Partida Rol por web

Bonnie estaba tan ofuscada que rechazó viajar de vuelta a Thirteen Pines con Nate, por lo que éste se subió a la furgoneta de Dexter mientras Scarlett y Bonnie iban con Jim en la pick-up de este último. La puerta lateral dela furgoneta traquetea con cada bache, recordándole a Dexter que tendrá que visitar a un mecánico a menos que quiera quedarse sin puerta.

El aire del pueblo está cargado de un tufillo a azufre que sería difícil de identificar a menos que se sepa de qué se trata. Una densa humareda negra surge del oeste del pueblo.

Jim y Dexter se ven obligados a dar un frenazo en el primer cruce para evitar ser arrollados por un coche de bomberos que pasa a toda velocidad ante ellos con las sirenas ululando y las luces giratorias encendidas.

¡VAN A LA BIBLIOTECA! - grita Bonnie...

La señorita Bonnie se había centrado más en mi pregunta sobre cómo dispondríamos para dormir (o dormir ella mientras yo velaba su sueño) que en lo que me causaba curiosidad, pero supuse que podría visitarla esa noche para volver a preguntarle... Todo esto, claro, no pareció importar cuando comenzamos a notar el olor sulfuroso y la columna oscura. El grito de Bonnie alcanzó hasta nosotros, y luego de intercambiar una mirada con Dexter, me concentré en aquel lugar para desaparecer del coche...

Habíamos dejado las armas en el arcón de la pick up, puesto que ir con ellas por el pueblo iba a llamar demasiado la atención, aunque yo aún llevaba mis cuchillos arrojadizos escondidos entre mi ropa.

Jim no dijo nada sobre quedarme a leer en su casa o no, así que estaba claro que me iba al hotel. De todas maneras había cambiado mucho en este tiempo. Cuando estábamos solos hablaba más y ahora parecía casi mudo. Daba la información justa y no respondía a mis indirectas.

¡Si hasta Dexter se había dado cuenta de que algo había entre ambos o al menos por mi parte!

Dado que Bonnie se negó a estar con Nate, solicitó ir a su casa con Jim y saltaron los celos hasta que acabé yo también en la pick up con ambos. - Recuerde, Bonnie, no ha visto nada de esto, no sabe nada. - Le dije a la mujer. - Ya que no quiere que Nate la custodie le daré mi número de móvil, pues yo tendré más cosas que hacer y si pasa algo acudiré lo más rápido posible. - No metí a Jim en ello pues cada vez veía más claro mi estancia sola en el hotel y usando mi mano antes de ducharme para aliviar la tensión que tenía en mi cuerpo.

Y en ese momento sentí el frenazo que tuvo que dar Jim, pues miraba a Bonnie en mi charla y al mirar vi que pasaban los bomberos a toda velocidad. La furgoneta de Dexter quedó a nuestro lado y con las ventanillas abiertas logró oír el grito de Bonnie. De hecho, con las ventanillas cerradas lo hubies escuchado igualmente.

- Písale Jim. - Le dije al escuchar que era lo que ardía y ese olor a azufre. Luego miré a Bonnie. - Vale, si están quemando el lugar es que quieren que algún libro se pierda. Necesito saber si hay alguno donde se cuente la historia de las brujas de Salem o si hay alguno no accesible al publico, de esos que tienen años, que hable de brujería e invocaciones y cosas de esas. - Le indiqué a la mujer con calma.

- Si hay alguno de ellos, necesito saber la ubicación exacta de cada uno de ellos, pues Nate podría coger uno y yo otro con suerte, si existen dos. El menos importante es el de las brujas de Salem porque seguro que en internet está el libro en pdf, pero si existe ese por el cual le pregunto... si vamos a necesitarlo y tengo entendido que trabaja usted allí.

También cabía la posibilidad de que hubiese alguien para rescatar en ese incendio, pero hasta que no llegásemos no lo sabríamos y tampoco sabía si podría usar mi don o no en aquel momento y ayudar a Nate.

Bonnie decidió acompañar a Scarlett y a Jim, fastidiándoles seguramente algo de lo que tenía pensado Scarlett, y todo por aquel enfado que tenía con Nate. De nuevo las emociones humanas se me escapaban hasta el punto de que no comprendía bien las cosas que estaban sucediendo entre ellos y no veía que fuese necesario reaccionar de alguna manera que no fuese indiferencia.

Pero yo no era normal, eso ya lo sabía.

El camino a Thirteen Pines se desarrolló casi en silencio; Nate no era de los que hablaba y la ausencia de Jess hacia que no hubiese nadie para sustituirla.

Pero me gustaba el silencio, tanto que no sentía ningunas ganas de romperlo. Era lo que más me calmaba, después de saciar la sed de muerte de mi pasajero. Solo cuando había silencio sentía que todo estaba en equilibrio y el mundo guardaba un lugar para mí.

Sin embargo, no duró demasiado. De pronto tuve que dar un frenazo porque delante de mí Jim hizo lo mismo, haciendo que todos fuésemos impulsados hacia delante por la energía, y es que un coche de bomberos pasó a toda velocidad en dirección perpendicular a nosotros, y hacia el pueblo.

Eso coincidía con el tono rojizo que había visto en el cielo, y que no se correspondía con el atardecer, la humareda negra que salía de algún punto no demasiado alejado, y un cierto olor que parecía confirmar que algo se estaba quemando.

Y entonces, nos llegó el grito de Bonnie, que me hizo mirar a Nate interrogativamente.

¡La biblioteca!

-No puede ser casualidad. Teníamos que haber ido allí en primer lugar -dije, a tiempo de ver como Nate se desvanecía como si nunca hubiese estado allí -. Nunca me acostumbraré a eso. Seguramente por ese motivo hablo solo. En fin, vamos a la biblioteca.

Hice sonar el claxon y después efectué una señal con la mano para dirigirnos hacia la biblioteca.

Además de los bomberos que venían en camino, podía verse el coche del sheriff Sewall, y también algunos curiosos de los edificios que rodeaban la biblioteca. Entre ellos un hombre regordete con una especie de hoodie, barba y gafas, que pude reconocer como el tal "Royce".

Por los daños, parecía que lo que fuera que iniciara ese incendio lo había hecho desde el mostrador en el que atendía Bonnie y que de allí se había extendido a las zonas cercanas. Si los bomberos llegaban a tiempo, quizás podrían salvar dos tercios de la biblioteca, pero los libros viejos y el fuego no se llevan bien juntos...

Por otro lado, el coche del director de la Biblioteca Arthur Blake seguía en el aparcamiento, pero no había señales de él. ¿Estaría en su oficina? Chasqueé la lengua y luego de sopesarlo un segundo, me adentré hacia el edificio escuchando los gritos del Sheriff intentando detenerme.

¿Y quién iba a creerme? - dice Bonnie - Viajeros del tiempo, cerraduras mágicas, espíritus de antiguas brujas atrapados en broches... ¡Es de locos! Como mucho daría para un par de números de Insomnia y una estancia en un psiquiátrico. Así que puede estar tranquila que no pienso contarle esto a na... ¡AY!

El brusco frenazo de Jim arroja a Bonnie contra su cinturón.

No hace falta que lo repitas - la Chevy de Jim sale corriendo tras la furgoneta de Dexter.

Ya que lo pregunta, sí que tenemos libros sobre la historia de Thirteen Pines, pero todos están accesibles al público ¿Qué otro sentido tendría en una biblioteca?...

Los pocos hombres de Sewall están ocupados en impedir que los curiosos estorben a los bomberos, que acaban de llegar y están preparándose para las labores de extinción. En consecuencia, nadie detiene a Nathtanael cuando se dirige hacia la zona posterior del edificio. Tampoco Royce, que se está alejando del edificio arrebujándose en su roñoso abrigo.

La puerta de emergencia está en el suelo, combada hacia fuera como si hubiera sido desencajada por una explosión o alguien la hubiera arrancado de cuajo. A través de la entrada puede verse un infierno de llamas que hieden a azufre. No hay duda de que se trata de fuego infernal. Los aspersores rocían agua en una batalla perdida contra las llamas, pues este fuego no puede ser extinguido por medios normales.

¡Socorro! - grita Arthur Blake desde el interior - ¿¡Me oye alguien!? - la voz es apenas audible por encima del rugido de las llamas y se interrumpe por fuertes ataques de tos.

Cuando Nathanael se aproxima a la puerta, las llamas reaccionan ante él lanzándole lengüetazos ígneos. No se trata de ningún demonio, sino de la esencia infernal reaccionando ante él.

A menos que Nathanael encuentre alguna manera de protegerse de las llamas, éstas lo devorarán vivo nada más entrar...

Los cazadores llegan cuando los bomberos están empezando a desplegarse. Los hombres del sheriff ya están allí, evitando que los curiosos molesten a los bomberos. Aquí el hedor a azufre es mucho más intenso, y a pesar de que el sistema antiincendios no deja de rociar agua las llamas no se aplacan un ápice. A Nate no se le ve por ninguna parte.

¡NO SE ACERQUEN A LAS LLAMAS! - grita el sheriff con un megáfono - ¡DEJEN QUE LOS BOMBEROS HAGAN SU TRABAJO! ¡QUÉDENSE TRAS EL CORDÓN POLICIAL!

Bonnie se baja de la pick-up de Jim, mirando horrorizada la consunción de su adorada biblioteca...

Enfrentarme a aquellas llamas era temerario, pues el fuego infernal era cual todas las criaturas del Enemigo, pero además acercarse a ellas era salir chamuscados. Al igual que los demonios eran sensibles a la magia divina, al ser un recordatorio físico de lo que dejaron atrás, la magia infernal pareciera consumir mi energía vital. No en fuego purificante, sino que corrompe y tortura eternamente.

Pero había un hombre en peligro, y muchos más se pondrían en peligro si se acercaban a apagarlo. Sin la señorita O'Neill con nosotros no tenía idea de cómo evitaríamos que el fuego consumiera la Biblioteca en su totalidad, e incluso que se extendiera en las cercanía. Un problema a la vez...

-Padre de la Creación, Señor de todo lo que vive y existe. Protege a éste, tu siervo, para que pueda evitar las muertes y desgracias que tus enemigos han traído a este lugar. Si es esta tu voluntad, que se haga la misma como tú lo has ya visto, pues sólo tú conoces el principio y el final. Amén.- Aunque invisible, era consciente de la armadura divina que cubría mi cuerpo, pero que sabía no sería suficiente para evitar las llamaradas. Invoqué entonces mi arma en mis manos, aquella dorada cadena que era mía por derecho, y la hice girar alrededor de mi cuerpo, con la intención de crear un remolino radiante a mi alrededor que me cubriera como una burbuja y me permitiera atravesar el fuego del averno.

Nada podía apagar el incendio y miré a Jim, era evidente lo que pasaba y más con aquel olor a azufre tan intensto. - Será mejor que te lleves a Bonnie contigo, Jim y tráigas al cura... esto ya lo has visto antes y con ella en movimiento creo que será más complicado que la cojan si van por ella. - Miré a Bonnie. - ¿Sabes si hay alguien en especial que suela estar en el edificio en algún sitio que pueda estar atrapado? ¿Algún estudioso? ¿Algún libro antiguo de registros de familias? Ya sabes... de esos donde se apuntaba de donde venía la gente y sus abuelos y cosas de esas, tipo empadronamiento o libro de familia pero de antes...

Salté a la pick up tras su respuesta y cogí la katana pequeña, la podía ocultar bajo la chupa de cuero que no tardé en ponerme. Era la que mejor podía ocultar. - Llevas el resto de armas contigo. Usa la que necesites, si es la grande no te cortes, ya la usaré yo cuando sea mi turno... pero debéis estar protegidos. - Le dije a Jim una vez a su lado. - No podéis perder más tiempo o no quedará nada cuando lleguéis. - Y miré el incendio escrutando cada llamarada y cada palmo de pared libre de llamas...*

Y sabía que iba a intentar hacer y que él no estaría para verlo en cuanto descubriese si podía salvar algo allí dentro. Así pues cuando se fue a subir a la pick up, pues sabía que el cura era imprescindible, tiré de él y le besé en los labios. Si salía como debía, todo iría bien... sino, lo mismo no le volvía a ver ni a él ni a ninguno.

Miré a Dex. - Ojo con el sheriff, no es sitio ni lugar, pero puedes preguntar si puedes ayudar a acordonar la zona, para ver si hay puntos débiles en el incendio, aunque lo dudo... o preguntar a los curiosos... no sé... pero no te quedes aquí mirando... y no, a ti no te voy a besar. - Le sonrí de medio lado y saqué el móvil, necesitaba saber donde estaba Nate para moverme yo también si todo salía como debía**.

Las llamas se lanzan furiosas a por Nathanael, pero se estrellan contra el muro de energía centelleante que emana del arma del ángel. Protegido de esta forma, Nathanael se adentra en el infierno de llamas y cenizas, siguiendo la voz apagada del señor Blake. El bibliotecario se encuentra en una sala de estar del personal de la que aún podría escapar fácilmente si no tuviera una pierna rota, con el hueso asomando a través de un gran agujero en la piel.

¡AYÚDEME, POR EL AMOR DE DIOS! - el humano tiende su mano hacia el ángel. Los dedos le tiemblan porque la pérdida de sangre le está haciendo entrar en shock...

Cuenta conmigo - dice Jim - La iglesia no está lejos.

¡El señor Blake! - contesta Bonnie - ¡A estas horas debía estar cerrando la biblioteca y no lo veo por aquí! ¡Tienen que ayudarlo!

¿Está segura de eso, Bonnie? - pregunta Jim.

¡Totalmente! - afirma la mujer - El señor Blake nunca dejaría arder la biblioteca. Estaría aquí ayudando a los bomberos ¡Tiene que estar ahí dentro!

De acuerdo Bonnie. Deje que ellos se encarguen - Jim coge del brazo a Bonnie y tira de ella para llevársela - Vayamos a buscar al pastor Holloway.

Tras observar el edificio, Scarlett llega a la conclusión de que las puertas no son una opción. Sin embargo las ventanas ofrecen una perfecta vía de entrada. Algunas de ellas incluso ya han sido reventadas por las corrientes de aire caliente. En una de ellas, cercana a la parte posterior, surge un fulgor blanco-dorado que se mueve entre las llamas. A menos que Scarlett se equivoque muy mucho, Nate ya está dentro del edificio usando su magia para protegerse de las voraces llamas...

La biblioteca estaba en llamas. Un enorme fuego se elevaba hacia el cielo, dispersando humo y cenizas en todas direcciones, ofreciendo un espectáculo inigualable, casi fascinante, que me dejó durante unos momentos absorto. Mientras los demás bajaban del coche y los bomberos y policías se afanaban en apagar un incendio, algo que se veía a todas luces que iba a ser imposible, yo disfrutaba de aquel espectáculo que era un poco como yo mismo, devorador de vidas pero a la vez liberador y hermoso.

Solo cuando oí las voces del sheriff, reaccioné y bajé del coche, mientras me preguntaba en dónde estaría Nate.

Pero por encima de todo aquel escenario peligroso y a la vez absorbente, estaba una idea muy sencilla. Estaba claro que no era casualidad y que existían posibilidades de que no fuese natural, aunque solo serviría para confirmarnos con lo que tratábamos y poco más.

A pesar de todo, procuré examinar los alrededores y ver si había algo que iba más allá del fuego. No esperaba que hubiese sabuesos, por supuesto, pero y si había alguien que lo estaba provocando o esperando a que el edificio fuese completamente consumido por las llamas.

Yo no iba a entrar... pero quizás el que lo hubiese provocado aún no lo sabía.

Scarlett empezó a preocuparse por quien estuviese dentro todavía y por Bonnie, pero yo seguía fascinado, sin poder apartar la vista de la biblioteca.

-Eh... Nate ha desaparecido. Puede que esté dentro y creo que es arriesgado ir allí sin saber lo que estamos buscando -le dije.

Ni siquiera me fijé en el beso que Scarlett le dio a Jim, uno de esos fugaces que siempre se recuerdan porque podrían ser el último, hasta que no vi como separaban sus bocas.

Oí entonces la voz de Scarlett diciendo que podía preguntar, pero yo no lo veía. Interrogar al sheriff ahora no tenía sentido, y en cuanto a los curiosos... eran solo eso, curiosos, a no ser que descubriese a alguien que no pareciese quedar bien en aquel lugar.

-Menos mal -le dije ante la broma de no besarme.

Y en ese momento, Bonnie dijo lo del señor Blake. Eso significaba que tenía que estar allí dentro. Ahora sí que había una razón para entrar y cuantos más fuésemos, mejor.

Y entonces, en una de las ventanas, distinguimos un fulgor blanco.

-Espera, Scarlett. Nate ya está dentro -le dije, agarrándola del brazo -. Acerquémonos pero será mejor esperar fuera.

Tampoco sabía si el sheriff nos vería e impediría que entrásemos, así que puede que fuese mejor esperar.... o al menos, crear alguna clase de distracción antes de jugársela.

-Si quieres entrar, avísame para que vaya a distraer al sheriff aunque sea con lo del señor Blake -le dije finalmente.

Todo el mundo está centrando su atención en el edificio incendiado. Incluso Nate se ha adelantado para buscar váyase usted a saber qué dentro de la biblioteca. El fuego los conmueve, inflama sus pasiones y les lleva a actuar sin pensar demasiado.

Dexter piensa de otra manera.

Su mirada es más clínica, analítica, desapasionada en tanto que su oscura sed no tome el control de sus actos. Por eso se fija en alguien que no está mirando el incendio. Mira a los cazadores.

Dexter ya ha visto a otros con su aspecto. Suelen ponerse en los cruces de las grandes ciudades llevando carteles con lemas tipo "El fin se acerca": vestido con ropas donadas la caridad, desaliñado y con mirada de lunático. Bueno, esto último se lo imagina, ya que el hombre está demasiado lejos como para verle los ojos. Sin embargo, lo que sí puede ver Dexter es una pequeña llama rojinegra rodeando su mano derecha. Al darse cuenta de que Dexter le está mirando, el tipo hace un gesto con la mano izquierda y un sabueso infernal se materializa de la nada justo a su lado.

¿Habrá una nueva pelea?...

Siempre me ha resultado curioso como muchos humanos solo parecen acordarse del Señor Todopoderoso cuando están en un momento de presión. Sin embargo, al ver al señor Blake entendí que de no actuar pronto podría terminar viendo a su creador en pocos minutos. -Arthur, estoy aquí. Saldrá de esto, tenga fe.- Le pedí, apresurandome a intentar alzarlo, de ser posible colgarlo sobre uno de mis hombros para poder tener al menos un brazo libre si necesitaba crear de nuevo un escudo contra las llamas. Miré si había alguna otra salida que no hiciera necesario cruzar de nuevo las llamas, y si no era el caso, alzaria de nuevo la cadena en espiral a nuestro alrededor.

No me costó demasiado verlos.

Aquel fuego tenía de natural lo que cualquiera de nosotros de personas normales, y no era solo por su aspecto envejecido y descuidado, como si fuese un vagabundo cualquiera, sino por su actitud, para nada asustado ni tampoco fascinado por el fuego como yo lo estaba

Estaba cerca y de una de sus manos surgía una pequeña llama que desde luego alimentaba el fuego.

Inconscientemente, di un paso para acercarme y entonces, a pesar de la distancia, se percató de que lo estaba observando... haciendo aparecer un sabueso infernal a su lado.

Mierda.

Miré entonces a Scarlett, que estaba a mi lado.

-Scar, mira allí... y no se te ocurra moverte todavía -le dije, señalando con los ojos hacia el hombre y su sabueso infernal, que había hecho aparecer de la nada, y que esperaba que por el momento solo actuase como una especie de guardaespaldas y no nos atacase. Allí había demasiada gente que podía salir herida -. Si actuamos... no sabemos lo que podría ocurrir, pero podría retroceder hasta la furgoneta y embestirle. 

Mientras hablaba, intentaba no mostrar demasiada emoción, algo que no me costaba casi nada, salvo cuando veía la oportunidad de conseguir saciar mi necesidad en breve. Pero no era esa la situación, sino otra completamente diferente.

-¿Puedes atraer su atención separándote de la gente? Lo justo como para que vaya a la furgoneta -le dije, esperando a ver si tenía otra idea mejor, aunque esa casi siempre solía ser atacar de frente.

-Buenos días. Aquí Laura Benmhan de la CMS. Somos del programa "Investigación Real" y... - En ese momento la mujer vio al sherrif y la cantidad de llamas y se acecó a él con preocupación. - Espera, corta James.- Dijo la mujer al cámara y se acercó al agente de la ley. - Sherrif... ya sé que no quiere nada de prensa, pero... Dios... mi mujer está ahí dentro. Es Charlie Peyton Crookshanks, profesora en el colegio y da clases de apoyo en la biblioteca... necesito que me confirme que ella y los niños están fuera y están bien. Creo que hoy tenía clase con seis críos de unos 9 años...

Miré a Dexter. No sabía como había visto el mismo fulgor que yo si estaba mirando a otro lado o eso creía, porque su intención no era entrar en el edificio, en cambio la mía sí... si mi cuerpo me dejaba hacerlo. Por eso necesitaba a Jim lejos, porque no me dejaría entrar aunque frente a la no respuesta a mi beso y a pesar de lo que hablamos antes de encontrarnos con el resto del grupo cada vez mis dudas eran más grandes.

No sería el primero que se echa para atrás después de conversar un rato conmigo y tampoco podía decirle nada. Todos tenemos el derecho de cambiar de opinión... y lo mismo yo pensaba que Jim no me iba a dejar saltar al interior de las llamas y lo mismo acababa empujándome a ello...

- ¿Has oído eso Dexter? No puedo dejar a la mujer y a los niños ahí dentro. Ese tipo y su perro pueden esperar. Además, no puedes derrotarlos, no podemos derrotarlos solos y menos aún delante de toda esta gente. Ten encerrarán por intento de asesinato. Joder, Dex, que no eres nuevo en esto. - Le reprendí ante su idea loca.

Miré a la gente, les veía rezar, pero eso no bastaba. - ¿Quieres hacer algo útil? Coge el megáfono, ponte delante de ellos y hazles cantar algo de la Iglesia. Los rezos no funcionan, pero tal vez los cánticos y su fe realzada por ellos hagan algo hasta que llegue Jim con el cura. - Y apreté mis puños con fuerza y mis ojos brillaron de un tono amarillento durante un segundo. Dexter sabía que había hecho algo.

- Yo distraeré a las masas. Tu coge el megáfono... - Y me subí el cuello cubriéndome la parte baja de la cara, me salté el cordón policial a una velocidad increíble y me metí bajo el agua de las mangueras de los bomberos antes de colarme por la ventana que había visto abierta.

Una vez dentro lo peor no solo era el calor, soportable para mí en aquel estado, sino el humo, que no  me dejaba ver nada. Así que me tocó tirarme al suelo para poder avanzar y reptando a una velocidad pasmosa, comencé a examinar las habitaciones, buscando cualquier cuerpo tirado en el suelo para ver si se podía hacer algo por su vida y recordando siempre que las puertas cerradas en un incendio, no se podían abrir si el pomo estaba caliente y se sospechaba de fuego en su interior... básicamente porque acabaría calcinada.

Aquel lugar se estaba convirtiendo en un auténtico zoo, más que nada porque a los mirones solo les faltaba tener entre las manos un bol de palomitas mientras esperaban ver a alguien ardiendo o simplemente que el edificio se derrumbara. Para mí el fuego era... algo diferente, hermoso, pues destruía y creaba a la vez, desde siempre, en cualquier parte.

Siempre, desde pequeño, me habían fascinado las llamas, con esa coloración rojiza anaranjada, que ondulaban como si una mano invisible las agitara, mientras parecían luchar por despegarse del suelo y ascender por los cielos.

No disfrutaba con sus efectos, tanto como con su aspecto.

En ese momento me llegó la voz de una presentadora, el mejor ejemplo de que el lugar se había convertido en peregrinaje obligado para cualquiera que estuviese viendo la televisión en esos momentos. Despreciaba a los periodistas, que creaban una noticia a costa de cualquier cosa, sin guardar respeto ninguno por nada ni nadie.

Pero entonces, la mujer dejó lo que estaba haciendo para preocuparse por su esposa, llamando mi atención. Una profesora... y seis críos.

-No, no puedes. Y menos tú sola. Así que entraré ahí contigo, me guste o no.

Aunque no me dio tiempo a hacerlo primero, porque Scarlett ya había atravesado las llamas antes de que pudiera hacer o decir nada. 

Maldita sea. Está loca de atar, me dije, envidiando por un instante su determinación, mientras que quedaba fuera, paralizado y mirando a ese maldito y su sabueso.

Miré entonces a mi alrededor y fui a coger el megáfono, que le arrebaté a uno de los agentes de policía. Al hacerlo, me di cuenta de que esa mujer, la periodista, se encontraba a mi lado, y en un alarde de lo que se suponía una persona con cierto grado de humanidad debía hacer, intenté tranquilizarla.

-No se preocupe, señora. Su mujer estará aquí muy pronto, a salvo, y también los niños. Mi amiga ha entrado a buscarlos y le aseguro que cuando se propone algo... lo consigue.

Cogí entonces el megáfono y me separé un poco de ellos para no romperles los tímpanos.

-¡CHARLIE... CHARLIE (no me acordaba del apellido)! ¡LA AYUDA ESTÁ EN CAMINO! ¡DIRÍGETE A LA PUERTA DEL CALLEJÓN! ¡ALGUIEN IRA A POR TI! ¡TU MUJER ESTÁ AQUÍ! ¡NO TE RINDAS!

Casi parecía como si me preocupase de verdad, y en cierta manera, así era. Quizás no lo hiciera por un sentimiento como el que llenaba los corazones de los demás, pero no sentía ningún deseo de ver sufrir a nadie si no obtenía nada a cambio, y hacía ya mucho tiempo que había aprendido que solo en algunos casos, era completamente honorable sentirse bien por ello. Pero no en aquel caso.

Además, Scarlett debía salir también, y ese maldito ángel... a ver si hacía algo útil.

La energía divina sigue protegiendo a Nathanael cuando carga con el humano hacia el exterior. Las llamas rugen como si estuvieran furiosas por no poder cobrarse una nueva víctima.

Ha sido Royce - jadea Arthur - Se ha llevado... el... diario.

Para cuando el ángel llega al exterior, la pérdida de sangre ya ha hecho que el hombre pierda el conocimiento. Aún sin ser médico, Nathanael sabe que Azrael (1) no tardará en reclamarlo.

Mientras valora qué hacer Nathanael nota una efusión de energía sagrada procedente de la entrada principal, destruyendo las malévolas llamas. Sólo la auténtica Fe es capaz de lograr una proeza así.

Al mismo tiempo, una puerta lateral se abre y Nathanael ve salir a un grupo de niños que corren a los brazos de Dexter. Por último salen Scarlett y una mujer que no para de toser. Todos ellos se vuelven después a la puerta principal...

¡No me toque las narices, Benham! - dice Sewall - ¡Los bomberos tienen que hacer su trabajo y no va a ayudar a su novia...!

¡ESPOSA! - puntualiza una medio histérica Laura.

¡...estorbando! - continúa Sewall como si no hubiera escuchado nada - ¡Ahora quédese detrás del cordón o la detengo! - En ese momento nota cómo Dexter le quita tranquilamente el megáfono del cinturón - ¿Pero qué demonios...? ¿Qué está haciendo?

¡AQUÍ! - grita una voz desde dentro del edifico - ¡Por favor, ayuda!

Scarlett sigue la dirección de la voz y entra a través de la ventana más cercana. El hedor sulfúreo es tanto o más sofocante que el calor, pero por suerte su objetivo no queda lejos: una mujer que rodea con los brazos a un grupo de seis niños aterrados. Sin perder el tiempo empuja sin ceremonias  a los niños para que crucen la puerta lateral donde son recogidos por Dexter, que le ha lanzado el megáfono al sheriff como si estuviera jugando a pasar la pelota. Las últimas en salir son Scarlett y la profesora. Pero no acaban ahí las tribulaciones del sheriff: Jim y Bonnie han traído consigo a un hombre con ropas de sacerdote, el cual se dirige muy decidido hacia los bomberos que ya están intentando extinguir el incendio con las mangueras. Y por desgracia, no están teniendo mucho éxito.

¡Pastor! ¡Vuelva a su iglesia!

Sewall se dirige hacia el trío de recién llegados, pero Jim se interpone en su camino.

Déjele hacer, sheriff, o este incendio no se va a apagar nunca - le advierte el leñador.

¡QUÍTATE DE EN MEDIO HOWLETT O SI NO...!

Sewall no llega a terminar su amenaza pues el sacerdote murmura una plegaria, hace caer un chorro de agua bendita sobre la manguera y por último pone su mano sobre la boquilla. El agua parece brillar con una incandescencia blanco-dorada. Las llamas infernales desaparecen incluso antes de ser salpicadas por el agua.

¡No sé lo que está haciendo, pastor, pero siga haciéndolo! - le alienta el bombero mientras avanza con su manguera.

Con los ojos abiertos como platos, Laura deja de abrazar a Charlie para dirigirse a su cámara - ¡JAMES! ¿Estás grabando eso? Dime que lo estás grabando ¡Graba eso por Dios!

El particular método de extinción de incendios de Thirteen Pines no debe ser del agrado del vagabuno, pues tanto él como su sabueso se han esfumado...