Partida Rol por web

El grupo utiliza el punto de acceso más cercano para iniciar el descenso. Es casualmente por donde Jankowsky había encontrado el artefacto: entre los restos de la Valiant una antigua entrada de dos metros de ancho por un metro y medio de alto anticipa el descenso mediante un sendero de escalones.

- Por supuesto que no jefe. ¡Vamos de excursión! - responde Hawk con una gran sonrisa al guardar el rifle y extraer su pistola. En espacios cerrados no hay como la pistola phaser.

En la superficie permanece el equipo de trabajo compuesto por la auxiliar ingeniero Naun, dos soldados y dos auxiliares médicos. Picard y Rochard moverán la lanzadera numero uno hasta la posición actual afín de cargar todas las piezas que puedan y plantar las boyas de señal para transportar lo demás a la Excalibur cuando se presente la oportunidad.

Son diez metros de bajada por largos peldaños hasta un pasaje de bloques de acero y concreto que al parecer cumplía las funciones de antesala para algún sistema de transporte subterráneo. El sitio es amplio y oscuro, húmedo y viciado, donde cuesta respirar con naturalidad. Es como estar a gran altitud sobre una montaña.

Adelante les aguarda un camino inexplorado como lúgubre por igual.

El grupo empezó la marcha por las cuevas con los MACO protegiendo el avance, los túneles eran lo suficientemente grandes como para avanzar cómodamente por ellos. A buen ritmo pronto llegarían a la pirámide.

Son 4 km de túneles, debernos darnos prisa... parece que algo impide escanear dentro de la pirámide probablemente el mismo campo de fuerza del exterior, pero aquí hay un tunel que nos lleva directamente a la pirámide por lo que esperemos encontrar algún tipo de puerta o entrada que nos permita atravesar el campo. Alferez dijó refiriendose a Aleksandra Realizaremos barridos continuos buscando formas de vida y artefactos o estructuras que no concuerden con los túneles por si encontramos algún nuevo objeto que proporcionar a Ollander.

Aliviado por saber que la doctora ha conseguido una cura, me dispongo a seguir a mis compañeros en el descenso a los túneles de la pirámide.

Sigo la recomendación del comandante de MACO y empuño mi fáser. No me gustaría encontrarme alguna sorpresa en los túneles y no estar preparado.

- Espero no perdernos. Me recuerda el Laberinto de Audubon Park, solíamos ir Blake y yo a veces a pasear y siempre acabábamos dando vueltas y más vueltas sin encontrar la salida.

- ¿Si ?.- Me giré para ver que quería.- Vendrá bien si me  ayuda a cotejar los datos cuando aparezcan lecturas parciales.-

  Adentrarse bajo tierra a través de la red de túneles causaba cierta claustrofobia. Era mejor centrarse en el tricorder tal y como había sugerido Sirril y olvidar esa asfixiante incertidumbre de que nos podía salir al paso.

Por delante nuestro estaba el Comandante junto al cabo abriendo camino. Se mostraban serios y concentrados, una forma profesional de inspirar confianza ya que iban sin bajar la guardía. Esperaba no tener que ver a ambos usar sus armas.

Comenzamos a avanzar por los túneles, eran más amplios de lo que esperaba antes de entrar. Eso no hacía más complicada una posible emboscada pero al menos, pese a la humedad, podíamos movernos con comodidad.

Los científicos que nos acompañaban rastreaban con sus sensores en busca de cualquier posible anomalía. - Serían, al menos, capaces de anticiparse a un posible ataque. - Era un procedimiento habitual en un planeta de las características de este, donde aún no teníamos claro si había o no seres vivos. Recordé la figura que había visto, estaba seguro de que era algo o alguien no un simple reflejo o ilusión.

-Tranquilo piloto, el mapa de Sirril y Kuztezov es fácil de entender, no creo que nos perdamos. Vamos, esta zona es segura, ¡avancemos!, si antes llegamos antes volveremos.

El grupo avanza por los derruidos túneles por más de media hora en completa oscuridad, entre tramos inundados hasta las rodillas y zonas con grietas de varios centenares de metros de profundidad.

Las luces de las linternas sirven para iluminar pero no alcanzan para esclarecer la oscuridad que se oculta delante de todos. En realidad el avance es más arduo de lo esperado. Un apenas tres cuartos de kilometro han recorrido en ese tiempo cuando el tricorder de Aleksandra y Sirril comienzan a chillar.

Múltiples señales vitales no identificadas se acercan desde todas direcciones hacia el grupo… las señales fueron detectadas a tan solo diez metros de distancia y avanzan con rapidez inusual.

- Pero que demon… - alcanza a maldecir Wilcox antes de ser tragado por el manto de la oscuridad. Su rifle con linterna sale volando por el aire hasta caer al lado de la oficial de comunicaciones y la luz de la linterna esboza sombras chinescas en su trayectoria.

- ¡En circulo! ¡Ya! - grita el Andoriano tras escudar a la doctora desde la retaguardia y apuntar hacia la nada con su pistola phaser y alumbrar con la linterna. 

Un planeta apocalíptico que alberga horrores en sus entrañas…

El camino se hace más pesado de lo esperado, el grupo avanza hacía la pirámide sin pausa adentrándose en las profundidades de la tierra. Los sensores detectaron lo que parecían ser señales de vida en un corredor oscuro, antes de apenas darse cuenta el grupo parecía rodeado.

Sirril tomo en su mano el phaser mientras apuntaba con él a la oscuridad en la dirección que su tricorder parecía detectar algo, las sombras se movían demasiado rápido haciéndole pensar que quizá se tratara de una raza primitiva o cuadrúpeda.

No conocemos sus intenciones, NO disparen si no es para repeler un ataque. Alférez intentemos comunicarnos Sirril comenzo a hablar en diferentes dialectos repitiendo el mismo mensaje manteniendo tras de si a Aleksandra para que ella lo intentará con más lenguas. Venimos en paz, no queremos haceros daño, necesitamos ayuda los mensajes eran claros y concisos, el vulcano parecía repetir lo mismo una y otra vez en diferentes lenguas.

A medida que nos adentramos mas en la red de la caverna quedaba claro lo grande que era todo. No ya solo era un mapa dibujado en la pantalla, recorrerlo era cansado y llevaba su tiempo.

- ¡Ahh!.- Solté un pequeño grito de sorpresa cuando algo cayó a mi lado en la oscuridad, ¡era el arma de Wilcox!. Con lo nerviosa que estaba ya solo me faltaba eso.

Desenfundé el Phaser con la mano libre y al igual que Sirril dije un par de frases en varios idiomas tratando de llamar a la calma,. -¡Como si eso fuera posible!- casi repitiendo las palabras del Vulcano.

No hay respuesta ni cambios en el avance de las criaturas que aun no se dejan ver, pero ya se pueden oír sus gruñidos y otros alaridos guturales, así como el chapoteo de ellos al avanzar en la oscuridad hacia el grupo expedicionario.

Después de repetirlo tanto no se de qué demonios nos sorpredíamos, nos habíamos metido en la oscura boca del lobo a sabiendas y ahora debíamos rendir cuentas.

-Mierda, como me jode tener razón. - mientras el vulcano pedía paz, maldita sea, y dicen que son lógicos - Hawk ¿ves algo? por la cantidad de pitidos de los tricoder parece que nos superan en número

-Está bien Sirril, no abriremos fuego pero no sueñes con que bajemos las armas. Pero creo que por como "hablan" no creo que seas capaz de establecer una comunicación.

Traté de escudriñar en la oscuridad pero a penas percibía movimientos, solo oíamos chapoteos y gruñidos en diferentes direcciones, nos estaban rodeando.

Seguimos andando cuando de repente las cosas parecen ponerse feas. Me aguanto las ganas de disparar, pero tengo mis dudas de que respondan a los mensajes del vulcano y de Aleksandra. Me mantengo en tensión, intentando agudizar la vista por si puedo ver algo entre tanta negrura del pasadizo por donde transitamos. Tal como dice Jankowsky, mantengo mi faser en alto por si hubiera una amenaza real contra nosotros.

Un túnel oscuro y tétrico que se adentraba en las profundidades de un planeta desierto pero en el que se veían extrañas sombras... difícilmente podía calificar su exploración como el mejor de sus momentos de su vida. Aun así, Diane se veía obligada a admitir que se trataba de un mal necesario. Por lo menos, podía darse con un canto en los dientes de que nadie hubiera tenido la fabulosa idea de sugerir que se separasen para cubrir más terreno.

Los gritos del resto de los tripulantes sacaron a la doctora de su ensimismamiento, obligándola a echar mano a su pháser mientras escudriñaba las tinieblas que los cercaban. Mantuvo el arma en alto en actitud amenazadora mientras el vulcaniano hablaba, pero sin realizar ningún gesto abiertamente hostil. Dudaba que la diplomacia fuera a sacarlos de esa situación, pero era una locura no intentarlo al menos... especialmente, porque dudaba igualmente de sus posibilidades en caso de que se desatara la violencia.

Los intentos de comunicación fallan con aquello que mora en la oscuridad y las luces de las linternas tampoco sirven para ahuyentar la hueste sedienta de sangre y carne. El hambre les ciega al punto de lanzarse sobre sus presas sin que nada les importe… sucede que huelen delicioso.

Al menos dos docenas de monstruos humanoides, albinos de gran musculatura al igual que altura, se abalanzan con sus garras extendidas hacia los tripulantes.

La agilidad de las criaturas es sorprendente. Muchos cargan a toda velocidad y otros se acercan a los saltos, de una pared a otra sin encontrar obstrucciones que los detengan. En definitiva saben moverse en los oscuros túneles del planeta apocalíptico.

-     ¡Dispareeennn! – chilla Deibhem tras disparar su pistola phaser y derribar un monstruo que repta por el techo del túnel.

Los sonidos y ruidos en el tunel se multiplicaban conforme el tricorder detectaba formas de vida. Eran muy rápidos y cuadrúpedos por lo que parecía una raza de inteligencia limitada lo que sin duda haría muy dificil cualquier tipo de comunicación.

El hambre y la desesperación parecía empujar a aquellas criaturas pero su debilidad también los haría asustadizos. Sirril apunto con su phaser para después disparar al primer objetivo que tuvo a la vista.

El primer disparo de phaser apareció antes de lo que ha Sirril le hubiera gustado, pero ya no parecía haber vuelta atrás.

¡Repelan el ataque!

Al grito de Deibhem reacciono como un resorte. Mi primera idea era recoger el arma de Willcox, para poder ver con su linterna, pero la situación apremia y es mejor que dispare con la pistola, me tendré que guiar por la luz de los demás.

-¿Pero de dónde salen tantos? ¡Son rápidos! – suelto con un chasquido mientras aprieto el gatillo de mi arma.

Una mueca se dibujó en el rostro de la doctora al observar a la tenue luz lo que antes únicamente había vislumbrado entre las sombras. -Que bajara al planeta por mi propia seguridad, decía...- Pensó con un atisbo de verdadero enfado y (¿para qué negarlo?), por primera vez, una cierta inquietud... Terminar su vida siendo devorada por una especie en vías de degeneración no entraba dentro de sus planes inmediatos: puestos a elegir, casi prefería ser capturada por los Gorn...

...pero no era el momento de hacer elucubraciones. En un acto casi reflejo, antes de pensar en cualquier clase de estrategia, disparó su arma hacia las criaturas de la retaguardia tratando de mantener la posición y, con un poco de suerte, abrir una vía de escape de vuelta al exterior. Mientras siguieran en círculo, al menos no tendrían que preocuparse de que les atacaran por la espalda... sino que únicamente sufrían el riesgo de que les derribaran a todos a la vez si caían desde el techo. Bien hecho, comandante Jankowski.

No podía negarlo, sentía miedo, sobretodo al comprobar que quienes nos asaltaban estaban mas cerca de ser bestias salvajes que una especie inteligente con quien poder dialogar. Y esa idea me chocaba, no entraba en mi cabeza que semejantes seres estuvieran detrás del ataque a la Excálibur o el siniestro de la Valiant.

Sin mas tiempo que el de reaccionar movida por el instinto de supervivencía apunté al mas cercano y descargué un disparo de mi phaser.

- ¡No dejen que se acerquen!.-

Sin pensarlo dos veces abrí fuego, tenía el arma preparada por lo que lo único que hice fué apretar el gatillo y buscar un blanco. Se movían mucho y la zona era oscura pero también eran muchos y el espacio reducido debería acertarle a alguno o incluso a más de uno sin demasiada dificultad. Tampoco quería disparar a ciegas y arriesgarme a herir al desaparecido Wilcox, aunque algo me decía que no volveríamos a ver al joven - ¡Mierda, joder!-

- Fuego señores, traten de hacer blanco y no malgasten munición.