Partida Rol por web

- La irracionalidad puede costar vidas, muchas veces hay que pensar con la mente no con las emociones. Pero supongo que por eso no asumo ni pretendo asumir la Capitanía de una nave. Él que tiene todo para hacerlo eres tú Aakesh, a ver cuándo abandonas ese puesto y escalas más alto. Sería un orgullo, además de una felicidad inmensa saber que mi amigo llegó tan lejos. - comentó emocionada. 

Con respecto a lo demás, simplemente asintió conforme mientras analizó cada palabra expresada del hindú. Muchos temas debieron tratarse, pero al menos por el momento sembró en el oficial una noción sobre la situación reinante y su cometido ya estaba cumplido. El resto ha quedado a expensas de los pasos a seguir por parte de su amigo, ha depositado su confianza en él y no sería capaz de fallarle. 

- Nada que agradecer, a ver si conversamos más seguido y no por asuntos de trabajo. - respondió haciendo un guiño. 

Aakesh de nuevo sonrió

-Los humanos somos así, capaces de hacer actos sin sentido común por nuestra gente. Puede que coste vidas, pero es algo que nunca sabremos. En ocasiones el destino es caprichoso y aquello que nos tendría que dar ventajas ser un auténtico lastre.

Ante las palabras de su amiga no pudo por menos que sonreir con afecto

-Gracias Erika, me veo capaz de alcanzar el grado de capitán, y estoy seguro de que lo seré algún día, pero esta es mi segunda misión como primer oficial, aún he de recorrer un largo camino. Prefiero seguir aquí durante un tiempo para aprender y mejorar como oficial. Y sobre esas charlas, a ver si es verdad, se echan en falta nuestras juergas.

- Y así, será. - dijo sonriendo. 

Luego de acompañar a su amigo, le indicó que iría al puente de mando con su pad en la mano. Ya despidiéndose divertida, caminó unos pasos hasta volver a la misma actitud de siempre. Era una Comodoro y Erika debía quedarse ahora resguardada. 

-Hasta luego Erika. En un rato iré al puente

Esperó a que su amiga se alejase. Acudió a su cabina, se aseó un poco, tomó un té rigeliano y luego se encaminó al puente con paso firme.

Tras esperar un tiempo prudencial, avanza a paso firme por el extenso pasillo que la dirige hacia los camarotes, siendo su único destino aquel encuentro con el Vulcano. 

Un tanto confusa, golpea la puerta mientras aguarda su recibimiento. Lo sucedido días atrás, han dejado una huella imborrable en Erika, al margen de que su rictus se mantiene igual que siempre, sin reflejar lo evidente. 

Adelante

Pudo escuchar la comodoro desde el otro lado de la puerta.

Al escuchar su voz posa su mano sobre el picaporte y tras abrir la puerta, la cierra detrás de ella apoyando la espalda sobre la misma.

- Sirril... Tenemos que hablar. - afirma mirándolo a los ojos. 

De momento mantuvo la distancia, quizás algo descolocada por lo sucedido en estos días. Más que nada porque tras haber compartido algo intenso con él, ahora todo se torna extraño. 

Sirril recibió a la comodoro con hospitalidad ofrecer índole un asiento mientras de su estantería sacaba un pequeño objeto conocido por la oficial.

Sino estoy equivocado esto es suyo.

Dijo acercándose lo y tomando asiento frente a ella. Digame en que puedo ayudarle?

Haciendo caso al Oficial Científico, toma asiento en el lugar que es indicado y coge entre sus manos el arco, aquel objeto si que lo ha extrañado muchísimo. Una vez que se acomoda en su lugar, detiene la mirada en Sirril durante unos largos instantes, mientras el tiempo transcurre lentamente. 

- Hace cinco días atrás, usted y yo hemos intimidado en el sentido literal de la palabra. Lo extraño es que, pese a que no estoy pidiendo nada, no ha dejado de sorprenderme. ¿Lo recuerda? -  pregunta tranquila. 

No se la ve nerviosa, sí intrigada por la situación y la posible respuesta. 

Seguramente cualquier humano con los que la comodoro acostumbraba a tratar se hubiera ruborizado ante aquel comentario, pero Sirril no era humano, era vulcano y no uno cualquiera.

Sirril miró fijamente a Erika como si por un instante pensara su respuesta.

Sinceramente no estoy acostumbrado a este tipo de situaciones... ¿Qué espera de mi?

Igual o más sorprendida que el Oficial, Erika mantiene la mirada sin desviarla siquiera por un instante. Intrigada por la reacción, incluso ante la respuesta del Vulcano no se visualiza una actitud sorpresiva, es muy propia de su raza aquella actitud. 

- Está todo bien, no hay nada que aclarar... Es decir, lo que sucedió, sucedió y no hay arrepentimiento de mi parte. No le estoy pidiendo nada, aunque... - afirma, dejando una pausa. - Si desea repetirlo, las puertas de mi Camarote siempre estarán abiertas para usted. No es algo usual en mi, pero no voy a negar lo bien que lo he pasado. 

Tras decir aquello, esboza una sonrisa mientras mantiene su rictus de Comodoro al igual que siempre. Estaba claro que de día, puede ser una cosa y de noche otra completamente diferente. 

- Al margen, seguiremos investigando. ¿No? - pregunta. 

La insinuación o más bien oferta de Erika no pareció perturbar al vulcano o al menos su rostro no lo mostraba.

Gracias por su oferta lo tendré presente... he buscado en las bases de datos y no he encontrado nada de información relevante... En mi opinión nos enfrentamos a algo muy antiguo antes de casi cualquier registro...

Era increíble ver como trataba temas tan profundamente diferentes para Erika con la misma neutralidad lo que hacía de Sirril totalmente indescifrable.

- Por la noche, seguro voy a investigar un poco.  - responde tranquila. 

Luego piensa en algo, posiblemente una idea que viaja en el interior de su mente y muere en ese preciso instante, hasta transformarlo en una pregunta. 

- Oficial... ¿Usted confía en mí? - expresa directamente. 

Aquello tenía su correlación en su fuero interno, algo que Erika mantiene entre sus silencios. Ahora la clave es escuchar una respuesta a ello. 

Sirril seguía teniendo la mirada fija en la comodoro.

Claro, no tengo razón para desconfiar de usted.

Respondió el vulcano ante la pregunta.

Ha podido hablar con la capitana sobre la misión?

- No de momento, está con el asunto del salvaje que tenemos en la celdas. Me gustaría ir a interrogarlo con usted en algún momento. - propone decidida. - Su intelecto es idóneo para estas cosas. 

Y mientras espera una respuesta, no deja de mantener la mirada fija en el Vulcano. Erika rara vez suele evitar ese tipo de contacto, más aún frente a Sirril.

Diría que la presencia del intruso no tiene nada que ver con la misión pero nunca se sabe.

Sirril miró a la comodoro de una manera más profunda si cabe.

Algo grande se avecina, puedo intuirlo... Quisiera pedirle algo por raro que le parezca... Si llegado el momento,
cuando las cosas se compliquen... Si ve que no soy yo mismo y pueda poner la nave en peligro... no dude en acabar conmigo, prometamelo

Solo ella podía entender aquello si es que alguien podía, había experimentado las dos partes de Sirril y de lo que ambos podían ser capaces.

La mirada de Erika se profundiza aún más, no por el primer comentario, sino por las palabras finales de Sirril que esconden un secreto difícil de ocultar. Desconociendo lo que en verdad sucede, ella se acerca para sujetar la mano del Oficial sin desviar sus ojos hacia ningún lugar que no sea los del Vulcano. 

- Lo haré, pero antes... Deberá decirme la verdad. -  responde tras dejar una caricia en el dorso de su mano. - Puede confiar en mi, soy una aliada para usted y no necesariamente por lo sucedido varias noches atrás, sino desde que lo he conocido en el interrogatorio. 

Confiesa tras quitar la mano, siendo un efímero instante de contacto entre los dos. 

- ¿Por qué no es usted mismo? -  pregunta curiosa. 

El vulcano siempre fiel a la máxima expresión de su especie parece hablar con una dialectica llena de luces y sombras de respuestas, preguntas, secretos y enigmas.

Soy yo no se preocupe, pero la misión que nos espera pondrá al limite nuestras capacidades como nunca antes, y puede que requiera decisiones difíciles de entender o imaginar. Mantenga su mente abierta para lo que pueda venir...

- Mi mente está demasiado abierta a todo, es raro que algo me asuste o sorprenda. Es la realidad de alguien tan curioso como yo. -  responde esbozando una sonrisa. 

La conversación se torna interesante, por momentos el Oficial Científico refleja algunos vestigios de información que Erika anhela descubrir. El problema radica en las habilidades por parte de aquel hombre y sus formas de evadir ciertos temas con una astucia divina. 

- Sólo recuerde algo, sin importar lo que suceda venga a mi, puedo guardar cualquier secreto y ser su aliada. -  afirma segura. 

Ya con la intención de incorporarse mientras contempla a Sirril. 

Era una situación extraña, la comodoro parecía dispuesta a confiar ciegamente en el vulcano el cual todavía intentaba averiguar si podía fiarse de si mismo...

Gracias respondió de forma escueta el vulcano, incorporandose a la par de la comodoro para dar así por concluido el encuentro.