Partida Rol por web

Ok. Era lo que suponía. Y también creo que sigue vigente el bloqueo de mensajes salientes salvo al autorización de Cira y Shev. No?

Connor se dirigió a la cabina de Vakro que en aquella ocasión estaba custodiada.

- Señores, quiero hablar con mi paciente- les dijo a los armarios humanos que guardaban la puerta del teniente

Uno de los guardias miró a Lena con seriedad.

-Espere un momento, doctora -le dijo, pulsando su comunicador -. Capitán, aquí el alférez Grissom. La doctora Connor desea entrar en la cabina del señor Vrako. ¿Cuáles son sus órdenes?

Capitán, aquí el alférez Grissom. La doctora Connor desea entrar en la cabina del señor Vrako. ¿Cuáles son sus órdenes?

Cita:

El alférez Grissom asintió, se volvió hacia la puerta y tecleó un código, haciendo que las compuertas se abriesen automáticamente. 

Ambos oficiales de seguridad entraron en la cabina del señor Vrako. El Teniente estaba sentado en una esquina, desnudo, con una botella al lado de la cual había estado bebiendo, no muy lejos de donde había tirado su ropa; daba la sensación de estar dormido.

Lo importante era que a pesar de la oscuridad, podía verse el lamentable estado físico y seguramente, emocional, en el que parecía encontrarse el Teniente.

Los dos oficiales de seguridad se miraron el uno al otro, sorprendidos, y después fijaron su atención en la doctora, esperando su reacción.

Estaba adormilado, bajo los efectos del alcohol y de los sedantes y demás que me había inyectado Lena. Aún quedaba mucho para que llegase a estar borracho del todo y acabar tirado como tal, pero el efecto de los sedantes se había disparado y me tenían casi K.O. Era una auténtica jodienda, porque lo que realmente buscaba era emborracharme y olvidarme de todo. Olvidar que estaba en la Flota Estelar y que se me trataba cual perro por ser de mi raza. Eran todos una panda de hipócritas y cínicos.

Si no fuese por Lena, seguramente hubiese hecho alguna locura en contra de ellos. Simplemente por el dolor y la rabia que me estaban causando de manera gratuita. En ese momento, escuché la puerta abrirse. La había cerrado, bloqueado para que no entrase nadie y escuché varios pasos entrar y pararse en mi cabina. Permanecía en un rincón, desnudo y con pocas ganas de ser precisamente sociable, menos aún con quien pesaba que había entrado allí. - Ya tardaba mucho en venir a llevarme a una celda, señor. - Dije sin mirar a nadie. - Olvídese que me vista. No voy a ponerme un uniforme que solo protege mentiras y a asesinos...

» Me pueden arrastrar como a un animal por toda la nave. Así se sentiran superiores y demostrarán de que están hechos. - Mi mano palpó el suelo, buscando la botella con Chech'tluth* para darla un trago. Al menos pasaría el tiempo en mi nueva celda durmiendo la mona. - Les ofrecería un trago, pero están de servicio. - Dije al sentirla en mi mano y agarrarla con fuerza para llevármela a la boca y beber antes de que me la quitasen. Antes de que me quitasen todo. - Espero que al menos mi informe haya llegado o llegue a sus superiores, señor y que ellos no me decepcionen también como lo están haciendo en esta nave. - Tras decir aquellas palabras, me llevé la botella a la boca, listo para beber aquel trago que tanto me apetecía. Quizás incluso, me bebería la botella de golpe. ¿Qué iba a perder ya?

Lena se esperaba encontrar a un Vakro malhumorado, dormitando o tal vez una habitación hecha jirones... cualquier cosa menos lo que presenció, por eso los primeros segundos se quedó como petrificada por la sorpresa, al sentir la mirada de los hombres que la custodiaban y sobretodo al escuchar al romulano fue cuando reaccionó con una celeridad que jamás había pensado que podía tener.

- Tiene completamente prohibido el consumo de alcohol- le dijo al teniente a su lado sosteniéndole la mano con fuerza para frenar la intención de llevarse la botella a la boca- señor Vakro

- ¿Se puede saber que problema tiene usted con su uniforme? Yo que usted me daría una ducha y me lo volvería a poner, aunque no lo parezca le favorece... los hombres con uniforme ganan mucho a los ojos humanos, aunque no se lo crea.

Mientras decía aquello, se encargó de desarmar al romulano, confiscándole la botella sin esperar respuesta ni queja y tendiéndosela a uno de los tripulantes que se habían quedado detrás de ella.

- Tire eso, ¿quiere?- después se volvió a mirar a Vakro- le ayudaré a incorporarse- le dijo sosteniéndolo por lo hombros para conducirlo a la cama y allí inspeccionarlo- ayúdenme a llevar al teniente a su lecho...- pidió

El alférez Grissom se acercó y ayudó a la doctora a agarrar a Vrako y llevarlo a la cama. Olía como si no se hubiera duchado en un mes y la visión de aquel romulando desnudo le provocó más repulsión que otra cosa, pero era lo que tenía el servicio. A veces debías sacar la basura incluso aunque no quisieras.

Y para él, un hombre que se desentendía de su uniforme, era una basura.

- ¿Le... doctora Connor? - Me giré al escuchar la voz de aquella mujer a la que adoraba y creía que era rehén de la loca de la capitana de la Enterprise. En ese momento la botella desapareció de mi mano casi por arte de magia. Miré a la mujer. Sus ojos brillaban por el enfado al encontrarme así y era parca y dura en si forma de hablarme.

- ¿Le han dicho alguna vez que está muy guapa cuando se enfada, doctora? - Fue mi respuesta a sus palabras sobre como me quedaba el uniforme y la ducha. No estaba tan borracho como para no saber que hacía o decía, incluso creía que podría ponerme en pie yo solo, pero sin duda se me notaba la voz tocada por el efecto del alcohol.

- Yo también me alegro de verla y saber que se encuentra bien, doctora. Sobre todo después de que me sacaran a arrastras de la enfermería mientras que nuestra amada capitana nos expulsase de allí arma en mano. Creí que era su rehén... ¿cómo escapó? ¿El gigante azúl entró en razón y ahora la capitana descansa en una celda por amenazar a sus oficiales con un arma, secuestrar a otro... y un largo etc...? Está todo detallado en mi informe a la Flota Estelar. - Dije señalando mi terminal.

- No, no...  no necesito ayuda para... aaaaAAAHHHH! - Exclamé de dolor cuando intentaron levantarme y me llevé la mano con rapidez al costado, sintiendo como una traicionera lágrima se escapaba por uno de mis ojos, a causa del agudo dolor que acababa de sentir. Extendí mi mano hacia ellos. - Ya me levanto yo... de verdad...

Con cuidado y ayudado por la pared de mi cabina, logré ponerme de rodillas en el suelo, mostrándole a los presentes mi espalda y mis nalgas. Procuraba no mover el tronco y sentía que el alcohol me había hecho más efecto del que creía. Aún así, logré ponerme en pie y sostenerme apoyando mi espalda a la pared. Quise dar un paso, pero mi cabina comenzó a dar vueltas. Entonces fue cuando sentí que me agarraban y me llevaban a la cama.

Al llegar a ella, me senté con cuidado. No me apetecía nada volver a sentir aquel dolor tan agudo de nuevo. Vi como el alferez me miraba. - No se si no te gusto porque soy romulano o porque soy un hombre. Pero o bien apartas esa cara y ese gesto de aquí... - Miré a la doctora y guardé silencio, conteniéndome las ganas de seguir amenazándole. - Si no váis a llevarme a una celda, no pintáis nada aquí ya. Largáos. - Hechó a los dos hombres de la habitación con aquellas palabras.

El alférez dejó que la doctora terminara de encargarse del romulano y se retiró junto al otro oficial de seguridad.

-Lo sentimos, Teniente, pero tenemos órdenes de no dejar a solas a la doctora con usted. Doctora, vaya terminando, por favor. Recuerde lo que dijo la capitana.

- Al menos deja de mirarme así. - Le respondí al alferez. Me estaba tocando las pelotras con su estupidez y más aún con la de la capitana. - ¿O es que ocultas que te gusto tras esa cara de asco? Al final va a ser eso... resulta que te ponen los romulanos y te escudas en ridículas órdenes para verme desnudo. - Sonreí de medio lado y miré a Connor. Me jodía muchísimo que la condición que la pusieran para verme fuese con un par de niñeras.

- Sí, por favor, doctora, termine ya. No quisiera ver una erección en ese hombre. Además, tendrá prisa por quedarse a solas. - La miré, me moría por abrazarla, por decirla todo lo que me había pasado por la cabeza desde que la vi en la enfermería así... lo que hubiese hecho por ella de no ser por aquel patanatas de color azul. Y ahora todo se había complicado.

- Esto ya va a ser verdaderamente duro. Al menos dejen mi botella por aquí. - Pedí a los hombres, sabiendo que la respuesta sería un rotundo no. Ya había escuchado antes a la doctora. Me recosté en la cama con cuidado. No sabía porqué, pero tenía ganas de llorar de golpe y no era por el dolor de mi cuerpo. Era por algo muy dentro que me dolía profundamente. - Entiendo que ya estoy en mi celda. - Dije mirando al techo, quizás dándome cuenta en aquel momento, hasta que punto se había complicado todo para mí y temiendo que aquello le salpicase a la doctora. - Termine ya, doctora. Seguramente tenga a pacientes más importantes que un romulano al cual los mandos de esta nave le detestan y aislan porque pueden y quien siente lo mismo por ellos. Además, cuanto más tiempo pase aquí conmigo, más peligro correrá... puede que la coja como rehén o la contagie algo. - Sonreí dolido mientras hablaba con ironía.

- Esto es ridículo... Todos los problemas de esta nave vienen de ingeriería o de las negligencias del azul y parece que soy yo el culpable. - Bufé dolido por todo aquello. No quería mirar a Connor, no cuando no podía decirla nada de lo que realmente quería ni tocarla si quiera sin que aquellos dos estúpidos perros falderos de la capitana loca, estuviesen allí dentro.

Los sentimientos de Connor estaban a flor de piel, pero delante de los dos oficiales que custodiaban a Vakro no podía hacer nada de lo que le pedía su corazón, afortunadamente para ella estaba tan acostumbrada a controlar las expresiones de su rostro que no se notó lo terrible que le resultaba ver al romulano en aquel estado.

- Es suficiente teniente- le dijo menos dura de lo que pretendía sonar- necesito que se recupere, que yo sepa no hay ninguna conspiración en su contra y con respecto al comandante, me ocuparé de él, estoy aquí porque nuestra capitán me ha permitido que lo esté- le tapó las verguenzas con la sábana y posó una mano con suavidad sobre su pecho, su tacto era cálido y suave, se permitió una disimulada caricia, imposible de detectar por los otros dos oficiales- voy a examinar el estado físico de vuestro oficial superior- indicó mordaz a los dos hombres mirándolos de medio lado con dureza- es algo que no les conviene olvidar a ninguno- el romulano era el oficial de seguridad por tanto el superior inmediato de aquellos hombres que se permitían el lujo de despreciarlo, algo que se castigaba con correcciones disciplinarias en la Flota- espero no tener que hacer notar comportamiento inadecuado hacia un oficial en ningún informe- agregó para después sacar el escaner y ponerse a inspeccionar el maltratado cuerpo del teniente.

Entre los sonidos del escaner y el examen médico, Lena susurró a Vakro algunas palabras al romulano sin que los guardias la pudiesen.

- La capitana ha decretado la Alerta Roja por espía a bordo, hay alguien que está saboteando la Enterprise, está segura que usted no ha podido ser e incluso está sospechando del comandante. Necesito que piensa con frialdad y recuperarlo como oficial de seguridad, voy a tratar por todos los medios de terminar con su confinamiento, pero debe colaborar.