Partida Rol por web

Diane apena tuvo tiempo de soltar la pistola antes de que se desintegrara e, instintivamente, se aferró la mano a pesar de no haberse quemado. Por lo menos, parecía haberse liberado del control mental, pero dentro de su cabeza la rabia, la preocupación y la humillación danzaban condicionando su comportamiento tanto o más como las órdenes de esa criatura a la que no se atrevía ya a llamar mujer. Había estado tan cerca... y ahora no tenía nada que hacer, más que rezar para que alguien en el puente pudiera ponerle freno a sus acciones.

Llevada por el impulso y pensando en toda clase de maldiciones, se lanzó hacia la puerta del ascensor tratando de ignorar el hecho de que le había lanzado encima a la capitana como si fuese un perro y de que no había forma humana de lograr colarse en la cabina a tiempo... y, como no podía ser de otra manera, se comió un puñetazo en la boca que la hizo retroceder un paso atrás mientras escupía sangre en el suelo de la cabina. Al menos, podía estar contenta de que no le hubiera reventado ningún diente.

Viendo que se lanzaba hacia ella sin ninguna clase de emoción como si de un autómata se tratase, la doctora hizo acopio de fuerzas para empujarla lejos de sí mientras trataba de buscar una salida de la situación en la que se encontraban. -¡Es capitana y tiene voluntad suficiente como para liberarse de ese bicho! ¡No tenemos tiempo para esto!- Gritó con frustración, antes de echar a correr hacia el intercomunicador más cercano. Solo esperaba que siguieran en funcionamiento...

La mente de Cristina parecía irse aletargando por efecto del férreo control que aquel ser, bajo la apariencia de la primera oficial de la Valiant, ejercía sobre ella. El zas en toda la boca hacia la doctora fue a dar en su objetivo y tal y como era de preveer Diane no tenía nada que hacer frente a De Alba en cuanto a combate se tratara. Entonces cuando parecía que no podría liberarse de aquel yugo, escuchó la voz de Walker acompañada por un puñetazo que la hizo caer al suelo y la ira en la capitana se hizo más fuerte.

- ¡¡Aaaaaahhhh!!- gritó la española luchando por liberarse, no podía consentir que tomaran la nave, no podía ser partícipe en la destrucción de la Excalibur ni de su tripulación- ¡¡Aaaahhhh!!- volvió a chillar luchando por escapar... por tomar el control mientras la sacudida de la nave hizo que Cristina no pudiese levantarse y terminase de rodillas sujetándose la cabeza- ¡¡SAL!!- exclamó en español retorciéndose de dolor- ¡¡Sal de mí PUTA!!
 

La pelea entre las mujeres parece no tener fin. Aunque el golpe de Diane ayudo a Cristina a librarse del control mental de la comandante de la Valiant. El único precio fue un moretón por el golpe de la doctora.

Ahora las dos mujeres tienen mucho que hacer; como por ejemplo encontrar la forma de comunicarse con el puente y escapar de la cubierta E que ha sido sellada desde el centro de comando.

Cristina sintió como volvía a ser ella.. como su cuerpo obedecía a quien debía hacerlo, cuando barió los ojos y se miró las manos, fue plenamente consciente de que había conseguido liberarse del yugo que la oprimía. Alzó la cabeza para mirar a la doctora y fue entonces sintió una punzada de dolor en el rostro y algo húmedo que le recorría la comisura de los labios, al tocarse la boca y mirarse los dedos vio que se trataba de sangre. Sonrió y volvió a mirar a Diane para proceder a incorporarse.

- Buena derecha para ser una matasanos- le dijo sonriendo amagando un súbito mareo que solventó apoyándose a la pared para tomar aire, la lucha interior había sido intensa- creo que podría mandarle a los calabozos, se acaba de ganar la medalla de oro a las olimpiadas de insuborninación y otros menesteres...- amplió su sonrisa para añadir- Gracias por ayudarme a volver- le dijo muy agradecida, posiblemente no hubiera sido capaz de despertar de no haber estado con la doctora- Y ahora, pongámonos manos a la obra- comentó- debemos sacar a esa zorra de la Excalibur y creo que no estaría de más localizar al señor Sirril, es posible que su poder psíquico nos ayude.

El grito de la capitana sobresaltó a Diane, que detuvo su carrera para observar como la mujer caía al suelo sufriendo lo que parecía un gran dolor... y estaba dispuesta a apostar su vida a que no había sido a causa de su débil puñetazo. -¿Y ahora qué...?- Pensó un tanto desesperada, temiendo descubrir que la criatura que la estaba controlando hubiera decidido asesinarla mentalmente desde la distancia. Sin embargo, tampoco se atrevía a acercarse, no deseosa de volver a enfrentarse cuerpo a cuerpo contra ella.

Sin embargo y contra todo pronóstico, de Alba sonrió y volvió a hablar con su talante natural, a todas luces libre del control mental que se había ejercido sobre ella. -Ya iba siendo hora...- Comentó manteniendo la frialdad durante apenas unos segundos, antes de apoyarse en la pared del corredor para recuperar aliento al mismo tiempo que una tenue sonrisa afloraba subrepticiamente sobre su rostro. Probablemente, estaban haciendo frente a una amenaza sin precedentes en la historia de la humanidad... pero por el momento lo único que sentía era el más profundo alivio. -¿Creía que acaso alguien como yo se conformaría con algo menos que el oro? Si las ofrecieran, tenga por seguro que me esforzaría en merecer la medalla de platino...

Inspiró profundamente antes de decidir que, en caso de sobrevivir a todo aquel terrible viaje, debería comprometerse a realizar una verdadera rutina de entrenamiento físico por mucho que le disgustara. Y esforzarse todavía más en su entrenamiento con los soldados: iban a necesitar nuevos MACO para protegerse de los MACO. -En este momento hasta el estallido de una nova podría ser beneficioso... ¿tiene alguna idea de donde podría encontrarse el Oficial Científico o está hablando por hablar?- Preguntó más seriamente de nuevo, y volviendo al sarcástico comportamiento que la caracterizaba. -Antes que nada, deberíamos comprobar si podemos avisar mediante el int...

El inesperado temblor de la Excalibur, sin embargo, la hizo precipitarse de bruces contra el suelo sin poder terminar la frase, aunque afortunadamente tuvo tiempo de colocar las manos para evitar chocar de frente. -...Olvídelo, tengo la sensación de que el puente de mando ya sabe lo ocurrido. Busquemos al señor Sirril y salgamos cuanto antes.

En ese instante De Alba recuerda que aun lleva en el bolsillo de su uniforme, específicamente en el del antebrazo derecho, su comunicador personal. En la última reunión se acordó que todos los oficiales llevasen su comunicador personal y arma como elección opcional.

Tal vez Sirril tenga a mano su comunicador y con ello poder establecer el contacto sin importar el bloqueo de la cubierta E.

Cristina tuvo por unos instantes la sensación de que Diane y ella podrían haber sido amigas de haberse encontrado en otro lugar y en otras circunstancias, a De Alba le gustaban las personas sinceras e inteligentes y Diane a parte de eso poseía unas buenas dosis de humor ácido... en pocas palabras le gustaba su forma de ser. Por ello le devolvió una sonrisa sincera cuando Walker le respondió y atisbó la expresión de alivio que se le escapó cuando comprobó que Cristina volvía a ser ella.

- Por supuesto... usted no puede nunca ser menos... Con respecto a Sirril, estoy segura que se encuentra en esta cubierta, antes de abandonar el puente dijo que venía a ayudarla... conociendo es posible que haya estado recopilando información o datos antes de venir a enfermería. Aunque de todas formas, lo sabremos pronto- la capitana sacó el intercomunicador de su bolsillo y lo accionó

-Señor Sirril, aquí de De Alba. Responda por favor.- llamó Cristina al vulcano a través de su comunicador personal.

Aquí Sirril Contesto con la voz algo dolorida Justo estaba pensando en un usted

- Eso es que me estoy volviendo telépata... algo bueno tendrá que tener eso de que a todo el mundo le dé por querer entrar en ni mente...- contestó con su habitual ironía sin poder contenerse- Supongo que estará más o menos al tanto de la situación, pero le seré breve. La señora Walker y yo, nos encontramos en la enfermería, la cubierta E está sellada y es muy factible que el puente haya sido tomado por la primer oficial de la Valiant, o al menos su envoltura... porque humana no es. Se trata de un ser telépata que pretende llegar a la Tierra pata reproducirse. Por lo que le ruego que se presente de inmediato aquí o me indique su posición.

Las palabras de la capitana no sorprendieron al vulcano, Sirril tenía la misma información que había averiguado por su propia cuenta y sabía desde hacía tiempo que un telepata era el responsable de las muertes aunque la tripulación pensará en algún tipo de virus fuera el responsable.

El vulcano no podría confiar en nadie, el ataque que había sufrido de los Macos al descubir que le seguían le hacía dudar de todos sin poder distinguir entre amigos y enemigos por el bien de la propia nave.

Veo que hemos llegado a la misma conclusión por caminos diferentes... ya le dije que era obra de un telépata y quizá ya la hubiera podido detener si unos MACOS con ordenes de vigilarme no me hubieran asaltado pero ya tendremos tiempo de hablar de eso.  Dadas las circustancias será mejor mantener mi posición en secreto, Comprobaré el puente.

Cristina suspiró, estaba tan cansada de que sus oficiales hicieran lo que creían más oportuno pasando de lo que ella, como su capitán pensase, que ya hasta no le apetecía ni enfadarse.

- Vaya, no sabía que los vulcanianos fuesen tan susceptibles, si llego a saber que a usted le pudiera molestar que su capitana de muestras de prudencia, le hubiera pedido permiso. Sobretodo porque no esperaba que su caracter se hubiese visto afectado por los recientes acontecimientos... o quizás es que la experiencia le ha cambiado, aunque usted no quiera reconocerlo- Sirril parecía Sirril, pero había algo distinto en él y eso era algo que no se podía negar, bastante había transigido De Alba al permitir que asumiera sus funciones y seguir tratándolo como si nada hubiera pasado- Pero si insiste en ir al puente usted sólo, me gustaría advertirle que la señora Ellie... o quien quiera que sea, tiene especial interés en dar con usted, por eso de sus habilidades telepáticas, que ha ido acompañada por los señores Jankowsky y Silky y que la doctora Walker y yo podríamos irnos al comedor para tomarnos un trago y dejar que usted sólo arregle el mundo, pero nos puede el deber.
 

La capitana reaccionó tal y como Sirril esperaba, el segundo mensaje de la capitana no obtuvo respuesta... los siguientes segundos se hicieron eternos pero a penas pasarón unas decenas de ellos cuando la puerta de la enfermería se abrió dejando entrar al vulcano.

Sirril tenía marcas evidentes de pelea en el rostro, no parecía grave pero sin duda el dolor de los golpes debía ser intenso, la capitana dio la orden a los MACOS aunque probablemente no era consciente de hasta donde habían llegado sus hombres. Al entrar pudo ver a la doctora y a la propia capitana con quien cruzo una intensa mirada. Una mirada contenida y llena de convicción.

No sabemos quien puede estar escuchando las comunicaciones, tenía que despistar a cualquier espía. El vulcano nunca había tenido intención de dirigirse al puente.

Debemos salir de la cubierta E, díganme lo que saben ¿Simón ha conseguido todo eso sola, que partes de la nave controla?

El vulcano saco dos phaser ofreciendoselos a la doctora y la capitana

Cuando el Vulcano llegó a la entrada de la enfermería y las puertas del lugar se abrieron el macabro espectáculo lo recibió.

Todos allí se encontraban muertos o a punto de hacerlo tras una balacera reciente. El olor a carne quemada, las manchas de disparos por doquier y los muchos cadáveres evidencian lo ocurrido.

Al entrar pudo ver a la doctora y a la capitana que regresaban por el pasillo lateral que lleva al turbo ascensor. Ellas también mostraban signos de lucha.

En sus miradas se reflejaba la crudeza de la situación…

De Alba miró al vulcano a los ojos, en su mirada se podían adivinar parte del pensamiento de la mujer, pero la tristeza, el agotamiento y la ira era lo que más destacaba. La capitana al igual que Sirril había estado luchando,como así atestiguaba el labio partido y el ligero reguero de sangre que le recorría la comisura de la boca.

- Se ve que a mis hombres les gusta provocarme con tal de conseguir sus objetivos... La señora Simon, escapó de sus custodios probablemente gracias a su poder mental. Se presentó en la enfermería, ejerciendo su poder sobre el señor Jankoswky, Silky, la doctora y yo misma... la doctora resistió pero los demás caímos en su control. Como resultado de ello, Silky y Jankonswky dispararon a todos los ocupantes de la enfermería, leyó los códigos de la nave en mi mente y marchó al puente para hacerse con el control de la nave. Previamente el señor Mukherjee había ordenado sellar la sección E, pero los tres consiguieron salir de la misma por lo que es más que probable que hayan accedido al puente de mando. A mi me dejó para que me ocupase de la doctora puesto que ya no le era de utilidad, he conseguido rebelarme contra su control pero parece ser que no consigo que mi tripulación me haga caso. Ordené a los MACO que lo vigilasen, no que lo atacasen, de la misma manera que ordené a Silky que pusiese su arma en aturdir y no lo hizo... y ahora le agradecería que al menos usted tuviese en consideración algunas de mis demandas y me ayude a recuperar la nave.- Cristina habló con determinación pero estaba desgarrada por dentro, se sentía la persona más inútil y miserable del universo por no haber sido capaz de impedir la matanza que se estaba produciendo en la nave.

El poder del anfitrión de Simon era mucho mayor de lo que el vulcano podía imaginar, un poder capaz de controlar la voluntad de varios individuos a la vez anulándolos por completo era sin duda algo extraordinario fuera del alcance de todo sentido.

Mientras la capitana visiblemente afectada hacía su relato Sirril pudo percatarse de la magnitud de la tragedia, los cuerpos se amontonaban en la enfermería, abatidos a sangre fría, indefensos. El vulcano pudo sentir una oleada de dolor y rabia en su interior mientras buscaba incoscientemente el cuerpo de Aleksandra el cual no econtró, algo en lo más profundo de su ser que afligía su alma pero que su cuerpo no llego a escenificar a parte de una triste mirada compasiva.

Tanto la doctora como la capitana parecían desesperadas, sin duda habían sufrido más de lo imaginable al presenciar la ejecución de sus hombres sin poder evitarlo. Sirril parecía la última esperanza a la que aferrarse, un vulcano al que el dolor no pudiera cegar su juicio, sin duda era consciente de la situación y aunque no era ajeno al dolor anulo aquel sentimiento en su interior.

Capitan, tiene razón en que algo ha cambiado en mi interior que yo mismo puede que no alcance a comprender, pero mi compromiso con usted y esta nave sigue siendo el mismo y haré lo que esté en mi mano.

Nos dirigimos a la tierra a través de un agujero de gusano, nuevamente algo que solo parecía una teoría en viejos libros se hace realidad en esta misión y en este caso muy a pesar nuestro pues hará posible el regreso a la tierra. Capitan si me permite me gustaría hacerle una lectura mental, si Simon se introdujo en su mente y tomo el control quizá pueda encontrar algún rastro de su ser en su subincosciente, que me de información valiosa sobre el ser que le controló

Diane esperó pacientemente a que la capitana terminara de hablar por el intercomunicador sin hacer ninguna intervención, en parte porque consideraba que no entraba dentro de sus atribuciones (bastantes insubordinaciones había habido ya por el momento), y en parte porque estaba demasiado ocupada alzando las cejas ante los comentarios del vulcano y retirándose la sangre del labio partido. Además, de Alba era capaz de ironizar perfectamente sin ayuda.

-¿Estamos bajo la amenaza de una telépata y se preocupa de los espías?- Comentó simplemente, con abierto sarcasmo, cuando Sirril se justificó tras lograr abrir una de las puertas. Realmente, no esperaba una respuesta y recogió el pháser que le tendía con un agradecimiento que reflejó en una breve inclinación de cabeza, pero se veía incapaz de contenerse en señalar lo absurdo del comportamiento. Si de normal tenía la lengua afilada, las situaciones de preocupación o estrés no hacían más que empeorar su mal hábito. 

-Y, bueno, sobre los errores del señor Silky podría escribirse un libro...- Se vio obligada a añadir a la explicación de la capitana -...creo que ya he visto suficiente demostración de lo bien que realiza su inmerecidamente insultado trabajo para toda una vida.- Aún no había olvidado ni perdonado aquel comportamiento y, a juzgar por lo que había dicho el Oficial Científico y por el tiroteo de la enfermería, había sido involuntariamente aunque no por ello menos culpable de lo lejos a lo que había llegado aquel asunto. Apretó los labios, centrándose en la tarea que tenían entre manos. Lo único positivo de morir o ser sometidos por la comandante Ellie sería que no tendría que encargarse de arreglar el desastre de la enfermería ni de hacer un nuevo recuento de los muertos. Se sorprendió a sí misma deseando que Rochard y Blake no se encontraran entre las bajas.

-¿Tiene algún plan, señor Sirril?- Terminó preguntando, tras acabar de asegurarse de que su arma se encontrara en modo aturdir. Aquello de leerle la mente a la capitana podía estar muy bien, contando siempre con que él no resultara ser otro psicópata (lo cual, dadas las circunstancias, era un riesgo bastante menor); sin embargo, seguía sin ver cómo podían tomar el puente y detener a esa criatura teniendo en cuenta que podía lanzarles encima a todos sus compañeros... y volar la nave con ellos dentro solo sería una opción como el último de los recursos.

Cristina estudió los movimientos del vulcano, quería ver sus reacciones y lo que decía. Al menos en ese aspecto parecía satisfecha, De Alba solía ser una buena observadora y era consciente de que aquel Sirril que le habían devuelto poseía más sentimientos humanos que el vulcano que recordaba. No obstante aquello le gustaba, puesto que lo hacía más humano, sin embargo al decirle que necesitaba acceder su mente se puso en alerta.

- Que manía que tenéis todos por entrar en mi cabeza... como si no hubiera tenido bastante, ¿tan misteriosa soy? ¡O lo mismo es que soy irresistible y yo sin saberlo!- bufó indiganda por la perspectiva de que volvieran a allanar sus pensamientos, sólo los comentarios de la doctora le hicieron recapacitar. A pesar de sus reticiencias no le quedaba más opción que confiar en el oficial científico... ninguna de ellas poseía el poder suficiente para enfrentrase a Ellie y el puente debía de haber caído a su control, no había tiempo que perder y no podía permitirse el lujo de descartar las pocas opciones que se les presentaban- Deacuerdo...- suspiró incómoda- pero le ruego que se centre en Simon, mi mente contiene información clasificada y prefiero que lo siga siendo- le advirtió- proceda- dijo finalmente mirándo fijamente a Sirril apretando los puños, en una especie de lucha por mantenerse en su sitio y dejar que el vulcano accediera a sus pensamientos.