Partida Rol por web

Miré desconfiado el frasco, sin saber que hacer:

- La verdad es que no se que decir... ¿Deberíamos beberlo?. ¿Conservarlo?. ¿Tirarlo?. No se cual sería la decisión correcta, amigos míos...

Mientras hablaba, examiné el objeto con gran interés, esperando poder deducir cual era su contenido...

Viendo que Roderigo disponíase a echar mano del vial, se aprestó don Álvaro a apartar sus manos de él, que pareciera que faltaba autoridad en el lugar para dirimir tales cuestiones.

- Non tomades por vostro lo que de todos es. - dijo con sequedad el noble - Que aqueste frasco a todos nos ha de servir, para bien o para mal.

Volviendo entonces la vista a Jaume, que andábase con dudas, dejó claro don Álvaro su opinión al respecto.

- Habemos de conservar o frasco, e que sea as circunstancias quienes digan si háse de utilizar o non. Que tales regalos e favores non todos los reciben, e nada habemos prometido a cambio: ni la nostra alma, ni nada. Así que guardémoslo, de momento. - dijo - E que haya acuerdo en quién ha de custodiar aqueste valor: yo digo que sea Jaume, si él se ofrece.

Clavaba la mirada en Roderigo con clara advertencia, por si trataba de echar mano del frasco sin consultar a los demás.

Justo cuando don Álvaro pronunciaba quién debería ser en propuesta el portador del líquido, Roderigo lo metió bajo las prendas. Momentos antes Jaume lo había oteado de cerca e incluso olido, para sacar para él sus propias conclusiones (si es que podía).

Sea quién sea, un servidor no piensa tocar tal infamia -apostilló Charles de Lupo-. ¡Hacedlo quien sea o derramadlo! ¡Blasfemia tenerlo! -decía sin morderse la lengua, pues no le hacía gracia escoltar aquello en pleno viaje-. Tal vez el de Lupo hubiera sentido aquel encuentro como algo extraordinaria...mente terrible: quizá sus pilares de fé estaban tambaleados o movidos, pues la visión habíale desatado el tino por momentos.

No sabías exactamente qué era, pero dados tus conocimientos, supístes nada más acercarte a la redoma y aplicar tus sentidos en ella que ese "licor" o lo que fuera no era de este mundo. Era como mordaz, efectivo, muy fuerte, y al olerlo tus cuencas de las fosas se abrieron y la garganta te clareó refrescándola. Algo en tu interior te contradijo: sospechabas que ese líquido, tal vez, tuviera propiedades beneficiosas, benevolentes o curativas. Aunque ni con cien años de estudios un sabio podría determinar tal cosa... viniendo de quienquiera que fuera de donde vino.

Tras examinar la redoma, con mucha precaución, comuniqué mis deducciones a mis compañeros:

- No sé exactamente qué es, pero dados mis conocimientos, supe nada más acercarme a la redoma y aplicar mis sentidos en ella que este "licor" o lo que sea no es de este mundo. Es como mordaz, efectivo, muy fuerte, y al olerlo mis cuencas de las fosas se abrieron y la garganta se clareó refrescándola, si entendéis lo que quiero decir. Algo en su interior me contradice: Sospecho que ese líquido, tal vez, tenga propiedades beneficiosas, benevolentes o curativas. Aunque ni con cien años de estudios un sabio podría determinar tal cosa... viniendo de quienquiera que fuera de donde vino. Esto es lo que he podido deducir tras estudiarlo, compañeros...

Roderigo se quedó mirando a Don Álvaro con una sonrisa y poco a poco fué sacando el frasco del bolsillo para dárselo a Jaume -Eh, non facelas ben-El poseido se andaba con remilgos, como si Roderigo fuese un vulgar ladrón. Le ofendía...en realidad no, pero se hizo el ofendido. Luego miró al de Lupo y volvió a sonreir, mejor para él, uno menos para hacerse con tan preciado tesoro. Luego escuchó a Jaume e intentó Roderigo imaginar el valor de un objeto así en el mercado. Estába claro que quería hacerse con ello, pero ahora no era el momento.

Recobré de las manos de Roderigo aquel frasco, no sin antes dedicarle apreciada mirada de advertencia: que si andaba queriéndose afanar los bienes que a todos nos eran concedidos, más valdríale andar presto a defender tal derecho con la espada. Hecho lo cuál, tendí el frasco a Jaume, que, de entre todos los presentes, parecía sin duda el único a confiar, y me pareció que su sabiduría sería la justa salvaguarda de aquel ungüento. No pude, empero, reprimir la tentación de olisquear en su interior, antes de tendérselo al médico.

- Non ha menester de derramar aqueste ícor. - díjele al de Lupo - Que a misión que o Papa encomendáranos nos lleva por caminhos inciertos. E son estos caminhos os que debiéremos seguir, e non despreciar nada que se nos de para recorrerlos.

Si al de Lupo le parecía herejía, allá él. No sería yo el que admitiese que tal frasco fuere derramado, ni que se perdiera algo que podía ser de gran valor, y tal vez pista crucial.

Preguntábame yo si aquel aroma traería consigo algún saber sobre la verdadera naturaleza del contenido. Que la cruenta critura nos había dicho que habría de sanar nuestras heridas, mas bien valía cuidarse, y no beber lo que bien podía ser una ponzoña letal.

No sabías exactamente qué era, pero dados tus conocimientos, supístes que ese "licor" o lo que fuera no era de este mundo. De tono oscuro y olor fuerte, las fosas nasales se te abrieron y la garganta te clareó. Algo te decía que, pese a lo que parecía, era como beneficioso. Pero claro, aquello eran conjeturas de un arte oscuro como la magia, un arte tuyo.

El de Ulloa aferró el frasco como quien aferra una espada lanzada hacia él por el aire para que la agarrase. El bandido quedó un poco atónito, y como hiciera Jaume, olisqueó el contenido del frasco antes de tendérselo a éste. El de Lupo dio por zanjada la duda, y recogió las últimas pertenencias del improvisado campamento (e hizo que vosotros hiciérais lo propio), para avanzar hacia la siguiente parada: Valencia. El día permaneció tranquilo y la tarde también. Tras volver a hacer un alto en el camino, al día siguiente os encaramásteis hacia un horizonte algo más alentador.

* * *

Veíais delante de vosotros la ciudad de Valencia. Era un recinto amurallado costero. La humedad del mar se hacía notar. Llegásteis pronto a la ciudad y aquello era un hervidero de gente deambulando de un lado a otro, cruzando calles y puertas: viajeros, tenderos, ricohombres y comerciantes. Decenas de esportilleros caminaban en la ciudad, al igual que mozos de cuadra, borrachos y otros afanadores y negocios bullían en actividad. Mientras avanzábais por la ciudad, el de Lupo habló.

Será mejor que  ideemos un plan para entrar en el Palacio Real -señaló-. No creo que valga eso de "venimos en misión divina, abran paso" -añadió con cierto sarcasmo, aunque en realidad era justo así-. Según se dice en Peñíscola, el Rey, para nuestra suerte, no visita este palacio últimamente. Quizá la guardia del mismo sea menor o esté más relajada.

El palacio real era una bella construcción propiedad de los reyes de Valencia, sede regia para los reyes tanto de la taifa valenciana, como para los monarcas de la Corona de Aragón. Según podíais ver nada más iros acercando a la colación donde se ubicaba, disponía de cuatro torres en las esquinas, y en una de sus dependencias debía albergar la capilla del palacio. A veces servía como dependencia de uso exclusivo para la reina, aunque poco a poco se estaba convirtiendo en un espacio destinado a viviendas del alcaide y el personal de servicio.

Poseía dos patios, en el mayor estaba la escalera principal por la que se accedía a los salones principales. El patio pequeño también disponía de una escalera que daba acceso a una nueva capilla, dedicada a Santa Catalina. Los salones estaban dedicados al servicio de los reyes, audiencias, fiestas o recepciones. Además, según contaba Charles de Lupo, el rey tenía sus aposentos en la torre principal, conocida como "de los Ángeles" y reconocible en los grabados antiguos a simple vista, ya que en ella se encontraba un gran escudo real.

Valencia, heme aquí una vez más... -dijo como pensando en alto don Richard, mientras se rascaba la barba con celeridad-. ¿Y cuál es el plan? -Señaló ante las dudas del prelado-: ¿Sabe vos alguna manera de entrar ahí antes de que pensemos?

Durante el trayecto hasta Valencia mostrose Roderigo especialmente jovial y dicharachero. Como si quisiese que se olvidase todo el asunto del frasco. Y una vez en Valencia, escuchando lo que dijo el de Lupo se mostró más que interesado por entrar en el palacio. No podía creer Roderigo tener tanta suerte. A saber lo que podían encontrar ahí. Empezó el ladrón a fijarse en los guardias, cuantos había y por donde deambulaban, buscando una rutina e intentando identificar a alguno especialmente vago, o si no sobornable. Estaría bien conocer a la familia de alguno para poder chantajearlo y conseguir un plan alternativo, mas sabía Roderigo que eso no era posible con tan poco tiempo y siendo extranjeros. También buscó el de Lorca alguna ventana poco vigilada, o sin vigilancia. Un punto muerto. Por supuesto todo esto no era más que una ronda preliminar, quería hacer lo mismo por la noche, para a la noche siguiente asaltarla por el sitio más vulnerable.

Sonrió el de Lorca, esto era su especialidad,lo que le gustaba hacer. De modo que con tono experto dijo-necesitamos unha corda e un gancho. Esta noite quero dar un ollo, e no próximo asalto. Parece non?-luego añadió como si fuese el lider de la expedición, quizás para esta misión lo fuese-Debemos buscar o lugar máis vulnerable e subir alí, o resto vai ser unha brisa.

Ciertamente, la tarea que se presentaba ante nosotros se antojaba titánica. El palacio Real había de guardar el cáliz, mas, ¿en qué lugar exactamente? No había de resultar fácil hallarlo, y tampoco era menester dedicarse a recorrer las estancias una por una hasta hallar suerte. Al contrario, más valdría sacar tal información de boca de algún guardia, aunque quizá no fuere mala idea echar un ojo, como proponía el de Lorca. El hombre se había mostrado más cauto desde que le quedare claro que allí no podría andar con sus mangoneos*.

- Credo que si pudiéremos buscar a un guardia, e darle de beber bastante vinho, pudiere aqueste soltar la lengua e decirnos donde guardan ese cáliz, lo que pudiere ser de grande ajuda en esta tarea. E que si vos queredes, entre tanto, saltar o muro, e mirar dentro qué pudiere haber, bien parésceme, también. Mas habedes de ser cauto, que si vos descubren, mortos somos.

Tal fue la añagaza que vino a mi en aquel momento, y pensé que pocos planes mejores podríamos tener. Quizá hubiere ocasión de resolver todo el asunto esa misma noche, o tal vez hubiere que esperar más...

- Entre tanto, quizá debiéremos buscar pousada donde descansar do viaxe.

Discretamente, eché un vistazo a las alforjas de mi montura. Allí estaban aún los porrones de vino, prestos a servir al menester que quisiere darles. Y bueno sería este, no cupiese duda.

Estoy de acuerdo con Alvara. Además, se podría preguntar a gente de la zona por el palacio. El judío se rasco la barba pensativo. El dinero tiene fácil acceso a todos los rincones, y más aun a las casas de los poderosos, mi pueblo tiene facilidad para tratar con los dineros “sonantes”, seguramente alguno haya tenido acceso al palacio. Podría preguntarles.

Antes de intentar nada deberíamos recopilar la máxima información posible.

Rasiq hace un enorme esfuerzo por intentar entender a Roderigo ya que no entiende su lengua. Enseña las pertenencias que porta en su caballo, hallandose entre ellas cuerda.

Mira a los otros compañeros y asiente ante las palabras ciertas de Alvaro sin dejar de mirar el lugar al que deben acceder.

Me parecse adecuado vuestrro plan. Mas nos vale ser cautos... y si. Necsesito un buen descanso.

Asentí ante la sugerencia de mis compañeros. Como bien decía, toda precaución era poca y además, algo de descanso no nos vendría nada mal, después de todo lo que habíamos pasado:

- Estoy de acuerdo, amigos míos. ¿Alguna sugerencia de a donde podíamos dirigirnos?. Preferiblemente un sitio discreto, a ser posible, sonde un grupo como nosotros no llame la atención.

Lo último que necesitamos es ir a parar a un establecimiento lleno de gente que no apreciaba a los judíos y a los árabes, tratando de de echarnos y provocar un tumulto.