Partida Rol por web

¡Oh! ¡Purgatorio!

Llanuras de hollín, nubes de azufre, 
Ácida lluvia, mares de amianto, 
Minas venenosas en su manto.
En Purgatorio hasta el aire sufre.

Capataz, esgrime el látigo de cobalto
Golpea la espalda cubierta de mugre
Sublima el dolor, elimina el llanto.
En Purgatorio hasta el alma se pudre.

Roto ya, destruido, reintegrado,
Renacido; su puesto reclama:
Un propósito reencontrado.

Liberada, el alma se inflama
Y resurge en el fuego sagrado
De los Portadores de la Llama

Delacrux Sulfuris el Heremita XXXI-SV

La fortaleza de los Portadores de la Llama era conocida como la Catedral de Magma. Construida en el cráter del Magna Máter, sus interminables galerías y bóvedas se extendían a lo largo de kilómetros en todas direcciones. El servicio de la Orden a la Iglesia Plutónica se podía ver en la infinidad de estatuas de hombres y mujeres santos, los grabados en las paredes, los tapices donados por la Ordo Omnium Orbis y los bosques de columnas barrocas.
Desde la partida de la Orden al completo, la enorme fortaleza había permanecido silenciosa en manos de sirvientes, esclavos y un puñado de caballeros demasiado viejos o tullidos para el servicio activo hasta la llegada de la Primera Compañía.
Siguiendo el ritual ancestral, los estandartes de la Segunda y Novena Compañías fueron incinerados en un pozo de lava.
Purgatorio atravesaba uno de sus frecuentes periodos turbulentos: los Clanes Industriales de Terrawatt luchaban a muerte por el control de una nave estrellada. Las Megacorporaciones Mineras se saboteaban mutuamente en una despiadada guerra encubierta. La actividad volcánica iba en aumento y una gruesa niebla de cenizas y gases venenosos cubría el planeta como un sudario.
Hogar, dulce hogar.

El Ignis Prime se retiró a sus aposentos personales en la Catedral de Magma, mientras las Compañías se reencontraban con su hogar, el infierno de Purgatorio. La Capitana Jaenedra se puso en movimiento tan pronto como llegó al planeta. Junto a su guardia personal y representantes de todas las escuadras de los Incineradores, se dirigieron al lugar en el que los Clanes Industriales de Terrawatt se peleaban por los restos de la nave estrellada. 

El combate era magnífico; la destrucción, suprema. Con un poco de mala suerte, la nave sería destrozada antes de poder sacar algo en claro de ella, más allá de chatarra y gases venenosos. Pero no estaban aquí para hacerse con una nave, sino con materia prima para forjar Caballeros Espaciales. 

Los Incineradores se desplegaron por la zona de combate. Más rápidos y mejor equipados que los Clanes, su tarea era detectar a los combatientes más feroces, a los más despiadados. Y reclutar a los que sobrevivieran lo suficientemente enteros.

Por fin estaban en casa. Habían llegado muy justitos, esta vez habían estado más cerca de la desaparición de lo que era habitual. Lo primero era conseguir nuevos reclutas, una cosa sencilla en Purgatorio. Además serían muchos los que ya habrían llegado desde diversos puntos del Dominio, y los que ya estaban en periodo de formación.

Tras un breve descanso, Torbik se reunió con los oficiales de la compañia.

Tenemos demasiadas bajas en la compañía y es por lo tanto lo más urgente conseguir reclutas. Este será el primer objetivo, luego también necesitaremos munición y suministros. Así que comenzaremos seleccionando los nuevos miembros de Las Águilas Sangrientas.

Así que comenzarán por buscar una compañía de escuderos que nos pueda abastecer de caballeros ya formados que quieran entrar en nuestra compañía.

La Octava Compañía, las Nyxides, estaban en plena forma tras la llegada a Purgatorio, pues en realidad no habían participado demasiado activamente en Hybris o la Perdición. Ioma tenía curiosidad por como serían, cuando llegaran a formarse de nuevo, las nuevas Segunda y Novena compañías, pues tal vez siguieran los pasos de sus predecesoras o fueran algo distinto, y ahora mismo no podía dejar de pensar en que había órdenes mucho más numerosas que la suya, y eso hacía que quisiera estar a la altura.

-Vamos a patrullar los Desiertos de Ceniza para ver qué pasa con los clanes de esa zona, a ver si podemos enterarnos de qué ha pasado en nuestra ausencia para que estén tan alterados.

Los guerreros salvajes de los Clanes se movían por los alrededores y el interior de la nave como hormigas devorando el cadáver de una bestia. Jaenedra se dirigió con sus Caballeros al centro mismo de la batalla, donde el combate era más encarnizado. Los guerreros más avispados detectaron a los Incineradores y se esforzaron por dar un buen espectáculo. Los guerreros más estúpidos pensaron que los Incineradores eran una presa más y esos sí que proporcionaron una buena diversión a los Caballeros. Cubierta de sangre de guerrero de clan, Jaenedra y los Tenientes de sus escuadras fueron señalando a los supervivientes más fieros, a los que fueron montando en las lanzaderas que habían traído.

Algo sucedió sin embargo, que añadió bastante interés a lo que podría haber sido una simple operación de reclutamiento: en la nave viajaba un visitante inesperado. Los Caballeros lo detectaron una vez quedó claro que todos los guerreros de los Clanes que se aventuraban en la zona de los motores desaparecían sin dejar rastro. Intrigados, los Incineradores se dirigieron hacia allí y descubrieron la causa de que la nave se hubiera estrellado en primer lugar: un Flagelador Nuclear que se había hecho fuerte en el motor de fisión de la nave, alimentándose con la energía del motor y creciendo hasta un tamaño considerable.

Estas bestias semi-inteligentes existían a la vez en el espacio real y en un espacio extradimensional que les proporcionaba tres capacidades extraordinarias: una aura venenosa que envenenaba a los seres basados en el carbono, la capacidad de controlar maquinaria como si formara parte de su propio ser y mucha mala leche.

No fue sencillo acabar con ella. Al final, los Caballeros Espaciales tuvieron que convencer a los guerreros de los clanes de que les ayudaran. No sobrevivieron demasiados, pero sirvieron como escudo y distracción el tiempo suficiente como para que los Incineradores modificaran el flujo de energía de los Obliteradores de modo que pudieran dañar al Flagelador. 

Jaenedra sonrió al terminar el combate. El Flagelador podría haber sido peligroso si hubiera llegado a alguna de las ciudades de Purgatorio. Los bastardos que habían sobrevivido (algo chamuscados y envenenados con radiación) tenían madera para ser buenos Caballeros Espaciales.

La Primera compañía era una compañía de escuderos que estaba en Purgatorio supervisando la formación de nuevos caballeros. Torbik fue informado de la ubicación del puesto de mando de la Primera compañía y se dirigió para hablar con su líder la comandante Iselda.

Iselda vengo con extrema necesidad de caballeros, hemos tenido un enorme número de bajas y en estos momentos la Quinta compañía necesita de vuestra ayuda. Para nosotros sería un gran honor que no olvidaríamos y una deuda con la Primera compañía. Hemos perdido dos compañías en las últimas misiones, y es necesario que la Orden este lo más fuerte posible, y la Quinta tal como esta ahora es de muy poca ayuda.

Muchas gracias Iselda.

Las Ciudades de las Grietas eran una fuente purulenta de disidencia y revueltas. La mayoría de ellas se habían fundado en explotaciones mineras agotadas, cuando las corporaciones decidían llevarse todos los medios de producción y abandonar a la mano de obra a su suerte. Los obreros, privados de suministros y de trabajo, debían organizarse rápidamente antes de que el hambre, el calor, la radiación o todo al mismo tiempo acabara con ellos. Esto había dado lugar a todo tipo de situaciones violentas y desesperadas.

Algunos se habían agrupado en una fuerza armada que se había enfrentado contra la seguridad privada de la compañía, arrebatándoles el mayor número de recursos posibles y organizando una colonia, comuna o tiranía (dependiendo del caso). Otros habían informado a los clanes de Terrawatt del próximo abandono de la explotación y se habían convertido en vasallos o miembros de pleno derecho (dependiendo de sus recursos y fiereza), en ocasiones poniendo en fuga a la corporación antes de poder completar el traslado. Los menos habían solicitado ayuda al Dominio y a la Iglesia Plutónica que, generalmente, subastaba el yacimiento y a los obreros como colonos semiesclavos para otras explotaciones y servicios. Los más afectados por los gases tóxicos y el hambre recurrían al canibalismo y, según algunos rumores, a flirtear con la Oscuridad.

Estos últimos estaban en la agenda prioritaria de la Décima Compañía cuando el Capitán Castelferro decidió emprender la inspección rutinaria del conglomerado de Ciudades de las Grietas. La ausencia de la Orden en su planeta había sido prolongada y el Capitán quería tener a sus tropas en forma.

La Sargento Oxyla era quien dirigía aquella patrulla por el Desierto de Cenizas. Era un buen momento para intentar observar a la fauna local o a los habitantes de esa zona y practicar las capacidades de subterfugio de las Nyxides, pero esa maldita niebla de cenizas estaba poniendo todo en contra.

-Ahí hay algo -dijo una de las exploradoras y se acercó hasta un punto. Parecía una montañita de cenizas, una duna, pero tras remover algo pudieron ver lo que era, un lancero de uno de los clanes del desierto, el Clan Darrh, conocidos por ser nómadas y montar una especie de bestias de forma normal, tanto para el combate como en su día a día.

-Esto no se lo que es -dijo mientras tocaba el cuerpo del hombre, mostrando unos implantes fuera de lugar en un habitante de ese planeta y, tras mirarlo un poco, tal vez de todo el dominio; pero ellas no eran las expertas.

-O la tormenta ha sido abrumadora o lleva aquí mucho tiempo -apuntó la que lo había encontrado.

-De acuerdo. Vosotras llevaros el cuerpo y que lo analicen los caballeros-técnicos -señaló a la mitad de las que estaban en ese momento con ella- nosotras intentaremos dar con el Clan Darrh y ver si es algo normal en ellos estos implantes. Los observaremos de lejos y, con lo que obtengamos, veremos si nos acercamos a hablar con ellos o no.

-De acuerdo, capitana -una de las caballero cogió al muerto como si fuera un soldado gravemente herido y se dispuso a cargar con él todo el camino.

-Y que un caballero-médico averigüe como murió, solo por si acaso.

Hubo que dar un buen repaso a la nave estrellada para averiguar cómo había terminado llegando a Purgatorio, y para asegurarse de que no quedaban más peligros dentro de ella. Un Flagelador Nuclear no era ninguna broma, así que, en lugar de destruir la nave, la Capitana Jaenedra ordenó que llegaran unos cuantos técnicos desde Magna Mater para sacar toda la información que pudieran de ella.

Al fin descubrieron que la nave era una nave de investigación de la OOO, que había estado cartografiando mundos por el sector Kraa, en busca de yacimientos interesantes. Los Flageladores Nucleares son formas de vida que abundan en la zona de altas energías del centro galáctico. Probablemente abordó la nave en uno de estos planetas. O incluso mientras la nave viajaba por alguna nebulosa, ya que se había documentado en ocasiones incidentes similares, en los que un Flagelador Nuclear invadía una nave sin que esta hubiera tocado tierra en meses. No estaba claro cómo había terminado la nave en Purgatorio, pero probablemente se desvió de su destino inicial, el planeta Osiris.

Después de canibalizar todo lo que pudieron, se voló la nave con explosivos no nucleares y se decretó una zona de exclusión de varios kilómetros alrededor de los restos que se mantendría inicialmente durante cincuenta años.

Daniel Tarbeth el artificiero de nuestra orden nos dio acceso a nuevas armas de combate, para que la compañía pudiera desempeñar de forma adecuada su doble papel de mecanizada y asalto.

Muchas gracias Tarbeth, haremos un buen uso del equipo y trataremos de estar a la altura de una compañía mecanizada.

Torbik eligió los bolter tólker de asalto. Bolter Tólker que disponían de una bayoneta, plegable. Eran armas formidables, ya que a la potencia de los bolter tólker, se añadía una poderosa bayoneta de vibroacero de unos 40 cm que era capaz de cortar casi cualquier cosa. La bayoneta estaba habitualmente plegada, pero se podía desplegar en un instante de forma automática para tenerla a mano en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo.

A continuación la compañía formo y comenzaron una ceremonia en recuerdo de los muchos compañeros caídos.

Torbik estaba muy orgulloso de la Quinta, habían conseguido reponerse de una situación crítica, y de nuevo podrían ayudar a la Orden.

De todas las Ciudades de las Grietas, Enclave-9 era la más nueva y la más problemática. Poco después de su fundación, un flujo de lava no controlado había destruido sus plantas purificadoras de aire y agua dejando sin suministros básicos a sus más de doscientos mil habitantes. La Megacorporación Targol había declarado la zona irrecuperable y la había abandonado a su suerte para dedicar sus recursoso a las explotaciones del hemisferio oriental. De alguna forma, los habitantes de Enclave-9 habían logrado sobrevivir comerciando con los clanes, reparando la maquinaria y luchando entre ellos por los escasos recursos.

Ahora era un desagradable pozo de corrupción incrustado en la corteza planetaria del que ocasionalmente salían aspirantes a caballeros considerablemente preparados.

El caballero espacial se cuadró delante del capitán Castelferro:

-Los niveles de pureza son aceptables, señor-dijo mostrando pictografías de antiguas cúpulas derruidas-Los puntos de actividad sectaria están tranquilos, no hay pintadas frescas ni señales de sacrificios. Pero he encontrado esto en el almacén de Ibram Corda.

Desenvolvió un paquete de tela y lo depositó frente al oficial: parecía una mano cibernética con tres dedos. Su diseño era extraño y aberrante, completamente distinto de la tecnología empleada en el Dominio.

-¿Ha visto alguna vez algo como esto?

* * *

La sargento Oxyla se quitó el polvo de las hombreras mientras informaba:

-Los Darrh no están, mi señora. Sólo hemos encontrado los restos de un campamento temporal. Había varios cuerpos enterrados por la ceniza con heridas de armas de energía, nada similar a lo que los clanes emplean habitualmente. Tal vez tengamos a un traficante de tecnología xenos entre manos.

No era imposible. Los clanes siempre estaban dispuestos a comprar armas del tipo que fueran y las megacorporaciones siempre sacaban ventaja de cualquier posible negocio.

-¿Sabe qué tipo de arma, sargento?

* * *

-Yo estuve en Dalborne y he visto esto antes: Meltisaru, señor.

La Catedral de lava era un edificio sorprendente, enorme, rodeado de ríos de lava en constante cambio y movimiento. Era imposible dejar de sorprenderse cada vez que te acercabas a el, por muchas veces que ya lo habrías hecho. Sus continuos cambios y dinamismo, daban la impresión de continuo cambio.

En una enorme sala estaban reunidos todos los capitanes de la Orden, era el momento de decidir cuales serían nuestros siguientes pasos. Torbik se levantó y habló a sus hermanos, había muchos temas que tratar.

Saludos a todos! Con permiso del Ignis Prime, en primer lugar creo que deberíamos realizar un funeral ritual en memoria de las dos compañías pérdidas. Hay que honrar como se merece la memoria de nuestros hermanos.

Y luego hay varios problemas a los que debemos prestar atención aquí en Purgatorio. Como por ejemplo que Estelis tenga una concesión para prospección y explotación de una mina sin nuestro permiso. Hay alguien que nos quiere perjudicar en la Iglesia Plutónica, que les ha dado este permiso sin nuestro consentimiento. Y andar con cuidado con Estelis, no nos conviene tenerles en contra nuestra, pueden ser muy peligrosos.

A continuación se sentó y permaneció muy atento a lo que se comentaba en la reunión.

—Dejemos los ritos para más tarde —intervino el viejo Capitán Castelferro, aun a sabiendas de que no le correspondía hablar tampoco a él—. Hemos encontrado esta mierda hereje en Enclave-9 —tiró la mano cibernética encima de la gran mesa, junto con su envoltura que se abrió dejándola al descubierto—. No es nuestra, por supuesto, ni tampoco parece fabricada por la OOO. Siempre hemos sospechado que las corporaciones incumplen las sagradas leyes del Dominio y se dedican a implantar basura como esta en algunos de sus trabajadores, para que rindan más, según dicen; pero tampoco se parece a las que suelen contruir ellos. Hemos buscado marcas de fábrica, números de serie, pero nada... O es material pirateado o esa mano es de procedencia meltisaru, en cuyo caso estamos ante un delito muy grave* —Castelferro se puso en pie y mostró unas imágenes en las pantallas de un numeroso grupo de personas encarceladas dentro de un tosco vallado electrificado—. Hemos arrestado a un centenar de personas en Enclave-9, todas relacionadas con Ibram Corda; pero en los interrogatorios preliminares no han dicho nada relevante. Propongo someterlos a todos a tortura farmacológica y escanear la mano cibernética para detectar marcas de radiación inusuales.

- Se llevaran a cabo los ritos funerarios pertinentes por los hermanos de la Segunda y la Novena Compañía. - dijo el Ignis Prime. - Eso es prioritario en estos momentos. - No miró a Castelferro al decirlo, pero era evidente por su tono que no pensaba discutir al respecto. 

- La presencia de los meltisaru en Purgatorio no será consentida. - prosiguió diciendo el Ignis Prime. - Nuestro planeta no se convertirá en otro Dalborne; erradicaremos el problema de raíz antes de que crezca. Capitana Ioma, - dijo el líder de los Portadores de la Llama, dirigiéndose a la Capitana de las Nyxides. - quiero que sus tropas averigüen quién está introduciendo tecnología meltisaru en Purgatorio. Tiene permiso para exigir la colaboración de cualquier Compañía que crea necesario usar. ¡Teniente Voldor!

- ¿Señor? - El jefe de la guardia personal del Ignis Prime, presente en la sala pero sin asiento en la silla de Capitanes, respondió al instante.

- Reúnase con los jefes de Estelis y averigüe quién les ha dado permiso para poner sus zarpas en Purgatorio. - Voldor era un hombre diplomático, la misión parecía adecuada para él. - Si están dispuestos a aceptar las condiciones habituales, pueden quedarse, pero que quede claro de quién es este planeta.

- ¿Algo más? - El Ignis Prime no miró a los Capitanes. Parecía sumido en hondas cavilaciones.