Partida Rol por web

Kepaar se aferró a su bastón como símbolo de su propia fe, mientras caminaba hacia el centro de las ruinas. Parecía hablar para si como si en cierta manera estuviera rezando, sus vestimentas le delataban como un hombre de convicciones religiosas...

En toda cultura derramar sangre en territorio sagrado se consideraba una ofensa a los dioses pero todavía mayor agravio contra ellos se consideraba atentar con sus sacerdotes, profetas y demás representantes. El viejo Kepaar tenía fe y para él eso era suficiente.

No derraméis sangre en territorio sagrado, ¿no comprendéis que cometéis una ofensa peor contra los Dioses de la que acusáis a esta gente? deteneos antes de que sea demasiado tarde.

La escena se vuelve dantesca. Kepaar se coloca en medio del yacimiento intentando calmar los ánimos, mientras los seguidores de Dn'vengar disparan sin compasión y los vuestros devuelven los disparos. Innara se asoma y dispara, pero a la vista está que son demasiados.

-¡Tenga cuidado! -exclamó en mitad del bullicio , viendo como las balas iban de un lado hacia el otro al hombre que había aparecido hacía un rato-.

No derraméis sangre en territorio sagrado, ¿no comprendéis que cometéis una ofensa peor contra los Dioses de la que acusáis a esta gente? deteneos antes de que sea demasiado tarde.

La joven del albornoz le dio la razón asintiendo con la cabeza, aunque, una parte de ella, quería acabar con aquellos malnecidos que le impedía seguir con sus avances. 

-Vayamos con cuidado hacia el yacimiento, allí no derramarán sangre ninguna.

El intercambio de disparos fue brutal. Los kointinarios dispararon uno tras otro sobre los miembros de seguridad, acertándole a uno de ello, que cayó desplomado al suelo, no sabíais si muerto o inconsciente (número 5) e hiriendo a otro (número 6).

Los jóvenes oficiales de la Flota Estelar, mucho más entrenados, dejaron aturdido a uno (número 2) e hirieron a otros dos (números 5 y 1). Innara no se quedó atrás. Su único disparo antes de dejarse convencer por Kepaar para cesar el fuego, impactó contra otro de sus enemigos y lo dejó inconsciente en el acto (número 5).

En aquellos momentos, erais cinco contra cinco.

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La próxima vez no te dejo oportunidad de vivir. JAJAJAJAJA

Keppar miró impotente la dantesca escena, recordando otras tantas ocasiones donde la sin razón había vencido... la cultura, la tradición, los valores nada eran cuando los instintos primarios se hacían cargo de la turba... el viejo consejero se puso de rodillas observando los cuerpos muertos en el improvisado campo de batalla, como solo un loco o alguien que no tiene miedo a la muerte podría hacer.

Sabía que las palabras no eran suficiente, no cuando nadie las quiere oír... el silencio a la razón no significaba más que la muerte de la inteligencia. Keepar recogió una de las calaveras expuestas del yacimiento, se levantó y la sostuvo en alto con sus brazos estirados.

¡VUESTROS DIOSES SEAN TESTIGOS DE VUESTRO PECADO!