Partida Rol por web

La Quinta había sufrido mucho. Debido a las bajas y al flujo de nuevos reclutas, la gloriosa compañía mecanizada de asalto se encontraba con que más de la mitad de sus efectivos eran novicios sin apenas experiencia de combate real.

Para endurecerlos, el sargento Kelvor empezó un brutal régimen de ejercicios para endurecer a los reclutas: cargados con todo el equipo de campaña, todas las escuadras fueron forzadas a subir y bajar desde los pozos de lava hasta la cúspide de la Catedral por las interminables escaleras de caracol que se extendían por kilómetros y más kilómetros de galerías y paredes. Muchas de estas escaleras estaban talladas en las paredes del cráter del Magna Máter y carecían de barandillas o cualquier otra medida de seguridad.

Para mantenerlos en tensión, las aeronaves de la Compañía les atacaban por sorpresa de vez en cuando volando a través del cráter. El fuego era real: cualquiera que no pudiera sobrevivir a aquellos ejercicios sencillamente no era lo bastante bueno para la Quinta Compañía. Los veteranos les tendían trampas en los túneles y les emboscaban en sangrientos ejercicios de combate con los tólkers de asalto.

* * * 

En la Sala de Mando, Torvik y Castelferro analizaban un mapa holográfico del planeta. La zona donde la Quinta había sufrido la emboscada parpadeaba con luz roja. La fuerza del enemigo sólo podía especularse pero no debía subestimarse: había algo acechando en los desiertos de cenizas. No había noticias de la Octava lo cual podía ser normal porque la mayor parte del tiempo el trabajo de las Nyxides consistía en pasar desapercibidas.

El Questor Prime había logrado identificar la tecnología misteriosa como de origen Meltisaru. No eran buenas noticias.

El capitán Castelferro preparó varios vectores de aproximación. Resultaba un plan muy poco concreto pero se trataba de un área muy grande con una visibilidad nula.  

El alférez Yaombe consultaba una placa de datos.

-Me informan de que por el Ascensor Orbital está descendiendo un cargamento de tributo de la Megacorporación Estelis. Parece que van a pasar por el aro, después de todo.

Un sirviente asomó por la puerta e hizo una reverencia.

-Mis señores, el Ignis Prime Anaximand...-anunció.

Quinta, Décima y Séptima, podéis hablar entre vosotros del curso de acción a seguir.

Punto P132.25ZK. En algún lugar del Desierto de Cenizas. Todo era gris a su alrededor.

La capitana Ioma examinó los restos humeantes del constructo: era un extraño ser mitad biológico mitad máquina. Medio cuerpo y algunas patas eran orgánicas, parecidas a una araña gigantesca, pero el resto eran una extraña amalgama de cristal, metal y una especie de líquenes artificiales.

-Meltisaru-escupió la hermana Arct-Esto lo confirma.

Se habían adentrado mucho en lo que ya estaban seguras de que era territorio enemigo. Habían esquivado varias patrullas voladoras sin identificar y finalmente habían emboscado a la extraña criatura. Más adelante habían detectado minas de proximidad y otras trampas que, obviamente, protegían algo importante. 

El resto del grupo había desplegado en un círculo a su alrededor apuntando con sus tólkers de francotirador apuntando a la densa niebla. Una luz se encendió en un visor:

-Detecto movimiento desde el sur. Por lo menos, quince blips a seiscientos cincuenta y nueve metros y acercándose-susurró la Sargento Oxyla. Era demasiado arriesgado intentar transmitir nada.

-No es  de los nuestros.

-¿Dónde se han metido?

Estaban solas y no aparecían sus hermanas de compañía. ¿Habrían caido?¿Todas?¿Estarían atrapadas o dando un rodeo?. Esas preguntas pasaban por la mente de cada una de las Nyxides mientras intentaban preparar una trampa, pero necesitaban a sus hermanas. 

-Esto no habría pasado si el Ignis Prime fuera alguien adecuado. Siempre lo mismo, nos sueltan, nos dejan completamente solas. ¿Por qué pertenecemos a una Orden si nunca nos apoyan y nunca podemos pedirles ayuda cuando la necesitamos?

-Porque nosotras solas no podemos -intervino Oxyla, aunque la duda ya se había extendido por las Nyxides- dejad esos pensamientos para cuando no estemos ante un enemigo tan peligroso. La política se hace en la Catedral de Lava, no en el campo de batalla.

Pero ese pensamiento dicho en voz alta hizo que algunas se distrageran y no hicieran su trabajo tan bien como deberían de haberlo hecho.

Una vez los mandos de la Séptima y la Décima llegaron a la sala de mando, y también el Ignis Prime, Torbik se levanto y comento lo acontecido en la zona del desierto que ya estaba marcada en rojo en el mapa holográfico. Tras describir brevemente los acontecimientos añadió:

Los pocos datos que tenemos, coinciden en que se trataba de tecnología Meltisaru. Con nuestra tecnología, a penas hemos reunido información de sus tropas, y ellos eran capaces de provocar un fuego muy preciso sobre las naves de la Quinta compañía. Aunque es cierto que tenemos demasiados novatos en la compañía, no lo es menos que el enemigo parece bien preparado ante un posible ataque, y con artillería de calidad.

Lamento no haber podido conseguir más información que nos habría facilitado, la limpieza de la zona.

Y a continuación se sentó y continuó atento a lo que ocurría en la reunión, una luz parpadeante en la pantalla de su tableta de datos, le indicó la recepción de un mensaje. El sargento Kelvor, aprovecho el pago de tributo de Estelis para conseguir los suministros que necesitaban, pero no había encontrado suficiente combustible, y tendría que seguir buscando por los almacenes de la Catedral, hasta tener una buena reserva de combustible. Torbik informo a sus compañeros:

Parece que me llevará algo de tiempo conseguir combustible para mis naves. 

Voldor se quedó observando las armaduras que le ofrecía Tarkas. El Administrador había tirado la caña haciendo referencia a que otras Órdenes las estaban aceptando, y Voldor no pudo sino picar. En cualquier caso, no era su prerrogativa decidir si se usaban o no; eso quedaría en manos del Ignis Prime y de los Capitanes de las Compañías. 

- Presentaré el regalo de la Corporación Estelis al Ignis Prime, Administrador Tarkas. - dijo Voldor, mientras uno de sus hombres llamaba su atención con un gesto discreto. Algo sucedía. - Me alegro de que hayamos comenzado a entendernos. Espero que este espíritu de colaboración se mantenga en el futuro. - Hizo un gesto con un brazo y toda la escuadra se puso en movimiento para volver a la nave de desembarco. - Informaré al Ignis Prime de inmediato de todo este asunto. Bienvenidos a Purgatorio. 

Mientras se dirigía a la cápsula de desembarco, Voldor asintió gravemente al escuchar el informe de lo que habían encontrado ahí abajo...

Meltisaru.

****

La información era grave. Meltisaru en Purgatorio. La Capitana Jaenedra miró a los presentes. - Tenemos que ponernos en camino inmediatamente, con toda la potencia de fuego que podamos encontrar. Encontrar el foco de la invasión y erradicarla a sangre y fuego nuclear. - La Capitana tenía experiencia con los Meltisaru; había servido en Dalborne con los Incineradores, cuando aún no era más que una Teniente. - Si dejamos que se expandan, vendrán más y más y la guerra se prolongará durante años. ¡En Purgatorio! - Era evidente que lo consideraba una ofensa casi personal. - Hay que establecer un perímetro alrededor de la zona para asegurarnos de que no escapan de allí y entrar con la fuerza suficiente como para aniquilarlos. Y hacerlo rápido.

El Ignis Prime se mantuvo en silencio, pero miró al Capitán de la Décima a la espera de su opinión.

Castelferro agradeció el gesto del Ignis Prime e hinchó el pecho antes de hablar, como buen palomo viejo pagado de sí mismo. Había jugado unas cuantas cartas para desestabilizar la posición de Anaximandr en la Orden, pero una invasión Meltisaru eran palabras mayores y él, por muy liante que fuera, sabía que iba en contra del sentido común y del juramento al Dominio jugar a Maquiavelo en medio de una crisis como aquella.

—Con su permiso, excelencia. Se trata de una zona muy vasta y con escasa visibilidad, lo que dificultaría el ataque. Sin embargo, me he tomado la libertad de elaborar un esquema de aproximación de múltiples vectores —Yaombe desplegó el mapa holográfico ante todo el Estado Mayor—. A su excelencia le sonará la maniobra: fue una de las pocas que pudimos llevar a cabo con éxito durante la Caída de Skilimain, antes de tener que retirarnos. En esta ocasión luchamos en terreno conocido y sin posibilidad de retirarnos, por lo que creo que dará mejores resultados que entonces.

Castelferro retornó a su sitio dejando que todos contemplaran el plan de batalla. Sabía que contenía muchos puntos que dependían de factores y variables desconocidas, pero había puesto toda su experiencia, su maestría y su confianza en él. Si triunfaban, nadie excepto sus enemigos más declarados podrían arrebatarle el mérito. Si fallaba..., bueno, había mucha gente a quien poder echarle la culpa.

A Torbik no le había quedado nada claro el plan de Castelferro, daba la apariencia de una muy vaga línea de acción. Pero lo que tenía muy claro es que deberían actuar con contundencia o el peligro Meltisaru se agravaría y podrían provocar problemas durante mucho tiempo. 

No sabemos cuanto tiempo llevan en Purgatorio, ni las fuerzas con las que cuentan. Pero esta claro que los Meltisaru han de ser rápida y contundentemente erradicados, o nos arriesgamos a que nos estén molestando durante mucho tiempo. La Octava compañía estaba explorando la zona y no tenemos noticias de lo que han encontrado, puede que dispongan de información importante, o que estén en problemas. Un ataque con todas las fuerzas que podamos reunir debería ser suficiente para acabar con el enemigo.

Cuando se sentó llego un comunicado del sargento Kelvor, había unas nuevas armaduras disponibles para equipar a parte de la compañía. Torbik le dijo que adelante, que les vendrían bien unas armaduras pesadas. A pesar de que adaptarse a ellas llevaría algo de tiempo.

El Questor envuelto en su túnica negra observaba los trabajos en el hangar como un ave de presa. Los Inquisidores con sus armaduras negras como el carbón permanecían a sus espaldas. 

-A pesar de su gloriosa hoja de servicios, el rendimiento de la Quinta Compañía ha sido... subóptimo últimamente. Esto es motivo de preocupación: la Orden ha sufrido mucho últimamente y la Quinta es uno de sus... pilares esenciales. ¿Es posible, capitan Torbik, que no sean sólo los reclutas quienes necesitan más entrenamiento?

* * *

Una cohorte de soldados biomecánicos avanzaba entre las nubes de ceniza. Eran de muchas especies distintas, todas ellas alteradas con implantes meltisaru para servir a sus amos. 

Las Nyxides habían tomado posiciones en las dunas. El enemigo avanzaba ajeno a su presencia hacia el campo de minas que la Octava había preparado...

Anaximand estudió el plan de Castelferro y, finalmente, asintió. - Es una aproximación valiente y osada. La Décima y la Séptima avanzaran usando esos vectores para aplastar a los Meltisaru. - El Ignis Prime se volvió a mirar al Capitán Torbik. - Las Águilas Sangrientas patrullarán el perímetro, asegurándose de que ningún Meltisaru escape. Trataremos de localizar a la Octava Compañía. Si han hecho bien su trabajo, tendrán información que nos será útil para erradicar este problema sin dejar cabos sueltos. Quiero a todos en los puestos indicados por el plan de Castelferro en tres horas.

Poco después de que el Ignis Prime diera las órdenes pertinentes, Jaenedra recibió un mensaje del Teniente Voldor: tenían cuarenta de esas magníficas armaduras a su disposición. La Capitana de la Séptima sonrió con ferocidad al leer las especificaciones las armaduras. Iban a ser perfectas para equiparlas con obliteradores.

Oxyla estaba pendiente de todos los movimientos que hacía esa cohorte que acababa de salir al desierto, pero no podia evitar mirar el crono de su armadura de caballero mientras que sus hermanas seguían sin llegar.

Pero no podían retrasarse más.

-Fuego de contención, agruparlos en una zona de masacre -dijo Oxyla en el momento en que señalaba a unas pocas Nyxides- vosotras marcad objetivos prioritarios. Ahora.

Lo primero fue un unico disparo que vino de la derecha para acabar con un solitario objetivo, luego otro de la izquierda y en un momento había una lluvia de balas precisas seguidas de unas explosiones para provocar algo de caos.

-¡Aquí sargento Oxyla de las Nyxides! ¡Hemos entrado en combate con cohortes de Meltisaru! ¡Objetivos prioritarios marcados y nos centramos en contener al enemigo! ¡Solicitamos apoyo y bombardeos en las coordenadas P132.25ZK!

Los Portadores de la Llama cayeron sobre el campo de batalla con una coordinación digna de los mejores momentos de la Orden. La Décima y la Séptima avanzaron como el rayo siguiendo los vectores de aproximación determinados por Castelferro. Algo bueno del desierto en el que se encontraban es que era relativamente llano, lo que ayudaba al avance de las unidades mecanizadas, tras las que se protegía la fiel infantería, que iba asegurando posiciones.

Las Águilas Sangrientas recibieron el mensaje de las Nyxides y acudieron prestas a dar apoyo aéreo y bombardear al enemigo. 

Con los enemigos encerrados en el cerco establecido por la Octava y la Quinta, la Décima y la Séptima estaban listas para avanzar hasta el corazón de las tropas enemigas y aplastarlos.

Torbik estaba preocupado el mal rendimiento de la compañía no era solo culpa de los nuevos reclutas, había algo que no terminaba de cuadrar. Pero no terminaba de encontrar que era lo que podía ser. Hasta que le hicieron pensar a gran velocidad, nada como el Questor Prime en persona, con sus inquisidores, como para hacerle más rápido y sagaz. Sus sospechas se convirtieron en realidades, lo primero fue saludar al Questor Prime y sus acompañantes.

Saludos Questor Prime e inquisidores. Es cierto que hemos tenido un mal rendimiento en los últimos días, y ya he encontrado al responsable de parte de este mal funcionamiento de la Quinta. En ocasiones hasta los más estrechos camaradas te traicionan, y eso es lo que me ha ocurrido. Aunque he encontrado pronto al responsable y no ha sido muy grande el daño que nos ha podido ocasionar. 

Ordeno que trajesen a su presencia al oficial responsable de la intendencia de la Quinta Compañía, un veterano que llevaba 32 años de servicio, y que comenzando como recluta había alcanzado el rango de teniente. El responsable de la intendencia de la compañía.

El teniente Yonuse Nosinada aquí presente, ha estado desviando parte de los suministros de la Quinta Compañía, en el mercado negro ha logrado buenos beneficios a partir de nuestros suministros, que luego ha cambiado por algunas de esas nuevas drogas de diseño. El daño podía haber sido terrible, ya que adulteraba el combustible de las aeronaves, ocasionado graves problemas de malfuncionamiento de motores y pérdida de potencia, podría haber ocasionado la muerte de muchos de sus hermanos. Y además ha distribuido drogas de colores entre varios de sus amigotes, provocando que estos no fuesen más que estorbos para la compañía.

Los drogatas ya han sido aislados, degradados y permanecerán encarcelados en las más estrictas condiciones, luego tras desintoxicarse, serán castigados y reentrenados, para ver si espabilan, y pueden volver a servir.

Ahora tengo prisa, estamos en guerra contra los Meltisaru, la Octava esta siendo duramente atacada, y ha pasado las coordenadas, en las que ya debería estar la Quinta.

Se acerco con su tolker de asalto al teniente Yonuse Nosinada y le dijo:

Estas degradado y licenciado, la Quinta no necesitará más de tus servicios, que deshonor para la compañía, caer tan bajo. Hasta nunca.

Pulso el activador que liberó la vibroespada y de un golpe certero separo la cabeza del teniente.

Y ahora si me disculpan, tengo una guerra a la que atender.

Pero Torbik esperó a ver la reacción del Questor Prime, antes de dar las órdenes de partir a la batalla. Con esta gente era mejor no jugar. Si se tomaban cualquier cosa a mal o como ofensa personal, las cosas se podían poner muy feas en un momento. No era cuestión de ser irrespetuosos, pero la verdad es que tenía bastante prisa. 

Luego tendría que pensar en quien podría desempeñar el importante puesto de intendente jefe de la compañía, tenían una vacante sobrevenida.

La Décima Compañía acompañaba al Ignis Primer y a los Incineradores en su avance por la llanura. El plan estaba funcionando a la perfección y en el momento más oportuno las Nyxides marcaron las posiciones del enemigo.

Anaximadr y las dos compañías establecieron un cerco de hierro y fuego alrededor del ejército meltisaru pero la Quinta se retrasaba en su misión de bombardeo.

Castelferro, que había permanecido al lado del Ignis Prime enfundado en su nueva armadura catafracto, aprovechó el fin de la última reunión improvisada de mandos para retornar con los suyos y, sin aguardar la orden pertinente adoptó una posición avanzada en la línea de batalla, de modo que sus escuadras de vanguardia quedaron a distancia de combate con el enemigo y fueran las primeras en enfrentarse a ellos.

El Questor Prime Brogan escuchó en silencio las explicaciones de Torbik. Ni siquiera reaccionó cuando despachó al teniente corrupto. En ocasiones, el líder o incluso la oficialidad entera de una compañía habían sido eliminados para ser sustituidos por otros más prometedores. La Tercera Compañía había sido completamente desbandada después del desastre de Neo Turingia y vuelta a fundar con reclutas frescos.

-No quisiera retenerle, capitán-dijo con voz grave-Prepárese para el despegue pero, cuidado, vigilaré su carrera con gran interés.

Quinta, te dejan ir. Vas tarde pero tus aeronaves están listas. ¿Irás en vuelo rasante para poder apoyar a la Séptima y la Décima o tomarás altura para poder recabar datos del campo de batalla desde las capas inferiores de la atmósfera? Acepto otras ideas pero ahora mismo estás muy lejos del campo de batalla. ¿Qué vas a hacer?

* * *

-Aquí Destacamento Beta, nos aproximamos a P132.25ZK pero estamos encontrando oposición enemiga. ¡Maldición! ¿Qué es esa...?

La transmisión se interrumpió momentáneamente pero nadie lo notó. La capitana Oxyla hizo detonar otra trampa explosiva para rechazar una nueva oleada de enemigos. Se habían fortificado entre dos dunas pero las Nyxides no estaban equipadas para combate pesado. Si no recibían refuerzos pronto, estaban en una posición insostenible con una visibilidad nula.

-Aquí Destacamento Gamma. Creo que hemos averiguado lo que traman los Meltisaru. Hemos encontrado una especie de... instalación en torno a una... gema gigantesca. Del tamaño de un edificio. Es amarilla y brilla con luz que hace doler los ojos. Hay algo parecido a un taladro gigantesco... parece como si fueran a enterrarla en la corteza planetaria...

Octava, por comodidad, llamaremos al grupo en el que está tu capitana, Alfa; el que está de camino es Beta y el que está más alejado es Gamma.

• Tira Guerra Interminable con Alfa y Beta. Para juntarlos hará falta un Efecto Especial.
• ¿Qué va a hacer el Destacamento Gamma?

* * *

La ofensiva de los Portadores de la Llama disipaba la niebla a su paso. Una marabunta de transportes de tropa arrollaba todo a su paso en una tormenta de motores rugientes y humos tóxicos.

El Desierto de Cenizas pareció cobrar vida de repente. La primera línea de dunas estalló y una fila de extrañas torretas biomecánicas abrió fuego contra los blindados. Había criaturas orgánicas de muy distinto origen integradas en los cañones y la maquinaria. Los Portadores de la Llama chocaron contra las líneas enemigas como un violento tsunami blindado.

Entonces se desató el infierno.

Séptima y Décima: Guerra Interminable. Estáis intentando abriros camino: para lograr llegar hasta la posición de la Octava necesitaréis un Efecto Especial. Podéis intentar apoyaros el uno al otro con Hermandad Inquebrantable si queréis.

Décima, los Pecados dijimos que se usan para repetir seises (así, supone un problema utilizarlos). Si lo usas con un tres en una tirada fallida te sirve como ventaja. Como la Séptima tiró antes de que le ayudaras, dejamos esa Hermandad Inquebrantable como nula.

El plan estaba saliendo a la perfección, y por un momento todo fue como la seda. Como un tipo de seda brutal que avanza por el campo de batalla destruyendo enemigos a sangre y fuego. 

En un momento dado, la vanguardia de los Incineradores, al mando la Capitana Jaenedra, avanzó con entusiasmo hacia el centro de las posiciones meltisaru, donde había detectado presencia de Caballeros, ¡debían ser las soldados de la Octava! Al observar cómo los de la Décima se abrían paso aún más rápido que ellos hacia allí, Jaenedra ordenó un avance aún más audaz, ¡no iba a permitir que la Décima se llevara la gloria!

Su avance alocado, sin la debida protección de los flancos, provocó que se vieron rodeados por un grupo de titánicas monstruosidades meltisaru, híbridos de bestia y máquina de un tamaño colosal y por monstruos formados por diversos cuerpos humanoides unidos entre sí de forma obscena con cables y tripas, que reptaban hacia los Caballeros Espaciales como insectos de pesadilla. El avance de Jaenedra y su vanguardia se vio frenado en seco y empezaron a acumular bajas.

- ¡Capitana! - la Teniente Shuttleworth se acercó hacia ella. - ¡Tenemos que detenernos, afianzar la posición y solicitar apoyo!

- ¡No! - dijo Jaenedra, mientras seguía disparando su tólker pesado. - ¡No voy a permitir que los de la Décima lleguen antes que nosotros! ¡Nadie podría aguantar al pomposo inútil de Castelferro si además de idear el plan, encuentra a las Nyxides! ¡Seguimos avanz...!

Una tremenda explosión cayó cerca de ellos y la conversación entre la Capitana y la Teniente se cortó en seco. Para cuando el humo se disipó, Jaenedra se encontró sola, mientras docenas de meltisaru se lanzaban hacia su posición. Afianzó los pies en el terreno quebrado, y disparó en ráfagas sostenidas contra los enemigos que se acercaban, mientras lanzaba el grito de guerra de los Portadores de la Llama. - ¡IGNEM EX INFERNO! - Los meltisaru se arrojaron sobre su posición en oleada tras oleada y Jaenedra soltó todo lo que tenía hasta que el tolker pesado se encasquilló. Tuvo que retroceder mientras disparaba con un tólker en cada mano y cuando esta munición también se terminó sacó un cuchillo y se decidió a matar a tantos meltisaru como pudiera antes de su inevitable final.

Una monstruosidad meltisaru se plantó frente a ella. Debía medir cuatro metros y parecía un gigante desollado al que habían sustituido la parte superior de la cabeza por un disco de metal. Se arrojó contra ella con un fusil que debía haber agotado la munición y que pretendía usar como garrota. Jaenedra se preparó para la muerte.

Y en ese momento, a su espalda, apareció un gigante de metal, disparando contra el meltisaru. Llevaba un obliterador como si fuera un tólker ligero, ignoró los golpes que el meltisaru le lanzó y lo partió por la mitad de un golpe. Otros gigantes de metal se acercaron a la posición de la capitana. Eran los Caballeros en las nuevas armaduras Catafracto. Mientras una docena de estos nuevos soldados avanzaban, el que le había salvado se dirigió a Jaenedra. - Capitana, me alegro de verla aún entera. - Era el Teniente Voldor. - Tenemos contacto con la Octava, están justo delante. 

Los Incineradores se habían reagrupado alrededor de los Catafractos y habían buscado a su Capitana para salvarla. Jaenedra sonrió y cogió el tólker pesado que le entregó uno de los Caballeros que se estaban reagrupando a su lado. - Me ha salvado la vida, Voldor. Vamos a hacer lo mismo por las de la Octava.

El fuego de las biotorretas arrasó la vanguardia de la Viento Ardiente que Castelferro había colocado en un arrebato de peligrosa arrogancia. Antes de que el resto de la compañía pudiera reaccionar, muchos caballeros espaciales yacían muertos por el rocoso llano.

El Capitán, sin embargo, apenas torció un poco el gesto y, con una frialdad pasmosa, ordenó a la última escuadra, la de francotiradores que concentrara su fuego sobre las partes orgánicas de aquella monstruosa artillería para que dejara de masacrar a sus hombres.

Con la precisión que les caracterizaba, tirador y hombre de apoyo fueron señalando objetivos, abatiendo a los seres que parecían darle vida y otorgando blancos bien definidos a los lanzacohetes y ametralladoras pesadas.

Castelferro miró hacia atrás buscando al Ignis Prime con la vista, tal vez temeroso de lo que había hecho o, con mayor seguridad, orgulloso de haber sido él quien eliminara el primer obstáculo.

—¡AL ATAQUE! ¡GLORIA, GLORIA, GLORIA! —tronaba el viejo oficial mientras se lanzaba a la cabeza de los catafractos buscando crear una cuña que rompiera las filas meltisaru.

Oxyla asintió a la transmisión recibida de uno de los grupos de las Nyxides; pero aun faltaba otro. Eso era un caos y estaba en "casa", pero los enemigos que tenían ante ellos eran un problema muy serio. Tenían que aprovechar la oportunidad y la fuerza con la que estaban llegando sus refuerzos, casi como locos, confiando en que ellas mantuvieran al enemigo. 

Las Nyxides se sorprendieron ante el alzamiento de esas biotorretas que empezaron a disparar; pero entonces aparecieron los grandes.

-¡QUE COÑO ES ESO! -gritó Arct al ver aparecer a esos caballeros que eran como tanques con patas- ¿Qué ese equipo?.

-Ni idea; pero tenemos que centrarnos en dos cosas. Arct, centraos en las torretas, que no tengan que poner a prueba esas armaduras, yo me encargaré de que nos reunamos con los otros grupos.

Gamma estaba intentando comprender qué era todo eso, pero había interferencias y demasiados soldados como para acercarse, así que optaron por hacer uso de los sistemas biométricos excepcionales, unas lentes que se activaban en las armaduras y que les permitían recibir más información de lo normal, pero consumían gran cantidad de energía de la armadura de caballero, lo que podría causar problemas en un momento más adelante.

-Joder, joder, joder -las hermanas del grupo Beta habían sido emboscadas en su intento de reunirse. 

Habían sido atacados por unos seres más grandes de lo normal y ellas no estaban preparadas para un combate directo. Corrían mientras disparaban ráfagas manteniéndose a distancia porque parecía que esos seres querían aplastarlas con sus garras; pero Oxyla llegó a tiempo.

Esas bestias gigantes biomecanicas que habían salido de la nada podían flanquear a las fuerzas de los Portadores, pero Oxyla y sus tiradoras fueron abatiéndolos uno a uno, aunque fueron necesarios una decena de disparos para cada uno de esos seres. No solo habían conseguido reunirse con Beta,sino que acababan de salvar de un movimiento de pinza a casi toda su Orden.

Con mucho retraso y aún más mal humor, Torbik puso a la Quinta compañía en marcha a toda velocidad hacia las coordenadas que habían recibido de la Octava. Tras despedirse del Questor Prime y sus inquisidores. También era mala suerte que tuviesen que estar estos presentes, mientras le tocaba lavar los trapos sucios de la compañía.

A máxima velocidad hacia el campo de batalla, ya llevamos demasiado retraso.

Se reunió brevemente con sus oficiales, y pensaron que lo que mejor podían hacer era una aproximación a gran velocidad, y por lo tanto a gran altura. Una vez sobre las coordenadas descender y hacerse una idea de la distribución de las tropas enemigas, eso sería de gran utilidad, buscar su puesto de mando o zonas más sensibles.

Es necesario que tomemos toda la información que podamos del enemigo desde las capas bajas de la atmósfera. Los halcones trataran de localizar el puesto de mando del enemigo, así como alguna zona sensible o peligrosa. Así que primero quiero un buen reconocimiento de la zona, utilicen todos los sensores, y estén bien atentos.

Al parecer por los datos recibidos, tienen túneles o trincheras desde las que aparecen repentinamente. Quiero que escaneen bien los primeros metros de suelo, no quiero sorpresas.

No quiero más errores.

Cuando recibiesen los datos, tras un rápido análisis actuarían allí donde fuese preciso.

Cuando la Octava estaba a punto de verse desbordada llegó la Séptima y barrieron momentáneamente al enemigo. Las armaduras catafracto resultaron un añadido valioso para los caballeros espaciales: su grueso blindaje les daba una ventaja inestimable en combate cerrado. Los cuerpos carbonizados de innumerables engendros biomecánicos adornaban el suelo de ceniza volcánica. Pero los caballeros espaciales sabían que vendrían más.

El Ignis Prime saludó a la capitana Ioma.

-Aquí Destacamento Gamma-radió un comunicador-Podemos aprovechar vuestra distracción para infiltrarnos ahora que buena parte de esos monstruos van hacia vosotros pero esto no es una factoría: aquí sólo había una guarnición. No sé lo que es esa gema pero podemos sabotear las instalaciones perforadoras e impedir que la entierren.

Durante unos breves momentos, un silencio pesado rodeó a los Portadores de la Llama roto solamente por los lejanos rugidos de la batalla que libraba el Viento Ardiente. 

La niebla de cenizas se dispersó un poco cuando la línea defensiva de artillería meltisaru voló por los aires. Los guerreros de la Décima habían hecho un auténtico estropicio en las líneas enemigas pero se habían visto retrasados por la masacre. Sus escáners detectaron a una formación de extraños tanques con patas que se acercaba hacia ellos a gran velocidad.

Arriba, muy alto en el cielo, las Águilas Sangrientas se desplegaron. Sus sensores barrieron el desierto luchando por penetrar la densa ceniza. Llegaban muchas interferencias debido al ruido de la batalla.

-Señor, puedo ver a la Décima. Están en combate con fuerzas enemigas.