Partida Rol por web

Lena sentía que estaba llegando muy alto con Vakro, el arte amatorio del romulano era mucho mejor de lo que se había imaginado lo que multiplicaba la excitación y el deseo... la doctora había perdido la noción del tiempo e incluso de ella misma, entregada como estaba, al placer que le producía el miembro de Vakro en su interior. 

Esto... lo desconocía... - dije como pude, sintiéndola aprisionarme y atrayéndome a su interior. - Si tanto me quieres dentro... me tendrás.

- No...- gemido- subestimes nunca... aahhh... aahhh... la capacidaaa ¡ah!... de... de un humano- dijo como pudo saboreando el miembro de Vakro con su sexo, moviendose a su par apretándolo en su interior al tiempo que su lengua se relamía de gusto- ¡SI...SI!- era exactamente lo que ella quería. El romulano pudo observar como la anatomía de la humana reaccionaba aumentando la segregación de sudor, la humedad de la entrepierna, la dureza de los pezones de los senos de la doctora, los latidos de su corazón, la dilatación de las pupilas de sus ojos que no perdían de vista a los del romulano sin parar de gemir, retorcerse y jadear.

Cuando el teniente se puso de rodillas y jugó con su clítoris mientras aumentaba el ritmo, Lena sintió algo más... la sacudida de la nave que no hizo más que acelerar el proceso que se estaba generando en ella, las caderas de la doctora respondieron a las embestidas porque las disfrutaba, los brazos de Lena quisieron aferrar al cuerpo del romulano pero eran tan violento el movimiento y lo estaba disfrutando tanto que terminaron por caer a los lados y aferrarse a las sábanas mientras su cuello y su espalda se curvaban hacia atrás envuelta en un gozo sin igual, la boca de la doctora se abrió... estaba llegando... estaba legando.

- Me voy... me voy...- jadeó avisando de lo que estaba por venir como pudo antes de...- Aaah... aaaah... ¡AAAAAAAAAAAAH!- gritó de puro placer mientras su sexo se inundaba de un líquido más espeso y mucho más abundante que indicaron que Lena se había corrido con Vakro dentro, llegando al orgasmo, envuelta en retortijones de placer donde lo único que atinó a hacer fue permanecer unos segundos estirada, sujeta a las sábanas con la boca abierta, respirando con celeridad a tenor del vaivén de sus sugerentes pechos.

Entonces al darse cuenta que el teniente no había parado consiguió mover la cabeza para mirarlo con los ojos totalmente abiertos mezcla de sorpresa y ardiente deseo, al tiempo que una sonrisa de satisfacción se dibujo en sus labios comprendiendo el privilegio que le iba a conceder el romulano. Así pues con el cuerpo y el cabello totalmente empapado en sudor Lena reunió fuerzas para abrazar la espalda de Vakro e invitarlo a que continuara entrando en frenesí, sin importarle nada de lo que ocurriera a su alrededor, para ella sólo existía él y el placer que le arrancaba.

No las merece, y creo que lo narras muy bien, de verdad. ¿Y no notas como cada vez te sale más natural? ;)

- No subestimo... solo se que estoy por encima... doctora... - Repliqué a Lena un tanto jadeante, con una doble afirmación, mientras que no dejaba de moverme sobre su sudoroso cuerpo.

Me extremecí de placer al sentirla disfrutar de mis movimientos de cadera y del juego de mi dedo y aceleré el ritmo un poco más, siguiendo las instrucciones que su cuerpo me daba de manera involuntaria. Sabía que su final estaba cerca y deseaba que llegase, incluso más que el  mío propio. Mi mano libre se aferró a uno de sus pechos, el cual apretaba y acariciaba por igual, mientras me seguía centrando en darla aquel placer extremo que tanto parecía ansiar.

Mis movimientos, rítmicos y constantes, se vieron premiados por aquella nueva explosión de sensaciones y placeres dentro del cuerpo de Lena. Me detuve unos instantes, para disfrutar de aquellas fuertes palpitaciones que envolvían mi miembro en cálidos latidos de placer. Sus gritos, su rostro de placer al terminar y mi cara de "esto no ha terminado aquí", fueron la antesala del segundo tiempo. Tiempo en el cual Lena iba a seguir gozando sin compasión por mi parte.

En cuanto la noté un poco más recuperada, comencé a moverme de nuevo, lentamente... aprovechando lo sensible que estaba, para luego acelerar mi ritmo. Su sonrisa me lo dijo todo y me incliné sobre ella para besarla de nuevo, sintiendo como sus brazos rodeaban mi cuerpo. Sabía como se encontraba ella y sabía aprovechar aquello en mi beneficio. Volví a acelerar el ritmo de mi cuerpo, mientras mi lengua jugaba con su oreja, moviendo mi cadera buscando la posición correcta de mi miembro. El cambio de tono de sus jadeos me indicó que la había encontrado. La besé con ternura antes de cambiar mi postura.

Volví a colocarme de rodillas, donde la penetración sería más larga, fuerte y donde podría controlar todo mejor y continué embistiendo a la doctora con una mezcla difusa de salvajismo y violencia. Sentía como sus piernas temblaban a mi alrededor y como su cuerpo reaccionaba por dentro con las fuertes y rápidas caricias de mi miembro. Verla disfrutar de aquella manera, incluso "sufrir" pues sabía que querría tomarse un respiro de unos segundos y ser algo que no iba a concederla, me excitaba mucho más. - ¿Esto es... lo que quería, doctora? ¿Creé que... lo aguantará? - La pregunté más que excitado, sin dejar de moverme, jadeando a cada palabra que pronunciaba.

Lena se retorcía bajo mi cuerpo y sentí como ponía las manos sobre mi abdomen, empujándome hacia atrás. Mi respuesta fue tajante, agarrándome con firmeza a sus caderas y clavándome todo lo que pude en su interior, para luego seguir moviéndome sin parar. - No hay.... paradas ni.... atajos, doctora... - La rení con gesto travieso mientras en su rostro se reflejaba la viva imagen del placer extremo.

Sentí nuevamente como su cuerpo volvía a extremecerse de placer, como volvía a aprisionarme y tratar de succionarme hacia su interior. Pero ese juego la duró poco, puesto que su placer se incrementaba cada vez que intentaba acelerar mi proceso. La miré a los ojos y la sonreí. Ya había tenido bastante "sexo romulano" para ser la primera vez. Así pues, acorte la longitud de mis movimientos y los aceleré un poco más, asegurándome de que ni un milímetro de mi miembro quedase fuera del cuerpo de la doctora en cada movimiento que hacía. Miré como sus pechos se movían al compás de mis embestidas y me agarré con fuerza a su cadera cuando sentí que aquello se iba a terminar también para mí.

Salí de ella y me apresuré a colocar mi miembro entre sus hermosos pechos, para cubrirlo con ellos y alcanzar el climax disfrutando aún de ella. Mi cuerpo se tensó y cerré los ojos al tiempo que sentía como la fuerza se escapaba de mi cuerpo, sintiendo a mi miembro palpitar de placer. Limpié las salpicaduras de mi cuerpo del cuerpo de la doctora con mi mano y me recosté a su lado en cuanto recuperé un tanto el aliento.

- Espero que, como muestra, le haya servido... sino, aún puedo continuar. - Sonreí con picardía a la doctora y señalé mi miembro con los ojos, el cual aún permanecía erecto. Pero en sus ojos podía ver el cansancio de aquella sesión de sexo, mientras la acariciaba el cabello.

A la doctora no la dio tiempo a decidirse por nada, se relajó de golpe y Morpheo se encargo de llevarla a su mundo. Me levanté de la cama con cuidado de no despertarla y me vestí. Yo también necesitaba descansar, puesto que el desgaste había sido en ambos sentidos y necesitaba estar fresco para el asalto al cual me mandasen. Una vez vestido, me acerqué al cuerpo de la doctora, la cual dormía exhausta y acaricié su rostro con suavidad, apartándola algo de pelo de la oreja.

O mejor lo dejamos para otra ocasión... - La susurré al oído tras inclinarme a su lado y salí en silencio de su camarote, para dirigirme al mío a continuación. - Una ducha y unas horas de sueño antes de entrar en acción. - Pensé mientras las puertas del dormitorio de Lena se cerraban tras de mi y cruzaba la enfermería deprisa.

Lena había quedado a merced del romulano, quien había jugado con ella desde el principio mientras que la doctora se había dejado llevar porque simplemente le apetecía. La vida en la flota era dura y nunca se sabía en que momento se podían poner las cosas patas arriba... (curioso símil teniendo en cuenta su postura actual) por eso la humana vivía con intensidad, si quería algo lo cogía siempre y cuando no incumpliera con su responsabilidad como oficial y eso era, lo que estaba pasando.

- No subestimo... solo se que estoy por encima... doctora...

- Si...- jadeó con las mejillas sonrojadas, como le ponía aquel hombre- lo estás... porque yo quiero... que lo estés... y tu también...- el juego había comenzado entre los dos, negarlo era absurdo

Entonces el cuerpo de Lena comenzó a resentirse, según sus cálculos y los síntomas que estaba teniendo, la doctora supo que no le quedaba mucho más de respuesta pero no dijo nada, ahora que el romulano se había decidido a tratarla como a un igual no iba a echarse atrás, pero si que agradeció la pausa del beso donde pudo recuperarse, para empezar el nuevo embite fue entonces cuando pudo comprobar la resistencia del teniente que comenzó con un ritmo pausado al principio excitando a la doctora lo suficiente para seguir adelante, en realidad ella quería más porque le provocaba un placer que nunca antes había sentido, de manera que comenzó a corresponder con el deseo y la excitación a flor de piel, acompañada por sus jadeos y gemidos

Vakro además de estar dentro de ella, parecía estar dentro de su mente, pues sabía cuando debía lamerle y donde, cuando su cuerpo estaba preparado para continuar y como provocar en ella situaciones que ningún hombre había provocado antes, como el sufrimiento y el miedo transformados en placer extremo, que fue exactamente lo que le pasó cuando al tratar de apartarlo el romulano la penetró con más fiereza aún, la expresión de Lena fue de terror en aquellos momentos, no muy segura de salir con bien de aquel encuentro puesto que conocía a la perfección las respuestas de su cuerpo, sin fuerzas para hacer otra cosa terminó por echar los brazos a los lados y relajarse con el corazón latiendo con fuerza y los dientes apretados emitiendo gemidos de dolor, en aquellos segundos escuchó al romulano pero sin alientos para responder lo miró y extenuado como estaba se sujetó a sus brazos y volvió a moverse, si caía lo haría luchando, aquel gesto fue lo que trajo consigo nuevamente el placer a la doctora, un placer que supuso el inicio de un nuevo orgasmo... Ahora quería que continuara, claro que quería llegar al final, como respuesta los músculos de Lena volvieron a aprisionar el miembro de Vakro, ya no lo podrían hacer más, al menos en aquella ocasión... Las nuevas sacudidas del romulano provocaron un nuevo corrimiento de Lena que la hizo estremecer y envolverla en temblores, fue entonces cuando sintió como él iba a correrse también, algo que le gustó como el verse con el miembro de Vakro entre sus senos y explotar.

La sesión había terminado para ambos, una sesión deliciosa que terminó con Lena tumbada sobre la cama con los brazos caídos a los lados, temblorosa, empapada de sudor y respirando con dificultad, había quedado a merced de Vakro a quien se giró para mirar mientras dejaba que este le acariciara el pelo, la mirada de Lena fue de ternura, le había gustado, estaba satisfecha pero exhausta, hizo un intento de tocarle la cara, tal vez para volver a besarlo pero el cansancio terminó por dejar la trayectoria de su brazo a medio camino yendo a reposar sobre su abdomen, sumiéndola en la inconsciencia.

Lena despertó sola en su camarote, al abrir los ojos necesitó unos segundos para centrarse, después giró la cabeza y acarició las sábanas con la mano que había estado reposando en su abdomen, para acto seguido moverse de lado y permanecer unos minutos tumbada mientras se desperezaba, al recordar la hora de descanso alzó la cabeza para mirar el reloj, con un suspiro de alivio comprobó que tenía tiempo para prepararse así que bajó la cabeza y reposó unos minutos más, era la primera vez que le pasaba una cosa así y no sabía si estar contenta o preocupada, puesto que aquel encuentro se podía volver a producir y el resultado podría ser el mismo o peor, además no le hacia gracia que Cira se enterase puesto que la reprendería con total seguridad y pese a que no le daba ningún miedo, no le apetecía escucharla, se ponía muy pesada.

Finalmente, cuando terminó de desperezarse se dirigió a su escritorio donde guardaba instrumental médico, cogió un escaner y varios tubos con dispositivos de muestras y sacó algunas muestras del semen de Vakro, tanto de su cuerpo como de las sábanas, además de otras muestras de fluidos, a la doctora se le había ocurrido una idea sobre la dolencia del romulano y no perdía nada por intentarlo.

Una vez terminó, dejó los tubos sobre la mesa y se dió una ducha larga, para desentumecerse. A continuación se puso el uniforme y se peinó,al salir del baño quitó las sábanas y la ropa que había llevado para echarlas en el tubo de recogida y lavado de ropa, ordenó la habitación y salió con las muestras a la enfermería, se sentó en su escritorio y se puso a analizarlas y clasificarlas en el expediente dedicado a Vakro y su dolor de cabeza.

- Diario personal de la Doctora Connor. Oficial médico de la USS ENTERPRISE. Tras un análisis en profundidad del paciente he llegado a la conclusión de que su dolencia puede ser tratada o en cualquier caso remediada. He observado que el paciente durante una relación sexual ha dejado de padecer la dolencia, lo que puede significar que parte de los fluidos y reacciones que se segregan ejercen como antídoto para dicho mal. Tras recoger varias muestras de los dos sujetos que han participado en dicho acto voy a proceder a un análisis exhaustivo para determinar si la hipótesis es factible. De ser cierta tendríamos dos opciones, o bien que el paciente realice el acto como prevención o desarrollar un fármaco que aporte la sustancia necesaria para controlar el dolor.

Tras aquella grabación, Lena terminó de clasificarlo todo y pidió su desayuno consistente en una ración de fruta, café y una tostada. Debía empezar a preparar los equipos de expedición y hablar con Cira para conocer los detalles.

Tras desayunar, comprobar que todo estaba en orden, recibir al primer turno de auxiliares que se encargarían de atender la enfermería y terminar de dar las pinceladas a los equipos necesarios que se debían emplear en la misión, Lena decidió que podía salir para ver que pasaba en el puente.

Antes de salir del puente, Lena cruzó su mirada con la del romulano... Su gesto fue tan discreto que sólo se pecataron los implicados.

La doctora ladeó la cabeza mirándolo con intensidad, calificar su vida como valiosa había sido todo un halago, pero ante todo era la oficial médico de la Enterprise, se debía a su cargo y sabía cuidarse, de manera que fueron varios los sentimientos que se encontraron pero solventó el breve encuentro con una suave sonrisa.

Que mono,preocupándose por ella... Se dijo a sí misma mientras salía del puente y se encaminaba a la enfermería pensando en las palabras de Vakro y lo que había pasado antes entre ambos...

La cardasiana entro en la enfermería, su piel grisacea de un tono más pálido de lo habitual, ligeramente tambaleante, los brazos pegados al cuerpo como si intentase proteger su cuerpo de un ataque invisible. Avanzó por la bahía médica con resolución, pero perdida parte de su gracia y donaire habitual. Era evidente a la vista de cualquier observador que algunos movimientos le generaban dolor. La parte de su uniforme que dejaba a la vista la camiseta interior turquesa mostraba unas sospechosas manchas oscuras, aún húmedas. Aún así cuando una enfermera se aproximó a ella con una sonrisa servil en los labios preguntándole por la naturaleza de su dolencia médica los ojos pálidos de Marayn relanpaguearon con una advertencia silenciosa, que congeló la sonrisa de enfermera. Da'Par podía ser encantadora si se lo proponía, pero resultaba evidente que entre sus antepasados reptilianos había habido alguna víbora. Su mirada podía ser venenosa.

La enfermera retrocedió con las manos en alto, insegura, su sonrisa convertida en una mueva como de un muñeco mal hecho.

- Avisaré a la doctora.- susurró apresudaramente,

-  Así me gusta.- se limitó a contestar la cardasiana, su sonrisa dulcificanse levemente. Lo mismo que una víbora miraba dulcemente a su presa antes de alimentarse con ella.- Le esperaré sentada en esa biocama, necesito intimidad.- añadió señalando a la camilla más alejada, semioculta por un mamparo para darle mayor privacidad.

Sin más dilación se dirigió hacia alli, dispuesta a esperar que se la atendiese. Pero no demasiado tiempo. Era paciente, pero sólo para según qué cosas.

Antes de que la enfermera saliese de la enfermería Lena entró por la puerta, al ver la cara de alivio de Hopkins la doctora se fue directa al bulto. Acababa de entrar un paciente de poca paciencia, una rápida mirada confirmó su teoría al vislumbrar a la cardasiana que se estaba poniendo cómoda en una de las biocamas.

- Ya me encargo Hopkins- Le sonrió a su subalterna mientras cogía su escaner médico del bolsillo y se acercaba a Marayn- Esta si que es una visita inesperada señora Da'Par- la saludó sonriente mirando la coloración anormal de su piel mientras le pasaba el escaner- ¿Qué es lo que ha estado usted haciendo durante estas doce horas? - indagó directamente con un ojo en las lecturas y otro en la cardasiana.

Por algún motivo que no sabías, ya fuese porque estabas cansada o porque no funcionaban bien los aparatos, no conseguías encontrar bien las constantes vitales de Marayn ni tampoco qué dolencia tenía, así que irritada, dejaste de mirar la pantalla y te giraste hacia ella. Tendrías que hacerlo "a la antigua", preguntando.