Partida Rol por web

El enano dirigió la mirada al posadero al oír la información y frunció el ceño, llevándose la mano al mango del hacha que colgaba del ancho y gastado cinturón.

“5 o 6 solo por un viejo? Cero que esos perros cabreados no estarán ni la mitad de cabreados que lo estaré yo cuando me cruce con esa gentuza. Dirijámonos hacia ese acantilado, hay 5 o 6 valentones esperando un suicidio colectivo”
El enano siguió balbuceando en su idioma natal mientras se dirigía a la puerta con pasos decididos a emprender el camino.

Aparto a mis compañeros, me pongo delante del tabernero y le espeto:

Dónde está el acantilado? Contesta o tu seguirás los pasos de Yargos.

- Tranquila, grandullona, ¿no sabéis donde está La Mandíbula de Torsen?, no tiene pérdida seguid el camino que discurre junto al mar y que asciende hasta el final, allí está el acantilado.

Nada más escuchar eso me doy media vuelta y salgo de la taberna directa al acantilado.

Insisto compañeros, no perdamos más tiempo aquí. Ese hombre necesita nuestra ayuda.

Davan sigue a sus compañeros, un poco sorprendida por su actitud y sin saber bien qué decir. Aquel hombre realmente necesitaba ayuda. ¿Cinco hombres para un viejo? Aquel objeto debía ser muy poderoso, es decir, muy peligroso.

Os dirigís por el camino que os ha dicho el posadero y tras unos minutos de avance sin parar podéis ver que el terreno ya se ha convertido en un gran acantilado, en su borde podéis ver un puñado de personas. Son varios hombres que están riendo y mofándose mientras uno de ellos está abofetenado a un anciano atado con una cadena a otros tres individuos de diversas edades pero todos mayores que los que les están abofeteando y mofándose de ellos.

Nakús trató de moverse sigilosamente mientras desenvainaba sus armas...

Sabía que el sigilo era fundamental si quería pillar por sorpresa a aquellos bandidos...

La cicatriz de la cara le recordó que es lo que pasa cuando actúa sin pensarlo, así que esta vez me voy acercando ocultándome tras las rocas siguiendo a Nakús, que parece ser el más versado en eso.

Khyron se fue acercando al grupo de rufianes, guisarme en mano, tratando de aproximarse lo más posible sin llamar la atención.
Ni lerdo ni perezoso, el explorador se acerca a las rocas usadas por Lirianne como cobertura, y guiñándole un ojo le señala a los bandidos mientras cuenta en silencio, con los dedos de la mano...
Tres...dos...

Vigornia al ver semejante abuso, cambia su respiración a intermitente y acelerada. Saca escudo y una de las jabalinas mientras se acerca agazapado hasta tener a tiro a uno de sus enemigos con ballesta.

Aquello podía ser peligroso y Davan decidió seguir a sus compañeros sigilosamente, tampoco quería delatarlos a todos por su culpa.

Sin embargo, cargada con la armadura y todo el equipo, quizá no había sido la mejor idea. Se dio cuenta tarde.

Mientras os váis acercando siguiendo el sigilo de Nakús parece que lo hacéis bastante bien, pero Davan tropieza y resbala causando un ruido que alerta a los jóvenes que están vigilando y se giran hacia vosotros con sus ballestas

Es que no me estoy escondiendo, estoy siguiendo a Nakús

Roblerrecio al ver que su sigilo fue inútil grita enfurecido, se le eriza el largo bigote y los cabellos, y un velo carmesí cubre sus ojos y su rostro. Al mismo tiempo avanza al trote escudo y jabalina en mano, carga hacia atrás el seco y recio brazo cuando al llegar al rango necesario, lo descarga como una catapulta hacia el objetivo armado con ballesta.