Partida Rol por web

Temperly, Texas.
Año 1884. Verano. Media tarde.

Os encontráis en este lugar, pues habéis quedado con vuestro jefe de banda, Tannen McCurly. Antes de dispersaros tras el último golpe no muy lejos de allí, os citó para el día de hoy en esta diminuta localidad. A medida que pasaba la tarde, fuísteis llegando poco a poco, de uno en uno. El pueblo constaba de un hotel de dos plantas y seis habitaciones, una cantina prácticamente vacía, y una pequeña estación donde paraban ferrocarriles de mercancías y pasajeros. A veces también transportaba ganado. También había un gran abrevadero y un redil de madera para caballos cerca de cuatro viviendas de planta baja. Todo construido en forma de "L". Después de saludaros entre vosotros, y tras un rato esperando junto a la estación, vísteis que al fondo del paisaje una columna de humo grisáceo se abalanzaba sobre el terreno.

Pronto supísteis que se trataba de un ferrocarril, alguno de los que regularmente pasaban por Temperly. En cuestión de unos diez minutos se detuvo delante de la estación, avisando con su particular ruido de frenos y pistones, y de entre todos los pasajeros descendió vuestro jefe Tannen, sorprendentemente. No lo habíais visto viajar nunca en ferrocarril, si no más bien encima de bestias. Lo más curioso es que bajó del transporte ayudando cortésmente al descenso de una mujer, sujetándole la mano y cogiendo con la otra una maleta. Ver para creer, amigos: uno de los más sanguinarios forajidos de Texas formulándose como "gentleman" con una mujer. ¿Quien sería aquella tipa? -os preguntábais.

El polvo entraba en los pulmones de James con la naturalidad de haber vivido siempre entre polvo.

-Chicos, parece que a nuestro temible forajido nos lo han cazao. ¿Vendrá a decirnos que se ha retirado?- 

Nada más acabar la frase sonrió levemente y se acomodó en una de las columnas del edificio más próximo.

-¿Alguno quiere una copa?-

Hacía un buen rato que estábamos esperando que llegase el tren. Al parecer, ahora a Tannen le había dado por viajar en una de esas grandes máquinas. No me lo podía creer. Como la cantina estaba cerca de la estación había aprovechado para sacar una silla al porche y me encontraba con los pies apoyados en la barandilla balanceándome sobre las patas traseras. Al fin llegó el tren y comenzaron a bajar los pasajeros. Cuando vi que Tannen ayudaba a bajar a una señora casi me caigo hacia atrás. Me puse de pie, me quité el sombrero y pasé la mano libre por mi sucio cabello.

– Pero, ¿qué coño estará tramando Tannen?¿qué hace con esa mujer?

¿Temperly? ¿Qué estará tramando Tannen, para reunirnos en este poblacho perdido?. Ni siquiera tenía una cantina decente, ni un whisky que se pudiera beber.

No es que yo fuera un sibarita ahora, para nada. Pero con el paso de los años uno aprende a diferencias y saborear lo bueno de la vida: bebidas caras y mujeres bonitas. Y para ambas cosas se necesita lo mismo: dinero.

Hablando de dinero… Llevé mi mano a la bolsa que colgaba de mi cinturón y comprobé que había vivido tiempos mejores. Dejé un par de monedas en el mugriento mostrador y salí de la cantina  rumbo a la estación (si es que se podía llamar así).

Espero que lo que Tannen tiene entre manos me llene la bolsa, que falta va haciendo.

Cuando el tren se detuvo y se disipó la nube de denso humo pude ver a Tannen bajando del tren con..¡una mujer! Esto sí que es nuevo. Algo trama, seguro.

Miré a mis compañeros y vi que estaban tan atónitos como yo. Cuando por fin logré reponerme di un par de pasos hacia los recién llegados.

Tannen, ¡Cuánto tiempo! Veo que la vida no te trata mal.

La silla en la que estaba Samuel quedó balanceándose, y la pierna de Steel dejó de estar contraída, apoyada en la columna de la taberna. Butcher salía del salloon con aún el trago en la garganta, y todos os aproximásteis un poco. Tannen y la mujer venían de frente. Caminaron levemente hasta que se colocaron delante de todos vosotros.

A tí tampoco, Butcher, a tí tampoco... -dijo vuestro jefe dejando la maleta en el suelo y atusándose el sombrero-. La mujer estaba un poco cohibida al estar ahora rodeada de cuatro hombres. Del tren nadie bajó más, y enseguida los pistones, bielas y cilindros comenzaron a moverse, con sus particulares ruidos de escapes y metal rechinante.

Veo que la vida os trata bien, panda de granujas, je je -añadió, golpeando el hombro de James-. Bueno, esta señorita es Sally Davis, la... “jefa” -remarcó a conciencia- de la empresa, de nuestro nuevo encargo. Se dirigió a ella. Sally, estás en buenas manos, piensa en vuestro hermano o vuestro padre, y así se comportarán mis muchachos, se lo aseguro -y os echó una mirada rápida a los tres, para que os quedara claro (sobre todo al "ligón" de Steel)-.

Gracias, señor -dijo tímidamente, y su voz era muy dulce-. Sus ojos contrastaban con su melena rubia y castaña, y llevaba un largo traje verde con flecos y bordones blancos, que estaba absorbiendo todo el polvo y residuos del lugar y del tren. Si no les importa, creo que iré a descansar un poco... Con permiso -y os hizo ver que estaba cansada-.

Ah, ehp...p... por supuesto... ¡Samuel!, acompaña a la señorita al hotel -que estaba allí mismo, delante de la estación y era el edificio más alto, de fachada marrón, cuyo nombre era "The yellow Rose"-. Luego ve a la cantina, allí hablaremos de los pormenores de nuestro nuevo trabajo. ¡Ah! Y que se aloje en la mejor habitación, díselo al recepcionista. Que descanses, señorita ¡Vamos muchachos, tomemos un buen trago, invito yo! -os esbozó-.

Entonces Tannen le entregó en mano a Samuel la maleta, y acto seguido marchó junto a Butcher y James al salloon. Vuestro jefe tenía una sed inimaginable.

- Desde luego, Tannen. – Contesté al jefe. – Señorita…, por favor. – Dije quitándome el sombrero y haciendo una especie de reverencia a la señorita Sally, tras la cual miré a mis compinches lanzándoles una sonrisa entre pícara y burlona.

Cogí la maleta y acompañé a la señorita Sally hasta el hotel. Le abrí caballerosamente la puerta y esperé a que pasase dentro del hall de la recepción. Pulsé el pequeño timbre dorado que había en el mostrador para que apareciese alguien y, cuando eso ocurrió, le pedí la mejor de las habitaciones como me había indicado Tannen. – Quiere la mejor y más limpia de las habitaciones que tengas en este hotel. Es para la señorita Sally David. – Exigí señalando a mi bella acompañante. – Y que no le falte de nada, amigo. – Añado firmemente con una sonrisa.

Acompaño a la Sally a su habitación y compruebo que todo está en orden. – Señorita. – Me despido de ella levantando un poco la parte delantera de mi sombreo con los dedos y salgo de la habitación. Bajo las escaleras y le recuerdo al hombre del hotel de la que paso – Que no falte de nada. – esta vez sin ninguna sonrisa en mi rostro y salgo en dirección al saloon.

Me acerco a la mesa donde ya se encuentran los demás y le pregunto a Tanne - ¿es qué ahora tengo que hacer de niñera, Tannen? – y me siento con ellos. 

Observo como Samuel se dirige para el hotel con la señorita Davis. Una belleza de mujer por cierto, pero a la que desde eso momento le debía un respeto sagrado, como si fuera mi madre de mi alma.

No lo hacía por no enfadar a Tannen. Broncas peores habíamos tenido. Sino por un complejo sentido del honor que me impedía traicionar a mis compañeros. Es algo que llevaba muy a gala desde siempre. Nunca se traiciona a un compañero, a un amigo, a alguien que ha puesto su confianza en ti. Y nunca lo había hecho. Lo malo es que yo siempre esperaba lo mismo del resto y claro, no es que viva rodeado de monjitas católicas precisamente. Eso sí, los traidores pagaron un alto precio por sus actos...

Tan perdido andada en mis propios pensamientos que cuando volví a la realidad Tannen y James caminaban unos pasos delante de mi rumbo al saloon. Aceleré el paso y en dos zancadas me puse a su altura. Estaba deseando sentarno y que Tannen nos explicara qué estaba tramando.
 

-Pero Tannen, es preciosa, ¿Seguro que tengo que tratarla como una madre o hija? Va hombre...- No esperaba respuesta, conociendo el caracter de su compañero y jefe.

Nada más llegar a la barra, pidió un whisky, solo, doble.

-Bueno..¿Y cúal es nuestro nuevo trabajo?-

James estaba deseoso de empezar su nuevo trabajo, esta pequeña pausa se le había hecho demasiado larga...

-Butcher, tómate algo y cuentame...-

¿De niñera? ¡No te quejes, Samuel, después de lo que os tengo que contar! -el rostro de Tannen cambió de semblante un momento. También miró a James, aunque sabía que decía aquello de la mujer en tono jocoso-. Vamos a ver... -el barman aguardaba limpiando vasitos de chupito y colocando algo bajo la barra. El saloon estaba completamente vacío a esas horas. Acto seguido os llevó una botella de alcohol nueva-. Vosotros estábais sentados en una mesa redonda, mientras Tannen estaba de pie, orquestando aquella reunión, con un pie apoyado en una silla haciendo descansar su rodilla.

... esa mujer, Sally Davis, es la hermana del Lou “Gusano”, ya sabéis, ese maldito perro que no ha tenido la desgracia de encontrarse con nosotros -rió un poco-. Gusano estaba perseguido en el estado de Texas junto a su banda de cinco hombres hasta el día de hoy. Según me contó Sally, hace algo más de un mes su hermano y su banda asaltaron una caravana militar que transportaba oro a Fort Cromberg. Era tanto el botín que se repartieron una parte entre todos, y se acordó que el resto se ocultaría por no poder ser transportado. Así también evitaban perderlo en un robo o asalto. El caso es que el sobrante fue enterrado en un baúl por Lou y dos de sus hombres, cerca del lugar del asalto, a unos cuatro días al este de este puto sitio -por eso os citó en este pequeño pueblo-. Durante su vuelta los dos hombres murieron en un accidente, y Lou confió a su hermana el escondite del oro sobrante, para que en un futuro tomara una parte y pudiera mantener a su hijo Dylan. Días después, según cuenta la chica, murió tiroteado por la espalda en una reyerta de borrachos. ¿Entendéis por dónde voy? -se quedó unos instantes mirandoos mientras apuraba un trago a su bebida, y os rellenaba las vuestras-.

Ahora Sally quiere recuperar el dinero -prosiguió-, aunque el resto de la banda de Lou... también. La mujer nos ha contratado, amigos, para ayudarla a recobrar el dinero. Ella sabe dónde está exactamente enterrado, y nos hará de guía. Como pago nos ha prometido que nos entregará una parte de lo encontrado. ¡Un maldito negocio bastante simple, diría yo! ¡Ah, si! También me ha asegurado, mientras viajábamos en el ferrocarril, que desde hace días cree está siendo perseguida por los forajidos de la banda para sonsacarle el lugar donde se esconde el botín. ¿Queréis ver de nuevo vuestras alforjas llenas de oro, camaradas?
 

Samuel escuchó con mucha atención lo que Tannen tenía que contarles. Una gran noticia para sus menguados bolsillos. Hacía tiempo que no tenía ingresos de ninguna clase y la situación comenzaba a ponerse mal. Una buena parte de un botín de oro era mucho dinero, sí señor.

- Es una gran noticia, Tannen. ¿Te ha dicho ya donde se encuentra ese oro? – Preguntó Samuel llevándose el vaso de whisky a la boca.

-...entonces...¿está soltera?- Dijo James sonriendo -Yo me apunto a esta aventura pero...¿sabemos de la cantidad sobre la que hablamos? -

James intentaba reprimir su ansia por salir a la búsqueda de ese tesoro.

Al escuchar la palabra oro mis oídos casi se niegan a seguir trabajano.

¡Oro!

Últimamente anda bastante escaso del vil metal y, por decirlo de alguna manera, había tenido que reducir drásticamente mi ritmo de vida.

Si no he hecho mal las cuentas, la banda de Lou eran cinco hombre más él. Dos de los hombres murieron tras enterrar el oro y el propio Lou la diñó después en una pelea de borrachos. Así que parece que sólo quedan tres tipos que son los que van persiguiendo a la señorita Davis. Tres para cuatro no me parece mala proporción.

Antes de salir para el sitio del tesoro, quizá deberíamos pensar qué debemos llevar. No parece que haya muchos lugares civilizados al este de aquí y cuatro días son bastantes millas de camino. Creo que deberíamo estar preparados.

Ya os lo he dicho, no ha soltado prenda, tan sólo a cuatro días de aquí. Ahora mismo ella es nuestra guía y nuestro mapa -aseguró Tannen a Samuel- Uhm... El botín de Lou asciende, según le contó Gusano a Sally, a 250.000 dólares. Una parte es nuestra señores... ¡pero qué parte! Podremos retirarnos una buena temporada -a vuestro propio jefe se le hacía la boca agua, con la mirada fija en el vaso, de saber el pellizco al que podía ascender todo aquello-.

Tres hombres, efectivamente Butcher -dijo luego Tannen-, pero esos perros son muy peligrosos. Además, puede que hayan contratado a más pistoleros para la búsqueda y rastreo, este estado es muy grande y las malas conciencias son muchas.

Acto seguido apurásteis vuestros vasos y Tannen dejó algunas monedas sobre la mesa. Entonces se subió el cinturón, se puso el sombrero y salísteis afuera. El sol había caído sin daros cuenta, como cuando alguien eso cosido a balazos y su cuerpo se desploma rápidamente sin más.

Vayamos al hotel a descansar, muchachos. Mañana comienza nuestro viaje. ¡Y comienza temprano!

Nadie se veía ya caminando por Temperly.

Antes de subir a descansar sigo con mi idea de buscar algunos pertrechos que pudieran facilitar la aventura que tenemos por delante. Lo primero sería una pala, por si acaso está enterrado.

Tengo que comentar con los chicos el tema de alimentos y agua para estos días. Espero que Tannen lo tenga pensado ya.

Antes de partir James comprueba que todo su equipamiento esta en pleno funcionamiento. Al ver que todo estaba en marcha, se dirigió al hotel, con ganas de una última copa y descansar.

-Chicos, voy a tomarme la última en el hotel. ¿Alguien se apunta?- Tal como decía esto, salió del bar.