Partida Rol por web

Ingeniería, Bahía de Lanzaderas y Sala de transportes.

Ingeniería

Localizada en la cubierta D está la sala de motores. La NX fue la primera nave humana que llevó un reactor warp capaz de llegar a velocidades de warp 5.Antes de salir del núcleo y antes de fluir hasta las barquillas, el plasma warp es acelerado con dos inyectores.

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Sistemas de lanzaderas

El hangar de lanzamiento está localizado principalmente en la cubierta E. El sector presurizado del hangar (limitado a la cubierta E) contiene la sala de control del hangar, mientras que en la cubierta F se encuentra el hangar propiamente dicho, donde se sitúan las dos lanzaderas. Una grúa magnética se extiende desde el techo para subir o bajar una lanzadera en su partida o llegada.

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Sala de transportes

En la época de la clase NX, el transportador se usaba sólo para transporte de mercancías, aunque fuese capaz de transportar a personas. No obstante, la mayoría de la gente tenía miedo de usarlo, limitándose a situaciones de emergencia.

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Luego de abandonar el puente bajo el manto de la tranquilidad y el orden, Jack vuelve a su nicho de trabajo.

Aquí también reina la paz sin dejar de lado el trabajo. En comparación a estar sentado en el puente la bahía de ingeniería es un ir y venir de tripulantes, los cuales realizan los ajustes necesarios para dar el mejor rendimiento al renovado motor.

Por allí se encuentran Tse, Burgundy y Naun. Se los ve atareados.

Para cuando Cristina arribo a la bahía de las lanzaderas el sargento Unger se encontraba allí con sus soldados registrando el área y los habitáculos adyacentes.

Con todo en orden el oficial a cargo de la bahía dio luz verde a la lanzadera de la Archon para atracar en uno de los dos recintos libres.

Las NX habían sido diseñadas para llevar cuatro lanzaderas pero los costes de producción y mantenimiento achicaron esa cantidad a solo dos lanzaderas por nave. De ese modo el espacio para el ingreso de lanzaderas y transportes del mismo tamaño se situó en dos.

Ahora podían dar uso a ese espacio muerto.

Mientras la lanzadera atracaba en el primer recinto libre, la capitana y el sargento MACO ultimaron los detalles…

Cristina llegó al angar con semblante serio pero tranquilo, tener que lidiar con un político era mucho peor que hacerlo con un vulcano asesino del futuro... pero aquella era su obligación y lo haría lo mejor posible... sólo esperaba que ese hombre no fuese como se lo habían pintado... aunque con el dios primigenio pululando a sus anchas por aquel universo, no sería malo... sería peor. Terminó por dar un suspiro y cuando se situó al lado de Unger, lo saludó de manera militar.

- Sargento...

Los soldados estaban trabajando y la Señora Comandante pudo ver, al llegar a esta cámara, que la ronda de zona, estaba en la entrada del hangar, más oculta que otra cosa, y preparados para entrar en acción.

Se giró con una mueca en el rostro. No dio la voz de atención porque el personal estaba enfrascado en una misión, pero él, como líder del grupo se cuadró y saludó. - A sus órdenes, buenos días. Personal realizando inspección. Cuando el personal desembarca será inspeccionado uno a uno. Aún tenía en mente la broma que le hizo a los soldados dela "Inspección Rectal", y con eso, parecío sonreir. Una sonrisa maquiavélica y picarona. - Cuando la gente de la vista sea autorizada a salir de esta área, será escoltado a donde se fueran a realizar los actos de parlamento por la ronda y el destacamento de inspección se dividirá para ayudar a la escolta y parte inspeccionará el transporte ... y entre dientes masculló ... aunque sea por la fuerza.

El personal tiene las instrucciones oportunas y están adiestrados para ello. Yo estaré presente en todas las "revisiones" y tomaré medidas si fuera necesario, si hubiera cualquier tipo de resistencia.

Tras eso, terminó el saludo militar. Había estado en firmes, en primer tiempo de saludo, mientras daba las novedades.

La compuerta superior de la lanzadera se abre para que la escalera baje y permita salir a los invitados especiales. Invitados es la palabra exacta porque dos personas son quienes arribaron a la Excalibur. No una persona, sino dos.

El primero en trepar y llegar a la barandilla es el padre de la doctora de la nave. Cristina lo vio un par de veces en las noticias pero jamás en persona, y la verdad es que Leonard Walker es alguien con presencia. Así lo afirma el cigarro cubano que lleva en sus manos.

Si bien es una costumbre extinta entre los terrícolas, no lo es en este hombre en particular, que sin perder un segundo realiza la pregunta formal. – Capitana. El embajador Turak y yo solicitamos permiso para abordar la Excalibur. – habla el hombre con notable voz gruesa a causa de su adicción al tabaco cubano.

Cabe destacar que su vestimenta es acorde a su cargo político. Traje de finísima costura de color azul profundo y zapatos de un reconocido modista francés.

Y Turak no es otro que un Vulcano. No cualquier Vulcano sino el actual supervisor y enlace del Alto consejo Vulcano.

El embajador se posiciona luego de trepar con dificultad la escalera justo detrás de Walker, y con mirada de arrogancia y disgusto –aun para una raza de lógica pura- examina el interior de la bahía de la Excalibur.

-Viceministro. Espero que todas las naves de la Tierra no sean tan…”rusticas”- habla para su compañero ignorando por completo a los militares y a la capitana de la nave.

Tal vez porque según la lógica superior Vulcana aun no ha sido presentado a la nave y por ende las formalidades aun no llegan.

El orionita era la palabra que necesitaba. "Rusticas". En ese instante hizo un gesto y los soldados dieron los pasos pertinentes para iniciar la inspección que tenía prevista.

No se demoraron. No podían vacilar si no querían enfrentarse a la ira del gigantón. Y con eso, se situaron e iniciaron los cacheos.

No podía esperar orden ni permiso. Es lo que haría. Daba igual quienes fuera. Era su función, y sólo la Señora Comandante podía decirles que parase. Ni si quiera otro oficial que hubiera quedado al mando. El inmediato responsable de la autoridad en seguridad era él mismo, así que ... nadie se la podía revocar en beneficio de otro. Estaba tan decidido ... que costaría que le convencieran de otra cosa, y no sería sin luchar.

El embajador Vulcano retrocedió hasta el borde de la barandilla completamente indignado –si es posible que un Vulcano lo esté – ante el exabrupto del gigante musculoso de piel verde. Unger comenzó por Walker, quien levantando ambas manos y tratando de no perder su cigarro Cubano protesta enérgicamente. - ¿Capitana que es este atropello? ¿No sabe que existen los tricorders y también la amabilidad? ¡El almirante sabrá de esto! – despotrica con énfasis mientras es cacheado sin miramientos. 

Y el orionita y sus soldados siguieron con lo que estaban haciendo, en silencio y comunicándose por señales .... y las justas. A no ser que fuera total y oportunamente necesario.

Cuando Cristina escuchó al sargento arrugó el ceño, estaba bien que se tomaran medidas pero un cacheo y una revisión tan pormenorizada de las personas que debían escoltar podría ser contraproducente para todos, en especial porque aquellas personas pertenecían a la flota, pero justo cuando fue a replicar a Urmoz para que relajara las medidas y su rudeza, desembarcaron tanto Walker como un anciano vulcano y en apenas unos segundos y antes de que la capitana pudiese saludar como era debido a aquellos hombres y responder a Walker sobre el permiso para abordar la nave, el grandullón verde ya había movilizado a los soldados provocando el lógico malestar del anciano y la indignación del político.

- Señor Urmoz- dijo enérgica con la ceja izquierda elevada, señal inequívoca de que la capi estaba cabreada- deténgase y detenga a sus hombres ¡Ahora mismo!- ordenó firme en un tono que no dejaba margen de discusión- Señor Walker, señor Turak lamento mucho este comportamiento, mis hombres están tratando de garantizar la seguridad de la nave, en nuestra anterior misión fuimos abordados por intrusos hostiles nada más comenzar, por ese motivo estamos siendo tan cautos. Confío en que sean capaces de perdonarnos- aguardó De Alba conciliadora, mirando a los ojos a Walker para después posar su mirada en los del vulcano.

El sargento, cuando fue interpelado, se acercó a la interlocutora, dando unos preciosos segundos extra para que los soldados revisasen algo más, si cabe.

Frente a ella, se cuadró, con el pertinente taconazo. - Si Señora Comandante, así se hará. Marcial y prusianamente se giró, y dando el taconazo, como cuando se hace "orden cerrado" e instrucción militar dio los pasos necesarios para acercarse a los que protegía el núcleo duro de la inspección.

- Soldados aúnense a la escolta.

Tras eso, se acercó a los cacherados y frente a ellos, los daludó militarmente.

- Soldados. Dejen eso. Ya han oído a la Señora Comandante. Fin de inspección.

En ese momento sus oidos analizado la frase de las disculpas. - Je, y eso que no hemos hecho la inspección del tacto rectal. Por suerte para todos, eso quedó en un mero pensamiento para sus adentros. - Y no saben con lo que les haría la inspección esa.

La mirada del embajador Turak no tiene igual, del mismo modo que el viceministro Walker al acomodar su traje correctamente luego del cacheo de los militares.

Leonard fue el único que habló a los presentes, siendo el vulcano quien guardó silencio. - Un atropello de esta magnitud amerita la peor devolución del Comando de la Flota estelar y el Alto consejo Vulcano. - Entonces el hombre hace una pausa para sacar encender su cigarro con un zippo antiguo y terminar su protesta - Aunque podríamos omitir todo lo sucedido con algo de su parte. Solo con firmar un permiso de transferencia inmediata de la doctora Diane Walker. - y la respuesta de Leonard queda en el aire al igual que la voluta de humo de su cigarro.

Aquello era para mear y no echar gota... ¿Qué puñetas le pasaba a todo el mundo con la doctora? La misión anterior todo había girado en torno a ella y al vulcano y esa parecía que iba a seguir la misma estela... todo el mundo quería quedarse a la doctora... SU doctora y aquello no estaba dispuesta a permitirlo.

- Señor Walker, entiendo que las maneras del sargento no han sido las apropiadas, pero me gustaría que hablásemos en un lugar más apropiado. ¿Puedo sugerirles mi despacho?

En aquel momento sonó el intercomunicador, se trataba de Jan interesándose por los invitados y la propia Cristina.

Unger, muy, pero que muy enfadado, pilló el intercomunicador, que incluso cujía el material. Parcamente contestó: - Inserción realizada, se informará oportunamente.

La voz denotaba un perfecto "no es el momento", pero no lo dijo en ningún instante. El comandante maco podía oir el "sufrir" del intercomunicador, y el rascar interno de sus componentes mientras era aplastado por una ira contenida.

- Señor Walker, entiendo que las maneras del sargento no han sido las apropiadas, pero me gustaría que hablásemos en un lugar más apropiado. ¿Puedo sugerirles mi despacho?

Una de las alarmas de incendio comienza a chillar pero el encargado de la bahía se encarga de desconectar el dispositivo para que el sonido no incordie a los presentes.

Leonard hace una muesca en respuesta a la alarma activada por su cigarro. Luego de pensar la situación responde a la capitana mientras toma la iniciativa de ir hacia la puerta más cercana. Casualmente es la puerta que da al pasillo de la cubierta.

-No tiene con que negociar capitana. ¿Comprende usted las implicancias de lo sucedido y la magnitud si la noticia llega a Vulcano? Adicionalmente mi destino no es otro que la enfermería de la nave. Si usted es tan amable de escoltarnos…- y la respuesta del viceministro supone la espada y la pared cuando él y Turak aguardan junto a la salida de la bahía de lanzaderas.

-No tiene con que negociar capitana. ¿Comprende usted las implicancias de lo sucedido y la magnitud si la noticia llega a Vulcano? Adicionalmente mi destino no es otro que la enfermería de la nave. Si usted es tan amable de escoltarnos…-

​Pregunta... ¿Por qué le tocaba siempre  a ella bailar con el más feo? respuesta: era la capitana... para bien o para mal... ¡Dita sea!

​- Señor Walker, entiendo dos cosas. Una, su viaje a la Excalibur no ha sido sólo para reunirse con su hija, dos ¿De verdad desea interrumpir su trabajo? Si algo conozco de Diane es lo mal que se toma las interrupciones cuando está ocupada y si su deseo es llevarla consigo, como buen padre protector que es- no pudo evitar soltar aquella ironía, sólo conocía a Leonard de dos minutos y ya le caía fatal- sugiero que me permita escoltarle hasta mi despacho para dar tiempo a su hija de que termine lo que está haciendo y acuda a su presencia en un lugar más adecuado, tanto para usted como para el señor Turak, insisto, la enfermería no es el mejor habitáculo de esta nave.

El embajador Turak decide tomar la palabra antes que su colaborador humano responda con algo más escalado que su contrincante la capitana De Alba. - Coincido con usted capitana. La enfermería es un sitio inadecuado para visitar aunque mi conocimiento superior en medicina podría ser de ayuda en caso que la doctora Walker decida abandonar la nave. Además de ser miembro del Alto consejo vulcano también soy un miembro importante del Consejo médico Vulcano. Le recuerdo que el señor Leonard desea hablar con su hija a solas luego de visitar su despacho personal. – la respuesta del Vulcano es impoluta, aunque denota su pensamiento de superioridad sobre los humanos. Quizás la única excepción es con el viceministro Walker pero tal vez la política entre ambos mundos sea la barrera que lo mantiene a raya.

Leonard asiente a las palabras del embajador. Todo lo hablado hasta el momento puede cambiar con la decisión de Diane, siendo esta ultima quien tiene la potestad de cambiar su destino.

Muy bien capitana. Usted gana por ahora. Pero mi tiempo vale oro porque en la tierra me espera una conferencia dentro de cinco horas, así que sea breve. La seguimos hasta su despacho pero mientras tanto mande a llamar a Diane. – responde de mala gana el vice ministro a Cristina para luego cruzar la puerta hacia el pasillo y allí esperar por la capitana y el sargento. Detrás de todos va el embajador Turak.