de paso hacia el puente...
Entra en dirección a cabinas
“También le mandó para saber si era un aparato de sabotaje klingon, pero de su reacción comprendo que no es así”, le dijo Shev a Jor mientras que se acercaban al Puente. “Y no, no quiero que lea mentes. Si la Capitana o yo lo querremos, se lo diremos explícitamente.”
“El problema es que aún no tenemos un marco de tiempo. Así habría que ver todos los registros, y para esto, francamente, no tenemos tiempo porque no sabemos hasta cuándo tendríamos que remontar.”
Shev se paró delante del ingreso al Puente, por si Jor aún tenía algo que añadir.
Bueno, será de la gente de ingeniería el desarmarlo propiamente. -No podía hacer nada Jor para ayudar a esto en particular.
Todo bien, Señor. Retomo mi puesto en el Puente.
Me pondré a ver ciertos momentos específicos, y correr algo de Aprendizaje de Máquina, para tratar de descubrirlo. Se que es un long-shot, pero, mientras estemos aquí esperando, no hay nada más útil que Tácticas pueda hacer.
Le hizo una señal de respeto al andoriano, dejándolo entrar al Puente primero, y se dirigió a su terminal a comenzar a organizar esa búsqueda en un pajar de tiempo.
“Su afán es loable, y espero que encuentre algo. Por cierto, mientras que no nos movemos de aquí, no hay mucho más que podemos hacer que no sea cazar al saboteador.”
Y con estas palabras entró en el Puente.
“Gracias por avisar. ¿Ya han terminado con la reparación de los motores? Si no, prefiero que aún se quede en Ingeniería para ayudar. Los motores son la prioridad.”
“De acuerdo, teniente Da’Par. Y sí, no pagamos a la alférez O'Brennan lo que vale en realidad. Pero no se lo diga.”
Jor conocía poco a la capitana, pero, si su sospecha era cierta, ella no buscaba revelar nada de Vrako. Era alguien más a quien buscaba, y, dado que les había dicho a los cuatro del puente, y Jor mismo se sabía inocente, quedaban los otros tres.
Dado los acontecimientos, tenía pocas dudas del primer oficial y el piloto. Quien realmente había recibido la información para actuar y revelarse le parecía al Betaklingo podría ser el "embajador".
Lástima que Jor tuviera tan pocas habilidades para esto del contraespionaje. Lo suyo habían sido las naves coordinadas en batalla y los torpedos certeros. -Su sangre klingon se llenó de adrenalina de sólo recordar la formación de ataque por atrás.-
Ahora, a buscar a Vrako y ayudar a seguir con el señuelo. Pobre, que le duele la cabeza. ¿Migraña es común entre los romulanos? -preguntó a la compu.
Computadora, ¿donde está el teniente Vrako? Mandele mensaje de que lo alcanzaré en un par de minutos. Y caminó aprisa por el pasillo, dando grandes zancadas klingon.
El Teniente Vrako se encuentra la enfermería.
La computadora no puede mandar ese mensaje. Tienes que hacerlo tú.
Liam caminaba al lado de Vrako sin mediar palabra, pero con una sonrisa en su rostro por acompañarle a él y al pequeño vulcaniano. Se cruzaron con no menos de seis tripulantes que no pudieron evitar girar la vista hacia aquel extraño trío y lanzarle una sonrisa involuntaria al pequeño, antes de darse cuenta de que quien lo llevaba en brazos era el duro oficial de seguridad, y recuperar la seriedad antes de continuar sus caminos.
Y eso lo hacía todo más divertido.
-¿Sabe, señor Vrako? Somos gente extraña. Nos pasamos toda la vida buscando el sentido de la vida, explorando y viajando de un sistema a otro, para al final encontrar lo que buscamos en la más sencillas de las cosas -le dijo Perkins, mirando a T'Kev -. Pero he de decir, que jamás dudé de que tuviera un corazón allí dentro.
Lo que había visto entre el romulano y la doctora ya había sido suficiente para demostrar que en su pecho ardía un corazón fuerte, lleno de ideales pero también de aspiraciones personales. La frustración nos convertía en simples marionetas de la vida, pero a veces, solo a veces, las personas lograban recuperar su vida agarrándose a algo que querían, más allá de la noción de posesión, y por lo cual eran capaces de sacrificarse.
Vrako lo había hecho; sacrificaba su futuro en la flota por expresar sus opiniones y ahora, mientras cuidaba al pequeño, estaba recibiendo los beneficios de haberse encontrado en el momento adecuado y el lugar oportuno. La muerte de su madre no ocurriría en vano; Perkins estaba dispuesto a que tuviese un sentido, dándole una vida a T'Kev, pero también, proporcionándole a Vrako la paz que tanto necesitaba en aquellos momentos.
Por desgracia, al médico le parecía que las cosas no habían cambiado demasiado, en lo que se refería a la posición del romulano dentro de la nave. Las sospechas de Annaith, o más bien, su confesión, porque eso era lo que le había parecido que había hecho, confesar su inseguridad a la manera vulcaniana, es decir, sin reconocerlo abiertamente, y la llamada a la doctora, lo demostraban. Aún había mucho camino por recorrer antes de poder relajarnos.
Pero paso a paso, terminarían por llegar al final. Vrako lo haría y Perkins tenía el convencimiento de que sería por algo más que él mismo.
- Le voy a contar un secreto, Liam. - Le hablé con el respeto de un oficial a otro, pero usé su nombre de pila, pues buscaba en ese momento la confesión a un amigo. - Yo tampoco creí que lo tuviese. - Le miré con firmeza a los ojos, los cuales mostraban la sinceridad de mis palabras.
Cada vez que nos cruzábamos con un tripulante, guardaba silencio y mantenía mi rostro serio, viendo de alguna manera divertido, las reacciones de aquellos hombres y mujeres al ver al pequeño T'Kev y darse cuenta de quien lo llevaba en sus brazos. - Nunca antes había sentido nada parecido por nadie. - Le confesé a Perkins. - Me crié entre klingons y nunca les sentí como parte mía. Ni si quiera a aquellos que ejercieron de padres conmigo. Cuando me reuní con mi raza, me costó adaptarme y las romulanas que durmieron en mi cama no permanecían mucho tiempo a mi lado.
» En mi raza, mi cultura hay algo... sin lo cual no eres nada. Y es la casa. Todos tienen la suya, desde el más humilde hasta el más poderoso. Para que me entienda, sería lo que ustedes llaman apellido... algo de lo que yo carezco. Por eso soy simplemente Vrako... un paria entre los míos. Supongo que eso fue lo que me hizo dejar de lado cualquier idea sobre tener una pareja o formar una familia y me centró en mi profesión. - Le expliqué al doctor mientras caminábamos por aquel interminable pasillo.
- Esta nave, esta misión... está siendo una pesadilla para mí en cuanto a mi carrera se refiere. Pero estoy descubriendo otras cosas, otras facetas sobre mí que... no creí que existieran. Y creo que eso me engrandece más como individuo. Seguramente mi carrera en la Flota acaba en cuanto la Enterprise llegue a su destino y el Almirantazgo haga caso al alto mando de esta nave... pero yo habré ganado más que todos ellos, aún perdiendo mi puesto. - Total, ya sentía que lo había perdido por completo con aquel trato que se me dió y, quizás me estuviese volviendo paranoico... pero tantas llamadas de Cira a Lena, la actitud de Annaith y el perro mestizo en la enfermería... todo me olía mal. Peor incluso que el pañal sucio de T'Kev.
Pero no dije nada al respecto y nuestros pasos no tardaron en dejarnos frente a la guardería.