Partida Rol por web

El traqueteo despertó a Roderigo, que entreabrió primero un ojo con pereza, cuando vió lo que se venía encima abrió los dos ojos como platos y sacó su estilete. Pensó en escapar, pero esto parecía el carro de la muerte y de eso no había escapatoria posible. Vio al pelirrojo que se asomaba al carro, Roderigo estába asustado, y la reacción de McCormack le tendría que haber servido de aviso, pero su curiosidad podía más que el. De modo que se asomó al interior del carro para ver que había.

Namir se levantó sobresaltado y empezó a sudar a chorros cuando escucho el traqueteo del carro. ¿Qué es eso? El Muccadim era demasiado racional para creer en fantasmas y leyendas, pero justo delante tenía una prueba fehaciente de que esas leyendas eran reales. Nunca en su existencia había visto cosas tan espectaculares, la desaparición McCormak delante del Papa, los esqueletos de la tumba templaría…. Pero el carruaje, era con mucho la más espectacular y terrorífica. Su raciocinio temblaba.

Sujeto la lanza con fuerza, el duro contacto con la madera del asta lo reconforto. ¡¿McCormak?! ¿Qué es esto? Pregunto con una voz temblorosa. Su antiguo amo había tenido contactos con los poderes oscuros, seguro que él sabía que era. Puede que el carro viniera a buscar su alma. 

Húbome de desperar el traqueteo incesante como de un carro, al que por fuerza de acostumbrar el oído no hice mucho caso, en un principio. Empero, luego vinieron los fríos, y también las palabras lamentadas de mis acompañantes, y así hube de saber que aquello nada tenía de bueno, y me hice por levantar. Fue entonces que mis ojos se posaron en la fantasmal figura de aquel carromato, y el temor de lo desconocido vino a atormentar de nuevo mi espíritu. ¿Qué podía ser aquella entidad, sino algo maligno, como cuanto nos perseguía desde que diéremonos a la misión que nos encomendara el Papa? Sentí el hielo en mis venas, en tanto trataba de echar mano de algún arma, al tiempo que pensaba que en nada habrían de herirle yerros a lo que del carro bajare. Observé con los ojos fijos la puerta que abríase, sin decir nada...

Entre tanto, traté de recordar historias que hablaren de carruajes u otras cosas similares, y que así supiere yo qué mal era aquel que contemplaban mis ojos, y cómo lo habríamos de luchar o rehuir, si es que había modo tal...

Pero Richard MacCormak apenas pudo contestar a Jaume. Únicamente giró su cabeza en señal de repulsa, y siguió tosiendo en el suelo, expulsando las últimas bocanadas de vómito. Todos dudábais, una vez despertado, pero el primero en seguir la estela fue el joven Roderigo de Lorca. Cuchillo en mano, paralelamente a las dudas de Nadir y las de Álvaro de Ulloa. Vísteis levantarse también a Rasiq de un respingo, y a Charles de Lupo santiguarse, pues aquel carro acompañado de la niebla le daba mal fario.

Si las leyendas que una vez escuchaste eran ciertas y ciertas eran sus palabras, aquel carro no pertenecía sion a Nisroc, antiguo ángel de la orden de los Principados que tenía a su cargo la nación de Asiria. Uno de sus reyes, el despótico Senaquerib, llegó a adorarle como a un dios, pero después de que uno de los ángeles de Dios realizara en una sola noche una increíble matanza entre el ejército de Senaquerib, en la que murieron miles de soldados asirios, Nisroc sintió tanta repugnancia por la masacre que abjuró del Cielo, teniendo que refugiarse en el Infierno. Allí, al igual que otros protegidos de Lucifer, según cuentan y sabes ha de dedicarse a tareas menores: en su caso tiene el cargo de cocinero de los demonios superiores.

Roderigo quedóse de piedra delante de lo que vió, y cual ser petrificado os acercásteis el resto* para ver qué diantres contenía aquel carruaje tirado por esqueletos andantes... El único ocupante interior no er era sino una cabeza humana, arrancada de su cuerpo, y ensertada en una lanza, clavada en el suelo del carruaje. Antes de que pudiérais recuperaros de vuestro asombro**, la cabeza abrió los ojos, lanzó por su boca un vómito de gusanos y podredumbre y con una voz tan cascada y vieja como el tiempo os habló.

¡Vaya, por fin os encuentro! ¡No sabéis lo difícil que es dar con vosotros! -dijo asquerosamente-.

Lo que Roderigo vió fué demasiado para el y salió corriendo tras McCormack e imitole echando hasta la primera papilla.¿Qué engendro del infierno era este?¿Por qué los buscaba? Tal vez la cabeza les daría respuestas, otra cosa es que Roderigo y sus compañeros tuvieran estómago para oirlas. Esto superaba en mucho a Roderigo, que una cosa era seguir sueños de ángeles y otra ver demonios del infierno y que le hablasen a uno como si tal cosa. Cuando terminó de vomitar, se puso Roderigo de rodillas, santiguose y se preparó para lo que tenía que venir, pues pensaba que el carro se lo llevaría al infierno por sus muchos pecados. De modo que cerró los ojos e improvisó una oración, nada ortodoxa, simplemente con lo que se le ocurría pues hacía tiempo que no iba a misa y ya no recordaba las oraciones ordinarias, lo que más decía era-Señor non me matar, o señor ten piedade.

La escena fue un contundente mazazo contra las creencias de Nadir que nunca había sido muy supersticioso. Retrocedió un par de pasos y vomito en el suelo. Entre arcada y arcada, intento elevar una plegaria a Yahvé. ¡Ayúdanos, ayudados Yahvé! Eso no puede ser real.

Aunque logré mantener el tipo, no pude menos que quedarme sobrecogido por lo que tenía ante mí, aunque logré no vomitar mi cena:

- ¡Por Dios bendito!.

¿Es que no íbamos a pararnos de encontrarnos con aberraciones?.

Rasiq no podia mas, no queria aguantar mas. Abrio mucho la boca soltando una tenebrosa carcajada y ... cayo al suelo.

Los que anduvieran cerca pudieron ver como se sujetaba con los dientes casi hiriendose el dedo gordo de su mano derecha y adoptaba posicion fetal.

Pronto terminara... pronto terminara... pronto terminara... susurra para si mientras ignora cualquier estimulo externo.

Aquel engendro repugnante se apareció ante nosotros como de repente, sin dar mayor explicación, y habló como si llevara una eternidad buscándonos. Ciertamente, sentí cierto temor al ver aquello, mas húbeme de controlar, no dando tamañas muestras de debilidad como lo hicieran mis acompañantes, que prestos habíanse dado a echar el bofe, como si de mujeres se trataren.

- Dices que a nos buscar vienes... aquí nos tienes, pues. ¿Qué ha de ofrecérsele a un ser como tú?

Mi nombre es Nisroc, aunque podéis llamarme Nemo -dijo mientras movía su asquerosa boca putrefacta-, y soy un enviado de Lucifer... Vengo a avisaros: hay una división en el Cielo y en el Infierno, y aunque ello no desembocará en una guerra, la violencia está asegurada. El hombre al que servís, que dice llamarse representante de Dios -se refería al Papa Luna Benedicto XIII- aboga por que el Cielo y el Infierno se den la mano, lo cual es ingente y desproporcionado -sabíais que ésto era verdad, pues el propio Papa Luna os conminó la misión de encontrar el Tesoro de los templarios y el Cáliz de los corrompidos para llevar a cabo esta unión-. No todos los ángeles ni todos los demonios están de acuerdo en que Lucifer se entreviste con Dios -ésto ya lo sabíais de boca del Papa, como parece que es-. Algunos ángeles afirman que no se trata más que de una treta de mi Señor, un intento de llegar con astucia hasta las Puertas del Cielo. Muchos demonios, por su parte, tienen miedo de que si Lucifer claudica en paz con Dios se clausure el Infierno, ¿qué sería entonces de ellos? Tienen miedo de dejar de exisitir.

La cabeza pareció tomar aire, ahí clavada en la pica.

Las cosas van a empeorar, y también para vosotros, ya que estáis en medio de esta lucha de poderes... Ésto es para vosotros -entonces miró una redoma de cristal, puesta en las escaleras del carruaje (no sabíais muy bién cómo había llegado hasta allí)-. Poseía un líquido oscuro en su interior. Este líquido está destilado a partir de un trozo del Árbol de la Vida. Aquellos que lo beban se henchirán de salud ante cualquier herida o quebranto. No lo guardéis, utilizadlo cuando sea menester, ¡pues no creo que pueda conseguir mucho más!

Acto seguido, el carruaje entero se desvaneció de un severo y rápido fogonazo, que hizo que aquella zona se iluminara como si fuera de día durante medio segundo.

Fue entonces cuando despertásteis. Las guardias habían flaqueado y todos os habíais dormido. Estábais en el mismo sitio y la hoguera se había apagado. McCormak roncaba a pierna suelta, y a su lado dormía el de Lupo y todos vosotros. Cuando despertásteis os desperezásteis, recordábais el episodio del carro y estábais completamente seguros de que había sido un sueño... Aunque claro: junto a la hoguera se encontraba la redoma de cristal, con el líquido oscuro en su interior. ¡¡Aquello había sucedido!!

Esto es infernal, temeroso, vil y malvado... Pongámonos de una vez por todas rumbo a Valencia -el prelado Charles de Lupo miraba la redoma con miedo, miedo por lo que había visto y presenciado. Hablaba como con desgana, y no era para menos-. Valencia queda a un día de camino en este punto. Démenos prisa... por Dios.

Miro la redoma con el horror reflejado en la cara. ¡Todo había sido real! ¡El mal y los espíritus existían! Con la voz aun quebrada por el miedo pregunto. ¿Qué hacemos con esto? Dijo señalando la redoma de cristal. Quien nos la proporciono es un ente diabólico. ¿Podemos confiar en él?

Roderigo se despertó sudoroso e inquieto, no era para menos. Cuando vió la redoma se quedó mirandola fijamente sin saber que hacer, espantado pero intrigado. La pregunta de Nadir le inquietó, pero era algo valioso, muy valioso aunque demoníaco. Roderigo lo pensó dos veces, puede que tres, pero algo que venía del demonio podría ser vendido por grandes sumas de dineros en determinados círculos, amén de que si lo necesitaban, y el demonio dijo que lo necesitarían quería tenerlo con el. De modo que sin pensarlo mas ( que ya lo había pensado tres veces) cogió y se lo guardó...por lo que pudiera ocurrir.