Partida Rol por web

-- Localización desconcida, Fecha y hora desconocidas ---

Estrellas. Imágenes que se disuelven en el aire, como humo, como niebla, sin dirección, causa, motivo...

Languidez... Una extraña sensación de flotar, de ser difuso, de no estar en ninguna parte... de tener el cerebro lleno de algodón y estar nadando en una piscina de miel, incapaz de moverse rápido, de pensar con precisión, de sentirse quien se es completamente. Es... extraño. Impreciso. Confuso.

Y en esa eteriedad indefinida, se ven.

Hasegawa tiene la sensación de haber dejado algo a medias. Bastián siente que no ha llegado a empezar nada adecuadamente. Ambos tienen un vago recuerdo de que debn de escapar de alguien, algo o algún sitio...

Esta cadena de pensamientos les lleva a la conclusión inevitable. Peligro. Los dos están, o estaban en peligro. Es tan dificil recordar cosas en este lugar... Es como tratar de agarrar un pez en el agua, se ve, se intuye, pero se termina escapando entre los dedos cuando se quiere definir como algo concreto. ¿Qué hacen ahí? ¿Dónde es ahí?

Perdida... Invisible... ¿Dónde estoy? - se preguntó Hase al abrir los ojos y encontrarse con aquella extraña sensación inundada de dudas que no hacían más que fastidiar su interior. No obstante, dentro de aquel plano o escenario ficticio, caminó observando todo, cada detalle que imposible de destacar podría tener sentido para ella. 

Una vez más avanzó, notó una figura a lo lejos pero no podía discernir de quien se trataba. Sin embargo, de alguna manera compartían el mismo sentir, esa opresión en el pecho que solo una situación de peligro era capaz de generar. Hase no recordaba lo que estaba sucediendo, aún esforzándose en obtener algo, solo veía niebla. Más de la que estaba delante de sus ojos. 

- Hola... -  se limitó a decir, en un tono suave pero preocupado. Era una inexperta en cuestión de conexiones, pero tras haber navegado por un escenario eterno de interrogantes, esto podía ser la clave. 

Apenas recuerdo la imagen de la fachada perteneciente al hostal donde me hospedaría hasta que las cosas se solucionasen, o el peligro me hiciera cambiar de destino. Mi memoria está agotada, exhausta o eso es la sensación que tengo que además se ha extendido por todo mi cuerpo, hasta mis sentidos se han rendido a esa sensación.

Noto una presencia familiar; no la conozco pero siento que la conozco; que es capaz de comprender a la perfección lo que yo siento y a la inversa. Me siento bastante frustrado porque en todos estos días no he hecho gran cosa. ¿Me estoy infravalorando? Tal vez, mi personalidad generalmente optimista y alegre se ha visto modificada de manera exagerada porque ahora no me siento así. Sigo vivo por dentro, ese positivismo me grita que sin mí habrían cazado a Andrea por primera vez, por dar un ejemplo a mi función y buena contribucion como uno de los 8 y que no he decepcionado a Miguel ni a nadie.

La nada me ha hecho preso pero al menos no estoy solo. - Hola. Soy Bastian. ¿Quién eres? - creo que me quedaban por conocer dos personas más, un italiano y una chica asiática. Por a voz supuse que sería la chica pero no conocía su nombre. - ¿Estas bien? ¿Estás en peligro?- pregunta absurda. Todos lo estábamos. - En peligro i mediato quiero decir.- con la mirada perdida hacia donde provino la voz espero su respuesta.

Una respuesta surge, busco con la mirada a los alrededores hasta que doy con él. Intento darme forma, a conocer porque mis ojos están inundados por las lágrimas y la desazón. No recuerdo nada, siento que en este preciso instante algo ha borrado mi mente, pero si, soy consciente de que hay un otro. Bueno otros...

- Soy Hasegawa, puedes decirme Hase. -  respondo en cuestión de minutos, emocionada y con miedo. El anterior encuentro había dejado una huella en mi corazón, una extraña sensación de desconfianza. - No lo sé, creo que si. Puedo sentirlo pero no llego a darle forma, a recordar. -  confiesa tras cerrar los ojos un instante, buscando algún resquicio de memoria que pueda servir. - ¿Tú también? ¿Estás en peligro? -  pregunto lo mismo, se siente de esa forma y es imposible evitarlo. 

- Estoy aprendiendo de esto, no sé como funciona esta especie de conexión. Sé que puedo sentirte, percibir lo que en este momento te sucede y justo es lo mismo que estoy padeciendo. Tenemos que ayudarnos Bastián, recordar... -  afirma a través de un inglés muy marcado por su acento japonés. 

Siento un repentino escozor en los ojos, pronto se me inundan de lágrimas. No quiero parpadear porque si lo hago voy a desmoronarme. Siento su dolor, su tristeza y su inquietud y encima tiene que lidiar con mis propias preocupaciones e inseguridades. Tengo que rescatar aquel chico que fui, por mi, por ella, por nosotros.

Es extraño lo que me cuenta pero a la par no puedo quitarle razón porque yo mismo me siento igual. Perdido y confundido. La desesperación está ahí, oculta entre esta densa niebla y acechandonos a punto de saltar e hincarnos el diente.

- Eso creo pero tampoco estoy seguro. No he sentido una amenaza directa aunque debería porque siento que el resto sí.- recuerdo a Byte y cierro los ojos del dolor que me provoca saber que ha sido capturada. - Pero Byte sí está en graves problemas, y no he podido evitarlo.- ¿La habría capturado aquel tipo de la azotea? ¿Su "vecino"?. Teníamos que ayudarla y para eso debíamos concentrarnos en ella.

- No intentes "aprender" de nuestra conexión,sólo limítate a sentir y a dejarte llevar por lo que nos une. Y como tenemos que ayudarnos, tenemos que hacerlo de inmediato. Tenemos que salvar a Byte...la recuerdo a ella y a su captura, aunque no recuerdo quién me lo sino. ¿la conociste? ¿La recuerdas?- alargo la mano buscando el contacto de Hase.

La tristeza era partícipe de aquel encuentro, donde Hase sentía la humedad de sus ojos gracias a las lágrimas que recorrían con ímpetu sus mejillas. El padecer era el mismo, las reacciones también y por única vez en su vida, comprendió que había encontrado un igual, alguien que podía conectar en profundidad desde diversos aspectos. 

- Byte, la conozco. Ella quiso salvarme... ¿Qué le sucedió? -  preguntó visiblemente preocupada aún buscando el efímero contacto con aquella voz masculina que le daba tanta confianza. - Espero que no sea grave, a mi me capturaron y cuando pude establecer conexión con alguien, apareció Mei negándose a ayudarme. Solo buscó información y se fue, puede ser una infiltrada. No lo sé. - confiesa al recordar solamente la presencia hostil de aquella joven y la negación de querer contactar u ofrecer ayuda. Justamente ella había sembrado desconfianza en el interior de Hase, cuando en realidad todas las personas que aparecieron siempre colaboraron al igual que la japonesa con el resto. 

- Si la conozco y la recuerdo, he compartido un hermoso recuerdo con ella... De su infancia, es imposible olvidar un ser tan bondadoso. - responde emocionada al recordar algunas situaciones compartidas con la chica, incluso la lista que tenía de los conectados. - Lo que sea, aquí estoy. -  expresó su entera predisposición para ayudar, ella no sería una Meike. Confiaba ciegamente en cada uno de los sense y no permitirá que uno empañe el buen sentimiento compartido. 

Y cuando el silencio se adueñó de aquel encuentro, unos breves segundos. Hase observó como Bastián se materializaba, se hacía más real mientras le extendía la mano. La japonesa corrió hacia donde el chico con gafas se encontraba para abrazarlo con fuerza, confiando en esta persona con total incondicionalidad. 

¿Qué le sucedió? No lo sé. Sencillamente no lo sé. Me quedé callado sin poderle responder, más bien parecía que estaba haciendo memoria pero en realidad estaba con la cabeza gacha, apesumbrado por no conocer con exactitud  lo que le había sucedido ni el estado en el que se encontraría en la actualidad.

Cuando me habló de Mei, alcé la mirada hacia su voz con los ojos bien abiertos pero porque hacía mucho tiempo que no sabía nada de ella, pero no porque me sorprendiera su negativa a ayudar a Hase. Eso me entristece, no lo puedo evitar, me esfuerzo a que mi ánimo no se tambalee pero estoy en una situación muy difícil. Me causa pena que Mei siga por ese camino, el de situarse al margen de todo y no saber nada de nosotros.

— No, no, no. Dudo que sea una infiltrada. — apreciaba a Mei como a todos con los que había conectado porque los siento muy cercanos, como si fuesen parte de mi y no concibo la idea de que alguno nos traicione. Eso es… imposible. — La última vez que nos vimos ella escapaba de un peligro, estaba agotada y enfurecida. Me aconsejó que me alejara de todos vosotros, que me mantuviera al margen como ella iba a hacer a partir de ese momento. Siempre creí que… con el tiempo… cambiaría de idea pero ya veo que no. — hago una mueca de fastidio con la boca, acompañado de un encogimiento de hombros. — Y no sé qué es lo que le ha pasado exactamente a Byte, no lo sé. Siento no haberte dado más información. ¿Conociste a gris? Es una persona encapuchada que me dio mucha información de lo que somos y de la organización que nos busca. Mei me dijo que no era de fiar y yo ya no sé si lo que dice es verdad o no. — suspiro. Me siento mal. Necesito ver a la persona que tengo en frente, tocarla y sentirme más unido a ella.

Siento envidia sana. A mi me hubiera gustado compartir ese recuerdo con alguno de ellos pero no he tenido demasiada cercanía con nadie… bueno, quizá con Andrea.  Entonces siento una repentina presencia que impacta contra mi pecho. Es cálido y agradable. Es un abrazo. Gimo de la emoción y noto que se me saltan las lágrimas cuando atenazo su fino cuerpo con mis brazos para que no haya ningún espacio que separe nuestros cuerpos. — Estoy aquí para ti, y para todos ellos. Todo saldrá bien. — tiene que salir bien. Somos buenas personas, no es justo que nada malo nos pase a ninguno. — Piensa en Byte. Pensemos en ella. — cierro los ojos manteniendo el abrazo y pienso en nuestra compañera que debe encontrarse en problemas.

Todo lo referido a Mei hace mella en Hase, más que nada porque sentía el dolor de haberle dado la espalda en el peor momento y no podía olvidar tan fácilmente. Jamás comprendería las decisiones de aquella chica, pese a no querer juzgarla en demasía. La japonesa era una chica bondadosa por naturaleza, algo ingenua y muy rota por dentro. Si bien, esto de las conexiones le ayudó a no sentirse tan sola, cada situación impactaba en el interior de Hase con fuerza y le costaba asimilar todo. 

- No, no lo conozco... Si una voz intentó guiarme y yo no hice caso, no comprendía como funcionaba esto. -  se limitó a responder abrazada a Bastián, aferrada el mismo sentir y ese instante donde parecían ser una sola persona a través de una única conexión. - Pensemos en ella, si. Byte... - pronuncia al evocar en su mente el rostro de aquella chica, recordando sus facciones y como no paraba de hablar cuando se encontró con ella. Parecía agradable, buena persona y muy inteligente. 

- No me sueltes, Bastian. Lo lograremos, estoy segura. -  afirmó convencida de que llegarían a Byte. 

Y algo parece resonar cuando la mente de los dos jóvenes se centra en la chica que ahora es parte de su failia... pero no parece ser ella la que responde.

Antes de poder ver a nadie, ambos jóvenes sienten que no están solos en este plano etéreo. No es Byte la que ha acudido a su llamada... Hasegawa se siente incómoda. Es alguien malo. Lo es, ¿no? No... no está segura. Su instinto parece advertirle, ¡peligro!, pero no siente miedo, más bien angustia. Bastián percibe parte de esta emoción viniendo de su compañera.

Y la sensación finalmente se concreta. Una mujer ya conocida por Hasegawa está sentada entre la niebla, fumando lentamente. La neblina que cubre todo el lugar parece venir extrañamente del cigarro que fuma pausadamente, o quizás es un simple efecto óptico... imposible de determinar, pero irrelevante en cualquier caso. La mujer mira a la muchacha japonesa.

- Querida... no sabes cuanto lamento todo esto.

Su voz es bastante grave para una mujer, y algo rasposa, quizás por el efecto del tabaco. Su tono es desapasionado, pero carece de sarcasmo o burla alguna. No parece reparar en Bastián, o no quiere dirigirle la palabra de momento, pese a que el español está justo al lado de japonesa.

La surrealidad del etorno parece disminuir un poco en torno a la mujer, como si el mundo intentara esforzarse en concretarse un poco, en adquirir una forma precisa en torno a la mujer. Se puede adivinar el contorno de una sala aparentemente vacía a excepción de la silla y la mujer que la ocupa, pero no llega a completarse una imagen bien definida que los jóvenes puedan ver.

No culpo a Hase porque no se fiase de una voz misteriosa y desconocida, yo también me sentí muy confundido las primeras veces que eso me ocurría, hasta que sentí la certeza extrema de que podía fiarme. Hasta que sentí que aquella persona que me guiaba era de confianza, como si formara parte de mi.

— No sientas miedo, sabrás de quien podrás fiarte porque no dejarás de sentirlo. Jugamos con esa ventaja. — le explico afianzando mejor el abrazo que nos unía. Dejé apoyado mi mentón sobre su hombro, y antes de concentrarme en Byte le aseguré sin palabras que me quedaré allí anclado en nuestro abrazo, porque le di un ligero apretón a su cuerpo con mis brazos.

El sonido de unas pisadas llegan a mis oídos, en un principio siento un nerviosismo positivo al creer que puede tratarse de Byte pero a medida que se van acercando noto que la presencia resulta incómoda para Hase, por tanto yo también me siento igual. — Hase… — susurro muy bajito a la par que giro mi rostro hacia la figura que se materializa cerca de nuestra posición y que cada vez se está volviendo más nítida. — ¿Quién es? — pregunto cuando la imagen se aclara completamente mostrándose una mujer, la cual genera una gran ansiedad y terror en el corazón de mi nueva compañera.

Frunzo el ceño a causa de la inquietud que me transmite Hase, que también es la mía. Que la zona donde nos encontramos no se defina a causa de la niebla/humo no ayuda, es todo tan surrealista… Me pongo nervioso pero al instante me obligo a calmarme porque así no voy a poder a ayudar a mi compañera. ¿Dónde estás metida, Hase? Me pregunto mentalmente mientras miro alrededor, he captado que estoy de manera espiritual donde se encuentra ahora mismo la japonesa y está en grave peligro. Lo presiento. Lo noto en la piel y en el corazón que trota en el interior de mi pecho. — No voy a permitir que te pase nada. — eso lo digo antes de encontrarme con el panorama de estar encerrado en una sala, y temo que no pueda cumplir con mi promesa. 

Tan solo necesitó escuchar aquella voz para que el interior de Hase se derrumbe hasta convertirse en cenizas, dado que el mero hecho de recordarlo todo le devolvió una dosis de realidad que lejos estaba de escaparse e indefectiblemente ahora la acorralaba sin miramiento alguno. Lo peor es que Bastián podía sentirlo. - Estoy secuestrada, no sé específicamente donde pero esta mujer fue la artífice de ello. Nos quiere atrapar... Lo peor es que al parecer es como nosotros. -  susurró desde la cercanía de aquel abrazo, a sabiendas de que posiblemente aquella mujer escuche todo de igual forma. 

El peligro era real y Hase tenía todo muy claro ahora en su mente, como la tenían sedada, las preguntas que le hacían y la forma burda en la que fue capturada. Absolutamente todos esos flashback se dirigían hacia su par sense, aquel muchacho de gran corazón que ahora mismo la abrazaba con fuerza. - Tengo miedo... No me dejes sola Bastian. -  se atrevió a rogar, aunque mentalmente sin esbozar palabra le decía que no se acerque a ella tras recordar su rostro. Una anciana de piel oscura que siempre fumaba, hablando en un tono que parecía de buena gente y no lo era en verdad, siendo un perfecto cebo para caer en sus trampas. 

No quería dirigirle la palabra, ni nada parecido. Si la escuchaba perfectamente pero intentaba ignorarla, de forma voluntaria, consciente como si aquello fuese posible. Sabía que esa mujer no lamentaba nada y la había convertido en una rata de laboratorio, no deseaba lo mismo para Byte, ni para bastian o Abel. 

¿Secuestrada? Mis ojos se abren tanto que si fuese un personaje de dibujos animados se me hubieran caído rodando al suelo. Sí, sí que está en problemas,sí, y de nuevo yo estoy en medio. La agarro con mayor fuerza solo unos segundos más y luego me separo de ella; si voy a intentar echarle un cable para salir de esta situación necesitamos espacio.

- No puede ser como nosotros, no nos puede traicionar así. - me cuesta creerlo. Soy un ingenuo, un idealista, un optimista empedernido aunque ahora no esté en mi mejor momento, pero lo soy, y no puedo creer lo que Hase me dice. Debe tratarse de uno de esos agentes de la organización que nos persigue. - Intenta recordar dónde estás. Alguna imagen que se te haya quedado grabado del exterior antes de acabar en esta sala.

Miro a la mujer directamente a los ojos con expresión desafiante y seguidamente hago un barrido con mi mirada a nuestro alrededor, buscando una ventana, una puerta, cualquier vía de salida. No me importa que permanezcan cerradas, las echaré abajo sin dudarlo.

Tenía que decirle todo, era la única forma de comprender que la estaban siguiendo y posiblemente por eso había caído Byte. - Tras haber conectado con Samy, ambas nos separamos pero sabíamos que nos perseguían. Por suerte encontramos un lugar seguro, solo que yo decidí salir para ver a un amigo, mi casa era un lío porque vinieron unos tipos a buscarme. Escapé con suerte pero no fue fácil... Tras despedirme de Byte dado que ella tenía algo que hacer, a sabiendas de que estaban detrás nuestro, pasé una noche en la casa de mi amigo y ahí es cuando todo terminó para mi. Cuando quise acordar estaba en un auto y esta mujer a mi lado diciendo lo mismo, lamentándose de algo que jamás se arrepentirá. -  confiesa Hase desde una verborragia propia de los nervios, poco a poco comenzaba a recordar en donde se encontraba. 

Hasta que la imagen de una oficial vino a su cabeza, pero no solo eso, había más. - Estaba en una sala conectada a ciertos aparatos que chequeaban mis signos vitales, conmigo estaba la anciana pero también una joven militar bastante amable. Ella sin querer al extender su brazo reveló un tatuaje que me llamó la atención, más que nada porque lo reconocí en segundos... Kerby. Era este... -  intenta representar en su mente el tatuaje así podía Bastian verlo a través de ella. No sabía si esto podía ser la punta de un hilo, pero quizás servía. 

Tras reproducir mentalmente aquello, agitada siente el frío de la pequeña distancia que Bastian tomó para hablar. - Parece una base militar, pero no estoy segura. No logro recordar, me inyectaban cosas que anulaban mis sentidos y me dejaban tonta. -  confiesa desesperada, buscando de alguna manera recordar algo importante. 

Su historia me resulta familiar. Parece que esos agentes nos localizaran, vienen directamente a nuestra casa y nos capturaran. Así de fácil. Eso intentaron conmigo el otro día cuando el apartamento que comparto con otros compañeros fue arrasado. "Ladrones" dijo Javi. Sí, ya... Menos mal que opté por huir por el consejo de Andrea e irme a algún hotel bien lejos de mi hogar, pero no sé cuanto podré resistir.

Hase habla de manera atropellada, me lío un poco porque no entendí cómo pudo despertar de ponto en el interior de un coche. ¿Es que ese amigo con el que pasó la noche le traicionó? - Comprendo a medias, ¿no sabes exactamente cómo acabaste en ese auto?

Escuché su siguiente relato, que también me sonaba. El recuerdo de Miguel enchufado a un montón de cables se me vino a la mente. Estaban experimentando con él hasta el día de su muerte y han hecho lo mismo con Hase. - ¿Esa chica militar es rubia? - interiorizo la imagen que me manda del tatuaje y no estoy muy seguro de si lo recuerdo de algo en especial o es que me parece una pasada.

- Vale, intenta calmarte. Vas a salir de esta. La última vez que vi a Mei escapaba de una base militar, no sé si tiene relación con esto. Hay una presa al lado, supuestamente. ¿Recuerdas haber oído el sonido del agua propio de una presa? ¿Sabes en qué región te encuentras ahora mismo? - porque no bastaba con que me dijera en qué país estaba...

- Me capturaron Bastián... -  responde de inmediato con sus ojos desbordados por las lágrimas. - He sido una idiota, me perseguían por todos lados y justo la casa de mi amigo fue el lugar más previsible para atraparme. -  confesó ya recordando en parte como se encontraba ahora mismo, sedada por momentos y cuando estaba lúcida la avasallaban a preguntas la mayor parte del tiempo. 

Luego cuando le preguntó por la chica, Hase asintió convencida de que era rubia y abrió los ojos curiosa por saber que información tenía su compañero sobre ella. - ¿La conoces? -  preguntó enseguida, aferrada a la idea de que podría haber una punta de todo este caos de situación. -No tengo idea, me mantenían sedada y los momentos conscientes venía gente a hablarle. Esa mujer o la chica militar. -  responde sin saber que decir, no recordaba nada sobre ello. 

La mujer no pasa por alto el silencio de Hasegawa hacia ella, pero no parece alterada al respecto y se lo toma con calma. Sigue fumando de su cigarro, que aunque se consume lentamente, parece no tener fin nunca. ¿Está siguiera realmente "allí", o es solo un sueño, un delirio, un producto de las drogas?

- ¿No estás sola? - pregunta al cabo de un rato, aunque parece más una afirmación que una pregunta per se. No parece muy sorprendida, y sus ojos en vez de seguir a Hasegawa estudian el cigarrilo entre sus dedos. - Mejor. Tus compañeros deben saberlo. Huid. No vengáis a por ella... Es demasiado tarde. - Murmura en un tono... ¿triste?

La mujer es una fuente de confusión. No parece violenta, no parece una amenaza, pero al mismo tiempo transmite un aura de peligro que incluso Bastián va percibiendo según pasan los segundos.

- Sin embargo... - anuncia lentamente tras unos segundos de silencio reflexivo - Quizás... Si hay un momento, sin duda, es este... Después de lo que ocurrió a Milton... Ese clúster ha... sentado ejemplo, digamos. Si hay un momento para liberarte, sin dudas las condiciones no serán nunca tan buenas como ahora. Pero será muy, muy arriesgado. Lo entendéis, ¿no?

Mientras habla saca un frasquito negro en el que resuenan algo, como medicina. Extendiendo la mano lo deja en una mesita que aparece... no, espera, estaba ahí desde el principio, olo que la niebla no dejaba a los jóvenes verla.

- Necesitaréis esto. Es todo lo que puedo ofreceros sin exponerme demasiado. Del mismo modo que mi tiempo, mis recursos son... muy limitados, querida.

Me dolía n el corazón escuchar el testimonio de Hase. Debía ser duro tener un resquicio de esperanza cuando te encontrabas con uno de nosotros, para luego desaparecer en el momento que los recuerdos de su captura la hacían regresar a la cruda realidad.

- Solo la vi una vez cuando intentaron ir a por mi- o a por Andrea, era difícil acordarse cuando fui yo el que se encargó de que escapase. - pero logré zafarme. Tú puedes escapar. ¿Por qué si no estoy yo aquí?- el destino sería muy cruel si me habían hecho encontrarme con Hase para verla allí encerrada, y sufrir por ello. Tenía que hacer algo.

Volví el rostro para escuchar a la mujer que la tenía presa, en cambio, hablaba como si comprendiera a Hase, como si de verdad lo sintiese, como si le soliese. Se percató de que no estaba sola, de que yo estaba allí pero no sentí ningún temor. No quise creer en sus palabras, he sido demasiado ingenuo desde que comenzó todo esto y por ello me he metido en muchos problemas. Ahora no me lo puedo permitir cuando la liberación de Hase podía depender de mi.

- No pienso irme de aquí sin ella.- esas palabras han salido escopetadas de mi boca aunque la mujer no las oiga. No puedo. Uno a uno nos estaban capturando sin poder hacer nada por evitarlo.

Me llamó la atención lo siguiente que dijo. Ese era el único momento que tenia para poder ayudarla, ¿pero cómo, si no sabía a ciencia cierta su localización exacta?. Me fijé en el frasco oscuro que saca, pero yo no puedo dejar de pensar que el riesgo no me importa nada. Si es verdad que esta es la única oportunidad que tengo para salvarla, lo voy a intentar.

-¿Qué es esto?- cojo el tarro para inspeccionar su contenido a sabiendas de que lo haré a través de Hase. Eran unas píldoras- ¿Por qué nos ayudas?- tal vez la formulación de la pregunta estaba equivocada porque aunque parezca que nos quiera ayudar, mi intuición siente un peligro que me hace estremecer. No sé que hacen estas píldoras pero no puedo ignorar la sensación de alarma que esta mujer me provoca, por lo tanto, dejo el frasco en la mesa. No sé si es un error rechazar lo que le ofrece, pero si es un engaño... Me sentiría aun peor. Pero... ¿Y Hase? ¿Qué hará ella?. - Ya no podemos fiarnos de nada ni de nadie, solo de nosotros mismos.- le digo justo antes de volver a buscar una salida en el interior de aquel habitáculo.

De alguna manera las palabras de aquella mujer hacían que su fe cayera con creces, Hase no era alguien que solía sobreponerse con facilidad y ahora mismo tras haber caído tan rápido por su ineptitud, sentía culpa y sosiego. Sin embargo, quería escapar pero no por ella, sino por todas aquellas buenas personas que en algún momento la ayudaron o la hicieron sentir algo tan bonito como Bastian. 

- No la escuches, quiere manipularnos. Solo necesito reconocer el lugar... -  expresa como si fuese un gato enjaulado, completamente desesperada por todos estos sentimientos encontrados y esa falsa bondad que manifestaba aquella mujer no hacía más que sacarla de quicio. ¿Qué oportunidad tendría? ¿Esa vieja era capaz de ofrecer una ayuda? Realmente era dudoso porque cada sense era un objeto de estudio y no permitiría que sus ratas de laboratorio se escapen así porque si. 

- No me alejaré de ti Bastian, pero no aceptes nada de esa mujer. -  afirmó tras observar el frasco con esas píldoras negras, no le daba buena espina aquello. Mantenía su férrea postura de que un ápice de confianza a esa mujer y te clavaba el puñal por la espalda. - Eso creo en ti, pero ella es mi captora... No creas. -  reafirmó la frase de Bastian, orgullosa por el sentir de aquel joven a medida que iba adquiriendo un poco de coraje y voluntad. 

“No la escuches” “No te fíes” “Mantente al margen” “Quiere hacernos daño”

Todas esas frases negativas se agolpan en mi cabeza y me hacen daño en el corazón. Nunca fui desconfiado, mal por mi, pero yo era feliz confiando en la buena fe de las demás personas, en especial de los más allegados. En realidad nunca me han apuñalado por la espalda, exceptuando mi padre, aunque tampoco es del todo cierto, pues su puñalada la vi llegar con su desprecio hacia lo que pretendía convertirme; un especialista de cine; un famoso actor que hiciera sus propias escenas de riesgo.

Escuchaba a Hase, pero mis ojos estaban clavados en las cápsulas negras. ¿Qué propiedades tendrían? ¿Qué provocarían en nuestro organismo? Si fuese más visceral, más egoísta y un poco malévolo, le haría tragar a esa anciana las pastillas y esperaría a conocer su efecto. Pero solo pensar en ello me provoca una punzada en el pecho y un escalofrío. Creo que no estoy hecho para sobrevivir si en algún momento me dan caza. Soy incapaz de hacer daño a nadie a pesar de saber que esa podría ser la solución de todos mis problemas. Así que… más me vale que nunca me agarren porque lo máximo que haría sería escapar. Correr. Saltar de edificios en edificios como ya lo hice una vez, pero ahora estoy encerrado junto a Hase. 

— De acuerdo. No lo haré. — ¿Acaso no estoy siendo manipulado ahora? Solo aquel que sigue sus propias decisiones sin escuchar la imposición de los demás es libre. Pero no, no es manipulación sino sentido común, y yo lo pierdo cuando deseo poder confiar en alguien ciegamente para que todo vaya a mejor, que es lo que me pasaba con la mujer fumadora. 

Ignorándola, seguí buscando a mi alrededor alguna forma de huir. 

-¿Qué es esto?- cojo el tarro para inspeccionar su contenido a sabiendas de que lo haré a través de Hase. Eran unas píldoras- ¿Por qué nos ayudas?-

Las palabras de Bastián salen a través de Hasegawa, como si ella misma las hubiera pensado, una suerte de sincronía en esta ya familiar conexión que los jóvenes comparten. La mujer suspira levemente a la par que suelta humo de su cigarrillo.

- ¿Por qué hacemos las cosas que hacemos? - Pregunta retóricamente. Tras una breve pausa en la que mira el frasquito con expresión indescifrable, simplemente contesta - Solo hay dos opciones. Porque queremos o porque nos obligan. Y yo... creo que ya hice demasiado de una de esas dos, querida...

La mujer se levanta de su silla, y el humo se hace más denso por momentos.

- La pregunta es... ¿qué harás tú ahora?

Y mientras formula esta última pregunta parece retirarse. El humo se hace más denso y la mente de los dos sensates se nubla al mismo ritmo que la habitación, hasta que pronto notan su consciencia escapar sin poder hacer nada al respecto.