Partida Rol por web

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Las grandes ciudades de Zamora son tristemente conocidas pos sus "Mauls" (Mazo o Desierto según la traducción. Yo usaré el término en inglés). Una zona mutilada de la ciudad puesta de lado de los pobres y desesperados.

Los dos os adentráis por las callejuelas estrechas llenas de barro y basura en busca de la casa de Suwong, y esperando no tener demasiados problemas.

Caminando con las manos en la espalda observo a todos los paseantes del lugar, después de buscar a la persona más "inifensiva" (por lo menos para este lugar), me acerco pasivamente y levantando una mano y su dedo índice le pregunto.

- Disculpe, sabe por donde queda "La casa de Shue Gong"- Me quedo esperando la respuesta intentando parecer lo menos sospechoso posible.

- Bien Eban, creo que si hemos de buscar a Suwong habríamos de empezar por el local que regenta, si no está allí siempre podríamos preguntar donde encontrarla o donde vive. Unas pocas monedas siempre sueltan la lengua de la gente en caso de necesidad.

Mentalmente recuerda el tugurio, con la cerveza corriendo, las camareras esquivando las manos largas de los clientes, algún noble despistado que perdió la bolsita de dinero mientras veía el espectáculo de las mozas danzando.

- Si creo que definitivamente es un buen sitio para empezar la búsqueda - dice sin poder evitar que una sonrisa aflore en su cara. Está de buen humor, lo que no quita que sus ojos recorran tejados y esquinas oscuras, lo que para él ya es su segunda naturaleza, en estos barrios una vida vale poco y siempre hay que estar alerta.

Diego guía a Eban por el Maul, Es cierto que Eban conoce la ciudad, pero sin duda, el Maules el barrio mas peligroso de Shadithar, y Diego está muy bien habituado a moverse por aquí.

El viaje es bastante seguro, los cortabolsas no se os acercan, por cortesía profesional, y quien mas quien menos, todo el mundo ha visto al pequeño Diego Montoya acabar con mas de uno de una puñalada.

Cuando llegáis os lleváis, cuanto menos, una sorpresa.

El edificio que solía regentar la madam Suwong ahora está cerrado.

Varios miembros de la guardia de la ciudad, tres guardias reales, y cinco mercenarios portadores de un tabardo rojo que parecen extrangeros están a sus puertas, impidiendo el paso a cualquiera. Con ellos veis a varios de los habituales trabajadores del local, camareras, seguratas, putas de todos los tamaños y de bellezas muy variables. 

 Qué hacéis?

Diego se para antes de llegar a la entrada y se pone a mirar si conoce a alguien, bien sean amigos o a quien deba dinero o haya robado. Le molesta el cierre del local, hace unos pocos días levanto un par de bolsas allí y además era un tugurio interesante.

- Vaya Eban, parece que algo se cuece, a mi me da que esto no es casualidad - estudia a los que se arremolinan en las puertas - ¿quizas pudieramos hacer un par de preguntas tontas?

Echando mano de alguno que estuviera en la puerta y se va en su dirección le para con una sonrisa - disculpe.... tenía ganas de echar un trago y veo que han cerrado el local, vaya alboroto, ¿sabeis a que se debe?

Me acerco tranquilamente acompañando a Diego con las manos cruzadas detrás de la espalda, observándolo todo mientras él intenta averiguar que ocurre.

-Pues... Joder... No tengo ni idea.

Hace dos días que no abren, y hoy está aquí los soldaditos del Rey Oshrik.

Yo trabajaba aquí, sabes? y ahora que hago!?

-Dicen que hay gente muerta dentro... Como le haya pasado algo a Suwong...

Seguro que está muerta! Y nosotras en la calle otra vez...

-Tendremos que probar en el templo Estygio este nuevo de la ciudad, Litza se metió ahí cuando dejó al chulo ese que "la" pegaba, se ve que la tratan bien... Era Derketo ?

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- Tranquilas guapas, seguro que encontráis trabajo enseguida, no hace falta más que veros - guiñandoles el ojo.

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- Pues precisamente venía a hablar con ella, - echa mano a la bolsita que lleva en el cinturón y saca una pieza de plata - ¿no sabréis donde la puedo localizar? o quizas alguien que lo sepa.... - pregunta mientras hace girar la moneda de plata entre los nudillos sin dejar de mirar a las prostitutas.

Una de las muchachas mira golosa la moneda dar vueltas en tus manos, dispuesta a cogerla para hacerla hablar, pero otra le da un leve pellizco en el trasero.

-Ais... Guapo, aceptaría con ganas, pero no tengo información que venderte...

Suwong vive aquí, si está dentro, estará muerta...  Y si no lo está, no se donde andará.

-Pero quien ha hecho esto? Será un accidente? O hay alguien que quiera matarla?

-O matarnos a alguna de nostras...

-Calla! no seas boba! Será alguien que le haya pillado manía al local. O el dueño de otra casa de putas...

Las jóvenes empiezan a parlotear entre ellas con teorías diferentes, algunas de forma mas ruda y malhablada, otras mas simples o alguna que da a notar que no tiene mucho seso debajo del pelo.

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- Que se le va a hacer - suspira Diego mientras vuelve a meter la plata en la bolsa de la que saca un par de cobres que lanza uno a cada una - por las molestias y unas bellas sonrisas, que la fortuna os sonria - las despide y después se vuelve hacia Eban en susurros...

- No mires, pero a mi me da que ha sido un incendio provocado, creo que entraron por la ventana del piso superior. Lo que no se es si fue para quemar el tugurio o para encubrir alguna otra cosa. Quizas cuando haya menos gente y más oscuridad me podría colar a ver que puedo averiguar mientras distraes a los guardias si todavía se quedan.

- Si los guardias se quedan en este barrio de noche, entonces es algo importante, pues no suelen entrar y menos aún quedarse al anochecer, no es.... bueno para la salud - le guiña el ojo - tu ya me entiendes - sonrie

Asiento a las palabras de Diego y me acerco a uno de los guardias con pasos traqnuilos y las manos en la espalda.

Le sonrio tenuemente entre la gente cotilla y le digo con tono apacible.

- ¿Caballero, sabe que ha ocurido?-

El hombre de la puerta te mira de arriba abajo y saca de debajo de su cinturón un papel.

Te mira de reojo sin decir nada, mira el papel, te vuelve a mirar...

-Pues estábamos esperándole para que nos lo dijera usted. Ríe un poco. Es usted el médico que habíamos mandado llamar, el señor... Helem, verdad?

-JEFE!! Ha llegado el matasanos! A ver si acabamos pronto y nos podemso largar de esta mierda de sitio. Me da mala espina.

 No entendéis para nada lo que está pasando, os deben haber confundido, pero os están invitando a entrar a la casa de Suwong.

Junto las manos y asiento complacido, que suerte que nos hayan confundido...

- Entremos pués, terminemos cuanto antes - Digo haciendo una señal con la mano hacia adentro.

Espero a que el guardia me haga entrar y le sigo, pero antes le lanzo una mirada de soslayo a Diego para que me mire y decida él si intentar entrar o no.

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- Claro Sr Helem, entremos, entremos - cabeceo y le sigo cual criado, con la vista al suelo.

Entráis en la casa de Suwong, nerviosos por lo que está pasando. Ahora no solo por lo que pase en la casa, sino también por que os han confundido. Y con quien?

La casa está tal cual la recuerda Diego: Paredes cubiertas por listones de madera pintados de rojo. Farolillos de papel. Cañas pintadas de verde para hacerlas parecer bambu, y varias mesas que ahora están vacías, que antes acogían a todos los puteros y borrachos del local.

Tras la barra las botellas y barriles están intactos y limpios. Una condición extraña para estos objetos.

En la sala, algunos de los guardias y mercenarios de Las Compañías libres están sentados esperando, aparentemente, a que llegarais, junto con un hombre al que Diego identifica como Ahmed, el que era el camarero y segurata del local.

El guardia que os ha acompañado desde la puerta os presenta:

-Capitán, este es Helem.

Uno de los hombres se levanta y viene hacia vosotros. Es un hombre de unos cuarenta años de piel tostada y espeso bigote, viste con una piel de animal sin curtir sobre la armadura, como símbolo de su cargo. Su voz es gruesa y fuerte.

-Ya era hora, hace mucho que le hemos mandado venir. Este es su.... Ayudante? dice señalando a Diego.

Es igual, no tenemos tiempo, hay que solvertar estoantes de que caiga el sol. Quiero sacar a mis hombres de aquí antes de que los apuñalen en cualquier rincón. La muerta está arriba.

Dicho esto se dirige a una de las escaleras del final de la sala que lleva al piso de arriba. Un pasillo con numerosas puertas a cada lado, donde suponéis que habrá las habitaciones en las que se alogen los clientes, rara vez solos, y rara vez sin pagar por la compañia.

Al llegar al final, la puerta está rota y derribada en el suelo. En su interior, está la lujosa habitación de la madam y dueña del local, con telas de seda en las paredes, dibujos sobre papel para adornarlas, un tocador con un gran espejo metálico que debe de valer mucho dinero, un armari con los mas delicados vestidos desparramados por fuera de cualquier modo. Y lo mas importante: El cadaver de la señora Suwong tendido en el suelo, casi desnuda, solo con una de las sábanas de seda de la cama ensangrentadaa tapando parte de su piel blanquísima.

El cadaver tiene una cara aterradora, con los ojos abiertos y tensos, y la boca desencajada en una mueca de sufrimiento que la llevó a la muerte.

En el rincón de la habitación hay una zona ennegrecida, y mojada, como si hubiesen apagado un pequeño incendio.

La persiana de madera está rota y muchos trocitos de madera llenan la parte cercana a la ventana.

-Según el testigo, cuando llegó para abrir el local la muerta no aparecía. Al cabo de un rato subió por que notó un olor a humo. Derribó la puerta al ver que nadie le contestaba y apagó el fuego con un cubo de agua. Dice que no ha tocado nada mas.

Diego se mantiene en segundo plano tratando de que no reparen en él. Trato de ver como murió Suwong si es evidente: cuchillada, etc.

Examino la ventana a ver si es facil trepar por ella desde la calle o pisos adyacentes, de paso por si se han dejado alguna cosa que delate al asaltante.

- Capitan, ¿sería posible hablar con el hombre que encontró el cadaver?

-Claro, está abajo, tu mismo... Pero ya lo hemos interrogado cuatro veces... Si quieres baja y haz lo que quieras.