Partida Rol por web

Roderigo se santigüo cuando escuchó hablar a su antiguo señor. No podía creer lo que oía. Era un calco de lo que les había pasado y explicaba el extraño sueño del Papa. Pero ahora estaba dudoso si provenía de Dios o del Diablo. El asunto no le gustaba a Roderigo y sabía que su vida y tal vez su alma estuviese en peligro. Y todo por la traición de Ricardo McCormack, si no fuese por la diferencia de clase social estaba seguro de propinarle un severo puñetazo, pero tampoco era cuestión de acabar engrilletado y salir con los pies por delante. Calló y asintió a las palabras de Nadir, lo primero era entender eso del pacto ( A Roderigo se le helaba la sangre de pensar en eso) y ver si había escapatoria posible, sobre todo a eso que Jaume se refirió como un hechizo de sangre. Luego ya veríamos si cumplíamos la misión (si no quedaba otra) o escapábamos y a Dios muy buenas.

Miré a Nadir, quién como buen judío que era, en seguida aprestábase a la usura, aunque fuere aquí saber, y no pecunia, lo que dábase en préstamo, en este caso por más bien otro saber. Y pareciera en verdad que estaba desesperado lord Richard, que casi arrastrábase ante nosotros, los otrora sus siervos, por tal de averiguar en qué asunto andábamos metidos.

- Non credo que convenga que vos sepades de qué trata aqueste asunto que nos trae hasta aquí, e que ha de llevar os nostros pasos a San Mateo más adelante. - díjele - Mas, habida cuenta da vostra confesión, mejor será para vostra alma e menor tormento, que nos digades en qué nos atañe tal pacto.

No estaba en mi voluntad dar noticia alguna al que nos había traicionado, mas quizá el miedo al eterno tormento (que, por otro lado, a buen seguro tenía ya bien ganado) le hiciere arrepentirse, y dar cuenta de lo que sabía, por poco que fuera.

Si vos fuerais otra perssona ya tendriaisss un filo clavado en el corrazson... pero no sois tal perssssona... me alegro de veros dice Rasiq con una extraña sonrisa en la cara y le tiende la mano a su antiguo señor. Un gesto amable y de perdon. Habia pasado mucho tiempo pero ni eso podria eliminar los recuerdos pasados.

Sssoolo espero que puedas explicarnosslo ... neczesitamos algo para confiar en ti...

Os dísteis cuenta a la perfección de la entonación de Richard hablando del pueblo de San Mateo: ¿Cómo ir hasta allí cuando se trataba de de una próspera población en la que todo judío se había convertido a punta de espada y habíanse bautizado? Quizá entrar allí solos, sin la ayuda o figura de don Richard, no fuera lo deseable... ni lo seguro. Quizá, todo musulmán o judío lo pasaría muy mal si se descubriera o viera su condición...

Vos lo acabo de decir, mi querido don Álvaro. El pacto que hice no era sino crear una venganza contra el Papa, por su "interludio" traicionero de aqueste hombre -se refirió a la treta de Charles de Lupo-, pero aquella voz me habló de una misión sagrada, una misión que llevaría al Papa a hacer el bien en el mundo con un único precio: unas almas vivas... Me lo pensé mejor et que... bueno... ahora arrepiéntome. Al menos no estáis muertos: por eso sé que estáis de la mano del Papa. Si me contáis qué ocurre, yo puedo interceder en San Mateo... Creedme cuando os digo que no podéis entrar allí vosotros...

Luego miró a Rasiq, quizá el más comprensivo de todos.

 - Puede que necesitemos su ayuda... San Mateo no tiene la mejor reputación con respeto a la gente no cristiana, y dado que, algunos de nosotros no lo somos, podríamos acabar necesitando la autoridad de don Richard... - Propuse a mis compañeros. Además, necesitábamos ayuda con otras cuestiones.

ROderigo ya no confiaba en Richard, pero la única forma de entrar en San Mateo era confiando en el.....¿qué mal podría hacerles? Ya estaba jugando con sus almas, con su vida. Estou con Jaume. Se ninguén ten un plan para o noso único camiño é a confiar en Mr Richard McCormack. Dijo Roderigo, aún pensando que igual que los podía ayudar, también podría volver a traicionarlos. Y que cualquier cosa que encontrasen mas les valía guardarla en buen recaudo(cree el ladrón que todos son de su condición), pues bien podría ser que el demonio le hubiese encomendado al señor McCormack frustrar los planes del Papa y hacerse con las reliquias. Polo menos de momento...

Namir chirrió los dientes, no le gustaba el cariz que estaba tomando el asunto siendo arrastrado como una rama en un rio. Primero depender de su carcelero, el Papa Luna, y luego teniendo que confiar también en quien les traiciono, su antiguo amo. Pues sea. Contesto secamente, confirmado que a pesar de su desagrado confiaría en McCormack al igual que sus compañeros. 

Pareciera que prestos olvidaban los allí presentes la aviesa traición de lord Richard hacia las nuestras personas, mas no era yo hombre tan confiado. Claro que poco podía hacer si ellos decidían darle cuenta, así que al menos, pediría alguna prenda.

- Decides que lamentades el habernos traicionado, mas ciertamente aquesto podría non ser d'aqueste modo. - díjele - Dad pues, prueba de que non faredes tal cosa de nuevo. Demostrad que non habedes intención de traicionarnos e darnos en pago al vostro senhor a la primera vez que tornen en vostra contra las circunstancias.

Poco podía hacer, más que solicitar, aunque fuere, un juramento.

Así es... -respondió McCormak-. Jaume tiene toda la razón. Rasiq y Nadir sería presa fácil para cualesquier hombre con dos buenos ojos en San Mateo. Empero... empero que no tendréis nada que temer -diciéndoles, y como respondiendo a Álvaro-: yo iré con vos. Es lo menos que puedo hacer. Tranquilos, no saldré a la carrera como cuando bajé a Peñíscola a por... -miró a Charles de Lupo con cierta ira, aunque prefería calmarse por el aprecio que vos tenía a todos-. Et que ahora no soy señor que sirva a nadie -efectivamente, recordásteis el juramento que hizo delante del Papa Luna para retirarle el vasallaje-.

¿Y qué hará de la vuestra ayuda en el venir con todos nos? -preguntó con reticencia Charles de Lupo-.

¿Tal vez acceso libre al interior de la Torre, en San Mateo? -respondiéndole con pregunta y cierta perspicacia-. Soy miembro de la Órden de Montesa, por si vuesa merced no lo sabe -sarcásticamente, al de Lupo, pero con estilo-.

Ya veo -respondió, cerrando su boca-.

Et que he de lavar mi honor... y me siento obligado a ayudar. Quién sabe si recuperar mi amistad con todos vos, mis leales tanto tiempo.

Esa misma mañana Richard McCormak mandó ensillar su montura y prepararla con alforjas, et también mandó dar descanso y cepillado a vuestros caballos. Ciertamente, parecía que os iba a colmar de víveres, empero que le dijísteis que ya traíais bien cargadas las alforjas de alimentos y bebida y dineros de Su Santidad. Por lo pronto, disfrutásteis de una buena comida en el salón ese mediodía (como tantas veces lo habíais hecho como súbditos en Amposta) y os trajo en verdad un buen recuerdo. Tras el mediodía, sin descansar la barriga llena de alimentos, pusísteis rumbo al suroeste.

* * *

Dos días tardasteis en llegar. Hicísteis noche en una pequeña posada en la que alguna vez en vuestra vida a las órdenes del barón escocés os habíais refugiado. El viaje fue tranquilo y ameno. Don Ricardito os contaba cómo tales cosas habían pasado y cómo tales cosas no, en referencia a recuerdos de vuestra servidumbre en el castillo de Amposta. Algunos reíais (lo teníais que hacer) pues la manera de contar las anécdotas de los reinos peninsulares, con ese acento extranjero, era francamente divertido. Charles de Lupo y quizá alguno de vosotros hacía caso omiso, centrándose en la misión, en el viaje.

Finalmente, llegásteis a San Mateo, el más importante centro urbano de la comarca del Maestrazog. La Órden de Montesa trajo prosperidad a la población, que según cuentan, fundó el mismísimo Jaume I el Conquistador en el siglo XIII. Son famosos en todo el Principado sus orfebres, muchos de ellos judíos conversos... Y es que oficialmente, según os contó don Richard, la villa ya no cuenta con seguidores de la ley de Leví, pues hace unos años, tras una ardiente predicación de San Vicente Ferrer, todos se convirtieron en masa al cristianismo. Al entrar, un tipo de mejillas consumidas y hábito y capucha de monje parecía atraer la atención, subido al brocal de un poco, de las gentes (relatando a viva voz acerca de las bondades de Dios y las necedades de los herejes, e incluso de los pecados de aquellos hombres que se ríen de los ritos cristianos...). El caso es que pasásteis de largo, adentrándoos en la ciudad.

¿Consultar archivos era lo vuestro, verdad? -preguntó don Richard acordándose de la explicación de don Álvaro-.