Partida Rol por web

Enseguida vísteis el puesto de Unkar Plutt, aquella chatarrería que pagaba bien por las piezas de la chatarra con créditos o con porciones. El inmenso crolute de piel anaranjada se dejaba ver tras una pequeña alambrada; su matones, de la misma manera eran vien visibles en las inmediaciones de su tienda, los cuáles estaban fuertemente armados (y le ayudaban a mantener su negocio operativo).

Sabíais que aquel tipo pagaba de una u otra forma, y, de momento, aquella importación de electroirrigadores se pagaba más bien al contado de créditos.

¡Siguiente! -dijo Plutt tras pagar un par de porciones a un twi'lek por unas piezas recién limpiadas de partículas-. Y en esos momentos aparecísteis vosotros. El crolute arrugó el entrecejo, como pensando.

¡Vois vosotros! ¡OS RECONOZCO! ¡Mis proveedores! ¡Acompañadme! -dijo justo antes de pulsar un botón y hacer caer automáticamente unas persianas para pausar su negocio-. Unkar os estaba invitando a una sala privada, allí mismo, en la trastienda de su lugar de trabajo.

Acto seguido entrásteis en la amplia sala, lo suficientemente grande para que cupiérais todos, él mismo, y cuatro guardaespaldas más (aunque probablemente hubiera más alrededores, en el exterior). La sala era una especie de despacho donde se acumulaban cajas con porciones, chatarra de varios tamaños y un pequeño computador en el centro de la misma (junto a un asiento que ocupó el crolute). Una vez acomodados (vosotros os quedásteis de pie frente a él, y en el lateral los guardaespaldas), os habló.

Los administradores de la colonia del asteroide me dijeron que seríais rápidos, y así ha sido -comenzó-. Supongo que tenéis la mercancía en el carguero, ¿no? -era como si supiera de vuestra entrada en Jakku, como si tuviera una red de contactos casi en tiempo real-. Bueno, enviaré a cuatro de mis chicos a recogerlo. Grrh... veamos... -miró su computador-: ¡cuarenta! ¡cuarenta porciones por cabeza! O si lo véis mejor, 650 créditos en total... ¿cómo preferís el pago? -añadió finalmente para que hablárais-.

- Lo queremos todo junto, gracias- dijo Anzak mirando fíjamente a Unkar-. De todas formas veo que estás muy bien enterado de quien entra y quien sale, así que la siguiente vez podrías hacernos el favor de que el atraque nos salga un pelín más barato. NOsotros cunmplimos y queremos que los "jefes" sean comprensivos con nosotros- dijo sonriente.

- De todas formas, como has visto, somos cumplidores y rápidos. Eso se merece o una compensación o otro trabajo ¿no te parece?- quiso proponer a Unkar el contrabandista.

Por lo que a ella tocaba, Kyrra pensaba que ya había tenido más que suficiente protagonismo por el momento, así que se cruzó de brazos y dejo las negociaciones y todo lo demás en manos del resto del equipo. Mientras Anzak hablaba con el cliente, la joven paseó su mirada por el sitio, recorriendolo tranquilamente con la vista como si solo estuviera vagamente interesada en ello y quisiera pasar el tiempo mientras todo concluía.    

Me mantengo impasible evaluando los peligros que puedan surgir, aunque por fuere mantiene un aspecto relajado. Pero ya lo decía su tío: Ante los peligros debes parecer calmado, aunque estate preparado para cualquier cosa, mantén tus armas visible y mira las manos de los demás. Si se acercan a sus armas ya sabes lo que debes hacer. Mantengo la mirada fija en las manos de los guardaespaldas y dejo los negocios a mis compañeros.

Dejo que Anzak lleve un poco la negociación mientras observo la sala dónde estamos. Los guardaespaldas no es que me hagan mucha gracia, pero supongo que Unkar habrá tenido más de algún percance y no se debe fiar ya de nadie.

- Pienso lo mismo que Anzak. Hemos hecho un buen trabajo, seguro que tienes alguno más que podamos hacer y así todos salimos ganando. Ya habrás podido observar que somos rápidos y eficientes.

¿Más barato? -entonces un terrible sonido sonó encima de la mesa del despacho: Plutt había sacado de una caja de seguridad una bolsa con créditos, y los había lanzado sobre ella. Ahí estaba vuestro pago-. Lo que tengáis con Zuvio, con Zuvio es... -señaló-. Yo pago las piezas y los negocios, no llevo el negocio de los "amarres navales". Ahí esta todo. Un placer hacer negocios...

Kirra estaba tranquila, dejando que el chatarrero de Jakku y Anzak hablasen de los pormenores del negocio (aunque en verdad la asociación había concluido con buen pie). Ravenor no dejaba de mirar a todos los matones de Plutt, que no es que tuvieran mejores bláster que él mismo, pero al fin y al cabo eran bastantes, algunos más que todos vosotros. Sin embargo, no notaba tensión alguna, aunque prefirió aguardar paciente. Al final, el crolute se fijó en aquella muchacha, Rebecca, que era quien estaba más alejada de él.

Sí, sois rápidos y eficientes -y se quedó mirándola, como si pensara en alguien o como si le recordara su bello rostro a alguna otra persona...-.

Si... ¡SÍ! -el crolute pareció despertar del pequeño letargo en que estaba sumido. Hay algo más... algo de lo que quizá saquemos provecho todos... Veamos... -y se mesó el mentón, como pensando-.

Algunos de mis hombres conocen vuestros nombres, y según me han contado al igual que he comprobado, parece que sois la clase de persona que necesito para otro trabajo. Eso sí, es ese tipo de trabajo que conlleva riesgo, pero grandes beneficios. Uhmm... Hace cuatro rotaciones, un carguero de la Primera Orden se estrelló e nel desierto a causa de una feroz tormenta de arena mientras aterrizaba en el planeta -Unkar se levantó de su asiento y se encaró con vosotros, sobre todo con Anzak-. Traían suministros para la guarnición permanente que quieren montar en Niima -Plutt escupió al suelo como si esas palabras fuera veneno-.

Al ver que os habíais interesado por más trabajo y que vuestros rostros denotaban interés aún, siguió hablando.

Entre los suministros destacan tres contenedores rojos repletos de rifles bláster Sonn-Blas F-11D. Dichas armas, o mejor dicho, sus partes, alcanzarían un gran valor en el mercado negro... Errr... Por cada contenedor que me consigáis traer, os pagaré, veamos... -hizo cálculos en su computador, que estaba orientado hacia él, aunque no hacia vosotros-, 20.000 créditos; si lo preferís, ya sabéis puedo pagaros en porciones -ésto último a modo de broma, pues sabía que preferíais el dinero contante y sonante-. Entonces volvió a miraros, centrándose sobre todo en John Ravenor. Ese tipo pareció gustarle al crolute para esta empresa.

Necesito gente bien armada que sepan defenderse -Ravenor emitía a la legua ese porte de hombre de fuego y acción-: el carguero se estrelló en una zona dominada por un grupo de chatarreros locales que no trabajan para mí. Son muchos y tienen armas, lo cual es más de lo que mis hombres pueden manejar...

Si aceptáis, os proporcionaré un holomapa con las coordenadas donde se estrello la nave y un esquife de carga para que podáis traerme la mercancía. Tendríais que conseguir las armas antes de que las recuperen los chatarreros de la zona o la Primera Órden. ¿Sois mis "ayudante"? Esto no va de paseítos espaciales como hasta ahora...

- Muchas gracias por la oferta, señor Plutt. Esos son más créditos de los que con toda probabilidad voy a ver en lo que me quede de vida, pero si voy a morir tratando de conseguirlos, ¿que caso tiene? - dijo Kyrra sin pensárselo demasiado y aceptando en cambio el pago que les habían dado hasta ese momento.

- Por supuesto, no hablo por el resto de mis compañeros. Ellos quizá estén más interesados en su propuesta. Pero si tiene algún otro negocio que no implique una muerte segura, estaré más que dispuesta a escucharlo. 

-Sin duda una gran cantidad-Susurro.Quien soy yo para decirles lo que debemos hacer,ellos me pagan para que los proteja.Miro a mis compañeros-Sin duda alguna una gran cantidad, pero recuerde de que somos tres mercaderes y un soldado.

Me sorprende a mi mismo haber hablado,pero creo que este grupo me tiene mas aprecio a pesar de ser un mero mercenario.

No puedo evitar hacer un ademán de admiración con mi rostro al oír la cantidad que podíamos llegar a ganar por cumplir ese trato, pero el hecho de que fueran armas me provoca cierta desazor.

-Armas... no quiero ni imaginar a cuantas personas pueden llegar a matar esas armas, pero necesito ese dinero...

Un conflicto nace dentro de mi. Normalmente los negocios que suelo hacer se centran en la chatarra, en partes de maquinaria, piezas que por si solas no pueden hacer daño, aunque pensándolo bien cualquiera de esas piezas puede acabar en algún vehículo con armamento... ¿en qué se diferenciarían de un arma? Yo misma me sorprendo de haber tenido ese pensamiento, y no sé por qué puedo tenerlo ahora. Cierto que nunca había negociado con armas, ¿tal vez tengo alguna moralidad que no dispone otra gente?

El comentario de John me quita de mi ensimismamiento.

- No, John - le corrijo con una sonrisa - somos cuatro socios y vamos todos juntos.

Por el momento sigo con ellos y con el negocio que nos están proponiendo. Ya veré qué termino haciendo con el dinero.

Sin duda alguna una gran cantidad, pero recuerde de que somos tres mercaderes y un soldado.

Con el dinero de la recompensa podríais contratar más seguridad, ¡qué se yo! -comenzaba a estar malhumorado-. Es un gran pellizco que cualquier otro ansiaría poder obtener; y encima os doy un esquife y un holomapa, ¡Grrr! Si no os interesa buscaré a otros que acepten. Seguro que los hay a montones en este vertedero -se refería a Jakku-

Esos son más créditos de los que con toda probabilidad voy a ver en lo que me quede de vida, pero si voy a morir tratando de conseguirlos, ¿que caso tiene?

Puedes seguir dedicándote a la chatarra -el crolute lo dedujo por sus ropas, y porque el rostro de Kyrra le sonaba de haberla pagado porciones en su puesto muchas veces-.

- De acuerdo, ya hablaremos en otra ocasión señor Plutt - dijo Kyrra, poco deseosa de quedarse por mas tiempo en aquel lugar o de provocar la ira del crolute. Sin decir más, la chatarrera se dispuso a abandonar el sitio para hablar con más tranquilidad con sus compañeros una vez que estuvieran afuera.   

Anzak escuchó la propuesta de Plutt y se mesó la barba sopesando los pros y contras que encontraba en el negocio. 

- Espera Kyrra. Tratemos de llegar a un acuerdo- pidió Anzak a su compañera. Si el contrabandista quería hacer este negocio necesitaría al equipo completo.

- Bien, Plutt- comenzó a decir el contrabandista-. Si bien es cierto que queremos...más bien, necesitamos esos créditos, también es cierto que este "negocio" no es tan sencillo como parece.

- No has ocultado que será difícil, pues si no ya habrías mandado a alguno de tus matones a recuperar los contenedores. Necesitas alguien que sepa moverse en el negocio de la compra-venta y que lo haga rápido y eficientemente. Por eso nos necesitas...y sabes tan bien como yo que, si bien hay muchos chatarreros en este planeta, hay pocos que se ajusten a lo que pides y necesitas.

- La segunda cuestión son los propios imperiales. ¿No crees que estarán buscando sus armas? y ¿qué pasará is nos encuentran con esas armas? es mercancía ilegal...No Unkar, no es un "negocio sencillo" y ese tipo de engocio se paga caro, muy caro.

El contrabandista ya no reía. Miraba a Unkar Plutt fíjamente para escrutar el semblante de éste y lo que podía sacar en calro de él. Tras unos segundos que parecieron una eternidad, Anzak continuó.

- Podemos hacer el trabajo, pero necesitamos varias cosas. Una, que el esquife esté armado y modificado para el combate. Dos, que nos dejes que contratemos a un par de mercenarios de nuestra confianza para realizar el trabajo. Y tres, que todos cobremos lo mismo, 50.000 créditos cada uno.

Anzak había solado el órdago y esperaba la reacción de Plutt. Pero sabía que Plutt no podría contarle esto a mucha gente, no tan bien coordinada como ellos, tan eficiente y de la que pudiera confiar. Además también sabía que tres contenedores de armas valdrían millones en el mercado negro, con lo que unos cuantos cientos serían unas migajas.

Me añado al ruego de Anzak para que Kyrra siga con nosotros.

- Por favor, tenemos que estar todos juntos en esto, ir todos a una. Si no estamos los cuatro, no lo lograremos.

Mientras esperamos que se decida, Anzak enciende su ronda de negociaciones. Se le ve seguro, firme, no duda en exponer sus demandas y exigencias.

A veces me gustaría ser un poco más como él, más decidida y sin dudar. pienso, ya que siempre he tenido algo dentro de mi que ha impedido actuar de según que modo en algunas circunstancias, y nunca he sabido el porqué.

- Creo que las peticiones de Anzak son más que razonables y aceptables. Si se quieren grandes beneficios, hay que hacer grandes inversiones. - me sorprendo a mi misma diciendo eso, mientras miro a Anzak, intentando mantener su mismo porte sereno y confiado.

- Ehm... ¿Quizá podría darnos algo de tiempo para darle nuestra respuesta ? ¿Hay cosas que tenemos que discutir entre nosotros...? - sugirió Kyrra, queriendo darles a entender a sus compañeros que no estaba del todo de acuerdo con lo que estaban diciendo, pero que estando frente al crolute no era el mejor sitio para conversar sobre ello. 

-Estoy de acuerdo con mi compañero-Digo mientras miro a mi compañero y asiento-Yo mismo conozco a varios mercenarios que podríamos contratar- En mi cabeza ya pienso en varios hombres en los que podríamos confiar y que están preparados para cualquier tipo de combate.-Esto puede ser un gran golpe sin duda alguna, aunque Straker no este muy contenta, el que algo quiere algo le cuesta.

¿¡Esque pretendéis robarme en mi propia cara!? -notásteis cómo las fibras de los guantes de aquellos guardaespaldas restallaban un poco al apretar con sus manos sus cinturones y las culatas de sus armas-. ¡Por esa cantidad iría yo mismo y cerraría mi negocio durante una buena cantidad de estaciones! ¡Te conozco Anzak, me suena tu cara! ¡Nunca dije que este trabajo fuera fácil!

Definitivamente, la voz de Unkar Plutt cambió a un tono más violento y como incrédulo por las condiciones que estábais reinsertando en la conversación.

Anzak aguantó el "chaparrón" de Unkar Plutt como si estuviera bajo cinco metro de hormigón. Mantenía su rictus serio, como era el negocio. Además quería que Plutt viera que no bromeaba. Aun así sabía que sus pretensiones eran altas, pero era algo que solía hacer. Luego habría tiempo para negociarlas.

- Bien Plutt, Puede que haya pedido mucho, pero como yo lo veo tiene más pegas que pros. Necesitamos gente, con lo que nos costará dinero. Necesitamos equipo, que nos costará dinero. Y tú conseguirás, sin mancharte las manos un buen pellizco. Nosotros solo te pedimos algo justo, algo que nos favorezca a ambos. Si tu sacas un buen pellizco, págarnoslo bien.

Anzak miró a Plutt y se mesó la incipiente barba.

- A ver, ¿hasta cuanto estás dispuesto a pagar? Sabes que siempre he sido justo en los negocios y siempre he sido honrado con quien me contrataba. Eso tiene que tener un precio.

A ver, ¿hasta cuanto estás dispuesto a pagar?

Menudo pico de adartanimun... -dijo como resignado y enfadado a la vez Plutt-. Y es que Anzak le estaba echando narices al asunto, aunque su verborrea no era suficiente en esos momentos para calmar la conciencia y la aportación del crolute. ¿Y vosotros sois socios de este tipo? -mirando al resto-. Aspiráis a demasiado y mirando por encima del hombro a quienes no debéis -hizo un gesto a sus hombres para que no se alterasen, pues éstos estaban preparados para echaros del despacho a patadas-. Habláis del dinero, como si ya fuera vuestro y las piezas que necesito estuvieran en mi mano, ¡Fuaaagh! -escupió. Tengo mucho que hacer, y aún así seguís insistiendo. Se acabó el negocio, señores. ¡Nos veremos en otra ocasión!

Fuísteis entonces invitados a salir por aquellos maleante, y la figura de Unkar impasible, esperando a que os fuérais. Tras salir del despacho y acceder al exterior del puesto las enormes placas correderas del negocio chatarrero cayeron rápidamente, y Plutt se marchó en un esquife de transporte de grandes dimensiones con un par de sus hombres, no sin antes recordaros que volvería en unas horas por si aceptábais la oferta original. El resto se dispersó por Niima.

Cuando girásteis vuestra vista en redondo, ya sintiendo el calor de Jakku en vuestras nucas, observásteis cómo en la lejanía, más allá del arco de entrada y junto a la rampa plegada de vuestra nave, tres miembros uniformados con los trajes de soldados de la Primera Orden atisbaban el carguero en el que habíais llegado. Acto seguido requerían a Zuvio, el alguacil, que andaba por allí. Se veía, aparentemente, cómo éste y sus hombres respondían antes ellos junto a la nave, mirando de vez en cuando al centro del puesto (justo donde estábais) y señalando con el dedo. Acto seguido todos se dispersaban... y los soldados comenzaban a caminar hacia las lonas de Niima. Los tres portaban bastones aturdidores antidisturbios Z6 y escudos betaplast.