Partida Rol por web

La enfermería permanecía abierta y la doctora no estaba. Seguramente seguía en aquella reunión con la Capitán y "mis superiores". El dolor de cabeza no parecía querer descender y pensar en Cira solo me hacía sentirme peor. Entonces recordé que Lena me dijo que con el deporte podría hacer que descendiese mi dolor de cabeza. Aunque creo que lo que realmente lo hizo fue tener a Annaith tan ligera de ropa a mi lado. Pero por probar no iba a perder nada.

Me encaminé a las cintas de correr y puse una de ellas en marcha, dejando simplemente mi torso al descubierto al quitarme la parte superior del uniforme. No iba a quedarme en calzoncillos y menos aún a usar aquella ridícula bata. La cinta se puso a funcionar y comencé a correr sobre ella. Debía lograr que aquel dolor descendiese lo suficiente como para poder continuar con mis obligaciones, como miembro de la Flota Estelar y como agente del Imperio Romulano.

No había mucho de que informar a mis superiores, salvo que la Nave Insignia era una chatarra voladora que tenía fallos por toda ella, la capitana una maldita y estrecha mujer que no parecía fiarse ni de su sombra y que teníamos dos misiones por delante... quizás lo de la Estación Científica si que les sirva de algo... si están cerca, pueden hacer méritos a favor de la Flota Estelar y allanarme un poco el camino. - Pensé para mí mientras seguía corriendo en aquella cinta. Si en media hora no aparecía la doctora Connor y el dolor de cabeza remitía lo suficiente, me iría a informar a mis superiores de todo esto.

Delante de ti está Vrako, entrenándose en una de las cintas de correr.

La doctora Connor entró en la enfermería lanzando un suspiro, no le había gustado lo que había visto en la Sala de Observación y tampoco había podido hablar lo que le habría gustado con la capitana, no obstante convino que lo mejor era, de momento... ceñirse a sus propios asuntos y esos estaban en la enfermería.

- Teniente Vakro... - se sorprendió al verlo correr en la cinta- Que agradable sorpresa- le sonrió acercándose a él de buen talante, el romulano le gustaba y que estuviera allí le venía estupendo puesto que tras su salida deseaba hablar con él- me viene muy bien que haya decidido hacerme una visita, iba a llamarlo ahora mismo- acentuó su sonrisa apoyándo un hombro en una esquina de la máquina, justo enfrente del teniente, al tiempo que ladeaba la cabeza en su particular gesto.

Corría en la cinta a pecho descubierto. Llevaba suficiente tiempo como para que mi cuerpo hubiese comenzado a sudar y por mi frente se deslizaban algunas gotas de sudor, al igual que por mi espalda. El ritmo era bastante rápido y ágil, siendo mi idea la de dejar mi rabia y mi dolor de cabeza sobre aquella cinta para estar lo más fresco posible para la misión. Sabía que estar en la USS Enterprise sería duro, pero nunca imaginé que el primer día tuviese el primer problema con la capitana de la nave. - No se para que pregunta, lección aprendida.

Estaba tan centrado en no perder el ritmo y seguir corriendo que ni escuché a la doctora entrar en su enfermería hasta que oí su voz tan cerca de mí. - Espero que no le importe que me haya puesto a correr sin permiso, doctora Connor. Realmente lo necesitaba. - Respondí sin dejar de correr. - No venía y debía hacer algo con mi cabeza... - La indiqué. Ella ya sabía perfectamente de que hablaba.

- ¿Llamarme? - La miré un tanto sorprendido. - Supongo que quiere aprovechar para terminar mis pruebas médicas antes de que salga de misión. - La respondí con una sonrisa. - Permítame correr un poco más y seré todo suyo.

Lena apoyada en la pared escuchó al romulano barriendo su anatomía romulana con sus rápidos ojos, el torso del teniente era fuerte, fibroso y estaba sudoroso... todo un espectáculo que merecía ser admirado con tranquilidad.

- Espero que no le importe que me haya puesto a correr sin permiso, doctora Connor. Realmente lo necesitaba. - Respondí sin dejar de correr. - No venía y debía hacer algo con mi cabeza... - 

- En absoluto, usted tiene permiso para hacer uso de la enfermería cuando lo desee- "Le fallan un poco las portuberancias de la frente y el peinado romulano que es horrible... pero Vakro tiene su aquel... lástima que sea mi paciente"- El ejercicio es beneficioso para su afección- asintió manteniendo su tono neutral mientras pensaba lo que haría con ese cuerpo fibroso en otras circunstancias, la doctora Connor tenía un pensamiento muy particular pero su profesionalidad era tan elevada que siempre se terminaba anteponiendo a sus locuras, lo que quería decir que Vakro no corría peligro con ella las personas que estaban a su cargo eran sagrados.

- ¿Llamarme? - La miré un tanto sorprendido. - Supongo que quiere aprovechar para terminar mis pruebas médicas antes de que salga de misión. - La respondí con una sonrisa. - Permítame correr un poco más y seré todo suyo.

- Sus pruebas médicas están completas- contestó apartando de mala la vista del cuerpo del romulano para mirarlo a los ojos- es su encuentro con la capitán lo que me ha dejado preocupada... en especial por su dolor de cabeza, por favor tómese el tiempo que necesite... no tengo prisa- le dijo incorporándose para recoger una data pad- cuando se sienta preparado hablamos... es usted todo mío- le guiñó un ojo mientras se dirigía a un ordenador y comenzaba a hacer algunas comprobaciones.

- Me alegro de no molestar en un lugar y al menos a una persona. - Dije con una media sonrisa sin dejar de correr, respondiendo así a las amables palabras de la doctora y su insistencia a que el deporte vendría bien para mi afección. Aquello era algo que realmente no compartía con ella, pues era algo que ya había intentado... - aunque quizás elegí el deporte equivocado. - Y por la forma de mirar mi cuerpo, ella misma se estaría dando cuenta en ese momento de que aquello no era por estar tumbado en una cama esperando a que el dolor remitiese.

Pero su siguiente reacción me descolocó un poco, puesto que si mis pruebas médicas estaban listas, no entendía porque quería hablar conmigo. Era imposible que hubiera logrado en aquel tiempo un avance con mi dolor de cabeza. Pero su respuesta no tardó en salir de sus labios. Como no, la sombra de la capitana me iba a acompañar por toda la nave. Toqué un par de teclas del panel de la máquina y esta comenzó a decelerar hasta detenerse mientras yo bajaba el ritmo.

La doctora ya se había sentado para entonces y estaba con su terminal. - Como dije, todo suyo, doctora. - Dije un tanto sofocado, mientras me acercaba a la mujer. La idea era no manchar de sudor la parte superior de mi uniforme, por lo tanto no me cubrí con nada el cuerpo, mientras que aprovechaba para estirar un poco tanto brazos, como piernas y hombros. Me hubiese venido bien una toalla para secarme un poco. - Aproveche, que para la próxima sesión de entrenamiento, habré localizado el gimnasio de la nave. - Sonreí a pesar de que sabía que esa conversación no iba a ser de mi agrado en aquel momento.

- Me alegro de no molestar en un lugar y al menos a una persona.

Lena se giró al escuchar aquellas palabras para mirar a Vakro

- Usted no molesta en ningún lugar de la Enterprise y menos en enfermería- pese a su neutralidad profesional se atisbaba que a Lena la presencia del romulano le resultaba grata... y más grata aún al ver lo que se ocultaba debajo del traje, pensó al examinar sus músculos mientras se aproximaba a ella con naturalidad, sin cubrirse para evitar manchar la ropa de sudor, al caer en la cuenta de aquel detalle, la doctora se levantó de la silla para abrir un cajón y sacar una toalla.

 Aproveche, que para la próxima sesión de entrenamiento, habré localizado el gimnasio de la nave. 

- Lástima...- se le escapó lo que su mente comenzó a maquinar en voz alta- me gusta tener a mis pacientes controlados- resolvió con su elegancia habitual, sin perder su perpetua sonrisa mientras le tendía la toalla- ahí tengo una ducha- le indicó con el dedo una parte de la enfermería- antes de marcharse puede utilizarla si lo desea, pero antes... he de hablarle sobre nuestra capitana- se puso un poco más seria- la señora Graystone puede resultar simplemente insufrible en muchos aspectos y me temo que su carácter y el suyo ya han empezado a chocar, teniendo en cuenta su afección, me preocupa la manera en la que pueda afectarle... por eso quiero que cualquier molestia que le haya provocado el primer encuentro con la capitana, me la diga, sobretodo debe ser sincero conmigo. Soy quien mejor conoce a Graystone y quien mejor puede orientarle a usted con respecto a ella.

Guardé silencio ante la afirmación tan concisa de la doctora sobre mis palabras. Quizás ella no, pero había aún mucha desconfianza y resentimiento hacia mi raza y eso se podía notar... Sobre todo con las personas mayores, los que recuerdan y han vivido batallas contra nuestras naves y han perdido familiares y seres queridos. Pero no piensan que nosotros también perdimos muchas cosas, a muchas personas.

Observé como abría el cajón y sacaba una toalla del mismo a la par que me hizo sonreír con aquel "Lástima" que salió de sus labios. Cogí la toalla cuando me la tendió y miré hacia donde señalaba con la mano al indicarme lo de la ducha. - Cuidado doctora, podría pensar que quiere jugar... ¿cómo era? ... - fue un comentario gracioso que aprendí en la USS Nautilus. - ¿Jugar a los médicos conmigo? - Sonreí casi seguro de que era aquella expresión y que se decía así. - No me mire así, doctora. Fue su hermano quien me lo enseñó hace unos meses. 

Pero mi rostro cambió cuando la doctora se puso más seria y me hablo de Cira. - ¿Molestarme? Usted estuvo allí y veo que la conoce bien, doctora. - Mi voz sonaba tensa. Me senté de mala gana en la silla frente a ella. - Todo me sentó mal. Su forma de hablarme, de tratarme. Si no quiere ni mi opinión ni mi consejo, vale. Pero que no nos lo pida a todos y luego me llame la atención por aportar mi punto de vista con todo aquello. - Se me empezaba a notar la tensión en el rostro. - Y luego, por si fuera poco, después de darme ese innecesario toque de atención de aquella manera tan... humillante y delante de todos, vuelve a pedir opiniones al respecto. - Apreté los puños con fuerza. Realmente me había sentado mal todo aquello. Desde luego si la capitana quería que la respetase, había comenzado muy mal conmigo. - Pero no se preocupe doctora. A partir de ahora, guardaré silencio y acataré sus órdenes. Cuando las cosas salgan mal por sus ideas y tácticas, tendré a quien acusar y varios testigos en nuestra primera reunión que pueden decir que me cortó cualquier tipo de idea que pudiese aportar e iniciativa que tomar.

Cuidado doctora, podría pensar que quiere jugar... ¿cómo era? ... - fue un comentario gracioso que aprendí en la USS Nautilus. - ¿Jugar a los médicos conmigo? - Sonreí casi seguro de que era aquella expresión y que se decía así. - No me mire así, doctora. Fue su hermano quien me lo enseñó hace unos meses. 

Lena se quedó mirando a Vakro entre divertida y sorprendida, quedándose callada analizando al romulano o tal vez analizando su respuesta, la doctora con aquel paciente siempre parecía estar peleando entre su profesionalidad y la simpatía que le despertaba, hasta que tras unos segundos, elevó su ceja y contestó.

- Se dice así... sí- se inclinó un poco sobre él para apoyarle durante unos segundos la mano sobre el pecho y mirarlo fijamente- no olvide que yo soy médico y se jugar... ¿le ha enseñado también mi hermano una expresión sobre el fuego? jugar, más fuego... puede quemar- sonrió abiertamente de manera pícara para después guiñarle un ojo y apartarse con elegancia, resguardándose bajo el cargo que ocupaba como doctora de la Enterprise.

Pero mi rostro cambió cuando la doctora se puso más seria y me hablo de Cira. - ¿Molestarme? Usted estuvo allí y veo que la conoce bien, doctora. - Mi voz sonaba tensa. Me senté de mala gana en la silla frente a ella. - Todo me sentó mal. Su forma de hablarme, de tratarme. Si no quiere ni mi opinión ni mi consejo, vale. Pero que no nos lo pida a todos y luego me llame la atención por aportar mi punto de vista con todo aquello. - Se me empezaba a notar la tensión en el rostro. - Y luego, por si fuera poco, después de darme ese innecesario toque de atención de aquella manera tan... humillante y delante de todos, vuelve a pedir opiniones al respecto. - Apreté los puños con fuerza. Realmente me había sentado mal todo aquello. Desde luego si la capitana quería que la respetase, había comenzado muy mal conmigo. - Pero no se preocupe doctora. A partir de ahora, guardaré silencio y acataré sus órdenes. Cuando las cosas salgan mal por sus ideas y tácticas, tendré a quien acusar y varios testigos en nuestra primera reunión que pueden decir que me cortó cualquier tipo de idea que pudiese aportar e iniciativa que tomar.

Cuando llegó la parte en la que había que ponerse serios, Lena escuchó con suma atención a Vakro, sin interrumpirle. Una vez terminó de hablar la doctora meditó unos segundos y procedió a contestar con suma calma.

- No estoy preocupada por usted, señor Vakro. Recuerde que fui yo quien le recomendó a la capitana sabiendo como es ella. No voy a defender su comportamiento, pero si le diré que efectivamente la señora Greystone participó en la guerra y le costó muy caro- la expresión de la doctora era tranquila y sosegada pero en este punto adquirió un tono mucho más serio- permaneció durante mucho tiempo bajo mi cuidado y la verdad es que llegué a temer por su vida en varias ocasiones. Todo eso no supone una justificación a su comportamiento, simplemente ella es así... lo que si me gustaría decirle y aclararle es que ella no le ha juzgado por su procedencia... de haberlo hecho no estaríamos teniendo esta conversación usted y yo- guardó silencio unos segundos para después proseguir- le ruego que deseche esos perjuicios para empezar a comprender a nuestra capitán. Es extremadamente inquisitiva y estricta, con todo el mundo, la mejor manera de trabajar con ella consiste en realizar el trabajo de manera efectiva... lo que no quiere decir que guardes silencio y te limites a obedecer, es más te recomiendo que aportes tu opinión y argumentos... lo de hoy ha sido una prueba.

Sentir la mano de la doctora sobre mi cuerpo aún caliente por la carrera que me había metido en la cinta de correr, hizo que mi piel reaccionase al sentir la suya. Pero mis ojos permanecían atentos a los de la doctora, quien los tenía clavados en mí. Observé su sonrisa y su guiño, mientras trataba de recordar que me explicó Connor sobre aquello, para luego buscar la expresión oportuna. 

- Así es... y también me enseñó ... - pensé unos instantes, pues no la recordaba bien. La verdad es que nunca pensé que fuese a usarlas. - ¿La tengo como una piedra? - dije con gesto bastante inocente. Se veía que no pensaba en lo que decía. ¿O tal vez sí? - No, no, no... así no era... ahora mismo no lo recuerdo... - Me exprimí un poco más la sesera, pero la maldita expresión no quería venir.

- No puede juzgar cual es mi procedencia, doctora. Puesto que el único que realmente la conoce soy yo en esta nave. - Dije bastante serio. Fue una de mis peticiones. No desvelar jamás donde nací ni quienes me criaron. Eso me correspondía a mí contarlo. - Y no, no puedo separar lo evidente. Supongo que tenía que tener un romulano en la nave y si no era yo, sería otro. ¿Y que mejor que uno recomendado por su propia doctora de confianza? - Negué con la cabeza, sentía el dolor aumentar. - Su explicación de como trabajar con ella no me ayuda demasiado, doctora. Ella misma se contradice y usted la apoya con ello. 

- Lo que ha hecho hoy ha sido sentarse en el suelo y pedir ayuda para levantarse. La he tendido la mano y me la ha despreciado delante de todos, para volver a pedir ayuda para levantarse. ¿Eso es una prueba? Eso es ser una hija de... - Apreté los puños con fuerza y sentí el tacto de la toalla en mi mano. - Creo que este es un buen momento para darme esa ducha. 

Dicho esto, me levanté de la silla. - Si quiere acompañarme, doctora, ya sabe donde es. - La dije con media sonrisa a pesar del enorme enfado que tenía. - Pero ya sabe... debe tener cuidado, yo no soy de piedra. - Añadí al final, demostrando así que al menos si recordaba aquella expresión.

- Así es... y también me enseñó ... - pensé unos instantes, pues no la recordaba bien. La verdad es que nunca pensé que fuese a usarlas. - ¿La tengo como una piedra? - dije con gesto bastante inocente. Se veía que no pensaba en lo que decía. ¿O tal vez sí? - No, no, no... así no era... ahora mismo no lo recuerdo... - Me exprimí un poco más la sesera, pero la maldita expresión no quería venir.

Lena volvió a abrir los ojos, era la segunda vez que la sorprendía... el romulano también era bueno jugando, tomó nota mental.

- Parece que mi hermano ha sido un buen maestro...- sonrió con calma- aunque debo hacerle una puntualización... la tengo como una piedra se refiere a una reacción erectil del miembro masculino, procure no decir eso delante de una humana que no conozca... es más, no lo diga si lo que pretende es tener una conversación amena- acentuó su sonrisa, divertida, eran pocas las cosas que podían escandalizarla u ofenderla.

Entonces al volver al tema de la capitana, la doctora volvió a su pose neutral, escuchando sin interrumpir.

- No estoy tratando de justificar a la capitana señor Vakro, no me malinterprete se lo ruego... sé lo que he visto y he oído y sí... usted ofreció sus ideas y su experiencia y ella...- suspiró, Lena tampoco estaba de acuerdo con la formas de Cira pero no lo iba a decir en voz alta, respetaba mucho el rango- es ella... sin embargo, he de pedirle que le una oportunidad, es una buena capitán y va a necesitar a todos sus hombres- lo miró unos segundos a los ojos, hablaría con Cira. La Enterprise no podía permitirse que un tripulante con las habilidades de Vakro estuviese incómodo.

Tras el anuncio del romulano de ir a ducharse, la doctora se retrepó en su asiento para ponerse cómoda, el teniente era una persona bastante razonable... quien más le preocupaba en aquel momento era la propia Cira.

- Es un buen momento sí, está usted en su casa- le concedió de buen grado 

Dicho esto, me levanté de la silla. - Si quiere acompañarme, doctora, ya sabe donde es. - La dije con media sonrisa a pesar del enorme enfado que tenía. - Pero ya sabe... debe tener cuidado, yo no soy de piedra. - Añadí al final, demostrando así que al menos si recordaba aquella expresión.

La doctora Connor al escuchar el comentario miró con intensidad al romulano con una expresión difícil de interpretar, siempre con la media sonrisa dibujada en sus labios.

- Quizás el que debe de tener cuidado es usted...- adquirió una sonrisa lobuna al tiempo que cruzaba una pierna sobre la otra y la balanceaba con elegancia*- en otro momento, gracias.

Concluyó observando como el romulano se metía en la ducha para después girarse y continuar con su trabajo para no mirar como el teniente se duchaba, quería darle intimidad.

- Cuando termine, si no tiene ninguna tarea pendiente podría ir al comedor, su alimentación también forma parte de su salud- observó mientras tecleaba en el ordenador

jajajajajaja