Partida Rol por web

La capitana se encontraba apuntando a Gaheris con el arma manteniendo la distancia de seguridad, una vez que todos se hubieron ido, volvió a hablar.

- Ya estamos solos, empiece- ordenó con impaciencia

 Adopté una expresión de gran seriedad antes de responder:

 - Antes de nada, quiero pedirle disculpas por todos los problemas que haya podido causar, capitán. Contrariamente a la opinión que pueda tener de mí, yo no quería que pasara todo esto. En cuanto a la razón por la que estoy aquí es que yo y mi compañero fuimos contratados como mensajeros por un patrón anónimo para que lleváramos un objeto, una piedra preciosa, a un lugar concreto de esta nave. Al parecer dicha piedra es importante para los Klingons y esa es la razón por la que me persiguieron hasta ustedes. Esa persona también tenía especial interés en que usted me acompañara en la entrega, ignoro el motivo. Y antes de que me lo pregunte, mi compañero es un Sehlat llamado Dientes De Sable, le agradecería que usted y sus hombres no le hicieran daño, él es familia para mí...

La capitana arrugó ligeramente el ceño cuando Gaheris le comentó lo de la piedra preciosa, pero por lo demás su expresión no varió un ápice.

- Ha entrado en mi nave como un elefante en una chatarrería, esta situación la ha generado usted. Pero vayamos al grano- comenzó De Alba sin dejar de apuntarle, con la mirada clavada en él- ha dicho usted que tiene una piedra preciosa para mi y que debe de dejarla en un lugar concreto de esta nave... ¿Donde?

 - Los dos tenemos que dejarla en la bahía de carga numero tres, es todo lo que se... - Le respondí con todo seriedad. Aunque me hizo gracia la analogía del elefante, era consciente que este no era el momento para chistes, ya que necesitaba que la capitana confiara en mí para completar esta tarea.

Cristina se mantenía muy seria sin modificar su postura, lo que decía Gaheris parecía concordar con lo que ella sabía... pero no terminaba de fiarse de él y lo ilógico sería que lo hiciese.

- Dado que fuiste interceptado por los klingon... ¿Cómo pensabas ponerte en contacto conmigo para hacerme entrega de la piedra? - volvió a inquirir, necesitaba contrastar el máximo de información posible.

 - Yo solo sabía que tenía que venir a un sector determinado, creí haber despistado a los klingons hasta que llegué. Una vez aquí, recibí una transmisión codificada de mi jefe indicando lo que tenía que hacer, abordar la Excalibur y todo lo demás... - Le respondí tranquilamente.

Gaheris seguía sin convencerle, y lo cierto es que la papeleta era para ella... pues sólo tenía dos opciones, comprobar que lo que decía era cierto y en base a ello, ver que hacía con él. La idea de tenerlo en prisión era la que más le gustaba, puesto que significaba un problema menos con el que lidiar, sin embargo de ser cierto que decía la verdad ¿Qué demonios hacía con él? puesto que no le seducía la idea de dejar que campara a sus anchas por la nave, al menos de momento.

- ¿Vas a entregarme la piedra?- dijo finalmente 

 - Esa es mi intención, para que los dos podamos llevarla al punto de encuentro, pero como verá tengo un problema de inmovilidad y el objeto en cuestión está a buen recaudo en un sitio al que solo yo puedo acceder. ¿Sería posible que pudiéramos llegar a una especie de acuerdo sobre mi situación actual, si yo prometo no causar más problemas?. - Le pregunté con diplomacia. No esperaba que aceptara a la primera, pero esto era una negociación y cada uno debía de presentar sus bases. - Si se informa sobre mí, en el submundo, averiguará que soy bastante conocido como un mercenario cuya reputación incluye la de un hombre que siempre cumple con su palabra, capitán...

- Las palabras se las lleva el viento, señor Soong- le dijo seria Cristina, si algo había aprendido De Alba, era que no podía confiar en nadie, ni conocidos ni mucho desconocidos... no obstante era cierto que en aquella situación Gaheris no podía moverse ni entregarle nada...- ¿A que tipo de acuerdo se refiere?- le dijo sin bajar el arma.

- Bueno, una vez que haga la entrega, habré completado mi contrato actual. ¿Estaría interesada La Flota Estelar contratar un asesor militar con experiencia en luchar contra los Romulanos?. Dado que la humanidad lleva un siglo sin meterse en una guerra a gran escala, creo que necesitan toda la ayuda posible... - Le ofrecí.

Cristina volvió a enmarcar una ceja, esta vez fruto de la sorpresa, había esperado cualquier petición o incluso una provocación o un chiste fácil... Cualquier cosa menos eso. Gaheris debía de andar muy mal de la cabeza cuando lo que ofrecía a cambio de la piedra era formar parte de su tripulación... Lo que implicaba tener de compañeros a Unger y a Jankowski, seguramente le habrían golpeado muy fuerte en la cabeza, o quizá tenía lo que se llamaba tradicionalmente en la Tierra, síndrome de Estocolmo... Que era algo así como que los cautivos se enamoraban o algo de eso de sus captores, la mera idea de Gaheris siendo amable con el gigante verde, le hizo sonreír.

- Usted formando parte de mi tripulación... Venga, ya me he reído, ahora dígame la verdad, ¿qué es lo que quiere a cambio de entregarme la piedra?

Con una sonrisa comprensiva, le respondí a la capitán:

- Le estoy hablando muy en serio, capitán. Puedo entender que puede presentar algunos inconvenientes al principio y que requeriría confianza por ambas partes, pero creo que es la mejor solución para todos: Ustedes podrán soltarme sin temor y yo, a cambio, como compensación por los problemas que he causado, hasta que dure la guerra, iré ayudándolos en todo lo que esté en mi mano...

Alice desde que salió detrás de su jefa no paró de dar vueltas por el pasillo. Rabia dejado un cultivo de células en la incubadora isolitica para realizar una prueba de inmunidad. Si pronto no volvía a la incubadora debiera comenzar de nuevo todo el proceso.

- ¿Falta mucho? Llevan mucho tiempo a solas – inquiere a los tres presentes.

Aunque la pregunta fue para ella misma porque nadie podría responder a eso. Ni siquiera Walker o tampoco los dos MACO allí presentes.

Cristina meditó unos segundos antes de contestar.

- Si quiere que empiece a confiar en usted, va a tener usted que hacerlo primero de mí- bajó el arma y adoptó una postura más cómoda- No pienso soltarlo hasta obtener la piedra ¿La lleva encima?

 - Por supuesto que no, me la hubieran quitado cuando me detuvieron... - Le respondí. Tras unos instantes de duda, añadí. - Está en mi nave, en un compartimento oculto, que solo se abre con mis parámetros biométricos, un extra que le añadí para llevar mercancías delicadas.

Cristina miró directamente a los ojos a Gaheris, no le quedaba otra que otorgarle el beneficio de la duda y debido al carácter de la misión en la que estaba envuelta, el secreto y la prudencia eran vitales.

- No haga ningún movimiento o no saldrá vivo de la enfermería- le advirtió mientras se dirigía a él y comenzaba a liberarlo- Lo primero que va a hacer es entregarme la piedra- Una vez quedó libre, la capitana echó unos pasos hacia atrás y llamó por el comunicador.

- Señor Jankowsky, preséntese en enfermería por favor.

  - ¿Al menos puedo estirarme para desentumecer los músculos, por favor?. - Le pregunté a la capitana, una vez que me hubiera soltado. No quería hacer ningún movimiento, sin avisar, que pudiera malinterpretarse.

Mientras aguardaba a que Jankowsky entrara, Cristina que mantenía una distancia prudencial con Gaheris a quien no le quitaba ojo, hizo un asentimiento con la cabeza.

- Estírese usted- le dijo con el arma apuntando al suelo pero aún alerta.

El oficial de seguridad al entrar a enfermería se encontraría con que el preso estaba suelto y Cristina a unos metros de él, pero observándolo con tranquilidad, tenía toda la pinta de que habían llegado a una especie de acuerdo.

 - Muchas gracias, capitán... - Le respondí amablemente, mientras estiraba los músculos de mi cuerpo, mientras permanecía en mi sitio. Definitivamente era mucho más fácil tratar con esta mujer que con sus subalternos. Me preguntaba como reaccionaría Jankowsky al verme libre. ¿trataría de agredirme, sin más, como en mi celda?.