Partida Rol por web

Jim encabeza la marcha con Scarlett en la Chevrolet, mientras que Dexter y Jessica los siguen en la furgoneta de éste. El bosque es frío y denso, haciendo que resulte fácil perderse. Sin embargo Jim se conoce el bosque como la palma de su mano y en poco menos de una hora los dos vehículos llegan hasta los restos de la cabaña de Ashton Clarke.

El hedor a azufre aún emana de los maderos a medio quemar. Las ráfagas de frío viento otoñal hacen crujir la estructura debilitada, amenazando con tirar los restos abajo.

En la distancia resuena un aullido. Tal vez un lobo...

Para bien o para mal seguí a Dexter cuando llegó la hora de separarnos luego de terminar el breve intercambio de palabras con Nate. Todavía no lograba comprender lo que pasaba por la mente de mi primo, sin embargo en ese momento casi me pareció como que quería alejarse de mi… pero eso no podía ser, ¿verdad?, es decir, sí que me había encontrado esa situación muchas veces en el pasado al lado de otras personas, pero “Zig” debía ser distinto, de otro modo no me causaría tanto interés, o eso quería creer.

Camino a su ya conocida furgoneta me giré por un instante para ver a mi amiga que por su parte iría con Jim y le dediqué una mirada de complicidad. “A-pro-ve-cha” también aproveché para decirle sin dejar salir mi voz, solo con el movimiento de mis labios, y finalicé mi no muy sutil intervención guiñándole un ojo de forma inoportuna. Ahora sentía que había hecho la buena acción del día.

El camino no tuvo complicaciones más allá de la vibración normal al ir sobre tierra sin asfaltar, por suerte ello no evitó que yo pudiera dedicarme a comer en los silencios que parecían ser la norma al estar con Dexter. Menos mal que no se me atoró ningún caramelo en la garganta, pues no llevaba agua.

Mi curiosidad respecto a lo que nos rodeaba también ayudó a que el viaje se me hiciera corto. Con cada inmenso árbol mudo que dejábamos atrás el soplo frio del aire se sentía como un espectral cántico de bienvenida hacia un lugar sacado de un libro de misterio o de terror. Incluso desde su lugar apartado Jim probó lo bien que conocía el bosque ya que hasta donde pude ver desde la furgoneta el sexy hombre nunca dudó en la trayectoria por la que nos guiaba. Pronto el cadáver oscuro de una cabaña confirmó esa impresión.

—¿Crees que “Scar” haya intentado algo mientras estaban a solas? No parece que le haya dado tiempo, pero no soy mucho de subestimar a la gente, menos a quienes conozco… —sí, busqué de nuevo la plática de mi primo y esta vez con un tema de lo más peculiar, podría decirse que indiscreto. Quizás podría resultarle raro que no le estuviera coqueteando a Howlett, o no, eso no lo podía saber yo, pero de lo que sí estaba segura era de que mi amistad con Scarlett iba más allá de un deseo puntual inspirado por la ancha espalda o los gruesos brazos del guía. Además seguro que ella aplicaría la regla del “yo lo vi primero”.

En fin, que la curiosidad sobre cómo podría darse una relación entre esos dos era más fuerte que mi necesidad de estar en el lugar de Scarlett; tal vez la costumbre de estar sola por mucho me estaba influyendo, o bien me impulsaban los deseos de ver feliz a mi amiga. Fuera lo que fuera terminé por llevar la mirada hacia el conductor de la furgoneta —Lo siento si pregunto cosas extrañas, ¿vale?, es solo que el silencio solo me gusta cuando no tengo compañía. Si estoy con alguien y no hablo, me siento inquieta… —toma allí confesión gratuita y que nadie pidió.

Una vez los vehículos se detuvieron y abrí mi correspondiente puerta el aroma a “huevos podridos” me golpeó directo, tanto así que tuve que cubrirme medio rostro con la mano escondida tras la manga de mi suéter. Afuera el viento se sentía más frío y el ambiente tenía un tinte desolado; sería difícil definir cuál de esas dos cosas fue lo que me provocó un notable escalofrío, aunque tal vez fue una combinación de ambas. Para cuando escuché el aullido mi primera reacción fue mirar a los otros dos cazadores y luego a Jim —Díganme que alguien trajo repelente para lobos… —sarcástica comenté.

—Parece que no podremos estar tranquilos aquí por mucho tiempo, además odio el olor a azufre, me trae malos recuerdos… —expliqué mientras caminaba entre la hierba quemada, misma que crujía levemente a causa de mis pasos. El mentado sonido se unió pronto al que provocaba el viento al entrar y salir de la casa, lo que hizo imposible que hubiera silencio durante mucho tiempo.

 —Hora de hacer magia… —finalmente dije una vez me situé en un punto a medio camino entre las furgonetas y la cabaña. Puede que Dexter y Scarlett supieran a lo que me refería pero lo dije en voz alta para que Jim también se enterara. Enseguida extendí las manos, cerré los ojos y suspiré hondo. Lo siguiente ocurrió solo desde mi perspectiva, en mi mente:

Concentrada en el aroma a azufre y en la frialdad del viento intenté visualizar la cabaña en mi imaginación pero no en su estado actual, sino el anterior. Muchas veces la aparición de una criatura sobrenatural dejaba trazas escondidas a los ojos normales o bien que resultaban mucho más obvias en lo metafísico, y estas tardaban más en borrarse si es que lo hacían⁽¹⁾, pues bien, yo estaba buscando precisamente ese tipo de pruebas o señales ya que si tenía suerte podría terminar no solo confirmado a qué tipo de ser perseguíamos, sino cómo exactamente se había implicado en la tragedia de Ashton⁽²⁾.

Mientras tanto en el exterior el viento cercano parecía arremolinarse en torno a mí. No lo estaba controlando, más bien era una reacción al despliegue de mi concentración, una reacción de lo natural a una intromisión de lo que está más allá de sus leyes…

Para mí estaba claro que Scarlett le tenía echado el ojo a aquel hombre con aspecto de leñador. Demasiado músculo y demasiada hambre en los ojos de Scarlett. Seguramente por eso, porque Jessica también lo vio, finalmente ambos volvimos a la camioneta y les seguimos.

Nunca entendería la satisfacción que les producía aquello, pero ya sabía desde hacía tiempo que yo no era lo que se podría llamar "alguien normal" y que había emociones que simplemente no formaban parte de mí. Era capaz de crear lazos y aunque me estaba costando hacerlo con mi prima, tenía la sensación de que podía conseguirlo, pero no sin trabajo y unas cuantas concesiones por mi parte.

Por parte de ella también, porque debía resultarle de lo más incómodo estar a mi lado.

Pero no podía actuar de otra manera. Sencillamente, no era capaz.

La camioneta aguantó bien el camino. Íbamos botando pero eso evitaba tener que hablar de algo, lo que siempre me ponía más que nervioso, en un compromiso del cual unas veces salía mejor que otras. No evitó, sin embargo, que oyese el sonido de los caramelos que tomaba Jessica y mareaba dentro de la boca, y que se volvían tan repetitivos que resultaban molestos.

Normalmente podía soportar esa clase de cosas pero no cuando hacía tanto tiempo desde la última vez que no cazaba. Eso hacía que estuviese más sensible de lo habitual y también que mi "pasajero oscuro" lanzase ideas a mi cabeza que me obligaba a disimular y hacían más complicado para mí resistirme a él.

En uno de esos momentos me volví hacia ella y me imaginé a mí mismo deteniendo el vehículo y acuchillándola hasta la saciedad, lo que me hizo perder de vista el frente y tener que hacer una pequeña corrección en el vehículo.

Como para demostrar que no había ocurrido nada grave, la miré y mostré una de mis sonrisas que esperaba lo dejase todo como estaba, pero todavía podía sentir en mi interior aquella sensación que tanto deseaba, la que experimentaba cuando por fin acababa con la vida de alguien.

Afortunadamente, no tardamos mucho en llegar a la cabaña. Tenía un aspecto bastante tétrico y es que había quedado bastante destruida a causa del fuego. Me quedé un momento mirándola desde donde estábamos cuando oí entonces la voz de Jessica, que parecía estar en esos momentos más pendiente del coche que teníamos delante que de la cabaña.

-¿Eh? Pues... no sé -le respondí, encogiéndome de hombros. Si no lo había hecho sería porque no había tenido tiempo, como había dicho Jessica, o quizás porque solo estaba preparando el terreno para más tarde -. Creo que quizás cuando volvamos intente hacer algo... con ejem... con él.

No tenía ninguna costumbre de hablar de esas cosas y me sentía un poco estúpido haciéndolo, pero parecía que Jessica lo necesitaba. Por suerte, Jessica parecía comprensiva respecto a cuánto me costaba hablar, y así me lo dijo.

-No tiene importancia -mentí, siguiendo la directriz principal que me había marcado mi padre de no reconocer jamás algo que podía crearte problemas y aquello entraba dentro de ella.

En cuanto abrimos las puertas, el olor a azufre nos inundó por todos lados, confirmando seguramente que aquello no tenía nada de natural. Jessica se cubrió la nariz para evitar olerlo pero yo estaba ya acostumbrado y no me molestaba. De hecho, hasta me excitaba, puesto que significaba que me encontraba un poco más cerca de mi objetivo.

Avancé seguro y cuando oí el aullido y el comentario de Jessica, me volví hacia ella preguntándome si lo había dicho en serio o no.

-¿Tenía que haberlo comprado? -pregunté, por si acaso.

No tardamos en acercarnos un poco más y entonces, Jessica se detuvo para hacer magia, como ella decía, que no era otra cosa que intentar ver en su cabeza lo que había ocurrido, las sombras del pasado mezcladas con el presente. Aquello me fascinaba, y aunque prefería las aproximaciones más directas, tenía que reconocer que era una habilidad única.

Mientras tanto, comencé a caminar hasta acercarme al borde de la cabaña y entonces, me moví a su alrededor, describiendo un círculo y examinando el terreno y el interior desde donde me encontraba.

Al subir en la pick up mi corazón se aceleró de nuevo al verle acceder al asiento del conductor. Aquellos hombros, aquellos brazos, me moría por dentro por retirarle la camisa y ver que encontraba debajo. Bueno, no solo la camisa pero prefería no pensar en nada más.

Le sonreí tímidamente por como habían transcurrido las cosas con mis compañeros y con mi propio comportamiento. - Buenos pues... ya has conocido a los más sociables del equipo... - Si es que a Dexter se le podía llamar sociable. Al menos estaba ahí cuando le necesitaba y cada uno teníamos nuestra manera de hacer las cosas. Yo no me metía en las suyas a la hora de cazar y él tampoco en las mías. Y es que llegado el momento, esa necesidad de matar se disparaba en mí. Era como si acabando con cada criatura recuperase un pedacito más de mi familia.

De esos pedazos esparcidos por toda la casa.

Miré por la ventanilla en silencio, tratando de contener las lágrimas al recordarles tal y como les encontré. Aquella imagen no se borraría jamás de mi mente hasta que no diese con aquel demonio y le hiciese pagar por ello. Mi mano se aferró al colgante del cuello, uno que se veía claramente que era un pequeño frasco con sangre dentro. El pequeño detector que me daría la venganza. Y mientras Jim conducía en ese momento en silencio, yo solo pensaba en que esperaba que el amuleto reaccionase y me indicase no solo que estaba ahí, sino donde encontrarle escondido.

Pero sabía que las probabilidades de que eso ocurriese eran más bien pocas, pues hacía mucho que le había perdido el rastro y mis obligaciones como cazadora eran prioritarias. Más cuando me había encerrado en aquel mundo y eso me hizo volver a mirar a Jim. Desde que le conocí, había reído y sonreído más que en estos cinco últimos años seguidos. Me había hecho hablar más de lo normal... dejar de ser tan seca.

- Piensa que le vas a tener de guía hasta la casa de Clarke y ya está, salvo que tengamos que volver al bosque. Así que esto es solo pasajero y se te pasará enseguida, Scar. - Me dije a mí misma usando el acortamiento de mi nombre o el apodo según otros, que me había puesto Jessy.

- Jim. - Dije por fin rompiedo el silencio. - De verdad que lamento haberte excluído así  de la conversación antes. Sabía que estabas ahí y de hecho lo conté todo para que supieras, al  menos en parte, como funcionaba esto para entrar, por así decirlo. Normalmente se capta a los cazadores de adolescentes. Como dicen los que se dedican a eso, ven el potencial y tratan de sacarlo. Si lo logran, les enseñan cada vez más hasta que obtienen un mentor. No todos lo logran, algunos se asustan y deciden no seguir, otros son rechazados. Y ya te conté mi niñéz. No tenía amigas. De hecho Jessy es mi única amiga.

» A lo que iba. No se suelen coger a hombres adultos, ni a mujeres, salvo que se vea que realmente tienen eso que se necesita y que al menos andan preparados como tú podrías estarlo. Aunque bueno, quizás andes algo oxidado. - Bromeé al final metiéndole de lleno en el asunto. - Bueno, no, creo que después de lo ocurrido en tu casa, si estás algo oxidado. - De la broma me metí con él directamente recordando como mi miraba al ver que había perdido. - Pero la verdad es que lo hiciste muy bien para lo que esperaba.

Durante el viaje me quité los guantes y me recogí el pelo. Era más cómodo pelear sin que se te metiese un mechón en uno ojo.

Al llegar al lugar el golpe en la nariz del olor a azufre me hizo tapármela con la mano. Entonces Jessy hizo aquel comentario. - A la que le trae verdaderamente malos recuerdos es a mí. - Le dije a la mujer y miré mi amuleto, por si señalaba algo... nada.

Miré a Jim. - Será mejor que te pongas el chaleco y cojas las armas que trajiste. Tanto olor a azufre, este no es un lugar seguro. - Y miré a Jessy que comenzó a concentrarse mientras que Dexter buscaba en el exterior algo que le diese alguna pista. Yo saqué mi katana. Las sonrisas se habían esfumado de golpe en mí, las frases eran más concisas, más secas. Estar allí me había hecho volver a ser la Scarlett de siempre, no la que había perdido la cabeza por un hombre y estaba tonta con él. Sino la cazadora que era y debía ser. - En un lugar como este ya debería haber desaparecido el olor, si es que persiste... es que vas a ver a un demonio. - Le dije con seguridad y es que aquel olor solo indicaba eso.

El Infierno.

Cuando volvió le miré a los ojos. - Si ves que te supera, pégate a mí. No todos estamos hechos para esto. Y ahora piensa en que esto es una emboscada. Debemos proteger a Jessy mientras está en este estado y estar alerta. Por Dexter no te preocupes, sabe cuidarse solo y si nos necesita ya gritará. - Y comencé a mirar a nuestro alrededor, buscando entre la maleza con la mirada, que o quien podría atacarnos.

Y dejé de preocuparme por Jim, para centrarme en lo importante. Que no nos pillasen desprevenidos.

La mente de Jessica se armoniza con la magia que se realizó sobre la cabaña. Al hedor del azufre se añade el del fuego infernal, un fuego maligno increíblemente difícil de extinguir por medios mundanos. Sin embargo hay zonas que el fuego no pudo tocar en las que Jessica nota trazas de poder divino. Alguien debió usar o bien magia cuyo poder procedía del Cielo o algún tipo de objeto sagrado. Tal vez agua bendita.

Ahondando más en sus sensaciones, Jessica empieza a ver pequeños ojos fantasmales flotando alrededor de la casa, entrando y saliendo de ella como si buscaran algo. El mismo ser que lanzó las llamas infernales también usó aquí algún tipo de magia de búsqueda. Por desgracia este conjuro no le permite saber si encontró lo que buscaba o no.

Por último, una serie de huellas rojas se marcan en la entrada de la cabaña, alejándose de ésta en dirección al bosque. Por un momento el rastro se dirige de vuelta hacia Thirteen Pines, pero pronto se desvía por un camino de tierra...

Jessica está perdida en su ensoñación mágica y Scarlett sólo tiene ojos para Jim, que en este momento se está colocando un chaleco de kevlar. Dexter no tiene esas distracciones. Su instinto de cazador se activó en el momento en que escuchó el aullido. Dexter ya había oído aullidos de lobo antes, y desde luego eso no era un lobo.

Por eso no se sorprende demasiado al ver a las extrañas criaturas que rodean la casa y que parecen muy interesadas por la magia de Jessica. Son cuadrúpedos achaparrados similares a perros cuyos ojos y entrañas están iluminados por un inquietante fulgor rojizo. Tienen algo de pelo en la parte de la cabeza, pero el resto de su piel es un pellejo coriáceo de aspecto aceitoso. Tienen grandes colmillos afilados en las fauces y patas rematadas en garras curvas como guadañas. Se mueven en círculos en torno a la cabaña, esperando el mejor momento para atacar. Dexter llega a contar hasta seis de ellos moviéndose en la espesura...

Sí, señora - Nada más bajar de la furgoneta Jim se coloca el chaleco de kevlar, se cuelga el hacha de la espalda y comprueba que el fusil está cargado y a punto para disparar - Si voy a ver demonios necesitaré echar mano de todo mi arsenal - Del baúl de herramientas saca también una pistolera que se cuelga de una pierna.

Una vez pertrechado se queda mirando la cabaña de Jim y a Jessica y sus ojos en blanco mientras sintoniza con las energías mágicas del lugar.

¿Qué está haciendo?...

El monstruo más vulnerable es uno que ha conseguido llegar sigilosamente hasta la casa y que ahora mismo tiene los ojos puestos sobre Jessica: un disparo sobre la estructura de la casa hará que ésta se le caiga encima, atrapándolo.

Sin embargo estas criaturas son sobrenaturales. Balas y cuchillos podrán ralentizarlas pero no detenerlas, por lo que mientras no tengan el equipo adecuado lo mejor es evitar el combate...

Me percaté de ellos enseguida.

Había dejado a Jessica intentando detectar la magia que pudiera haber alrededor de aquella zona y a Scarlett pendiente sobre todo de Jim, mientras me dedicaba a explorar los alrededores de la casa, y aquel aullido ya me había hecho ponerme en estado de alerta, sobre todo porque no me parecía que fuese un lobo sino... algo más.

Así que no tardé en distinguir las figuras que había alrededor de la casa, animales grandes, encorvados y con enormes hocicos acabados en grandes y peligrosos colmillos, aunque eran sus ojos rojos los que cautivaban mi atención, pues parecían determinar su origen demoníaco.

Sus movimientos eran casi calculados, como si actuasen al unísono, demostrando que atacaban en manada y de forma organizada, y el hecho de que fueran seis dejaba claro que íbamos a tener problemas en cuanto se pusieran en marcha.

Sin duda alguna mi pasajero oscuro estaba satisfecho, pues podría dar rienda suelta a todo su repertorio, pero me sorprendí a mí mismo echando un rápido vistazo a los demás, que parecían no haberlos visto aún.

-Eh, chicos. Será mejor que volváis a los coches. Muy despacio, hasta que de la señal -dije en un tono no demasiado elevado para no llamar su atención, pero sí lo suficiente como para que ellos me escucharan.

Entonces vi que uno de ellos había entrado en la casa y tenía la mirada puesta en Jessica. Aún estaban actuando agazapados, esperando el mejor momento para actuar que como depredadores sabían era siempre cuando entrásemos en pánico y perdiésemos la oportunidad de defendernos.

Pero eso no iba a pasar.

Me di cuenta de que la estructura de la casa estaba en malas condiciones y de que disparando sobre ella, podía dejarla atrapada y así ganar algo de tiempo para que todos pudiésemos escapar. Una parte de mí deseaba confrontarlas directamente y todavía existían muchas posibilidades de que así lo hiciera, pero no estaba todavía tan desesperado como para dejarme arrastrar a un enfrentamiento que estaba perdido de antemano, así que torcí el rostro en una media sonrisa, apunté... y disparé a las vigas.

-¡AHORA! 

Por desgracia, disparé y fallé, y lo único que hice fue conseguir que todas las bestias se abalanzaran hacia nosotros con rabia, directamente a través de la casa y por cualquier lugar posible.

-Oh-Oh. 

Sin perder tiempo, empecé a retroceder mientras apuntaba de nuevo para disparar.

Mientras viajábamos llegué a notar la intensa mirada de Dexter. Honestamente tener sus ojos encima me provocó escalofríos pues se sentía como si me perforaran, ¿acaso estaba intentando decirme algo, acercarse más?

La sonrisa que a ello siguió impulsó todavía más mi teorías. Yo ya sabía que mi primo no era precisamente el mejor para expresarse, sin embargo pensé que sería malo dejar pasar su gesto como si nada…

…así que se la devolví apenas tragué el caramelo que llevaba en la boca. Vaya familia feliz que éramos.

Un rato después, luego de confesar una de mis debilidades, sentí como que habíamos vuelto a reducir la distancia emocional entre nosotros, pero al mismo tiempo cierto grado de incomodidad seguía presente en ambos. Menos mal que el viaje no duró mucho más.

Ya en el exterior miré incrédula a Dex cuando contestó acerca del repelente y ya que me había dejado sin palabras simplemente asentí a su pregunta tratando de mantenerme seria. La forma en que habló mi primo complicaba demasiado el decirle que estaba de broma, ¿y si se lo tomaba a mal? Al fin y al cabo a veces la gente me reclamaba cuando no medía mis comentarios…

Con Scarlett vino una especie de confirmación, pues luego de mi queja escuchar el recordatorio de que mi vida no era la peor me hizo sentir culpable. Ante eso no podía ni debía bromear, así que simplemente asentí. —De cualquier forma la prisa es genuina, y más si “eso” llega a reaccionar —miré el amuleto que ayudé a fabricar. Con lo importante que era la venganza para mi amiga supuse que en dado caso no querría perder el tiempo jugando a los niños exploradores.

Al concentrarme en lo mío las voces del resto se fueron difuminando entre mis pensamientos; pronto imágenes que no presencié pero que era capaz de captar llegaron a mí, y con ellas las certezas que buscaba. Cuando estaba en esa especie de trance el tiempo se me iba volando y no podía estar atenta al exterior, así que un mínimo de cuidado por parte de mis compañeros me venía genial.

Tras grabarme la dirección de las huellas rojas “desperté” con la voz de Jim como fondo. —Adivinar, le dicen, aunque yo prefiero llamarlo “armonía con el pasado”, grandote —contesté todavía afectada por una especie de somnolencia que siempre me embargaba por unos segundos, resultado quizás de los esfuerzos de mi mente para volver a la realidad. Fue entonces que Dexter llegó con información no muy linda de escuchar, y menos luego de ver lo que yo.

Lentamente voltee hacia donde veía mi primo, nerviosa no solo por lo que podía estar allí, sino porque eso mismo había hecho reaccionar al frío cazador. Su grito me hizo estremecer mientras que verlo fallar el disparo inspiró un vacío en mi vientre. —¡Mierda, sí que debimos haber traído el maldito repelente! —grité.

Resultó que los atacantes nos rodeaban e iban en manada hacia nosotros. Yo no era una guerrera como Scar, ni siquiera una mujer de acción… pero no había sobrevivido tantas veces al peligro sin tener mis propios métodos. Retrocedí entonces junto a Dexter pero luego de unos pasos me agaché para alcanzar dentro de mis pantalones, allí donde llevaba escondido mi cuchillo ritual de punta roma y cuestionable dureza; aun con todo lo saqué y lo empuñé hacia el piso…

—¡Glacies Castellum! —grité mientras con mi mano libre iba trazando líneas invisibles en el aire, movimientos que parecían querer inspirar la imagen de algo emergiendo de la tierra misma e interponiéndose entre la jauría infernal y nuestra seguridad. Pronto mi conjuro tuvo efecto y del suelo emergió un grueso muro hecho de hielo que debido a su pureza se asemejaba al cristal, solo que mucho más resistente. La pared creó una separación entre los monstruos y nosotros, aunque no impedía que Dexter pudiera disparar hacia donde intentó antes. Si los "perros" querían alcanzarnos tendrían que enfrentarse a mi defensa.

Nuevamente hice gala de que lo mío no eran las emboscadas y pronto aparecieron esos lobos con los ojos rojos, tamaño antinatural y cuerpo deforme.Al menos el aviso de Dexter llegó pronto y yo ya estaba preparada para el combate, al igual que Jim. - No son demonios como te dije, pero sí lobos demoníacos. ¿Leíste algo de ellos en los libros de Clarke? - Le pregunté a Jim al tiempo que veía como Jessy corría junto a su primo.

Combate por parejas, para ser en campo abierto no era mala idea.

Ví como nos miraban... no tardarían en saltar y Dexter dio el pistoletazo de salida.

- Espalda con espalda Jim y nos movemos en el sentido de las agujas del reloj. - Y saqué dos dagas arojadizas de mi guante, solo tuve que sacudirlo un poco y se deslizaron por mi mano. Le puse una de ellas a la altura del cuerpo de Jim para que la viese y la cogiese antes de disparar. - Guárdala. Si te agarra uno es más fácil quitártelo de encima con esto que con otra cosa. Con tu fuerza les podrás atravesar el cráneo con facilidad con ella. - Le dije convencido al soldado. - Y nada de señora. Soy Scarlett. Lo último que me gustaría es que acabases llamándome de usted.

Aún estaban lejos, así que aproveché para lanzar la segunda daga a uno de ellos centrándome en su cabeza. Él único problema era que se movían ya demasiado rápido y las posibilidades de fallar eran altas, pero prefería herirlo o derribarlo antes de que llegase a tener que pelear con más de uno cuerpo a cuerpo.

Y la daga llegó a su cuerpo y se hundió en su enorme chepa, pero él llegó a mí y le metí el brazo izquierdo en la boca. Mi guantalete debería aguantar parte del daño que me hiciese, hasta que controlase el dolor y le golpease con mi katana. Sólo un golpe lateral y si no se escapaba antes, le trincharía como un pavo.

Dolía, pero para eso me habían entrenado de pequeña, para saber controlar el dolor. Era una Van Helsing y debía hacer gala a mi apellido y al renombre de mi familia.

Dexter dispara contra la estructura de la casa, que cruje ominosamente antes de venirse abajo. Parte de los escombros caen sobre un sabueso infernal que estaba en el interior. Aunque el monstruo sólo es retenido durante un segundo, es tiempo suficiente para que Jessica levante su muro de hielo, que se cubre de una telaraña de grietas cuando el demonio se estampa contra él. Pero el disparo ha atraído a más criaturas que se abalanzan sobre el grupo. Uno de ellos salta sobre la hechicera, quedando atrapado en el hielo cuando se forma el muro. Aunque el monstruo no llega a morder a Jessica sí que le inflige un zarpazo superficial en un hombro (1)

Scarlett y Jim se ponen espalda contra espalda. La daga de la mujer surca el aire clavándose en el lomo de un demonio, pero éste igualmente se lanza sobre ella mordiéndole en un brazo. El hedor de su aliento es vomitivo. (2)

¡Ahí viene otro! - Jim vacía medio cargador de su rifle de asalto sobre otra criatura, que le araña el pecho y las piernas antes de caer al suelo con el cuerpo lleno de agujeros (3) - ¡Son sabuesos infernales! ¿No se supone que sólo puedes verlos cuando alguien los envía a por ti? (4)

Otros dos demonios salen al encuentro de Dexter con los colmillos al descubierto.

Scarlett nota el móvil vibrando en su bolsillo. Alguien le ha enviado un mensaje...

Quedar separados entre los enemigos no era el mejor escenario, sin embargo tampoco negaría que por lo menos no estábamos tan mal como podríamos. Incluso tuve esperanza cuando el disparo de Dex comenzó a causar su efecto y eso me dio tiempo para terminar mi hechizo.

—¡Toma eso! —dije triunfal, casi burlona cuando el chucho quedó atrapado. —Primo, ¿estás bien? —en seguida pregunté a Dexter —¿¡Y ustedes!? —luego a mi amiga y a Jim, aunque la plática entre ellos y los balazos sugerían que al menos seguían en combate.

Cuando me percaté de que había más criaturas retomé los movimientos con mi mano libre pero esta vez creando una especie de circunferencia a mi alrededor. —En este lugar se utilizó magia divina para contrarrestar un poder demoníaco, también utilizaron un hechizo para buscar. Estos perros, me temo, no están solos… “algo” se fue hacia el bosque, he visto sus huellas rojas… —revelé de pronto. Aquel quizás no era el mejor momento para decir lo que me había mostrado mi adivinación, no obstante quería que el resto de mis compañeros estuvieran advertidos. Quién sabe cuántas criaturas de esas podrían llegar si no nos apresurábamos a salir de allí.

Terminé por girar para mirar hacia donde estaba mi primo aunque sin dejar por completo de estar pendiente del perro que todavía tenía atrapado —¡Glacies Castellum! —grité tras unos segundos, luego mi mano se desvió hacia arriba para imitar nuevamente el movimiento de algo surgiendo, solo que esta vez el muro de hielo debía salir entre Dexter y las bestias acechándolo, con ello pretendía proporcionarle unos segundos para hacer su movimiento.

Siento como los colmillos atraviesan mi protección del brazo, duele al notar como atraviesa mi piel y perfora mi carne, pero no me voy a rendir ante esa cosa venida del infierno. Mientras se mantiene entretenido con mi brazo, aprovecho para golpearle con la katana, cortando piel y carne a mi paso.

El llanto del lobo demoníaco me indica que le hice daño, pero sigue sin soltarme.

- Veo que sí leíste y aprendiste algo de esos libros. No te equivocas, alguien nos los ha enviado. - Dije a Jim sabiendo que era así. - Por lo tanto no estamos solos. Ya te dije que olía demasiado a azufre...

Los disparos de Jim no me dejaron escuchar a mi amiga ni a Dexter, pero les vi juntos y con un buen muro de hielo, así que no debía preocuparme por ellos, al menos por el momento.

- ¿Quién demonios me envía un mensaje ahora? Pues tendrás que esperar, seas quien seas...

- Vamos Jim, pregunta de exámen. ¿Qué hace falta para matarlos de una vez por todas? - Le pregunté al hombre cuando detuvo un segundo la ráfaga de disparos al tiempo que sentía como aquel sabueso infernal apretaba con más fuerza en mi antebrazo.

¡Armas bendecidas! - ruge Jim al darse cuenta de que el demonio al que había "matado" vuelve a levantarse. Su ráfaga se pierde entre los árboles cuando el demonio lo derriba y empieza a morderlo, rociando el suelo de sangre - ¡Quitádmelo de encima! (1). Pero Scarlett tiene sus propios problemas. Aunque su hoja marca un profundo tajo en el costado del demonio éste aún consigue asestarle un zarpazo en una pierna (2)

Dexter analiza la situación. Las balas no son suficientes para matar a los monstruos y el hielo de Jessica sólo los contiene. Por un momento mira fascinado al monstruo al otro lado del muro de hielo, recreándose en todos los detalles que lo convierten en un arma viviente. Vale, son antibalas ¿Por qué no probar algo más contundente? Quizá arrollarlos con la furgoneta. Como mínimo debería ser divertido. Con una rápida carrera llega hasta la furgoneta, subiendo de un salto y arrancando el motor antes de sentarse - ¡Id subiendo!...

Nathanael se materializa junto las ruinas de una cabaña quemada, pero eso no es lo importante. Los aullidos y rugidos de una jauría de sabuesos infernales llena el aire, y lo peor es que Bonnie no ha aparecido junto a él. El ángel no tarda en localizar a las presas de los demonios: Jessica está conjurando sus muros de hielo para contenerlos. Un brazo de Scarlett sangra por los mordiscos de un demonio. Tras ella un humano desconocido ha sido derribado al suelo y está intentando quitarse a un sabuesos de encima propinándole fuertes culatazos con su rifle de asalto. Dexter, por su parte, ha aprovechado la cobertura de uno de los muros helados de Jessica para subirse a su furgoneta y arrancar el motor.

Y huir sería la opción más lógica. Sin armas sagradas es sólo cuestión de tiempo que los demonios los acaben matando. Lo más curioso es que estos demonios sólo pueden ser vistos por ángeles y por aquellos a quienes han sido designados como sus presas.

La pregunta es ¿Quién los ha enviado?...

-Mierda.- Mascullé al ver lo que estaba ocurriendo. -Mierda, mierda.- Repetí al darme cuenta que había llegado solo. ¿Donde había quedado Bonnie? Eran dos terribles problemáticas una junto a otra. Pero en este momento, la más acuciante era esa que tenía antes mi. Hellhounds. Enviados por alguien, o algo. El "quien" tendría que esperar, pero si los cuatro allí frente a mi podían verlos, es que alguien se había sentido amenazado por ellos. Alguien con quien hubieran estado charlando, inquiriendo...

No es tiempo de pensar, sino de actuar. Avancé hacia las criaturas, moviendo mi mano izquierda en un par de giros, y al segundo siguiente la estire hacia adelante, revelándose con una luz incandescente un látigo incandescente, con púas como agujas sobresaliendo de su superficie. -¡Atrás, bestias impuras! ¡Pérfidas alimañas, despojos macilentes del siete mil veces setenta traidor! ¡Atrás!

- ¡Premio! - Exclamo orgullosa por él y por tener mis armas benditas, precisamente para evitarme estos males.*

Escucho a Jim disparar de nuevo sabiendo que no lo va a matar y de golpe siento que su espalda no está contra la mía. El golpe que iba a asertar al perro del demonio lo freno en seco al escuchar a Jim pedir ayuda. Mis recuerdos vuelven a mi cabeza, aquellos que me atormentan cuando duermo. Esos que jamás podré borrar de mi memoria porque no pude proteger a mi familia, pero sí podía proteger a Jim.

A pesar de tener al maldito animal atacándome y habiéndome herido en la pierna, logro girarme al tiempo que oígo a Nate gritar y sonrío. Aquellos demonios ya están condenados.

Alzo con rabia mi katana por encima de mi cabeza y mi golpe es preciso, tanto que la hoja de mi katana corta parte del cráneo del perro demoníaco que está sobre Jim**.

Aunque mi gesto me deja en clara desvenaja frente a mi oponente, al menos se que Jim está bien. Herido pero libre y solo me queda quitarme del medio al que me está dejando el traje para tirarlo. - Tengo que reforzar la armadura si quiero seguir haciendo estas locuras. - Pero no podía dejar a Jim así... No podía cargar con más inocentes en mi conciencia.

No podía dejar morir a ese hombre que tanto me atraía como para jugarme la vida por él.