Partida Rol por web

La puerta de la Capilla se abre y en el umbral aparece un hombre joven. Va vestido con una cota de mallas cubierta por un uniforme de la Orden del Templo, por lo que podéis suponer que se trata de uno de los Filos del Uno, los guerreros protectores de la Fe que iniciaron la Guerra que asoló Tri-Kazel hace décadas.

La espada del hombre cuelga envainada en su cadera y, aunque mantiene las manos próximas a la empuñadura, no hace ningún amago de desenvainarla. De la misma forma, tiene su escudo al alcance de su mano, pero no lo lleva embrazado.

- Bienhallados seáis, viajeros. - Parece titubear un momento, pero pronto consigue dominar su nerviosismo y continuar con voz más firme. - Me llamo Urvan. Por favor, no os asustéis. Mis compañeros y yo hemos venido en peregrinación a la capilla de Santa Nyline, pero hemos encontrado el lugar vacío. Además, Gowan… No ha resistido los rigores del viaje a pesar de los cuidados de Jaber. Os lo ruego, decidme que venís con buenas intenciones.

Por encima de su hombro podéis ver otro hombre, algo mayor y menos fornido que el propio Urvan, ataviado con una túnica que le cubre hasta los pies y que le identifica como un sacerdote del Templo. Parece estar desarmado, aunque sus ropajes tienen suficientes pliegues como para poder ocultar un arma corta con facilidad.

En ese momento, la puerta de la capilla se abre. De su interior sale un hombre joven, ataviado con los hábitos de la fe del Uno. Sin embargo, a pesar de que su credo es distinto al mío, y muchos opinarían que rival, no me despierta hostilidad alguna. El joven, aunque armado, no parece tener la menor intención de agredirnos. En cambio, se dirige a nosotros con amabilidad, informándonos de la muerte de su acompañante. Tuerzo el gesto cuando atribuye el fallecimiento a vicisitudes durante el viaje; ¿acaso no venían desde la atalaya?

—¿No habéis pasado por la atalaya cercana? —pregunto, casi como un eco de mis propios pensamientos—. Allí ha habido una… —¿Qué ha habido exactamente?—. Ha pasado algo. ¿No sabrás nada, por casualidad?

Liam esperó hasta que las presentaciones hubieron concluido y quedo claro que ninguno iba a convertir aquello en un duelo.

- ¿Alguien necesita asistencia médica?- Preguntó el joven teniendo bien claro que eso era más imperativo que las respuestas.

El gigante se dirige a mí en primer lugar, preguntándome acerca de la atalaya.

—De hecho, vengo de allí —asiento temeroso—. Gowan es… era un guardia que servía en la defensa de esa atalaya. Cuando llegamos, él era el único ser vivo que quedaba allí. Estaba malherido, y decidimos traerlo a este templo con la esperanza de que los monjes atendieran sus heridas. No esperábamos encontrarlo desierto… —Bajo la vista al suelo, luchando por contener las lágrimas—. Por el camino, nos habló del ataque que él y los otros hombres habían sufrido. Feondas. Se los llevaron a todos a rastras, bajo tierra. Y ahora Gowan está muerto. No hace ni cinco minutos. Solo hemos podido improvisar unas exequias para honrarlo. —Miro al joven de cabello rubio, en respuesta a su pregunta—. Me temo pues que la atención médica llega tarde.

Lanzo un profundo suspiro, sin saber muy bien qué más añadir.

Feondas... Esa es la palabra que pronuncia el guerrero sagrado.

-¿Qué forma exacta tenían? ¿Os lo contó?-Los feondas tenían muy diversas formas, esa era una palabra muy general.

-Nosotros nos dirigiamos a la aldea cercana. Fijandonos en las huellas es posible que esos feondas se dirijeran hacia allí. Paramos aquí para dormir...y aparecisteis vosotros- Ean le dedicó una sonrisa- Mi nombre es Ean. El grandullón es Mòr y el “curandero” es Liam. Las chicas son Arven e Yldiane.

Ean, sin soltar el arco miró alrededor.

-Así que ¿esto también está vacío? ¿Lo habéis registrado? ¿Signos de lucha?

Podría ser que los Feondas hubiesen llegado aquí?

El gigante vuelve a hablar con una gentileza que contradice su imponente aspecto físico. Poco a poco, mi preocupación inicial va dando paso a un genuino interés por los asuntos de estos recién llegados. Parece que tienen la intención de investigar el misterioso ataque a la atalaya. Los motivos que puedan tener para hacer tal cosa se me escapan. ¿Realmente son conscientes del peligro que correrían?

—¿Decís que vais a la aldea de Varn? —digo con una mueca de incomprensión—. ¿En busca de lo que sea que mató a esos hombres? ¿Con qué objetivo? —Sacudo la cabeza con la preocupación dibujada en el rostro—. Por favor, ayudadme a entenderlo. —Miro al grupo con mayor detenimiento. Mòr y Ean parecen combatientes capaces, pero Liam tiene aspecto de sentirse más cómodo con un libro entre sus manos que con una espada. En cuanto a las mujeres… ¿Quién sabe? He visto guerreras muy capaces entre los Filos del Templo, mucho más de lo que yo seré nunca. Pese a todo, dudo que un equipo de cinco personas triunfe donde toda una guarnición fue masacrada. Afortunadamente, parece que tienen la intención de pasar la noche aquí. Tal vez recobren el sentido común después de pasar unas horas con el Dios Único. Me hago a un lado para permitirles la entrada cuando escucho el comentario de Mòr sobre nuestras respectivas creencias—. ¿Y qué son los distintos credos, sino lenguajes diversos que tratan de explicar una misma realidad? Donde uno no llega, puede hacerlo otro. A veces ninguno es eficaz, y debemos mirar en nuestro interior para hallar la verdad. —Miro a Mòr con los ojos brillantes, repentinamente inspirado por mis propias palabras—. Estoy convencido de que en lo importante somos iguales.

El hombre de más edad, que había permanecido a la espalda del guerrero de los Filos, sonríe con un gesto de suficiencia y se coloca al lado de Urvan.

- Por favor, pasad dentro... - dice con un gesto acogedor. - Es un lugar mucho más cómodo que el umbral de la puerta. Sobre todo si vamos a discutir de teología - añade levantando la mirada para encontrarse con los ojos del enorme ionnthén.

El interior de la Capilla está en mejores condiciones de lo que habríais esperado. El tiempo parece haber respetado bastante bien el lugar, que sencillamente está lleno de polvo y telarañas, pero parece haber soportado bien las inclemencias del clima pese a no haber estado habitado en mucho tiempo. Algunas de las vidrieras se han roto durante las últimas décadas y sus trozos aún pueden verse en el suelo, pero las tres filas de bancos de madera se mantienen bastante bien, aunque no podríais decir por qué la carcoma no se ha cebado en ellos de la misma manera que en el cobertizo exterior.

A pocos pasos de la puerta, en dirección opuesta al altar, un bulto en el suelo llama vuestra atención casi inmediatamente. Junto a lo que parece el petate de los viajeros de Gwindre hay un cuerpo completamente tapado por una manta. Por supuesto, está completamente inerte, así que sin duda se trata del guardia de la atalaya que, según Urvan, falleció al poco de llegar aquí.

-Como dice mi gran amigo, la idea es advertir a los lugareños...o ayudarles depende de como esté la situación al llegar- Añadió a la charla de los teólogos.

-No creo que ninguno de nosotros esté tan loco como para querer ir a enfrentarse con un feondas sin más.- Ean miró de reojo a la pelirroja.

El arquero entró dentro cuando el otro hombre les animo a pasar, y se distanció del grupo cuando escuchó que se ponían a discutir sobre teología. Al arquero no le importaban demasiado esos temas, así que poco o nada podría añadir a “tan interesante” discusión.

Se acercó a lo que seria el cadáver del que hablaban. Se quedó unos segundos en silencio delante de él.

Luego empezó a escudriñar el templo.

Mejor prevenir que lamentar...

Yldiane y Liam salen de la Capilla mientras Arven y Ean buscan por el interior. Mientras tanto, Jaber sonríe a Urvan en un gesto no completamente carente de condescendencia.

- Sí, para muchos son exageraciones. El fuego es también un don del Creador, pero a menudo ha sido utilizado para propósitos mucho más oscuros que su función natural, iluminar y calentar. Debemos ser humildes con los dones del Creador - cita el hombre de sus propios mandamientos - y en vez de eso los guerreros usan el fuego en batallas para quemar aldeas inocentes, y los magientíficos en sus laboratorios para realizar experimentos que ponen en peligro la misma esencia de este mundo. Ese es uno de los motivos por los que muchos creyentes minimizan el uso del fuego en lo posible, y entienden el frío como algo purificador.

Mientras habla, los dos guerreros terminan de explorar la pequeña Capilla. Parece un lugar seguro, construido en sólida piedra y con una única entrada. Desde luego es una ubicación fácilmente defendible y sin duda es un buen lugar para pasar la noche.

El Vector se vuelve hacia ellos y les mira con una sonrisa.

- Este lugar es seguro - les dice con confianza. - Aquí Santa Nyline invocó los poderes del Creador para defender a un grupo de peregrinos de una horda de Feondas, e incluso ahora se puede notar que la Capilla está protegida de las inclemencias del tiempo y los animales salvajes - señala dando una explicación del buen estado del lugar acorde a su fe. - Conocí al Vector que vivió aquí antes de la Guerra y me contó cosas sobre este lugar y sus habitantes.

La exploración dio como resultado que aquel era un buen lugar donde pasar la noche. Más tranquilo, Ean volvió con el resto.

Jaber le confirma que el lugar es seguro.

-Lo sé, lo acabo de comprobar -dice Ean en tono serio, no necesitaba ninguna confirmación, lo acababa de comprobar. Entonces el hombre empieza a hablar de no se que santa, a lo que Ean desconecta.

Rollazo...

El joven arquero empieza a pensar en como ordenar las guardias cuando Jaber dice que sabe cosas sobre este lugar.

-¿Ah sí? ¿qué nos puedes contar entonces?

Y por favor, no empieces con los rollos de santas...

El hombre mayor parece algo más radical que su compañero más joven en cuanto a sus ideas sobre la religión, pero aún así parece bastante más conciliador que lo que hubiera imaginado de un Vector del Templo. Cuando Ean le pregunta sobre las historias que haya podido escuchar sobre esta Capilla, me vuelvo hacia él con interés.

—Sí,—digo secundando al arquero—. Cuéntanos lo que sepas de aquella época. —Le pido a Jaber no sin cierta malicia.—No creo que mucha gente de estas tierras aceptase abiertamente vuestra religión. Aunque no fue hasta la guerra cuando el Templo fue definitivamente apartado de Taol Kaer.

Me vuelvo un momento hacia la puerta. Es una pena que Liam haya salido con Yldiane, porque seguramente le interesarán las historias que el hombre está a punto de contar.

El vector asiente mirando a Mòr.

- Bueno, al principio la iglesia tenía algo más de aceptación. El Uno parece que protegía a los recién nacidos y más o menos uno de cada cinco eran bendecidos por el sacerdote de esta Capilla. - Se encoge de hombros en gesto serio. - No eran tantos los adultos que se convertían a nuestra religión, sin embargo. - Mòr asiente. Ambos saben bien que una cosa es bendecir a un niño, algo que los padres pueden hacer esperando que todos los dioses protejan a su hijo neonato, y otra que un adulto vuelque su fe en unas creencias en las que no ha sido educado.

- Pero no fue la Guerra la que hizo que el Templo abandonase la región - corrige a Mòr. - Al menos, no tal y como os estáis imaginando. No muy lejos de aquí había una sede magientífica, financiada por una universidad. Si en algo estaban de acuerdo el Demorthèn de la región y el vector de esta capilla era en su preocupación por los experimentos que allí se realizaban, pues ambos sabían hasta qué punto pueden corromper la tierra y los espíritus que en ella habitan. - Escoge las palabras con cuidado, no dejando claro si se refiere a las almas de sus habitantes o a los c'maoghs en los que creen la mayoría de los tolekeritas.

- Las relaciones fueron empeorando poco a poco, y fue entonces cuando Gwindre declaró la guerra a Reizh. El Demorthèn de Loch Varn aprovechó para predicar su odio hacia el Templo, casi tan amargo como hacia los magientíficos de la región, lo cual debió complicar aún más la tarea de nuestro hermano aquí. Además, los rumores de que la guerra pronto se extendería a Taol-Kaer y de una inminente "invasión del Templo" pusieron a esta capilla en una situación nada envidiable.

- Fue en ese momento cuando las instalaciones de los magientíficos fueron saqueadas y sus habitantes masacrados. Aunque no acusaron directamente al sacerdote, sino a unos supuestos invasores de Gwindre escondidos en las montañas, la capilla tuvo que ser abandonada por miedo a la seguridad del sacerdote - explica.

- Años después, cuando le conocí y me contó su historia, me dijo que siempre pensó que fue el Demorthèn de Loch Varn y sus hombres quien, aprovechando la situación, acabó con los magientíficos de la zona. - Se vuelve hacia Mòr, encogiéndose de hombros. - La verdad es que nunca lo sabremos, porque la gente en tiempos de guerra hace cosas horribles, ya sea en el nombre de Dios o de sus propias creencias, a menudo sin darse cuenta de que están dejando de lado ambas cosas.

Ean escuchó con atención la historia de Jaber. La verdad es que se le escapaban un poco esos piques entre el Demorthèn, el Vector y los magientíficos, pero un rápido vistazo a la cara de Mòr le dio a entender que el grandullón si que entendia toda esa historia, y que hasta parecía que le afectaban esas cosas.

-?Así que en las instalaciones de los ya no queda nadie no?

Entonces se fijó en que el resto de sus compañeros seguían fuera.

-Bueno, a ver si vuelven estos y podemos organizar las guardias...