Partida Rol por web

El tiempo parecía haberse detenido. Céfir, Haru y Harjas, los tres Caballeros de Bronce que hasta hace unas horas eran simples aprendices se encontraban cara a cara con Free, señor de la Tortura, Maestro de los muertos. El resto había ido tras Altieon intentando impedir que éste escapara con la armadura de Eleas. Ellos siete deberían detener los malignos planes del guerrero rojo y sus aliados antes de que el cosmos de su maestro se debilitara del todo y liberara la zona donde se encontraban.

La pequeña muviana, llena de confianza al haber sido elegida para portar una armadura supo que debía tomar una decisión en aquel momento. No estaba lista para pelear, a pesar de su nueva vestimenta. El combate con aquel formidable enemigo la había dejado exhausta y a duras penas podía sentir el fulgor de su propio cosmos. Necesitaba hacerlo explotar, volver a sentirlo vivo y para ello debía dedicar unos momentos, unos preciados y sagrados minutos a meditar y ver, si alcanzando la paz interior, lograba revivir su fuerza para así enfrentarse a la par de sus compañeros con Free y acabarlo de una buena vez.

Cerró los ojos, a pesar de que sabía que estaba arriesgando mucho, inspiró profundamente y comenzó a bucear en las profundidades de su alma. Pensó en Shimi, en como su hermano había ayudado a descubrir su fortaleza interior, en cómo siempre la instaba a no rendirse, a seguir esforzándose al máximo para alcanzar su objetivo. Con esto en mente, intentó concentrarse y alcanzar la fortaleza que Athena proveía a cada uno de sus Santos. Meditó.

Un suspiro quedo escapó de sus labios luego de un momento. Al parecer tendría que arreglárselas con la poca energía que le quedaba. El agotamiento y la pérdida de sangre habían hecho demasiada mella en ella como para poder alcanzar su paz interior. Abrió los ojos y su mirada reflejó una tenaz determinación. Con su cosmos o sin él, ella lucharía igual.

-Prepárate Free porque por fin ha llegado tu hora.

Los tres aprendices, Andrómeda, Cisne y Pavo Real, se prepararon para hacer frente al misterioso Free. 

El cosmos del enemigo se elevó, una marea roja de muerte y dolor, de ánimas en pena clamando por la sangre de aquellos que se pusieran a su paso. Mientras el resto del grupo corría colina abajo en pos de Altieon, Shimi giró la cabeza para observar, quizás por última vez, a su hermana...

Un rayo envuelve a Free en energías chisporroteantes, rojas y ardientes. El cesped a su alrededor se quema y humea; su armadura se convierte en fragmentos de una hoguera; llamas rojas y naranjas envuelven su figura y elevan sus cabellos ondeantes.

La cruz marcada en su mejilla se revela como una quemadura a fuego, ardiente con un Cosmos desbordante. Malditos niños... Yo soy FREE! Fragua de la Guerra! Furia invencible!

Se vuelve para ir a por el grupo que salió disparado colina abajo cuando una fina pared de escarcha lo detiene; el frio sisea contra su cálida aura y unas cadenas apuntalan la pared. 

- No te marcharás sin enfrentarte a nosotras... dice Céfir, su aliento congelando el aire. El Cisne bate las alas tras ella, remarcando sus palabras...

Céfir dejó que su cosmos ardiese en todo su potencial. A pesar de que eso debilitaba mucho su cuerpo, estaba dispuesta aún a exigir mas a su siempre delicada resistencia.

-Terminaremos con esto de una vez.

Haru sigue estando muy golpeada, y siento que su cosmo-energía esta agotada. Aún así...aún es necesaria su ayuda, incluso la de sus puños.

Echó un leve vistazo al nuevo compañero de batalla.

Espero que Harjas ataque con todo lo que tiene.

Comenzaba a mover sus brazos, y quizá fuese por la energía del sentido superior, pero pareció hacerlo con mas gracia y elegancia incluso que lo normal para los movimientos de sus tecnicas. Esta vez el movimiento ya era reconocible, y el hecho de que la palama mirase al cielo precedía. Adelantandose un poco, su brazo cual lanza de hielo se adelantó.

-¡Destello Cristal!

Harjas observó la determinación de sus dos compañeros. El pequeño Haru, a menudo inseguro, estaba decidido a derrotar al enemigo. Cefir, fría y distante como siempre emitía grandeza metida en la brillante armadura de Cisne. El persa esperó estar a la altura de las circunstancias. 

Luego miró a su enemigo. Había algo de Free que no le gustaba, no parecía un enemigo normal. Generaba una especie de rechazo, como que su mismo ser represente el deseo de morir de todas las personas del mundo. Harjas se estremeció. Vio como Céfir lanzaba su ataque, y él se puso en guardia, pero no para atacar. 

Había atravesado un camino peligroso, del que solo salió airoso gracias a la meditación y reflexión. A partir de ahora sus actos estarían signados por esa premisa. Pensar antes de actuar. Observó la situación. Entonces comenzó a elevar sus cosmos. No podría atacar a su enemigo tan debil como estaba, pero sacrificaría su vida con tal de derrotar a un ser tan horrible, tan contrario a Athena. 

Las plumas a su espalda se elevaron cuando una luz violacia, el cosmos del Pavo Real, se elevaba por encima del cuerpo de Harjas. 

"¡Aaaaaaaaah!" gritó el persa, y elevó su cosmos hacia el infinito. (Vida por Cosmos = 30x30)

Los gritos de los muchachos solo hicieron torcerse a la mueca de Free. Sus cabellos cambiaron de color, tiñéndose de rojo; el aura que descendía de los cielos lo envolvió y se elevó unos centímetros del suelo.

Gotas de sangre permearon el aire y cada una de ellas detuvo a un fragmento de hielo del ataque de Céfir. Ya deberías haber aprendido, pequeña, que este Escudo de Sangre (25/10) no puede ser penetrado por una técnica tan... ridícula. El verdadero poder de la fuerza está en el calor, en las llamas! No en el tenue hielo! Te derritiré como una vela, te extinguiré de la existencia! 

Su dedo apuntó al Caballero de Cisne: Sangre Hirviendo!! 20/10

Cuando Harjas vio a Free esquivar el ataque de Céfir; se estremeció, y cuando atacó con el índice a su compañera, el persa supo que sería un combate bastante difícil. Se preparó para morir. 

Elevó su cosmos un poco y, en un movimiento repentino, corrió directamente hacia Free. El ser ahora tenía cabellos rojos y había tanta sangre alrededor que resaltaba aun más la sensación de muerte a su alrededor. 

"¡No me importa quién seas, eres un enemigo de Athena!" exclamó Harjas mientras corría. "Y por eso te derrotaremos! Recibe mi PICOTAZO DE ACERO (20/10)"

Debo conseguir elevar mi cosmos o no serviré para nada en este combate. La joven muviana sabía que en esas condiciones poco podría hacer por los demás. Aunque su capacidad de meditar no era mucha en aquella situación, supo que la armadura la ayudaría si ella sacrificaba parte de sí misma para conseguir la cosmoenergía necesaria para atacar a su contrincante.

-¡Athena! dame tu fuerza Diosa de la Paz y la Armonía. ¡Toma lo poco que queda de mí y ayúdame a derrotar a tus enemigos!- la sangre de las heridas de Haru comenzó a bañar a su nueva protectora y la armadura, sintiendo la calidez de la vida de la pequeña guerrera, refulgió a su vez. Estaba respondiendo a su llamado.

Pronto, a su alrededor el aire comenzó a vibrar y destellos blancos y rosados comenzaron a elevarse alrededor de su cuerpo. Su cosmos, débil aún, comenzaba a recuperar algo de su brillo.

-Gracias Athena, ahora podré ayudar a mis amigos.- Sintiendo una enorme paz interior, la muchacha corrió junto a Céfir y Harjas. -¡¡¡Detente de una buena vez Free!!! Aún estás a tiempo ¡No saldrás vivo de este lugar si continúas intentando destruir la paz de Athena ayudando a quienes quieren destruírla!-

Céfir lanzaba una seria mirada de reprobación a Free, casi recordando a una persona adulta que desaprueba un comportamiento vandálico de un mocoso. El ataque no llegó a afectarle en lo mas mínimo gracias a que esa postura, literalmente, desprendía frío.

-Parece que tu sangre tampoco puede pasar de mi Aura Helada (25/10) -observó impertinente.

En ese momento, algo mas perturbó el ambiente. Algo enorme, poderoso, y muy familiar. El cosmos de Haru parecía haber cambiado de un momento a otro, y ahora la energía que desprendía era...intimidante. A pesar de su estado seguía siendo preocupante, y pequeños regueros de sangre estaban esparcidos manchando las cadenas y otras secciones de su protección de bronce. Estaba segura de que, combinando sus tecnicas, lo lograrían.

De un momento a otro, notó que su resistencia empezaba a menguar, un tanto.

Todavía no, ordenó autoritariamente en su mente, aún debo prestar mi fuerza una última vez a Haru y Harjas.