Centro Comercial

Las alertas de temporal se muestran en todos los luminosos de la ciudad. Manhattan empieza a notar el caos de la nevada y la gente abarrota los centros comerciales, los rezagados que han visto la noticia a última hora o que acaban de salir de trabajar se lanzan a comprar lo necesario para pasar tranquilamente encerrados en sus casas el temporal.

La mayoría de vosotros aprovecha las últimas horas que quedan antes de que las calles queden impracticables para realizar las últimas compras o para estirar las piernas antes de que tener que meterse en casa a aguantar el fin de semana. 

Notáis que el ambiente en el centro comercial está cargado, hay bastante gente y los ánimos están algo tensos entre las prisas y las colas que se están montando en los distintos puestos. Con tanta gente es posible que puedan darse problemas y más cuando los ánimos están tan caldeados...

Estaba jodido. No sólo era el extraño cáncer óseo contra el que llevaba luchando mucho más tiempo del que los médicos habían estimado posible, sino que ahora tenía que abastecerse de comida para la super-tormenta acarreando un peso que ya no era capaz de transportar o bien pagar unos portes que se cargarían su débil economía doméstica. El Doctor Kosmos le había jodido bien la vida. Claro que luego estaba su otro yo. Ese podría llevarse un camión de comida bajo el brazo, pero el aspecto que lucía no era precisamente apropiado para ir al súper.

Snowzilla, en cualquier caso, se auguraba un acontecimiento potencialmente catastrófico y, así como estaban las cosas, quién podía saber si se trataba de un simple (aunque épico) fenómeno climatológico o había algo... o alguien detrás. Tendría que estar alerta. Tal vez fuera buena idea salir a patrullar. No le preocupaban las inclemencias del tiempo, al fin y al cabo, ¿qué era una tormenta en comparación con los rigores del vacío estelar?

-Y así fue como nuestros abuelos los neandertales sobrevivieron a la glaciación. Y dicho esto, os deseo un feliz fin de semana en casa y calentitos. Y recordad, es mayor placer leer un libro que jugar con el móvil. Un libro no se queda sin conexión a internet.

El doctor James se despidió así del grupo de escolares que estaba visitando el Museo de Historia. Pese a su fama y renombre mundial, "Montana" siempre aceptaba hacer de guía para las visitas escolares de los barrios más desfavorecidos de la ciudad. Escueñas de élite y universidades le pagaban enormes sumas para trabajar con ellos pero él era feliz con su rol en el museo y su libertad para excavar cuando quisiese. Además le gustaba ayudar a los chavales sin recursos.

-Enseña a un niño con recursos y llegará lejos. Enseña a un niño sin recursos y llegará más allá solía decir a los profesores agradecidos.

Recogió sus cosas y se dispuso a ir al Centro Comercial. Quería comprar baterías por si se quedaba sin suministro eléctrico y no podía trabajar mientras durase la tormenta.

-Los neandertales no tenían que escribir un artículo mensual en la revista Science -murmuró mientras aparcaba su moto vintage.

Tecnicamente estoy libre salvo que haya algo de fuerza mayor y me toque salir en mitad de la ventisca para ir al hospital a urgencias. Podria ir sin salir mucho, usando una parte de mi que personalmente me asusta a veces, pero la abuela me dice que no tengo que tener miedo de mi herencia.
Asi que ahi estaba dispuesta a comprar lo que nos terminaba de hacer falta en el apartamento para las tres. Lo malo que la gente estara mas que histerica y me estoy arrepintiendo de haber dicho que iba a venir yo. Iba muy abrigada, aunque no como si estuviera en casa, ahi si que hace frio en invierno. El coche estaba aparcado en la plaza que habia encontrado, aunque estaba segura que tenia un arañazo de la columna al dar marcha atras. 
Daba igual, sonrio mientras subo por las escaleras mecanicas mirando el telefono por si tengo algun mensaje nuevo, de un trae de ultima hora 

Los tres accedéis al centro comercial desde diferentes sitios pero justo en el hall de entrada coincidís. Kristjana tropieza suavemente con James por ir mirando la pantalla del móvil un mensaje de una de sus compañeras de piso que reza "Nutella!". Se ve que algunas de ellas tiene claras sus prioridades de cómo soportar una tormenta de nieve. Tras disculparse cada uno sigue su camino entre las diferentes tiendas del centro comercial.

Ignacio entra por un lateral con cuidado para hacer la compra y pasar tranquilamente la tormenta en casa. Su instinto le dice que algo malo va a pasar o que hay algo más que trae la tormenta.

En una joyería del primer piso escucháis el sonido de una detonación y luego el de cristales rotos. Una segunda detonación os alerta de que se está produciendo un atraco. La tercera detonación no se percibe entre los gritos histéricos del gentío, varios guardias de seguridad corren pistola en mano hacia la joyería pero en ese momento se escucha el sonido de una ráfaga de una automática en una tienda de comestibles de la planta baja. Parece que se está produciendo otro atraco pero en otra tienda, el caos es mayúsculo.

La gente empieza a salir disparada hacia las salidas como si se tratara de una estampida de animales estilo Jumanji. Varias personas caen al suelo y una chica de corta edad es salvada in extremis de ser aplastada por un joven con pucho y sudadera de capucha que se lanzó al suelo a recogerla. Luego se la entrega a su madre que sale corriendo con ella en brazos.

Reconoces al joven que acaba de rescatar a la niña, es un antiguo delincuente juvenil de Hell's Kitchen que recuerdas de tus tiempos de patrullero: Kevin Fernandes.

No es un delincuente violento aunque sí que ha participado en robos anteriormente; aunque el modus operandi de su banda era entrar por el techo y llevarse los artículos encargados (normalmente zapatillas de deporte, ropa, consolas o juegos). Siempre de noche y siempre sin violencia, en caso de aparecer un guardia sólo salían corriendo. Aunque él al menos estuvo detenido por altercados violentos con otras bandas de la zona. 

Tus sentidos funcionan a la perfección a pesar del riesgo evidente, en un vistazo rápido al centro comercial detectas al menos a doce atracadores. Todos parecen llevar los mismos colores en las cazadoras: rojo y negro. 

Ves que entre la multitud hay al menos seis más que llevan esos colores en bandanas o sudaderas que puede que pertenezcan a la banda ya que no están huyendo y están colocados cerca de las salidas. Llevan mochilas por lo que es posible que lleven explosivos o más armamento.

Repasas las armas y cuentas al menos seis automáticas, un par de escopetas y el resto pistolas y revólveres. Van bien armados para ser un atraco de oportunidad. Están preparados y tienen un plan en mente.

-Has estado en situaciones peores, Monty. Piensa, piensa...

Me fijo en las bandanas y los iconos e intento desvelar qué banda o de qué país son, si son terroristas suicidas islámicos, una banda de algún famoso supervillano, etc.

Entre tanta gente no logras visualizar más atracadores, supones que hay más por los gritos y los disparos que se están produciendo pero no logras ubicarlos instintivamente. Para ello deberías centrarte en tus conocimientos y recabar la información necesaria para poder actuar.

Hay muchas opciones en una situación como esta: uno puede huir, que sería lo más razonable si eres alguien normal, puedes avanzar contra corriente en caso de que seas un poli envalentonado, puedes buscar las causas del problema, si eres un poli listo, o puedes atraer los problemas hacia ti, si eres alguien como Vortex...

Para alguien entrenado como él, encontrar las cámaras de seguridad y sus puntos muertos era un juego de niños, y aunque no fuera así, con el caos que se estaba produciendo cualquier observador tendría problemas para identificar y/o seguir a alguien que no destacara especialmente. Nadie se iba a fijar en un hombre de mediana edad y apariencia más bien anodina. Pese a todo buscó un ángulo muerto y se transformó en el monstruo a quien habían empezado a llamar Vortex.

─Kevin Fernandes, ven aquí, muchacho ─dijo con su extrañamente distorsionada voz mientras estiraba su mano hacia un muchacho hispano que acababa de salvar a un niño de ser aplastado en la estampida humana .

Vortex había activado uno de sus poderes, el de atracción, de manera que el pobre muchacho tenía poco que hacer excepto volar a toda velocidad al encuentro de aquella poderosa mano.

─¿Sabes qué está pasando? Sé sincero... ─añadió cuando ya tomó contacto con él.

Tu transformación no pasa desapercibida para la gente que huye, que al verte huye mucho más rápido del centro comercial. Casi provocas otra estampida entre la multitud pero por suerte prefieren huir de las balas más que de ti.

Atraes al joven hacia ti. Se intenta agarrar para evitar ser arrastrado y ves que una chica pelirroja se agarra a él con fuerza para evitar que se acerque a ti. Al parecer no está solo. El joven opone resistencia aunque es inútil ya que tu poder es superior a sus fuerzas lo que no impide que cuando entras en contacto con él te pegue un buen derechazo. Es un buen golpe aunque únicamente lo notas, no llega a afectarte lo más mínimo. La chica sigue agarrada a él sollozando con fuerza con los ojos cerrados y tirando con todo lo que dan sus brazos y piernas.

Kev te aguanta la mirada a pesar de que normalmente lo que consigues con eso es que se desmayen o huyan a toda velocidad. Con voz temblorosa te dice:

- No tengo ni puta idea...suéltame...déjame irme... - mira a su amiga y le dice - ...Álex sal corriendo, huye... - vuelve a mirarte y te dice - ¡Suéltame tío! No tengo nada que ver con esto...

Ese chico, más que estar implicado, era una especie de buen samaritano, ayudando a una chica. No tenía nada que ver con la situación.

─No te metas en líos, Kev ─dijo Vortex soltando su presa.

El golpe que el chico le había propinado no se lo tendría en cuenta, entre otras cosas porque no sólo estaba justificado, sino porque apenas si lo había sentido. Aquella forma física era poco menos que invulnerable, algo a lo que todavía no se acababa de acostumbrar Nacho.

Toca meterse en el meollo de la situación... ─pensó para sí.

Joyería con una detonación (en la que seguramente estaban tratando de reventar su caja fuerte), ruido de armas automáticas en una tienda de comestibles y un atraco en otra tienda. Tenía para escoger. Y Vortex priorizó en las armas automáticas, las que podían hacer más daño a la gente anónima del centro comercial. Si le sobraba tiempo ya iría al atraco y luego, si eso, ya trataría de localizar a los ladrones de joyas. Las joyas siempre podrían localizarse y había un seguro. La gente se moría cuando le metían balazos...

Imaginando que el enorme peso de su forma "súper" daría problemas a la estructura, apuntó sus brazos a dos gruesas columnas del centro comercial y empleó sus poderes de atracción para desplazarse hacia ellas y parar el tirón en medio del hueco entre plantas, dejando que la gravedad hiciera su trabajo hasta llegar cerca del suelo de la planta baja, momento en el cual activó su poder de levitación para evitar acabar accidentalmente en el parking al atravesar el suelo. No es que se fuera a hacer daño, pero no hacía falta sembrar más el caos...

─Holaaa, ¿quién ha disparado hace un momento? ─se anunció.

Si habían disparado un arma automática seguramente no disponían de nada más potente. Si era ese el caso poco tenían que hacer contra Vortex.

Por las bandanas ves que son miembros de la Calle 57. Una banda afroamericana aunque ves algún latino entre ellos que reconoces con los colores propios los Ñetas. Son bandas que normalmente no trabajan juntas, es más se odian a muerte ya que luchan por territorio en Manhattan. Pero en este caso parece que están cooperando por algún extraño motivo.

Veis que un ser de aspecto indefinido, se planta en el primer piso y dice:

─ Holaaa, ¿quién ha disparado hace un momento? 

Los pandilleros se quedan sorprendidos y lo miran con una mezcla de extrañeza y temor a lo desconocido. Aunque a ninguno de ellos parece temblarle las piernas con su presencia. Un par de ellos deciden disparar al aire un par de ráfagas de sus automáticas y la gente sigue corriendo despavorida. 

Varios de los delincuentes que están en la planta baja comienzan a apuntar a las personas rezagadas como si se tratara de rehenes. Cuatro de ellos situados cerca de las puertas de acceso las cierran impidiendo que salga más gente y parecen colocar un dispositivo en las puertas que sacan de sus mochilas, podrían ser artefactos explosivos. 

¡DONG! - resuena por los altavoces del todo el centro comercial.

En ese momento todos los delincuentes se ponen mascarillas en la boca que parecían llevarlas ocultas. Algo traman...

Intento buscar alguna tienda de armas o de deporte para conseguir algo que me sirva para defenderme (un arco, una ballesta, un rifle...)

Ves en la primera planta una tienda de artículos deportivos. Seguramente en ella puedas encontrar algo que sirva como arma, al menos un machete. El problema: hay mucha gente armada en medio y un ser oscuro de aspecto extraño.

Otra forma es quitarle el arma a alguno de los maleantes pero parecen que eso es algo más complicado.

Centro Comercial

Las alertas de temporal se muestran en todos los luminosos de la ciudad. Manhattan empieza a notar el caos de la nevada y la gente abarrota los centros comerciales, los rezagados que han visto la noticia a última hora o que acaban de salir de trabajar se lanzan a comprar lo necesario para pasar tranquilamente encerrados en sus casas el temporal.

La mayoría aprovecha las últimas horas que quedan antes de que las calles queden impracticables para realizar las últimas compras o para estirar las piernas antes de que tener que meterse en casa a aguantar el fin de semana. 

Cuando llegas al centro comercial ves que sale gente corriendo, escuchas ráfagas de disparos procedentes seguramente de armas automáticas. Te acercas un poco para ver y ves que unos encapuchados están cerrando las puertas colocando unos anillos metálicos en las puertas. Dentro queda mucha gente y puedes ver temor en los ojos de esas personas.

Maldita sea.

Saco el móvil sin pensarlo y marco el 112

Mientras sonaba ya me estaba moviendo a contracorriente para entrar en el centro comercial, a ser posible sin ser vista. Podía curar a heridos en caso de que las cosas se torcieran o los secuestradores se pusieran nerviosos.

Venga, cogedlo, cogedlo…