Partida Rol por web

Metido en el cuerpo a cuerpo Roderigo lanzó dos puñaladas al vientre del esqueleto.

En tanto hube de envolver la espada con mis ropas, comprendí que el embrujo no cubriría ésta, sino que habrían de seguir viéndola quienes me rodearen, solo que habría de parecerles que por el aire volaba, como si de pájaro se tratare. En verdad tal engaño podría haber causado el temor de más de uno, mas poco valor habría de tener en tal momento. Pensé entonces que más valdría meterme como por detrás de las tumbas, y llevar la espada agarrada casi a ras de suelo, para que de tal modo no la vieran y así no llamare la atención de nadie, en especial de los muertos, en tanto echaba un vistazo a mis compañeros, pensando en que quizá necesitaren ayuda, si veíanse abrumados por la reata de cuerpos levantados que a ellos acudía con aviesas intenciones.

Charles de Lupo y don Richard McCormak comenzaron a escalar. Lo hicieron soberanamente bien: apenas era automático el ascenso dada la disposición del agujero de la cripta (cuyos salientes rocosos de las paredes hacían de improvisada escalera). Con la cuerda ayudándose pronto subieron arriba. Lo mismo andábanse haciendo Rasiq y Jaume, que ya estaban saliendo de allí mientras echaban la última ojeada a la batalla de abajo (de Roderigo y Nadir contra el antiguo templario ahora hecho cadáver andante...).

Iniciativas

Roderigo: 22 --> En melé (+50%): ataque a vientre (-10%) y ataque a vientre (-10%).
Nadir: 18 (-10 por lanza en el primer asalto) --> Atacar y parada.
Muerto: 17 --> En melé con Roderigo. Ataque a Roderigo y Zafarse (de melé)
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Roderigo, enzarzado con el cadáver, no hizo sino clavarle el terciado bien afilado donde sabía bíen que los hombres perecen sin son derramados de aquella forma. La hoja pasó por su carne del estómago putrefacta, restallando en los pocos huesos interiores que tenía... y hasta dos veces:

Daño1: 6 (-1 por Loriga de malla oxidada): 5 puntos de daño.
Daño2: 6 (-1 por Loriga de malla oxidada): 5 puntos de daño.

Roderigo hizo tambalear al tipo cuando sacó su segundo filo clavado del suyo cuerpo. El tipo cayó al suelo, y ello lo aprovechó Nadir para rematarlo bien con la lanza (+50 por ataque a enemigo caído), clavándole la punta justo donde Roderigo le había dado las dos puñaladas.

Daño: 4 (-1 por Loriga de malla oxidada): 3 puntos de daño.

Los dos supísteis que, de ser un hombre hecho y derecho, hubiera muerto ya y bien presto. Pero aquel cadáver, allí tendido en el suelo, resistíase a ni siquiera caer inconsciente antes de fenecer. Andábase muy malherido y tardaría bastante en siquiera recomponerse y ponerse de pie. Las estocadas de Nadir y Roderigo fueron vistas por Jaume de Castell y Rasiq antes de subir y salir de la cripta por el agujero.

Tomaste la espada que tú sabías embrujada, envolviéndola en tus brazos. Hubo un momento en que ni siquiera te veías el brazo a tí mismo, et que la espada tocó en parte sobre la tuya muñeca (pues notaste el roce). Sin embargo no sufriste ninguna quemazón con la que agravó a tu antiguo señor el escocés. ¿Qué pasaba? O bien don Richard había mentido (fingiendo las quemazones en la suya piel) o bien contigo parecía no tener tal efecto adverso. Uhm... sea como fuera, eso habrías de averiguarlo una vez hubieras salido de la cripta. Tras envolverla bien en ropas, rodeaste una de las tumbas y caminaste por detrás de ella, junto a la pared, aguantando la oxidada y mellada arma en bajo (semioculta entre las tumbas). Por supuesto, fuiste cuidadoso, y tus pasos volviéronse ligeros como una nube, et nadie vió la espada tampoco.

Te acercaste paralelamente aun grupo de cuatro cadáveres que marchaban hacia la entrada de la cripta (el agujero), y víste, estando acurrucado tú, a tus compañeros luchar contra uno de los muertos: Roderigo había ensartado dos puñaladas al cadáver templario haciéndolo caer, mientras que Nadir le dió estocada fiera en el mismo lado que el otro (en el vientre). Rasiq y Jaume estaban trepando por la cuerda (cosa fácil debido a las grietas de la pared que facilitaban la subida por la cuerda) y nada víste de Charles o Richard (ya habrían salido por la entrada-agujero).

Roderigo en el momento que vió el cadáver fuera de combate y la posibilidad de llegar a la cuerda corrió como alma que lleva el diablo sin preocuparse si el de Ulloa o NAdir le seguían. Que una cosa era batirse contra un muerto entre dos y otra muy distinta batirse con cuatro.

Viendo que mis compañeros manejábanse en el arte de huir, pensé que no habrían de necesitar mi ayuda, y perdí un poco de tiempo en inspeccionar las paredesd en busca de algo que pudiere llamar mi atención, mas pronto habría de seguirles por la cuerda, en cuanto despejárese de muertos su derredor. Y por el camino, fui recogiendo una piedra que tirar lejos, por si hubiere de llamar su atención.

Preguntábame yo si aquellos muertos habrían sido levantados por fuerza de algún ensalmo, o si tal vez fueren tan sólo el resultado del hedor del Maligno impregnando aquella estancia. Que si pudiere yo encontrar el maleficio que dábales vida, o a su invocador, bueno habría de ser...

Viendo la situación comprometida y  tenia las oportunidad de zafarse, aunque fuera poco honorable decidió retroceder a una situación más ventajosa para continuar la lucha, o lo que era lo mismo "huir".

Álvaro, hay que salir. ¡Ya estamos todos fuera, solo quedas tu! ¡RÁPIDO! apremio a su compañero que parecía haberse quedado rezagado.

Nadir y Roderigo huyeron, dejando al muerto allí. Aún no veian a Álvaro, que estaba realmente rezagado. No obstante, no había tiempo de mirar más... ¡¡llegaban cuatro muertos más!! Et que por ello el de Lorca y el de la judería de Falces subieron cual gamos por la cuerda y la roca, apremiados por los ya arriba suyos compañeros.

Viste cómo Nadir y Roderigo huían cuerda arriba, ayudados por los salientes de la roca.

Subísteis arriba y Charles de Lupo se estaba sacudiendo las ropas anchas que llevaba. Richard McCormak estaba inclinado, apoyando en sus rodillas hacia delante (parecía que tantas aventuras no había vivido en mucho tiempo, y quizá con cierta edad un anduviera poco entrenado). Primero subió Jaume y Tariq, y luego Nadir y Roderigo. Estábais en medio de las ruinas ya, pero don Álvaro aún no había salido.

¿Ha quedado don Álvaro ahí dentro? -preguntó el de Lupo sorprendido-. Pasaban los segundos y no aparecía.

Roderigo se encogió de hombros, venía a decir que Don Álvaro no lo había logrado y "mejor el que yo", lo que estába claro es que el bueno de Roderigo no se iba a meter de nuevo para rescatarlo, si quería hacer justas caballeriles con los esqueletos era cosa suya, que el ya se había manchado de entrañas de muerto y estába asqueado porque el olor no parecía desaparecer. Se asomó al agujero y desde allí intentó gritar a DOn Álvaro, aunque lo daba por muerto-Don Alvaro, está todo ben!

Viendo que mis compañeros habíanse marchado ya, y que poco quedaba por hacer allí, pues vacías estaban las tumbas y todo pareciera haber sido recogido, agarré el pedrusco, y lo lancé lejos, como hacia el altar de mármol negro, confiando en que de tal modo los muertos allí se atrajeran, y así pudiere yo enganchar cuerda, y salir del lugar tal cuál había entrado, sin correr grandes riesgos, y con la espada bien guardada entre mis ropas... que quizá se dignara ésta a ser por mi empuñada.

Namir se acercó al hueco para poder observar mejor, nada, solo oscuridad. ¿Qué habría pasado con don Álvaro? Luchar contra los muertos no era una lucha igualitaria donde uno se pueda medir en el campo del Honor; era horror, magia y maldad. No había nada de Honor en la lucha, al igual que no había nada de deshonor en la huida.

Espero cerca con la lanza lista para atacar, pero cerca de la cuerda por si había que tirar de ella para sacar al compañero.

La piedra voló por la roca, pegando justo en el fondo, donde antes habíais estado. Los muertos se giraron instintivamente como si todos ellos se guiaran por el más minimo estímulo. De la hoja "flotante" ni se inmutaron. Viste que, arriba se oían murmullos (eran tus compañeros) e incluso la lanza de Nadir asomó por si te asías a ella*
 

Fue entonces que, habiendo lanzado la peña, vine a darme cuenta de que aún habría de estar un rato así, cubierto por el velo de las sombras, y que nada podría hacer por remediarlo. ¡Presto habíame arrojado yo a invocar aquellos saberes otrora aprendidos, que largo llevaban sin acudir a mis labios! Ahora, sin embargo, más retrasaban mi marcha que la hacían avanzar...

Y entonces, vínome una idea que tal vez no fuere la mejor de las posibles, pero que bien podía valer la pena. Y es que, habiendo un muerto en la tumba, que debió de pertenecer a un hombre otrora poderoso en la orden, quizá pudiéreme yo llevar sus cabellos, que los hados sabrían encontrar el modo en que tal pudiese serme ventajoso... o no. En todo caso, hube de lamentar haber arrojado el pedrusco en tal dirección, pues ahora los muertos caminaban hacia donde yo los había mandado, que era a donde quería ir de vuelta.

Viendo que quizá no hubiere nada que rascar allí entre los muertos, pensé que quizá podría invocar una vez más el favor de mi patrona, Anuxa, y que ésta me acompañare en la tarea de salir de aquel horrible lugar.

- Protéxeme, o senhora dos bosques, e que a tua maxia sea con me, e guíe os mis pasos.

Entoné el ensalmo sin alzar la voz en demasía, sólo lo bastante como para escuchar mis propias palabras, confiando en que aquello no volviere a los muertos contra mi.