Partida Rol por web

   Llegáis a Los Acantilados de Sharn. Desde un balcón a una vertiginosa altura contempláis el río Daga y los escollos, muelles, buques, calesas, botes, grúas y personal que se mezclan  en una demencial actividad muy por debajo de vosotros.

 Descendéis por un seguido de escaleras e intrincadas rampas. Seguramente sea un recorrido fácil para quién lo realice a diario pero para vosotros supone todo un desafío bajar toda esa altura por vuestros propios medios y conocimientos.

Llegáis, finalmente , a orillas del río. La actividad en esta parte de la ciudad se asemeja más a una ciudad portuaria como cualquier otra que a lo que conocíais hasta ahora de la propia Sharn. Vendedores de pescado os asedian constantemente mientras intentáis dejarlos atrás a un paso rápido sólo para daros cuenta que otros vendedores os esperan más adelante.

Perros y gaviotas se disputan los restos de pescado que desde los locales y ventanas lanzan a cubos. Tan sólo un rápido y gruñón grito de "¡Agua!" os avisa de que es mejor quitarse de en medio.

 Finalmente llegáis a los muelles. No os cuesta encontrar la estación de donde parten los buques de la Casa Lyrandar. Cuando llegáis unos hombres vestidos con la librea de la Casa comprueban vuestra documentación y os ceden el paso a una pasarela de madera que se adentra hacia el interior del río.

Allí os espera un galeón. Cerca de su proa con letras doradas leéis EXHAUSTLESS.

El galeón de los Lyrandar se diferencia de otros buques tradicionales por el hecho de tener una especie de "alas" cuyo función es controlar al elemental de agua que impulsa a la embarcación. Cuando eso sucede un inmenso anillo de agua, un elemental, rodea al galeón, cómo si este atravesase un enorme aro formado de agua.  Os acercáis hasta una pasarela de servicio junto a otra pasarela por donde suben y bajan constantemente los estibadores que almacenan las cajas en las bodegas del galeón.

Un oficial comprueba vuestras cartas y pasaportes y , sin más preguntas, os acompaña por la pasarela hacia la cubierta del Exhaustless.  En cubierta la actividad es aún más frenética que en los muelles. De hecho el oficial os conduce rápidamente a vuestro camarote y os recomienda no pasear por cubierta hasta que no escuchéis repetidamente una campana. "Ahora mismo hay mucho ajetreo en cubierta y podrían hacerse daño. El capitán probablemente quiera saludarles cuando deje el gobierne en manos de su segundo", os comenta.

Vuestro camarote se encuentra en la segunda cubierta. En interior, íntegramente construido con una madera oscurecida , está poco iluminado. Huele mucho a humedad. Escucháis un constante crujir de las traviesas y un ligero balanceo del suelo.

Cuando el oficial se marcha podéis también escuchar el continuo ajetreo que prosigue en la cubierta principal sobre vuestras cabezas.

Ya hemos llegao...

A la semiorca no le molestaba la pobre iluminación. Lo que sí le irritaba era que habían renunciado a un viaje lujoso en rayorraíl para ir en un ataúd flotante, húmedo y cuyos tablones de madera parecían no ser capaces de soportar el peso de dos culos metálicos de gran tonelaje. Esta aventura solo podía terminar de un modo: con Ariete y Powaqqatsi haciendo ceder la madera, abriendo un agujero en el casco. Se hundirían en el océano mientras las vías de agua hacen lo mismo, con un efecto retardado, con el barco y todos los tripulantes.

¿Estaréis contentos, uh? A menudo sitio hemos ío a parar. Le acabamos de hacer tó el trabajo a los caradelata que quieren matarnos. ¡Menudo nido de ratas...!

Mmmh... raaaaatas...

Puede que el viaje no fuese a salir tan mal después de todo, si lograba cazar a una de esas sabrosas delicatesen para hacer pinchos de carne hervida de rata.

Varios marineros están preparando las jarcias, limpiando la cubierta y colocando todo en su sitio. Veis llegar a otra parte del pasaje, hasta doce personas más, todos bien vestidos. Van acompañados por el oficial que os ha guiado al principio el cual los lleva, directamente, a la cubierta intermedia.

Desde la cubierta principal suenan unos pitidos largos. "¡Piiiiiiiiiiiii, piiiiiiiiii,piiiiiiiiiii!". La actividad se renueva en la cubierta. Los oficiales comienzan a dar órdenes a los marineros. Los estibadores abandonan el barco a toda prisa. Retiran las pasarelas. El galeón se mece libre en las aguas del puerto de Sharn. 

Gran parte del pasaje sale a cubierta para ver como la inmensa ciudad de las Torres, Sharn, va perdiéndose en el horizonte...

Las horas transcurren con normalidad. Por la tarde después de comer el capitán , Akyos, os reúne en su camarote para desearos una feliz travesía.La estancia es más pequeña de lo que cabría pensar para un capitán de barco. El espacio vacío no es algo que se pueda permitir el lujo de perder a bordo de un galeón de estas características.

 -Bienvenidos al galeón de la Casa Lyrandar  Exhaustless- os saluda personalmente a cada uno de vosotros. Al llegar ante Adia y ante Daisy las saluda caballerosamente y con elegancia-.Nuestro viaje hasta la capital de la nación trasga nos llevará cuatro días.Mañana navegaremos junto a la costa de Zilargo hasta  pasado mañana cuando entraremos en la bahía del Kraken...No, no se preocupen- os dice sonriendo al ver vuestra expresión. Por el efecto de la sonrisa no sabéis si os habla con sinceridad o con el ánimo de tranquilizaros- es sólo un nombre de antaño. Tras una pequeña escala el Korranberg - continúa- para dejar a parte del pasaje remontaremos el río Ghaal para llegar, al cuarto día, a nuestro destino. La capital Rhukaan Draal.- Os señala un mapa desplegado en su mesa donde podéis ver el recorrido aproximado de este viaje-. No se espera mal tiempo pero si un poco de oleaje algunas noches. Si puede serles de ayuda en algún momento durante la travesía no duden en contactarme por medio de mis oficiales.

Pfff... este pomposo caballero no le llega a Rustal ni a las suelas de las botas. Vaya manera de saludar.

Demonfly miró el mapa sin tener ni la menor idea de cómo interpretarlo, pero supuso que la parte azul era el mar.

Sí... bueno, erhm... tenemos algunas preguntas pa hacer-miró a Powaqqatsi, que es el que quería saber del tema, porque a Daisy Sue le daba igual e incluso le daba corte preguntar-. ¿Por un casual vamos a ver delfines?

Se arrepintió nada más soltarlo, y empezó a negar con las manos. Mejor aprovechar esa oportunidad para hacer preguntas de verdad. Empezó a enumerar las preguntas con los dedos.

Olvídelo, capitán. Hablemos de lo básico...

¿Cómo se llama usté?

¿En qué momento del día llegaremos a Rukandral? ¿Por la noche? ¿Al alba? ¿Al mediodía?

¿Hay algún marinero novato que se haya enrolao en los últimos tres días en el Exmaltess?

¿Cuales son los pasajeros que van, como nosotros, a Rukandral? Que los quiero tener yo controlaos...

Daisy Sue ya se estuvo fijando en cubierta, al abandonar Sharn, en el comportamiento de los pasajeros y si en alguno actuaba de forma sospechosa... Sospechosa, como ella, mirando de reojo al resto del pasaje en lugar de ver las turísticas torres de Sharn.

Los últimos días antes de salir de Sharn los había pasado casi por completo en la taberna, disfrutando de los pocos días que pasaba en la ciudad, y no precisamente de las vistas ni del tiempo. No era para ella el turismo, pero si la posibilidad de estar en una cama caliente, comer bien a diario y un vino especiado cada mañana y cada noche mientras disfrutaba de pequeñas actuaciones de músicos itinerantes. Ella, que pasaba gran parte de su vida cazando forajidos y monstruos en los bosques, que debía cazar su comida y purificar su agua, no tenía muchos momentos como aquellos, así que ese respiro le resultaron como unas pequeñas vacaciones, sobre todo teniendo en cuenta que les habían pagado por adelantado. 

Por desgracia, todo llegaba a su fin, y antes de lo que se dio cuenta tuvo que dejar su habitación y cambiarla por un pequeño camarote; no era muy afín a Daisy, pero tenía que aceptar que ella también se sentía en una trampa mortal a punto de hundirse, y ni siquiera las palabras de ánimo y aliento de Finn o la habilidad de los marineros de cubierta lograban quitarle esa sensación. Ella estaba hecha para tener los pies en la tierra, no para meterse en un ataud flotante del que no tendría ninguna oportunidad si se iba a pique; al menos el galeón empezó rápido su travesía y evitó que en el último momento decidiera que era mejor el rayocarril. 

Así que tras varias horas seguía metida en el cuartucho que les habían dejado, y al fin, tras la comida, se presentó ante ellos el capitán del barco. Era un hombre apuesto y galante, caballeroso de una manera distinta a la del semielfo, y logró hacerle sonreír durante un instante, un gesto que bien podría haber sido una ilusión porque rápidamente la seriedad volvió a su rostro, mientras hacía un gesto afirmativo a las palabras de la semiorca. No eran las mejores formas, pero cada una de aquellas preguntas tenía su razón de ser y se notaba que, al menos, sabía lo que hacía y lo que preguntaba. Incluso lo de los delfines le interesaba.

-¡Oh! Creía ... Soy el capitán Akyos Lyrandar - se presenta formalmente-. Probablemente si puedan disfrutar de las vistas de algún tipo de cetaceo durante estos días...- dice un tanto extrañado ante la propia naturaleza de la conversación-. Llegaremos a la capital de Darguun el cuarto día por la mañana si todo marcha según lo planeado. Respecto a la seguridad del buque no ha de preocuparse en absoluto. Es algo que corre a mi cuenta desde el momento en el que han accedido por la pasarela. Nuestros hombres son de total confianza ya que les conozco a todos ellos desde hace años- asegura tajantemente-. Y respecto al pasaje...entenderá que debo guardar un mínimo de discrección sobre la identidad de cada uno de ellos. Mis deberes como capitán me impiden revelar datos sobre el pasaje sin una causa justificada. Pero nada les impide acercarse a ellos y preguntárselo ustedes mismos. Al fin y al cabo los viajes en barco son una excelente ocasión para conocer a otras personas.

Paseas por cubierta observando a parte del pasaje que viaja con vosotros en el Exhaustless. Bien vestidos, con buenos modales... No parecen en absoluto delincuentes sino más bien hombres de negocios, nobles o algo similar. No sabrías decirlo con exactitud.

La última respuesta del Capitán le indignó. Como esa falta de colaboración le costase la vida a la cazarrecompensas, volvería como fantasma solo para atormentarle. Akyos Lyrandar... recordaría ese nombre en el más allá. Por su parte, Demonfly estaba de incógnito, y no le iba a decir que sospechaba de que pudiese haber un espía o un saboteador a bordo para frustrar esa misión secreta de la que no podía revelar nada.

Pues puede tener por seguro que Daisy Sue Demonfly hablará con tós y cada uno de los pasajeros, ¡faltaría más!

La semiorca se arremangó como si en lugar de hablar con ellos fuese a mover pasajeros como fardos. Seguramente espantase al pasaje más que lograr sacar ninguna información. Por su parte, no tenía más preguntas para el Capitán. Incluso se alejó un paso (no había espacio para alejarse más en aquel diminuto cubículo) hacia la puerta. Lo menos que puede esperar alguien de su carácter es una total y absoluta adscripción a sus planteamientos de todos y cada uno de sus compañeros, pero siempre había algún blando que podría verse tentado de hacer alguna pregunta más.

Gracias Capitán.  Que buena recepción le da Casa Lyrandar a sus clientes.  Miró a Finn para ver si se presentaba como pariente, o si se le notaba en el físico.  ¿Tiene una dracomarca? 

Mi nombre es Powaqqatsi.  Y en efecto, estamos muy interesados en los tipos de delfines se ven en la bahía del Kraken, y en las otras bahías camino a Darguun; es uno de los objetivos de nuestro viaje.  Soy un druidas de Eldeen.

A mi me preocupaban un poco los piratas. ¿Ha habido ataques en las últimas lunas?  Y si llegara a haber, ¿cómo le podríamos ayudar a defender la Incansable?  Me imagino que para una tripulación con tantas temporadas ya estarán bien curtidos en eso, claro.

Ah, y por cierto, algo se de artíficio también; puede contar conmigo en caso de alguna necesidad.  Je je, siempre y cuando no haya delfines en la proa o popa, porque entonces sentiría mucho no poderle hacer mucho caso.  

El druida estaba pendiente de la veracidad de sus respuestas.  Querer calmar a los clientes es una de las prácticas más comunes, y menos útiles preguntas, pero en sus expresiones faciales tendría la respuesta, sobre los piratas y sobre el estado técnico de la nave.

- Capitán Aykos... Un placer.- Comenta Finn, apartando un lado de su capa de hiloilusiorio para poder estrechar su mano con su eterna sonrisa dibujada en la cara. - Muchas gracias por su hospitalidad, como ve somos una exótica colección de aventureros, pero le prometo que por mi honor y el de nuestra casa no se percatará de nuestra presencia en su navío...- Dice diplomáticamente el bardo, tras echar una mirada de desaprobación a la semiorca ante la amenaza de interrogar a todo pasajero y tripulante del galeón.

- Mi tío era capitán de aerobarco... Y yo aprendí a andar como quién dice en la cubierta de su nave.- Comenta melancólico.- Luego me embarqué en un galeón como éste como segundo oficial cuando cumplí la edad necesaria para empezar mi carrera en la casa. Y... - Continuó hablando un poco más de sus viajes y hazañas, algunas inventadas y otras exageradas, hasta que empezó a aburrir a todo aquel que podía escucharle con su inacabable verborrea

- Podríamos llegar a encontrar piratas en las costas de Darguun- os confiesa el capitán ante la pregunta del powaqqatsi-. Pero una vez más no deben preocuparse por la seguridad del Exhaustless. Esta siempre es responsabilidad de su tripulación.

Cuando Finn le cuenta su pasado como capitán de barco ambos empieza una inmediata charla sobre galeones, personalidades de la Casa Lyrandar y puertos conocidos en la que os sentís un poco perdidos y desplazados. Al cabo de pocos minutos Akyos y Finn parecen darse cuenta de la situación y acuerdan verse más adelante para seguir tratando esos temas.

-Por desgracia...- insiste el capitán algo contrariado- Por desgracia no puedo entregar, como ya he comentado, ninguna clase de lista o de información sobre el pasaje. No obstante les agradezco su ofrecimiento de ayuda y sólo me queda desearles un buen viaje.

Una vez aclarado todo lo que podían encontrarse en el camino, la conversación empezó a tornarse tediosa y aburrida, al menos para ella que no sabía nada acerca de los barcos, los puertos y el mar, ni tenía intención de aprender. Tampoco estaba muy versada en la casa Lyrandar, su historia y sus miembros, y aunque era algo que podría llegar a interesarle, por curiosidad profesional, perdió rápidamente el hilo de lo que se contaban Finn y el capitán, que hablaban como viejos amigos. 

Así, decidió irse también de allí y dar una vuelta por el barco, aprovechando que aún no estaban mar adentro, donde seguramente las aguas serían menos calmas, y que tampoco había una tormenta; tenían varios días por delante, y sin duda no pretendía quedarse encerrada en el camarote.

Una vez en cubierta, observó con calmada parsimonia a los marineros, que se afanaban en tenerlo todo a punto. De reojo también mantuvo vigilada los movimientos de los tripulantes que viajaban en el barco, atenta a cualquier mirada sospechosa o comportamiento extraño. Era complicado cuando se acercaba Daisy a ellos, pero aún así lo intentó con ganas.

No había nada homosexual en dos marineros charlando amistosamente en el interior de un camarote diminuto, y Daisy Sue no iba a ser la que les juzgara. Pero por si acaso la conversación entre Finn y Akyos se prolongaba mucho, la semiorca no se quedó a esperar el final. Ella aún tenía cosas que hacer. Cosas que hacer en cubierta.

¿Nos conocemos d'algo?-Demonfly sacó a relucir su sonrisa amigable, una que asomaba amenazadoramente un colmillo inferior-¡Sí! ¡Eso! Escapa... eso es que tienes algo que esconder.

No siguió a ese pasajero en concreto, a pesar de lo sospechoso que le resultaba. Otro de los extraños en cubierta llamó la atención de Daisy Sue.

¡Eh, tú! ¡Sí, tú! El de la camisa roja. No hagas como que no m'has visto. ¡Estabas mirando pa mí! ¿Quién te envía? ¿Eh?

Eso asustó al humano anónimo, que volvió a bajar las escaleras para ir a su camarote. Cuando iba tras él, la semiorca tropezó con una enana que se le cruzó en el camino, o viceversa.

Ugh... ¡No tan rápido, nana...! Conozco el truco. La carterista nana hace como que se choca, y aprovecha pa robar la bolsa de oro. Usté no se va de aquí hasta que compruebe que no me falta ná.

Demonfly se palpó la chaqueta... los bolsillos... el cinto... los bolsillos interiores... la mochila a la espalda... los bolsillos ocultos cosidos con tosca puntada dentro de los bolsillos interiores... A medida que se registraba, también se iba girando un poco. Llegó un momento en el que la enana no estaba en su ángulo de visión y pudo escabullirse.

¿Y tú qué miras, nomo? Solo soy una dulce muchachita charlando cordialmente con el resto del pasaje. ¡A que te meto un sopapo!

Y poco a poco se fue quedando sin pasajeros cerca con los que hablar amigablemente...

Adia pasa el tiempo acercándose al pasaje que, como vosotros mismos , viaja en el Exhaustless. Se da cuenta que se alojan en la misma cubierta que lo hacéis vosotros. En esa misma cubierta tiene su camarote el capitán Akyos. De la observación y de algún comentario suelto que consigue captar termina creyendo que el resto del pasaje está formado por una mezcla de diplomáticos y de comerciantes. A simple vista no parece haber nada extraño en ellos aunque la mayoría de ellos , al pasear por cubierta, mantienen sus conversaciones en un estricto susurro.

Excepto cuando Daisy hace acto de presencia. El segundo día el capitán ha recibido tantas quejas de acoso que no le queda otra solución que reunirse con la semiorca...

-Por favor...¡Se lo ruego!- suplica el capitán Akyos a Daisy con ambas manos apoyadas en la mesa-. Deje de perseguir al resto de pasajeros. ¡No son peligrosos! Nunca antes había recibido tantas quejas formales...- señala con su dedo una pila de papeles sobre su mesa.

Aclarado este incidente, el Exhaustless prosigue su curso con buen ritmo y según lo esperado. Los tres primeros días transcurren con total normalidad. El tiempo soleado os acompaña haciendo que los días sean calurosos. Las noches, no obstante, son un alivio al bajar las temperaturas y al quedar barrida la cubierta por un viento húmedo, salado y frío.

Al norte contempláis las costas de Breland y de Zilargo. Poco a poco van pasando ante vosotros las montañas, desembocaduras, bosques y ciudades de estas tierras. El sur , sin embargo, tan sólo os ofrece el lejano y curvo horizonte. Por las noches las estrellas parecen alzar el vuelo desde el fondo del propio mar para luego elevarse entre las varias lunas de Eberron.

Sin embargo el tercer día el tiempo parece  girarse en vuestra contra. El amanecer os descubre un cielo oscuro y encapotado. Unas pocas gotas anuncian lo que los marineros parecen confirmar con sus continuas miradas al cielo. Al mediodía el Exhaustless se adentra bajo unos densos nubarrones. El capitán Akyos prohíbe al pasaje salir de sus propios camarotes para evitar posibles accidentes.Una ola podría barrer a cualquier persona inexperta y arrojarla al mar. Desde vuestros camarotes escucháis la violencia del viento y de los rayos. Podéis sentir con gran vértigo como la embarcación remonta olas enormes para luego caer al otro lado como si del trineo de un niño se tratase. La tortura dura horas...

 Pero finalmente el cansancio os vence hasta el punto de quedar dormidos...

"...rac...rac...rac...rac...¡Clack! ...rac ...rac...rac... ¡Clack!...rac...rac...rac..."

Adia abre los ojos. Hace frío en el camarote. Las luces siguen encendidas. El último en dormirse no debió acordarse de apagarlas. El barco no se mueve como antes. Ni hay tanto ruido como había antes. Parece que la tormenta debe haber pasado ya...

"...rac...rac...rac...rac...¡Clack! ...rac ...rac...rac... ¡Clack!...rac...rac...rac..."

"¿¡Qué ha sido eso!? " Rápidamente se incorpora cuando escucha el ruido. Ahora se da cuenta que es ese mismo ruido el que le ha despertado. Mira a izquierda y a derecha desde su camastro y ve al resto de sus compañeros dormidos. Si no ha escuchado mal diría que el ruido venía de...que era como si... ¿Cómo si viniese de la parte de fuera del casco y sonase como si alguien estuviese rascando...? 

"...rac...rac...rac...rac...¡Clack! ...rac ...rac...rac... ¡Clack!...rac...rac...rac..."

"Si...", piensa con la sangre helada. "Suena exactamente a eso..."

El vaivén del barco se ha detenido hasta el punto de hacerla poder permanecer de pie, tal como descubre en unos minutos al levantarse de su jergón y observar a su alrededor. Aquél sonido la ha despertado y continua imparable. ¿Qué coño está pasando? El pensamiento en su mezcla se mezcla con otra decena de maldiciones por haber votado por el viaje en barco. No es capaz de detectar lo que ocurre, pero sin duda no parece nada bueno...

Sus compañeros aún duermen, agotados por aquella tormenta que se lo ha hecho pasar mal incluso a Finn, y ella duda entre despertarles o dejarles ahí e investigar sola. Permanece indecisa durante unos segundos, escuchando aún el extraño rascar, y al fin se decanta por alertarles; no es miedo a lo que pueda encontrarse, pues confía en que sea lo que sea puede encargarse por su cuenta, pero es mejor que si algo sale mal, ellos estén preparados.

Al primero que se acerca es a Finn, moviéndole con calma mientras le pone una mano en la boca para que no haga ningún ruido. Una vez se despierta y abre los ojos, le deja libre y pone un dedo en su oído, indicándole que escuche. Si alguien sabe que puede ser aquello, o si es normal o no, es quien más conoce de barcos y el mar.

Tras pasar el día en la cubierta del galeón, observano cómo se manejaban los marineros y oficiales y echando una mano si así le requerían, Finn abrazó agradecido su camastro. El semielfo dormía incluso con su sonrisa alegre en el rostro. Sueños de fantasía donde era patrón de su propia aeronave indepeniente...

Pero de repente unos movimientos le arrancaron de su fantasía... Sorprendido por una mano que le tapaba la boca quiso actuar, pero los extraños gestos de su compañera le hicieron comprender.

Cuando consiguió quitarse la mano que tapaba su boca, consiguió susurrar.- Tranquila, el resto están dormidos, pero tienes razón, mejor busquemos otro sitio con un poco más de intimidad.- Dijo con un guiño de ojo, mientras se incorporaba en su litera sin soltar la mano de la elfa - Las tormentas tienen algo inexplicable que llama a lo salvaje...Sígueme, conozco como está construido el barco... - Finaliza en otro susurro

Aparta la mano con un gesto brusco, mientras entorna los ojos decidiendo si el semielfo la está tomando el pelo o va en serio. Decide, por el bien del mestizo, que es lo primero, pero aún así se da la vuelta malhumorada y gira hacia los demás. Sin ganas de ser coherente, da un puntapié al camastro de la semiorca mientras mueve al enano. Está segura de que el ruido que harán ambos al despertarse será suficiente para llamar la atención de los forjados. 

Una vez todos en pié, les calla y señala a su alrededor. 

- Escuchad, ¿qué es eso? 

De todos los vaivenes bruscos con los que el oleaje zarandeaba el barco, el último se cebó particularmente con la litera de Demonfly. Era como si en lugar de una ola lo que rompiese fuese una patada directa al camastro. Daisy Sue apartó con el antebrazo el saco colocado a modo de cortinilla para obtener algo de intimidad. La otra cortinilla, de legañas, la retiró frotándose los ojos.

Ay... no hay quién duerma. Por esto mismo voté por rayocarril.

Y también por la novata, que pecando de inexperta, se había vuelto paranoica al mínimo ruído. La semiorca se retiró el pelo de la oreja para escuchar mejor, y prestó algo de interés. No mucho más. Solo lo justo para no quedarse dormida.

A mí tó esto me suena a ratas royendo las cuerdas con las que se asegura la carga... en la bidega debajo de nuestro camarote... son siete... una de ellas con el insicivo roto... dos de ellas blancas.

El exceso de detalle injustificable e imposible de saber, convertía la explicación de Demonfly en la conjetura de alguien un poco atolondrado en su despertar. La cazarrecompensas bostezó, y a continuación se puso a vestir su cuero tachonado.

Voy a salir un momento, pa ver si consigo cazar a alguna de esas delisiozas jodías. Con un poco de suerte, el cocinero puede hervir la carne y preparar pinchos pa todos nosotros. Y si la suerte no acompaña, por lo menos habrá pincho de carne hervida de rata suficiente pa mí.

En cuanto terminase de preparar sus cosas, la semiorca iría a explorar la bodega inferior.