal entrega debía ser satisfecha, entonces y no antes depositaría a las puertas de la fortaleza mis arcos y aljabas. Incluso el pequeño telek, no sin brindar una mirada de recelo al soldado, que se convertía en el custodio de nuestras salvaguardas personales.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

No pruebo de ocultar nada, pues no es ni mi oficio ni mi proceder tales argucias. Sin embargo, sí hago una tirada oculta de Descubrir, por si notara algo fuera de lugar o que llamase mi atención e interés de alguna forma.

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02/12/2015, 19:41
Nadir Bahar

El judío entrego sus armas, si tenía que usarlas dentro de esa fortaleza llena de guardias eso implicaría que las cosas iban muy mal. Tendió todos sus armas a uno de los guardias. 

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03/12/2015, 17:40
Álvaro de Ulloa

No sin reparos entregué mis armas, fuere el pesado hacha que colgaba a mi espalda o la que pendía al cinto, o incluso la humilde tripa, que por mucho menos que un pertrecho pudiere haber pasado. Sentíame desnudo sin ellas, expuesto a los enemigos aún por conocer, e incapaz de proteger al mi señor de los peligros que pudieren acechar en derredor. Mas acepté la condición del señor de aquel portentoso castillo, confiando en que su honor no le llevara a traicionarnos ahora que estábamos desarmados en sus dominios. Al fin y al cabo, ni con armas habríamos podido gran cosa contra la guardia de aquel fuerte...

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07/12/2015, 14:20
Director

Don Richard entregó sus armas, y Rasiq estaba a la espera de ello. Hizo entonces lo propio, al igual que sus compañeros. Ni tan deferencia se tuvo con don Álvaro, noble al igual que don Ricardito... Et que los soldados, en pocos segundos, tuvieron en sus manos vuestras armas, y mientras las llevaban varios a la armería de aquella fortaleza, otro os condujo a otra sala, ya en el más interior salón de la fortaleza. Allí, en una sala ricamente decorada en sus paredes y adornada con mobiliario de gran exquisited (que ni siquiera MacCormak gastaba) fuísteis recibidos por el papa Luna y sus cuatro hombres de confianza, que le acompañaban. Uno de ellos era Charles de Lupo, allí presente, al cual reconocísteis enseguida. Claro que, no éran los únicos en el salón: en el llamado Salón del Cónclave que ahora pisábais, dos filas de ballestaros (una a cada lado) de rostro ceñudo y mano en la empuñadura del arma os acompañaban.

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07/12/2015, 14:20
Su Santidad Benedicto XIII de Avignon

Don Richard... -dijo el Papa, y le vísteis que era realmente mayor- Qué sorpresa. Me alegra veros. Debo agradeceros vuestra ayuda a mi servidor don Charles... Pero -dijo frunciendo el ceño-, ¿a qué se debe esa cara? -un poco sarcástico-.